El documento describe cuatro paradigmas tecno-económicos: la Revolución Industrial se basó en avances tecnológicos en la industria textil del algodón; la Belle Époque se nutrió de las redes ferroviarias que ampliaron los mercados; el Boom Keynesiano resultó de la producción masiva y el petróleo barato que impulsaron sectores como los automóviles; y la Revolución Informática moldeará las oportunidades de un próximo período de prosperidad.