1. UN CORAZÓN GRANDE SE LLENA CON POCO
Por: Cristina Arias
“Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres, que no ha escatimado nada hasta agotarse y consumirse para
demostrarles su amor, y en respuesta no recibe de la mayor parte más que ingratitudes…” ¡Al menos tu ámame!
El corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, religiosa de la orden de la Visitación de Santa María llamada por
él mismo: la discípula de su corazón.
Ningún otro corazón ha amado tanto a los hombres como el de Jesús quien no ha guardado nada para sí mismo sino que
su amor se entrega hasta el extremo de consumirse por quienes ama. ¡Ese si es amor verdadero! Él no espera que
nosotros le respondamos de la misma manera, se conforma con que lo aceptemos, eso le basta y le sobra.
En una ocasión una pequeñita de cuatro años, sentada en el regazo de su padre, se recargó sobre su pecho y en
segundos se incorporó para preguntar: ¿Papá porque tu pecho suena como un tambor? Su padre, sencillamente, le
contesto: es el corazón. Ella preguntó nuevamente mostrando interés: ¿Qué es el corazón?, y su padre le explicó con
ternura y en forma sencilla que era una bomba puesta por Dios para impulsar la sangre a través de su cuerpo ayudando
a que todo funcione a la perfección.
Ella preguntó tocando su pecho: ¿Y yo también tengo uno? El padre respondió: Si, todos tenemos uno. La niña volvió a
colocar su cabeza en el pecho de su padre para seguir oyendo.
Quisiera preguntarte querido lector ¿Cuándo fue la última vez que tú escuchaste el corazón de Dios? ¿Cuándo fue la
última vez que te recostaste sobre su pecho a escuchar sus latidos? Muchas veces, atribulados, angustiados o con
muchos planes en la mente se nos olvida poner nuestra cabeza en el pecho de Dios para escuchar los latidos de su
corazón, incluso a veces olvidamos que existe.
La mejor parte de la vida es aprender a escuchar el corazón de Dios.
Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenia una hermana
llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba
absorbida por los muchos quehaceres de la casa. En cierto momento Marta se acercó a Jesus y le dijo: “Señor, ¿no te
importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude”. Pero el Señor respondió: “Marta,
Marta, tu andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es la necesaria. Maria ha elegido la mejor parte, que no
le será quitada. Lucas 10; 38-4.
La Palabra de Dios hace referencia a dos mujeres las cuales eran hermanas, pero una de ellas, Marta, estaba muy
ocupada con sus presiones diarias y Maria, en cambio, escogió escuchar los latidos del corazón de Dios y por ello, Jesus
dijo que había escogido la mejor parte.
Necesitamos aprender de Maria para colocar nuestra cabeza en el pecho de Dios a través de la oración, la meditación y
el silencio para captar las pulsasiones de su corazón y ahí en la quietud del alma aceptar y entender su amor profundo,
tierno y eterno, un corazón tan grande como el de Dios se llena con nuestro sí, con el simple hecho de aceptar
deleitarnos de él, como María.
Él es Dios, es Señor, nunca se cansa ni desfallece y su entendimiento trasciende las circunstancias, es la persona mas
paciente del universo y está a la espera de quienes deseen recurrir a su amor. Cuando nos angustiamos, nos desvelamos
y nos preocupamos estamos olvidando que Dios sigue en control de todo. Nosotros no tenemos el control sino de una
mínima parte de nuestra vida. Lo que nosotros no podemos controlar, Dios si puede controlarlo. Fue Él quien calmó la
tempestad en el mar cuando los discípulos en la embarcación creían que morirían mientras Jesús dormía en la barca. ÉL
se levantó y gritó a la tempestad: “Calla, Enmudece” y la naturaleza le obedeció.
Si hoy te atreves a escuchar los latidos de su corazón, desde su corazón él te dirá: “Aquí estoy, no temas más, Yo soy el
creador del universo, eres hermoso a mis ojos y no hay otra creatura a quien quiera demostrar más mi amor que a ti”
Solo te digo que si te encuentras cansado por las múltiples dificultades que pueda presentar la vida solo recuerda que
los recursos divinos son más abundantes que las demandas de la misma; deja de preocuparte como hizo Marta en el
2. pasaje de la biblia y haz como María: siéntate cerca del maestro a escuchar su corazón; veras que, cuando sientes que ya
no hay ninguna fuerza en ti, su amor llega y te revitaliza.
¿Por qué no pruebas hoy mismo? Haz la prueba y veras que bueno es el Señor.