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2
GLORIAS DE SAN JOSÉ
VISIONES
MILAGROS
ORACIONES
El más glorioso y desconocido de los santos. Príncipe de los
Patriarcas, San José recibe en este trabajo una reparación en
devoción, admiración y luces contemplativas.
EDITORIAL SURGITE!
2022
3
Créditos
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CONSEJO DE REDACCIÓN
ASOCIACIÓN APOSTÓLICA REGINA
ANGELORUM®
Versión electrónica
DEVOCIÓN | DIGITAL®
Todos los derechos reservados
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier
medio –salvo pasajes breves para reseñas o citas, siempre y
cuando se citen las fuentes– de los textos, gráficos o
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Diseñado y corregido en los talleres digitales de
CapitalIdeas®, Londres, Reino Unido
4
Dedicatoria
Al Padre del mejor Hijo. Al esposo de la mejor
Madre. Al coadjutor del Consejo Supremo de la
Trinidad beatísima. Al único y feliz que mereció
poseer el fruto deseado de los Patriarcas. Al Tesorero
celestial de las prendas más preciosas y más ricas. Al
secretario del Divino Corazón. Al gobernador y
superintendente de su Casa. Al que mereció los
abrazos, ósculos y cariños del mismo Dios. Al
nobilísimo Hijo de David hecho a la medida del
Corazón de Dios. Al santo sin igual, el Glorioso
Padre y protector nuestro San José, a cuyos pies
ofrecemos esta obrita.
Patriarca Sacratísimo, ¡ruega por nosotros!
5
Epígrafe
“Este misterio de gracia de la Encarnación del Verbo, no fue realizado
por Dios de improviso y aquellos que habían sido elegidos para tomar
parte en él, fueran preparados por Él mucho tiempo antes. La corte
del Hijo de Dios hecho Hombre se compone de María y de José; el
mismo Dios no podría haber encontrado siervos para su Hijo más
dignos para estar junto a Él. Consideremos particularmente a San
José.
Encargado de la educación del Príncipe real del Cielo y de la Tierra,
encargado de dirigirlo y servirlo, era necesario que sus servicios
hicieran honor a su divino pupilo: no quedaba bien a un Dios, tener
que avergonzarse de su padre. Por tanto, debiendo ser Rey, de la
estirpe de David, hace nacer a San José de ese mismo tronco real:
quiere que él sea noble, incluso de la nobleza terrenal. En las venas de
San José corre, pues, la sangre de David, de Salomón, y de todos los
nobles reyes de Judá y si su dinastía hubiese continuado reinando, él
[San José] sería heredero del trono y lo ocuparía a su vez”
“Mois de Saint Joseph, le premier et le plus parfait des adorateurs” Extract des
écrits du P. Eymard, Desclée de Brouwer, París, 7ª ed., pp. 59-62
6
Preámbulo
¿Por qué tuvieron que pasar casi diez siglos para que la Iglesia
hablase abiertamente de San José? ¿De qué privilegios goza la
cabeza de la Sagrada Familia? ¿Qué tipo de favores concede?
¿Cómo pedir su auxilio? ¿Por qué debiese ser —después de
Dios y de Nuestra Señora— nuestra mayor devoción? Esta
obra repasa caminos de piedad que se unen a lo sobrenatural
y asombroso con milagros que invitan a cada alma a ponerse
bajo su protección. Con cada compra nos ayuda a publicar
más obras de apostolado.
Consejo editorial
Devoción | Digital
www.devocion.digital
7
Contenido de esta obra
VISIONES MILAGROS ORACIONES ..................... 2
Dedicatoria......................................................... 4
Epígrafe............................................................. 5
Preámbulo.......................................................... 6
Presentación ...................................................... 11
MILAGROS...................................................... 19
+ Santa Gertrudis la Grande..........................................20
Cáliz Místico .................................................................21
+ San Bernardino de Siena............................................23
Lourdes Josefino ...........................................................24
+ San Francisco de Sales ...............................................26
Vínculo Celestial ...........................................................27
+ Santa Teresa de Ávila ................................................29
Pérdida de visión ...........................................................30
+ San Alfonso María de Ligorio .....................................32
Sin vocaciones...............................................................33
+ San Bernardo de Claraval...........................................35
Vicios arraigados ...........................................................36
+ Beato Bernardino de Bustis .........................................38
Auxilio ante la muerte ...................................................39
+ Padre Pío de Pietrelcina..............................................41
En dificultades económicas............................................42
8
+ San Leonardo de Puerto Mauricio ...............................45
Curación milagrosa .......................................................46
+ Santo Tomás de Aquino.............................................47
Privilegio de San José ....................................................48
+ San Anselmo de Canterbury O.S.B. .............................50
Favores del glorioso Patriarca........................................51
+ Beato Pedro Julián Eymard........................................53
Gozos y dolores.............................................................54
+ Santa Brígida de Suecia .............................................56
Más favores de San José ................................................57
+ San Juan Crisóstomo .................................................59
El santo nombre del Patriarca........................................60
+ Su Santidad Papa Pío IX...........................................62
Terribles enfermedades..................................................63
+ Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz ............65
Desgracia y salvación ....................................................66
+ San Francisco de Sales ...............................................68
Las llamas después de la muerte ....................................69
+ Beato Bernardino de Bustis .........................................71
Triple prodigio...............................................................72
+ Su Santidad Papa León XIII ......................................74
La Novena y el olvido ...................................................75
+ Santa Magdalena Sofía Barat .....................................77
Los cuidados de San José ..............................................78
9
+ Su Santidad Papa Pío XI...........................................80
La protección de la virtud..............................................81
+ San Gregorio Nacianceno...........................................83
El cordón y la moribunda ..............................................84
+ Su Santidad Papa Pío XII..........................................86
El regalo de la Santísima Pareja.....................................87
+ Santa Bernadette Soubirous ........................................88
Protección contra el demonio ........................................89
+ San Alberto Magno ...................................................91
Escalera del Cielo ..........................................................92
+ San Alfonso María de Ligorio .....................................94
La santa obediencia .......................................................95
+ Beato Pedro Julián Eymard........................................97
Fin de la peste................................................................98
+ San Antonino de Florencia .........................................99
Curación extraordinaria............................................... 100
DEVOCIONES ESCOGIDAS.............................. 101
Oración a San José ...................................................... 102
Acto de consagración a San José ................................. 103
Devoción a los siete dolores y siete gozos .................... 104
Fórmula para elegir por abogado a San José................ 107
Oración del Papa León XIII ........................................ 108
Oración para pedir una buena muerte.......................... 109
Otra oración a San José ............................................... 110
10
Letanías a San José...................................................... 112
El ‘Acordaos’ de San José............................................ 114
Oración a San José antes del trabajo............................ 115
Novena breve a San José ............................................. 116
Himno josefino............................................................ 117
Oración a San José para pedir una muerte santa.......... 124
Otra consagración a San José ...................................... 126
Bendita sea tu humildad .............................................. 127
Novena a San José....................................................... 128
Novena aprobada por S.S. Pio IX................................ 139
Sancte Ioseph, ora pro nobis!....................................... 157
11
Presentación
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía…
Desde hace muchos años esperamos cumplir con nuestro
deseo de hacer particular cuestión en la devoción a San José.
Es poco y mal que se le conoce. Por su humildad, Dios
consintió que ocurriese como con Nuestra Señora: casi no se
les menciona en las Escrituras más que para consignar su
linaje o algún hecho puntual. Dios merecía toda honra y
elogio.
Y a San José se le deforma tanto haciéndole un anciano
calvo, adormilado y ruborizado que apenas puede cargar con
el Niño Dios. ¿Quién, teniendo miles de ejemplos formidables
en el santoral, acudiría a él?
Podemos declarar sin temor a equivocarnos que no hay
santo, después de la Santísima Virgen, más poderoso y
elevado que él. En otras palabras: después de Jesús y María,
José. Luego viene el resto de la corte celestial, con todas sus
glorias y nuestros más queridos patronos.
San José, el último de los Patriarcas y Príncipe de la Casa
Real de David, es el puente glorioso entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento.
12
Proporcionalidad, armonía y la grandeza del Creador
Los planos de la Creación, desde los más pequeños e
inferiores a los más altos y estupendos, son armónicos. Nada
falta, y lo que en una cosa se refleja de Dios, en otra expresa
su negación, como la inocencia de la paloma y la astucia de
la serpiente, en el Evangelio. Tenemos los abismos y las altas
cumbres, los extremos del dolor y lo sublime del consuelo.
Dios, que es todopoderoso, la sabiduría, la bondad, la
grandeza, creó para Sí mismo, para Su único Hijo que vendría
al mundo, para esa segunda persona de la Santísima Trinidad,
un padre y una madre según la naturaleza humana. En
Nuestra Señora dispuso el reflejo de lo mejor, superior y más
elevado de todos los planos del universo. Ella, criatura,
llevaría en su seno al Creador. Ella, Virgen inmaculada, sería
Madre del Verbo, conservándose virgen antes, durante y
después de darle a luz. Él se formaría de su sangre y carne…
¿qué extremos de perfecciones pondría Dios en la que sería Su
madre? Él no tiene limitaciones en Su poder, dispuso lo
mejor, más excelente, para Él mismo.
Y en el caso del padre adoptivo en la tierra, ¿habría
ahorrado perfecciones, poder o grandezas al crearlo? El que
sería Su protector, quien Le daría consejos cuando el pequeño
Dios preguntase, el que Le defendería de Sus enemigos, el que
debía estar a la altura de la Virgen Santísima y sus
perfecciones, el que sostendría el hogar y sería cabeza de esa
familia, tomando en sus manos el dominio de lo más valioso
del universo, esto es, el mismo Dios y Su Madre, ¿sería un
hombre cualquiera, casi olvidable por lo mediocre que se le
representa?
13
No. Dios hace las cosas proporcionales y armónicas.
Creó en San José un padre tan estupendo y lleno de
perfecciones como eran las maravillas y grandezas de la
Virgen y el Niño. Cada uno según su condición, porque Dios
es jerárquico y perfecto. San José, como dice San Bernardo,
fue creado semejante a María, la más perfecta de todas las
criaturas, reina y soberana de todo lo creado.
Quiso reunir en Jesús todas las grandezas y legitimidades.
Por la ruina de la casa real de David, San José no era el
príncipe gobernante, pero poseía esa nobleza depositada en
Jesucristo, Príncipe a su vez, y se cumplirían las profecías,
como por la sangre de Nuestra Señora corría la sangre real de
David. Todo en el Niño Dios es perfecto, sublime.
En el Proto evangelio de Santiago, apócrifo, se relata que
la Santísima Virgen fue, desde los tres años, educada en el
Templo. Ya huérfana, al llegar a la edad de matrimonio, el
Sumo Sacerdote buscó entre los hombres de la estirpe de
David a uno para que fuera su esposo. Fueron convocados
todos los jóvenes descendientes del Rey-Profeta. El profeta
Isaías había profetizado (Is 11, 1) que “brotará un renuevo del
tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago”. Esto llevó a que
todos los pretendientes depositaran una vara en el altar de la
propiciación: la que floreciera indicaría al más digno de tomar
la mano de María. Cuando amaneció, la vara de San José
estaba cubierta de lirios. Así fue él escogido, y los lirios son el
símbolo de su pureza, con los que se le representa.
14
San José es el recurso más poderoso para las almas de hoy
Fue San José probado de muchas formas y en todas su
confianza salió victoriosa. Se le sometió a pruebas terribles,
como el anuncio de la maternidad de la Virgen estando la
celestial pareja consagrada al celibato, ofrecida su virginidad
perpetua a Dios. Él, perplejo, no supo qué hacer: no podía
repudiarla, exponiéndola a la desgracia. Tampoco podía
aceptar una situación vergonzosa a la que se negaba a dar
crédito, conociendo a María en sus perfecciones y pureza.
Podría abandonarla para no dañar a la Madre y el Hijo. Fue
a dormir después de resolverlo por una lógica excepcional y
entonces es avisado por un ángel de la formidable noticia de
la Encarnación del Verbo. Lo mismo ocurre cuando se le pide
huir a Egipto, tierra de enemigos, para proteger a la Virgen y
al Infante de otros enemigos. Y también para que regresasen
a Israel cuando el peligro había pasado. Así, una vida de
obediencia, de sustentar y gobernar a su familia, compuesta
nada menos que por el mismo Dios y por la más perfecta y
grande de las criaturas, que se le sometían y dejaban gobernar,
porque todos los bienes espirituales y materiales de esa familia
estaban en sus manos.
¿Cómo tendría que ser San José en inteligencia, vitalidad,
fuerza, vigor, seriedad, pureza, sabiduría y todas las virtudes
para cumplir con su papel en la Salvación? No podremos,
hasta contemplarle en el Cielo, si así Dios lo permite,
comprender todas sus perfecciones.
Por esos mismos títulos y por esa lógica de
consecuencias, podemos comprender el amor perfecto que
15
Dios le tiene como padre adoptivo, y que nuestra Señora
mantiene por él.
Pero en el curso humano de la historia, San José no tuvo
hasta muy tarde el lugar privilegiado que merece. La iglesia
primitiva se ocupó de glorificar a los mártires, luego, por las
disputas y errores, trabajó en probar la divinidad de nuestro
Señor Jesucristo. Después surgen las cuestiones de Su
naturaleza y la virginidad de Nuestra Señora. Recién
entonces, en la Edad Media, comienza a brillar la devoción
popular por San José. Hasta entonces no estaban dadas las
condiciones necesarias para elevarle sobre los pueblos en el
lugar que le corresponde.
Fueron los carmelitas venidos de Oriente y luego los
dominicos quienes sentaron las bases de la devoción y
desarrollo doctrinario. La contrarreforma sería, finalmente,
quien encendiera los corazones con el amor a la cabeza de la
Sagrada Familia. Los papas Pio IX y León XIII le dotaron de
los títulos de Patrono de la Iglesia Universal y Terror de los
demonios, respectivamente.
Si de María podemos decirlo todo, menos que es Dios, es
decir, no hay alabanza, pensamiento, maravilla que podamos
concebir que no corresponda a su grandeza, ¿podríamos
aceptar desigualdad entre los esposos? Ya dijimos: después de
Dios y de nuestra Señora, San José. Es la jerarquía que
corresponde y tal como Dios quiere, un universo de
desigualdades amadas por Dios, como enseña Santo Tomás
de Aquino.
16
San José, nuestro patrono y protector
¿Podría negarle algo Dios a San José, que le amó tanto al
crearlo y al tomarlo como padre adoptivo? ¿Podría nuestra
Señora, Mediadora universal de todas las gracias, ¿negarle
algo a su amadísimo esposo? No. No es posible. Nadie es más
poderoso intercesor ante el trono divino que él. No hay santo
que contenga en sí tantos privilegios y facultades para
interceder por nosotros.
Él es el protector de la santa Iglesia, de las familias, de los
trabajadores y de todo lo que podamos concebir. Nuestro
amor, piedad y devoción deben contenerlo siempre y para
cualquier necesidad. Nuestra admiración y contemplación de
lo celestial y sobrenatural debe tenerle presente siempre y en
todo lugar.
San Antonio María Claret (1807-1870), recibió esta
luminosa recomendación del Señor: “Que fuese muy devoto de
San José, que acudiese a él con confianza”.
Por su castidad y pureza, nos ayuda en problemas de la
carne. Por su humildad y obediencia nos auxilia en problemas
del orgullo. Por su papel en la Sagrada Familia nos provee de
medios naturales y sobrenaturales para cumplir santamente
nuestros deberes de estado. En la vida mística, contemplativa,
él es nuestro modelo junto con nuestra Señora. En la lucha
diaria en la tierra, él es nuestro amparo. Por su lógica perfecta,
él es quien nos socorre en las dificultades, dudas y tentaciones.
En los problemas económicos y de salud, él viene en nuestra
ayuda, siempre y sin excepciones.
17
Imaginemos cuánto amor nos tiene por ser hermanos de
Cristo, por ser también hijos de nuestra Señora por la legación
que nos dio Jesús en la cruz. Salvo el de Jesús y María, no hay
amor más grande que el que San José tiene por nosotros. Si
estamos desconsolados, San José nos atiende con una caridad
inconcebible. Tengamos toda la confianza en él y no seremos
defraudados. Santa Teresa de Jesús decía que no recordaba
nada que le hubiese pedido a San José que no hubiese sido
atendido.
El mismo Señor, aparecido a santa Margarita de Cortona
(1247-1297), le recomienda: “Manifestad cada día, con un tributo
de alabanza, vuestra respetuosa devoción a la bienaventurada Virgen
María y a San José, mi padre nutricio”.
A Jesús por María, a Jesús y María por San José
En el pensamiento de San Luis María Grignion de
Monfort, el apóstol de la devoción y consagración mariana,
se sostiene que si Jesús vino al mundo por María y que por
Ella ha de venir a reinar, entonces no sería errado pensar que
Nuestra Señora y Jesucristo vendrán a reinar por San José.
Desarrollemos un poco este pensamiento.
Para que el orden querido por Dios sea el que gobierne la
tierra es preciso un grado de virtudes seguidas por todos que
den forma a esa organización de los pueblos, familias y
personas. En San José encontramos el modelo perfecto de
todas esas virtudes, estados de espíritu y ordenaciones.
Imitándole aseguramos un reinado de Cristo, de María, por
tanto, que hacen posible el cumplimiento de la promesa de
18
Fátima sobre el reinado de nuestra Señora después de los
castigos previstos por ella en 1917.
Si lo que ofrecemos a Dios es un orden tal que los
Sagrados Corazones de Jesús y de María puedan establecerse
con agrado, es por San José que se nos abre el camino para
prepararlo y darle forma.
Nuestra devoción a San José, la imitación de sus virtudes
magníficas, son el primer paso. Luego ese entusiasmo josefino
se extiende a las familias cristianas, a los pueblos
sobrenaturalmente asistidos por él. Y así el mundo puede
sentar las bases del reinado de Jesús y de María.
Que esta obra, es nuestro deseo, impulse una devoción
tierna y abandonada en él que dé lugar al cumplimiento de las
divinas promesas, de las gracias prometidas por la Santísima
Virgen, para mayor bien de las almas y gloria de la Santa
Iglesia.
Consejo de Redacción
Devoción | Digital
Abril de 2022
19
MILAGROS
Intervenciones
sobrenaturales,
visiones y gracias
20
+ Santa Gertrudis la Grande
(1256- 1302)
"Vi el Cielo abrirse y a San José sentado
sobre un trono magnífico. Me sentí
maravillosamente afectada cuando, cada
vez que su nombre era mencionado, todos
los santos hacían una profunda inclinación
hacia él, mostrando por su apariencia de
serenidad y dulzura que se regocijaban con
él por su exaltada dignidad”
21
Cáliz Místico
uentan las “Crónicas de San Francisco” que la venerable
Madre Ana Rodríguez profesaba una tierna y filial
devoción al glorioso Patriarca San José. Devoción
que en ocasiones le pagaba el Santo con grandes favores.
Relataremos uno en esta ocasión.
Estaba un día la religiosa franciscana recogida en oración
cuando, arrebatada en espíritu, se le aparecieron entre
resplandores de gloria San José y su celestial Esposa María.
En tanto que la Virgen Santísima recomendaba a su
Divino Hijo a la devota del santo Patriarca éste, dirigiéndose
a su favorecida, le presentó dos vasos: uno lleno de un líquido
amarguísimo y otro rebosando de un licor muy dulce. Y le
dijo: "Hija, escoge cuál de estos dos vasos prefieres beber en lo
sucesivo, que con cualquier elección me darás contento".
La religiosa, que recordaba que Jesús había elegido por
nosotros el cáliz de amargura y que su Patrono durante su
carrera mortal lo había apurado hasta el fondo, optó sin dudas
ni rodeos por el cáliz amargo, exclamando: "¿Cómo queréis que
escoja para mí el vaso de dulzuras, viéndoos a vos y a mi dulce Jesús
abrevados de amargura?". Entonces el santo, mostrándole una
cruz bellísima pero extremadamente pesada, le dijo:
"Excelente elección has hecho, hija mía: que a proporción de las
amarguras han de ser en el Cielo las dulzuras y por cada ligero peso
de tribulación un peso eterno de gloria. De aquí, pues, en adelante,
C
22
sufrirás el peso de la cruz con todas sus amarguras; pero regocíjate,
porque en ella encontrarás inagotable fuente de felicidad y un medio
eficacísimo para hacerte cada día más agradable a los ojos del
Altísimo y atesorar riquezas de gloria eterna".
23
+ San Bernardino de Siena
(1380- 1444)
"De ningún modo se ha de pensar que
Jesucristo en los Cielos no otorgue a San
José, como Hijo a su Padre, la
familiaridad, reverencia y dignidad
sublimísima que le concedió en la tierra;
antes bien, debe confesarse que allí las
completó y consumó"
24
Lourdes Josefino
egún relata en 1662 el Padre Allard del Oratorio, el 7
de junio de 1660 un pastor de 22 años llamado Gaspard
Ricard estaba pastoreando su rebaño en la zona
oriental del Monte Bessillon.
A la 1 de la tarde aumentó mucho el calor y se hizo difícil
de soportar. Muy cansado y sediento, el joven decidió
descansar en un área rocosa cuando de pronto un hombre alto
se paró a su lado y apuntó una roca cercana diciendo:
—"Soy José: levanta la roca y podrás beber".
El sorprendido muchacho vio una gran piedra que
parecía pesada y consideró que se necesitarían ocho hombres
para moverla.
Preguntó cómo podría hacerlo sólo si no había nadie más
cerca. San José reiteró su instrucción de levantar la roca.
Gaspard obedeció y, moviendo la piedra, encontró agua
fresca fluyendo desde debajo. Comenzó a beber, emocionado,
y al mirar hacia arriba vio que San José había desaparecido.
Con prisa corrió hacia el pueblo exclamando sus noticias
a los moradores y en tres horas el pequeño manantial de agua
se había convertido en una fuente de abundante caudal.
Es interesante notar que San José no dijo nada más que
una simple instrucción de levantar la piedra y beber. Pero dijo
mucho aún en ausencia de palabras.
S
25
El agua es señal de curación y nueva vida en la santa
Iglesia y aquí vemos que él señaló una fuente de agua,
recordándonos que nos ha sido dado como intercesor,
llevándonos a beber a la fuente de vida.
Como resultado de esta aparición el rey Luís XIV (1638-
1715) decretó que ese día fuese festivo. Y haciendo su propio
peregrinaje al lugar consagró Francia —y a sí mismo— a San
José.
Estas aguas que fluyen en Cotignac, Francia, se
convirtieron en señal de esperanza para mucha gente por sus
propiedades curativas tanto para el cuerpo como para el alma.
Allí ahora hay un santuario dedicado en honor a San José.
Uno de los milagros documentados que tuvo lugar fue
registrado en 1662 por un sacerdote que había estado allí el
año anterior. "Las aguas de San José traen milagros. Desde que
regresé, un hombre que conocemos de Avignon, nacido Iame, fue a la
fuente y regresó curado habiendo dejado sus muletas ahí. Todos beben
y se llevan agua".
26
+ San Francisco de Sales
(1567- 1622)
"¡Oh! ¡Cuán felices seremos si podemos
tener alguna partecita en la santa
intercesión de San José! Porque nada le
será negado ni de parte de su Esposa, ni de
parte del Hijo gloriosísimo. Si ponemos en
él nuestra confianza, él nos conseguirá un
santo acrecentamiento en todas las
virtudes, y muy especialmente en aquellas
que poseyó él en grado más alto que los
demás, cuales son pureza santa de cuerpo y
alma, la virtud amabilísima de la
humildad, la constancia, la fortaleza, la
perseverancia; virtudes por las cuales
saldremos vencedores de nuestros enemigos
en esta vida, y que nos obtendrán la gracia
de llegar a la eterna"
27
Vínculo Celestial
a devoción al cordón (o cíngulo) de San José de
originó en Bélgica en 1657. En la ciudad de Amberes
vivía una monja Agustina, la Hermana Isabel, cuya
piedad angélica causaba la admiración de todos los que la
conocían.
Durante tres años la religiosa fue víctima de terribles
sufrimientos. Su caso se volvió tan desesperado que los
médicos declararon que su muerte era inevitable. Todos los
recursos humanos se habían agotado y la única forma de
recuperarse recaía en la misericordia divina.
San José siempre había sido uno de sus protectores
especiales y hacia él se dirigió en súplica en el momento de
necesidad.
Un pensamiento feliz vino a su mente: tal vez, si tuviera
un cordón bendecido en honor a este Santo y lo usara sobre sí
misma, podría aliviarse de la dolorosa enfermedad.
Siguió su inspiración interior y, poco tiempo después,
mientras estaba rezando se sintió súbitamente curada.
Su recuperación fue considerada por amigos y visitantes
como verdaderamente milagrosa. Muchas personas
testificaron la veracidad del hecho, y un médico protestante
se encontraba entre quienes firmaron el testimonio.
L
28
Este incidente se encuentra entre los registros de las
Bolandistas y fue insertado en una pequeña obra titulada "Mes
de San José", publicada en Roma, en 1810.
La obra fue leída públicamente durante el mes de marzo
de 1842 en la Iglesia de San Nicolás en Verona y así se hizo
conocido el suceso.
A raíz de esto, muchos enfermos confiaron en el poder de
San José y consiguieron cordones bendecidos en su honor. Se
obtuvieron numerosas y extraordinarias gracias y hubo
muchas curaciones milagrosas, algunas de las cuales
relataremos más adelante.
Esta singular devoción se esparció rápidamente: miles de
cordones fueron enviados desde esta ciudad hacia Francia,
Bélgica, Alemania, al resto de Italia e incluso hasta América
y Asia.
El cordón no sólo posee la virtud de curar las
enfermedades físicas, sino que también es particularmente
efectivo contra el espíritu impuro.
El Obispo de Verona, viendo el gran progreso de esta
devoción, hizo lo necesario para conseguir la ratificación de
Roma.
Después de una madura deliberación, la Sagrada
Congregación de Roma dio su consentimiento y aprobó las
oraciones unidas a la Bendición del cordón. La Asociación
del Cordón de San José fue declarada Primaria y Su Santidad
Pío IX le otorgó varias indulgencias extraordinarias.
29
+ Santa Teresa de Ávila
(1515- 1582)
"Tomé por abogado y señor al glorioso San
José, y me encomendé mucho a él: vi claro
que así de esta necesidad, como de otras
mayores de honra y pérdida del alma, este
padre y señor mío me sacó con más bien
que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta
ahora haberle suplicado cosa que haya
dejado de hacer. Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha hecho Dios
por medio de este bienaventurado santo, de
los peligros que me ha librado, así de alma
como de cuerpo: que a otros santos parece
les dio el Señor gracia para socorrer en una
necesidad; de este glorioso Santo tengo
experiencia que socorre en todas, y que
quiere el Señor darnos a entender que, así
como le fue sujeto en la tierra, que como
tenía nombre de Padre y le podía mandar,
así en el Cielo hace cuanto le pide"
30
Pérdida de visión
n una carta del Padre C. Amiot, escrita en La
Guyoniére el 18 de noviembre de 1867, se lee: "Una
de mis parroquianas, de diez años, tuvo en este último año
mucho que sufrir por efecto de una erupción sanguínea, que le salió
en casi todo el cuerpo.
Quisieron atajarle el mal y desgraciadamente se consiguió con
demasiada presteza porque el mal se le fijó en la cabeza y los ojos se
resintieron, de modo que se temía con fundamento que la pobrecita se
quedaría ciega.
Se consultó al mejor oculista de Nantes y él juzgó gravísimo el
caso; y a fin de que su tratamiento fuera más eficaz y seguro, exigió
que la jovencita se quedara en casa del médico.
Convinieron los padres de la niña y después de algunas semanas
de prueba se habrían alegrado si la enfermita estuviera curada
siquiera a medias. Porque de hecho el oculista les dijo que, para que
no quedara del todo ciega, era necesario e indispensable que perdiera
un ojo.
Cualquiera comprenderá la pena que esta idea causó en los
padres de la chiquilla, resueltos a buscar todos los medios posibles
para preservarla de esa desgracia.
Dejaron pues a la enfermita en casa del doctor y si más adelante
se la llevaron a su casa, fue para regresarla todas las semanas a
Nantes, que distaba de allí unos 50 kilómetros, para que la
inspeccionara y curara.
E
31
Después de tantas idas y venidas, después de todo, el oculista
perdió toda esperanza y aconsejó a los afligidos padres que no hicieran
más gastos porque todo sería en vano y sin ninguna utilidad. Y en
este desenlace inesperado se acudió al glorioso Patriarca San José.
La confianza de aquellos desahuciados padres en su poderoso
abogado era tal que movía a devoción. Para obtener la gracia
suspirada, amén de las oraciones comunes y particulares, se colocó
por espacio de nueve días sobre la peana del santo una venda para
ponerla después a los ojos de la doliente.
Este único remedio, unido a la oración, fue completamente
bueno y eficaz puesto que pronto se le despejaron los ojos y quedaron
del todo limpios y brillantes, viendo la chica perfectamente tanto de
uno como del otro.
Tengo el consuelo de observarla todos los días en el catecismo,
siendo recomendable no menos por su bella fisonomía que por su clara
inteligencia.
A imitación de sus buenos y consolados padres, se distingue por
su filial devoción al Santo Patriarca, que todo lo puede y todo lo
procura para bien de sus hijos".
32
+ San Alfonso María de Ligorio
(1696- 1787)
"El santo ejemplo de Jesucristo, quien
mientras estuvo en la tierra honró tanto a
San José y le obedeció durante su vida,
debería ser suficiente para inflamar los
corazones de todos con devoción a este
Santo"
33
Sin vocaciones
n los primeros años del siglo XVII la Orden de los
Cartujos pasó por una gran prueba y tribulación que
preocupó incluso a los más venerables religiosos del
Instituto.
Lloraban los pobres porque no se presentaban
pretendientes del santo hábito, los noviciados estaban casi
vacíos y los conventos próximos a quedarse desiertos,
despoblándose y consumiéndose lentamente.
Con objeto de atender a esta necesidad tan apremiante se
convocó un capítulo general de la Orden, que se reunió en la
Gran Cartuja.
Los padres allí congregados, después de examinar la
causa y los posibles remedios para conjurar el peligro de
desaparecer que les amenazaba, creyeron que el auxilio
principal les debía venir del Cielo, por lo que resolvieron
acudir con toda humildad y confianza a la protección y
amparo de San José.
Por efecto de este dictamen y acuerdo se decretó que la
Orden entera reconocería al Santo como su Patrono y que
todos los años se celebraría su fiesta como una de las más
solemnes. Se cumplió puntualmente lo decretado y pronto se
palparon los efectos.
En breve se presentaron numerosos pretendientes y los
noviciados se llenaron de gente escogida, de forma que
E
34
desaparecieron por completo los motivos de temor e
inquietud.
La casa de Lyon era una de las más afligidas por este
vacío, pero como prometiera celebrar todas las semanas
tantas misas en obsequio de San José cuantos fueran los
sacerdotes del convento, recibió en pago de su devoción y
confianza numerosos y fervientes postulantes, llenos de fe y
entusiasmo por abrazar todas las austeridades del penitente
Instituto.
35
+ San Bernardo de Claraval
(1090- 1153)
"Este es el siervo fiel y prudente que nuestro
Señor ha establecido sobre su familia, para
ser el sostén y consuelo de Su madre, su
padre nutricio y digno cooperador en la
ejecución de Sus designios misericordiosos
sobre la tierra... Qué dicha para él de no
solamente ver a Jesucristo, sino también de
oírle, de tenerlo en sus brazos y llevarlo de
un lugar a otro, acariciarlo, abrazarlo,
alimentarlo; de ser admitido en la
participación de sus inefables secretos, que
fueron ocultos a los ojos del mundo. ¡Oh
prodigio de elevación! ¡Oh dignidad
incomparable!"
36
Vicios arraigados
l Padre Pablo Barry, devoto de San José, cuenta en su
obra sobre la vida de este Santo que un religioso de la
Compañía de Jesús tenía un pariente cercano que
llevaba muchos años entregado a malas conductas, con las
que deshonraba tanto el nombre de cristiano como el carácter
sacerdotal del que estaba revestido.
El buen Padre, lleno de celo por la gloria de Dios y la
salvación de las almas, aprovechándose de los lazos de sangre
que le unían con aquel infeliz, empleó todos los medios que
estaban en su mano para llevarle al buen camino.
Pero al ver que sus caritativas amonestaciones eran
vanas, inútiles sus paternales reprensiones y sin fruto sus
advertencias más prudentes, acabó por suplicar al Padre de las
misericordias que, si no había otro medio para traer al recto
sendero al sacerdote extraviado, se dignara mandarle una
grave y penosa enfermedad que le devolviese al sano juicio,
esperando que volviese a centrarse a través de la tribulación.
Imploró entonces el auxilio del glorioso Patriarca y en
unión de sus amigos, a quienes había encomendado la misma
causa, hicieron en conjunto dos novenarios, uno de misas y
otro de comuniones en honor del santo.
La gracia solicitada con tanto celo no se hizo esperar. El
eclesiástico escandaloso cayó enfermo de gravedad y muy
pronto se vio reducido al último extremo.
E
37
Entonces, a la luz de la vela mortuoria, abrió los ojos,
conociendo los desórdenes de su vida pasada y los detestó con
toda sinceridad y arrepentimiento.
Luego se apresuró a borrarlos de su alma con una
confesión humilde y contrita.
San José, que tan tangible había hecho la curación de
aquella alma, quiso añadir otra sanación no menos
sorprendente, es decir, la casi repentina curación corporal del
enfermo.
Después de haberse confesado cristianamente, el
penitente se sintió súbitamente aliviado de su dolencia y se
levantó sano y salvo de la cama, con la firme resolución de
vivir en adelante según demandaba la santidad de su estado.
Y desde entonces se entregó con celo y constancia a las
obras de piedad y misericordia, propagando la devoción de su
santo bienhechor y dedicándose a la gloria de Dios y el
provecho del prójimo.
38
+ Beato Bernardino de Bustis
(1450- 1513)
"El que suspire por alcanzar cualquier
gracia del Altísimo, tome por abogado a
San José ante la Virgen su bendita Esposa,
y ante nuestro Señor Jesucristo, y todo lo
conseguirá del Padre celestial"
39
Auxilio ante la muerte
n el “Panegírico del Santo Patriarca San José”, escrito por
el Rev. Padre Barry, leemos que la hermana Juana de
los Ángeles, Priora de las Ursulinas, cayó enferma de
un ataque de pleuresía1
, con fiebre abrasadora y dolores
intolerables.
Los remedios que se le administraban no le producían
ningún alivio; de manera que, reducida la enferma al último
extremo, sólo esperaba la muerte, tranquila y conformada.
Un día en que la violencia del mal la había privado del
uso de los sentidos, sin quitarle el conocimiento y lucidez de
su alma, se quedó arrobada. Y en este rapto vio a San José, su
querido protector, quien, descendiendo del Cielo con aire de
bondad, venía a visitarla como anunciando un distinguido
favor. Con esta visita su oscura celda quedó iluminada como
en un día clarísimo.
Distinguía la enferma en medio de una resplandeciente
nube a un joven de gracioso aspecto, ricamente vestido y
llevando en su diestra un cirio encendido.
Entendió que éste era su ángel de la guarda. Después de
él apareció el glorioso Patriarca San José, más brillante que el
1
Se trata de una inflamación del revestimiento de los pulmones y el
tórax —la pleura— que ocasiona dolor torácico al tomar una
respiración o toser.
E
40
sol, lleno de gloria y majestad incomparable. Su semblante no
era de anciano, sino de varón grave y maduro.
Dirigió hacia la Madre Juana de los Ángeles una mirada
llena de dulzura y abriendo sus paternales labios la exhortó a
perseverar con constancia en los homenajes piadosos que
solía tributarle y, para despedirse, le ordenó levantarse
diciéndole que se le había otorgado la salud.
Desapareció la visión y sintiéndose la religiosa
perfectamente curada, se puso en pie al instante y se vistió
como si nada hubiera tenido.
Entre tanto se anunció la llegada del médico. Ella salió a
su encuentro dejándolo estupefacto, pues creía que la
encontraría muerta o moribunda y la veía sana y llena de vida
y vigor.
Cuando le preguntaron a la religiosa por aquel cambio
portentoso, prorrumpió en alabanzas y acción de gracias a su
Santo bienhechor, confesando públicamente el beneficio
recibido de mano de San José a cuantos admiraron su
curación completa y repentina.
41
+ Padre Pío de Pietrelcina
(1887- 1968)
"San José, con el amor y la generosidad
con los que cuidó a Jesús, también cuidará
tu alma, y así como Lo defendió de
Herodes, defenderá tu alma del Herodes
más fiero: el demonio. Todo el cuidado que
el Patriarca San José tuvo con Jesús, lo
tiene contigo y siempre te ayudará con su
patronazgo. Te liberará de la persecución
del malvado y orgulloso Herodes, y no
permitirá que tu corazón se aleje de Jesús.
Ve a José con extrema confianza, porque
yo, como Santa Teresa de Ávila, no
recuerdo haberle pedido algo a San José sin
haberlo obtenido"
42
En dificultades económicas
na carta copiada por el Padre Huguet, del 1 de
febrero de 1867, dice así: "Mi Reverendo Padre: voy a
participar a vuestra Reverencia un hecho notable sobre la
protección poderosa de San José, hecho del que yo mismo soy testigo
presencial.
El lunes último 28 de enero la Reverenda Madre Superiora subió
al taller y comunicó a nuestros huérfanos la necesidad apremiante de
fondos en que estaba la casa y los invitó a implorar todos el amparo
de San José para obtener de él unos mil francos, que eran menester
para cubrir los gastos.
Con esto empezaron todos sus plegarias y la comunidad comenzó
una novena.
Al otro día, 29 de enero, una Hermana encontró en un corredor
de la casa a una buena mujer a la que preguntó qué se le ofrecía.
—“¿La madre Superiora?” —respondió la visitante.
—“Pues no está en casa, pero si algo necesita usted, aquí estoy
yo para suplirla”.
—“Muy bien” —respondió la desconocida— “tome usted este
encargo y haga el favor de entregárselo. Y al decir esto le dio una caja
de cartón bien cerrada”.
—“¿Y de parte de quién, señora?”
—“Esto poco importa, hermana. Quede usted con Dios”.
U
43
Así dijo la desconocida, y desapareció. Al momento que llegó la
Superiora, le llevaron la cajita que ella recibió y, al abrirla, encontró
un billete de mil francos.
Estaba cerca de la capilla y la Superiora fue hasta allí y cayendo
de rodillas prorrumpió en llanto, dando gracias a Dios, que de una
manera tan conmovedora y notable había manifestado el poder y
protección de San José.
Luego subió la Superiora a mi aposento y sin decirme una
palabra me presentó abierta una carta que estaba junto con el billete
de mil francos, en la que se leía:
"Conociendo vuestras grandes necesidades os envío, en nombre
de San José, mil francos.
En pago os suplico hagáis durante un año una novena cada mes,
rogando por la santificación de una familia numerosa y por la
conversión de su jefe". Seguían las iniciales de una firma desconocida.
Como Vuestra Reverencia puede figurarse, todos hemos quedado
impresionados vivamente por este suceso, y el miércoles por la
mañana yo celebré el santo sacrificio de la misa en acción de gracias.
Absolutamente nadie, salvo la Superiora, hermanas y
huérfanos, tenía conocimiento de la novena que se había iniciado
para remedio de la necesidad apremiante.
Además, como esta casa está a dos kilómetros de la ciudad y lejos
de vecinos que la frecuenten: nadie pudo naturalmente saberlo.
Y otra circunstancia curiosa, digna de notarse, es que la
Superiora había fijado la cantidad que debía pedir en 500 francos,
pero después, pensándolo mejor, se dijo para sí:
44
‘A San José lo mismo le da otorgarnos mil que quinientos, así
que pidamos mil, que no vendrán mal’. Con esta generosidad se porta
el santo Patriarca con los que en él confían".
45
+ San Leonardo de Puerto Mauricio
(1676- 1751)
"Regocijáos, devotos ciertos de San José,
porque estáis cerca del paraíso; la escalera
que lleva hasta allí tiene tres peldaños:
Jesús, María y José"
46
Curación milagrosa
n el libro "Devoción a San José", de Pastrignani, se
cuenta que un abogado del parlamento del Delfinado,
que se hallaba en Lyon durante la peste que afligió a
aquella ciudad en el año 1638, vio a uno de sus hijos atacados
por la pestilencia con todas las señales que pronosticaban una
muerte pronta e inevitable.
Este padre cristiano se dirigió a San José y le prometió, si
devolvía la salud a su hijo, ir durante nueve días consecutivos
a oír misa en su iglesia, encender algunas velas en su honor y
colocar en ella un exvoto con una inscripción que recordase
el beneficio recibido por su intercesión.
Sin embargo, los médicos fueron a visitar al joven
enfermo y lo hallaron en un estado tan deplorable que
mandaron lo llevasen al instante al lazareto, diciendo que no
le quedaban más de dos horas de vida.
La orden de los médicos fue ejecutada pero, apenas llegó
al lazareto, el joven se halló repentinamente curado y el padre,
reconociendo a su glorioso bienhechor, cumplió al instante el
voto que le había hecho.
E
47
+ Santo Tomás de Aquino
(1225- 1274)
"Hay muchos santos a quienes Dios ha
dado el poder de asistirnos en las
necesidades de la vida, pero el poder dado a
San José es ilimitado: se extiende a todas
nuestras necesidades, y aquellos que lo
invoquen con confianza seguro serán
escuchados"
48
Privilegio de San José
n “La vida de la Madre Catalina de San Agustín”, escrita
por Pablo Reguenerón, se lee una visión sumamente
honrosa a San José.
Esta venerable religiosa, a quien Dios llamó a Canadá
para ejercer el cargo de enfermera en el hospital de Quebec,
siempre fue muy devota del glorioso Patriarca.
Tal era su amor que al recibir el sacramento de la
Confirmación se hizo cambiar el nombre por María Catalina
Josefina, por su gran amor a María y José.
El día de la Ascensión de Jesús a los Cielos, dice su vida,
arrebatada la venerable Sierva en espíritu vio una bellísima
procesión de Santos que acompañaban en triunfo al Cielo al
Rey de la Gloria.
En este cortejo glorioso San José ocupaba la cabeza de
todos y era el que estaba más próximo a las puertas eternales.
Tan pronto como entraron todos ellos y Jesucristo se
hubo sentado en el trono que le estaba preparado a la diestra
de Dios Padre, San José dirigió la palabra a la Augustísima
Trinidad y en especial al Padre diciéndole:
"Padre inmortal, ahí está el talento que me confiasteis sobre la
tierra: os lo devuelvo y os lo devuelvo acrecentado y multiplicado en
esta multitud de almas que os presento junto con el talento que me
entregasteis: ellas son la ganancia conseguida".
E
49
Y el Padre Eterno le respondió en estos términos:
"Siervo bueno y fiel; así como fuisteis en la tierra el
administrador de mi casa así quiero que en el Cielo seáis no un simple
servidor sino un Señor, a quien me complace otorgar un poder
extraordinario".
50
+ San Anselmo de Canterbury O.S.B.
(1033- 1109)
"Así como fue conveniente que la Virgen
tuviera tanta pureza, que no se pudiera
hallar otra mayor debajo de Dios, así
también importó grandemente que San
José gozara de tanta excelencia, que no
hubiera otra más semejante a la de María"
51
Favores del glorioso Patriarca
e aquí un trozo de una carta, escrita en Namur,
Bélgica, el 26 de abril de 1870, que confirma lo
valiosa que es la intercesión de San José:
"...Doncella, consagrada sin reserva a la gloria de San José, voy
a pagar a mi feliz Patrono tributo de reconocimiento, haciéndole
conocer a todos por qué invoco a este gran Santo en todas mis
necesidades con viva y entera confianza.
¿Cómo no lo he de invocar si siempre lo he encontrado propicio?
Entre las numerosas gracias que me ha conseguido hay una que
forma el encanto de mi vida y que para la difusión del culto del Santo
voy a contar aquí:
Era todavía muy joven, cuando resolví consagrarme del todo a
Dios en la religión, hollando sin temor los halagos del mundo; y
después de haberlo consultado con varones experimentados y
maduros, pedí permiso a mis padres para seguir la voz de Dios que
me llamaba, pero con gran pena de mi alma se me negó rotundamente
este permiso.
No me desanimé por esto: volví muchas veces a la carga;
interpuse a mi favor a varias personas influyentes en el ánimo de mis
padres. Mas, ¡triste de mí! todo era inútil: la negativa seguía
inquebrantable.
Viéndome, pues, sin auxilio humano que me pudiera valer, me
resolví a recurrir al amparo de San José. Rogué y procuré que otros
rogasen por el mismo fin al Santo Patriarca. Fijé, tal vez
H
52
temerariamente, un plazo al cumplimiento de mis deseos, instándole
a que para un día determinado me tuviera ya metida en el convento.
Mi esperanza no quedó burlada. Una tarde feliz, en el momento en
que yo menos pensaba, mis padres me dieron el suspirado permiso
diciéndome que podía partir cuando quisiera. Les di expresivas
gracias por la bendición y pocos días después recibí el hábito de
novicia.
No pararon aquí los favores de San José.
Por el mes de marzo del mismo año pedí por escrito a mi gran
Abogado la curación de tres personas queridas, atacadas de males
diferentes y de cuya salud desconfiaban ya los médicos; y habiéndole
suplicado con vivas instancias que por mayo estuvieran ya sanas, mi
súplica fue oída y los enfermos perfectamente restablecidos pudieron
volver a sus ocupaciones habituales.
Otras muchas gracias y más particulares favores me fueron
concedidos por la protección omnipotente del Padre nutricio del
Salvador, a quien amo agradecida y amaré siempre con todo mi
corazón".
53
+ Beato Pedro Julián Eymard
(1811- 1868)
"La devoción a San José es una de las
gracias más escogidas que Dios puede dar a
un alma... Cuando Dios desea elevar un
alma a grandes alturas, la une a San José
dándole un amor fuerte por el buen santo"
54
Gozos y dolores
n los "Anales de San José"2
, podemos leer que en el siglo
XVI surgió una devoción llamada "Los siente
Padrenuestros de San José", que más tarde se conocería
como "Los Siete Dolores y Gozos".
La devoción como se conoce hoy se acredita al Beato
Gennaro Sarnelli (1702-1744). Esta es la historia de cómo la
devoción fue solicitada por el mismo San José:
En una ocasión había dos sacerdotes de la Orden
Franciscana que estaban navegando a lo largo de la costa de
Flandes. Se levantó una terrible tempestad, haciendo
naufragar al barco con sus 300 pasajeros.
Los dos Padres se sujetaron a un tablón cercano mientras
eran acometidos por violentas olas durante tres días y tres
noches.
Mientras tanto, los dos hombres recurrieron a San José
rezando y rogando por su ayuda, para salvarse en el nombre
de Dios, en medio de su terrible indefensión.
Al tercer día alguien vino en su socorro apareciendo
como un hombre radiante y alentándolos a tener fe y
continuar confiando en San José.
2
Vol. X, No. I, publicado por la Archicofradía de San José en 1898.
E
55
El misterioso aparecido los condujo a un puerto, para
alegría y alivio de los dos sacerdotes. Al llegar seguros le
agradecieron repetidamente y le pidieron su nombre.
El hombre les reveló que era San José, a quien habían
rezado todo ese tiempo.
Los dos religiosos, queriendo extender alguna forma de
honor o respeto al santo por todo lo que hizo por ellos, le
preguntaron qué podían hacer para demostrar su gratitud.
San José les dijo que, para honrarlo, recitaran a diario el
Padrenuestro y el Avemaría siete veces mientras meditaban
en sus siete dolores y siete gozos, añadiendo que siempre
amaría y protegería a quienes meditaran piadosamente en
esos misterios. Después de aconsejarlos, desapareció tan
súbitamente como había aparecido.
56
+ Santa Brígida de Suecia
(1303- 1373)
Cuentan las Revelaciones de Santa Brígida
que un día le dijo la Virgen María:
"José me sirvió tan fielmente que jamás oí
de su boca una sola palabra de lisonja, ni
de murmuración, ni de ira, pues era muy
paciente, cuidadoso en su trabajo y, cuando
era necesario, suave con los que reprendía,
obediente en servirme, pronto defensor de
mi virginidad, fidelísimo testigo de las
maravillas de Dios. Igualmente, estaba tan
muerto al mundo y a la carne que no
deseaba más que las cosas celestiales”
57
Más favores de San José
an Juan de la Cruz es el conocido místico y sacerdote
que reformó la Orden Carmelita junto con Santa
Teresa de Ávila en el siglo XVI, en España.
Durante las muchas dificultades que Santa Teresa
experimentó mientras fundaba nuevos conventos con
frecuencia confió en San José para que la auxiliara en sus
necesidades, tanto mundanas como extraordinarias.
En su Autobiografía, ella escribió:
"Una vez, cuando estaba en una de mis dificultades sin saber qué
hacer, incapaz de pagar a los trabajadores, San José, mi verdadero
padre y señor, apareció ante mí y me dio a entender que el dinero no
faltaría y que debía contratar a los obreros. Entonces lo hice, aunque
no tenía dinero, y nuestro Señor en una forma que llenó de asombro
a quienes lo oyeron, me proveyó".
En “Vida y obras de San Juan de la Cruz” se cuenta de unos
religiosos que, a su regreso, pasando por una calle cercana al
monasterio, encontraron a un hombre de hermosa
apariencia... Se les acercó y preguntó:
—Padres, ¿por qué esta Orden tiene tanta devoción a San José?
Le respondieron:
—Porque nuestra santa madre (Santa Teresa de Ávila) era muy
devota de él. Le ayudó en todas sus fundaciones y ella recibió muchos
S
58
favores del Señor... por lo que todas las casas que fundó han sido
puestas bajo el patronazgo de San José.
—Y ustedes recibirán muchos favores más, dijo el hombre
misterioso.
Y añadió:
—Mírenme Reverendos Padres y mantengan una gran devoción
a este santo; porque nada de lo que le pidan dejará de ser concedido.
Y dicho esto, el extraño desapareció.
Al llegar al monasterio, describieron todo a San Juan de
la Cruz, quien les dijo: "¿No lo reconocieron? ¡Deben haber visto a
San José! ¡Vayan y arrodíllense ante él! Pero él no vino por su causa
sino por la mía, porque no he sido tan devoto a él como debería, pero
lo haré desde ahora".
Esto sucedió en el año 1584, dos años después de la
muerte de Santa Teresa.
59
+ San Juan Crisóstomo
(347- 407)
“El nombre justo, que el Espíritu Santo da
a San José, significa completo en todas las
virtudes”
60
El santo nombre del Patriarca
l Vesubio —que con sus erupciones ha aterrado y
devastado las tierras vecinas— abrió en 1631 una
nueva boca, un inmenso cráter, por donde vomitaba
tal diluvio de lava candente e inflamadas cenizas que, a
semejanza de un impetuoso río, se desbordó destruyendo
todo lo que se oponía a su paso. Y así cubrió con fuego
abrasador todos aquellos contornos y en particular el sitio
llamado Torre del Griego.
Había en este lugar una buena mujer, llamada Camila,
muy devota de San José, a quien invocaba en todas sus
necesidades y apuros.
Cuando estalló aquella erupción se encontraba en casa
con un sobrinito suyo de cinco años, también llamado José.
Espantada con lo que sucedía, no sabía qué hacer.
Entretanto la lava crecía, se acercaba el río de fuego y
aumentaba el peligro. En esto tomó al niño en sus brazos y
echó a correr huyendo del riesgo que les amenazaba.
¿Pero a dónde escaparían? Por un lado, se veía la lava
abrasadora que todo lo invadía como un río desbordado y,
por el otro, se encontraba cerrado el paso por una enorme roca
que avanzaba mar adentro.
Sin saber qué hacer, Camila detuvo sus pasos. Si
intentaba pasar adelante, tenía que arrojarse al mar, que rugía
airado, con peligro de morir ahogada. En estos apuros se
E
61
acordó de su poderoso protector y exclamó: "San José,
¡ayúdame! ¡Salva a mi sobrino y ahijado tuyo!".
En esto, sin saber bien lo que hacía, colocó sobre la roca
al indefenso niño y se arrojó valerosamente del lado del mar.
En lugar de caer en las olas, como parecía natural, dio un salto
increíblemente amplio y cayó sobre la arena sin recibir ningún
daño, poniéndose al momento a salvo.
Ella ya estaba libre, pero ¿y el pobre niño, que había
dejado a merced de las llamas? Esta era su gran pena, por la
cual corría fuera de sí, llamándolo y deplorando su desgracia.
En medio de sus lamentos oyó claramente una voz que la
llamaba: "¡Tía Camila! ¡Tía Camila!". Era la voz de su tierno y
querido sobrino, que iba a su encuentro feliz y lleno de vida.
"¡Oh! ¡Dios!", exclamó ella, corriendo a estrecharlo entre
sus brazos: "¡Hijo mío! ¿Quién pudo salvarte del espantoso
incendio? ¿Quién te libró del fuego que debía consumirte?".
"Tía” —respondió el niño, riéndose— “San José; San José,
a quien pediste ayuda, me tomó de la mano y no me soltó hasta
ponerme aquí a salvo con toda seguridad".
Entonces la piadosa Camila, llorando de puro gozo, se
postró de rodillas y dio gracias al bienhechor soberano por los
dos milagros con que los había favorecido a través de San
José: salvar a su sobrino de las llamas y a ella de un ahogo
seguro.
62
+ Su Santidad Papa Pío IX
(1792- 1878)
"En estos últimos tiempos en que una
guerra monstruosa y abominable se ha
declarado contra la Iglesia de Cristo...
deberíamos implorar más eficazmente la
compasión de Dios a través de los méritos e
intercesión de San José"
63
Terribles enfermedades
or María Teresa Nicolasa, religiosa de Santa María de
la Oración en Malamocco, Italia, se vio atacada por
complicadas enfermedades que no cesaron de
atormentarla por espacio de diez años consecutivos.
Empezó su dolencia por un ataque violento de apoplejía,
después tuvo otro de gota y al fin se juntaron a estos males
otros dolores nerviosos agudos que la privaron de todo
movimiento e incluso del uso de los sentidos durante muchas
horas cada vez.
A este cúmulo de tormentos se añadieron terribles dolores
en diferentes zonas del cuerpo: palpitaciones del corazón,
altas fiebres y parálisis que la ponían al borde del sepulcro y
la hacían sufrir constantemente, causando la compasión de
quienes la visitaban.
Después de varios años de martirio ininterrumpido se le
encogió una pierna por contracción muscular, cuando llegó a
sus oídos una curación milagrosa que había obrado San José
en Venecia, a unos veinte kilómetros de su convento.
Entonces resolvió recurrir a este poderoso santo y junto
con otras compañeras consagrarle siete miércoles.
El primero, que fue el 26 de marzo de 1710, después de
haber comulgado, tuvo un ataque terrible que le quitó el
habla, el movimiento y los sentidos, dejándola como muerta
por un cuarto de hora.
S
64
Vuelta en sí del paroxismo, las hermanas la exhortaron a
que implorase con viva fe los auxilios del santo Patriarca, cosa
que hizo con todo el fervor de su alma.
Pidió después tres hilos del vestido de la estatua de San
José, que se venera en la iglesia de Venecia, y habiéndolos
consumido le pareció que una mano invisible le iba estirando
la pierna contraída y se la ponía en su estado natural.
Sintiendo con esto que le regresaban las fuerzas perdidas,
se levantó por sí misma del lecho y se puso a correr,
transportada de alegría, dando gracias a Dios y a San José por
el portento recibido.
Al mismo tiempo, desaparecieron todas las demás
molestias y la enferma de tanta gravedad quedó
completamente sana.
65
+ Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz
(1873- 1897)
"Rogué a San José que fuese mi custodio.
Desde mi infancia había sentido hacia él
una devoción que se confundía con mi
amor a la Santísima Virgen. Con esto
emprendí sin miedo mi largo viaje. Iba tan
bien protegida que me parecía imposible
tener miedo"
66
Desgracia y salvación
na carta escrita en Lyon el 25 de febrero de 1866,
dice: "Habiendo ido últimamente a visitar a mis padres
en Montplaisir, ocurrió un suceso que no olvidaré jamás en
mi vida. ¡Tanta fue la viva impresión que dejó en mi alma!
Después de la comida fui a pasear con mi suegra y dejé a mi
esposo en compañía de su padre, que fue a buscar una bellísima
pistola que había comprado hacía poco y que desgraciadamente
estaba cargada, cosa que ambos ignoraban.
Mi esposo, antiguo militar, tiene gran afición a las armas.
Mientras su padre observaba las buenas cualidades de la pistola,
metió el dedo en el gatillo y se disparó el arma, yendo a dar la bala
en medio del pecho de mi marido, que cayó de espaldas como muerto.
Su pobre padre, aterrado y tembloroso, creyó a su hijo
gravemente herido, cuando con asombro vio que se levantaba y puesto
de pie le decía:
—"Padre mío, tranquilícese usted. Gracias a la medalla de San
José no he recibido daño alguno".
Nosotras llegamos del paseo en ese momento crítico. ¡Juzgue
Vuestra Reverencia qué terror nos sobrecogió al oír el estallido del
disparo y ver caer de espaldas a mi marido!
Pero igual fue nuestro gozo y grandísimo nuestro reconocimiento
cuando supimos que San José con su medalla le había salvado la vida.
U
67
A mi esposo se le pasó rápido el espanto, por más que saliera con
el chaleco y la barba quemados.
Desde aquel instante puso la medalla en la cadena del reloj, y
cuando sus amigos le preguntan qué lleva ahí, no se avergüenza de
responder que es la medalla de San José, al cual le debe la vida".
68
+ San Francisco de Sales
(1567- 1622)
"Nada le será rehusado (a San José), ni por
Nuestra Señora ni por su glorioso Hijo"
69
Las llamas después de la muerte
n "Afectos amorosos a San José", del Padre Juan Alloza
SJ, se cuenta que un religioso de San Agustín —
celoso propagador de las glorias de San José— era
entusiasta de sus heroicas virtudes y del poder inmenso de que
goza en el Cielo.
Este buen sacerdote, algunos meses después de su
ejemplar muerte, apareció ante otro religioso de su Orden
presentándose rodeado de llamas y lamentándose por los
horribles tormentos que sufría.
—¿Qué es eso, padre mío? —exclamó el otro lleno de
terror— ¿Por desgracia se ha condenado vuestra reverencia?
—¡Gracias a Dios estoy a salvo! Mas he de confesar que debo mi
feliz predestinación al glorioso Padre adoptivo de Jesús, de quien
durante mi vida me mostré constantemente devoto y que todo lo puede
ante el soberano Juez de vivos y muertos. A tan gran santo debo
haberme librado de las penas eternas.
—Pues entonces, ¿qué son esas llamas en que se abrasa vuestra
reverencia? —replicó el otro.
—¡Triste de mí! ¡Triste de mí! —concluyó el alma— Estoy
ardiendo en el Purgatorio y padezco terribles penas! ¡Rogad por mí!
E
70
Desapareció el devoto de San José dejando al religioso
agustino sumido en serias reflexiones.
¡Dichosos quienes se empeñan en cultivar en sus almas la
verdadera devoción al virginal Esposo de María! ¡Qué
abogado tan poderoso tendrán en la hora de la muerte!
No hay que dudar que muchos, en premio de su amor y
devoción al Santo Patriarca, recibieron gracias sin las cuales
hubieran perecido eternamente y con ellas se salvaron y, tal
vez, incluso se vieron asistidos por el Santo en la muerte.
71
+ Beato Bernardino de Bustis
(1450- 1513)
"San José era la imagen viviente de su
Esposa Virgen; se parecían entre sí como
dos perlas"
72
Triple prodigio
n 1823 acababan de construir una capilla en una casa
dependiente del seminario de San Acheul, llamada de
San José de Blamont, con intención de dedicarla al
santo protector de la casa.
Todos los seminaristas se prepararon para la ceremonia
de la bendición de esta capilla haciendo una novena a San
José.
El primer día de la novena el superior de la casa encontró
a un campesino que vivía en la zona y, habiendo notado que
estaba triste le preguntó la causa de su tristeza, por lo que supo
que tenía dos hijos enfermos que a pesar de todos los remedios
no habían encontrado alivio alguno.
El superior le exhortó a recurrir a Dios a través de San
José, ignorando que varias personas de esa familia llevaban el
nombre del Santo.
El campesino dijo que empezaría una novena a San José
con su familia y le pidió que rogase por ellos.
Dicho esto, fue a su casa, tiró todos los remedios que de
nada habían servido, y empezó a rezar con toda su familia.
En el mismo día empezaron a disminuir la fiebre y la
hinchazón de sus dos hijos.
E
73
A los días siguientes siguieron mejorando y al noveno
día, que era el de la fiesta, el buen hombre se presentó en la
casa de San José de Blamont, acompañado de sus dos hijos
enteramente sanos y suplicó le dieran el permiso de asistir con
ellos a todos los oficios del día para dar gracias a su benefactor
celestial.
Al doble prodigio mencionado se añade otro que se obró
en el alma de uno de los niños, pues habiendo sido
problemático y caprichoso hasta entonces fue desde ese
momento un modelo de mansedumbre y aplicación a sus
obligaciones.
74
+ Su Santidad Papa León XIII
(1810- 1903)
“En San José… los cabezas de familia son
bendecidos con el modelo insuperable de
vigilancia y cuidado paternal”
75
La Novena y el olvido
n la carta escrita por Paul Vilier en Aveyron, el 13 de
junio de 1867, leemos: "Permítame comunicarle los
detalles de una curación que no puedo evitar considerar un
milagro.
En el mes de mayo del presente año una pequeña niña llamada
Irma, única hija de sus padres fue atacada con bronquitis.
La enfermedad no venía sola, sino que estaba acompañada de
catarro y fiebre tifoidea. Estaba tan mal su estado que fue declarada
incurable.
Pero lo que los humanos no pueden efectuar, nuestro gran Santo
puede fácilmente realizarlo.
Ante la sugerencia de una de mis hermanas, la familia de la niña
enferma comenzó una novena en honor a san José. Nueve días
pasaron y no hubo mejoría perceptible. El décimo día la crisis de su
enfermedad fue tan grande que parecía que moriría.
Mi hermana se apresuró a ver a la pobre niña y encontró a su
familia hundida en la más profunda aflicción. Estaban incluso
haciendo las preparaciones para su funeral.
Ella les pidió que empezaran una segunda novena a San José,
asegurándoles que los escucharía. Al mismo tiempo tomó el cordón
(de San José) que ella usaba y lo puso sobre la niña.
E
76
Al final de la segunda novena la niña, en contra de la predicción
de su médico, estaba totalmente fuera de peligro.
Sólo una vez durante la segunda novena tuvo una crisis violenta,
y fue el día en que, por error, su familia olvidó decir las oraciones de
la novena.
San José pareció indicarles así que la oración era necesaria para
obtener la curación.
En el presente la niña goza de perfecta salud y es la luz y felicidad
de su familia, que noche y día agradece a San José por su maravillosa
curación".
77
+ Santa Magdalena Sofía Barat
(1779- 1865)
"Amemos a Jesús sobre todo, y amemos a
María como nuestra Madre; pero entonces,
¿cómo podemos dejar de amar a José,
quien estaba tan íntimamente unido tanto
a Jesús como a María? ¿Y cómo podemos
honrarlo mejor que imitando sus virtudes?
Ahora, ¿qué más hizo en toda su vida que
contemplar, estudiar y adorar a Jesús,
incluso en medio de sus trabajos
cotidianos? Miremos, por tanto, a nuestro
modelo"
78
Los cuidados de San José
ray Junípero Serra (1713-1784) fue un sacerdote
franciscano español y fraile que fundó una serie de
misiones en el que más tarde se conocería como
Estado de California.
A lo largo de su vida —como leemos en "Junípero Serra: el
hombre y su obra"3
—, Fray Junípero tuvo una fuerte devoción
por San José y le ofrecía una Misa votiva cada miércoles.
En 1769, mientras intentaba fundar una misión en San
Diego, hubo una severa carestía de alimentos y la misión tuvo
que ser abandonada antes incluso de empezar.
En preparación de la Fiesta de San José del 19 de marzo,
los frailes comenzaron una novena. Ese mismo día llegó un
barco con los necesitados suministros.
En su viaje a la Ciudad de México, Fray Junípero estuvo
tres veces en peligro inminente de perecer de excesiva fatiga,
hambre y las inclemencias del clima y las tres veces fue
aliviado por los actos caritativos de un extraño que él sin duda
creía que era San José descendido del Cielo para socorrerlo
junto a sus compañeros.
3
De Fitch, A. H. Escrito en 1914.
F
79
Años más tarde San José regresó ante él con todos los
miembros de la Sagrada Familia con el propósito expreso de
procurar al cansado fraile una buena noche de alojamiento.
80
+ Su Santidad Papa Pío XI
(1857- 1939)
"Jesús y María mismos obedecían y
ofrecían su homenaje a José, por la
reverencia que la mano de Dios ha
establecido en él, es decir, la autoridad de
esposo y la autoridad de padre"
81
La protección de la virtud
l Padre Vanderspecten SJ, relata en un libro flamenco
de principios del siglo XVIII la biografía de la sierva
de Dios Juana de Roek, hija de un procurador del
gran Consejo de Malinas y sobrina de San Juan Berchmans,
cuyas virtudes imitaba.
Profesó una devoción extraordinaria a San José y era
celosa propagandista de su culto, mereciendo favores
especiales del santo.
Entre los dones naturales del Cielo, Juana había recibido
una gran belleza. Para desgracia suya, su hermosura no había
escapado a las miradas apasionadas de un empleado de la
casa.
Un día de fiesta la familia se fue a los divinos oficios,
dejando a Juana —de 17 o 18 años— al cuidado de la casa.
Apenas sus padres salieron ella abrió la puerta del
despacho y se disponía a entrar en él cuando vio lanzarse
sobre ella al miserable seductor, que deseaba forzarla.
¿Quién podrá describir el asombro, miedo y espanto de la
joven? No había nadie que pudiera socorrerla.
Trastornada e incapaz de escaparse, no pudo sino lanzar
un grito de alarma: "¡San José, ayúdame! ¡Socórreme, virgen
Patriarca!".
E
82
En el mismo instante el hombre, que estaba seguro de
lograr su objetivo, sintió que se le envaraban todos los
miembros quedando sus pies clavados al suelo, sus brazos
caídos sin movimiento y todo su cuerpo encadenado por una
especie de parálisis repentina.
"¡Ah, bruja!” —exclamó lleno de rabia y despecho— “¿qué
pretendes hacer de mí?".
Viéndose segura por la protección de San José, Juana
encontró la forma de convencer al criado para que desistiera,
haciéndole comprender su horrible crimen. Y sólo después de
ello el hombre recuperó la normalidad.
Segura ya de la completa conversión del culpable, jamás
habló a su padre de lo que había ocurrido. Pero, espantada de
los peligros del mundo, resolvió hacerse religiosa e ingresó en
un convento.
Entre favores extraordinarios de éxtasis y arrobamientos,
tuvo la dicha de contemplar al Santo Patriarca, a quien ella
llamaba padre y protector, y amaba cada día con mayor fervor
y confianza.
Murió santamente el 9 de febrero de 1686, a la edad de
59 años. Antes de su muerte predijo que con el tiempo la
Iglesia colocaría la fiesta de San José entre las más solemnes
del año, hecho que se ha cumplido.
83
+ San Gregorio Nacianceno
(329- 390)
"El Todopoderoso ha concentrado en San
José, como en un sol de brillo inigualable,
la combinación de luz y esplendor de todos
los otros santos"
84
El cordón y la moribunda
arta escrita por la Hermana María, Hermana de la
Caridad, en Chalons-sur-Marne, el 10 de noviembre
de 1865: "Con placer le escribo, Reverendo Padre, los
detalles de una curación obtenida por la intercesión de San José en
nuestro hospital:
Una pobre mujer, madre de cuatro niños pequeños, estaba
afligida con una enfermedad de tan seria naturaleza que fue puesta
bajo nuestro cuidado.
Tan pronto como tuve oportunidad le hice usar la medalla
bendita de San José e inscribí su nombre en los libros de la
Archicofradía.
Durante dos semanas ella estuvo entre la vida y la muerte. Se le
administraron los últimos sacramentos y a cada momento parecía
que su hora había llegado. Esta era también la opinión del médico.
Una noche recibí los Cordones de San José, se los mostré a ella y
me rogó tener uno. Estuve muy feliz de darle lo que pedía. Eran
alrededor de las nueve de la noche.
Decidí pasar la noche con ella invocando a San José en su ayuda
y le aseguro que su piedad y resignación me edificaron. Fueron
poderosos incentivos para redoblar mis oraciones en su favor.
San José escuchó nuestras súplicas. Al comienzo del día la
enferma se sentía mejor y, unos pocos días después, fue capaz de
C
85
regresar con su necesitada familia para gran admiración de los
médicos".
86
+ Su Santidad Papa Pío XII
(1876- 1958)
"Si José estaba tan involucrado, en corazón y
alma, en proteger y proveer a esta pequeña
familia de Nazaret, ¿no creéis que ahora en el
Cielo es el mismo padre amante y guardián de
toda la Iglesia, de todos sus miembros, como
lo fue de su Cabeza en la tierra?"
87
El regalo de la Santísima Pareja
uenta la misma Santa Teresa de Ávila que, estando
en oración el día de la Asunción en la Iglesia de los
Domínicos, le pareció que la revestían de un manto
blanco que deslumbraba en su blancura.
Al principio no veía quién le hacía esta gracia, pero en
seguida vio a su derecha a la Santísima Virgen y a la izquierda
a San José, que la cubrían con este rico manto, dándole a
entender que estaba purificada de todos sus pecados.
Así revestida y el corazón lleno de una alegría que no se
puede expresar, sintió que cogía las manos de la Santísima
Virgen y que ésta tenía una gran satisfacción de verla tan
devota de su santo esposo y que le encargaba pidiese a José
todo lo que le pareciese conveniente para bien de su
monasterio, asegurándole que lo conseguiría y que en prenda
de esta promesa le daba una joya especial.
Vio la santa en su cuello un hermoso collar del cual
pendía una cruz de oro.
Los dos santos esposos se volvieron al Cielo
acompañados de una multitud de espíritus angélicos, dejando
el alma de santa Teresa inundada de una alegría celestial con
un deseo ardiente, según ella misma confiesa, de consumirse
toda entera en servicio de Dios.
C
88
+ Santa Bernadette Soubirous
(1844- 1879)
"Si alguien no puede encontrar un maestro
que le enseñe cómo rezar, que tome a este
glorioso Santo (José) como su maestro,
y no se desviará"
89
Protección contra el demonio
eemos en "Devoción a San José", de Pastrignani, que en
un convento de Perpiñán había un religioso de gran
virtud. Una noche le asaltó el demonio con todo el
furor de que es capaz.
El combate se prolongó por toda la noche, dando
inquietudes mortales a aquel casto religioso, que resistió al
enemigo con todas sus fuerzas, sin poder impedirle que
volviese al instante a la carga.
Así permaneció hasta romper el día en que, con ayuda de
la gracia, logró hacer huir al tentador.
Habiéndosele ofrecido salir aquel día a la ciudad con el
prior del convento, vio venir hacia él a un hombre de un
aspecto venerable que le dijo:
—"Padre, ¿por qué no se acordó usted de San José en los
combates y asaltos tan multiplicados que padeció la noche pasada?
¿Por qué no le llamó en su ayuda?".
El religioso, admirado de que conociese tan
perfectamente lo que había pasado en el secreto de su alma,
se turbó al principio y después quiso responder, pero el que le
había preguntado desapareció, quedando él persuadido de
que aquel personaje no era otro que el glorioso San José, que
quiere le invoquen y pongan en él su confianza, sobre todo en
ocasiones peligrosas para aquella virtud de la que él fue tan
amante.
L
90
91
+ San Alberto Magno
(1193- 1280)
"San José era el hombre justo, por su
fidelidad constante, un efecto de justicia;
por su perfecta discreción, una hermana de
la prudencia; por su conducta recta, una
marca de fortaleza, y por su inviolable
castidad, una flor de templanza"
92
Escalera del Cielo
n 1850 el Obispo Jean Baptiste Lamy, del Vicariato
Apostólico de Nuevo México, vio la necesidad de
crear un centro educativo para niñas católicas en su
zona y envió su solicitud a diversas Órdenes educativas.
Las Hermanas de Loreto respondieron a su llamado. En
1853 las Hermanas abrieron efectivamente una escuela para
niñas en Santa Fe, Nuevo México.
Veinte años después pudieron al fin contratar al mismo
arquitecto de la Basílica Catedral de San Francisco de Asís. Y
él les diseñó una hermosa capilla de estilo gótico, entonces
conocida como Capilla de Nuestra Señora de la Luz y hoy
como Capilla de Loreto.
Sin embargo, el arquitecto murió antes de construir el
acceso al coro. Luego concluyeron que una escalera tomaría
demasiado espacio, minimizando los asientos.
Entonces las Hermanas invocaron la intercesión de San
José mediante una novena. Al noveno día, un hombre
misterioso buscando trabajo llegó a su puerta con un burro,
un martillo y una escuadra.
Sólo tenía herramientas sencillas y clavijas de madera. La
rara madera que traía no era nativa del sudoeste americano.
Las monjas sabían que usó un tipo de madera de abeto, pero
no de dónde salió ni cómo la consiguió el carpintero.
E
93
Además, mientras se construía la escalera a lo largo de
tres meses, nadie lo vio entrar o salir de la capilla. Una vez
completa, el misterioso trabajador desapareció sin pedir pago.
La estructura de la escalera que dejó lista es
extraordinaria. Una maravilla arquitectónica que hasta hoy
puede visitarse en la Capilla.
Las hermanas contactaron a las madereras de la zona
pero no pudieron encontrar ninguna cuenta abierta por los
suministros que él supuestamente había comprado.
94
+ San Alfonso María de Ligorio
(1696- 1787)
"Id a José, y haced todo lo que él os diga; id
a José, y obedecedle como Jesús y María le
obedecieron; id a José, y habladle como
ellos le hablaban; id a José, y consultadle
como ellos lo consultaban; id a José, y
honradle como ellos lo honraron; id a José
y sed agradecidos como ellos lo fueron; id a
José y amadle como ellos aún le aman"
95
La santa obediencia
uenta el Padre Pastrignani el caso de una religiosa
llamada Sor Teresa de la Encarnación, que llevaba
algunos años sufriendo de un pólipo, o excrecencia
en la nariz, que extendiendo sus raíces hasta los ojos y orejas
debía, según juzgaron los médicos, terminar con su vida en
poco tiempo.
Todos los remedios humanos se habían probado para
eliminar el terrible tumor, pero cada intento resultó inútil.
Otra religiosa, Sor Clara, llena de confianza en San José,
le dijo a la enferma en una de las visitas que le hacía: "Buen
ánimo, hermana, que San José cuidará de usted. No lo dude".
Después, volviéndose a una imagen del Santo que allí se
encontraba, exclamó:
—"Santo mío glorioso, por el consuelo y alegría que recibía
vuestra alma cuando cogíais en vuestros brazos al Niño Jesús y por el
amor que profesabais a la Virgen María, os suplico me concedáis esta
gracia".
Dicho esto, se fue después de prometer a la enferma que
al día siguiente comulgaría con esta intención.
Cumplió con su promesa y luego de comulgar con fervor
volvió a ver a la enferma, pero la encontró con un terrible
dolor de cabeza, con la nariz deformemente hinchada y con
color y síntomas de que se estaba iniciando una gangrena.
C
96
No por esto se turbó la devota sierva de San José y, en
cambio, con firmeza y alegría se dirigió a la paciente y le dijo:
—"¡Buen ánimo, hermana mía, que usted se curará! San José le
concederá a usted esta gracia y, para asegurarlo mejor, le he
prometido tres misas y vestir a un pobre en honra suya".
Luego le dijo a la paciente:
—"Ahora usted va a hacer un acto de obediencia en obsequio de
San José. Vamos pues: suénese usted...".
A ese acto se resistía la enferma, por los grandes y agudos
dolores que la oprimían.
—"Obedezca usted, hermana” —repitió Sor Clara—
“obedezca usted y no dude que encontrará alivio: San José la
ayudará".
La paciente obedeció con valor, pero sintió un dolor tan
agudo y violento que le parecía que se le abría la cabeza.
Un momento después le vino un fuerte estornudo y con
el mismo arrojó por las narices la excrecencia con todas sus
raíces, desapareciendo la terrible y dolorosa enfermedad.
De hecho, una vez arrancado y expelido el pólipo, la
enferma quedó al instante aliviada y sana, con gran
admiración de los médicos, que fueron a visitarla y observar
por sus propios ojos la extraordinaria curación obrada por
mediación del glorioso Patriarca San José.
97
+ Beato Pedro Julián Eymard
(1811- 1868)
"Conviértelo (a San José) en el patrón de tu
familia, y pronto tendrás la prueba tangible
de su mano protectora"
98
Fin de la peste
n anciano que vivía en un pueblo cerca de Lyon, en
Francia, habiendo sido atacado de la peste que asoló
aquella ciudad en el año 1638, le preguntó al
sacerdote si no habría, fuera de los remedios humanos, algún
otro medio de salvarle la vida.
Y el cura le respondió:
—"No tiene usted más que hacer voto de celebrar todos los años
la fiesta de San José confesando y comulgando y de prepararse en lo
sucesivo para ella haciendo una novena en la que rezará siete
Padrenuestros y siete Avemarías, invocando otras tantas veces los
sagrados nombres de Jesús, María y José".
El buen anciano hizo el voto propuesto y, al instante,
desapareció de él la peste con todos sus síntomas.
U
99
+ San Antonino de Florencia
(1389- 1459)
"Aquel que da la vida por Dios merece la
aureola del martirio; y por tanto, al que da
por el mismo Señor una vida más querida
y preciosa que la suya propia, se le deberá
una aureola tanto más brillante, cuanto
más querida es la vida sacrificada. Ahora
bien, consintiendo San José en la muerte de
Jesús, a quien amaba más que a su propia
vida y que mil vidas, si las tuviese, daba en
obsequio del Eterno una vida más preciosa
y estimada que todas las vidas. Luego
corresponde a San José, después de María,
la más esplendente aureola de mártir"
100
Curación extraordinaria
n el libro "Eficacia milagrosa del Cordón de San José",
publicado en 1870 en Montreal, Canadá, leemos la
siguiente carta escrita por la Hermana Helle de la
Providencia en Rouen el 4 de octubre de 1867:
"Reverendo señor, tengo el placer de comunicarle los nombres de
varios que han experimentado la amable intercesión de nuestro
glorioso santo.
El hecho más extraordinario que tengo que mencionar es la
curación de un joven residente en Ecrinville.
Por los últimos dos años él ha sufrido una enfermedad pulmonar.
Estaba de hecho tan debilitado que los doctores le dijeron que se
preparara para morir.
Sin perder la confianza en el poder del Cielo hizo una novena a
San José y una vez completada comenzó una segunda hacia el final
de la cual recibió el Cordón bendito de San José.
Apenas puso el sacramental sobre su cuerpo se sintió súbitamente
curado".
E
101
DEVOCIONES ESCOGIDAS
Selección de
oraciones para
acudir a nuestro
Santo Patrono
102
Oración a San José
h Santísimo José! Patriarca de los más
bienaventurados y honrados de Dios entre todos
los santos, elegido y criado por el alto consejo de
la Trinidad para entregarte y encomendarte las dos cosas más
altas y de mayor valor que Dios creó en el Cielo y en la tierra,
que son la Madre Santísima de Jesucristo y al mismo
Jesucristo nuestro Dios y Señor.
Yo, indigno siervo y devoto tuyo, te pido me admitas bajo tu
protección y amparo y presentes mis oraciones delante de
nuestro Señor Jesucristo, y alcances por tu intercesión y
méritos que aproveche de su Pasión sacrosanta y logre en esta
vida el perdón de mis pecados, la perseverancia en la gracia y
una dichosa y santa muerte. Amén.
¡O
103
Acto de consagración a San José
lorioso San José! Amabilísimo padre de Jesús,
virginal esposo de María, dignaos recibirme en
este día en el número de vuestros hijos. Yo os
elijo por mi padre, mi protector y mi guía en el camino de la
salvación y me pongo en vuestros brazos.
Oh vos, que habéis tenido la dicha de ser el guardián de Jesús
y de María y habéis tenido presentes a vuestros ojos los
divinos ejemplos de nuestro dulcísimo Salvador, que habéis
vivido y conversado con Él y muerto entre sus brazos,
alcanzadme las virtudes de que tengo mayor necesidad
enseñándome, amantísimo padre, a hablar a Jesús en la
oración, a vivir con Él y por Él, haciendo todas mis acciones
por puro amor; y que así la más pequeña como la más grande
sea un acto de este amor.
Que sea manso, humilde y casto como Jesús; en una palabra,
que me asemeje a Él en todas las cosas; enseñadme a amar los
trabajos y humillaciones, y haced, amado Protector mío, que
no encuentre alegría ni contento alguno sino en el
cumplimiento de la voluntad de Dios; y con esto espero que,
mediante vuestra intercesión, llegaré a ver a Jesús. Amén.
¡Viva Jesús, María y José!
¡G
104
Devoción a los siete dolores y siete gozos
El devoto de San José no debería pasar un día sin rezar siete
Padrenuestros y siete Avemarías en memoria de los siete
dolores y siete gozos principales que tuvo en su vida, por ser
esta la devoción que le agrada mucho, como enseñó el mismo
Santo, según refieren varios autores y hemos relatado en esta
obrita.
Son los siguientes:
I
El dolor cuando, viendo embarazada a su esposa, la quiso
dejar y el gozo cuando el Ángel le declaró cómo había
concebido por obra del Espíritu Santo.
Padrenuestro. Avemaría.
II
El dolor cuando miró al Niño Dios recién nacido en tanta
desnudez y pobreza y el gozo cuando le vio festejado por los
Ángeles y venerado por los pastores.
Padrenuestro. Avemaría.
105
III
El dolor cuando en la circuncisión le vio herido, derramar
sangre y el gozo cuando le puso el nombre de Jesús, sabiendo
que había de salvar al mundo.
Padrenuestro. Avemaría.
IV
El dolor cuando oyó profetizar a Simeón los trabajos del Hijo
y el cuchillo de dolor que había de atravesar el corazón de la
Madre y el gozo cuando añadió Simeón que aquel Niño sería
el remedio y resurrección de muchos.
Padrenuestro. Avemaría.
V
El dolor cuando por la persecución de Herodes se vio
obligado a huir con el Niño y con la Madre a Egipto y el gozo
cuando al entrar el Niño Dios en Egipto cayeron todos los
ídolos de aquel reino.
Padrenuestro. Avemaría.
VI
El dolor cuando al volver de Egipto supo que reinaba
Arquelao y temió su ira, y el gozo cuando el Ángel le avisó
que se retirase a Galilea.
Padrenuestro. Avemaría.
106
VII
El dolor cuando perdió al Niño Jesús en Jerusalén y el gozo
cuando le halló después de tres días sentado entre los
doctores.
Padrenuestro. Avemaría.
Con este piadoso ejercicio se ganan 100 días de indulgencia cada
día, 300 cada miércoles y cada uno de los días que preceden a las
fiestas de San José y de su Patrocinio, además de una indulgencia
plenaria en estas dos fiestas, y una vez al mes, confesando y
comulgando (S.S. Pío VII, 9 de diciembre de 1819).
107
Fórmula para elegir por abogado a San José
antísimo Patriarca José, esposo afortunado de la
Santísima Virgen María Madre de Dios, seguro refugio
y abogado poderoso de todos los atribulados y
agonizantes; yo, en presencia de Jesús y de María, os elijo hoy
por mi protector y abogado en mi vida, pero principalmente
para la hora de mi muerte.
Firmemente propongo seros siervo fiel hasta mi última
respiración, procurando siempre que vuestra gloria crezca y
vuestra devoción se aumente en los corazones de los fieles,
enseñándoles a ser obsequiosos a vuestro nombre y mérito.
Recibidme, pues, por siervo vuestro y recomendadme a Jesús
y María ahora y en la hora de mi muerte, para que por vuestra
intercesión pueda conseguir lo que no puedo obtener por mis
grandes deméritos. Amén.
S
108
Oración del Papa León XIII
vos, bienaventurado san José, acudimos en nuestra
tribulación; y después de implorar el auxilio de
vuestra Santísima Esposa, solicitamos también
confiadamente vuestro patrocinio.
Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María
Madre de Dios os tuvo unido, y por el paterno amor con que
abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que
volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre,
adquirió Jesucristo y con vuestro poder y auxilio socorráis
nuestras necesidades.
Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia,
la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros
toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio desde
el Cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el
poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño
Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended a la
Santa Iglesia de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de
toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con el
perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos
por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente
morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza.
Amén.
A
109
Oración para pedir una buena muerte
h mi Santo protector, glorioso Patriarca San José,
que estando en el lecho de vuestro dulce tránsito,
os visteis rodeado de ángeles y asistido de su Rey,
Jesucristo, y de su Reina, la Santísima Virgen María, esposa
vuestra, y que con esta amabilísima compañía salisteis en una
paz celestial de esta miserable vida!
Alcanzadme la gracia de perseverar en el bien hasta que
muera reclinado en vuestros brazos. Sí, santo mío, por aquella
dulce compañía que Jesús y María os hicieron hasta la hora
de vuestra muerte, protegedme en la mía hasta que me vea
con vos en el Cielo.
Compadeceos también de las pobres almas del Purgatorio que
invocan vuestra gracia y poder para con ellas; amparadlas y
llevadlas pronto a vuestra gloria, para que, juntas con la mía
glorifiquemos vuestro santo nombre con el de Jesús y María
por todos los siglos. Amén.
¡O
110
Otra oración a San José
astísimo José, honra de los Patriarcas, varón según el
corazón de Dios, cabeza de la sagrada Familia,
ejecutor de los inefables designios de la Sabiduría y
Misericordia infinita, Padre adoptivo de Jesús y Esposo
dichosísimo de María, ¡cuánto me regocijo de veros elevado
a tan alta dignidad y adornado de las heroicas virtudes que
requiere!
Por aquellos dulces abrazos y suavísimos ósculos que disteis
al niño Dios, os suplico me admitáis desde ahora en el
dichoso número de vuestros esclavos.
Proteged a las vírgenes, oh tutor de la virginidad de María, y
alcanzadnos la gracia de conservar sin mancilla la pureza de
cuerpo y alma.
Apiadaos de los pobres y afligidos y, por aquella extremada
pobreza, por aquellos sudores y congojas que padecisteis por
sustentar y salvar al Criador y Salvador del universo, dadnos
el alimento corporal, y haced que llevando con paciencia los
trabajos de esta vida, atesoremos riquezas infinitas para la
eternidad.
Sed el amparo de los casados, oh Patriarca dichoso, y haced
que los padres y madres sean imágenes de vuestras virtudes y
perfectísimo dechado de piedad a sus hijos.
Proteged a los Sacerdotes e Institutos religiosos, y haced que,
imitando vuestra vida interior, llenen los cargos de su
C
111
ministerio con la perfección con que cumplisteis las
obligaciones de vuestro estado.
Llenadnos en vida de copiosas bendiciones, y en el trance de
la muerte, cuando el infierno haga un último esfuerzo para
perdernos, no nos desamparéis, poderoso abogado de los que
están agonizando y pues tuvisteis la dicha de morir en los
brazos de Jesús y María, alcanzadnos que espiremos
penetrados de un vivo dolor de nuestros pecados, y
pronunciando con ferviente afecto los dulcísimos nombres de
Jesús, María y José. Amén.
112
Letanías a San José
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
José justísimo, ruega por nosotros.
José castísimo, ruega por nosotros.
José prudentísimo, ruega por nosotros.
José valentísimo, ruega por nosotros.
José fidelísimo, ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
113
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio de vírgenes, ruega por nosotros.
Sostén de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten
misericordia de nosotros
℣. Le estableció señor de su casa
℟. Y jefe de toda su hacienda
OREMOS: Oh Dios, que en tu inefable Providencia te
dignaste elegir a San José por esposo de tu Santísima Madre:
concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor
en el Cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
114
El ‘Acordaos’ de San José
Breve oración con indulgencia
cordaos, oh castísimo Esposo de la Virgen María, y
amable Protector mío san José, que jamás se ha oído
decir que ninguno haya invocado vuestra protección
e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado.
Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, vengo a vuestra
presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. ¡Ah! No
desechéis mis súplicas, oh, Padre adoptivo del Redentor,
antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas
piadosamente. Amén.
300 días de indulgencia cada día que se rece, e indulgencia plenaria
una vez el mes, rezándola devotamente todos los días. También son
aplicables a las Ánimas del Purgatorio (S.S. Pío IX, 26 de junio de
1863).
A
115
Oración a San José antes del trabajo
lorioso San José, modelo de todos los que se dedican
al trabajo, obtenedme la gracia de trabajar con
espíritu de penitencia, para la expiación de mis
numerosos pecados; de trabajar con conciencia, poniendo el
culto del deber sobre mis inclinaciones; de trabajar con
recogimiento y alegría, mirando como una honra emplear y
desarrollar por el trabajo los dones recibidos de Dios; de
trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, sin nunca
retroceder delante del cansancio y las dificultades; de trabajar
sobre todo con pureza de intención y desapego de mí mismo,
teniendo siempre delante de los ojos la muerte y la cuenta que
deberé dar del tiempo perdido, de los talentos inutilizados, del
bien omitido y de la complacencia en el éxito, tan funesta a la
obra de Dios.
Todo para Jesús, todo por María, todo a vuestra imitación,
¡oh Patriarca San José! Tal será mi divisa en la vida y en la
muerte. Amén
G
116
Novena breve a San José
ti, ¡oh bendito José! venimos en nuestra necesidad,
seguros de que escucharás nuestra oración. A través
del amor tierno y casto que te ligó a la Inmaculada
Virgen Madre de Dios y a través del amor paternal con el que
acogiste al Niño Jesús, te rogamos humildemente que nos
mires con el mismo afecto y a través de tu poder y fortaleza
nos ayudes en nuestras necesidades (petición).
Oh, glorioso San José, esposo de María, nuestra Madre, obtén
para cada uno de nosotros una mente pura, humilde y
caritativa y una perfecta resignación a la Divina Voluntad. Sé
nuestro guía, nuestro padre y nuestro modelo a través de la
vida, para que podamos merecer morir como lo hiciste en los
brazos de Jesús y María. Amén.
℣. Oh, glorioso San José, por el amor que le tienes a
Jesucristo y por la gloria de Su Nombre.
℟. Oye nuestras oraciones y obtén nuestra petición.
A
117
Himno josefino
Gozos del esposo de María
y glorioso Patriarca San José
Pues sois santo sin igual
y de Dios el más honrado:
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Antes que hubieseis nacido,
ya fuisteis santificado,
y ab ætérno destinado
para ser favorecido:
Nacisteis de esclarecido
linaje y sangre real.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Vuestra vida fue tan pura
1ue en todo sois sin segundo:
después de María, el mundo
no vio más santa criatura;
y así fue vuestra ventura
entre todos sin igual.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Vuestra santidad declara
aquel caso soberano,
118
cuando en vuestra santa mano
floreció la seca vara;
y porque nadie dudara,
hizo el Cielo esta señal.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
A vista de este portento,
todo el mundo os respetaba,
y parabienes os daba
con alegría y contento;
publicando el casamiento
con la Reina celestial.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Con júbilo recibisteis
a María por esposa,
Virgen pura, santa, hermosa,
con la cual feliz vivisteis,
y por Ella conseguisteis
dones y luz celestial.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Oficio de carpintero
ejercitasteis en vida,
para ganar la comida
a Jesús, Dios verdadero,
y a vuestra Esposa, lucero,
119
compañera virginal.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Vos y Dios con tierno amor
daba el uno al otro vida,
Vos a Él con la comida,
Y Él a Vos con su sabor:
Vos le disteis el sudor,
y Él os dio vida inmortal.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Vos fuisteis la concha fina,
en donde con entereza
se conservó la pureza
de aquella Perla divina,
vuestra Esposa y Madre digna,
la que nos sacó de mal.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Cuando la visteis encinta,
fue grande vuestra tristeza;
sin condenar su pureza,
tratabais vuestra jornada;
estorbóla la embajada
de aquel Nuncio celestial.
Sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
“No tengáis, ¡oh José!, espanto
—El Paraninfo decía—:
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  • 2. 2 GLORIAS DE SAN JOSÉ VISIONES MILAGROS ORACIONES El más glorioso y desconocido de los santos. Príncipe de los Patriarcas, San José recibe en este trabajo una reparación en devoción, admiración y luces contemplativas. EDITORIAL SURGITE! 2022
  • 3. 3 Créditos Colección supervisada por CONSEJO DE REDACCIÓN ASOCIACIÓN APOSTÓLICA REGINA ANGELORUM® Versión electrónica DEVOCIÓN | DIGITAL® Todos los derechos reservados Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio –salvo pasajes breves para reseñas o citas, siempre y cuando se citen las fuentes– de los textos, gráficos o fotografías de este libro sin la autorización expresa de Editorial Surgite! © 2022 Original: Editorial Surgite!® © 2022 Diseño: CapitalIdeas® Diseñado y corregido en los talleres digitales de CapitalIdeas®, Londres, Reino Unido
  • 4. 4 Dedicatoria Al Padre del mejor Hijo. Al esposo de la mejor Madre. Al coadjutor del Consejo Supremo de la Trinidad beatísima. Al único y feliz que mereció poseer el fruto deseado de los Patriarcas. Al Tesorero celestial de las prendas más preciosas y más ricas. Al secretario del Divino Corazón. Al gobernador y superintendente de su Casa. Al que mereció los abrazos, ósculos y cariños del mismo Dios. Al nobilísimo Hijo de David hecho a la medida del Corazón de Dios. Al santo sin igual, el Glorioso Padre y protector nuestro San José, a cuyos pies ofrecemos esta obrita. Patriarca Sacratísimo, ¡ruega por nosotros!
  • 5. 5 Epígrafe “Este misterio de gracia de la Encarnación del Verbo, no fue realizado por Dios de improviso y aquellos que habían sido elegidos para tomar parte en él, fueran preparados por Él mucho tiempo antes. La corte del Hijo de Dios hecho Hombre se compone de María y de José; el mismo Dios no podría haber encontrado siervos para su Hijo más dignos para estar junto a Él. Consideremos particularmente a San José. Encargado de la educación del Príncipe real del Cielo y de la Tierra, encargado de dirigirlo y servirlo, era necesario que sus servicios hicieran honor a su divino pupilo: no quedaba bien a un Dios, tener que avergonzarse de su padre. Por tanto, debiendo ser Rey, de la estirpe de David, hace nacer a San José de ese mismo tronco real: quiere que él sea noble, incluso de la nobleza terrenal. En las venas de San José corre, pues, la sangre de David, de Salomón, y de todos los nobles reyes de Judá y si su dinastía hubiese continuado reinando, él [San José] sería heredero del trono y lo ocuparía a su vez” “Mois de Saint Joseph, le premier et le plus parfait des adorateurs” Extract des écrits du P. Eymard, Desclée de Brouwer, París, 7ª ed., pp. 59-62
  • 6. 6 Preámbulo ¿Por qué tuvieron que pasar casi diez siglos para que la Iglesia hablase abiertamente de San José? ¿De qué privilegios goza la cabeza de la Sagrada Familia? ¿Qué tipo de favores concede? ¿Cómo pedir su auxilio? ¿Por qué debiese ser —después de Dios y de Nuestra Señora— nuestra mayor devoción? Esta obra repasa caminos de piedad que se unen a lo sobrenatural y asombroso con milagros que invitan a cada alma a ponerse bajo su protección. Con cada compra nos ayuda a publicar más obras de apostolado. Consejo editorial Devoción | Digital www.devocion.digital
  • 7. 7 Contenido de esta obra VISIONES MILAGROS ORACIONES ..................... 2 Dedicatoria......................................................... 4 Epígrafe............................................................. 5 Preámbulo.......................................................... 6 Presentación ...................................................... 11 MILAGROS...................................................... 19 + Santa Gertrudis la Grande..........................................20 Cáliz Místico .................................................................21 + San Bernardino de Siena............................................23 Lourdes Josefino ...........................................................24 + San Francisco de Sales ...............................................26 Vínculo Celestial ...........................................................27 + Santa Teresa de Ávila ................................................29 Pérdida de visión ...........................................................30 + San Alfonso María de Ligorio .....................................32 Sin vocaciones...............................................................33 + San Bernardo de Claraval...........................................35 Vicios arraigados ...........................................................36 + Beato Bernardino de Bustis .........................................38 Auxilio ante la muerte ...................................................39 + Padre Pío de Pietrelcina..............................................41 En dificultades económicas............................................42
  • 8. 8 + San Leonardo de Puerto Mauricio ...............................45 Curación milagrosa .......................................................46 + Santo Tomás de Aquino.............................................47 Privilegio de San José ....................................................48 + San Anselmo de Canterbury O.S.B. .............................50 Favores del glorioso Patriarca........................................51 + Beato Pedro Julián Eymard........................................53 Gozos y dolores.............................................................54 + Santa Brígida de Suecia .............................................56 Más favores de San José ................................................57 + San Juan Crisóstomo .................................................59 El santo nombre del Patriarca........................................60 + Su Santidad Papa Pío IX...........................................62 Terribles enfermedades..................................................63 + Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz ............65 Desgracia y salvación ....................................................66 + San Francisco de Sales ...............................................68 Las llamas después de la muerte ....................................69 + Beato Bernardino de Bustis .........................................71 Triple prodigio...............................................................72 + Su Santidad Papa León XIII ......................................74 La Novena y el olvido ...................................................75 + Santa Magdalena Sofía Barat .....................................77 Los cuidados de San José ..............................................78
  • 9. 9 + Su Santidad Papa Pío XI...........................................80 La protección de la virtud..............................................81 + San Gregorio Nacianceno...........................................83 El cordón y la moribunda ..............................................84 + Su Santidad Papa Pío XII..........................................86 El regalo de la Santísima Pareja.....................................87 + Santa Bernadette Soubirous ........................................88 Protección contra el demonio ........................................89 + San Alberto Magno ...................................................91 Escalera del Cielo ..........................................................92 + San Alfonso María de Ligorio .....................................94 La santa obediencia .......................................................95 + Beato Pedro Julián Eymard........................................97 Fin de la peste................................................................98 + San Antonino de Florencia .........................................99 Curación extraordinaria............................................... 100 DEVOCIONES ESCOGIDAS.............................. 101 Oración a San José ...................................................... 102 Acto de consagración a San José ................................. 103 Devoción a los siete dolores y siete gozos .................... 104 Fórmula para elegir por abogado a San José................ 107 Oración del Papa León XIII ........................................ 108 Oración para pedir una buena muerte.......................... 109 Otra oración a San José ............................................... 110
  • 10. 10 Letanías a San José...................................................... 112 El ‘Acordaos’ de San José............................................ 114 Oración a San José antes del trabajo............................ 115 Novena breve a San José ............................................. 116 Himno josefino............................................................ 117 Oración a San José para pedir una muerte santa.......... 124 Otra consagración a San José ...................................... 126 Bendita sea tu humildad .............................................. 127 Novena a San José....................................................... 128 Novena aprobada por S.S. Pio IX................................ 139 Sancte Ioseph, ora pro nobis!....................................... 157
  • 11. 11 Presentación Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía… Desde hace muchos años esperamos cumplir con nuestro deseo de hacer particular cuestión en la devoción a San José. Es poco y mal que se le conoce. Por su humildad, Dios consintió que ocurriese como con Nuestra Señora: casi no se les menciona en las Escrituras más que para consignar su linaje o algún hecho puntual. Dios merecía toda honra y elogio. Y a San José se le deforma tanto haciéndole un anciano calvo, adormilado y ruborizado que apenas puede cargar con el Niño Dios. ¿Quién, teniendo miles de ejemplos formidables en el santoral, acudiría a él? Podemos declarar sin temor a equivocarnos que no hay santo, después de la Santísima Virgen, más poderoso y elevado que él. En otras palabras: después de Jesús y María, José. Luego viene el resto de la corte celestial, con todas sus glorias y nuestros más queridos patronos. San José, el último de los Patriarcas y Príncipe de la Casa Real de David, es el puente glorioso entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
  • 12. 12 Proporcionalidad, armonía y la grandeza del Creador Los planos de la Creación, desde los más pequeños e inferiores a los más altos y estupendos, son armónicos. Nada falta, y lo que en una cosa se refleja de Dios, en otra expresa su negación, como la inocencia de la paloma y la astucia de la serpiente, en el Evangelio. Tenemos los abismos y las altas cumbres, los extremos del dolor y lo sublime del consuelo. Dios, que es todopoderoso, la sabiduría, la bondad, la grandeza, creó para Sí mismo, para Su único Hijo que vendría al mundo, para esa segunda persona de la Santísima Trinidad, un padre y una madre según la naturaleza humana. En Nuestra Señora dispuso el reflejo de lo mejor, superior y más elevado de todos los planos del universo. Ella, criatura, llevaría en su seno al Creador. Ella, Virgen inmaculada, sería Madre del Verbo, conservándose virgen antes, durante y después de darle a luz. Él se formaría de su sangre y carne… ¿qué extremos de perfecciones pondría Dios en la que sería Su madre? Él no tiene limitaciones en Su poder, dispuso lo mejor, más excelente, para Él mismo. Y en el caso del padre adoptivo en la tierra, ¿habría ahorrado perfecciones, poder o grandezas al crearlo? El que sería Su protector, quien Le daría consejos cuando el pequeño Dios preguntase, el que Le defendería de Sus enemigos, el que debía estar a la altura de la Virgen Santísima y sus perfecciones, el que sostendría el hogar y sería cabeza de esa familia, tomando en sus manos el dominio de lo más valioso del universo, esto es, el mismo Dios y Su Madre, ¿sería un hombre cualquiera, casi olvidable por lo mediocre que se le representa?
  • 13. 13 No. Dios hace las cosas proporcionales y armónicas. Creó en San José un padre tan estupendo y lleno de perfecciones como eran las maravillas y grandezas de la Virgen y el Niño. Cada uno según su condición, porque Dios es jerárquico y perfecto. San José, como dice San Bernardo, fue creado semejante a María, la más perfecta de todas las criaturas, reina y soberana de todo lo creado. Quiso reunir en Jesús todas las grandezas y legitimidades. Por la ruina de la casa real de David, San José no era el príncipe gobernante, pero poseía esa nobleza depositada en Jesucristo, Príncipe a su vez, y se cumplirían las profecías, como por la sangre de Nuestra Señora corría la sangre real de David. Todo en el Niño Dios es perfecto, sublime. En el Proto evangelio de Santiago, apócrifo, se relata que la Santísima Virgen fue, desde los tres años, educada en el Templo. Ya huérfana, al llegar a la edad de matrimonio, el Sumo Sacerdote buscó entre los hombres de la estirpe de David a uno para que fuera su esposo. Fueron convocados todos los jóvenes descendientes del Rey-Profeta. El profeta Isaías había profetizado (Is 11, 1) que “brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago”. Esto llevó a que todos los pretendientes depositaran una vara en el altar de la propiciación: la que floreciera indicaría al más digno de tomar la mano de María. Cuando amaneció, la vara de San José estaba cubierta de lirios. Así fue él escogido, y los lirios son el símbolo de su pureza, con los que se le representa.
  • 14. 14 San José es el recurso más poderoso para las almas de hoy Fue San José probado de muchas formas y en todas su confianza salió victoriosa. Se le sometió a pruebas terribles, como el anuncio de la maternidad de la Virgen estando la celestial pareja consagrada al celibato, ofrecida su virginidad perpetua a Dios. Él, perplejo, no supo qué hacer: no podía repudiarla, exponiéndola a la desgracia. Tampoco podía aceptar una situación vergonzosa a la que se negaba a dar crédito, conociendo a María en sus perfecciones y pureza. Podría abandonarla para no dañar a la Madre y el Hijo. Fue a dormir después de resolverlo por una lógica excepcional y entonces es avisado por un ángel de la formidable noticia de la Encarnación del Verbo. Lo mismo ocurre cuando se le pide huir a Egipto, tierra de enemigos, para proteger a la Virgen y al Infante de otros enemigos. Y también para que regresasen a Israel cuando el peligro había pasado. Así, una vida de obediencia, de sustentar y gobernar a su familia, compuesta nada menos que por el mismo Dios y por la más perfecta y grande de las criaturas, que se le sometían y dejaban gobernar, porque todos los bienes espirituales y materiales de esa familia estaban en sus manos. ¿Cómo tendría que ser San José en inteligencia, vitalidad, fuerza, vigor, seriedad, pureza, sabiduría y todas las virtudes para cumplir con su papel en la Salvación? No podremos, hasta contemplarle en el Cielo, si así Dios lo permite, comprender todas sus perfecciones. Por esos mismos títulos y por esa lógica de consecuencias, podemos comprender el amor perfecto que
  • 15. 15 Dios le tiene como padre adoptivo, y que nuestra Señora mantiene por él. Pero en el curso humano de la historia, San José no tuvo hasta muy tarde el lugar privilegiado que merece. La iglesia primitiva se ocupó de glorificar a los mártires, luego, por las disputas y errores, trabajó en probar la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Después surgen las cuestiones de Su naturaleza y la virginidad de Nuestra Señora. Recién entonces, en la Edad Media, comienza a brillar la devoción popular por San José. Hasta entonces no estaban dadas las condiciones necesarias para elevarle sobre los pueblos en el lugar que le corresponde. Fueron los carmelitas venidos de Oriente y luego los dominicos quienes sentaron las bases de la devoción y desarrollo doctrinario. La contrarreforma sería, finalmente, quien encendiera los corazones con el amor a la cabeza de la Sagrada Familia. Los papas Pio IX y León XIII le dotaron de los títulos de Patrono de la Iglesia Universal y Terror de los demonios, respectivamente. Si de María podemos decirlo todo, menos que es Dios, es decir, no hay alabanza, pensamiento, maravilla que podamos concebir que no corresponda a su grandeza, ¿podríamos aceptar desigualdad entre los esposos? Ya dijimos: después de Dios y de nuestra Señora, San José. Es la jerarquía que corresponde y tal como Dios quiere, un universo de desigualdades amadas por Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino.
  • 16. 16 San José, nuestro patrono y protector ¿Podría negarle algo Dios a San José, que le amó tanto al crearlo y al tomarlo como padre adoptivo? ¿Podría nuestra Señora, Mediadora universal de todas las gracias, ¿negarle algo a su amadísimo esposo? No. No es posible. Nadie es más poderoso intercesor ante el trono divino que él. No hay santo que contenga en sí tantos privilegios y facultades para interceder por nosotros. Él es el protector de la santa Iglesia, de las familias, de los trabajadores y de todo lo que podamos concebir. Nuestro amor, piedad y devoción deben contenerlo siempre y para cualquier necesidad. Nuestra admiración y contemplación de lo celestial y sobrenatural debe tenerle presente siempre y en todo lugar. San Antonio María Claret (1807-1870), recibió esta luminosa recomendación del Señor: “Que fuese muy devoto de San José, que acudiese a él con confianza”. Por su castidad y pureza, nos ayuda en problemas de la carne. Por su humildad y obediencia nos auxilia en problemas del orgullo. Por su papel en la Sagrada Familia nos provee de medios naturales y sobrenaturales para cumplir santamente nuestros deberes de estado. En la vida mística, contemplativa, él es nuestro modelo junto con nuestra Señora. En la lucha diaria en la tierra, él es nuestro amparo. Por su lógica perfecta, él es quien nos socorre en las dificultades, dudas y tentaciones. En los problemas económicos y de salud, él viene en nuestra ayuda, siempre y sin excepciones.
  • 17. 17 Imaginemos cuánto amor nos tiene por ser hermanos de Cristo, por ser también hijos de nuestra Señora por la legación que nos dio Jesús en la cruz. Salvo el de Jesús y María, no hay amor más grande que el que San José tiene por nosotros. Si estamos desconsolados, San José nos atiende con una caridad inconcebible. Tengamos toda la confianza en él y no seremos defraudados. Santa Teresa de Jesús decía que no recordaba nada que le hubiese pedido a San José que no hubiese sido atendido. El mismo Señor, aparecido a santa Margarita de Cortona (1247-1297), le recomienda: “Manifestad cada día, con un tributo de alabanza, vuestra respetuosa devoción a la bienaventurada Virgen María y a San José, mi padre nutricio”. A Jesús por María, a Jesús y María por San José En el pensamiento de San Luis María Grignion de Monfort, el apóstol de la devoción y consagración mariana, se sostiene que si Jesús vino al mundo por María y que por Ella ha de venir a reinar, entonces no sería errado pensar que Nuestra Señora y Jesucristo vendrán a reinar por San José. Desarrollemos un poco este pensamiento. Para que el orden querido por Dios sea el que gobierne la tierra es preciso un grado de virtudes seguidas por todos que den forma a esa organización de los pueblos, familias y personas. En San José encontramos el modelo perfecto de todas esas virtudes, estados de espíritu y ordenaciones. Imitándole aseguramos un reinado de Cristo, de María, por tanto, que hacen posible el cumplimiento de la promesa de
  • 18. 18 Fátima sobre el reinado de nuestra Señora después de los castigos previstos por ella en 1917. Si lo que ofrecemos a Dios es un orden tal que los Sagrados Corazones de Jesús y de María puedan establecerse con agrado, es por San José que se nos abre el camino para prepararlo y darle forma. Nuestra devoción a San José, la imitación de sus virtudes magníficas, son el primer paso. Luego ese entusiasmo josefino se extiende a las familias cristianas, a los pueblos sobrenaturalmente asistidos por él. Y así el mundo puede sentar las bases del reinado de Jesús y de María. Que esta obra, es nuestro deseo, impulse una devoción tierna y abandonada en él que dé lugar al cumplimiento de las divinas promesas, de las gracias prometidas por la Santísima Virgen, para mayor bien de las almas y gloria de la Santa Iglesia. Consejo de Redacción Devoción | Digital Abril de 2022
  • 20. 20 + Santa Gertrudis la Grande (1256- 1302) "Vi el Cielo abrirse y a San José sentado sobre un trono magnífico. Me sentí maravillosamente afectada cuando, cada vez que su nombre era mencionado, todos los santos hacían una profunda inclinación hacia él, mostrando por su apariencia de serenidad y dulzura que se regocijaban con él por su exaltada dignidad”
  • 21. 21 Cáliz Místico uentan las “Crónicas de San Francisco” que la venerable Madre Ana Rodríguez profesaba una tierna y filial devoción al glorioso Patriarca San José. Devoción que en ocasiones le pagaba el Santo con grandes favores. Relataremos uno en esta ocasión. Estaba un día la religiosa franciscana recogida en oración cuando, arrebatada en espíritu, se le aparecieron entre resplandores de gloria San José y su celestial Esposa María. En tanto que la Virgen Santísima recomendaba a su Divino Hijo a la devota del santo Patriarca éste, dirigiéndose a su favorecida, le presentó dos vasos: uno lleno de un líquido amarguísimo y otro rebosando de un licor muy dulce. Y le dijo: "Hija, escoge cuál de estos dos vasos prefieres beber en lo sucesivo, que con cualquier elección me darás contento". La religiosa, que recordaba que Jesús había elegido por nosotros el cáliz de amargura y que su Patrono durante su carrera mortal lo había apurado hasta el fondo, optó sin dudas ni rodeos por el cáliz amargo, exclamando: "¿Cómo queréis que escoja para mí el vaso de dulzuras, viéndoos a vos y a mi dulce Jesús abrevados de amargura?". Entonces el santo, mostrándole una cruz bellísima pero extremadamente pesada, le dijo: "Excelente elección has hecho, hija mía: que a proporción de las amarguras han de ser en el Cielo las dulzuras y por cada ligero peso de tribulación un peso eterno de gloria. De aquí, pues, en adelante, C
  • 22. 22 sufrirás el peso de la cruz con todas sus amarguras; pero regocíjate, porque en ella encontrarás inagotable fuente de felicidad y un medio eficacísimo para hacerte cada día más agradable a los ojos del Altísimo y atesorar riquezas de gloria eterna".
  • 23. 23 + San Bernardino de Siena (1380- 1444) "De ningún modo se ha de pensar que Jesucristo en los Cielos no otorgue a San José, como Hijo a su Padre, la familiaridad, reverencia y dignidad sublimísima que le concedió en la tierra; antes bien, debe confesarse que allí las completó y consumó"
  • 24. 24 Lourdes Josefino egún relata en 1662 el Padre Allard del Oratorio, el 7 de junio de 1660 un pastor de 22 años llamado Gaspard Ricard estaba pastoreando su rebaño en la zona oriental del Monte Bessillon. A la 1 de la tarde aumentó mucho el calor y se hizo difícil de soportar. Muy cansado y sediento, el joven decidió descansar en un área rocosa cuando de pronto un hombre alto se paró a su lado y apuntó una roca cercana diciendo: —"Soy José: levanta la roca y podrás beber". El sorprendido muchacho vio una gran piedra que parecía pesada y consideró que se necesitarían ocho hombres para moverla. Preguntó cómo podría hacerlo sólo si no había nadie más cerca. San José reiteró su instrucción de levantar la roca. Gaspard obedeció y, moviendo la piedra, encontró agua fresca fluyendo desde debajo. Comenzó a beber, emocionado, y al mirar hacia arriba vio que San José había desaparecido. Con prisa corrió hacia el pueblo exclamando sus noticias a los moradores y en tres horas el pequeño manantial de agua se había convertido en una fuente de abundante caudal. Es interesante notar que San José no dijo nada más que una simple instrucción de levantar la piedra y beber. Pero dijo mucho aún en ausencia de palabras. S
  • 25. 25 El agua es señal de curación y nueva vida en la santa Iglesia y aquí vemos que él señaló una fuente de agua, recordándonos que nos ha sido dado como intercesor, llevándonos a beber a la fuente de vida. Como resultado de esta aparición el rey Luís XIV (1638- 1715) decretó que ese día fuese festivo. Y haciendo su propio peregrinaje al lugar consagró Francia —y a sí mismo— a San José. Estas aguas que fluyen en Cotignac, Francia, se convirtieron en señal de esperanza para mucha gente por sus propiedades curativas tanto para el cuerpo como para el alma. Allí ahora hay un santuario dedicado en honor a San José. Uno de los milagros documentados que tuvo lugar fue registrado en 1662 por un sacerdote que había estado allí el año anterior. "Las aguas de San José traen milagros. Desde que regresé, un hombre que conocemos de Avignon, nacido Iame, fue a la fuente y regresó curado habiendo dejado sus muletas ahí. Todos beben y se llevan agua".
  • 26. 26 + San Francisco de Sales (1567- 1622) "¡Oh! ¡Cuán felices seremos si podemos tener alguna partecita en la santa intercesión de San José! Porque nada le será negado ni de parte de su Esposa, ni de parte del Hijo gloriosísimo. Si ponemos en él nuestra confianza, él nos conseguirá un santo acrecentamiento en todas las virtudes, y muy especialmente en aquellas que poseyó él en grado más alto que los demás, cuales son pureza santa de cuerpo y alma, la virtud amabilísima de la humildad, la constancia, la fortaleza, la perseverancia; virtudes por las cuales saldremos vencedores de nuestros enemigos en esta vida, y que nos obtendrán la gracia de llegar a la eterna"
  • 27. 27 Vínculo Celestial a devoción al cordón (o cíngulo) de San José de originó en Bélgica en 1657. En la ciudad de Amberes vivía una monja Agustina, la Hermana Isabel, cuya piedad angélica causaba la admiración de todos los que la conocían. Durante tres años la religiosa fue víctima de terribles sufrimientos. Su caso se volvió tan desesperado que los médicos declararon que su muerte era inevitable. Todos los recursos humanos se habían agotado y la única forma de recuperarse recaía en la misericordia divina. San José siempre había sido uno de sus protectores especiales y hacia él se dirigió en súplica en el momento de necesidad. Un pensamiento feliz vino a su mente: tal vez, si tuviera un cordón bendecido en honor a este Santo y lo usara sobre sí misma, podría aliviarse de la dolorosa enfermedad. Siguió su inspiración interior y, poco tiempo después, mientras estaba rezando se sintió súbitamente curada. Su recuperación fue considerada por amigos y visitantes como verdaderamente milagrosa. Muchas personas testificaron la veracidad del hecho, y un médico protestante se encontraba entre quienes firmaron el testimonio. L
  • 28. 28 Este incidente se encuentra entre los registros de las Bolandistas y fue insertado en una pequeña obra titulada "Mes de San José", publicada en Roma, en 1810. La obra fue leída públicamente durante el mes de marzo de 1842 en la Iglesia de San Nicolás en Verona y así se hizo conocido el suceso. A raíz de esto, muchos enfermos confiaron en el poder de San José y consiguieron cordones bendecidos en su honor. Se obtuvieron numerosas y extraordinarias gracias y hubo muchas curaciones milagrosas, algunas de las cuales relataremos más adelante. Esta singular devoción se esparció rápidamente: miles de cordones fueron enviados desde esta ciudad hacia Francia, Bélgica, Alemania, al resto de Italia e incluso hasta América y Asia. El cordón no sólo posee la virtud de curar las enfermedades físicas, sino que también es particularmente efectivo contra el espíritu impuro. El Obispo de Verona, viendo el gran progreso de esta devoción, hizo lo necesario para conseguir la ratificación de Roma. Después de una madura deliberación, la Sagrada Congregación de Roma dio su consentimiento y aprobó las oraciones unidas a la Bendición del cordón. La Asociación del Cordón de San José fue declarada Primaria y Su Santidad Pío IX le otorgó varias indulgencias extraordinarias.
  • 29. 29 + Santa Teresa de Ávila (1515- 1582) "Tomé por abogado y señor al glorioso San José, y me encomendé mucho a él: vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores de honra y pérdida del alma, este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de alma como de cuerpo: que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; de este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de Padre y le podía mandar, así en el Cielo hace cuanto le pide"
  • 30. 30 Pérdida de visión n una carta del Padre C. Amiot, escrita en La Guyoniére el 18 de noviembre de 1867, se lee: "Una de mis parroquianas, de diez años, tuvo en este último año mucho que sufrir por efecto de una erupción sanguínea, que le salió en casi todo el cuerpo. Quisieron atajarle el mal y desgraciadamente se consiguió con demasiada presteza porque el mal se le fijó en la cabeza y los ojos se resintieron, de modo que se temía con fundamento que la pobrecita se quedaría ciega. Se consultó al mejor oculista de Nantes y él juzgó gravísimo el caso; y a fin de que su tratamiento fuera más eficaz y seguro, exigió que la jovencita se quedara en casa del médico. Convinieron los padres de la niña y después de algunas semanas de prueba se habrían alegrado si la enfermita estuviera curada siquiera a medias. Porque de hecho el oculista les dijo que, para que no quedara del todo ciega, era necesario e indispensable que perdiera un ojo. Cualquiera comprenderá la pena que esta idea causó en los padres de la chiquilla, resueltos a buscar todos los medios posibles para preservarla de esa desgracia. Dejaron pues a la enfermita en casa del doctor y si más adelante se la llevaron a su casa, fue para regresarla todas las semanas a Nantes, que distaba de allí unos 50 kilómetros, para que la inspeccionara y curara. E
  • 31. 31 Después de tantas idas y venidas, después de todo, el oculista perdió toda esperanza y aconsejó a los afligidos padres que no hicieran más gastos porque todo sería en vano y sin ninguna utilidad. Y en este desenlace inesperado se acudió al glorioso Patriarca San José. La confianza de aquellos desahuciados padres en su poderoso abogado era tal que movía a devoción. Para obtener la gracia suspirada, amén de las oraciones comunes y particulares, se colocó por espacio de nueve días sobre la peana del santo una venda para ponerla después a los ojos de la doliente. Este único remedio, unido a la oración, fue completamente bueno y eficaz puesto que pronto se le despejaron los ojos y quedaron del todo limpios y brillantes, viendo la chica perfectamente tanto de uno como del otro. Tengo el consuelo de observarla todos los días en el catecismo, siendo recomendable no menos por su bella fisonomía que por su clara inteligencia. A imitación de sus buenos y consolados padres, se distingue por su filial devoción al Santo Patriarca, que todo lo puede y todo lo procura para bien de sus hijos".
  • 32. 32 + San Alfonso María de Ligorio (1696- 1787) "El santo ejemplo de Jesucristo, quien mientras estuvo en la tierra honró tanto a San José y le obedeció durante su vida, debería ser suficiente para inflamar los corazones de todos con devoción a este Santo"
  • 33. 33 Sin vocaciones n los primeros años del siglo XVII la Orden de los Cartujos pasó por una gran prueba y tribulación que preocupó incluso a los más venerables religiosos del Instituto. Lloraban los pobres porque no se presentaban pretendientes del santo hábito, los noviciados estaban casi vacíos y los conventos próximos a quedarse desiertos, despoblándose y consumiéndose lentamente. Con objeto de atender a esta necesidad tan apremiante se convocó un capítulo general de la Orden, que se reunió en la Gran Cartuja. Los padres allí congregados, después de examinar la causa y los posibles remedios para conjurar el peligro de desaparecer que les amenazaba, creyeron que el auxilio principal les debía venir del Cielo, por lo que resolvieron acudir con toda humildad y confianza a la protección y amparo de San José. Por efecto de este dictamen y acuerdo se decretó que la Orden entera reconocería al Santo como su Patrono y que todos los años se celebraría su fiesta como una de las más solemnes. Se cumplió puntualmente lo decretado y pronto se palparon los efectos. En breve se presentaron numerosos pretendientes y los noviciados se llenaron de gente escogida, de forma que E
  • 34. 34 desaparecieron por completo los motivos de temor e inquietud. La casa de Lyon era una de las más afligidas por este vacío, pero como prometiera celebrar todas las semanas tantas misas en obsequio de San José cuantos fueran los sacerdotes del convento, recibió en pago de su devoción y confianza numerosos y fervientes postulantes, llenos de fe y entusiasmo por abrazar todas las austeridades del penitente Instituto.
  • 35. 35 + San Bernardo de Claraval (1090- 1153) "Este es el siervo fiel y prudente que nuestro Señor ha establecido sobre su familia, para ser el sostén y consuelo de Su madre, su padre nutricio y digno cooperador en la ejecución de Sus designios misericordiosos sobre la tierra... Qué dicha para él de no solamente ver a Jesucristo, sino también de oírle, de tenerlo en sus brazos y llevarlo de un lugar a otro, acariciarlo, abrazarlo, alimentarlo; de ser admitido en la participación de sus inefables secretos, que fueron ocultos a los ojos del mundo. ¡Oh prodigio de elevación! ¡Oh dignidad incomparable!"
  • 36. 36 Vicios arraigados l Padre Pablo Barry, devoto de San José, cuenta en su obra sobre la vida de este Santo que un religioso de la Compañía de Jesús tenía un pariente cercano que llevaba muchos años entregado a malas conductas, con las que deshonraba tanto el nombre de cristiano como el carácter sacerdotal del que estaba revestido. El buen Padre, lleno de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, aprovechándose de los lazos de sangre que le unían con aquel infeliz, empleó todos los medios que estaban en su mano para llevarle al buen camino. Pero al ver que sus caritativas amonestaciones eran vanas, inútiles sus paternales reprensiones y sin fruto sus advertencias más prudentes, acabó por suplicar al Padre de las misericordias que, si no había otro medio para traer al recto sendero al sacerdote extraviado, se dignara mandarle una grave y penosa enfermedad que le devolviese al sano juicio, esperando que volviese a centrarse a través de la tribulación. Imploró entonces el auxilio del glorioso Patriarca y en unión de sus amigos, a quienes había encomendado la misma causa, hicieron en conjunto dos novenarios, uno de misas y otro de comuniones en honor del santo. La gracia solicitada con tanto celo no se hizo esperar. El eclesiástico escandaloso cayó enfermo de gravedad y muy pronto se vio reducido al último extremo. E
  • 37. 37 Entonces, a la luz de la vela mortuoria, abrió los ojos, conociendo los desórdenes de su vida pasada y los detestó con toda sinceridad y arrepentimiento. Luego se apresuró a borrarlos de su alma con una confesión humilde y contrita. San José, que tan tangible había hecho la curación de aquella alma, quiso añadir otra sanación no menos sorprendente, es decir, la casi repentina curación corporal del enfermo. Después de haberse confesado cristianamente, el penitente se sintió súbitamente aliviado de su dolencia y se levantó sano y salvo de la cama, con la firme resolución de vivir en adelante según demandaba la santidad de su estado. Y desde entonces se entregó con celo y constancia a las obras de piedad y misericordia, propagando la devoción de su santo bienhechor y dedicándose a la gloria de Dios y el provecho del prójimo.
  • 38. 38 + Beato Bernardino de Bustis (1450- 1513) "El que suspire por alcanzar cualquier gracia del Altísimo, tome por abogado a San José ante la Virgen su bendita Esposa, y ante nuestro Señor Jesucristo, y todo lo conseguirá del Padre celestial"
  • 39. 39 Auxilio ante la muerte n el “Panegírico del Santo Patriarca San José”, escrito por el Rev. Padre Barry, leemos que la hermana Juana de los Ángeles, Priora de las Ursulinas, cayó enferma de un ataque de pleuresía1 , con fiebre abrasadora y dolores intolerables. Los remedios que se le administraban no le producían ningún alivio; de manera que, reducida la enferma al último extremo, sólo esperaba la muerte, tranquila y conformada. Un día en que la violencia del mal la había privado del uso de los sentidos, sin quitarle el conocimiento y lucidez de su alma, se quedó arrobada. Y en este rapto vio a San José, su querido protector, quien, descendiendo del Cielo con aire de bondad, venía a visitarla como anunciando un distinguido favor. Con esta visita su oscura celda quedó iluminada como en un día clarísimo. Distinguía la enferma en medio de una resplandeciente nube a un joven de gracioso aspecto, ricamente vestido y llevando en su diestra un cirio encendido. Entendió que éste era su ángel de la guarda. Después de él apareció el glorioso Patriarca San José, más brillante que el 1 Se trata de una inflamación del revestimiento de los pulmones y el tórax —la pleura— que ocasiona dolor torácico al tomar una respiración o toser. E
  • 40. 40 sol, lleno de gloria y majestad incomparable. Su semblante no era de anciano, sino de varón grave y maduro. Dirigió hacia la Madre Juana de los Ángeles una mirada llena de dulzura y abriendo sus paternales labios la exhortó a perseverar con constancia en los homenajes piadosos que solía tributarle y, para despedirse, le ordenó levantarse diciéndole que se le había otorgado la salud. Desapareció la visión y sintiéndose la religiosa perfectamente curada, se puso en pie al instante y se vistió como si nada hubiera tenido. Entre tanto se anunció la llegada del médico. Ella salió a su encuentro dejándolo estupefacto, pues creía que la encontraría muerta o moribunda y la veía sana y llena de vida y vigor. Cuando le preguntaron a la religiosa por aquel cambio portentoso, prorrumpió en alabanzas y acción de gracias a su Santo bienhechor, confesando públicamente el beneficio recibido de mano de San José a cuantos admiraron su curación completa y repentina.
  • 41. 41 + Padre Pío de Pietrelcina (1887- 1968) "San José, con el amor y la generosidad con los que cuidó a Jesús, también cuidará tu alma, y así como Lo defendió de Herodes, defenderá tu alma del Herodes más fiero: el demonio. Todo el cuidado que el Patriarca San José tuvo con Jesús, lo tiene contigo y siempre te ayudará con su patronazgo. Te liberará de la persecución del malvado y orgulloso Herodes, y no permitirá que tu corazón se aleje de Jesús. Ve a José con extrema confianza, porque yo, como Santa Teresa de Ávila, no recuerdo haberle pedido algo a San José sin haberlo obtenido"
  • 42. 42 En dificultades económicas na carta copiada por el Padre Huguet, del 1 de febrero de 1867, dice así: "Mi Reverendo Padre: voy a participar a vuestra Reverencia un hecho notable sobre la protección poderosa de San José, hecho del que yo mismo soy testigo presencial. El lunes último 28 de enero la Reverenda Madre Superiora subió al taller y comunicó a nuestros huérfanos la necesidad apremiante de fondos en que estaba la casa y los invitó a implorar todos el amparo de San José para obtener de él unos mil francos, que eran menester para cubrir los gastos. Con esto empezaron todos sus plegarias y la comunidad comenzó una novena. Al otro día, 29 de enero, una Hermana encontró en un corredor de la casa a una buena mujer a la que preguntó qué se le ofrecía. —“¿La madre Superiora?” —respondió la visitante. —“Pues no está en casa, pero si algo necesita usted, aquí estoy yo para suplirla”. —“Muy bien” —respondió la desconocida— “tome usted este encargo y haga el favor de entregárselo. Y al decir esto le dio una caja de cartón bien cerrada”. —“¿Y de parte de quién, señora?” —“Esto poco importa, hermana. Quede usted con Dios”. U
  • 43. 43 Así dijo la desconocida, y desapareció. Al momento que llegó la Superiora, le llevaron la cajita que ella recibió y, al abrirla, encontró un billete de mil francos. Estaba cerca de la capilla y la Superiora fue hasta allí y cayendo de rodillas prorrumpió en llanto, dando gracias a Dios, que de una manera tan conmovedora y notable había manifestado el poder y protección de San José. Luego subió la Superiora a mi aposento y sin decirme una palabra me presentó abierta una carta que estaba junto con el billete de mil francos, en la que se leía: "Conociendo vuestras grandes necesidades os envío, en nombre de San José, mil francos. En pago os suplico hagáis durante un año una novena cada mes, rogando por la santificación de una familia numerosa y por la conversión de su jefe". Seguían las iniciales de una firma desconocida. Como Vuestra Reverencia puede figurarse, todos hemos quedado impresionados vivamente por este suceso, y el miércoles por la mañana yo celebré el santo sacrificio de la misa en acción de gracias. Absolutamente nadie, salvo la Superiora, hermanas y huérfanos, tenía conocimiento de la novena que se había iniciado para remedio de la necesidad apremiante. Además, como esta casa está a dos kilómetros de la ciudad y lejos de vecinos que la frecuenten: nadie pudo naturalmente saberlo. Y otra circunstancia curiosa, digna de notarse, es que la Superiora había fijado la cantidad que debía pedir en 500 francos, pero después, pensándolo mejor, se dijo para sí:
  • 44. 44 ‘A San José lo mismo le da otorgarnos mil que quinientos, así que pidamos mil, que no vendrán mal’. Con esta generosidad se porta el santo Patriarca con los que en él confían".
  • 45. 45 + San Leonardo de Puerto Mauricio (1676- 1751) "Regocijáos, devotos ciertos de San José, porque estáis cerca del paraíso; la escalera que lleva hasta allí tiene tres peldaños: Jesús, María y José"
  • 46. 46 Curación milagrosa n el libro "Devoción a San José", de Pastrignani, se cuenta que un abogado del parlamento del Delfinado, que se hallaba en Lyon durante la peste que afligió a aquella ciudad en el año 1638, vio a uno de sus hijos atacados por la pestilencia con todas las señales que pronosticaban una muerte pronta e inevitable. Este padre cristiano se dirigió a San José y le prometió, si devolvía la salud a su hijo, ir durante nueve días consecutivos a oír misa en su iglesia, encender algunas velas en su honor y colocar en ella un exvoto con una inscripción que recordase el beneficio recibido por su intercesión. Sin embargo, los médicos fueron a visitar al joven enfermo y lo hallaron en un estado tan deplorable que mandaron lo llevasen al instante al lazareto, diciendo que no le quedaban más de dos horas de vida. La orden de los médicos fue ejecutada pero, apenas llegó al lazareto, el joven se halló repentinamente curado y el padre, reconociendo a su glorioso bienhechor, cumplió al instante el voto que le había hecho. E
  • 47. 47 + Santo Tomás de Aquino (1225- 1274) "Hay muchos santos a quienes Dios ha dado el poder de asistirnos en las necesidades de la vida, pero el poder dado a San José es ilimitado: se extiende a todas nuestras necesidades, y aquellos que lo invoquen con confianza seguro serán escuchados"
  • 48. 48 Privilegio de San José n “La vida de la Madre Catalina de San Agustín”, escrita por Pablo Reguenerón, se lee una visión sumamente honrosa a San José. Esta venerable religiosa, a quien Dios llamó a Canadá para ejercer el cargo de enfermera en el hospital de Quebec, siempre fue muy devota del glorioso Patriarca. Tal era su amor que al recibir el sacramento de la Confirmación se hizo cambiar el nombre por María Catalina Josefina, por su gran amor a María y José. El día de la Ascensión de Jesús a los Cielos, dice su vida, arrebatada la venerable Sierva en espíritu vio una bellísima procesión de Santos que acompañaban en triunfo al Cielo al Rey de la Gloria. En este cortejo glorioso San José ocupaba la cabeza de todos y era el que estaba más próximo a las puertas eternales. Tan pronto como entraron todos ellos y Jesucristo se hubo sentado en el trono que le estaba preparado a la diestra de Dios Padre, San José dirigió la palabra a la Augustísima Trinidad y en especial al Padre diciéndole: "Padre inmortal, ahí está el talento que me confiasteis sobre la tierra: os lo devuelvo y os lo devuelvo acrecentado y multiplicado en esta multitud de almas que os presento junto con el talento que me entregasteis: ellas son la ganancia conseguida". E
  • 49. 49 Y el Padre Eterno le respondió en estos términos: "Siervo bueno y fiel; así como fuisteis en la tierra el administrador de mi casa así quiero que en el Cielo seáis no un simple servidor sino un Señor, a quien me complace otorgar un poder extraordinario".
  • 50. 50 + San Anselmo de Canterbury O.S.B. (1033- 1109) "Así como fue conveniente que la Virgen tuviera tanta pureza, que no se pudiera hallar otra mayor debajo de Dios, así también importó grandemente que San José gozara de tanta excelencia, que no hubiera otra más semejante a la de María"
  • 51. 51 Favores del glorioso Patriarca e aquí un trozo de una carta, escrita en Namur, Bélgica, el 26 de abril de 1870, que confirma lo valiosa que es la intercesión de San José: "...Doncella, consagrada sin reserva a la gloria de San José, voy a pagar a mi feliz Patrono tributo de reconocimiento, haciéndole conocer a todos por qué invoco a este gran Santo en todas mis necesidades con viva y entera confianza. ¿Cómo no lo he de invocar si siempre lo he encontrado propicio? Entre las numerosas gracias que me ha conseguido hay una que forma el encanto de mi vida y que para la difusión del culto del Santo voy a contar aquí: Era todavía muy joven, cuando resolví consagrarme del todo a Dios en la religión, hollando sin temor los halagos del mundo; y después de haberlo consultado con varones experimentados y maduros, pedí permiso a mis padres para seguir la voz de Dios que me llamaba, pero con gran pena de mi alma se me negó rotundamente este permiso. No me desanimé por esto: volví muchas veces a la carga; interpuse a mi favor a varias personas influyentes en el ánimo de mis padres. Mas, ¡triste de mí! todo era inútil: la negativa seguía inquebrantable. Viéndome, pues, sin auxilio humano que me pudiera valer, me resolví a recurrir al amparo de San José. Rogué y procuré que otros rogasen por el mismo fin al Santo Patriarca. Fijé, tal vez H
  • 52. 52 temerariamente, un plazo al cumplimiento de mis deseos, instándole a que para un día determinado me tuviera ya metida en el convento. Mi esperanza no quedó burlada. Una tarde feliz, en el momento en que yo menos pensaba, mis padres me dieron el suspirado permiso diciéndome que podía partir cuando quisiera. Les di expresivas gracias por la bendición y pocos días después recibí el hábito de novicia. No pararon aquí los favores de San José. Por el mes de marzo del mismo año pedí por escrito a mi gran Abogado la curación de tres personas queridas, atacadas de males diferentes y de cuya salud desconfiaban ya los médicos; y habiéndole suplicado con vivas instancias que por mayo estuvieran ya sanas, mi súplica fue oída y los enfermos perfectamente restablecidos pudieron volver a sus ocupaciones habituales. Otras muchas gracias y más particulares favores me fueron concedidos por la protección omnipotente del Padre nutricio del Salvador, a quien amo agradecida y amaré siempre con todo mi corazón".
  • 53. 53 + Beato Pedro Julián Eymard (1811- 1868) "La devoción a San José es una de las gracias más escogidas que Dios puede dar a un alma... Cuando Dios desea elevar un alma a grandes alturas, la une a San José dándole un amor fuerte por el buen santo"
  • 54. 54 Gozos y dolores n los "Anales de San José"2 , podemos leer que en el siglo XVI surgió una devoción llamada "Los siente Padrenuestros de San José", que más tarde se conocería como "Los Siete Dolores y Gozos". La devoción como se conoce hoy se acredita al Beato Gennaro Sarnelli (1702-1744). Esta es la historia de cómo la devoción fue solicitada por el mismo San José: En una ocasión había dos sacerdotes de la Orden Franciscana que estaban navegando a lo largo de la costa de Flandes. Se levantó una terrible tempestad, haciendo naufragar al barco con sus 300 pasajeros. Los dos Padres se sujetaron a un tablón cercano mientras eran acometidos por violentas olas durante tres días y tres noches. Mientras tanto, los dos hombres recurrieron a San José rezando y rogando por su ayuda, para salvarse en el nombre de Dios, en medio de su terrible indefensión. Al tercer día alguien vino en su socorro apareciendo como un hombre radiante y alentándolos a tener fe y continuar confiando en San José. 2 Vol. X, No. I, publicado por la Archicofradía de San José en 1898. E
  • 55. 55 El misterioso aparecido los condujo a un puerto, para alegría y alivio de los dos sacerdotes. Al llegar seguros le agradecieron repetidamente y le pidieron su nombre. El hombre les reveló que era San José, a quien habían rezado todo ese tiempo. Los dos religiosos, queriendo extender alguna forma de honor o respeto al santo por todo lo que hizo por ellos, le preguntaron qué podían hacer para demostrar su gratitud. San José les dijo que, para honrarlo, recitaran a diario el Padrenuestro y el Avemaría siete veces mientras meditaban en sus siete dolores y siete gozos, añadiendo que siempre amaría y protegería a quienes meditaran piadosamente en esos misterios. Después de aconsejarlos, desapareció tan súbitamente como había aparecido.
  • 56. 56 + Santa Brígida de Suecia (1303- 1373) Cuentan las Revelaciones de Santa Brígida que un día le dijo la Virgen María: "José me sirvió tan fielmente que jamás oí de su boca una sola palabra de lisonja, ni de murmuración, ni de ira, pues era muy paciente, cuidadoso en su trabajo y, cuando era necesario, suave con los que reprendía, obediente en servirme, pronto defensor de mi virginidad, fidelísimo testigo de las maravillas de Dios. Igualmente, estaba tan muerto al mundo y a la carne que no deseaba más que las cosas celestiales”
  • 57. 57 Más favores de San José an Juan de la Cruz es el conocido místico y sacerdote que reformó la Orden Carmelita junto con Santa Teresa de Ávila en el siglo XVI, en España. Durante las muchas dificultades que Santa Teresa experimentó mientras fundaba nuevos conventos con frecuencia confió en San José para que la auxiliara en sus necesidades, tanto mundanas como extraordinarias. En su Autobiografía, ella escribió: "Una vez, cuando estaba en una de mis dificultades sin saber qué hacer, incapaz de pagar a los trabajadores, San José, mi verdadero padre y señor, apareció ante mí y me dio a entender que el dinero no faltaría y que debía contratar a los obreros. Entonces lo hice, aunque no tenía dinero, y nuestro Señor en una forma que llenó de asombro a quienes lo oyeron, me proveyó". En “Vida y obras de San Juan de la Cruz” se cuenta de unos religiosos que, a su regreso, pasando por una calle cercana al monasterio, encontraron a un hombre de hermosa apariencia... Se les acercó y preguntó: —Padres, ¿por qué esta Orden tiene tanta devoción a San José? Le respondieron: —Porque nuestra santa madre (Santa Teresa de Ávila) era muy devota de él. Le ayudó en todas sus fundaciones y ella recibió muchos S
  • 58. 58 favores del Señor... por lo que todas las casas que fundó han sido puestas bajo el patronazgo de San José. —Y ustedes recibirán muchos favores más, dijo el hombre misterioso. Y añadió: —Mírenme Reverendos Padres y mantengan una gran devoción a este santo; porque nada de lo que le pidan dejará de ser concedido. Y dicho esto, el extraño desapareció. Al llegar al monasterio, describieron todo a San Juan de la Cruz, quien les dijo: "¿No lo reconocieron? ¡Deben haber visto a San José! ¡Vayan y arrodíllense ante él! Pero él no vino por su causa sino por la mía, porque no he sido tan devoto a él como debería, pero lo haré desde ahora". Esto sucedió en el año 1584, dos años después de la muerte de Santa Teresa.
  • 59. 59 + San Juan Crisóstomo (347- 407) “El nombre justo, que el Espíritu Santo da a San José, significa completo en todas las virtudes”
  • 60. 60 El santo nombre del Patriarca l Vesubio —que con sus erupciones ha aterrado y devastado las tierras vecinas— abrió en 1631 una nueva boca, un inmenso cráter, por donde vomitaba tal diluvio de lava candente e inflamadas cenizas que, a semejanza de un impetuoso río, se desbordó destruyendo todo lo que se oponía a su paso. Y así cubrió con fuego abrasador todos aquellos contornos y en particular el sitio llamado Torre del Griego. Había en este lugar una buena mujer, llamada Camila, muy devota de San José, a quien invocaba en todas sus necesidades y apuros. Cuando estalló aquella erupción se encontraba en casa con un sobrinito suyo de cinco años, también llamado José. Espantada con lo que sucedía, no sabía qué hacer. Entretanto la lava crecía, se acercaba el río de fuego y aumentaba el peligro. En esto tomó al niño en sus brazos y echó a correr huyendo del riesgo que les amenazaba. ¿Pero a dónde escaparían? Por un lado, se veía la lava abrasadora que todo lo invadía como un río desbordado y, por el otro, se encontraba cerrado el paso por una enorme roca que avanzaba mar adentro. Sin saber qué hacer, Camila detuvo sus pasos. Si intentaba pasar adelante, tenía que arrojarse al mar, que rugía airado, con peligro de morir ahogada. En estos apuros se E
  • 61. 61 acordó de su poderoso protector y exclamó: "San José, ¡ayúdame! ¡Salva a mi sobrino y ahijado tuyo!". En esto, sin saber bien lo que hacía, colocó sobre la roca al indefenso niño y se arrojó valerosamente del lado del mar. En lugar de caer en las olas, como parecía natural, dio un salto increíblemente amplio y cayó sobre la arena sin recibir ningún daño, poniéndose al momento a salvo. Ella ya estaba libre, pero ¿y el pobre niño, que había dejado a merced de las llamas? Esta era su gran pena, por la cual corría fuera de sí, llamándolo y deplorando su desgracia. En medio de sus lamentos oyó claramente una voz que la llamaba: "¡Tía Camila! ¡Tía Camila!". Era la voz de su tierno y querido sobrino, que iba a su encuentro feliz y lleno de vida. "¡Oh! ¡Dios!", exclamó ella, corriendo a estrecharlo entre sus brazos: "¡Hijo mío! ¿Quién pudo salvarte del espantoso incendio? ¿Quién te libró del fuego que debía consumirte?". "Tía” —respondió el niño, riéndose— “San José; San José, a quien pediste ayuda, me tomó de la mano y no me soltó hasta ponerme aquí a salvo con toda seguridad". Entonces la piadosa Camila, llorando de puro gozo, se postró de rodillas y dio gracias al bienhechor soberano por los dos milagros con que los había favorecido a través de San José: salvar a su sobrino de las llamas y a ella de un ahogo seguro.
  • 62. 62 + Su Santidad Papa Pío IX (1792- 1878) "En estos últimos tiempos en que una guerra monstruosa y abominable se ha declarado contra la Iglesia de Cristo... deberíamos implorar más eficazmente la compasión de Dios a través de los méritos e intercesión de San José"
  • 63. 63 Terribles enfermedades or María Teresa Nicolasa, religiosa de Santa María de la Oración en Malamocco, Italia, se vio atacada por complicadas enfermedades que no cesaron de atormentarla por espacio de diez años consecutivos. Empezó su dolencia por un ataque violento de apoplejía, después tuvo otro de gota y al fin se juntaron a estos males otros dolores nerviosos agudos que la privaron de todo movimiento e incluso del uso de los sentidos durante muchas horas cada vez. A este cúmulo de tormentos se añadieron terribles dolores en diferentes zonas del cuerpo: palpitaciones del corazón, altas fiebres y parálisis que la ponían al borde del sepulcro y la hacían sufrir constantemente, causando la compasión de quienes la visitaban. Después de varios años de martirio ininterrumpido se le encogió una pierna por contracción muscular, cuando llegó a sus oídos una curación milagrosa que había obrado San José en Venecia, a unos veinte kilómetros de su convento. Entonces resolvió recurrir a este poderoso santo y junto con otras compañeras consagrarle siete miércoles. El primero, que fue el 26 de marzo de 1710, después de haber comulgado, tuvo un ataque terrible que le quitó el habla, el movimiento y los sentidos, dejándola como muerta por un cuarto de hora. S
  • 64. 64 Vuelta en sí del paroxismo, las hermanas la exhortaron a que implorase con viva fe los auxilios del santo Patriarca, cosa que hizo con todo el fervor de su alma. Pidió después tres hilos del vestido de la estatua de San José, que se venera en la iglesia de Venecia, y habiéndolos consumido le pareció que una mano invisible le iba estirando la pierna contraída y se la ponía en su estado natural. Sintiendo con esto que le regresaban las fuerzas perdidas, se levantó por sí misma del lecho y se puso a correr, transportada de alegría, dando gracias a Dios y a San José por el portento recibido. Al mismo tiempo, desaparecieron todas las demás molestias y la enferma de tanta gravedad quedó completamente sana.
  • 65. 65 + Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873- 1897) "Rogué a San José que fuese mi custodio. Desde mi infancia había sentido hacia él una devoción que se confundía con mi amor a la Santísima Virgen. Con esto emprendí sin miedo mi largo viaje. Iba tan bien protegida que me parecía imposible tener miedo"
  • 66. 66 Desgracia y salvación na carta escrita en Lyon el 25 de febrero de 1866, dice: "Habiendo ido últimamente a visitar a mis padres en Montplaisir, ocurrió un suceso que no olvidaré jamás en mi vida. ¡Tanta fue la viva impresión que dejó en mi alma! Después de la comida fui a pasear con mi suegra y dejé a mi esposo en compañía de su padre, que fue a buscar una bellísima pistola que había comprado hacía poco y que desgraciadamente estaba cargada, cosa que ambos ignoraban. Mi esposo, antiguo militar, tiene gran afición a las armas. Mientras su padre observaba las buenas cualidades de la pistola, metió el dedo en el gatillo y se disparó el arma, yendo a dar la bala en medio del pecho de mi marido, que cayó de espaldas como muerto. Su pobre padre, aterrado y tembloroso, creyó a su hijo gravemente herido, cuando con asombro vio que se levantaba y puesto de pie le decía: —"Padre mío, tranquilícese usted. Gracias a la medalla de San José no he recibido daño alguno". Nosotras llegamos del paseo en ese momento crítico. ¡Juzgue Vuestra Reverencia qué terror nos sobrecogió al oír el estallido del disparo y ver caer de espaldas a mi marido! Pero igual fue nuestro gozo y grandísimo nuestro reconocimiento cuando supimos que San José con su medalla le había salvado la vida. U
  • 67. 67 A mi esposo se le pasó rápido el espanto, por más que saliera con el chaleco y la barba quemados. Desde aquel instante puso la medalla en la cadena del reloj, y cuando sus amigos le preguntan qué lleva ahí, no se avergüenza de responder que es la medalla de San José, al cual le debe la vida".
  • 68. 68 + San Francisco de Sales (1567- 1622) "Nada le será rehusado (a San José), ni por Nuestra Señora ni por su glorioso Hijo"
  • 69. 69 Las llamas después de la muerte n "Afectos amorosos a San José", del Padre Juan Alloza SJ, se cuenta que un religioso de San Agustín — celoso propagador de las glorias de San José— era entusiasta de sus heroicas virtudes y del poder inmenso de que goza en el Cielo. Este buen sacerdote, algunos meses después de su ejemplar muerte, apareció ante otro religioso de su Orden presentándose rodeado de llamas y lamentándose por los horribles tormentos que sufría. —¿Qué es eso, padre mío? —exclamó el otro lleno de terror— ¿Por desgracia se ha condenado vuestra reverencia? —¡Gracias a Dios estoy a salvo! Mas he de confesar que debo mi feliz predestinación al glorioso Padre adoptivo de Jesús, de quien durante mi vida me mostré constantemente devoto y que todo lo puede ante el soberano Juez de vivos y muertos. A tan gran santo debo haberme librado de las penas eternas. —Pues entonces, ¿qué son esas llamas en que se abrasa vuestra reverencia? —replicó el otro. —¡Triste de mí! ¡Triste de mí! —concluyó el alma— Estoy ardiendo en el Purgatorio y padezco terribles penas! ¡Rogad por mí! E
  • 70. 70 Desapareció el devoto de San José dejando al religioso agustino sumido en serias reflexiones. ¡Dichosos quienes se empeñan en cultivar en sus almas la verdadera devoción al virginal Esposo de María! ¡Qué abogado tan poderoso tendrán en la hora de la muerte! No hay que dudar que muchos, en premio de su amor y devoción al Santo Patriarca, recibieron gracias sin las cuales hubieran perecido eternamente y con ellas se salvaron y, tal vez, incluso se vieron asistidos por el Santo en la muerte.
  • 71. 71 + Beato Bernardino de Bustis (1450- 1513) "San José era la imagen viviente de su Esposa Virgen; se parecían entre sí como dos perlas"
  • 72. 72 Triple prodigio n 1823 acababan de construir una capilla en una casa dependiente del seminario de San Acheul, llamada de San José de Blamont, con intención de dedicarla al santo protector de la casa. Todos los seminaristas se prepararon para la ceremonia de la bendición de esta capilla haciendo una novena a San José. El primer día de la novena el superior de la casa encontró a un campesino que vivía en la zona y, habiendo notado que estaba triste le preguntó la causa de su tristeza, por lo que supo que tenía dos hijos enfermos que a pesar de todos los remedios no habían encontrado alivio alguno. El superior le exhortó a recurrir a Dios a través de San José, ignorando que varias personas de esa familia llevaban el nombre del Santo. El campesino dijo que empezaría una novena a San José con su familia y le pidió que rogase por ellos. Dicho esto, fue a su casa, tiró todos los remedios que de nada habían servido, y empezó a rezar con toda su familia. En el mismo día empezaron a disminuir la fiebre y la hinchazón de sus dos hijos. E
  • 73. 73 A los días siguientes siguieron mejorando y al noveno día, que era el de la fiesta, el buen hombre se presentó en la casa de San José de Blamont, acompañado de sus dos hijos enteramente sanos y suplicó le dieran el permiso de asistir con ellos a todos los oficios del día para dar gracias a su benefactor celestial. Al doble prodigio mencionado se añade otro que se obró en el alma de uno de los niños, pues habiendo sido problemático y caprichoso hasta entonces fue desde ese momento un modelo de mansedumbre y aplicación a sus obligaciones.
  • 74. 74 + Su Santidad Papa León XIII (1810- 1903) “En San José… los cabezas de familia son bendecidos con el modelo insuperable de vigilancia y cuidado paternal”
  • 75. 75 La Novena y el olvido n la carta escrita por Paul Vilier en Aveyron, el 13 de junio de 1867, leemos: "Permítame comunicarle los detalles de una curación que no puedo evitar considerar un milagro. En el mes de mayo del presente año una pequeña niña llamada Irma, única hija de sus padres fue atacada con bronquitis. La enfermedad no venía sola, sino que estaba acompañada de catarro y fiebre tifoidea. Estaba tan mal su estado que fue declarada incurable. Pero lo que los humanos no pueden efectuar, nuestro gran Santo puede fácilmente realizarlo. Ante la sugerencia de una de mis hermanas, la familia de la niña enferma comenzó una novena en honor a san José. Nueve días pasaron y no hubo mejoría perceptible. El décimo día la crisis de su enfermedad fue tan grande que parecía que moriría. Mi hermana se apresuró a ver a la pobre niña y encontró a su familia hundida en la más profunda aflicción. Estaban incluso haciendo las preparaciones para su funeral. Ella les pidió que empezaran una segunda novena a San José, asegurándoles que los escucharía. Al mismo tiempo tomó el cordón (de San José) que ella usaba y lo puso sobre la niña. E
  • 76. 76 Al final de la segunda novena la niña, en contra de la predicción de su médico, estaba totalmente fuera de peligro. Sólo una vez durante la segunda novena tuvo una crisis violenta, y fue el día en que, por error, su familia olvidó decir las oraciones de la novena. San José pareció indicarles así que la oración era necesaria para obtener la curación. En el presente la niña goza de perfecta salud y es la luz y felicidad de su familia, que noche y día agradece a San José por su maravillosa curación".
  • 77. 77 + Santa Magdalena Sofía Barat (1779- 1865) "Amemos a Jesús sobre todo, y amemos a María como nuestra Madre; pero entonces, ¿cómo podemos dejar de amar a José, quien estaba tan íntimamente unido tanto a Jesús como a María? ¿Y cómo podemos honrarlo mejor que imitando sus virtudes? Ahora, ¿qué más hizo en toda su vida que contemplar, estudiar y adorar a Jesús, incluso en medio de sus trabajos cotidianos? Miremos, por tanto, a nuestro modelo"
  • 78. 78 Los cuidados de San José ray Junípero Serra (1713-1784) fue un sacerdote franciscano español y fraile que fundó una serie de misiones en el que más tarde se conocería como Estado de California. A lo largo de su vida —como leemos en "Junípero Serra: el hombre y su obra"3 —, Fray Junípero tuvo una fuerte devoción por San José y le ofrecía una Misa votiva cada miércoles. En 1769, mientras intentaba fundar una misión en San Diego, hubo una severa carestía de alimentos y la misión tuvo que ser abandonada antes incluso de empezar. En preparación de la Fiesta de San José del 19 de marzo, los frailes comenzaron una novena. Ese mismo día llegó un barco con los necesitados suministros. En su viaje a la Ciudad de México, Fray Junípero estuvo tres veces en peligro inminente de perecer de excesiva fatiga, hambre y las inclemencias del clima y las tres veces fue aliviado por los actos caritativos de un extraño que él sin duda creía que era San José descendido del Cielo para socorrerlo junto a sus compañeros. 3 De Fitch, A. H. Escrito en 1914. F
  • 79. 79 Años más tarde San José regresó ante él con todos los miembros de la Sagrada Familia con el propósito expreso de procurar al cansado fraile una buena noche de alojamiento.
  • 80. 80 + Su Santidad Papa Pío XI (1857- 1939) "Jesús y María mismos obedecían y ofrecían su homenaje a José, por la reverencia que la mano de Dios ha establecido en él, es decir, la autoridad de esposo y la autoridad de padre"
  • 81. 81 La protección de la virtud l Padre Vanderspecten SJ, relata en un libro flamenco de principios del siglo XVIII la biografía de la sierva de Dios Juana de Roek, hija de un procurador del gran Consejo de Malinas y sobrina de San Juan Berchmans, cuyas virtudes imitaba. Profesó una devoción extraordinaria a San José y era celosa propagandista de su culto, mereciendo favores especiales del santo. Entre los dones naturales del Cielo, Juana había recibido una gran belleza. Para desgracia suya, su hermosura no había escapado a las miradas apasionadas de un empleado de la casa. Un día de fiesta la familia se fue a los divinos oficios, dejando a Juana —de 17 o 18 años— al cuidado de la casa. Apenas sus padres salieron ella abrió la puerta del despacho y se disponía a entrar en él cuando vio lanzarse sobre ella al miserable seductor, que deseaba forzarla. ¿Quién podrá describir el asombro, miedo y espanto de la joven? No había nadie que pudiera socorrerla. Trastornada e incapaz de escaparse, no pudo sino lanzar un grito de alarma: "¡San José, ayúdame! ¡Socórreme, virgen Patriarca!". E
  • 82. 82 En el mismo instante el hombre, que estaba seguro de lograr su objetivo, sintió que se le envaraban todos los miembros quedando sus pies clavados al suelo, sus brazos caídos sin movimiento y todo su cuerpo encadenado por una especie de parálisis repentina. "¡Ah, bruja!” —exclamó lleno de rabia y despecho— “¿qué pretendes hacer de mí?". Viéndose segura por la protección de San José, Juana encontró la forma de convencer al criado para que desistiera, haciéndole comprender su horrible crimen. Y sólo después de ello el hombre recuperó la normalidad. Segura ya de la completa conversión del culpable, jamás habló a su padre de lo que había ocurrido. Pero, espantada de los peligros del mundo, resolvió hacerse religiosa e ingresó en un convento. Entre favores extraordinarios de éxtasis y arrobamientos, tuvo la dicha de contemplar al Santo Patriarca, a quien ella llamaba padre y protector, y amaba cada día con mayor fervor y confianza. Murió santamente el 9 de febrero de 1686, a la edad de 59 años. Antes de su muerte predijo que con el tiempo la Iglesia colocaría la fiesta de San José entre las más solemnes del año, hecho que se ha cumplido.
  • 83. 83 + San Gregorio Nacianceno (329- 390) "El Todopoderoso ha concentrado en San José, como en un sol de brillo inigualable, la combinación de luz y esplendor de todos los otros santos"
  • 84. 84 El cordón y la moribunda arta escrita por la Hermana María, Hermana de la Caridad, en Chalons-sur-Marne, el 10 de noviembre de 1865: "Con placer le escribo, Reverendo Padre, los detalles de una curación obtenida por la intercesión de San José en nuestro hospital: Una pobre mujer, madre de cuatro niños pequeños, estaba afligida con una enfermedad de tan seria naturaleza que fue puesta bajo nuestro cuidado. Tan pronto como tuve oportunidad le hice usar la medalla bendita de San José e inscribí su nombre en los libros de la Archicofradía. Durante dos semanas ella estuvo entre la vida y la muerte. Se le administraron los últimos sacramentos y a cada momento parecía que su hora había llegado. Esta era también la opinión del médico. Una noche recibí los Cordones de San José, se los mostré a ella y me rogó tener uno. Estuve muy feliz de darle lo que pedía. Eran alrededor de las nueve de la noche. Decidí pasar la noche con ella invocando a San José en su ayuda y le aseguro que su piedad y resignación me edificaron. Fueron poderosos incentivos para redoblar mis oraciones en su favor. San José escuchó nuestras súplicas. Al comienzo del día la enferma se sentía mejor y, unos pocos días después, fue capaz de C
  • 85. 85 regresar con su necesitada familia para gran admiración de los médicos".
  • 86. 86 + Su Santidad Papa Pío XII (1876- 1958) "Si José estaba tan involucrado, en corazón y alma, en proteger y proveer a esta pequeña familia de Nazaret, ¿no creéis que ahora en el Cielo es el mismo padre amante y guardián de toda la Iglesia, de todos sus miembros, como lo fue de su Cabeza en la tierra?"
  • 87. 87 El regalo de la Santísima Pareja uenta la misma Santa Teresa de Ávila que, estando en oración el día de la Asunción en la Iglesia de los Domínicos, le pareció que la revestían de un manto blanco que deslumbraba en su blancura. Al principio no veía quién le hacía esta gracia, pero en seguida vio a su derecha a la Santísima Virgen y a la izquierda a San José, que la cubrían con este rico manto, dándole a entender que estaba purificada de todos sus pecados. Así revestida y el corazón lleno de una alegría que no se puede expresar, sintió que cogía las manos de la Santísima Virgen y que ésta tenía una gran satisfacción de verla tan devota de su santo esposo y que le encargaba pidiese a José todo lo que le pareciese conveniente para bien de su monasterio, asegurándole que lo conseguiría y que en prenda de esta promesa le daba una joya especial. Vio la santa en su cuello un hermoso collar del cual pendía una cruz de oro. Los dos santos esposos se volvieron al Cielo acompañados de una multitud de espíritus angélicos, dejando el alma de santa Teresa inundada de una alegría celestial con un deseo ardiente, según ella misma confiesa, de consumirse toda entera en servicio de Dios. C
  • 88. 88 + Santa Bernadette Soubirous (1844- 1879) "Si alguien no puede encontrar un maestro que le enseñe cómo rezar, que tome a este glorioso Santo (José) como su maestro, y no se desviará"
  • 89. 89 Protección contra el demonio eemos en "Devoción a San José", de Pastrignani, que en un convento de Perpiñán había un religioso de gran virtud. Una noche le asaltó el demonio con todo el furor de que es capaz. El combate se prolongó por toda la noche, dando inquietudes mortales a aquel casto religioso, que resistió al enemigo con todas sus fuerzas, sin poder impedirle que volviese al instante a la carga. Así permaneció hasta romper el día en que, con ayuda de la gracia, logró hacer huir al tentador. Habiéndosele ofrecido salir aquel día a la ciudad con el prior del convento, vio venir hacia él a un hombre de un aspecto venerable que le dijo: —"Padre, ¿por qué no se acordó usted de San José en los combates y asaltos tan multiplicados que padeció la noche pasada? ¿Por qué no le llamó en su ayuda?". El religioso, admirado de que conociese tan perfectamente lo que había pasado en el secreto de su alma, se turbó al principio y después quiso responder, pero el que le había preguntado desapareció, quedando él persuadido de que aquel personaje no era otro que el glorioso San José, que quiere le invoquen y pongan en él su confianza, sobre todo en ocasiones peligrosas para aquella virtud de la que él fue tan amante. L
  • 90. 90
  • 91. 91 + San Alberto Magno (1193- 1280) "San José era el hombre justo, por su fidelidad constante, un efecto de justicia; por su perfecta discreción, una hermana de la prudencia; por su conducta recta, una marca de fortaleza, y por su inviolable castidad, una flor de templanza"
  • 92. 92 Escalera del Cielo n 1850 el Obispo Jean Baptiste Lamy, del Vicariato Apostólico de Nuevo México, vio la necesidad de crear un centro educativo para niñas católicas en su zona y envió su solicitud a diversas Órdenes educativas. Las Hermanas de Loreto respondieron a su llamado. En 1853 las Hermanas abrieron efectivamente una escuela para niñas en Santa Fe, Nuevo México. Veinte años después pudieron al fin contratar al mismo arquitecto de la Basílica Catedral de San Francisco de Asís. Y él les diseñó una hermosa capilla de estilo gótico, entonces conocida como Capilla de Nuestra Señora de la Luz y hoy como Capilla de Loreto. Sin embargo, el arquitecto murió antes de construir el acceso al coro. Luego concluyeron que una escalera tomaría demasiado espacio, minimizando los asientos. Entonces las Hermanas invocaron la intercesión de San José mediante una novena. Al noveno día, un hombre misterioso buscando trabajo llegó a su puerta con un burro, un martillo y una escuadra. Sólo tenía herramientas sencillas y clavijas de madera. La rara madera que traía no era nativa del sudoeste americano. Las monjas sabían que usó un tipo de madera de abeto, pero no de dónde salió ni cómo la consiguió el carpintero. E
  • 93. 93 Además, mientras se construía la escalera a lo largo de tres meses, nadie lo vio entrar o salir de la capilla. Una vez completa, el misterioso trabajador desapareció sin pedir pago. La estructura de la escalera que dejó lista es extraordinaria. Una maravilla arquitectónica que hasta hoy puede visitarse en la Capilla. Las hermanas contactaron a las madereras de la zona pero no pudieron encontrar ninguna cuenta abierta por los suministros que él supuestamente había comprado.
  • 94. 94 + San Alfonso María de Ligorio (1696- 1787) "Id a José, y haced todo lo que él os diga; id a José, y obedecedle como Jesús y María le obedecieron; id a José, y habladle como ellos le hablaban; id a José, y consultadle como ellos lo consultaban; id a José, y honradle como ellos lo honraron; id a José y sed agradecidos como ellos lo fueron; id a José y amadle como ellos aún le aman"
  • 95. 95 La santa obediencia uenta el Padre Pastrignani el caso de una religiosa llamada Sor Teresa de la Encarnación, que llevaba algunos años sufriendo de un pólipo, o excrecencia en la nariz, que extendiendo sus raíces hasta los ojos y orejas debía, según juzgaron los médicos, terminar con su vida en poco tiempo. Todos los remedios humanos se habían probado para eliminar el terrible tumor, pero cada intento resultó inútil. Otra religiosa, Sor Clara, llena de confianza en San José, le dijo a la enferma en una de las visitas que le hacía: "Buen ánimo, hermana, que San José cuidará de usted. No lo dude". Después, volviéndose a una imagen del Santo que allí se encontraba, exclamó: —"Santo mío glorioso, por el consuelo y alegría que recibía vuestra alma cuando cogíais en vuestros brazos al Niño Jesús y por el amor que profesabais a la Virgen María, os suplico me concedáis esta gracia". Dicho esto, se fue después de prometer a la enferma que al día siguiente comulgaría con esta intención. Cumplió con su promesa y luego de comulgar con fervor volvió a ver a la enferma, pero la encontró con un terrible dolor de cabeza, con la nariz deformemente hinchada y con color y síntomas de que se estaba iniciando una gangrena. C
  • 96. 96 No por esto se turbó la devota sierva de San José y, en cambio, con firmeza y alegría se dirigió a la paciente y le dijo: —"¡Buen ánimo, hermana mía, que usted se curará! San José le concederá a usted esta gracia y, para asegurarlo mejor, le he prometido tres misas y vestir a un pobre en honra suya". Luego le dijo a la paciente: —"Ahora usted va a hacer un acto de obediencia en obsequio de San José. Vamos pues: suénese usted...". A ese acto se resistía la enferma, por los grandes y agudos dolores que la oprimían. —"Obedezca usted, hermana” —repitió Sor Clara— “obedezca usted y no dude que encontrará alivio: San José la ayudará". La paciente obedeció con valor, pero sintió un dolor tan agudo y violento que le parecía que se le abría la cabeza. Un momento después le vino un fuerte estornudo y con el mismo arrojó por las narices la excrecencia con todas sus raíces, desapareciendo la terrible y dolorosa enfermedad. De hecho, una vez arrancado y expelido el pólipo, la enferma quedó al instante aliviada y sana, con gran admiración de los médicos, que fueron a visitarla y observar por sus propios ojos la extraordinaria curación obrada por mediación del glorioso Patriarca San José.
  • 97. 97 + Beato Pedro Julián Eymard (1811- 1868) "Conviértelo (a San José) en el patrón de tu familia, y pronto tendrás la prueba tangible de su mano protectora"
  • 98. 98 Fin de la peste n anciano que vivía en un pueblo cerca de Lyon, en Francia, habiendo sido atacado de la peste que asoló aquella ciudad en el año 1638, le preguntó al sacerdote si no habría, fuera de los remedios humanos, algún otro medio de salvarle la vida. Y el cura le respondió: —"No tiene usted más que hacer voto de celebrar todos los años la fiesta de San José confesando y comulgando y de prepararse en lo sucesivo para ella haciendo una novena en la que rezará siete Padrenuestros y siete Avemarías, invocando otras tantas veces los sagrados nombres de Jesús, María y José". El buen anciano hizo el voto propuesto y, al instante, desapareció de él la peste con todos sus síntomas. U
  • 99. 99 + San Antonino de Florencia (1389- 1459) "Aquel que da la vida por Dios merece la aureola del martirio; y por tanto, al que da por el mismo Señor una vida más querida y preciosa que la suya propia, se le deberá una aureola tanto más brillante, cuanto más querida es la vida sacrificada. Ahora bien, consintiendo San José en la muerte de Jesús, a quien amaba más que a su propia vida y que mil vidas, si las tuviese, daba en obsequio del Eterno una vida más preciosa y estimada que todas las vidas. Luego corresponde a San José, después de María, la más esplendente aureola de mártir"
  • 100. 100 Curación extraordinaria n el libro "Eficacia milagrosa del Cordón de San José", publicado en 1870 en Montreal, Canadá, leemos la siguiente carta escrita por la Hermana Helle de la Providencia en Rouen el 4 de octubre de 1867: "Reverendo señor, tengo el placer de comunicarle los nombres de varios que han experimentado la amable intercesión de nuestro glorioso santo. El hecho más extraordinario que tengo que mencionar es la curación de un joven residente en Ecrinville. Por los últimos dos años él ha sufrido una enfermedad pulmonar. Estaba de hecho tan debilitado que los doctores le dijeron que se preparara para morir. Sin perder la confianza en el poder del Cielo hizo una novena a San José y una vez completada comenzó una segunda hacia el final de la cual recibió el Cordón bendito de San José. Apenas puso el sacramental sobre su cuerpo se sintió súbitamente curado". E
  • 101. 101 DEVOCIONES ESCOGIDAS Selección de oraciones para acudir a nuestro Santo Patrono
  • 102. 102 Oración a San José h Santísimo José! Patriarca de los más bienaventurados y honrados de Dios entre todos los santos, elegido y criado por el alto consejo de la Trinidad para entregarte y encomendarte las dos cosas más altas y de mayor valor que Dios creó en el Cielo y en la tierra, que son la Madre Santísima de Jesucristo y al mismo Jesucristo nuestro Dios y Señor. Yo, indigno siervo y devoto tuyo, te pido me admitas bajo tu protección y amparo y presentes mis oraciones delante de nuestro Señor Jesucristo, y alcances por tu intercesión y méritos que aproveche de su Pasión sacrosanta y logre en esta vida el perdón de mis pecados, la perseverancia en la gracia y una dichosa y santa muerte. Amén. ¡O
  • 103. 103 Acto de consagración a San José lorioso San José! Amabilísimo padre de Jesús, virginal esposo de María, dignaos recibirme en este día en el número de vuestros hijos. Yo os elijo por mi padre, mi protector y mi guía en el camino de la salvación y me pongo en vuestros brazos. Oh vos, que habéis tenido la dicha de ser el guardián de Jesús y de María y habéis tenido presentes a vuestros ojos los divinos ejemplos de nuestro dulcísimo Salvador, que habéis vivido y conversado con Él y muerto entre sus brazos, alcanzadme las virtudes de que tengo mayor necesidad enseñándome, amantísimo padre, a hablar a Jesús en la oración, a vivir con Él y por Él, haciendo todas mis acciones por puro amor; y que así la más pequeña como la más grande sea un acto de este amor. Que sea manso, humilde y casto como Jesús; en una palabra, que me asemeje a Él en todas las cosas; enseñadme a amar los trabajos y humillaciones, y haced, amado Protector mío, que no encuentre alegría ni contento alguno sino en el cumplimiento de la voluntad de Dios; y con esto espero que, mediante vuestra intercesión, llegaré a ver a Jesús. Amén. ¡Viva Jesús, María y José! ¡G
  • 104. 104 Devoción a los siete dolores y siete gozos El devoto de San José no debería pasar un día sin rezar siete Padrenuestros y siete Avemarías en memoria de los siete dolores y siete gozos principales que tuvo en su vida, por ser esta la devoción que le agrada mucho, como enseñó el mismo Santo, según refieren varios autores y hemos relatado en esta obrita. Son los siguientes: I El dolor cuando, viendo embarazada a su esposa, la quiso dejar y el gozo cuando el Ángel le declaró cómo había concebido por obra del Espíritu Santo. Padrenuestro. Avemaría. II El dolor cuando miró al Niño Dios recién nacido en tanta desnudez y pobreza y el gozo cuando le vio festejado por los Ángeles y venerado por los pastores. Padrenuestro. Avemaría.
  • 105. 105 III El dolor cuando en la circuncisión le vio herido, derramar sangre y el gozo cuando le puso el nombre de Jesús, sabiendo que había de salvar al mundo. Padrenuestro. Avemaría. IV El dolor cuando oyó profetizar a Simeón los trabajos del Hijo y el cuchillo de dolor que había de atravesar el corazón de la Madre y el gozo cuando añadió Simeón que aquel Niño sería el remedio y resurrección de muchos. Padrenuestro. Avemaría. V El dolor cuando por la persecución de Herodes se vio obligado a huir con el Niño y con la Madre a Egipto y el gozo cuando al entrar el Niño Dios en Egipto cayeron todos los ídolos de aquel reino. Padrenuestro. Avemaría. VI El dolor cuando al volver de Egipto supo que reinaba Arquelao y temió su ira, y el gozo cuando el Ángel le avisó que se retirase a Galilea. Padrenuestro. Avemaría.
  • 106. 106 VII El dolor cuando perdió al Niño Jesús en Jerusalén y el gozo cuando le halló después de tres días sentado entre los doctores. Padrenuestro. Avemaría. Con este piadoso ejercicio se ganan 100 días de indulgencia cada día, 300 cada miércoles y cada uno de los días que preceden a las fiestas de San José y de su Patrocinio, además de una indulgencia plenaria en estas dos fiestas, y una vez al mes, confesando y comulgando (S.S. Pío VII, 9 de diciembre de 1819).
  • 107. 107 Fórmula para elegir por abogado a San José antísimo Patriarca José, esposo afortunado de la Santísima Virgen María Madre de Dios, seguro refugio y abogado poderoso de todos los atribulados y agonizantes; yo, en presencia de Jesús y de María, os elijo hoy por mi protector y abogado en mi vida, pero principalmente para la hora de mi muerte. Firmemente propongo seros siervo fiel hasta mi última respiración, procurando siempre que vuestra gloria crezca y vuestra devoción se aumente en los corazones de los fieles, enseñándoles a ser obsequiosos a vuestro nombre y mérito. Recibidme, pues, por siervo vuestro y recomendadme a Jesús y María ahora y en la hora de mi muerte, para que por vuestra intercesión pueda conseguir lo que no puedo obtener por mis grandes deméritos. Amén. S
  • 108. 108 Oración del Papa León XIII vos, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación; y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María Madre de Dios os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió Jesucristo y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades. Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended a la Santa Iglesia de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con el perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén. A
  • 109. 109 Oración para pedir una buena muerte h mi Santo protector, glorioso Patriarca San José, que estando en el lecho de vuestro dulce tránsito, os visteis rodeado de ángeles y asistido de su Rey, Jesucristo, y de su Reina, la Santísima Virgen María, esposa vuestra, y que con esta amabilísima compañía salisteis en una paz celestial de esta miserable vida! Alcanzadme la gracia de perseverar en el bien hasta que muera reclinado en vuestros brazos. Sí, santo mío, por aquella dulce compañía que Jesús y María os hicieron hasta la hora de vuestra muerte, protegedme en la mía hasta que me vea con vos en el Cielo. Compadeceos también de las pobres almas del Purgatorio que invocan vuestra gracia y poder para con ellas; amparadlas y llevadlas pronto a vuestra gloria, para que, juntas con la mía glorifiquemos vuestro santo nombre con el de Jesús y María por todos los siglos. Amén. ¡O
  • 110. 110 Otra oración a San José astísimo José, honra de los Patriarcas, varón según el corazón de Dios, cabeza de la sagrada Familia, ejecutor de los inefables designios de la Sabiduría y Misericordia infinita, Padre adoptivo de Jesús y Esposo dichosísimo de María, ¡cuánto me regocijo de veros elevado a tan alta dignidad y adornado de las heroicas virtudes que requiere! Por aquellos dulces abrazos y suavísimos ósculos que disteis al niño Dios, os suplico me admitáis desde ahora en el dichoso número de vuestros esclavos. Proteged a las vírgenes, oh tutor de la virginidad de María, y alcanzadnos la gracia de conservar sin mancilla la pureza de cuerpo y alma. Apiadaos de los pobres y afligidos y, por aquella extremada pobreza, por aquellos sudores y congojas que padecisteis por sustentar y salvar al Criador y Salvador del universo, dadnos el alimento corporal, y haced que llevando con paciencia los trabajos de esta vida, atesoremos riquezas infinitas para la eternidad. Sed el amparo de los casados, oh Patriarca dichoso, y haced que los padres y madres sean imágenes de vuestras virtudes y perfectísimo dechado de piedad a sus hijos. Proteged a los Sacerdotes e Institutos religiosos, y haced que, imitando vuestra vida interior, llenen los cargos de su C
  • 111. 111 ministerio con la perfección con que cumplisteis las obligaciones de vuestro estado. Llenadnos en vida de copiosas bendiciones, y en el trance de la muerte, cuando el infierno haga un último esfuerzo para perdernos, no nos desamparéis, poderoso abogado de los que están agonizando y pues tuvisteis la dicha de morir en los brazos de Jesús y María, alcanzadnos que espiremos penetrados de un vivo dolor de nuestros pecados, y pronunciando con ferviente afecto los dulcísimos nombres de Jesús, María y José. Amén.
  • 112. 112 Letanías a San José Señor, ten misericordia de nosotros. Cristo, ten misericordia de nosotros. Señor, ten misericordia de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Padre Celestial, ten misericordia de nosotros. Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros. Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros. Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros. Santa María, ruega por nosotros. San José, ruega por nosotros. Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros. Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros. Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros. Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros. Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros. Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros. Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros. José justísimo, ruega por nosotros. José castísimo, ruega por nosotros. José prudentísimo, ruega por nosotros. José valentísimo, ruega por nosotros. José fidelísimo, ruega por nosotros. Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
  • 113. 113 Amante de la pobreza, ruega por nosotros. Modelo de trabajadores, ruega por nosotros. Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros. Custodio de vírgenes, ruega por nosotros. Sostén de las familias, ruega por nosotros. Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros. Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros. Patrón de los moribundos, ruega por nosotros. Terror de los demonios, ruega por nosotros. Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros ℣. Le estableció señor de su casa ℟. Y jefe de toda su hacienda OREMOS: Oh Dios, que en tu inefable Providencia te dignaste elegir a San José por esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el Cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
  • 114. 114 El ‘Acordaos’ de San José Breve oración con indulgencia cordaos, oh castísimo Esposo de la Virgen María, y amable Protector mío san José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. ¡Ah! No desechéis mis súplicas, oh, Padre adoptivo del Redentor, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén. 300 días de indulgencia cada día que se rece, e indulgencia plenaria una vez el mes, rezándola devotamente todos los días. También son aplicables a las Ánimas del Purgatorio (S.S. Pío IX, 26 de junio de 1863). A
  • 115. 115 Oración a San José antes del trabajo lorioso San José, modelo de todos los que se dedican al trabajo, obtenedme la gracia de trabajar con espíritu de penitencia, para la expiación de mis numerosos pecados; de trabajar con conciencia, poniendo el culto del deber sobre mis inclinaciones; de trabajar con recogimiento y alegría, mirando como una honra emplear y desarrollar por el trabajo los dones recibidos de Dios; de trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, sin nunca retroceder delante del cansancio y las dificultades; de trabajar sobre todo con pureza de intención y desapego de mí mismo, teniendo siempre delante de los ojos la muerte y la cuenta que deberé dar del tiempo perdido, de los talentos inutilizados, del bien omitido y de la complacencia en el éxito, tan funesta a la obra de Dios. Todo para Jesús, todo por María, todo a vuestra imitación, ¡oh Patriarca San José! Tal será mi divisa en la vida y en la muerte. Amén G
  • 116. 116 Novena breve a San José ti, ¡oh bendito José! venimos en nuestra necesidad, seguros de que escucharás nuestra oración. A través del amor tierno y casto que te ligó a la Inmaculada Virgen Madre de Dios y a través del amor paternal con el que acogiste al Niño Jesús, te rogamos humildemente que nos mires con el mismo afecto y a través de tu poder y fortaleza nos ayudes en nuestras necesidades (petición). Oh, glorioso San José, esposo de María, nuestra Madre, obtén para cada uno de nosotros una mente pura, humilde y caritativa y una perfecta resignación a la Divina Voluntad. Sé nuestro guía, nuestro padre y nuestro modelo a través de la vida, para que podamos merecer morir como lo hiciste en los brazos de Jesús y María. Amén. ℣. Oh, glorioso San José, por el amor que le tienes a Jesucristo y por la gloria de Su Nombre. ℟. Oye nuestras oraciones y obtén nuestra petición. A
  • 117. 117 Himno josefino Gozos del esposo de María y glorioso Patriarca San José Pues sois santo sin igual y de Dios el más honrado: Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Antes que hubieseis nacido, ya fuisteis santificado, y ab ætérno destinado para ser favorecido: Nacisteis de esclarecido linaje y sangre real. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Vuestra vida fue tan pura 1ue en todo sois sin segundo: después de María, el mundo no vio más santa criatura; y así fue vuestra ventura entre todos sin igual. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Vuestra santidad declara aquel caso soberano,
  • 118. 118 cuando en vuestra santa mano floreció la seca vara; y porque nadie dudara, hizo el Cielo esta señal. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. A vista de este portento, todo el mundo os respetaba, y parabienes os daba con alegría y contento; publicando el casamiento con la Reina celestial. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Con júbilo recibisteis a María por esposa, Virgen pura, santa, hermosa, con la cual feliz vivisteis, y por Ella conseguisteis dones y luz celestial. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Oficio de carpintero ejercitasteis en vida, para ganar la comida a Jesús, Dios verdadero, y a vuestra Esposa, lucero,
  • 119. 119 compañera virginal. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Vos y Dios con tierno amor daba el uno al otro vida, Vos a Él con la comida, Y Él a Vos con su sabor: Vos le disteis el sudor, y Él os dio vida inmortal. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Vos fuisteis la concha fina, en donde con entereza se conservó la pureza de aquella Perla divina, vuestra Esposa y Madre digna, la que nos sacó de mal. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. Cuando la visteis encinta, fue grande vuestra tristeza; sin condenar su pureza, tratabais vuestra jornada; estorbóla la embajada de aquel Nuncio celestial. Sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal. “No tengáis, ¡oh José!, espanto —El Paraninfo decía—: