El Carabinero Heriberto Novoa Escobar murió el 28 de abril de 1980 mientras estaba de servicio protegiendo la Llama Eterna en la plaza Caupolicán, luego de ser atacado sorpresivamente por un grupo de terroristas armados que intentaron sabotear el símbolo patrio. A pesar de estar herido y en inferioridad numérica, opuso una tenaz resistencia al ataque para impedir que los delincuentes lograran su objetivo, demostrando un total apego a sus deberes como Carabinero.