2. América Latina:
Un concepto difuso y en constante revisión
Como zona geográfica, el término “América
Latina” se refiere hoy a todo el continente
americano al sur del Río Grande, incluyendo
México, América Central, el Caribe y Suramérica.
En principio, el adjetivo ‘latina’ proviene de un
legado imperial: designa las partes del nuevo
mundo que fueron colonizadas por naciones de
la Europa latina como España, Francia y
Portugal.
3. Sin embargo, hay zonas del Caribe, Centro y
Suramérica que fueron dominadas por Inglaterra
u Holanda. Del mismo modo, hay partes de
Norteamérica en Canadá y Estados Unidos que sí
fueron colonizadas por Francia y España pero no
se consideran latinoamericanas. Además, las
poblaciones indígenas, que son muy numerosas
en algunos países como Guatemala, Bolivia,
Ecuador, México y Perú, difícilmente pueden
considerarse ‘latinas’, y quedan típicamente
excluidas del nombre dado a la región en donde
viven
4. Tampoco es enteramente apropiado el
nombre de ‘latinos’ para la considerable
presencia de descendientes de africanos y
asiáticos en el continente, quienes tienen
una importante influencia cultural. Así que
cabe preguntarse cómo y por qué existe
esta difusa denominación.
5. Para comenzar, es útil recordar que la clasificación geográfica
mundial está íntimamente conectada con una historia de
invasiones, intereses económicos y tensiones de poder entre
grupos humanos. Una mirada desde fuera del planeta
fácilmente podría percibir la tierra como una sola isla flotando
sobre un solo océano, cuestionando la división convencional
del mundo en cinco (o siete) continentes. Así lo mostró el
matemático norteamericano Buckminster Fuller cuando
desarrolló, entre 1921 y 1954, la ecuación geométrica para
hacer el primer plano del mundo sin distorsión de las masas
terrestres: el mapa Dymaxion.
6. Como anotó Fuller sobre su mapa, “Todos
somos astronautas en una pequeña nave
espacial llamada Tierra”. El
mapa Dymaxion también ayuda a dejar atrás la
percepción desproporcionada que, basada en
el plano de navegación diseñado por
Gerhardus Mercator (1569), creó la impresión
de que las masas del norte (donde se
encuentran Europa y Norteamérica) eran
mucho mayores que las del sur, una ilusión
visual que predominó durante cuatrocientos
años y todavía se enseña en muchas escuelas
de todo el mundo.
7. Al ver este mapa parece difícil de creer
que Latinoamérica (desde México hasta
la Patagonia) ocupa 9 millones de millas
cuadradas, bastante más grande que
Canadá y Estados Unidos combinados,
que tienen 7,4 millones de millas
cuadradas. Algo similar podría decirse
de las proporciones entre África y
Europa al comparalas con el mapa de
Fuller.
8. La proyección de Mercator refleja la historia moderna en varios
sentidos. El mapa fue diseñado por un europeo en el siglo XVI para
fines de navegación, igual que el capitalismo se desarrolló en Europa
por esa misma época con base en el comercio y la colonización, y se
extendió al resto del mundo. El hecho de que el diseño de un europeo
fuera el mapa generalizado para el planeta, es indicio de la hegemonía
comercial y colonizadora de varias naciones de ese continente. La
percepción de Europa como centro de referencia es fácil de observar
en términos comunes como “el hemisferio occidental” (¿al occidente
de dónde?), “el Medio Oriente” (¿al oriente de dónde?), o el “Nuevo
Mundo” (¿nuevo para quiénes?). En muchos niveles, el mundo
‘globalizado’ de hoy –así como las ideas que tenemos sobre él–, fue
también ‘diseñado’ por la dinámica expansiva del mercantilismo
europeo.
9. La economía mundial se parece más al
mapa de Mercator que al de Fuller.
También la actual distribución de la tierra
en zonas geográficas corresponde a los
nombres y divisiones que se generalizaron
por los proyectos imperiales de España,
Francia e Inglaterra, y es resultado de la
expansión europea desde el siglo XV.
10. América es producto directo de esta expansión. No hay que olvidar que la expedición
de Cristóbal Colón tenía una motivación fundamentalmente mercantil. Y, como
enfatizó el intelectual mexicano Edmundo O’Gorman, el continente americano se
inventó –no se descubrió– a partir de las crónicas europeas, que a menudo
proyectaron sus fantasías de exotismo sobre este territorio nuevo para ellos. Y desde
el comienzo fue el ‘Nuevo Mundo’ espacio de disputas entre naciones europeas en
competencia por controlar la tierra, el comercio y la población de este pedazo del
mundo. Una breve historia de cómo se impuso el nombre mismo para este
continente es indicativa de dichas disputas, que nos permiten entender mejor las
divisiones de hoy.