La Importancia de la Universidad como Institución Social.pdf
Prédica de Hoy- La Humildad .pdf
1. Prédica de Hoy: La humildad
Bosquejos para Predicar Texto Bíblico: “Porque Jehová es excelso, y
atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.” Salmos 138:6
Introducción
Podemos ser las personas más influyentes y puede que hasta adineradas.
Pero si nuestro corazón está vacío, somos egoístas y egocéntricos. Nada de
lo que tengamos en este mundo va a llenar nuestro corazón, seremos
personas con muchos vacíos y poco valor.
La humildad no tiene nada que ver con ser menos que otros, al contrario
significa poder servir y ayudar a otros de corazón. Porque el Señor no quiere
que estemos en este mundo para pasarla mal con unos con otros.
l contrario, Él quiere que podamos ser solidarios, y que en nuestro corazón
nazca el sentimiento de hacer algo bueno por los demás, nuestros prójimos.
Porque desde un principio ese ha sido el plan de Dios, que todos podamos
convivir como hermanos, haciendo el bien. (1 Pedro 4:19)
I. Dios desea que ayudemos con humildad
El Señor dice que como hijos de Él, uno de nuestros deberes, no por
obligación sino por amor. Sea el de ayudar a los necesitados, el dar de
nuestro tiempo o de una parte de nosotros a otros es imitar las acciones de
Jesús cuando estuvo en la tierra (Hechos 20:35). Él es el mayor ejemplo
humildad. del amor, la compasión y la solidaridad.
No podemos ir por la vida pensando solo en nosotros mismos e ignorar que
hay millones de personas alrededor nuestro que necesitan un poco de ayuda
y comprensión. Que necesitan que les tendamos una mano, nunca por
lástima, si no por el amor que debemos dar.
A pesar de que esto no es algo obligatorio, o que recibiremos castigo si no lo
hacemos. Esto nace como algo que queremos brindar, porque no se trata de
obligarnos a hacer algo. Dios nunca nos obliga a hacer nada, todo nace de
2. nuestro propio corazón, y por eso cada cosa que hagamos solo vale si
nuestra intención es verdadera.
En las Escrituras nos recuerdan que las palabras del Señor, durante su
paso por la tierra fueron que será bienaventurado aquel que da y bendice a
otros, aún más que el que recibe (Hechos 20:35).
ll. La humildad – Dios desea que amemos
Para realizar la labor de ayudar primero debemos examinar nuestro corazón
y escudriñarlo para saber exactamente qué es lo que abunda en él. Porque
si queremos hacer las cosas para que otros nos vean, para que nos idolatren
o nos admiren, entonces la intención es incorrecta.
Esto no se trata de que otros nos miren y nos den palmaditas en la espalda
por nuestro trabajo. La humildad nunca se tratará de eso.
Al contrario, se trata de que en nuestro corazón abunde el amor de Dios por
nuestros hermanos en la fe. Que haya bondad en nosotros y podamos usar
lo que Dios nos ha dado para impactar la vida de otras personas conforme
a Su Voluntad.
Amar a otros es nuestro primer trabajo. Y si decidimos amar a los que han
sido malos con nosotros entonces valdrá la pena perdonar y olvidar.
Cada acción que tomamos a favor o en contra de alguien es contada, y solo
depende de nosotros si queremos que nuestros frutos sean malos frutos y
nos convirtamos en una raíz seca que no puede dar fruto. ¿Qué fruto quieres
dar tú?
lll. La humildad – No nos detengamos
La humildad va ligada a la identidad de cada uno de nosotros, por lo que
debemos tomar un tiempo para encontrar el verdadero yo y, si es necesario,
hacerle algunos ajustes.
Quienes somos y lo que hacemos representa gran parte de lo que hay en
nuestro corazón. Así que, por lo tanto, nuestras acciones hablan por
nosotros, no solo ante los ojos de las demás personas sino también ante los
3. ojos de Dios. Él nos conoce perfectamente y sabe cada intención de nuestro
corazón..
No nos cansemos de hacer el bien y de ser buenas personas. Que nada nos
detenga para hacer el bien. Además, las Escrituras dicen que si tenemos
con que hacer el bien entonces que no nos neguemos, porque para eso
fuimos llamados, siempre recordando hacerlo con humildad en nuestro
corazón (Proverbios 3:27).
lV. Las apariencias no importan
En el mundo hay millones de personas que intentan demostrar a otros que
pueden hacer esto y lo otro. Muchas de ellas hacen parecer que son
perfectas, pero en realidad sus vidas están vacías y no tienen nada que las
llene porque solo viven de apariencias. Son seres que tratan de ocultar
quienes en realidad son, y se muestran con una sonrisa que no siempre es
verdadera.
Claramente nadie es perfecto, pero todos debemos aceptarnos tal cual
somos, incluso con nuestros errores. Ante Dios no podemos ocultar nada,
ya que Él conoce cada parte de nosotros y no demanda que finjamos ser
otros. (Salmos 139:3)
V. Ignorar lo que el mundo dice de nosotros
Nunca vamos a complacer a todo el mundo por más que lo intentemos. Lo
bueno de esto es que solo necesitamos complacer a Dios y eso se logra de la
forma más sencilla. Entregando nuestro amor a Él y amando a los demás,
con eso ya es suficiente para el Señor.
Cuando Jesús estaba enseñando en la tierra, los fariseos le preguntaron
cuál era el mandamiento más importante. Y él respondió lo que mencioné
hace un momento (Mateo 22:37-39).
Para Dios, amarlo y amar a otros son actos suficientes para demostrar que
podemos ser grandes personas, así el mundo diga lo contrario de nosotros.
4. Afuera las personas dicen cosas malas sobre nosotros, puede que seamos
los menospreciados de la familia o nadie nos escuche. Pero para Dios somos
todo lo contrario, para Él nosotros somos su tesoro, y sus más preciados
regalos.
Por eso Él mismo nos prepara y nos instruye, nos consuela y nos levanta,
para que así mismo hagamos con los demás.
La única opinión que realmente de la cual debemos preocuparnos, es la
de Dios. Pues Él es nuestro padre celestial, ¿cómo vamos a pasar por alto
su concepto respecto a nosotros?
Conclusión
Todos somos imperfectos a nuestra manera, pero todos tenemos la elección
de ser mejores cada día.
La humildad es una virtud que muy pocos tienen, porque muy pocos
conocen el verdadero significado que es el ser humilde.
Esto no se trata de ser mejores que otros, se trata de superarnos a nosotros
mismos. El tener valores no nos hace más ingenuos o menos que otros; nos
hace diferentes y únicos, para la labor que Dios nos ha mandado a hacer.
Y por último, recordar por quién y para qué fuimos llamados. No importa de
dónde hemos salido, importa lo que somos ahora y lo que podemos hacer
para tener un futuro lleno de esperanza y bendición, no solo para nosotros
sino para todo al que queramos ayudar.