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Los looney tunes o rebelión en la granja horacio germán garcía
1. Los Looney Tunes o Rebelión en la Granja, por Horacio Germán
García
Un conejo suertudo y siempre de buen humor (por algo fue conocido también como “El conejo
de la suerte”); un gallo bocón y metiche experto en complicar las cosas; un gavilán pollero
“chiquito pero matón”; un cerdo plácido y de buen carácter, aunque un poco tímido e inseguro;
un pato propenso a las rabietas… Estos son los personajes de los Looney Tunes, una creación
colectiva del equipo de dibujantes, guionistas y animadores de la Warner Brothers que, durante
décadas, hizo (y sigue haciendo) las delicias de grandes y chicos. Fueron, a su manera, el reflejo
de la joven América, pujante pero aun predominantemente rural, de la primera mitad del siglo
XX. No en vano la mayor parte de ellos son animales. Y animales de corral, como si las granjas
familiares que fueron la base de la prosperidad estadounidense hubieran sufrido alguna clase de
loco desquiciamiento, como si se hubieran puesto patas arriba y todos los bichos hubieran
escapado para hacer de las suyas e ir por los caminos canturreando “dabu-dabu-dabu-dá-duba-
duba…” como el Gallo Claudio, impenitente “métome-en-todo” y que, en realidad, se nos hace
“humano, demasiado, humano”. ¿No es, después de todo, una especie de trotamundos, de
trabajador temporal que a veces se emplea aquí y a veces allá, experto en meter la pata y sin
duda irritante pero lleno de humanidad (o de “gallidad”)?
2. Pues no es por nada que casi el único personaje importante humano sea Élmer Gruñón, quien
alternativamente es cazador, agricultor u oficinista y siempre es sacado de quicio por las locas
ocurrencias de Bugs Bunny o el Pato Lucas (aunque él mismo tiene, también, trazas de pícaro
cuando quiere quitarles el agua a los patos para irrigar su propio huerto). Sería cuestión de saber
cuál fue su encarnación original a fin de establecer si el origen de al enemistad radica en una
primitiva y salvaje “Rebelión en la Granja”. No es casualidad, tampoco, que el bueno y plácido
de Porky aparezca, frecuentemente, labrando la tierra.
Durante la mayor parte de al historia de la humanidad, la mayoría de la humanidad vivió en el
campo y no en la ciudad. Hoy, ante los problemas medioambientales y de desarrollo que afronta
la sociedad contemporánea, no faltan las voces que hablan de volver a “ruralizar” el planeta
(descentralizar la población, creando una infraestructura de bajo impacto ambiental para
mantener un nivel de vida moderno en el campo). Cabe preguntarse, en verdad, si no sería mejor
un mundo más parecido a los Looney Tunes, un mundo donde se pueda salía pasear
tranquilamente y en el cual el mayor peligro que puedas correr sea el de encontrarte con un
conejo bromista.