1. Por: Auribeth Rivera Ocasio Joalys Rivera Padilla Jaemilyn Soto Rodríguez Luis Israel Velez Eduardo Castro Portillo
2. En este canto los griegos se estaban acercando al palacio de Príamo, donde estaban resguardados los troyanos. Aquiles, que esta de camino al palacio de Príamo, es cuestionado por el Dios Apolo. Este quiere saber el porqué Aquiles quiere seguir tratando de matar a Apolo, aun sabiendo que este es un dios. Aquiles está molesto con Apolo por engañarlo, ya que él quería seguir matando troyanos y alcanzar la gloria pero el dios Apolo no se lo permitió. Se explica en estas citas que dicen asi; Y Febo Apolo dijo al Pelida: ¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carrera, siendo tú mortal, a un dios inmortal? Aún no conociste que soy una deidad, y no cesa tu deseo de alcanzarme. Ya no te cuidas de pelear con los teucros, a quienes pusiste en fuga; y éstos han entrado en la población, mientras te extraviabas viniendo aquí. Pero no me matarás, porque el hado no me condenó a morir. Muy indignado le respondió Aquileo, el de los pies ligeros: ¡Oh Flechador, el más funesto de todos los dioses! Me engañaste, trayéndome acá desde la muralla, cuando todavía hubieran mordido muchos la tierra antes de llegar a Ilión. Me has privado de alcanzar una gloria no pequeña, y has salvado con facilidad a los teucros, porque no temías que luego me vengara. Y ciertamente me vengaría de tí, si mis fuerzas lo permitieran.
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4. Se explican en estas citas que dicen así: Tales pensamientos revolvía en su mente, sin moverse de aquel sitio, cuando se le acercó Aquileo, cual si fuese Ares, el impetuoso luchador, con el terrible fresno del Pelión sobre el hombro derecho y el cuerpo protegido por el bronce, que brillaba como el resplandor del encendido fuego o del sol naciente. Héctor, al verle, se echó a temblar y ya no pudo permanecer allí, sino que dejó las puertas y huyó espantado. Y el Pelida, confiando en sus pies ligeros, corrió en seguimiento del mismo. y aquél volaba sin descanso cerca de la ciudad. Como en sueños ni el que persigue puede alcanzar al perseguido, ni éste huir de aquél; de igual manera, ni Aquileo con sus pies podía dar alcance a Héctor, ni Héctor escapar de Aquileo. En estas “estrofas” del canto XXII se ve un gran efecto en la Ilíada y nos cambias nuestra perspectiva de varias cosas. Podemos ver a Héctor domador de caballos listo para enfrentar a el pelida en combate. Pero rápidamente vemos una parte de Héctor que no se había visto anteriormente, el valiente guerrero empieza a huir y a escaparse del pelida. Hasta ahora en la Ilíada habíamos visto como Héctor no corría del combate aunque su madre le ofrecía vino y su mujer le rogaba que no fuera a pelear. Pero el temor de combatir al Aquileo de los pies ligeros era demasiado grande. Pero también vemos otro dato curioso mientras Héctor el domador de caballos era perseguido por Aquileo el de los pies ligeros podemos ver que ni el cazador puede atrapar a su presa ni su presa escaparse del cazador. Podemos tomar esto como que los guerreros tenían fuerzas similares y ninguno podía sobrepasar al otro.
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7. El padre Zeus tomó la balanza de oro, puso en la misma dos suertes la de Aquileo y la de Héctor domador de caballos para saber a quién estaba reservada la dolorosa muerte; cogió por: El medio la balanza, la desplegó, y tuvo más peso el día fatal de Héctor que descendió hasta el Hades. Al instante Febo Apolo desamparó al troyano. Atenea, la diosa de los brillantes ojos se acercó al Pelida, y le dijo estas aladas palabras: Espero, oh esclarecido Aquileo, caro a Zeus, que nosotros dos proporcionaremos a los aqueos inmensa gloria, pues al volver a las naves habremos muerto a Héctor, aunque sea infatigable en la batalla. Luego de Zeus poner en una balanza la vida de Héctor el domador de caballos y el Aquileo de los pies ligeros la parte de Héctor descendió hasta el Hades (ósea hacia abajo). Ateneas rápidamente se dirige a donde el pelida y le indica la noticia y se encamina a engañar a Héctor para que empiece el combate.
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11. İ” Héctor ! Cuando despojabas el cadáver de Patroclo, sin duda te creíste salvado y no me temiste a mí, porque me hallaba ausente. İ Necio ! Quedaba yo como vengador, mucho más fuerte que él. en las cóncavas naves, y te he quebrado las rodillas. A ti los perros y las aves te despedazarán, y a Patroclo los aqueos le harán honras fúnebres”. Luego de que Héctor falló su primer intento, se estudian nuevamente. Aquileo analiza cual parte del cuerpo de Héctor resistirá menos. Observando bien, solo tenía descubierto el lugar en que las clavículas separan el cuello de los hombros, la garganta, que es el sitio por donde más pronto sale el alma. Y es por aquí donde Aquileo le envasó la pica a Héctor. Pero no le corto el garguero con la pisca de fresno, para que pudiera hablar algo y responderle. Entonces Héctor cayó en el polvo y Aquileo se jacta del triunfo y dice:
12. “ Bien te conozco, y no era posible que te persuadiese, porque tienes en el pecho un corazón de hierro. Guárdale de que atraiga sobre ti la cólera de los dioses el día en que Paris y Febo Apolo te darán la muerte, no obstante tu valor, en las puertas Esceas”. La muerte le cubrió con su mano: el alma voló de los miembros y descendió al Hades, llorando su suerte, porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven. Héctor le suplica, que no eche su cuerpo a los perros, junto a las naves aqueas. Le pide que acepte la recompensa que le dará su familia, para que velen por el todos los troyanos y luego quemarlo. Aquileo le contesta ,que no le supliques. Y le deja claro que aunque le pagen 20 veces el debido rescate el no va dejar de darse el gusto de ver su cuerpo destrozado por los perros. Héctor moribundo le dice:
13. En este acto lo único que busca Aquiles era humillar el nombre de Héctor frente a su pueblo . Le a horado los tendones detrás de ambos pies, desde el tobillo hasta el talón, introdujo correas de piel de buey y le ató al carro, de modo q la cabeza fuese arrastrando. Hasta llegar a Troya. Luego de esto Aquileo le quita la armadura y las armas a Héctor. Todos los aqueos observan la figura de Héctor y a ninguno dejó de herirle. Entonces Aquiles le pide a los aqueos que se dirijan a la ciudadela a ver que quieren los troyanos . Ya sabiendo que Héctor no existe. Entonces Aquileo dice: Matamos al divino Héctor a quien dentro de la ciudad los troyanos dirigían votos cual si fuese un dios”. Aquí observamos la importancia de Héctor para los troyanos.