1. Camino a la Inmortalidad.
La enfermedad que tuvo el Libertador a lo largo de su vida y las muchas crisis
que presentó en los últimos años de ella sin duda tuvieron que influir en alguna
forma en el desarrollo de las guerras de la independencia, el nacimiento de la
república y tal vez mucho más, en la evolución de los hechos que llevaron a la
desintegración de su obra política. Para conocer la secuencia y evolución clínica
de su enfermedad se ha tomado fielmente la mayor información posible de los
diversos autores citados, representativos de la inmensa bibliografía que hay
sobre el Libertador, transcribiendo casi textualmente muchos de sus textos. En
forma somera hemos tenido el cuidado de relacionar los períodos de su
enfermedad con el contexto histórico que se vivía en ese momento, sin embargo
no pretendemos realizar una investigación histórica exhaustiva. Intentamos
construir y estructurar el conocimiento de la historia clínica y relacionarlo con la
información que conocemos de sus últimos momentos y de la autopsia del
hombre más grande íntimamente ligado a la historia de nuestra América.
Viaje a Santa Marta Renuncia y Muere.
El 7 de Mayo Bolívar sale de Bogotá. No puede regresar a Venezuela, incluso
teme por el Gobierno de Páez le incauté las minas de Aroa, hacienda de sus
padres. Por ahora su destino es la costa. Quiere descansar un poco para reponer
su quebrantada salud. Si mejora y le conceden el sueldo el ex - Presidente se
residencia en Europa. En Cartagena recibe una noticia que le acelera el corazón.
El Mariscal Sucre ha sido asesinado traidoramente. Bolívar no encuentra palabras
ni lagrimas para tanto dolor. Llora como un niño y se ve en este crimen una cruel
venganza de sus enemigos. Los asesinos sabían muy bien que Sucre era el sucesor
legítimo de Bolívar, el único que todavía podía restaurar la unidad Gran
Colombiano. Mientras tanto el gobierno del Presidente Mosquera se hunde. Cada
soldado se hace General y todos se creen con derecho a sublevarse. A los 3 meses
le sucede el Vice - Presidente Caicedo. Apenas toma el mando le sustituye una
insurrección militar. Urdaneta se alza con el poder pero decide que vuelva
Bolívar. Es el único que aún puede unir y evitar la Guerra. El Libertador escucha
a los emisarios. Le duele el caos total. Tengo la obligación de salvar a la patria
como cualquier soldado. Ofrezco por los sacrificios de que soy capaz. Pero no veo
todavía que mi regreso aplaque a los revoltosos. No puedo aceptar otra vez la
Presidencia sin el consentimiento de unas elecciones. En los últimos meses de su
vida Bolívar fue tan humano como nunca lo había sido. Bolívar siempre cuerdo,
siempre lúcido, siempre atento al desarrollo de la patria que el fundó. Le duele
tener que proclamar ¡”He Arado en el Mar"...! Le duelen las columnas de quienes
el honró. Le duele la falta de piedad y cariño de quienes creyó podrían ahora
amarle o al menos respetarle. Le duele morir huérfano de amor después de haber
dado integra su vida por la igualdad, la libertad y la justicia en América. La
enfermedad está bastante avanzada, los medios le envían a Santa Marta y llega a
la Hacienda San Pedro Alejandrino y su dueño le ofrece la casa."Reciba usted por
esta generosidad, las gracias más expresivas de mi parte. ... yo pienso seguir por
2. allá y desde luego hoy acepto seguir por allá y desde luego hoy acepto la oferta
de usted, aunque sea por unos pocos días" .El médico que asiste a Bolívar el Dr.
Reverend, escribe a principios de Diciembre. "El enfermo disimula los
padecimientos, pues sólo ha algunos quejidos. Se le nota un sensible
entorpecimiento de sus facultades mentales".
La última proclama.
El 10 de diciembre de 1830 es el día de la última proclama del Libertador,
dictada desde su lecho de moribundo. Firmó el testamento y recibió los Santos
Sacramentos de manos del humilde cura de la aldea de Mamatoco, quien llegó en
la noche con sus acólitos y varios indígenas.
Luego, rodeado de sus más íntimos amigos, como José Laurencio Silva, Mariano
Montilla, Joaquín de Mier, Ujueta, Fernando Bolívar, etc., el notario Catalino
Noguera empezó a leer el histórico documento, pero apenas llegó a la mitad,
porque la emoción y el dolor le ahogaron la voz. Continuó la lectura Manuel
Recuero. La última Proclama dice así:
A los pueblos de Colombia:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes
la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi
tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi
desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que
me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis
perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la
manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la
consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la
Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía;
los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares
empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte
contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré
tranquilo al sepulcro.
Testamento de Bolívar.
El testamento de su excelencia El Libertador de Colombia General Simón
Bolívar es el documento mediante el cual el Libertador Simón Bolívar declaró su
última voluntad antes de fallecer el 17 de diciembre de 1830. Fue dictado en
Santa Marta, Colombia, el 10 de diciembre, el mismo día en que dictó su última
proclama y recibió los sacramentos por parte del Obispo de Santa Marta José
3. María Esteves,1 y fue firmado por Bolívar y el escribano José Catalino Noguera al
día siguiente.2 El original consta de 4 páginas manuscritas por ambas caras y
estuvo archivado en una notaría de Santa Marta hasta que fue robado por
desconocidos quienes lo vendieron al gobierno venezolano. El presidente Marcos
Pérez Jiménez lo restituyó a Colombia donde fue depositado en un banco por la
Sociedad Bolivariana hasta que dicha institución lo donó al Museo Nacional de
Colombia el 24 de junio de 1960.3
El documento está constituido por catorce cláusulas en las que Bolívar declara
u ordena elementos de diversa índole, incluyendo su creencia en Dios y la Iglesia
Católica, sus bienes y su destino (las tierras y Minas de Aroa...y unas alhajas),
que se paguen sus deudas y la donación de dos libros que fueron propiedad de
Napoleón a la Universidad de Caracas. También ordena una remuneración para su
mayordomo José Palacios, que se quemen algunos documentos, nombra sus
albaceas, y divide lo que queda de sus bienes en tres partes: una para cada
hermana María Antonia y Juana. La tercera para sus sobrinos: Juan, Felicia y
Fernando Bolívar, para que lo "disfruten con la bendición de Dios.
Santa Marta, 10 de diciembre de 1830
En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la
República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de
Venezuela, hijo legitimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción
Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente
enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural,
creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano
misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo tres
personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que
cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana,
bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como Católico
fiel Cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición
testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Testamento en
la forma siguiente:
1. Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la
crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de
mis Albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean
necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno
2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo
matrimonio no tuvimos hijo alguno.
3. Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa, no
introdujo a el ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto
heredé de mis padres.
4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa,
situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el
4. inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en
poder del Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores
Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaceas
que estén y pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las
satisfagan de mis bienes.
6. Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a
nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del
verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella
República.
7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral.
Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas "El
Contrato Social" de Rousseau y "El Arte Militar" de Montecuculi, se
entreguen a la Universidad de Caracas.
8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José
Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes
servicios.
9. Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se
quemen.
10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean
depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.
11. Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de
Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba
del amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
12. Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el
buen comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan
fielmente me ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.
13. Para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido, nombro por
mis Albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes a los
Sres. Gral. Pedro Briceño Méndes, Juan de Francisco Martín, Dr. José
Vargas, y el Gral. Laurencio Silva, para que de mancomún et insolidum
entre en ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella,
aunque sea pasado el año fatal de Albaceazgo pues yo les prorrogo el
demás tiempo que necesiten, con libre franca, y general administración.
14. Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido instituyo y
nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos
mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que
haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana
Bolívar y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber,
Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes
deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la
otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente,
para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios. Y revoco, anulo, y
doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y
memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en
otra forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera del, salvo
5. el que presente que ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o
en aquella vía y forma que mas allá lugar en derecho. En cuyo testimonio
así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de
la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.
Y su excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del
Número certifico que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal
juicio, memoria y entendimiento natural, así lo dijo, otorgó y firmó por ante mí
en la casa de su habitación, y en éste mi Registro Corriente de Contratos Públicos
siendo testigos los S.S.: Gral. Mariano Montilla, Gral. José María Carreño, Coronel
BelfordHinton Wilson, Coronel José de la Cruz Paredes, Coronel Joaquín de Mier,
Primer Comandante Juan Glenn y el Dr. Manuel Pérez Recuero, presentes.
Muerte de Bolívar.
El 17 de diciembre de 1830, en la Quinta «San Pedro Alejandrino», cerca de
Santa Marta (Colombia), dejó de existir el Genio de la Libertad, el más Grande
Hombre de América. A la 1 en punto de la tarde, «murió el sol de Colombia»,
Simón Bolívar. Había recibido de manos del Cura de la aldea de Mamatoco los
Santos Sacramentos. Después de haber dado libertad a tantos millones de
suramericanos, Bolívar se halla en su último instante muy solo. Apenas le rodean
Mariano Montilla, Fernando Bolívar, José Laurencio Silva, Portocarrero, el edecán
Wilson, Ibarra, Cruz Paredes, José María Carreño...
El médico de cabecera Alejandro Próspero Reverend, viendo que llegaba el
momento supremo los llamó y les dijo: «Señores, si queréis presenciar los últimos
momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo». Pero,
indudablemente, Bolívar continúa vivo en el corazón de los pueblos, en las ideas
que parecen escritas para nuestros días, en las acciones que son permanente
ejemplo para todos aquellos que sienten de verdad lo que es una patria
redimida. El Sol de Colombia sigue brillando.
Bolívar lo vivió. Destituido de todos sus cargos por la oligarquía gran
colombiana asesinado, antes, su noble amigo el mariscal Sucre que ganara en los
Andes, en 1824, la última batalla de la Independencia y es necesario decir que
nunca se supo quién le preparó la emboscada de la muerte, fue abandonado,
Bolívar, a su suerte. Camino de su destierro a Venezuela, sublevada ya ante su
posible llegada porque iba precedido de la apelación de dictador, Bolívar no tuvo
a su lado nada más que un grupo de amigos: contados con los dedos.
Enfermo, le curaba el médico francés Alejandro Prospero Reverend. Arribado a
la ciudad costeña de Santa Marta, el Libertador no encontró techo de recepción
nada más que en la casa de un español: Joaquín de Mier. Ya próximo a la muerte
6. se refugió en la Quinta de San Pedro Alejandrino. Esta mansión pertenecía,
también, al mismo español. En San Pedro Alejandrino pronunció aquella
invocación a la ironía: "Jesucristo, Don Quijote y yo hemos sido los más insignes
majaderos de este mundo".
Regreso de los restos del Libertador a Venezuela.
La voluntad de Bolívar, plasmada en su “Testamento”, elaborado el 10 de
diciembre de 1830 en San Pedro Alejandrino, pedía que sus restos sean
enterrados en Caracas. La traída de los restos con los honores fúnebres, y la
disposición de que sean depositados en la Catedral de Caracas.
Comisión Venezolana.
Páez designó al eminente Dr. José María Vargas jefe de la comisión, junto a los
generales Francisco Rodríguez del Toro (el marques), Mariano Ustáriz, José María
Carreño y al sacerdote Manuel Cipriano Sánchez como Gran Capellán La comisión
venezolana que debía recibir el féretro y fijó el 17 de diciembre la fecha de
regreso a la capital.
Buque Constitución.
La Constitución, nuestra nave capitana, al mando del Capitán de fragata Juan
B. Baptista, con sus velas blanquísimas, alumbradas por la Luna, iba adelante,
ligera como una garza. Luego seguía nuestra embarcación, la hermosa corbeta
Circe, al mando del cariñoso Sr. Jules Ricard, rompiendo las olas, majestuosa
como un cisne; y a su popa, navegaba el velero bergantín El Caracas a las
órdenes de Mr. Wheeler.
Restos Del Libertador A Venezuela.
La voluntad de Bolívar, plasmada en su “Testamento”, elaborado el 10 de
diciembre de 1830 en San Pedro Alejandrino, pedía que sus restos sean
enterrados en Caracas, tuvo que esperar doce años para que se cumpliera. En
1839 el general Carlos Soublette, encargado de la presidencia, inició
tímidamente un movimiento para la repatriación. El Presidente Páez, en su
segundo mandato, y debido a un clamor popular, solicitó al Congreso repatriar
7. los restos del Padre de la Patria. Al ser aprobada la solicitud, decretó el 30 de
abril de 1842, la traída de los restos con los honores fúnebres, y la disposición de
que sean depositados en la Catedral de Caracas. El 12 de mayo, invitó al Poder
Ejecutivo Nacional y al de la Nueva Granada y Ecuador a concurrir a la
exhumación de los restos en Santa Marta. Páez designó al eminente Dr. José
María Vargas jefe de la comisión, junto a los generales Francisco Rodríguez del
Toro (el marques), Mariano Ustáriz, José María Carreño y al sacerdote Manuel
Cipriano Sánchez como Gran Capellán y fijó el 17 de diciembre la fecha de
regreso a la capital. El general Daniel Florencio Oleary, fue comisionado para que
el conocido escultor italiano Pietro Tenerani, realizara un monumento en la
catedral de Caracas, (ese monumento inaugurado en 1842, fue trasladado al
Panteón Nacional en 1876, cuando ingresaron allí los restos). El 13 de noviembre
salió de La Guaira la comisión a bordo de la goleta Constitución debidamente
acondicionada al mando del capitán de Navío Sebastián Boguier, acompañado del
bergantín Caracas y de la fragata francesa Circe. Llegaron a Santa Marta el día
16. El 20 a las cinco de la tarde exhumaron los restos que se encontraban en el
panteón de la familia Díaz Granados en la Catedral de Santa Marta; reconocidos
por los médicos encargados de tan noble comisión entre ellos, el preclaro Dr.
Alejandro Próspero Reverend (quien atendió a Bolívar desde su llegada a Santa
Marta, le realizó la autopsia y lo vistió) y el ilustre Dr. Vargas. Las calles y casas
de Santa Marta estaban enlutadas; la comisión venezolana agradeció las
atenciones de las autoridades neogranadinas. Los restos fueron embarcados el
día 21 en la goleta Constitución, con una gran ceremonia fúnebre. Durante el
viaje 15 cadetes comandados por el teniente Nicomedes Zuloaga, montaron
guardia de honor; el navío encalló en Los Roques. El 13 de diciembre estaban
frente a La Guaira, esperando varias embarcaciones nacionales y extranjeras con
sus banderas a media asta, para agregarse al gran cortejo naval. El día 15 fue
bajado a tierra. El general de brigada Juan Uslar, llegó de VALENCIA con lágrimas
en los ojos, portando el uniforme con el cual combatió al lado de Bolívar, los
restos pernoctaron en la iglesia de ese puerto; el día 16 lo subieron a Caracas en
una extraordinaria procesión, pernoctando en la iglesia de la Santísima Trinidad,
8. hoy Panteón Nacional; por coincidencia, la Santísima Trinidad es la devoción de
la familia Bolívar, de allí el nombre de Simón José Antonio de la Santísima
Trinidad, así se llama el panteón familiar en la Catedral de Caracas. En Caracas
se designaron comisiones para montar guardias de honor; el 17 de diciembre
fecha de su muerte, sus restos fueron trasladados hacia la iglesia de San
Francisco cumpliendo un estricto protocolo. El pueblo de Caracas acompañó a su
eximio hijo detrás del gran carruaje construido en Paris según instrucciones del
coronel Agustín Codazzi; todas las calles, casas y ciudadanos mostraban riguroso
luto; la gran parada militar, la comandó el siempre leal general en jefe Rafael
Urdaneta Faria, con su uniforme de gala y el sable que le regaló Bolívar. El
ilustre Concejo Municipal de VALENCIA comisionó a Bernardo Escorihuela, Felipe
Sojo y Jaime Alcázar. José Alberto Espinosa, Canónigo de la Catedral y Rector de
la Universidad de Caracas, leyó a la una su brillante Oración, recorriendo la vida
del más grande de los americanos. El 23 de diciembre se realizó una ceremonia
similar para el traslado de los venerados restos en hombro de sus edecanes y
oficiales que lo acompañaron en la emancipación hasta la Catedral de Caracas;
sus restos estuvieron al lado de sus padres y esposa, hasta que fueron trasladados
al Panteón Nacional el 28 de octubre de 1876, día de San Simón. Así concluyó la
voluntad de nuestro Padre Libertador. Sus cenizas permanecerán a través de los
siglos, acompañadas por el esplendor de su gloria y el calor de los pueblos libre
Iglesia de San Francisco.
La iglesia comienza a ser construida en 1593 bajo el diseño de Antonio Ruiz
Ullán como un anexo del Convento de San Francisco hoy Palacio de las
Academias. En 1641 sufre daños severos tras un movimiento sísmico, y se toma la
decisión de reconstruir el templo, aunque se decide no rehacer las naves
laterales que habían sido derribadas. En 1745 se deciden hacer reformas a la
iglesia para aumentar el alto de la puerta principal y se reconstruyen las tres
naves originales, los cambios siguieron, y en 1767 se construye un altar dedicado
al Santo Niño en Belén. Luego, una de las reformas más significativas fue la
9. ordenada por Antonio Guzmán Blanco en 1887, la cual incluyó la construcción de
una nueva fachada y cambios en el interior de la iglesia. En este templo le es
otorgado el título de Libertador a Simón Bolívar, al término de la Campaña
Admirable, el 6 de agosto de 1813. Luego, el 17 de diciembre de 1842 son
recibidos los restos de Bolívar para su posterior traslado a la Catedral de Caracas.
Algunos de los cambios hechos en 1887 son retirados en 1953 como decoraciones
superficiales y bóvedas falsas, pocos años después. El 6 de abril de 1956 es
declarado Monumento Histórico Nacional debido a lo bien conservado de las
obras que datan de la época colonial y el estilo neobarroco.
La forma de acceso a la iglesia de San Francisco se puede hacer por medio del
Metro de Caracas en la estación Capitolio o a través de las rutas urbanas que
circulan por las avenidas Baralt o Universidad.
Otras edificiones históricas en las cercanías son el Palacio de las Academias, la
Antigua Corte Suprema de Justicia, el Palacio Federal Legislativo y a una cuadra
se encuentra la Plaza Bolívar, el Palacio Municipal, la Catedral de Caracas, el
Museo Sacro y la Casa Amarilla, entre otros.
Los orígenes del Panteón.
La Iglesia de la Santísima Trinidad, fue convertida en Panteón Nacional y
comenzó a construirse el 5 de agosto de 1744. El Albañil caraqueño Juan Domingo
del Sacramento Infante pardo libre, de inmensa fe, después de innumerables
gestiones que llevo a cabo le fue autorizada la construcción de un templo en
honor a la Santísima Trinidad. Infante destinó el fruto de su trabajo personal y
más de 36 años de su vida a edificar un templo contando para ello con su trabajo
y las limosnas de los fieles caraqueños. Varias veces se vendió como esclavo para
comprar material
Este hombre había querido siempre formar parte de la orden de los hermanos
trinitarios, debido a su gran vocación religiosa, pero fue rechazado por su baja
10. condición social. Juan Domingo hizo gestiones ante el Rey de España, pero todo
fue en vano. Se ordenó que no se le permitiera pedir limosna ni vestir hábito ni
escapulario de la Trinidad y que si lo hiciese, el gobernador debía proceder
contra él. Esto provoco un tremendo drama espiritual y su vida se lleno de
amargura y de dolor, aquel hombre piadoso y bueno se desquicio y aun así
continuo trabajando en su magna obra
El ayuntamiento de Caracas, el Coronel Juan Vicente Bolívar y el Marques del
Toro donaron solares para la obra. Después de 36 años de labores, Juan Domingo
logra terminar la construcción. El 12 de diciembre de 1780 muere, sus restos
fueron enterrados, amortajados en sabanas blancas en el altar mayor de la
Iglesia, en la bóveda que construyera con sus propias manos por orden del primer
Capellán de esta, el Presbítero Santiago Castro. La Iglesia de la Santísima
Trinidad fue inaugurada el 15 de julio de 1781, nueve días antes del nacimiento
de El Libertador Simón Bolívar. Tres meses después del nacimiento el bebe Simón
José Antonio de la Santísima Trinidad, es llevado al templo por sus padres y por
toda la familia, amigos y allegados, allí ofrecieron oraciones al patrono de la
familia que les pertenecía a todos ellos por las leyes misteriosas de la herencia.
Este fue el primer encuentro del niño Simón con aquel lugar. Ocho años después
de este acontecimiento el joven Simón Bolívar es traído de nuevo al templo para
que tomara su primera comunión.
El terrible terremoto del 26 de marzo de 1812, destrozó las estructuras de la
Iglesia, escombros, soledad y muerte cubrieron hasta 1821 sus ruinas
amontonadas y el mote que comenzó a crecer entre los escombros. Muchos años
permaneció así.
Las ruinas del templo fueron visitadas por El Libertador Simón Bolívar en 1827
cuando estuvo por última vez en Caracas. Ese fue su último contacto con la
Iglesia de la Santísima Trinidad. En la transformación de la Iglesia de la Santísima
Trinidad muchas ayudas y también muchas limosnas fueron dadas para la
reconstrucción de la Iglesia, el presbítero Luis Acosta tuvo bajo su cargo la
11. responsabilidad del techo de la nave central y la concluyó, hasta ser bendecida.
El presbítero Rafael Hernández contrato al Ingeniero José Gregorio Solano, quien
ideó un estilo gótico para la fachada. El Dr. Agustín Aveledo y el Presbítero Dr.
Bartolomé Suárez le dieron remate y gran impulso a la construcción que para
1874 se encontraba muy avanzada.
El 27 de marzo de 1874 el Presidente de la República General en Jefe Antonio
Guzmán Blanco, dicto su decreto N° 43 en el que convertía a la antigua Iglesia de
la Santísima Trinidad en Panteón Nacional y la obra fue concluida
convenientemente.
Cuando se dictó el referido decreto, la Iglesia de la Santísima Trinidad aún
estaba en plena construcción, pero el Gobierno puso el mayor empeño para
terminarla. Los trabajos de la obra fueron confiados a los Ingenieros Julián
Churión, Juan Hurtado Manrique, Tomas Soriano y Roberto García, quienes para
mediados de 1875 ya lo habían concluido. Interior del Panteón: "Un homenaje
artístico a distinguidas personalidades de la patria"
El 28 de octubre de 1876 fueron trasladados los restos de El Libertador desde la
Catedral de Caracas al Panteón Nacional, al igual que el monumento del escultor
italiano Pietro Tenerari, por decreto del Presidente Guzmán Blanco. Este
monumento estaba colocado desde 1852 en la Capilla do la Santísima Trinidad de
la Catedral de Caracas, donde descansan los restos de la familia Bolívar (sus
padres, hermanas, la esposa, sobrinos y antepasados de El Libertador). Por
disposición del General José Antonio Páez, durante su segunda presidencia, el
Congreso Nacional decretó el 30 de abril de 1842, el traslado de los restos de El
Libertador Simón Bolívar desde Santa Marta, Colombia. Había fallecido el 17 de
diciembre de 1830, recibió cristiana sepultura en la Iglesia catedral de dicha
ciudad, donde permaneció enterrado por espacio de doce años.
Al General y político colombiano, Pedro Alcántara Herrán, Presidente de la
Nueva Granada, leal, fiel y constante amigo de Bolívar, le correspondió ordenar
por decreto, la entrega de ,1 las sagradas cenizas de El Libertador. El 22 de
12. noviembre de 1842, los restos son embarcados en la bahía de Santa Marta, a
bordo de la goleta "CONSTITUCION", seguida de la fragata de guerra francesa "LA
CIRCE" Y del bergantín "ALBATROS".
El 08 de diciembre la urna con los restos de El Libertador llegan al archipi6lago
de los Roques, van a permanecer allí hasta el día 12, luego hacia el Puerto de la
Guaira donde llegan el día 13. Cabe señalar que el convoy con la preciosa carga,
toca puerto en los Roques; porque una de las naves sufrió una avería de uno de
los mástiles, fue justamente la goleta "CONSTITUCION", donde iban los restos de
El Libertador. El día 16 a las cinco de la tarde, llegan los restos a Caracas
acompañados de una numerosa comitiva. Una multitud lo acompaña desde la
Puerta de Caracas a la Iglesia de la Santísima Trinidad. En hombros de viejos
amigos, lo sigue todo el pueblo con ojos llorosos. Eran las diez de la mañana del
17 de diciembre de 1842, entre dobles de campanas y disparos de cañón, la
procesión de inicio desde la Iglesia de la Santísima Trinidad, donde había pasado
la noche, en la modesta capilla que años atrás construyera Juan Domingo del
Sacramento Infante.
La procesión llego a la Iglesia de San Francisco donde se le rindieron las honras
fúnebres. El Doctor José Alberto Espinosa, canónigo penitenciario de la catedral
y rector de la Universidad Central, pronuncia la oración fúnebre. Con la solemne
liturgia de la Iglesia y la conmovedora oración fúnebre del Padre Espinosa se
cerró el acto. El día 23 de diciembre, a las nueve de la mañana, los restos son
trasladados del Templo de San Francisco a la Capilla de la Trinidad, en la
Catedral Metropolitana de Caracas. Aquí descanso El Libertador por varios años,
hasta que fuera trasladado al lugar definitivo en el Panteón Nacional, el antiguo
templo de la Santísima Trinidad.
En 1883, año en el cual se celebraba el Centenario del Natalicio de El
Libertador y entre los hechos resaltantes toma importancia un regalo que ofreció
el gremio de Agricultores de Caracas, el cual consistió en una hermosa Lámpara
de Cristal de Baccarat, expuesta en la Gran Exposición de la Ciudad de París.
13. Dicha Lámpara consta de cuatro mil piezas de cristal y doscientas treinta luces y
su costo hasta el montaje fue de Veinte y Seis Mil Bolívares (Bs.26.000,00).
Especialmente vino de París a armarla por cuenta de la fábrica el Señor
Ferdinand " Regnauld. El Arquitecto Juan Hurtado Manrique y el Ingeniero Tomas
Soriano dirigieron la colocación de la araña. El 27 de octubre de 1886, en víspera
de la fiesta de San Simón la bajaron para colocarle las velas para la iluminación y
se desprendió, cuando la cadena del punto se apoyo se salió y se destrozaron
muchas piezas, se contrato de nuevo al Señor Regnauld quien se entendió con los
trabajos de restauración de la araña. El costo de todos los trabajos fue de
aproximadamente Catorce Mil Novecientos Ochenta y Un Bolívares con 83/100
Céntimos (Bs. 14.981,83).
El Presidente de la República General Joaquín Crespo, ordenó levantar dentro
del Panteón cuatro (4) monumentos conmemorativos que embellecieron y
realzaron notablemente la dignidad del lugar. Los monumentos son: Los
Cenotafios de El Precursor de la Independencia, Generalísimo Francisco de
Miranda y el Cenotafio al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.
Ambos por decreto del 22 de enero de 1895. El monumento al Prócer de la
Independencia General en Jefe José Gregorio Monagas y el monumento
conmemorativo de la Federación con las estatuas del Mariscal Juan Crisóstomo
Falcón y el General en Jefe Ezequiel Zamora. Por decreto del 5 de julio de 1896.
La celebración de los primeros cien años de la fecha aniversario de la
Independencia de Venezuela durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, fue
propicio para llevar a cabo una importante intervención en el Panteón Nacional.
El Ministerio de Obras Públicas, que ya en el año 1910 había puesto en marcha
algunos trabajos de reparación de los techos del edificio, convocó a un concurso
profesional para seleccionar un proyecto dedicado a la reforma total del
Panteón, siendo seleccionado entre varios el presentado por Alejandro
Chataing. A partir del proyecto del Ingeniero Alejandro Chataing y bajo su
dirección de realizaron reformas y ornamentación del edificio y la modificación
14. de su facha y una reforma completa de la decoración interior del edificio. En un
informe del Ministerio de Obras Públicas, se describen las características de la
obra: "Después de ejecutar la reparación completa de todas las armaduras y
cubierta de los techos, se procede a modificar la fachada tratando de imprimirle
mayor carácter a su arquitectura, armonizando sus diferentes secciones, y
pintarla con un tono apropiado al destino de la obra y a su situación con respecto
a los edificios vecinos".
Para el año 1930 y con el objeto de conmemorar el Centenario de la muerte de
El Libertador Simón Bolívar, por decretos del 3 de octubre y del 18 de noviembre
de 1929, el Dr. Juan Bautista Pérez quien ejercía la Presidencia de la República,
el Dr. Federico Álvarez Ministro de Obras Públicas, contratan al Arquitecto Vasco
Manuel Mújica Millán para restaurar todo el templo y la fachadas y junto con los
Ingenieros Hernán Ayala D. y Edgar Pardo Stolk cambian el estilo gótico de la
facha a neocolonial o neobarroco, agregando en el frente la tercera torre central
de 48 metros de altura .Los restos de El Libertador que estaban en una urna no
visibles al público, fueron trasladados a una urna artística hecha por el Escultor
Español Chicharro Gamo, que se colocó delante del monumento de Tenerani, es
el sarcófago que esta actualmente.
El Gobierno le encargó al prominente Pintor caraqueño Británico Antonio Salas
Díaz, más conocido como Tito Salas, la decoración interna del Panteón. Este
trabajo lo inició Salas Y comprende un gran conjunto de episodios históricos y
temas alegóricos de interpretación simbólica de los de momentos estelares de la
figura de El Libertador. Fueron diez y ocho (18) los lienzos que cubrieron la parte
superior de las naves y parte de los arcos. Tito Salas dio un extraordinario
colorido al recinto del Panteón con sus magistrales pinturas. La vida y el color se
mueven y agitan dentro de los austeros muros. Su pincel trazó con fuertes rasgos
de sentido impresionista la pasión del color y la luz que lo subyugaban. Don Tito
nos contó unos pasajes de nuestrahistoria y con su fascinante colorido la puso a
vivir ante nosotros.
15. Abolición de privilegios
El reparto de tierras a los soldados y a los indígenas del sur, la abolición de la esclavitud y
sus privilegios constituyen un capítulo hermoso de la Revolución Bolivariana. La lucha
contra el latifundio y la abolición de privilegios ambos temas sublimes, los que en el
Discurso de Angostura llamó Bolívar “los actos mas notables de mi mando, las
resoluciones mas importantes del último período”. Capítulo que hoy se resucita con el
Gobierno Bolivariano, entre otros, mediante la aplicación de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y la Ley de Tierras.