La nanotecnología se divide en dos enfoques: top-down, que implica la miniaturización de estructuras y mecanismos a escala nanométrica y se ha usado principalmente en electrónica; y bottom-up, que construye estructuras mayores mediante el autoensamblaje de componentes a nivel atómico y molecular, permitiendo un control extremadamente preciso de la materia y liberándose de las limitaciones de la miniaturización.