Jesús cargó con su cruz hasta el Calvario, donde fue crucificado entre dos ladrones. Mientras colgaba de la cruz, Jesús oró por el perdón de sus verdugos y prometió llevar a un ladrón arrepentido al paraíso. Cuando murió, hubo oscuridad sobre toda la tierra y el velo del templo se rasgó. José de Arimatea enterró el cuerpo de Jesús en una tumba nueva.