2. En una localidad remota vivía una hechicera coqueta como ella sola.
Le gustaba pasarse horas y horas peinándose y mirándose en el
espejo mágico de su habitación.
Siempre que lo hacía le preguntaba insistente:
-Espejito, espejito. ¿Quién es la más guapa de la comarca?
A lo que el espejito siempre contestaba:
-Usted, señora. Usted es la más guapa de la comarca.
Tiempo más tarde, la hechicera se casó con un rey que traía en sus
brazos a una niña fruto de su mujer, que murió en el parto. La
niñita era muy guapa y dulce. Pequeñita y rosada como una cereza.
3. Pasaron los años.
Un día mientras la hechicera se peinaba el pelo preguntó a su
espejo mágico:
-Espejito, espejito. ¿Quién es la más guapa de la comarca?
Y esta vez, por vez primera, el espejo respondió:
-Usted señora, es muy, muy guapa pero, Blancanieves la ha
superado esta misma mañana. Blancanieves es, ahora, la más
guapa de la comarca.
4. La hechicera se enfadó muchísimo y mandó a un cazador a matar a su
hijastra que se encontraba, en esos momentos, en el bosque.
El cazador, al ver esa muchacha tan linda, cambió los planes y contó
a Blancanieves lo que le había mandado hacer la hechicera. Le pidió
que se marchase bien lejos para que su madrastra no le pudiese
hacer daño.
Blancanieves, perdida en el bosque encontró refugio en una
casita habitada por siete enanitos. Éstos, a cambio que la
niña les cocinase y lavase sus ropas le dejaron vivir en su
casa. Los enanitos se pasaban el día trabajando en las
minas de carbón, mientras la niña se quedaba todo el día
en casa.
5. Al día siguiente, la hechicera volvió a sentarse delante de su espejo
mágico, cogió un cepillo y se acarició el pelo. Pensando que el cazador
había cumplido con su trabajo, preguntó a su espejo con una gran sonrisa:
-Espejito, espejito. ¿Quién es la más guapa de la comarca?
El espejo contestó:
-Usted señora, es muy, muy guapa pero; Blancanieves, que vive con los
enanitos, la supera. Blancanieves es la más guapa de la comarca.
Llena de furia, la hechicera gritó:
-¡Acabaré contigo yo misma, maldita Blancanieves!
Cogió una gran marmita, la llenó de agua, encendió un fuego y
empezó a cocinar algún tipo de brebaje mágico. De vez en
cuando, añadía nuevos ingredientes a su cocido: ancas de rana,
bigotes de rata, alas de murciélago, trompas de mosquito...
6. Una vez que su pócima estuvo lista, cogió la manzana más bonita y roja que
recogió del bosque y la sumergió dentro del brebaje.
Cuando sacó la manzana de la marmita, la miró detenidamente y soltó una
escalofriante carcajada.
La hechicera se vistió con las ropas más viejas que encontró en su castillo y
pronunció unas mágicas palabras mientras realizaba una danza muy misteriosa.
De golpe, su cuerpo empezó a transformarse hasta convertirse en una auténtica
viejecita. Cogió un cesto y lo llenó de manzanas pochas. Para terminar, colocó la
bonita manzana envenenada sobre las demás y se dirigió caminando hacia la
nueva casa de Blancanieves.
7. Cuando Blancanieves vio la viejecita trajinando un pesado cesto
lleno de manzanas se apresuró en preguntarle:
-¿Qué le hace pasearse por estos lares, buena señora?
Contestó la hechicera, disfrazada bajo su nueva identidad:
-Vendo ricas manzanas, niñita. ¿No querrías ninguna?
Blancanieves, para hacer un favor a la anciana, asintió y ésta le ofreció la
manzana más hermosa para que la probase. No hubo acabado de morderla, cuando
Blancanieves cayó fulminada al suelo y la hechicera marchó corriendo del lugar.
8. Los enanos regresaron a la casa después de una larga jornada en las minas de
carbón. Al llegar, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo y rígida como el
hielo. Lloraron durante horas y finalmente decidieron construir una urna de
cristal y colocar dentro de ella a la linda muchacha para que todos los animales
del bosque la pudiesen contemplar.
Pasaron los años y Blancanieves continuaba inmóvil en su urna, quieta como una
bonita roca de granito blanco. La hechicera volvía a preguntar cada día a su
espejito quién era la más bella y, como Blancanieves no existía, el espejo
respondía:
-Usted, señora. Usted es la más guapa de la comarca.
9. Un día, paseando por el bosque un príncipe a lomos de un gran
caballo llegó hasta la casa de los siete enanitos. Vio que
delante de la casa había una gran urna de cristal y dentro de
ella una de las chicas más hermosas que había visto en su vida.
Bajó de su caballo y se acercó hasta la gran caja de cristal
para contemplar fascinado la belleza de Blancanieves.
El príncipe no pudo resistirse y abrió la urna de cristal. Se
acercó hasta el rostro de la chica y besó tiernamente la
frente de la dormida Blancanieves. Como si se hubiese roto
de repente un oscuro maleficio, la linda muchacha abrió los
ojos y despertó de ese largo sueño que la tuvo presa.
Cuando los enanitos llegaron a casa y vieron Blancanieves de
nuevo en vida saltaron de alegría.
10. El príncipe, sin pensárselo dos veces, pidió la mano
a Blancanieves y ésta aceptó encantada la
propuesta.
Esa misma noche, la hechicera volvió a preguntar a su
espejito quien era la más bella y al responderle que
Blancanieves acababa de ocupar su puesto al despertarse
de su sueño, la malvada mujer entró en locura.