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VOLVER A NACER
El sol calentaba ese día. Los pájaros estaban llegando de la inmigración y las flores ya
enseñaban sus preciosos pétalos. La primavera ya eestaba llegando. Eros, un precioso
galgo español, observaba desde su caseta los cambios que le hacía la primavera a la
naturaleza. Salió de su caseta y se paseó por todo el jardín, recordando cómo en su
juventud su dueño y él daban un paseo por el bosque, para cazar animales y así alimentar
a la familia de su amo, o al menos eso era lo que Eros pensaba. Al perro le costaba un
poco andar, ya que no estaba tan joven y fuerte como antes, debido a su edad. De todas
formas, Eros se alegraba de eso, ya que como su dueño sabía que ya no cazaba como
antes, no le obligaría a matar animales inocentes, y lo único que harían en el bosque sería
caminar al lado de su dueño hasta que llegara la hora de irse para siempre.
Mientras pensaba en todo eso, Eros escuchó un coche que llegaba. Corrió hacia la valla
que separaba el jardín de su casa con el caminito de piedras que había en el exterior y
asomó la cabeza entre los barrotes del portón. Efectivamente, era el dueño de Eros, tal y
como él pensaba.
El portón se abrió con el mando a distancia que tenía su dueño y el gran todoterreno entró
al jardín. Eros empezó a dar saltos de alegría y a correr detrás del todoterreno, haciendo
todo el esfuerzo posible para no quedarse muy atrás y ser el primero en ser abrazado por
su amigo humano. El hombre salió del vehículo y Eros corrió a saludarle. El dueño le dió
un par de golpecitos cariñosos en el lomo y se dirigió a abrir la puerta trasera. Eros se
sorprendió, pues su amo casi nunca llegaba con compañía, y menos un domingo. Se
sorprendió más todavía cuando vió salir del todoterreno un cachorro de galgo, que no
tendría más de cuatro meses de vida. El hombre tomó al cachorrillo en sua brazos y se lo
enseñó a Eros.
-¡Mira Eros! Te he traído un amiguito que te sustituirá en la caza. Como ya no puedes
cazar, él hará ese trabajo por ti. Le enseñaré técnicas y trucos nuevos, ¡y será el mejor
galgo cazador de toda España!
El hombre dejó al perrito en el suelo, y Eros se acercó a olerle. El cachorro le lamió la
nariz y le mordió el hocico. Eros hizo un gesto de desaprobación y miró a su dueño.
-¿Qué te pasa, no te gusta?-Le preguntó a Eros riéndose-Es como tu hermano pequeño.
¿O es que es demasiada responsabilidad para ti?-Le preguntó con tono burlón.
Eros resopló y cogió al cachorro por el cuello, llevándolo a su caseta.
-Asegúrate de enseñarle todo el jardín, y también el lugar donde debe hacer sus
necesidades, y recuerda: por ahora está bajo tu responsabilidad- dijo el hombre antes de
entrar a la casa. Eros se quedó mirando fijamente a su dueño hasta que éste cerró la
puerta. Después, miró al cachorro, el cual estaba mordiendo su juguete favorito.
-¡Suelta eso, atontado! Ahora sígueme, tengo que enseñarte todo esto y las reglas de esta
casa. Si no sigues las reglas, no puedes vivir aquí.-Le dijo Eros con un tono amenazante.
-Pues mejor para mí, así podré volver con mi madre-dijo el cachorro, soltando el juguete
de Eros y metiendo el hocico en el plato de agua.
A Eros se le ablandó el corazón, ya que se acordó cuando le separaron de su madre para
irse por primera vez a la casa de su dueño, la triste despedida, sabiendo que sería la
última vez que vería al ser que más quería en el mundo, antes de conocer a su dueño,
claro. Le sobresaltó un fuerte dolor en su pata delantera izquierda, como si le estuvieran
clavando agujas gruesas...
-¡¿Pero qué haces?!-Gritó Eros sobresaltado, al ver que el cachorro le estaba mordiendo
la pata.
-Lo siento, es que me duelen los dientes y necesito morder algo, y he mordido lo
primero que he visto sin pensarlo.
-Eso es porque te están creciendo los dientes-le explicó Eros-Ven, te voy a enseñar el
jardín. Coge mi juguete, yo no lo necesito.
Eros y el cachorro recorrieron el jardín hasta que llegó la noche. El cachorrillo pasó la
noche dentro de la casa, y Eros, fuera, en su caseta de madera, como siempre.
A la mañana siguiente, el hombre se levantó más temprano de lo normal. Cuando salió al
jardín, Eros se despertó enseguida y empezó a saltar alrededor se su amo para saludarlo,
pero éste le ignoró y se fue directamente a la cochera, donde guardaba las pieles y las
escopetas. Eros pensó que su dueño sólo iba a enseñarle al cachorro cómo cazar, pero,
para su sorpresa, el hombre abrió la puerta delantera del coche y le dijo que subiera. Eros
miró a todos lados, pensando que se lo decía al cachorro, pero no lo vió por ningún lado,
seguía dentro de la casa. Eros subió al vehículo y se sentó en el asiento del copiloto, pero
le sobresaltaron unos sollozos provenientes del interior de la casa. Eran del hijo del
cazador, y decía cosas como: "¡No le dejes! ¡Mamá, páralo! ¡Eros es mi mejor amigo, no
puede hacerle esto! ¡Déjame despedirme de él!"
Eros escuchaba asombrado los sollozos, preguntándose a qué se estaba refiriendo el niño.
El cazador cerró la puerta del lado de Eros y se subió al todoterreno, cerrando la puerta
dando un portazo.
Eros iba pensando durante todo el camino en las palabras del niño, pero se despreocupó
de todo; sabía que su fiel amo nunca le abandonaría. Miró cariñosamente al hombre, el
cual tenía el ceño fruncido y los ojos vidriosos. Eros agachó la cabeza y lamió el brazo de
su dueño. Volvió a mirar por la ventana. Inmediatamente reconoció el camino por donde
iban, era el bosque donde siempre cazaban.
-"No creo que me lleve a cazar ahora, es imposible"-pensaba Eros-"Estoy viejo y
cansado, no cazaré ni a una perdiz coja".
El hombre paró el todoterreno y se bajó con la escopeta consigo, y abrió la puerta de Eros
para que éste se bajara. Anduvieron mucho rato por el bosque. Eros esperaba la señal de
su amo para cazar, pero el hombre le ordenó sentarse y le acarició el lomo con las manos
temblorosas. Eros empezó a preocuparse por la extraña actitud de su dueño. El hombre
se acercó a él, se agachó y le dijo con la voz entrecortada:
-Escúchame, Eros. Todo este tiempo has sido un perro fantástico, y te lo agradezco
muchísimo. Sin ti, mi familia no habría salido adelante, pero ahora... ahora eres muy
viejo, y... no me sirves para nada, y yo no quiero gastar dinero para tus comodidades
cuando con ese mismo dinero me puedo comprar escopetas nuevas, así que...-se mordió
el labio, mientras miraba cómo a Eros se le apagaba el brillo de sus ojos y le miraba con
cara suplicante- Escucha... esto me duele más a mi que a ti... sabes que mi hijo te quería
muchísimo, y yo también, pero... Así son las reglas-le dijo mientras le quitaba a Eros su
collar. Eros empezó a lamerle una mano sin parar mientras lloraba. No podía creer lo que
estaba pasando. Tenía que tratarse de una broma o algo, o puede que simplemente su
dueño estuviera borracho otra vez y no supiera lo que se estaba diciendo. El hombre se
levantó, cogió la escopeta y pegó un tiro al aire. Eros retrocedió asustado. Su dueño, si es
que así podía llamarse, se subió corriendo al todoterreno y se marchó. Eros no se lo pensó
dos veces; salió corriendo tras el todoterreno ladrando, intentando alcanzarle, pensando
que a lo mejor era un juego o una prueba de velocidad, porque su amo, su "amigo", no
podía abandonarle de esa forma. El vehículo aceleró y se perdió de vista, y Eros ya no
pudo correr más y se derrumbó en el suelo, jadeando, mareado, y, sobre todo,
destrozado.
Cuando se despertó, descubrió que lo que había pasado no era una pesadilla, y que estaba
ocurriendo de verdad. Se levantó y empezó a caminar para intentar desahogarse y olvidar
lo ocurrido. No podía dejar de pensar en su amo, en quien confiaba, quien pensaba que
era su amigo, que nunca le haría daño...
Un sentimiento extraño invadió a Eros. Un sentimiento que él nunca había conocido: la
tristeza. Después sintió rabia, pero sabía que llorando y enfadándose nada se iba a
solucionar, así que siguió caminando, acechando para ver si había algún animalillo que
cazar para alimentarse. Consiguió cazar un par de conejillos, al menos para matar el
hambre. Ahora sólo le faltaba encontrar agua, ya que llevaba todo el día sin llevarse una
gota a la boca. Siguió buscando hasta que llegó a un riachuelo, y bebió hasta saciarse.
Como había bebido bastante, decidió seguir explorando el bosque, ya que no tenía otra
opción. Estaba perdido, siempre estaba acostumbrado a tener todo a su alcance: comida,
agua, un techo donde cobijarse...
Eros se asustó al recordar que todavía no había buscado un sitio donde pasar la noche, y
así esconderse de los lobos. El sol se estaba poniendo, y Eros aún no encontraba ni una
desdichada cueva, sólo veía árboles, árboles, más árboles...
Cayó la noche, y ya se escuchaban los aullidos de los hambrientos lobos. Después, tuvo
la sensación de que alguien le vigilaba muy de cerca. A Eros se le pusieron los pelos de
punta, y justo cuando ya encontró un matorral donde esconderse, un lobo le cortó el
camino.
-Vaya, vaya... ¿Qué hace un sirviente de los humanos aquí? ¿Has venido a buscar tu
pelotita?-Le dijo el lobo en tono burlesco
-No, pero si tuvieras mejor vista te darías cuenta de que no tengo collar y estoy sucio,
por lo que no tengo dueño-le contestó Eros, con un tono de voz normal y tranquilo,
aunque por dentro estuviera muerto de miedo.
-Oooh, te ha abandonado tu amo, qué penita....-dijo otro lobo, antes de reíse a
carcajadas.
-¡Mejor! Mirad chicos...¡Carne fresca! Y no nos ha costado mucho encontrarla...-dijo un
lobo que acababa de bajar de un monte. A juzgar por su aspecto corpulento y agresivo,
parecía ser el alfa.
-Si fueras menos idiota, te darías cuenta de que no soy una oveja-dijo Eros, dando un
paso adelante y olvidando su miedo.
-¿Con que me estás vacilando?-Dijo el alfa, dando un paso también-¿Tú sabes lo que les
pasa a los inútiles que me hablan de esa manera y me insultan? No quieras saberlo...-el
alfa le enseñó los dientes tras decir esa amenazadora frase.
-Yo no vacilo a nadie, pero...¿Es que acaso no sabes que tú, yo, y todos los lobos
presentes aquí somos primos?-Dijo Eros, sentándose y viendo de reojo que un lobo le
estaba mirando relamiéndose.
-¿Que tú y yo somos primos?-El alfa y los demás se empezaron a reír-Pues para ser mi
primo, no te he visto en mi vida. Buen intento, chaval-el alfa le intentó arañar la cara,
pero Eros esquivó el ataque y le dijo perdiendo la paciencia:
-Sí, amigo, sí. Los perros y los lobos hemos sido primos desde siempre. Desde el perro
más canijo hasta el más grande, son vuestros primos.
El lobo se quedó pensando un rato, y al final, le dijo con calma:
-Eres muy astuto, "primo". Y sobre todo, valiente, muy valiente,y a mí me caen bien los
valientes que justifican sus ganas de vivir. Puedes ir en paz que no te haremos ningún
daño-dijo el alfa, volviendo a subir al monte y esperando a que los demás lobos se
subieran con él. Eros le hizo un gesto de agradecimiento y se fue, incrédulo por haber
conseguido escapar de unos lobos hambrientos sin violencia y sin derramar sangre. Se
escondió en el primer seto que vio y allí pasó la noche.
Durante varias semanas, Eros siguió caminando, intentando encontrar agua y alimento,
pero había unos días que encontraba un charco sucio y no cazaba nada, y otros días que
no encontraba agua pero cazaba crías, las cuales no eran suficientes para satisfacer su
enorme apetito. Cansado de no encontrar nada, un día emprendió un largo camino, pero
esta vez hacia el camino de atrás, para intentar encontrar el riachuelo del que bebió hace
días, y cuando estaba llegando, escuchó el sonido de un coche y un perro que ladraba.
Eros sólo pensó en una cosa: cazadores. De nuevo intentó encontrar un sitio donde
esconderse cuando escuchó una joven voz que lo llamaba. Eros paró de correr, pero no se
dió la vuelta para ver quién le llamaba.
-¿Eros?¿Eres tú?-La voz insistía. Eros se dió la vuelta y se quedó petrificado al ver que
era un galgo como él, pero más joven y fuerte, y con un collar.
-¡Dios mío!¡Sí eres tú!No sabes lo que me alegra volver a verte-el perro parecía
emocionado.
-¿Quién eres tú?¿Y por qué te alegras de verme?-Fué lo único que dijo Eros.
-¿Que quién soy yo?-El galgo seguía sonriendo-¿No te acuerdas del cachorrillo que
llegó a tu casa? ¡Soy yo, Eros! Y mira... tengo collar, placa, ¡y hasta un nombre! Me
llamo Cyro, ¿a que es un nombre bonito?
Eros no daba crédito a lo que estaba escuchando. Se quedó boquiabierto, viendo lo
mucho que había crecido su amigo, y después sintió tristeza, pensando en, cuando Cyro
tuviera su misma edad, estaría como él, abandonado o incluso muerto.
-¿Qué te pasa, no te alegras de verme?-Cyro parecía triste
-¿Qué? No, nada, es que me sorprende ver que le sigo importando a alguien que quiero-
dijo Eros sonriendo y acercándose a su amigo.
-Pues claro que me sigues importando amigo. Oye...¿Por qué te fuiste de casa? El día
que mi amo y tú fuisteis a cazar, regresó mi amo solo y... no volviste. Lo observé todo
desde el balcón. Dime. ¿Estás enfadado con alguien y por eso te escapaste?-Cyro se puso
más triste.
-No, amigo... ya... ya lo sabrás cuando seas...mayor-Eros agachó la cabeza, pues no
sabía cómo decirle a un cachorro que su amado dueño es un traidor y que su mejor amigo
está muriéndose de hambre y de sed.
-Pues desde que te fuiste hay un montón de problemas en casa...-dijo Cyro sentándose-
Miguel, el niño que te adoraba, no hace más que llorar y suplicarle a su padre que te
trajera de vuelta, y él siempre le dice: "Se ha ido, hijo. Me lo llevé a cazar y se escapó.
Ahora seguramente vive feliz con una novia y muchos cachorritos".
-¿Le dice que yo me escapé? ¡Si fue él el que me abandonó!-Eros dijo esto enfadado,
pero se arrepintió después, porque no quería decirle a Cyro que le abandonó.
-¿Que hizo qué?-Cyro abrió los ojos como platos.
-Nada, nada...ya te he dicho que lo sabrás cuando tengas mi edad.
-Bueno, ya que no quieres hablar sobre eso te sigo contando lo que pasa en casa. Mi
dueño y su mujer siempre están peleando. La mujer grita cosas como: "Si vuelves a hacer
esto con un perro más, te juro que me divorcio" o "¿Es que no piensas en tu hijo? ¿No ves
lo que está sufriendo?"-Dijo Cyro, imitando la voz de la mujer.
En ese mismo momento, se escucharon unos pasos que se acercaban. Apareció el cazador,
y se quedó pasmado al ver que Eros seguía vivo.
-Imposible...Cyro, no te quedes quieto. ¡Atácalo!
Cyro no sabía qué hacer, así que empezó a ladrarle.
-¡Venga, corre, vete! Suerte que mi amo no entiende lo que te digo...¡Fuera! ¡Te puede
hacer daño! ¡Cuídate y no dejes que nada ni nadie te haga daño!
Eros, entre lágrimas, miró agradecido a Cyro y echó a correr, pero una bala le dió en una
de sus patas traseras y cayó al suelo.
-Con esto seguro que se muere...¡Vamos Cyro!
Cyro miraba a Eros y luego miró a su dueño. Cuando se montó en el todoterreno, le
enseñó los dientes al cazador, y éste le pegó en la nuca antes de subirse al vehículo.
Eros, con la pata herida, caminó sin rumbo a un camino lleno de árboles. Ya no tenía sed
ni hambre, sólo quería morir...morir y que acabara esta horrenda pesadilla.
De noche, se acurrucó al lado de un árbol. Al menos, podía dormir tranquilo, ya que los
lobos no le atacarían. Se estaba durmiendo cuando vio pasar a tres crías de lince ibérico,
solas y lloriqueando. Eros se acercó a ellos.
-¿Qué os pasa?¿Os puedo ayudar en algo?
-Nuestra mamá no aparece...Llegaron unos hombres y empezaron a perseguirla, después
vino un coche y se la llevó... No sabemos nada sobre ella...-le dijo un lince a Eros entre
lágrimas.
Eros recordó que si había sido muy reconocido entre los perros de su barrio, era por su
increíble olfato. Así que les dijo:
-Mirad, como podéis ver, tengo la pata herida, pero si esperamos a mañana, os puedo
ayudar a encontrar a vuestra mamá olfateando el rastro del coche. ¿Os parece bien?
Los linces empezaron a chillar de alegría y durmieron junto al galgo, que intentaba
aguantarse el dolor de la pata, al menos para sobrevivir hasta que los linces encontraran a
su madre, y al menos moriría con su conciencia en paz.
Al día siguiente, los linces le indicaron dónde vieron a su madre por última vez y dónde
la recogió el coche, y Eros siguió el olfato de las ruedas del coche. Estuvieron muchos
días caminando, ya que, entre los descansos y la lentitud de Eros por su pata, iban muy
despacio. Días después, llegaron a un edificio muy ancho y alto, que parecía ser un
refugio. Había personas trabajando fuera, y una mujer los vio. Eros intentó huir, pero
tenía la pata muy dolorida y no pudo ir muy lejos. Unos hombres cogieron a Eros y a los
linces y los metieron en el edificio. Se llevaron los linces a una habitación y a Eros lo
llevaron a otra, parecida a la de un hospital. Allí, le inyectaron un líquido, y Eros no pudo
evitar dormirse. Al despertar, descubrió que no le dolía nada. Seguía en la misma
habitación. Se miró la pata, la tenía como si nada hubiera pasado, pero no la podía mover
a causa de la anestesia. Entró una mujer y empezó a acariciarlo. Le dijo que sus amigos
los linces eran, por pura casualidad, los hijos de una lince hembra que se encontraron
herida por una bala en las costillas hace varias semanas.
Pasaron varios días y Eros ya podía andar. Al principio, los encargados del refugio
pensaron en venderlo a una familia que supiera cuidarle, pero la mujer, que se había
encariñado mucho con él, propuso adoptarlo y darle todo el cariño que necesitaba por
siempre. Además, los hijos de esa mujer eran amigos de Miguel, por lo que Miguel, Eros
y Cyro podrían verse siempre. Los linces y su madre fueron puestos en libertad, y tras
investigar las balas de la lince y de Eros, se descubrió que había sido el mismo hombre
quien disparó esas dos balas, e iba a estar muy vigilado para que no hiriera más linces ni
abandonara más perros, por lo que Cyro nunca pasará lo que Eros sufrió. Actualmente,
Eros vive sano y salvo con la mujer, acompañado de un travieso gatito y sus dos niños, y
siempre está recibiendo visitas de Miguel, Cyro y admiradores que donan dinero para él y
para el refugio. Eros rehizo su vida y olvidó todo lo malo, y vivió feliz hasta el resto de
sus días. Para Eros, este precioso final feliz fue como vover a nacer.
Esta historia es inventada por mí, pero la triste realidad es que miles de galgos sufren lo
mismo que Eros sufrió y lo peor es que casi ninguno tiene el mismo final feliz que Eros.
¿Podremos abrir los ojos algún día?
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Renacer

  • 1. VOLVER A NACER El sol calentaba ese día. Los pájaros estaban llegando de la inmigración y las flores ya enseñaban sus preciosos pétalos. La primavera ya eestaba llegando. Eros, un precioso galgo español, observaba desde su caseta los cambios que le hacía la primavera a la naturaleza. Salió de su caseta y se paseó por todo el jardín, recordando cómo en su juventud su dueño y él daban un paseo por el bosque, para cazar animales y así alimentar a la familia de su amo, o al menos eso era lo que Eros pensaba. Al perro le costaba un poco andar, ya que no estaba tan joven y fuerte como antes, debido a su edad. De todas formas, Eros se alegraba de eso, ya que como su dueño sabía que ya no cazaba como antes, no le obligaría a matar animales inocentes, y lo único que harían en el bosque sería caminar al lado de su dueño hasta que llegara la hora de irse para siempre. Mientras pensaba en todo eso, Eros escuchó un coche que llegaba. Corrió hacia la valla que separaba el jardín de su casa con el caminito de piedras que había en el exterior y asomó la cabeza entre los barrotes del portón. Efectivamente, era el dueño de Eros, tal y como él pensaba. El portón se abrió con el mando a distancia que tenía su dueño y el gran todoterreno entró al jardín. Eros empezó a dar saltos de alegría y a correr detrás del todoterreno, haciendo todo el esfuerzo posible para no quedarse muy atrás y ser el primero en ser abrazado por su amigo humano. El hombre salió del vehículo y Eros corrió a saludarle. El dueño le dió un par de golpecitos cariñosos en el lomo y se dirigió a abrir la puerta trasera. Eros se sorprendió, pues su amo casi nunca llegaba con compañía, y menos un domingo. Se
  • 2. sorprendió más todavía cuando vió salir del todoterreno un cachorro de galgo, que no tendría más de cuatro meses de vida. El hombre tomó al cachorrillo en sua brazos y se lo enseñó a Eros. -¡Mira Eros! Te he traído un amiguito que te sustituirá en la caza. Como ya no puedes cazar, él hará ese trabajo por ti. Le enseñaré técnicas y trucos nuevos, ¡y será el mejor galgo cazador de toda España! El hombre dejó al perrito en el suelo, y Eros se acercó a olerle. El cachorro le lamió la nariz y le mordió el hocico. Eros hizo un gesto de desaprobación y miró a su dueño. -¿Qué te pasa, no te gusta?-Le preguntó a Eros riéndose-Es como tu hermano pequeño. ¿O es que es demasiada responsabilidad para ti?-Le preguntó con tono burlón. Eros resopló y cogió al cachorro por el cuello, llevándolo a su caseta. -Asegúrate de enseñarle todo el jardín, y también el lugar donde debe hacer sus necesidades, y recuerda: por ahora está bajo tu responsabilidad- dijo el hombre antes de entrar a la casa. Eros se quedó mirando fijamente a su dueño hasta que éste cerró la puerta. Después, miró al cachorro, el cual estaba mordiendo su juguete favorito. -¡Suelta eso, atontado! Ahora sígueme, tengo que enseñarte todo esto y las reglas de esta casa. Si no sigues las reglas, no puedes vivir aquí.-Le dijo Eros con un tono amenazante. -Pues mejor para mí, así podré volver con mi madre-dijo el cachorro, soltando el juguete de Eros y metiendo el hocico en el plato de agua. A Eros se le ablandó el corazón, ya que se acordó cuando le separaron de su madre para irse por primera vez a la casa de su dueño, la triste despedida, sabiendo que sería la
  • 3. última vez que vería al ser que más quería en el mundo, antes de conocer a su dueño, claro. Le sobresaltó un fuerte dolor en su pata delantera izquierda, como si le estuvieran clavando agujas gruesas... -¡¿Pero qué haces?!-Gritó Eros sobresaltado, al ver que el cachorro le estaba mordiendo la pata. -Lo siento, es que me duelen los dientes y necesito morder algo, y he mordido lo primero que he visto sin pensarlo. -Eso es porque te están creciendo los dientes-le explicó Eros-Ven, te voy a enseñar el jardín. Coge mi juguete, yo no lo necesito. Eros y el cachorro recorrieron el jardín hasta que llegó la noche. El cachorrillo pasó la noche dentro de la casa, y Eros, fuera, en su caseta de madera, como siempre. A la mañana siguiente, el hombre se levantó más temprano de lo normal. Cuando salió al jardín, Eros se despertó enseguida y empezó a saltar alrededor se su amo para saludarlo, pero éste le ignoró y se fue directamente a la cochera, donde guardaba las pieles y las escopetas. Eros pensó que su dueño sólo iba a enseñarle al cachorro cómo cazar, pero, para su sorpresa, el hombre abrió la puerta delantera del coche y le dijo que subiera. Eros miró a todos lados, pensando que se lo decía al cachorro, pero no lo vió por ningún lado, seguía dentro de la casa. Eros subió al vehículo y se sentó en el asiento del copiloto, pero le sobresaltaron unos sollozos provenientes del interior de la casa. Eran del hijo del cazador, y decía cosas como: "¡No le dejes! ¡Mamá, páralo! ¡Eros es mi mejor amigo, no puede hacerle esto! ¡Déjame despedirme de él!"
  • 4. Eros escuchaba asombrado los sollozos, preguntándose a qué se estaba refiriendo el niño. El cazador cerró la puerta del lado de Eros y se subió al todoterreno, cerrando la puerta dando un portazo. Eros iba pensando durante todo el camino en las palabras del niño, pero se despreocupó de todo; sabía que su fiel amo nunca le abandonaría. Miró cariñosamente al hombre, el cual tenía el ceño fruncido y los ojos vidriosos. Eros agachó la cabeza y lamió el brazo de su dueño. Volvió a mirar por la ventana. Inmediatamente reconoció el camino por donde iban, era el bosque donde siempre cazaban. -"No creo que me lleve a cazar ahora, es imposible"-pensaba Eros-"Estoy viejo y cansado, no cazaré ni a una perdiz coja". El hombre paró el todoterreno y se bajó con la escopeta consigo, y abrió la puerta de Eros para que éste se bajara. Anduvieron mucho rato por el bosque. Eros esperaba la señal de su amo para cazar, pero el hombre le ordenó sentarse y le acarició el lomo con las manos temblorosas. Eros empezó a preocuparse por la extraña actitud de su dueño. El hombre se acercó a él, se agachó y le dijo con la voz entrecortada: -Escúchame, Eros. Todo este tiempo has sido un perro fantástico, y te lo agradezco muchísimo. Sin ti, mi familia no habría salido adelante, pero ahora... ahora eres muy viejo, y... no me sirves para nada, y yo no quiero gastar dinero para tus comodidades cuando con ese mismo dinero me puedo comprar escopetas nuevas, así que...-se mordió el labio, mientras miraba cómo a Eros se le apagaba el brillo de sus ojos y le miraba con cara suplicante- Escucha... esto me duele más a mi que a ti... sabes que mi hijo te quería muchísimo, y yo también, pero... Así son las reglas-le dijo mientras le quitaba a Eros su
  • 5. collar. Eros empezó a lamerle una mano sin parar mientras lloraba. No podía creer lo que estaba pasando. Tenía que tratarse de una broma o algo, o puede que simplemente su dueño estuviera borracho otra vez y no supiera lo que se estaba diciendo. El hombre se levantó, cogió la escopeta y pegó un tiro al aire. Eros retrocedió asustado. Su dueño, si es que así podía llamarse, se subió corriendo al todoterreno y se marchó. Eros no se lo pensó dos veces; salió corriendo tras el todoterreno ladrando, intentando alcanzarle, pensando que a lo mejor era un juego o una prueba de velocidad, porque su amo, su "amigo", no podía abandonarle de esa forma. El vehículo aceleró y se perdió de vista, y Eros ya no pudo correr más y se derrumbó en el suelo, jadeando, mareado, y, sobre todo, destrozado. Cuando se despertó, descubrió que lo que había pasado no era una pesadilla, y que estaba ocurriendo de verdad. Se levantó y empezó a caminar para intentar desahogarse y olvidar lo ocurrido. No podía dejar de pensar en su amo, en quien confiaba, quien pensaba que era su amigo, que nunca le haría daño... Un sentimiento extraño invadió a Eros. Un sentimiento que él nunca había conocido: la tristeza. Después sintió rabia, pero sabía que llorando y enfadándose nada se iba a solucionar, así que siguió caminando, acechando para ver si había algún animalillo que cazar para alimentarse. Consiguió cazar un par de conejillos, al menos para matar el hambre. Ahora sólo le faltaba encontrar agua, ya que llevaba todo el día sin llevarse una gota a la boca. Siguió buscando hasta que llegó a un riachuelo, y bebió hasta saciarse. Como había bebido bastante, decidió seguir explorando el bosque, ya que no tenía otra opción. Estaba perdido, siempre estaba acostumbrado a tener todo a su alcance: comida, agua, un techo donde cobijarse...
  • 6. Eros se asustó al recordar que todavía no había buscado un sitio donde pasar la noche, y así esconderse de los lobos. El sol se estaba poniendo, y Eros aún no encontraba ni una desdichada cueva, sólo veía árboles, árboles, más árboles... Cayó la noche, y ya se escuchaban los aullidos de los hambrientos lobos. Después, tuvo la sensación de que alguien le vigilaba muy de cerca. A Eros se le pusieron los pelos de punta, y justo cuando ya encontró un matorral donde esconderse, un lobo le cortó el camino. -Vaya, vaya... ¿Qué hace un sirviente de los humanos aquí? ¿Has venido a buscar tu pelotita?-Le dijo el lobo en tono burlesco -No, pero si tuvieras mejor vista te darías cuenta de que no tengo collar y estoy sucio, por lo que no tengo dueño-le contestó Eros, con un tono de voz normal y tranquilo, aunque por dentro estuviera muerto de miedo. -Oooh, te ha abandonado tu amo, qué penita....-dijo otro lobo, antes de reíse a carcajadas. -¡Mejor! Mirad chicos...¡Carne fresca! Y no nos ha costado mucho encontrarla...-dijo un lobo que acababa de bajar de un monte. A juzgar por su aspecto corpulento y agresivo, parecía ser el alfa. -Si fueras menos idiota, te darías cuenta de que no soy una oveja-dijo Eros, dando un paso adelante y olvidando su miedo. -¿Con que me estás vacilando?-Dijo el alfa, dando un paso también-¿Tú sabes lo que les pasa a los inútiles que me hablan de esa manera y me insultan? No quieras saberlo...-el
  • 7. alfa le enseñó los dientes tras decir esa amenazadora frase. -Yo no vacilo a nadie, pero...¿Es que acaso no sabes que tú, yo, y todos los lobos presentes aquí somos primos?-Dijo Eros, sentándose y viendo de reojo que un lobo le estaba mirando relamiéndose. -¿Que tú y yo somos primos?-El alfa y los demás se empezaron a reír-Pues para ser mi primo, no te he visto en mi vida. Buen intento, chaval-el alfa le intentó arañar la cara, pero Eros esquivó el ataque y le dijo perdiendo la paciencia: -Sí, amigo, sí. Los perros y los lobos hemos sido primos desde siempre. Desde el perro más canijo hasta el más grande, son vuestros primos. El lobo se quedó pensando un rato, y al final, le dijo con calma: -Eres muy astuto, "primo". Y sobre todo, valiente, muy valiente,y a mí me caen bien los valientes que justifican sus ganas de vivir. Puedes ir en paz que no te haremos ningún daño-dijo el alfa, volviendo a subir al monte y esperando a que los demás lobos se subieran con él. Eros le hizo un gesto de agradecimiento y se fue, incrédulo por haber conseguido escapar de unos lobos hambrientos sin violencia y sin derramar sangre. Se escondió en el primer seto que vio y allí pasó la noche. Durante varias semanas, Eros siguió caminando, intentando encontrar agua y alimento, pero había unos días que encontraba un charco sucio y no cazaba nada, y otros días que no encontraba agua pero cazaba crías, las cuales no eran suficientes para satisfacer su enorme apetito. Cansado de no encontrar nada, un día emprendió un largo camino, pero esta vez hacia el camino de atrás, para intentar encontrar el riachuelo del que bebió hace
  • 8. días, y cuando estaba llegando, escuchó el sonido de un coche y un perro que ladraba. Eros sólo pensó en una cosa: cazadores. De nuevo intentó encontrar un sitio donde esconderse cuando escuchó una joven voz que lo llamaba. Eros paró de correr, pero no se dió la vuelta para ver quién le llamaba. -¿Eros?¿Eres tú?-La voz insistía. Eros se dió la vuelta y se quedó petrificado al ver que era un galgo como él, pero más joven y fuerte, y con un collar. -¡Dios mío!¡Sí eres tú!No sabes lo que me alegra volver a verte-el perro parecía emocionado. -¿Quién eres tú?¿Y por qué te alegras de verme?-Fué lo único que dijo Eros. -¿Que quién soy yo?-El galgo seguía sonriendo-¿No te acuerdas del cachorrillo que llegó a tu casa? ¡Soy yo, Eros! Y mira... tengo collar, placa, ¡y hasta un nombre! Me llamo Cyro, ¿a que es un nombre bonito? Eros no daba crédito a lo que estaba escuchando. Se quedó boquiabierto, viendo lo mucho que había crecido su amigo, y después sintió tristeza, pensando en, cuando Cyro tuviera su misma edad, estaría como él, abandonado o incluso muerto. -¿Qué te pasa, no te alegras de verme?-Cyro parecía triste -¿Qué? No, nada, es que me sorprende ver que le sigo importando a alguien que quiero- dijo Eros sonriendo y acercándose a su amigo. -Pues claro que me sigues importando amigo. Oye...¿Por qué te fuiste de casa? El día que mi amo y tú fuisteis a cazar, regresó mi amo solo y... no volviste. Lo observé todo desde el balcón. Dime. ¿Estás enfadado con alguien y por eso te escapaste?-Cyro se puso
  • 9. más triste. -No, amigo... ya... ya lo sabrás cuando seas...mayor-Eros agachó la cabeza, pues no sabía cómo decirle a un cachorro que su amado dueño es un traidor y que su mejor amigo está muriéndose de hambre y de sed. -Pues desde que te fuiste hay un montón de problemas en casa...-dijo Cyro sentándose- Miguel, el niño que te adoraba, no hace más que llorar y suplicarle a su padre que te trajera de vuelta, y él siempre le dice: "Se ha ido, hijo. Me lo llevé a cazar y se escapó. Ahora seguramente vive feliz con una novia y muchos cachorritos". -¿Le dice que yo me escapé? ¡Si fue él el que me abandonó!-Eros dijo esto enfadado, pero se arrepintió después, porque no quería decirle a Cyro que le abandonó. -¿Que hizo qué?-Cyro abrió los ojos como platos. -Nada, nada...ya te he dicho que lo sabrás cuando tengas mi edad. -Bueno, ya que no quieres hablar sobre eso te sigo contando lo que pasa en casa. Mi dueño y su mujer siempre están peleando. La mujer grita cosas como: "Si vuelves a hacer esto con un perro más, te juro que me divorcio" o "¿Es que no piensas en tu hijo? ¿No ves lo que está sufriendo?"-Dijo Cyro, imitando la voz de la mujer. En ese mismo momento, se escucharon unos pasos que se acercaban. Apareció el cazador, y se quedó pasmado al ver que Eros seguía vivo. -Imposible...Cyro, no te quedes quieto. ¡Atácalo! Cyro no sabía qué hacer, así que empezó a ladrarle.
  • 10. -¡Venga, corre, vete! Suerte que mi amo no entiende lo que te digo...¡Fuera! ¡Te puede hacer daño! ¡Cuídate y no dejes que nada ni nadie te haga daño! Eros, entre lágrimas, miró agradecido a Cyro y echó a correr, pero una bala le dió en una de sus patas traseras y cayó al suelo. -Con esto seguro que se muere...¡Vamos Cyro! Cyro miraba a Eros y luego miró a su dueño. Cuando se montó en el todoterreno, le enseñó los dientes al cazador, y éste le pegó en la nuca antes de subirse al vehículo. Eros, con la pata herida, caminó sin rumbo a un camino lleno de árboles. Ya no tenía sed ni hambre, sólo quería morir...morir y que acabara esta horrenda pesadilla. De noche, se acurrucó al lado de un árbol. Al menos, podía dormir tranquilo, ya que los lobos no le atacarían. Se estaba durmiendo cuando vio pasar a tres crías de lince ibérico, solas y lloriqueando. Eros se acercó a ellos. -¿Qué os pasa?¿Os puedo ayudar en algo? -Nuestra mamá no aparece...Llegaron unos hombres y empezaron a perseguirla, después vino un coche y se la llevó... No sabemos nada sobre ella...-le dijo un lince a Eros entre lágrimas. Eros recordó que si había sido muy reconocido entre los perros de su barrio, era por su increíble olfato. Así que les dijo: -Mirad, como podéis ver, tengo la pata herida, pero si esperamos a mañana, os puedo ayudar a encontrar a vuestra mamá olfateando el rastro del coche. ¿Os parece bien?
  • 11. Los linces empezaron a chillar de alegría y durmieron junto al galgo, que intentaba aguantarse el dolor de la pata, al menos para sobrevivir hasta que los linces encontraran a su madre, y al menos moriría con su conciencia en paz. Al día siguiente, los linces le indicaron dónde vieron a su madre por última vez y dónde la recogió el coche, y Eros siguió el olfato de las ruedas del coche. Estuvieron muchos días caminando, ya que, entre los descansos y la lentitud de Eros por su pata, iban muy despacio. Días después, llegaron a un edificio muy ancho y alto, que parecía ser un refugio. Había personas trabajando fuera, y una mujer los vio. Eros intentó huir, pero tenía la pata muy dolorida y no pudo ir muy lejos. Unos hombres cogieron a Eros y a los linces y los metieron en el edificio. Se llevaron los linces a una habitación y a Eros lo llevaron a otra, parecida a la de un hospital. Allí, le inyectaron un líquido, y Eros no pudo evitar dormirse. Al despertar, descubrió que no le dolía nada. Seguía en la misma habitación. Se miró la pata, la tenía como si nada hubiera pasado, pero no la podía mover a causa de la anestesia. Entró una mujer y empezó a acariciarlo. Le dijo que sus amigos los linces eran, por pura casualidad, los hijos de una lince hembra que se encontraron herida por una bala en las costillas hace varias semanas. Pasaron varios días y Eros ya podía andar. Al principio, los encargados del refugio pensaron en venderlo a una familia que supiera cuidarle, pero la mujer, que se había encariñado mucho con él, propuso adoptarlo y darle todo el cariño que necesitaba por siempre. Además, los hijos de esa mujer eran amigos de Miguel, por lo que Miguel, Eros y Cyro podrían verse siempre. Los linces y su madre fueron puestos en libertad, y tras investigar las balas de la lince y de Eros, se descubrió que había sido el mismo hombre quien disparó esas dos balas, e iba a estar muy vigilado para que no hiriera más linces ni
  • 12. abandonara más perros, por lo que Cyro nunca pasará lo que Eros sufrió. Actualmente, Eros vive sano y salvo con la mujer, acompañado de un travieso gatito y sus dos niños, y siempre está recibiendo visitas de Miguel, Cyro y admiradores que donan dinero para él y para el refugio. Eros rehizo su vida y olvidó todo lo malo, y vivió feliz hasta el resto de sus días. Para Eros, este precioso final feliz fue como vover a nacer. Esta historia es inventada por mí, pero la triste realidad es que miles de galgos sufren lo mismo que Eros sufrió y lo peor es que casi ninguno tiene el mismo final feliz que Eros. ¿Podremos abrir los ojos algún día?