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Ley de Say<br />Wendy Jimenez Balderrama<br />Universidad Mayor de San Andrés<br />Facultad de Ciencias Económicas y Financieras<br />Carrera de Economía<br />wen.jimenez.balderrama@gmail.com<br />72531934<br />RESUMEN<br />La Ley de Say, es un principio económico que indica que no puede existir demanda sin haber oferta. Formulado por Jean-Baptiste Say, su teoría se basa en demostrar que la recesión no ocurre por fallas en la demanda o faltantes de dinero. Sino que todo lo contrario, a mayor cantidad de bienes (demandados) se produzcan, existirán más bienes (oferta).<br />En consecuencia de lo mencionado, el bienestar y el progreso se harán estimulando la producción y no el consumo como se creía anteriormente.<br />La Ley de Say se conoce como la ley de los mercados. En este caso, se propone que la oferta agregada o producción total de bienes de una economía lleva a cuestas una demanda agregada suficiente para adquirir todos esos bienes producidos, por eso se hace imposible explicar la situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos.<br />En concreto, los ingresos que genera la venta de un producto son suficientes para la producción y adquisición de otro, y por eso nunca se puede lograr la insuficiencia de la demanda aunque dicho dinero sea para invertir o para ahorrar.<br />1. INTRODUCCIÓN<br />La célebre Ley de los Mercados (loi des débouchés), que formuló Jean Baptiste Say como quot;
los productos, en última instancia se intercambian por otros productosquot;
 (Catéchisme d'économie politique) es la contribución más famosa. Bautizada posteriormente como Ley de Say, constituye un elemento central de la economía clásica (al ser aceptada por Ricardo y Mill como una de las contribuciones más significativas al pensamiento económico). Su esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda), y su resultado es que no pueden existir períodos prolongados de sobreproducción y subconsumo si el mercado no sufre interferencias. Las contracciones de la actividad productiva se deberán entonces, o bien a perturbaciones como las malas cosechas o las guerras, o a medidas de los gobiernos que influyan negativamente en la actividad económica, como subidas en los aranceles.<br />Contrariamente a Smith y a los economistas clásicos ingleses como David Ricardo, Say se oponía firmemente a la teoría del valor trabajo (que consideraba que la forma objetiva de medir el valor era mediante horas de trabajo), considerando que el fundamento del valor está en la utilidad que los distintos bienes reporten a las personas. Esta utilidad puede variar en función de la persona, del tiempo y del lugar. <br />La concepción de Say es, por lo tanto, que el valor es subjetivo, lo que influye en otros economistas continentales, y, en Inglaterra después de su muerte, en Jevons y el nacimiento del marginalismo.<br />2. COMPOSICIÓN DEL TEXTO<br />2.1 Ley de Say<br />“[...] Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto, cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos”. (J.B. Say, 1803).<br />La ley de Say también es conocida como la ley de los mercados, se resume, en que quot;
toda Oferta crea su propia Demandaquot;
. <br />La idea esencial de la Ley de Say es que sólo se puede comprar lo que previamente se ha producido, es decir que la producción precede siempre a la compra, y que además todo lo producido acaba vendiéndose, (independientemente de su utilidad todo bien ya producido encontrará un demandante).<br />La oferta crea su propia demanda en los casos en los que el oferente recupera al menos el dinero invertido en la producción del bien y además el demandante obtiene la satisfacción que, según su opinión, justifique lo pagado por el bien. En caso de que el productor no logre deshacerse de los bienes producidos, él mismo será el comprador de esos bienes y el precio será el coste de la producción.<br />En cuanto al dinero, considera que gracias a éste, es posible que el mercado se reorganice rápidamente y mientras unos pueden vender más cantidad de bienes o bienes nuevos o de mejor calidad otros pueden vender menos bienes. El dinero no es más que un medio para facilitar el intercambio de bienes. Los productores cuando crean un bien y lo venden, lo venden a cambio de dinero con el que adquirir otros bienes. La oferta de bienes tiene que tener como contrapartida la oferta de otros bienes para que realmente se produzca un intercambio.<br />En este sentido, se puede reformular la Ley de Say diciendo que: “Las mercancías se pagan no con dinero sino con otras mercancías”. Pero cuando se produce un bien que no satisface a nadie, es decir que no tiene demanda real y por tanto no satisface ninguna necesidad de nadie, la demanda ficticia del productor no supone sino el desperdicio de recursos.<br />En un sistema de mercado tanto oferentes como demandantes están en un continuo proceso de prueba acierto-error, es decir en un continuo proceso de aprendizaje, los casos en que la oferta no cree su propia demanda, es decir aquellos casos en que el productor tenga pérdidas o en los casos en que el demandante no obtenga del bien la satisfacción esperada, se reducirán al mínimo posible y en cualquier caso al mínimo posible de tiempo durante el que el bien sea producido y el mínimo de cantidad del bien inútil producido.<br />En un sistema de mercado la cantidad de bienes producidos sin que se vendan, es decir sin que a través del dinero puedan intercambiarse por otros y en consecuencia en convertirse en demanda de ellos, será la mínima posible.<br />En parte, la intención de Say es explicar la imposibilidad, en un sistema de libre mercado, de una situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos. A juicio de Say, si el Mercado, llegaba a saturarse como consecuencia de una sobreproducción, se produciría una caída general de los Precios por debajo de los Costos, por lo que esta sobreproducción no sería sostenible en el largo Plazo. <br />La Ley de Say explicitó algo que estaba implícito en Adam Smith: la economía de mercado se autocorrige. La idea que aquí buscó mostrar Say es que los Recursos productivos no permanecerán indefinidamente ociosos por falta de Demanda. Adam Smith sugiere esto pensando que por el simple hecho de sacar un producto al mercado este ya tenía su venta garantizada, no en el sentido que el productor podía entonces ignorar lo que quiere el consumidor sino de que “los recursos productivos no permanecerán indefinidamente ociosos por falta de demanda agregada”. Para él, eso produce una situación en la cual todos están interesados en que el sistema funcione tan bien como es posible, una en la cual el uso de los recursos económicos tiende al máximo.<br />Jean-Baptiste Say no excluyó la posibilidad de que se produzcan excesos de Oferta (o de Demanda) de carácter local. Puede ocurrir que la gente deje de demandar un artículo porque, por ejemplo, quiera sustituirlo por otro. Como consecuencia de ello, nos encontraríamos con un exceso de Oferta en un Mercado determinado y con un exceso de Demanda en otro Mercado. Pero estos desequilibrios necesariamente acabarían corrigiéndose a través de cambios en los Precios relativos. <br />Para Say no existe exceso generalizado de oferta. Hay tan sólo excedentes de algunas mercancías, que necesariamente han de neutralizarse con excesos de demanda de otros bienes, aunque esto no resulte directamente observable. Del mismo modo no puede hablarse de exceso de oferta de trabajo ni de capacidad infrautilizada. Lo único que ocurre es que en ciertos mercados hay insuficiencia de mano de obra o de capital y en otros hay un excedente.<br />2.2 Controversia respecto a la Ley de Say<br />Los pensamientos de Say fueron mantenidos por Ricardo y sus seguidores, pero recibieron el ataque de Malthus, Sismondi y otros. En las diversas ediciones de su libro Say tomó nota de estos ataques e intentó afianzar su posición insertando nuevo material y volviendo a formular el antiguo; este procedimiento no reforzó, sin embargo, la claridad de su presentación. Es difícil, conseguir unas conclusiones razonables y definitivas en estos asuntos, y no sólo porque el pensamiento de Say no esté libre de oscuridad, sino también porque se interpreta a la luz de conceptos modernos y de instrumentos analíticos con los que Say, no estaba en absoluto familiarizado.<br />El argumento del trueque o intercambio da luz al hecho de que la identidad de Say sólo es coherente sin reservas en un sistema económico en que el trueque prevalezca. En dicho sistema, las mercancías se cambian realmente por mercancías y toda «venta» de un artículo lleva consigo la «compra» de otro. Esta economía de trueque podría emplear el dinero como unidad de cálculo, pero no como una acumulación de valor.<br />Para Say, el dinero es neutro o como un velo el valor del dinero no representa ningún papel ni en la variación real ni incluso en la relativa, de los precios de las otras mercancías. «El dinero, incluso cuando se emplea como capital, no se desea nunca como objeto de consumo, sino simplemente como objeto de trueque; toda compra es una oferta de dinero a cambio y un fomento para su circulación. La única parte que se retira de la circulación es la que se atesora o esconde, pero esto se hace siempre con vistas a su reaparición».<br />La ley de Say presta apoyo también a su argumento en favor del libre comercio. Si una producción interior sin trabas es la mejor garantía de un mercado para el suministro de todos, otro tanto ocurrirá con la producción extranjera. Los obstáculos a la exportación de un país desaparecerán si éste admite importaciones de los países con los que mantiene relaciones comerciales y éstos no tienen que restringir sus propias producciones. «La importación de mercancías inglesas en Brasil -afirma Say-, dejaría de ser excesiva y sería rápidamente absorbida, si Brasil tuviera, por su parte, una producción lo suficientemente amplia para corresponder; para llegar a esto sería necesario que los cuerpos legislativos de ambos países permitieran, uno la libre producción y el otro la libre importación. Say no admite que puedan ser necesarias otras cosas, además de la libre producción, para estimular el crecimiento económico de los países subdesarrollados, pero su idea de que las mercancías-importaciones -deben ser pagados con mercancías-exportaciones- se convirtió en una parte importante de la doctrina del libre comercio del siglo XIX, idea que muy pocos pueden poner en duda en ausencia de un amplio intercambio de servicios o de importantes movimientos de capital.<br />Si se interpreta como un reconocimiento de la interdependecia general de la oferta y la demanda, la ley de Say no sólo está en conflicto con la ley de Keynes quot;
los ingresos de una persona son los gastos de otraquot;
 sino que ambas leyes son realmente una misma cosa. No la interpretaron, sin embargo, en este sentido suave y restringido, los economistas de principios del siglo XIX, que se alarmaron por lo que consideraban una falta de adecuación de la demanda global, y que se opusieron a la idea de Say acerca de la imposibilidad de superproducción general. Estos escritores -Malthus, Lauderdale y Sismondí- transformaron en forma sustancial el pensamiento de Adam Smith en la búsqueda de teorías para la paralización y la crisis. A medida que fue pasando el tiempo, no fue tampoco su criterio el que prevaleció durante el siglo XIX, sino el opuesto de Ricardo y sus seguidores. En esta controversia, la ley de Say permaneció en el centro de la discusión. Malthus negó su validez mientras Ricardo la sostuvo.<br />La ley de los mercados de Say, tal como fue establecida por su autor, era vaga e invitaba a una serie de interpretaciones. Pero, sin embargo, la misma vaguedad de Say estimuló el pensamiento posterior y contribuyó a hacer de su ley la parte más viva de la economía clásica, debido precisamente a que fue la más discutida. Si hubiera establecido su pensamiento en forma inequívoca y exacta, habría habido poco que comentar sobre el mismo.<br />Malthus realizó una crítica a la ley de Say, que lo marcó indeleblemente como un disidente entre los economistas, no obstante ganó la simpatía de John Maynard Keynes. La crítica de Malthus a la ley de Say era importante por dos razones: 1) contenía una teoría de la producción y del empleo que mostraba atributos keynesianos, y 2) constituía una crítica de la teoría ricardiana del beneficio. Con todo, el análisis del ahorro agregado de Malthus nacía analíticamente muerto, porque ni especificaba las fuerzas del mercado capaces de mantener la tasa óptima de ahorro ni analizaba las causas puramente monetarias del exceso de producción. En consecuencia, la ley de Say fue defendida con éxito por Ricardo y sus seguidores, y se convirtió a continuación en una piedra angular bien conocida de la economía clásica.<br />En la Teoría General, Keynes critica la ley de Say por una razón distinta de la tradicional: Por sus implicaciones en relación con la dirección del nexo causal entre producción y gasto. Para Keynes, no es la producción la que genera el gasto y la demanda, sino las decisiones de gasto las que generan la demanda, a la que luego se ajustará la producción. A partir de esta tesis, Keynes deduce tres implicaciones. Supone que los procesos por los cuales la producción se ajusta a la demanda son lo suficientemente rápidos para darlos por sentado o para dejarlos fuera del análisis; convirtiendo el análisis en uno de equilibrio. No hay razón para detenerse en la dinámica de la composición intersectorial de la producción, dado que la producción se ajusta rápidamente a la demanda, los cambios de su estructura pueden ignorarse en el estudio de los factores que determinan su nivel (el de producción). Por último, para identificar las causas que determinan el nivel de empleo, hay que estudiar los factores de los que dependen las decisiones de gasto.<br />La negación de la Ley de Say procede tanto del marxismo como del keynesianismo y de su falsa explicación de la Depresión de los años 30.<br />Todas las explicaciones a la negación de la Ley de Say argumentan:<br />1.- Los mercados no se ajustan sistemáticamente a los cambios en la oferta y la demanda.<br />2.- El sistema de mercado no tiende al pleno empleo sino que puede estar de manera continuada en elevadas tasas de desempleo.<br />3.- Sólo la intervención del Estado puede solucionar los desajustes entre oferta y demanda y el elevado desempleo de larga duración. Esta intervención estatal tiene dos vertientes: intervenir en el mercado para fijar precios y cantidades y generar artificialmente demanda mediante la expansión del gasto público.<br />La radical consecuencia de los que rechazan la ley de Say es que para ellos la ley se altera, y de ser:“La oferta crea su propia demanda”<br />Pasa a ser: “La demanda crea su propia oferta”.<br />Ya no son los bienes los que satisfacen las necesidades sino la existencia de necesidades lo que se supone que va a generar los bienes.<br />Evidentemente es la existencia de necesidades lo que va a provocar que se produzcan bienes, pero no la mera existencia de necesidades va a producirlos. No basta con que se tenga una necesidad para que se pueda producir un bien que la satisfaga. <br />Los economistas que refutan la Ley de Say creen que basta con generar demanda para que los bienes aparezcan, sin considerar las posibilidades o los costes de producir esos bienes.<br />3. CONCLUSIONES<br />La ley de Say afirma que la oferta crea su propia demanda. Esto significa que la renta que alguien obtiene de la producción (oferta) de los bienes y servicios, genera el ingreso que permite la compra (demanda) de bienes y servicios produdidos por otros Puesto que todo el mundo necesita comprar mercancías, intentarán producir bienes para obtener ingresos y así comprar lo que desean. De este modo, los mercados de productos estarán necesariamente en equilibrio constante.<br />Para Say, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros para intercambiarlos por los bienes deseados; lo que implicaba una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda.<br />Dentro de este sistema se incluye la moneda solo como un intermediario, que cubre el trueque de productos por productos, de manera que mientras más abundante y diversificada sea la producción, mayor será el intercambio. Implica, además, una perfecta flexibilidad al alza y a la baja de los precios, así de los productos como de los factores, que permita los reajustes automáticos de ofertas y demandas.<br />Los trabajadores obtienen ingresos para poder comprar los distintos productos que desean. Así, trabajando y produciendo mercancías, estos trabajadores generan los ingresos con los que comprar estas mercancías. <br />Su esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda), y su resultado es que no pueden existir períodos prolongados de sobreproducción y subconsumo si el mercado no sufre interferencias. Las contracciones de la actividad productiva se deberán entonces, o bien a perturbaciones como las malas cosechas o las guerras, o a medidas de los gobiernos que influyan negativamente en la actividad económica, como subidas en los aranceles.<br />Finalmente, podemos concluir que según la Ley de Say, la oferta crea su propia demanda; y por eso se hace imposible explicar la situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos.<br />4. REFERENCIAS<br />[1] Ekelund, Robert; Hébert, Robert. “Historia de la teoría económica y su método” Ed. McGraw-Hill<br /> [2] Landreth & Colander. “Historia del pensamiento económico” Ed. Cecsa<br />[3] Spiegel Henry W. “El desarrollo del pensamiento económico”<br />[4] Napoleoni, Caludio. “El pensamiento económico en el siglo XX”<br />[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Baptiste_Say<br />[6]http://www.desdeelexilio.com/2011/03/01/comprendiendo-la-economia-capitulo-11-la-ley-de-say/<br />[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Say<br />[8]http://www.geocities.com/alcaide_econoh/jean_baptiste_say.htm<br />[9] http://www.finanzzas.com/ley-de-say<br />
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  • 1. Ley de Say<br />Wendy Jimenez Balderrama<br />Universidad Mayor de San Andrés<br />Facultad de Ciencias Económicas y Financieras<br />Carrera de Economía<br />wen.jimenez.balderrama@gmail.com<br />72531934<br />RESUMEN<br />La Ley de Say, es un principio económico que indica que no puede existir demanda sin haber oferta. Formulado por Jean-Baptiste Say, su teoría se basa en demostrar que la recesión no ocurre por fallas en la demanda o faltantes de dinero. Sino que todo lo contrario, a mayor cantidad de bienes (demandados) se produzcan, existirán más bienes (oferta).<br />En consecuencia de lo mencionado, el bienestar y el progreso se harán estimulando la producción y no el consumo como se creía anteriormente.<br />La Ley de Say se conoce como la ley de los mercados. En este caso, se propone que la oferta agregada o producción total de bienes de una economía lleva a cuestas una demanda agregada suficiente para adquirir todos esos bienes producidos, por eso se hace imposible explicar la situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos.<br />En concreto, los ingresos que genera la venta de un producto son suficientes para la producción y adquisición de otro, y por eso nunca se puede lograr la insuficiencia de la demanda aunque dicho dinero sea para invertir o para ahorrar.<br />1. INTRODUCCIÓN<br />La célebre Ley de los Mercados (loi des débouchés), que formuló Jean Baptiste Say como quot; los productos, en última instancia se intercambian por otros productosquot; (Catéchisme d'économie politique) es la contribución más famosa. Bautizada posteriormente como Ley de Say, constituye un elemento central de la economía clásica (al ser aceptada por Ricardo y Mill como una de las contribuciones más significativas al pensamiento económico). Su esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda), y su resultado es que no pueden existir períodos prolongados de sobreproducción y subconsumo si el mercado no sufre interferencias. Las contracciones de la actividad productiva se deberán entonces, o bien a perturbaciones como las malas cosechas o las guerras, o a medidas de los gobiernos que influyan negativamente en la actividad económica, como subidas en los aranceles.<br />Contrariamente a Smith y a los economistas clásicos ingleses como David Ricardo, Say se oponía firmemente a la teoría del valor trabajo (que consideraba que la forma objetiva de medir el valor era mediante horas de trabajo), considerando que el fundamento del valor está en la utilidad que los distintos bienes reporten a las personas. Esta utilidad puede variar en función de la persona, del tiempo y del lugar. <br />La concepción de Say es, por lo tanto, que el valor es subjetivo, lo que influye en otros economistas continentales, y, en Inglaterra después de su muerte, en Jevons y el nacimiento del marginalismo.<br />2. COMPOSICIÓN DEL TEXTO<br />2.1 Ley de Say<br />“[...] Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto, cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos”. (J.B. Say, 1803).<br />La ley de Say también es conocida como la ley de los mercados, se resume, en que quot; toda Oferta crea su propia Demandaquot; . <br />La idea esencial de la Ley de Say es que sólo se puede comprar lo que previamente se ha producido, es decir que la producción precede siempre a la compra, y que además todo lo producido acaba vendiéndose, (independientemente de su utilidad todo bien ya producido encontrará un demandante).<br />La oferta crea su propia demanda en los casos en los que el oferente recupera al menos el dinero invertido en la producción del bien y además el demandante obtiene la satisfacción que, según su opinión, justifique lo pagado por el bien. En caso de que el productor no logre deshacerse de los bienes producidos, él mismo será el comprador de esos bienes y el precio será el coste de la producción.<br />En cuanto al dinero, considera que gracias a éste, es posible que el mercado se reorganice rápidamente y mientras unos pueden vender más cantidad de bienes o bienes nuevos o de mejor calidad otros pueden vender menos bienes. El dinero no es más que un medio para facilitar el intercambio de bienes. Los productores cuando crean un bien y lo venden, lo venden a cambio de dinero con el que adquirir otros bienes. La oferta de bienes tiene que tener como contrapartida la oferta de otros bienes para que realmente se produzca un intercambio.<br />En este sentido, se puede reformular la Ley de Say diciendo que: “Las mercancías se pagan no con dinero sino con otras mercancías”. Pero cuando se produce un bien que no satisface a nadie, es decir que no tiene demanda real y por tanto no satisface ninguna necesidad de nadie, la demanda ficticia del productor no supone sino el desperdicio de recursos.<br />En un sistema de mercado tanto oferentes como demandantes están en un continuo proceso de prueba acierto-error, es decir en un continuo proceso de aprendizaje, los casos en que la oferta no cree su propia demanda, es decir aquellos casos en que el productor tenga pérdidas o en los casos en que el demandante no obtenga del bien la satisfacción esperada, se reducirán al mínimo posible y en cualquier caso al mínimo posible de tiempo durante el que el bien sea producido y el mínimo de cantidad del bien inútil producido.<br />En un sistema de mercado la cantidad de bienes producidos sin que se vendan, es decir sin que a través del dinero puedan intercambiarse por otros y en consecuencia en convertirse en demanda de ellos, será la mínima posible.<br />En parte, la intención de Say es explicar la imposibilidad, en un sistema de libre mercado, de una situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos. 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Para él, eso produce una situación en la cual todos están interesados en que el sistema funcione tan bien como es posible, una en la cual el uso de los recursos económicos tiende al máximo.<br />Jean-Baptiste Say no excluyó la posibilidad de que se produzcan excesos de Oferta (o de Demanda) de carácter local. Puede ocurrir que la gente deje de demandar un artículo porque, por ejemplo, quiera sustituirlo por otro. Como consecuencia de ello, nos encontraríamos con un exceso de Oferta en un Mercado determinado y con un exceso de Demanda en otro Mercado. Pero estos desequilibrios necesariamente acabarían corrigiéndose a través de cambios en los Precios relativos. <br />Para Say no existe exceso generalizado de oferta. Hay tan sólo excedentes de algunas mercancías, que necesariamente han de neutralizarse con excesos de demanda de otros bienes, aunque esto no resulte directamente observable. Del mismo modo no puede hablarse de exceso de oferta de trabajo ni de capacidad infrautilizada. Lo único que ocurre es que en ciertos mercados hay insuficiencia de mano de obra o de capital y en otros hay un excedente.<br />2.2 Controversia respecto a la Ley de Say<br />Los pensamientos de Say fueron mantenidos por Ricardo y sus seguidores, pero recibieron el ataque de Malthus, Sismondi y otros. En las diversas ediciones de su libro Say tomó nota de estos ataques e intentó afianzar su posición insertando nuevo material y volviendo a formular el antiguo; este procedimiento no reforzó, sin embargo, la claridad de su presentación. Es difícil, conseguir unas conclusiones razonables y definitivas en estos asuntos, y no sólo porque el pensamiento de Say no esté libre de oscuridad, sino también porque se interpreta a la luz de conceptos modernos y de instrumentos analíticos con los que Say, no estaba en absoluto familiarizado.<br />El argumento del trueque o intercambio da luz al hecho de que la identidad de Say sólo es coherente sin reservas en un sistema económico en que el trueque prevalezca. En dicho sistema, las mercancías se cambian realmente por mercancías y toda «venta» de un artículo lleva consigo la «compra» de otro. Esta economía de trueque podría emplear el dinero como unidad de cálculo, pero no como una acumulación de valor.<br />Para Say, el dinero es neutro o como un velo el valor del dinero no representa ningún papel ni en la variación real ni incluso en la relativa, de los precios de las otras mercancías. «El dinero, incluso cuando se emplea como capital, no se desea nunca como objeto de consumo, sino simplemente como objeto de trueque; toda compra es una oferta de dinero a cambio y un fomento para su circulación. La única parte que se retira de la circulación es la que se atesora o esconde, pero esto se hace siempre con vistas a su reaparición».<br />La ley de Say presta apoyo también a su argumento en favor del libre comercio. Si una producción interior sin trabas es la mejor garantía de un mercado para el suministro de todos, otro tanto ocurrirá con la producción extranjera. Los obstáculos a la exportación de un país desaparecerán si éste admite importaciones de los países con los que mantiene relaciones comerciales y éstos no tienen que restringir sus propias producciones. «La importación de mercancías inglesas en Brasil -afirma Say-, dejaría de ser excesiva y sería rápidamente absorbida, si Brasil tuviera, por su parte, una producción lo suficientemente amplia para corresponder; para llegar a esto sería necesario que los cuerpos legislativos de ambos países permitieran, uno la libre producción y el otro la libre importación. Say no admite que puedan ser necesarias otras cosas, además de la libre producción, para estimular el crecimiento económico de los países subdesarrollados, pero su idea de que las mercancías-importaciones -deben ser pagados con mercancías-exportaciones- se convirtió en una parte importante de la doctrina del libre comercio del siglo XIX, idea que muy pocos pueden poner en duda en ausencia de un amplio intercambio de servicios o de importantes movimientos de capital.<br />Si se interpreta como un reconocimiento de la interdependecia general de la oferta y la demanda, la ley de Say no sólo está en conflicto con la ley de Keynes quot; los ingresos de una persona son los gastos de otraquot; sino que ambas leyes son realmente una misma cosa. No la interpretaron, sin embargo, en este sentido suave y restringido, los economistas de principios del siglo XIX, que se alarmaron por lo que consideraban una falta de adecuación de la demanda global, y que se opusieron a la idea de Say acerca de la imposibilidad de superproducción general. Estos escritores -Malthus, Lauderdale y Sismondí- transformaron en forma sustancial el pensamiento de Adam Smith en la búsqueda de teorías para la paralización y la crisis. A medida que fue pasando el tiempo, no fue tampoco su criterio el que prevaleció durante el siglo XIX, sino el opuesto de Ricardo y sus seguidores. En esta controversia, la ley de Say permaneció en el centro de la discusión. Malthus negó su validez mientras Ricardo la sostuvo.<br />La ley de los mercados de Say, tal como fue establecida por su autor, era vaga e invitaba a una serie de interpretaciones. Pero, sin embargo, la misma vaguedad de Say estimuló el pensamiento posterior y contribuyó a hacer de su ley la parte más viva de la economía clásica, debido precisamente a que fue la más discutida. Si hubiera establecido su pensamiento en forma inequívoca y exacta, habría habido poco que comentar sobre el mismo.<br />Malthus realizó una crítica a la ley de Say, que lo marcó indeleblemente como un disidente entre los economistas, no obstante ganó la simpatía de John Maynard Keynes. La crítica de Malthus a la ley de Say era importante por dos razones: 1) contenía una teoría de la producción y del empleo que mostraba atributos keynesianos, y 2) constituía una crítica de la teoría ricardiana del beneficio. Con todo, el análisis del ahorro agregado de Malthus nacía analíticamente muerto, porque ni especificaba las fuerzas del mercado capaces de mantener la tasa óptima de ahorro ni analizaba las causas puramente monetarias del exceso de producción. En consecuencia, la ley de Say fue defendida con éxito por Ricardo y sus seguidores, y se convirtió a continuación en una piedra angular bien conocida de la economía clásica.<br />En la Teoría General, Keynes critica la ley de Say por una razón distinta de la tradicional: Por sus implicaciones en relación con la dirección del nexo causal entre producción y gasto. Para Keynes, no es la producción la que genera el gasto y la demanda, sino las decisiones de gasto las que generan la demanda, a la que luego se ajustará la producción. A partir de esta tesis, Keynes deduce tres implicaciones. Supone que los procesos por los cuales la producción se ajusta a la demanda son lo suficientemente rápidos para darlos por sentado o para dejarlos fuera del análisis; convirtiendo el análisis en uno de equilibrio. No hay razón para detenerse en la dinámica de la composición intersectorial de la producción, dado que la producción se ajusta rápidamente a la demanda, los cambios de su estructura pueden ignorarse en el estudio de los factores que determinan su nivel (el de producción). Por último, para identificar las causas que determinan el nivel de empleo, hay que estudiar los factores de los que dependen las decisiones de gasto.<br />La negación de la Ley de Say procede tanto del marxismo como del keynesianismo y de su falsa explicación de la Depresión de los años 30.<br />Todas las explicaciones a la negación de la Ley de Say argumentan:<br />1.- Los mercados no se ajustan sistemáticamente a los cambios en la oferta y la demanda.<br />2.- El sistema de mercado no tiende al pleno empleo sino que puede estar de manera continuada en elevadas tasas de desempleo.<br />3.- Sólo la intervención del Estado puede solucionar los desajustes entre oferta y demanda y el elevado desempleo de larga duración. Esta intervención estatal tiene dos vertientes: intervenir en el mercado para fijar precios y cantidades y generar artificialmente demanda mediante la expansión del gasto público.<br />La radical consecuencia de los que rechazan la ley de Say es que para ellos la ley se altera, y de ser:“La oferta crea su propia demanda”<br />Pasa a ser: “La demanda crea su propia oferta”.<br />Ya no son los bienes los que satisfacen las necesidades sino la existencia de necesidades lo que se supone que va a generar los bienes.<br />Evidentemente es la existencia de necesidades lo que va a provocar que se produzcan bienes, pero no la mera existencia de necesidades va a producirlos. No basta con que se tenga una necesidad para que se pueda producir un bien que la satisfaga. <br />Los economistas que refutan la Ley de Say creen que basta con generar demanda para que los bienes aparezcan, sin considerar las posibilidades o los costes de producir esos bienes.<br />3. CONCLUSIONES<br />La ley de Say afirma que la oferta crea su propia demanda. Esto significa que la renta que alguien obtiene de la producción (oferta) de los bienes y servicios, genera el ingreso que permite la compra (demanda) de bienes y servicios produdidos por otros Puesto que todo el mundo necesita comprar mercancías, intentarán producir bienes para obtener ingresos y así comprar lo que desean. De este modo, los mercados de productos estarán necesariamente en equilibrio constante.<br />Para Say, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros para intercambiarlos por los bienes deseados; lo que implicaba una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda.<br />Dentro de este sistema se incluye la moneda solo como un intermediario, que cubre el trueque de productos por productos, de manera que mientras más abundante y diversificada sea la producción, mayor será el intercambio. Implica, además, una perfecta flexibilidad al alza y a la baja de los precios, así de los productos como de los factores, que permita los reajustes automáticos de ofertas y demandas.<br />Los trabajadores obtienen ingresos para poder comprar los distintos productos que desean. Así, trabajando y produciendo mercancías, estos trabajadores generan los ingresos con los que comprar estas mercancías. <br />Su esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda), y su resultado es que no pueden existir períodos prolongados de sobreproducción y subconsumo si el mercado no sufre interferencias. Las contracciones de la actividad productiva se deberán entonces, o bien a perturbaciones como las malas cosechas o las guerras, o a medidas de los gobiernos que influyan negativamente en la actividad económica, como subidas en los aranceles.<br />Finalmente, podemos concluir que según la Ley de Say, la oferta crea su propia demanda; y por eso se hace imposible explicar la situación de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos.<br />4. REFERENCIAS<br />[1] Ekelund, Robert; Hébert, Robert. “Historia de la teoría económica y su método” Ed. McGraw-Hill<br /> [2] Landreth & Colander. “Historia del pensamiento económico” Ed. Cecsa<br />[3] Spiegel Henry W. “El desarrollo del pensamiento económico”<br />[4] Napoleoni, Caludio. “El pensamiento económico en el siglo XX”<br />[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Baptiste_Say<br />[6]http://www.desdeelexilio.com/2011/03/01/comprendiendo-la-economia-capitulo-11-la-ley-de-say/<br />[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Say<br />[8]http://www.geocities.com/alcaide_econoh/jean_baptiste_say.htm<br />[9] http://www.finanzzas.com/ley-de-say<br />