El documento resume la reflexión de un periodista sobre la final de la Champions League de 2014 y las lecciones que se pueden aprender de la derrota del Atlético de Madrid. La primera lección es no culpar a otros por los fracasos y asumir la responsabilidad. La segunda lección es que las derrotas pueden servir para triunfar en el futuro si se aprende de ellas. La tercera lección es que lo que parece poseerse puede perderse fácilmente.
1. ¡Tenés todo, tenés nada!
lunes, 26 de mayo de 2014
La final de la Champions una excusa perfecta para hablar de la gestión del éxito y la derrota
¡Tenés todo, tenés nada!
Esta es una reflexión que aparecía publicada este fin de semana en el periódico el Mundo tras la
derrota del Atlético de Madrid en la final de la Champions.
Aunque en este caso el fútbol es la excusa, la reflexión serviría igualmente para cualquier
situación en la que anhelamos un logro y alcanzamos una derrota.
Sabes, hijo, que no considero que el fútbol sea importante, o desde luego no tan importante como
parecen creer todas esas personas, incluidos jefes de estado y de gobierno, que le dedican un
entusiasmo tan sincero e intenso como no ponen en otras cuestiones, a lo mejor más dignas de su
atención y entrega. Sin embargo, en cualquier aspecto de la vida, por insignificante que sea, te
aguarda una lección. Y cualquier hombre, por poco que esperes de él, puede ser el maestro que te
la imparta.
Fíjate, por ejemplo, en ese hombre de negro que comparece ante los periodistas, después de
haber perdido en el minuto 93 una copa de Europa que lo habría catapultado a la gloria. Fíjate, en
primer lugar, en cómo admite que su equipo falló en la segunda parte, en la que el rival lo
arrinconó hasta hacerle encajar ese gol lacerante y demoledor en el tiempo de descuento.
Primera lección: no responsabilices de tus fracasos, jamás, a otro antes que a ti mismo. Ni
siquiera aunque tengas pretextos. No cargues contra los árbitros, aunque te parecieran adversos;
no despotriques contra el rival, aunque la fortuna haya estado de su parte; no mires al cielo para
quejarte de que en el momento decisivo no decidiera inclinar la balanza de tu lado sino del
contrario. Siempre pudiste hacer más, hacerlo mejor. Hazte dueño de tus derrotas, porque ellas,
algún día, servirán para hacerte dueño de tus triunfos; si es que está en tu mano, tu condición y
finalmente tu suerte llegar a alcanzarlos.
Es amargo, sí, tenerlo todo en la mano y al instante siguiente ver ese todo en las manos de otro y
las tuyas aferrando solamente el vacío. El hombre de negro, con el golpe recién encajado, lo
resume a la perfección:"Tenés todo, y tenés nada". Merece la pena que lo recuerdes, así, con su
giro porteño, porque probablemente es la frase más trascendente y significativa de la noche.
2. Mucho más trascendente y significativa, desde luego, que las declaraciones de los vencedores,
que no aciertan a salir, tampoco hay que reprochárselo mucho, de los lugares comunes. Todo lo
que un día creas poseer, todo lo que sientas que es tuyo, no es más que una ilusión que en
cualquier momento se lleva el viento. Lo único que será tuyo de veras es el modo en que lo
tengas, mientras te toque llevarlo, y la forma en que lo pierdas, ese día que más temprano o más
tarde, puedes estar seguro, acabará llegándote, tal y como el hombre de negro dice, sin transición
ni previo aviso. Y entonces, afróntalo con serenidad. Un hombre es la contención que sabe aplicar
a sus emociones.
Toma ejemplo del hombre que reconoce la amargura de haber perdido, mientras reivindica el
orgullo de haber luchado, incluso cuando las fuerzas ya no estaban con los suyos y el oponente
era superior. Que te venzan, pero nunca te rindan.
Y hablando de emociones y vencedores, tampoco dejes que te alteren las exhibiciones que puedan
hacer quienes entre ellos no sepan contener las suyas, incluso quienes den en caer en la
arrogancia. Piensa que quien se quita la camiseta para lucirse, aunque en ese acto pierda la
elegancia en la victoria, hizo un esfuerzo y logró algo que tú no supiste impedir. Ofenderte por ello
es mezquindad y resentimiento en los que no debes caer: el estilo consiste, también, en saber
convivir con los excesos de los demás, sin hallar pie en ellos para los excesos propios.
En esta noche de mayo de 2014, algunos han llenado un poco más sus ya repletas vitrinas. Otros,
no han conseguido nada que poner en ellas, pero han sido dignos perdedores.
No es plato de gusto la amargura, y menos la derrota, pero sazonada así, no mengua sino que
hace crecer
El mensaje crítico detrás de esta reflexión que transciende el fútbol se concentra a mi modo de ver
en estas cinco frases, que muy bien podemos generalizar a cualquier espacio, tiempo y lugar.
1. No responsabilices de tus fracasos, jamás, a otro antes que a ti mismo.
2. Hazte dueño de tus derrotas, porque ellas, algún día, servirán para hacerte dueño de tus
triunfos si es que está en tu mano, tu condición y finalmente tu suerte llegar a alcanzarlos.
3. Todo lo que un día creas poseer, todo lo que sientas que es tuyo, no es más que una ilusión
que en cualquier momento se lleva el viento.
4. Que te venzan, pero nunca te rindan.
5. El estilo consiste, también, en saber convivir con los excesos de los demás, sin hallar pie en
ellos para los excesos propios.