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haría menester la elaboración de
otro escrito.
Me dije para mis adentros, no
importa, cuando vuelva a circular
por aquí, disminuiré la velocidad,
me detendré y anotaré los números
de teléfono, pero de que quiero
incorporarme al equipo de
veteranos de pieles rojas, que ni
qué. Año nuevo, objetivos nuevos.
¡Cuando vuelvo a circular solo unos
días después, descubro ahora con
doble dosis de interés, otro anuncio
similar, pero esta vez la invitación
era para los niños de entre ocho y
quince años para formar parte del
equipo de infantiles!!!!
¡Bingo!!!! Ese era el deporte en el
cual iba a inscribir a nuestro
pequeño gladiador ya
transformado en un poderoso
jovencito, grande, fuerte, valiente
(bueno, no tanto según se podrá
leer más abajo).
Pasada la euforia de haber
descubierto el deporte ideal, vuelta
a la realidad, había que obtener las
aprobaciones de protocolo, antes
de lograr inscribirlo. Pregunta para
Jr. Te inscribo en el futbol
americano. NO. Pregunta para la
mamá, Lo inscribo en el futbol
americano. NO. Pregunta para la
abuela. NO. lo van a lastimar.
¿Acaso iba a darme por vencido
ante la unanimidad en el rechazo a
mi propuesta y descubrimiento? Por
supuesto que no.
Un sábado supongo que ya
corriendo el mes de febrero, sin
planearlo, y lo digo en verdad,
nuevamente circulo por esa famosa
avenida, esta vez llevando en la
parte trasera (precavido el señor) a
mis dos pequeños retoños, Joel
Alberto (ocho) y Diego (tres),
circulando en el sentido de
periférico hacia la cúspide,
dirigiéndonos a nuestro hogar,
cuando de repente observó a unos
pequeños cuya edad sería la misma
que del pequeño gladiador,
realizando movimientos de
preparación para la práctica de
futbol americano, pero esta vez, no
eran de los pieles rojas, sino de los
temibles Bucaneros de Satélite.
¿Reacciono de inmediato y lanzo la
pregunta, tratando de motivar el
interés, ves aquellos niños, quieres
ver como entrenan futbol
americano? NO.
He contado muchas veces la
historia del inicio en el deporte de las
tacleadas de este pequeño
“gladiador” de grandes nudillos y
pectorales, y en las mismas, algunas
de manera silenciosa, y otras
abiertamente, he sido cuestionado
o recibido leves reclamos.
Esta vez, siendo aderezada con
otros “pequeños detalles”, espero
que merezca su aprobación pues
ya no se trata solo de su inicio, sino
de la pasión y amor por dicho
deporte.
¡Es obligación mencionar que
habiendo practicado otros
deportes tales como natación,
karate, soccer, escapando a mi
memoria si hubo alguno adicional,
siempre demostró digámoslo
“pícaramente”, que le gustaba la
ley del mínimo esfuerzo, es decir, si
se pudiera evitar la fatiga, estaba
mejor!!!!
Es así como un buen día allá por
mediados del año 2002, observando
sus entrenamientos en una escuela
de soccer del equipo de sus amores,
la máquina cementera de la Cruz
Azul, me percaté que no había
equidad entre las calorías
consumidas y la energía
desparramada en los
entrenamientos, por lo cual, a
efecto de sacarlo de su esfera de
confort decidí buscarle un deporte
que tuviera un mayor nivel de
exigencia.
Pasaron algunos meses, hasta que
un buen día, corriendo ya enero del
2003, circulando a toda velocidad
por la antigua “avenida lomas
verdes”, justo enfrente del Parque
Naucalli, quien esto escribe
descubrió con inusitado interés un
gran anuncio que invitaba a
jugadores de futbol americano
veteranos a que se incorporaran a
los entrenamientos del equipo
“Pieles Rojas”, detallando horarios y
muy importante, los teléfonos.
Para mi buena suerte, pues seguro
estoy que, de haber continuado
con ese plan, me habrían mandado
irremediablemente al hospital, no
alcancé a memorizar ningún
número de teléfono. Sobra decir
que siempre me apasionó el futbol
americano, pero por circunstancias
del destino, no logré enrolarme en
ningún equipo durante mi
adolescencia, y cuya explicación
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LA BREVE HISTORIA DE UN CAMPEÓN
héroe, ya cuando descendimos del
puente, ya eran lloriqueos, los
cuales, por increíble que parezca,
cesaron justo al cruzar la
“desvencijada” puerta, hacia el
interior del campo de los
mencionados Bucaneros de
Satélite. No sabíamos el vuelco que
darían nuestras vidas al ingresar por
esa puerta.
Nos dirigimos de inmediato a buscar
a la persona que nos había dado los
informes, quien ya después nos
enteraríamos que era el “delegado”
de la categoría infantil más
pequeña del grupo, la de edades
de ocho y nueve años, es decir, los
nacidos en 1994 y 1995. El
administrador del equipo pues, el
encargado del papeleo
administrativo, y fuera de cancha
para proveer a los niños de todo lo
necesario para la práctica del
deporte.
Pero por encima de las labores
administrativas, esa persona quizás
excediéndose en sus funciones,
pues la labor de convencimiento les
corresponde a los padres, le espetó
a nuestro pequeño héroe las
siguientes preguntas, apenas lo
tuvimos enfrente. ¿Quieres ser un
ganador? Para mi sorpresa, aunque
su carita aún mostraba las señales
de las lágrimas y con la seriedad de
enfrentarse a una situación
desconocida, sin ninguna duda,
respondió de inmediato. SI.
Volvió a la carga el administrador.
Quieres ser un CAMPEON.? SI.
Te quieres divertir como lo están
haciendo todos esos niños que ves
enfrente.? (Realizando movimientos
de acondicionamiento físico
llamados de pretemporada) SI.
¿Te espero mañana a las nueve de
la mañana para que empieces a
entrenar? SI.
¿No volví a preguntar nada el resto
del día, pero no dejaba de
preguntarme, inclusive durante la
noche, cumplirá su palabra este
joven para el día de mañana que
tengamos que regresar?
Al día siguiente, a la hora
conveniente para llegar a tiempo,
nos levantamos, nos preparamos,
desayunamos algo ligero, y nos
dirigimos al encuentro con el
destino.
Perfecto. Me doy la vuelta en la
glorieta y me estaciono justo
enfrente del campo de los
bucaneros, y le empiezo a insistir al
jovencito que ya para entonces era
toda seriedad. Mira ve, todos son de
tu tamaño, ve como se están
divirtiendo. Silencio total.
¡Se me ocurre, entrar de “volada” a
pedir informes, y sin ninguna
precaución, dejo el auto
estacionado sobre la avenida, con
mis tesoros incluidos!!!! Me desplazo
a toda velocidad, en un par de
minutos estaba yo indagando quien
me podía dar informes, e igual de
rápido ya estaba enfrente de quien
encontraría las palabras mágicas
para convencer a nuestro gladiador
de enrolarse en tan bello deporte.
Tengo que decir, que durante todo
mi recorrido buscando informes,
estaba como se dice “con un ojo al
gato y otro al garabato”, dicho esto,
solo para mitigar un poco mi
“irresponsabilidad”. ¡De tal suerte
que cuando ya terminaban de
darme los informes, costos, horarios,
edades, muy importante, que
pasaba si nunca había jugado,
alcanzo a ver una patrulla que se
estaciona detrás de mi auto, ni las
gracias di por los informes y
emprendo la carrera de regreso
hacia el auto!!!
Llegué justo cuando terminaban de
quitarle una placa a mi auto,
debido a que eran del Distrito
Federal. Ese hecho, me generó
molestia, debo decir injustamente, y
un tanto arrepentido por dicha
confesión, no en contra de los
oficiales, que estaban cumpliendo
su deber, sino en contra del
chamaco que no había
“aceptado” entrar de manera
voluntaria a observar los
entrenamientos. Así es que, una vez
que los oficiales me entregaron los
papeles para recuperar mi placa,
abordé el auto y sin decir palabra,
encendí el motor y sabiendo
exactamente lo que haría, avance
algunos metros para retornar sobre
la misma avenida, e ingresar al
estacionamiento del Parque
Naucalli, justo enfrente del club
deportivo. Me estacioné y tomé a
mis dos pequeños, llevando a uno
en brazos, y al otro lo tomé de la
mano. Salimos del estacionamiento,
subimos al puente peatonal, y
empezaron los forcejeos de nuestro
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El joven estaba decidido a cumplir su palabra.
Y lo cumplió con creces, seis campeonatos disputados en su trayectoria deportiva en el deporte que resultaría de sus amores,
y seis campeonatos conseguidos, siendo para los que saben, parte importante para la consecución de los títulos de nuestros
queridos BUCANEROS DE SATELITE.
Y pudo existir un séptimo título, éste ya con otro equipo, pero la
tozudez que a veces existe en los equipos de entrenadores, te impidió
jugar aquella última final, y tu equipo perdió. Fastidiado, decidiste
decir adiós a la práctica de ese deporte.
Todavía me sigue reclamando el hecho de haberlo “forzado” a
practicar dicho deporte, pero ya me lo tomo ligero sabiendo de la
formación deportiva y humana que recibió, donde encontró a
muchos de sus mejores amigos, e infinidad de historias que el mismo
contará.
Justo hace unos días que celebró su cumpleaños, no pudo haber
tenido mejor regalo, por parte de su deporte preferido, los dos
equipos de sus amores (aunque al primero ya lo tiene casi olvidado),
tuvieron triunfos de resonancia en el medio.
¡En efecto, ¡sus Halcones de Atlanta vencieron al entonces invicto, los Carolina´Panthers!!!! ¡Mientras que sus antiguos
Cuervos de Baltimore vencieron al equipo de su papá!!! Mis queridos Acereros de Pittsburgh, complicándoles de fea manera
su camino hacia la postemporada.
Y es aquí donde debo hacer énfasis en las razones que tengo para escribir esta pequeña carta al “CAMPEON”. Y que mejor,
que, narrando una pequeña de sus historias, que para quien esto escribe es de una increíble importancia, pues le he
encontrado sentido a dicha historia.
Allá por el mes de junio del multimencionado 2003, en ocasión del día del padre, observo el entrenamiento de mi pequeño,
y al terminar, se dirige a mí, me da un abrazo, y me entrega una tarjeta de felicitación propia para la ocasión.
Recibo con alegría el abrazo, y procedo a leer la tarjeta, la abro, y me parece un gran detalle del administrador del equipo,
y sobre todo del equipo BUCANEROS DE SATELITE, mas, sin embargo, perdón por decirlo, pero así lo sentí en ese momento,
una vez que la abrí me pareció fría la carta. En ese momento no lo pensé, pero hoy lo puedo decir, me pareció que le
faltaba calidez humana, pues al leerla, solo vi una tarjeta de “machote”. No había conexión entre el abrazo cariñoso
recibido y mensaje frío de la tarjeta. ¡Muchos años después, justo hace unos meses, haciendo algunos movimientos
depuradores de papeles, me encuentro la tarjeta, evoco los recuerdos, el pequeño abrazo cariñoso, mi frío pensamiento
Leyenda que describe una imagen o un gráfico.
Navidad 2004 Volumen 1, número 1 Apellido de su familia (242) 555-0193
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de la tarjeta, pero esta vez, oh sorpresa!!! ¡Descubro el mensaje que estaba escrito en la parte trasera de la tarjeta y que no
leí en su momento!!!!
¡La labor del administrador fue genial!!! ¡Les pidieron a los niños que escribieran un mensaje en la tarjeta, pero no le dijeron
a mi campeón, que el mensaje suele ir en la parte interna de la tarjeta!!!!
¡Algunas lágrimas asomaron por mis ojos, y corro a contarle a nuestro héroe mi descubrimiento!!! ¡Se invierten los papeles y
ahora es él quien me mira con ojos de molestia!!!!
Así es la vida hijo, ya has emprendido el vuelo y siempre voy a estar para apoyarte, pero ahora eres tú el que vas de prisa
por la vida, y algunos detalles, esperemos que los menos, escaparan a tu actuar.
Pero lo más importante que quería decirte, es que, así como escribiste con tanto sentimiento a tu corta edad, “Papi te
quiero muchos”” Papi, quisiera ser como tú.” “Papi te extraño muchos cuando no estas”. ¡Esas mismas palabras ahora
salen de mis pensamientos, y soy yo el que ahora te extraña cuando no estás!!!!
Vaya una explicación a manera de disculpa tardía. ¿Qué fue lo que originó que no haya leído en su totalidad esa bella
tarjeta y su mensaje? Iba de prisa por el mundo hijo, pero lo más importante, no tenía bien claro el objetivo final. Estaba ahí
observando tus entrenamientos, mas, sin embargo, mi mente estaba distraída, incapaz de olvidar el enorme compromiso
que había asumido al constituir justo en ese año una nueva firma de consultoría. Sin darme cuenta, le estaba dando un
mayor peso al interés económico, que a disfrutar en su totalidad tus entrenamientos, como sabes que siempre los disfruté.
Hoy con toda seguridad te digo, los campeonatos que conseguiste en el deporte de tus amores, los vas a conseguir en tu
vida profesional y personal. Nunca lo he dudado ni un instante. Los disfrutaré igual o en mayor medida que tus logros
deportivos.
¡Te quiero hijo!!! ¡MI CAMPEON!!!
Sinceramente, JOEL HERNANDEZ SALAZAR