El elevado aumento del desempleo causado por la pandemia ha moldeado a las personas y sus vínculos afectivos. Con el deterioro de las relaciones de trabajo, también se han visto afectadas las relaciones sociales, cobrando más importancia el individualismo en menoscabo de la solidaridad colectiva. Ante la inminente desocupación se generan presiones en los individuos, a tal punto que se ven obligados a trabajar en cualquier actividad y bajo cualquier condición laboral, por el aumento en la oferta de la mano de obra. Ante ese panorama y los efectos causados por el aislamiento obligatorio algunas personas expresan su desánimo y angustia, de no tener un trabajo remunerado que les brinde estabilidad y confianza familiar. Las personas han visto como el desempleo va desarticulando su ritmo cotidiano de vida produciendo estupor y pesimismo frente al futuro, que se agrava porque surgen los conflictos familiares, el reproche y las consecuencias psicosomáticas. Aparece la inseguridad asociada al aumento de la pobreza, y los individuos tienen que enfrentarse a la vergüenza de eludir sus obligaciones y recomenzar la vida con un ritmo diferente. En el libro se presentan algunas tipologías de sujetos que han visto como cambió su vida de repente producto del coronavirus, junto con estadísticas de la OIT y, una encuesta de hogares que evidencia la problemática de saber que se puede perder el empleo, o no se cuenta con él.