En el siglo XV, los navegantes europeos, principalmente italianos, recorrían rutas comerciales tradicionales desde el Mediterráneo hasta el Mar Rojo y el Océano Índico hacia el este de Asia. Los marineros de la época se orientaban mediante la posición de la luna y las estrellas, y contaban su posición respecto al norte. Usaban el astrolabio para medir la longitud y un reloj de arena para medir la velocidad a la que ocurrían los nudos sobre la popa.