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Brigitte y la Metafílmica
(obra literaria primigenia)
Núm. Reg. INDAUTOR: 03-2003-062013253500-01
México, D. F., 4 de julio, 2003
© Francisco Javier Ortiz Tirado Kelly (Oteka)

Brigitte, el Cine y la Belleza
(obra literaria derivada)
Núm. Reg. INDAUTOR: 03-2010-043013381200-01
México, D. F., 20 de mayo, 2010
© Francisco Javier Ortiz Tirado Kelly (Oteka)


Se prohíbe la reproducción
parcial o total de esta obra
—por cualquier medio—
sin el permiso previo y
por escrito del autor.




        Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 2
Oteka
    Javier Ortiz Tirado Kelly



          Decálogo de capítulos
              o cortometrajes
         publicado por la revista
             CONSPIRATIO,
     en sus primeros diez números,
          en la columna titulada
          Metafílmica de Oteka.
Es una obra derivada del ensayo de novela
        “Brigitte y la Metafílmica”,
             del mismo autor,
         y que es el manifiesto de
       su estética cinematográfica.



     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 3
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 4
A Manzana y Almendra




Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 5
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 6
Cortometraje de una joven llama-
da Brigitte ( 1 )



B      rigitte, símbolo femenino de belleza,
       ¡cuánto he soñado tus ojos verdes y
       rasgados!

Voz en off:
    Brigitte proviene de "bright", y tan bri-
llante es su origen como su manifestación
espléndida de belleza. Platónico amor, ideal
que surgió de lo real, de una experiencia
semejante al opacamiento que en los mitos
imponían los antiguos dioses a los mortales,
en este caso, un atrevido niño, que llegaría a
convertirse en maestro de Metafílmica.

Corte a:
    Brigitte, la santa patrona de Irlanda,
siente la necesidad de implorar a Dios:
   — ¡Quítame la belleza!…

Corte a:
    Al descender de las nubes de sus evoca-
ciones, Oteka, el maestro de Metafílmica,
con tierno aplomo sostiene de los hombros


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 7
a Eva, su joven discípula, admirando sus
bellísimos ojos verdes y rasgados.

Oteka:
    — Desde hoy te llamarás Brigitte, por-
que mientras el mundo siga reteniéndote
debido a tu inescondible belleza, no podrás
entregarle a Dios lo que de ti quiere. No te
preocupes, porque al final de cuentas el
Creador devolvió a santa Brigitte su belle-
za… eso sí, una vez que la transformó a su
antojo.

Corte a:
    Eva, la bella estudiante de Metafílmica,
por ahora ajena al mundo interior de su
maestro, no comprende, en ese atrevimien-
to, los alcances del acto de cambiarle de
nombre, y mucho menos sospecha la clase
de experiencias que habrá de vivir en ese
liceo mexicano de arte.

Brigitte (reclama a su maestro):
    — Si lo único que yo quiero es algo
muy simple, que me ayudes a descubrir qué
película quiero hacer.




      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 8
Oteka:
     — Veo que estás ansiosa de encontrar
la luz. Ésta siempre aparece al final, cuando
la persona sedienta de ella está perdida en la
oscuridad. Así que partiremos desde tus
tinieblas… Te espero aquí, a las doce de la
noche, en punto.

Voz en off:
    Cuántos pensamientos se agolpan en la
mente de Brigitte: ¿Por qué su maestro la
ha citado a media noche? ¿Qué intenciones
tendrá? ¿Podrá confiar en él?... En su dor-
mitorio se conecta a Internet y busca in-
formación relacionada con Brigitte. Halla
dos cosas que la maravillan: La imagen de
un hermoso vitral que no puede dejar de
admirar, en donde la santa sostiene una lar-
ga y luminosa antorcha que simboliza su
propio nombre: la luz, la brillantez
("bright"), la belleza.
    La segunda maravilla que descubre, es
un párrafo que confirma la anécdota que le
ha anticipado su maestro:

          Nacida en el año 453 D.C.,
      Brigitte fue conocida por su belleza.
      Cuando alcanzó la edad apropiada,
      su padre pensó que era hora de que

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 9
se casara, pero Brigitte no estaba
      contenta con la idea. Ella se había
      entregado a Dios, y no quería dar su
      amor a ningún otro. Entonces rezó a
      Dios pidiéndole que le quitara su be-
      lleza, y Él así lo hizo. Cuando el
      contrariado padre de Brigitte vio que
      su belleza se había ido, la dejó
      hacerse monja, como era su deseo.
      Santa Brigitte fue la primera religio-
      sa mujer en Irlanda. Con otras jóve-
      nes fundó un convento. Cuando
      finalmente pudo consagrarse entera-
      mente a Dios, un nuevo milagro ocu-
      rrió, y su belleza le fue devuelta.

La nueva Brigitte (enojada):
   — ¡Pero si yo no quiero ser monja! ¡En
qué rayos estará pensando ese mocho!

Corte a:
    Una vez que se tranquiliza, su vista es
atrapada de nuevo por la bellísima imagen
de la santa. La contempla por varios minu-
tos, sumergida en una profunda comunica-
ción entre silencios que la atrae, que no la
deja escapar… hasta que vuelve a reaccio-
nar con rebeldía.



     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 10
Brigitte:
    — ¡Ni tampoco santa! Pero, ¡en qué
malditos rayos estará pensando ese idiota!
La santidad en definitiva no es para mí. Yo
soy una chava, la neta, super alivianada.

Corte a:
    Brigitte descarga su enojo sobre los bo-
tones de la computadora, pero el monitor
no quiere apagarse. Como una misteriosa
señal sigue proyectando la colorida imagen
de la joven santa irlandesa. Vuelve a recetar
un golpe sobre el botón del monitor, pero
parece que éste no tiene la voluntad de apa-
garse.

Brigitte (grita):
    — ¡Demonios, o te apagas o…! (Jala del
cable y la imagen sólo baja de intensi-
dad)…. ¿Será necesario invocar a los mis-
mísimos demonios para que me obedezca
ese maldito aparato?… El que sí es un de-
monio es ese profesor que me quiere in-
quietar con sus anacrónicas propuestas de
misticismo metafílmico. Yo no sé qué esta-
ba pensando cuando se le ocurrió ese nom-
brecito… Y para acabarla de fregar, tengo
que aprobar su curso… ¿Y qué tal si me
hago la enferma?... No, tarde o temprano

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 11
tendría que aliviarme y cumplir sus capri-
chitos… Tengo que ir… a media noche…
¡qué flojera!… ¿Qué querrá?… ¿De qué
tinieblas me quiere sacar?… ¿No tendrá la
intención de recetarme el catecismo?… No,
creo que no es su estilo. En honor a la ver-
dad, tengo que reconocer que es nada abu-
rrido, sobre todo si lo comparamos con la
sarta de natas y tecnócratas que hoy abun-
dan… La neta, me tiene super intrigada el
hombre… ¿Por qué a media noche?… Ya
no resisto más la curiosidad. ¿Qué trata de
enseñarme?

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 12
Cortometraje de un misterio que se
proyecta luminoso ( 2 )



L       a cámara observa que casi todas las
        luces están apagadas en el liceo. El
        reloj del pasillo marca las doce en
punto. No se escucha ruido alguno. Brigit-
te llega al fondo del pasillo. Sobre la puerta
del cubículo de su maestro cuelga un grue-
so cuadro de madera con un letrero piro-
grafiado en latín que reza: "Veni, Creator
Spiritus". Brigitte toca tres veces, pero na-
die contesta. Abre entonces la puerta. El
cubículo está vacío, sólo una vela ilumina
otro letrero escrito sobre papel:
        Sal de tu oscuridad bergmaniana, y busca
       el eje de luz que comenzará a clarificar el
       misterio de tu próximo filme.


Brigitte (piensa):
   — ¿Se referirá el maestro al salón de
proyecciones?

Corte a:
   Cuando Brigitte llega al salón, el eje lu-
minoso del proyector invade la pantalla.
Una raya blanca se va pintando, de izquier-

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 13
da a derecha, sobre la negra superficie. Eso
es todo. La bellísima joven observa con
atención esa imagen tan simple. Ninguna
otra cosa sucede. A lo largo de varios minu-
tos, sólo una raya blanca va fluyendo al
centro de la pantalla negra, de izquierda a
derecha.

Oteka (el maestro de metafílmica, transmite
su voz impostada y profunda, a través de
las bocinas del auditorio):
   — Hipnotizante, ¿verdad?

Brigitte (gritando):
   — ¿Eres tú? ¿Dónde estás?

    — ¡Acaso te importa eso!: ¿Dónde es-
tás?… ¿De dónde vienes?… ¿A dónde
vas?… ¿Quién eres?… Sigo esperando tu
respuesta, Brigitte.

    — ¿Cuál respuesta? Aquí estoy. No he
faltado a la cita. ¿No es eso lo que querías?


   — Has cumplido, sí, y ¿no te parece
hipnotizante lo que ves?



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 14
— Sí, pero no le encuentro el chiste,
tanto tiempo sólo para ver una insignifican-
te raya blanca que avanza en línea recta.

    — Fíjate bien.

Corte a:
   Por más que lo intenta, Brigitte no logra
encontrar interesante lo que ve reflejarse
sobre la pantalla.

Oteka:
     — ¡Es una imagen cautivadora!… Cada
segundo se proyectan veinticuatro cuadros
fijos que, gracias a la retención que de ellos
va haciendo tu retina, obtienes la sensación
de un movimiento continuo. ¿No es mara-
villoso?

Brigitte:
    — Sí… por supuesto… ¡es maravilloso!

Oteka:
    — Es el movimiento… es el tiempo…
es… ¡es la imagen de la vida visible que flu-
ye desde lo invisible!



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 15
Corte a:
    Los ojos rasgados de Brigitte se abren al
máximo, como si esas palabras se los
hubiesen agrandado. No puede dejar de
admirar la simplicidad y belleza de esa sín-
tesis visual perfecta que impacta su mente y
su corazón.

Oteka:
   — ¡Esa imagen es, nada menos, la eter-
nidad que penetra en tu tiempo!

Corte a:
    La frase retumba, como si proviniese de
trompetas apocalípticas, en el ser entero de
la avispada discípula. Aunque de momento
no comprende los alcances científicos, filo-
sóficos y teológicos del contenido de esas
palabras, su forma la excita. De pronto, la
luz se hace en la sala y el proyector es apa-
gado. Brigitte está sentada en una butaca en
medio del pequeño salón. Oteka sale de la
cabina de proyección, camina por el pasillo
hacia el frente, jala un rotafolios que coloca
al centro y comienza a dibujar una raya
horizontal que divide en tres partes. Sobre
la primera parte escribe la palabra "pasado",
al centro: "presente" y, por último, sobre la
sección derecha escribe "futuro".

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 16
Oteka:
    — Una visión lógica, pero anacrónica.
Así habrían imaginado el tiempo mis abue-
litos. (Brigitte ríe y sigue escuchando a su
maestro). ¿Por qué darle el mismo espacio
al presente? La humanidad habrá dado un
gran paso el día en que aprenda a percibir el
tiempo no como si fuera espacio, y el espa-
cio no como si fuera tiempo. ¿Te has pues-
to a pensar cuánto dura el presente?
¿Puedes, como en esta raya, representarlo
gráficamente del mismo tamaño que el pa-
sado y el futuro? ¿Existe en realidad ese
tiempo llamado presente?

Corte a:
    Brigitte aún no encuentra una respuesta
que le parezca confiable, por eso guarda
silencio.

Oteka:
    Mira Brigitte, sólo la belleza nos permi-
te apreciar todo eso que es el presente… ¿Y
tú crees que importa de dónde procede la
Belleza?, porque por ejemplo a Charles
Baudelaire, en "Las flores del mal", parecía
no importarle:



     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 17
¿Qué importa que procedas del
      cielo o del infierno, Belleza, mons-
      truo enorme, ingenuo y espantoso, si
      tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la
      puerta de un Infinito que amo y no
      conocí nunca? De Dios o de Satán,
      ¿qué importa?, Ángel, Sirena, ¿qué
      importa, si por ti —hada con las
      pupilas de terciopelo, ritmo, fulgor,
      mi única reina—, el mundo es me-
      nos feo y el tiempo menos largo?
   Pero para nosotros, en la Metafílmica,
nos resulta fundamental la cuestión de
dónde procede la Belleza. Ahí se finca toda
nuestra estética.
   Escucha este fragmento del prólogo del
Evangelio según San Juan:
          "Hubo un hombre, enviado por
      Dios: se llamaba Juan. Este vino
      para un testimonio, para dar testi-
      monio de la luz, para que todos cre-
      yeran por él. No era él la luz, sino
      quien debía dar testimonio de la
      luz".
   La posición que asume el cineasta de la
Metafílmica se fundamenta en la función
profética asumida por Juan el Bautista. Pues
no es él la luz, sino que da testimonio de la
Luz… La Metafílmica propugna por un cine


     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 18
de autor, pero del Autor de los autores, en
dónde estos últimos son fieles instrumentos
fílmicos de la Palabra que está sobre toda
palabra.

Disolvencia a:
   La imagen meditabunda de los bellísi-
mos ojos verdes de Brigitte, abiertos al
máximo, se congela.

Voz en off:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 19
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 20
Cortometraje del Cruzado jugando
ajedrez con la Muerte ( 3 )



E       l maestro de Metafílmica proyecta a
        Brigitte “El Séptimo Sello”, película
        bergmaniana fundamental, que ini-
cia en el misterio apocalíptico de un con-
trastado cielo, cuyas nubes en vano intentan
esconder la magnificencia del sol, porque su
presencia se anuncia con “trompetas” de
sonoridad carminoburanesca, profetizando
que pronto dará a luz. Y al intimidar al pre-
sagio de la tormenta, una Paloma aparece
dominando las alturas con su pacífico vue-
lo.

Voz en off:
   — “Y cuando el Cordero abrió el Séptimo Se-
llo, en el cielo se hizo un silencio que
duró el espacio de media hora”.

Corte a:
    Bajo el silencio del cielo y frente a un
mar en tregua junto a los peñascos, un ca-
ballero que regresa a su antigua Suecia des-
pués las Cruzadas, va de camino a casa, a
enfrentarse no sólo con la temible peste,
sino con aquel mítico encapuchado que se
le presenta como la Muerte. El cruzado,

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 21
para ganar tiempo a su vida, los reta (a la
Muerte o al Diablo, según la invocación), a
una partida de ajedrez.

El maestro de Metafílmica explica a Brigitte:
    — Ese desafío que el personaje plantea
a la Muerte, es también la audaz estrategia
que, como realizador, Ingmar Bergman uti-
liza para robar al Juez Implacable (el espec-
tador), el precioso tiempo que requiere para
dar a luz —como el sol tras las nubes— su
película… sin afectarle que la Muerte ter-
mine venciendo al cruzado; pues, al fin de
cuentas, como director y maestro ajedrecis-
ta, al avanzar sobre el cuadrante del tablero
y proyectar el último cuadro de su película,
habrá logrado el triunfo en la partida narra-
tiva que él considera la definitiva.

Corte a:
    Entre jugada y jugada, el cruzado se
confiesa ante quien supone es un cura tras
el claustro.

El maestro de Metafílmica:
    —Aquí, Bergman se apodera de la aten-
ción en virtud del diálogo fundamental que
dramatiza el cuestionamiento de su meta-
fílmica.


     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 22
Antonius Block (el cruzado):
   — Quiero confesarme con la mayor
honestidad, pero mi corazón está vacío…

Corte a:
    Los ojos verdes y rasgados de Brigitte,
en la oscuridad de la sala, brillan.

El cura en la oscuridad bergmaniana:
   — A pesar de eso, no quiere morir…

Antonius Block:
   — Sí, quiero hacerlo.
   El cura en realidad es la Muerte quien
confiesa a Block, sin que éste lo advierta.
   — ¿Y qué espera?
    — Quiero conocimiento. (Block se
arrodilla de espaldas a su confesor)… No
fe, ni conjeturas, sino conocimiento. Quie-
ro que Dios alargue su mano, descubra su
rostro y me hable.
   — Pero permanece en silencio.
   — Lo llamo en la oscuridad. Pero es
como si no hubiera nadie.
   — Tal vez no haya nadie.



     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 23
— Entonces la vida es un absurdo
horror. Ningún hombre puede vivir enfren-
tando la Muerte, sabiendo que todo es na-
da.
    — Casi nadie piensa en la Muerte ni en
la nada.
    — Pero un día uno está en la orilla de la
vida y enfrenta la oscuridad… Debemos
hacer un ídolo de nuestro miedo… y lla-
marlo Dios…
       — Por eso juegas ajedrez con el Diablo.
   — Es un táctico difícil y hábil, pero
hasta ahora no he rendido una sola pieza.
    — ¿Cómo puedes engañar al Diablo en
tu juego?
   — Juego una combinación de “obispo”
y “caballero” que aún no ha descubierto.
Expondré su flanco en la siguiente jugada.
       El Diablo se vuelve y le muestra su ros-
tro.
       — Voy a recordar eso.
   Block se pone de pie, mostrándole su
enojo.
   — Eres un traidor. Me engañaste. Pero
nos volveremos a ver. Y descubriré un ca-
mino.


        Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 24
— Nos veremos en la posada…
   El Diablo se retira y Block se autocon-
templa, inflándose de soberbia.
    — Esta es mi mano. Puedo moverla. Mi
sangre brota de ella. El sol aún está alto en
el cielo. Y yo, yo Antonius Block, juego
ajedrez con el Diablo.

Brigitte a su maestro:
   — La cámara de Bergman sintetiza to-
do el diálogo de Block con el Diablo, en
una imagen a la vez simple y muy compleja.

El maestro de Metafílmica:
    — En efecto, pero pone en duda la efi-
cacia del desafío que el cruzado plantea.
¿Qué puede ganarle Antonius al artífice del
engaño y progenitor de la mentira?

Brigitte:
    — ¡Poco!, porque al final, logre lo que
logre el cruzado, el encapuchado se lo lleva-
rá —en su danza bufonesca— hacia su des-
tino mortal.

El maestro de Metafílmica:
    — Quien sí está interesado en que su
eficacia trascienda, es Bergman. Porque


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 25
más allá de hacer que su personaje entre-
tenga al mañoso encapuchado, él mismo lo
logra con el Juez Implacable (el especta-
dor). Acaso prefiere, en vez de aclararle el
sentido de la Vida, estremecerlo con la gra-
vedad de sus representaciones simbólicas y
enmarañarlo en las redes del vacío, las du-
das y la oscuridad, como esas nubes que no
abren el espacio suficiente para parir al
sol… Aunque, para ser justos, la luz del sol
sí alcanza a filtrar algunos brillos en las “vi-
siones” que el sencillo juglar comunica a su
joven, bella y algo escéptica esposa… Lo
que es imprescindible reconocerle a Berg-
man, es que mediante su técnica metafílmi-
ca…

Brigitte:
    —… me recuerda a la que usa Shereza-
da para ganarle tiempo de vida al sultán.

El maestro de Metafílmica:
     — Sí, con su artilugio, Bergman alcanza
a demostrar la relatividad del tiempo y de la
duración de la vida, cuando logra parir los
noventa y dos minutos pantalla que dura la
versión de su Séptimo Sello, en ese apoca-
líptico silencio que dura el espacio de media hora.



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 26
Disolvencia a:
   La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje hacia el interior de los verdes ojos
de Brigitte… cuando la conspiración la car-
gue con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 27
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 28
Cortometraje desde el interior de
una lágrima de Dios ( 4 )



E       l maestro de Metafílmica proyecta a
        Brigitte otra película que comienza
        en las alturas. Nubes oscurecidas
por el azul profundo de una luz que refleja
la luna llena, son envueltas por un fondo
musical que conecta con el misterio. La
cámara desciende, atraviesa las nubes y liga
con otra visión de las alturas, en el Huerto
de los Olivos, cuando en la noche oscura el
sudor y el temblor extremos se apoderan de
la naturaleza humana de Jesús que suplica:
“Padre, si es posible aparta de mí esta co-
pa… pero hágase tu voluntad… no la mía”.

Corte a:
    Hacia el final de la película, una gota
desciende desde las alturas, presintiendo
que presenciará el momento más terrible de
la historia.

El maestro de Metafílmica:
  — Es el instante en que, para algunos,
todo parece llegar a su fin; pero, para otros,
el punto donde la Vida está por iniciar. Es
el punto crucial que se vive en el incon-
mensurable dolor que experimenta el Hijo

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 29
al exclamar a su Padre: “¿Por qué… por
qué me has abandonado?”

Corte a:
    La cámara sigue a la gota durante su caí-
da, profetizando que será aplastante, como
sangre cayendo sobre la tierra árida de un
monte a punto de ser testigo de la más
cruel matanza. Sangre inocente de la Vícti-
ma también ha comenzado a derramarse
sobre el árido testigo, como tantos otros en
el mundo que continúan impávidos ante el
inagotable gemido del Hijo en abandono.

El maestro de Metafílmica:
    — Es la escena que más artistas han
pintado. Desde abajo, como Tintoretto;
desde arriba, como Dalí, y desde el plano
astral que dominan los ángeles, como Ger-
mán Novoa. 1 Es el instante plasmado que
siempre parece que está por venir, pues aún
con la consumación de su sacrificio, y con


1
  Germán Novoa Palacios, pintor mexicano que
creen extranjero en México, y mexicano en el
extranjero, nacido al comenzar el siglo XX,
creador de la escuela ideológica de pintura clási-
ca moderna. Su pintura titulada “La Crucifixión”
forma parte de su serie “La Historia del Hom-
bre”.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 30
la fe en Su resurrección, la humanidad cre-
yente no logra mitigar su creciente pena.

Corte a:
    Brigitte imagina que la cámara penetra
el corazón humano para revelarle que su
mayor debilidad es su ventrículo penitente.

Brigitte:
    — ¿Cómo no penar, si las imágenes de
los artistas siguen insistiendo en desgarrar
al corazón, eternizando la aflicción?

Corte a:
   La cámara vuelve a su caída libre. Allá
abajo, las tres cruces. La del centro, con el
Hijo cuyo grito sigue increpando a la eter-
nidad: “¿Por queeé?”

Brigitte:
     — Es terrible lo que nos hacen los ar-
tistas… que nos sigan haciendo padecer así.

Corte a:
     La cámara, por fin, ve caer la gota sobre
la tierra árida del monte. Brigitte y su maes-
tro pueden ver, en el clímax de su caída, su
reventar al pie de la Cruz.


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 31
El maestro de Metafílmica:
     — En este caso, querida Brigitte, el ar-
tista ha querido ofrecernos una visión dis-
tinta, complementaria a la del Hijo que se
duele por el abandono de su Padre. La au-
dacia de Mel Gibson, realizador de La Pa-
sión de Cristo, sin duda un arte de la
Metafílmica, lo ha dispuesto a seguir la caída
de la gota desde el Cielo hasta la Tierra. Pe-
ro la imagen resulta aún más estremecedora
cuando se nos revela que no es una simple
gota la que está cayendo, sino una lágrima,
¡sí, una lágrima que derrama el Padre!

Corte a:
   Por fin, una lágrima brota de los tiernos
ojos verdes de Brigitte.

El maestro a Brigitte:
   — La cámara de Gibson enfatiza el
momento cuando Jesús agonizante, cubier-
to por innumerables marcas de sangre, en
una lucha entre la divina comprensión del
acontecimiento y la pena de un hijito ator-
mentado por el dolor, voltea hacia lo alto
para preguntar a su Padre: “Dios mío…
Dios mío… por qué me has abandonado?”
Ante el abrumador silencio del Padre, Jesús
–exhausto- inclina su cabeza y alcanza a ver


     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 32
a su Madre acompañada por Juan. Ve tam-
bién a los soldados que con miedo reveren-
cial aguardan el fin. El Hijo exclama: “Todo
está cumplido”. Mira a su madre y, después
de aspirar todo el aire que puede, logra re-
cuperar fuerza para volver de nuevo su ca-
beza hacia lo alto. Sin asumir la perspectiva
única de Dios (porque Gibson le guarda
profundo respeto); pero sí desde un punto
de vista cercano al Padre, vemos el rostro
del Hijo que, más que maquillado, ha sido
dibujado sobre la propia piel del actor, en
una perfecta síntesis de las infinitas conno-
taciones que expresa en ese momento
cuando se ofrece: “Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu”. Y, al exhalar su
último aliento, la visión del Padre desde las
alturas, se humedece, se nubla y hace brotar
la lágrima más plenamente comunicadora
de la historia de la Metafílmica.
     Alguna vez imaginé esa escena desde un
punto de vista subjetivo. No sé por qué, en
vez de mirar la escena tal como está filma-
da, creí verla todo el tiempo como si Gib-
son hubiese dejado su cámara dentro de
aquella lágrima del Padre, mostrándonos
desde el interior, Su dolor extendido a lo
largo de esa infinita caída, aproximándonos
-por un lado- al rasgo más amoroso del
Padre y -por otro- al colosal temor que Su
lágrima reventando provoca en aquellos

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 33
que atentaron y, aún hoy, siguen contra-
conspirando en contra de su amado Hijo.

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 34
Cortometraje al interior de las tres
Personas de un solo Dios ( 5 )



L      a cámara, ahora, va a sumergirse al
       fondo de un océano de contenidos
       reales, simbólicos, icónicos y con-
ceptuales.

El maestro de Metafílmica:
    — Mi querida Brigitte, para aproximar-
nos a una leve comprensión de la semejan-
za que los seres humanos tenemos con el
Dios trinitario y eterno, debemos aprender
a nadar en aguas profundas, donde las imá-
genes sólo son posibles para la Metafílmica.

Corte a:
   La cámara inicia su apasionante viaje de
autoinmersión contemplativa y reflexiva.

El maestro de Metafílmica:
    — No se trata de un típico psicoanálisis
freudiano, sino de una terapia de renaci-
miento y potenciación espiritual.

Corte a:
   La cámara descubre que la teoría del
análisis transaccional, propugnada por Eric

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 35
Berne, hace una analogía con la teoría de
Freud, relativa al Ego, al Super Ego y al
Ello. Estas tres entidades o estadios de
nuestra psique, son visualizadas y simboli-
zadas en este cortometraje, desde la pers-
pectiva de Berne, en las figuras interiores de
un Padre, un Adulto y un Niño.

Brigitte:
    — ¿Es gracias a esta teoría que a cada
rato escuchamos decir que todos llevamos a
un niño dentro de nosotros mismos?

El maestro de Metafílmica:
    — Así es, en importante medida.

Corte a:
    La cámara continúa con la fase digital
de su viaje, en el que podemos percatarnos
de que nuestra semejanza con Dios es
nuestra dimensión trinitaria.

El maestro de Metafílmica:
    — Como Él que es un solo Dios, noso-
tros somos un solo ser; y también como Él,
estamos integrados por tres “personas” in-
teriores o entidades distintas: la del PA-
DRE; la del ADULTO (como la persona
de Jesús que, siendo verdadero Dios y ver-

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 36
dadero Hombre, ha conducido su naturale-
za humana a su mayor plenitud); y la del
NIÑO (como la persona del Espíritu San-
to, lleno de alegría, dinamismo, creativi-
dad...).

Corte a:
    Una voz nos aconseja que si aceptamos
mirarnos así y, en forma simultánea, con-
templamos las tres Personas del único
Dios, podremos bucear dentro del flujo de
abundantes torrentes de agua viva que cir-
culan en el interior de la Comunión divina...

El maestro de Metafílmica:
   — Este momento es suficiente para
contemplar sin límite de tiempo, en pro-
funda oración, el mayor acontecimiento
que pueda jamás existir: la VIDA COMU-
NITARIA DE DIOS.

Corte a:
    La cámara nos hace evidente que hemos
sido concebidos a Su imagen y semejanza,
cuando nos visualiza como una comunidad
entre nuestro Padre, nuestro Adulto y nues-
tro Niño interiores...




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 37
Brigitte:
   — Pero como estamos dañados inter-
namente, debido a que nos hemos alejado
de Dios, nuestras tres “personas” interiores
no se relacionan sanamente. Padecemos
una especie de esquizofrenia.

Corte a:
    La cámara ilustra el comentario de Bri-
gitte, al descubrir cómo nuestro Padre opri-
me a nuestro Niño, éste se vuelve
malcriado y agresivo contra nuestro Padre,
éste lo regaña, el Adulto trata de imponer
normas, reglas y leyes de toda índole a fin
de crear un marco legal y político para la
convivencia pacífica...

El maestro de Metafílmica:
    — ¡Cuánto nos falta para restablecer in-
tra-relaciones sanas!... así como las de nues-
tro Amado Modelo Trino, quien no se basa
en legalismos impuestos, sino en la única
ley que religa... ¿Sabes, Brigitte, cuál es esta
Ley?

Brigitte:
    — Obvio, ¡el Amor!



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 38
El maestro de Metafílmica:
    — Ni tan obvio; pero me alegran tus
avances. Déjame que la cámara de nuestro
cortometraje te sorprenda. Imagina que te
muestra el momento en que tu Padre inte-
rior se dispone a ofrecer a tu Adulto, en un
sacrificio que ambos voluntariamente acep-
tan, y que consiste en entregarte como re-
hén a cambio de que unos terroristas
perdonen la vida a otra persona secuestra-
da, a quien no conoces, y a sabiendas de
que ese intercambio implicará necesaria-
mente tu sacrificio de muerte...

Brigitte:
    — ¡¿Cuánto necesitaríamos amar a
nuestro próximo para dar nuestra propia
vida para salvarle la suya?!

El maestro de Metafílmica:
    — Sí, ese es el ángulo que “rompe” la
relativamente “fácil” y “placentera” vida
intra-trinitaria.

Brigitte:
    — Y otro ángulo que la rompe, es que
yo tenga que imaginar a mis personas inte-
riores de género masculino y no femenino,
como yo.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 39
El maestro de Metafílmica:
    — ¡Ahí tienes otro ángulo a analizar!…
Pero es todo un rollo que quizá podríamos
filmar en otro corto.

Corte a:
    La cámara casi enceguece al espectador
cuando muestra la incandescente Luz que
emana del pecho del Padre al rasgarse a Sí
mismo, como el velo de un Templo que
ansía mostrar todo lo que hay dentro de
Sí… Y, desgarrándose interiormente, abrir-
se a que participemos de su Amor infinito,
formando con Él una Comunidad eterna y
maravillosa.

El maestro de Metafílmica:
    — A cambio de todo eso que Dios
hace, nosotros podemos corresponderle:
creyendo y viviendo en Él, desgarrándonos
en nuestras tres entidades o “personas” in-
teriores, para trascender a la plenitud de la
vida humana que sólo se logra en una co-
munidad de hermanos y hermanas que vi-
vimos amándonos, y creyendo-viviendo
según nos invita Jesús a formar con Él, con
nuestro Padre y con el Espíritu Santo, la
comunidad del DIOS-CON-NOSOTROS,



     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 40
que ya ha comenzado en la historia de este
nuestro cielo.

Brigitte:
   — Sí, querido Oteka, un cielo tan al-
to… y tan bajo y profundo como nuestro
propio océano.

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 41
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 42
Cortometraje de la Belleza que sal-
va (6)




B      rigitte tardará un tiempo en regresar
       al liceo. Las primeras enseñanzas de
       su maestro de Metafílmica le calaron
hondo. Él se enteró de su partida por la
primera de las cartas que ella le envió. Pero,
¿por qué y adónde fue?


Voz en off:
    Lo que le sucedió a Brigitte, es que no
supo cómo manejar su enamoramiento y lo
único que se le ocurrió fue poner distancia
entre ella y su maestro casado. No quería
cometer alguna imprudencia que la hiciera
arrepentirse para siempre. Por el amor que
en verdad le tenía, debía guardar sus senti-
mientos sólo para ella y tratar de olvidar…
o por lo menos reenfocarlos a fin de poder
rescatarse y recuperar la relación con su
maestro que tanto valoraba.

Corte a:
    Brigitte conoce a una mujer excepcio-
nal, Rosa, indígena chiapaneca que ofrece
unas pláticas sobre la terrible situación por

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 43
la que pasan sus paisanos, y que a nivel
mundial ha sido difundida por Marcos, el ya
legendario subcomandante encapuchado
del Ejército Zapatista de Liberación Nacio-
nal. La forma de ser de Rosa, así como su
enfoque del problema indígena, hace que
Brigitte se entusiasme con su labor. Así que
la sigue a Chiapas, junto con otras dos chi-
cas norteamericanas, una llamada Charity y
otra Beauty, quien por cierto también estu-
dia artes.
    Casi todo un año colabora con ellas en
varias comunidades indígenas. Eso la cam-
bia… Pero lo que en verdad la transforma,
es el encuentro personal que, por medio de
Rosa, Brigitte tiene con nuestro Señor Jesu-
cristo. Las cartas que van describiendo este
proceso de conversión son hermosísimas.
Por ahora, la que tiene cautivado a Oteka,
especialmente, es una carta en la que Brigit-
te resume y comenta los primeros apuntes
que él le proporcionó.

Corte a:
    La cámara contempla los verdes ojos de
Brigitte en el momento de concebir y escri-
bir esta carta a su maestro.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 44
Voz en off de Brigitte:
    — En síntesis, mi querido Oteka, me parece
que tu Metafílmica parte de estas premisas:
     1.- La vida y la materia tienen su origen en el
pasado, y constituyen un continuo en evolución que
sólo puede existir físicamente en el presente.
     2.- A la luz de la semiótica experimental del
tiempo, el presente no tiene la duración física nece-
saria para poder existir. 2 Sin embargo, el presente
no sólo se nos abre a nuestras dimensiones espiri-
tual, imaginaria y existencial, sino que nos prueba
de infinitos modos científicos su presencia en noso-
tros que lo experimentamos sensiblemente en nues-
tra materia.
    3.- Lo pasado persiste en las memorias de la
humanidad y la cultura; pero la vida y la materia
no pueden existir -físicamente- en el pasado.
     4.- Lo futuro -sin existir físicamente-, en cierta
forma y medida ya está presente en la humanidad-
de-Dios-que-espera-viviendo; pero no toca a ella
vivir la plenitud de lo futuro en el presente.
    Pero… hay que poner en crisis estas premisas:
   Si la vida y la materia sólo pueden existir físi-
camente en el presente, pero el presente no tiene en

2
  Esto lo demuestra el autor en su ensayo titulado
“La Sexta Dimensión”, publicado en la revista
Istmo, no. 207.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 45
apariencia la duración física necesaria para poder
existir, tal como lo muestra tu cortometraje de la
raya blanca que se va pintando sobre la negra su-
perficie, no por ello debemos caer prisioneros en la
cárcel de un pensamiento paradójico o nihilista, en
donde nos deprimiría el no tener respuesta a la pre-
gunta: ¿cómo puede existir el todo en la nada?; sino
que -si en verdad somos hijos de la Luz- nos hace
felices aceptar la alternativa científica de que el mi-
lagro existe. Y en este caso, el milagro de la mate-
ria en el espacio, que muestra el esplendor de la
vida humana, se ha producido a lo largo de la his-
toria, se produce a cada instante en la Chispa Vi-
tal, en el umbral del tiempo sin tiempo, en la Sexta
Dimensión de la que tanto me has hablado.

Corte a:
    La cámara, ahora, revela el alma em-
briagada del maestro de Metafílmica, cuyos
ojos castaños parecen fundirse con los ver-
des de Brigitte, quien tan lejos y tan cerca
continúa escribiendo.


Voz en off de Brigitte:
    — Estas podrían ser algunas conclusiones:
     Durante nuestra pascua en la Tierra, quienes
pertenecemos a la humanidad-de-Dios-que-espera-
viviendo, transitamos en la Sexta Dimensión, don-


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 46
de sólo se puede vivir despierto, converso, alerta y
amando… ¡amando y luchando por la justicia!…
sin tener nuestra esperanza puesta en un futuro
incierto, que no nos toca conocer, ni nuestra memo-
ria anclada en la nostalgia de un pasado ideal; sino
experimentando a cada instante el milagro del pre-
sente, viajando dentro del túnel de la Sexta Dimen-
sión que nos liga con la eternidad, gozando la
comunión que ya podemos vivir desde ahora con
nuestro Dios y nuestros hermanos, y confiando -en
lo que nos asegura san Juan-, que ¡no moriremos
jamás!
     ¿Qué opinas Oteka, te parece que ahora sí es-
toy comprendiendo un poquito más?
    Te quiere y ansía verte de nuevo en el liceo:
    Tu Brigitte.

Corte a:
    Oteka sólo alcanza a emitir un suspiro.

Corte a:
   Brigitte camina rumbo a la oficina de
correos, mientras termina de revisar su
posdata.

Voz en off de Brigitte:
    — Olvidaba agradecerte que me hayas enviado
la "Carta a los Artistas", de S.S. Juan Pablo II.


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 47
La frase que ahí retoma el Papa del gran Dos-
toievsky: "La Belleza salvará al mundo", me ha
hecho reflexionar mucho. Por estos rumbos, todo es
belleza: las selvas, las cascadas y ríos, los cielos tan
azules… pero, sobre todo, los indígenas… su bon-
dad, su nobleza, su sabiduría, su hospitalidad, su
humildad… Por otro lado, es insoportable que no
se haga justicia… Cuando iba a comentarles a
unos amigos indígenas esa frase de Dostoievsky, me
asombró lo que me dijo uno de ellos, Juan Diego:
"En medio de tantas injusticias, y con todo y que
nos van echando de nuestras tierras, la Belleza que
salva, jamás nos la podrán quitar… es gratis". 3

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




3
  Este tema lo desarrolla Oteka en el guión para
su película “La Belleza es Gratis”, escrito en
colaboración con Sergio Román Armendáriz.

       Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 48
Cortometraje de la “Belleza es gra-
tis” (7)




E          l maestro de Metafílmica respondió a
           la carta de Brigitte:

Querida mía:
     Tu posdata sugiere el título y el tema de esa pe-
lícula que tanto has buscado realizar: "La Belleza
es gratis". Pero el tema no se desarrollaría en base
a cualquier concepción de la belleza, sino en la Be-
lleza que salva.
     Dios, el Logos, el Verbo, la Palabra, es la Be-
lleza que siempre ha existido, que encarnó en Jesús
el Cristo, murió y resucitó para salvarnos. Él es la
Belleza que salva, fundamento de la estética meta-
fílmica.

Corte a:
    Los verdes ojos de Brigitte se abren al
máximo para dejarnos ver lo que está pen-
sando. Le encanta que Jesús sea “Él” y, al
mismo tiempo, sea “La”… La Belleza que
salva… Después de todo —reflexiona— el
tema de los géneros parece que se nos sigue impo-
niendo mediáticamente como un conflicto artifi-
cial… como una trampa del eterno machismo y que

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 49
hoy exacerba, para invertir el beneficio, el feminis-
mo ramplón… el racionalismo fundamentalista…

Corte a:
    Las olas embravecidas de ese océano
que son los ojos verdes de Brigitte, vuelven
a su estado de serenidad. Puede así concen-
trarse de nuevo en la lectura de la carta de
su maestro:
     Para dimensionar la magnitud de La Belleza
que salva, se me ha ocurrido un ejercicio: el de susti-
tuir, en el prólogo del Evangelio según San Juan,
la noción de "Verbo" o de "Logos", por el de "Be-
lleza":
               “En el principio existía (la
          Palabra) la Belleza y la (Pala-
          bra) Belleza estaba con Dios, y
          la (Palabra) Belleza era Dios.
              Ella estaba en el principio
         con Dios. Todo se hizo por ella y
         sin ella no se hizo nada de cuan-
         to existe. En ella estaba la vida
         y la vida era la luz de los hom-
         bres, y la luz brilla en las tinie-
         blas, y las tinieblas no la
         vencieron.
             Hubo un hombre, enviado
         por Dios: se llamaba Juan. Este
         vino para un testimonio, para

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 50
dar testimonio de la luz, para
         que todos creyeran por él. No era
         él la luz, sino quien debía dar
         testimonio de la luz.
             La (Palabra) Belleza era la
         luz verdadera que ilumina a to-
         do hombre que viene a este mun-
         do.
              En el mundo estaba, y el
         mundo fue hecho por ella, y el
         mundo no la conoció. Vino a su
         casa, y los suyos no la recibieron.
         Pero a todos los que la recibieron
         les dio poder de hacerse hijos de
         Dios, a los que creen en su nom-
         bre; el cual no nació de sangre, ni
         de deseo de hombre, sino que na-
         ció de Dios.
              Y la (Palabra) Belleza se
         hizo carne, y puso su Morada
         entre nosotros, y hemos contem-
         plado su gloria, gloria que recibe
         del Padre como Hijo único, lleno
         de gracia y de verdad”.
    ¿Te das cuenta, Brigitte, de las implicaciones
que tiene el hecho de aplicar la palabra Belleza en
vez de la palabra Verbo, Logos o Palabra?



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 51
Corte a:
    Las olas vuelven a elevar sus crestas en
el verde de los ojos de Brigitte. Se advierte
su triunfo de concentración cuando, sin
dejar de leer, en el verde se apacigua su
océano interior.

Voz en off de Oteka:
     Lo que busco, Brigitte, es reenfocar lo que, en
perjuicio de San Juan y del Evangelio, ha hecho la
asociación del logos con el gnosticismo y el raciona-
lismo, al grado de haber penetrado y adulterado
varias de las posturas teológicas hasta nuestros dí-
as. Y, por otro lado, dar énfasis a la Belleza que,
como la Palabra creadora, se asocia a la Verdad
en una gama muy amplia de signos, lógicos e ilógi-
cos, inteligibles y sensibles, visuales, auditivos, tácti-
les, olfativos y degustativos… Dios se comunica de
modos infinitos, pero el concepto del logos, que San
Juan tomó prestado de los griegos, a pesar de que lo
vació de sus connotaciones paganas y lo dotó de la
semántica sagrada del Verbo, no obstante, sigue
asociándose a la gnosis, al racionalismo y a las
mentalidades doctas que no suelen alcanzar lo que
ven y sienten los sencillos y pobres de espíritu. Por-
que, cuando se manifiesta la Belleza, es captada
por el espíritu en forma más cercana a su realidad,
como una sinfonía que armoniza todas las facetas
del Bien y la Verdad.


       Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 52
Todavía hay muchos que piensan que el cris-
tianismo es una estructura de conocimientos filosófi-
cos y teológicos que requiere de gran preparación y
cultura para poderlos procesar con la computadora
mental. A los sencillos, la Verdad de Dios se les
manifiesta en el asombro por la Belleza… la Be-
lleza que es gratis.
     Bien-Verdad-Belleza son inseparables. No
puede haber un bien que no sea verdadero y bello,
como una verdad que no sea buena y bella, o una
belleza que no sea buena y verdadera. No puede
haber una mentira bella… aunque sí existen mu-
chos intentos por darle a la mentira una apariencia
de belleza. Esos artífices de la mentira, que abun-
dan en el mundillo de la mercadotecnia, por más
que se afanan, sólo son capaces de crear máscaras,
envoltorios, contenedores cuya naturaleza no corres-
ponde a sus contenidos. En cambio, cuando uno
explora el interior de las cosas bellas, como por
ejemplo tus verdes ojos, mi querida Brigitte, uno
descubre que su interior concuerda con su exterior:
en ellos hay bondad, verdad y belleza.
     La belleza, entonces, no es un puro contenedor,
o una simple forma que se cuelga o envuelve a un
contenido. La belleza no es un adjetivo que, al
añadirlo a un sujeto u objeto, lo califica; o algo así
como un cosmético que se sobrepone a un cutis mal-
tratado...



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 53
La belleza es el valor o
       cualidad esencial de los se-
       res y las cosas capaces de
       transparentar —sensible y/o
       inteligiblemente— el bien y
       la verdad que hay en ellos.
     De este modo, lo que resplandece no es la belle-
za en sí, sino que, gracias a ésta, el que resplandece
es el ser (o la cosa), dotado de bien, verdad y belle-
za.
     El cine de la metafílmica será bello, por tanto,
si es capaz de transparentar el bien y la verdad que
hay en él. El anti-cine será el que esté inspirado en
la maldad y la mentira y, consecuentemente, jamás
podrá ser bello, aunque lo aparente.
    La Belleza no deja de soplar… y los artistas
podemos alimentamos de ese Soplo maravilloso...
¡que es gratis!

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 54
Cortometraje de la “Belleza es gra-
tis” – parte II ( 8 )




A      ntes de regresar a la ciudad de
       México, Brigitte, ejercitando su ca-
       pacidad crítica, desde Chiapas, res-
pondió a esta carta.

Queridísimo Oteka:
     Permíteme hacer una crítica a tu planteamiento
estético. Supongamos un film bello. Según tu estéti-
ca, es bello porque transparenta el bien y la verdad
que hay en él… Resulta que el supuesto film es
aburrido, lento, sin creatividad en sus visualizacio-
nes, pues todo el tiempo se dirige a la cámara un
"padrecito" de sotana, con voz gangosa, que no
para de hablar. Eso sí, no hay duda, todo lo que
dice es bueno y verdadero. Pero ni siquiera el cama-
rógrafo ha sabido afocarlo y la iluminación es exce-
siva, el rostro del sacerdote se ve pálido y
descolorido, y hasta sus lentes reflejan todas las
lámparas que cuelgan de la tramoya. ¿Podemos, en
tal caso, hablar de un film bello?
     Yo más bien pienso que ese concepto tuyo de
belleza, que es como un cristal transparente cuya
única función es dejar ver, a través de él, al bien y a
la verdad, es un concepto insuficiente. Propongo que


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 55
ese cristal transparente sea, mejor, una especie de
filtro -o cualidad- que además de transparentar al
bien y a la verdad, los presente en una forma bella.
Siendo así, lo que tendríamos que respondernos es:
    ¿Qué es una forma bella?
    Te quiere, tu Brigitte.

Mi querida Brigitte:
     ¿Te gustaría que te respondiera que tú, Brigit-
te, eres una forma bella? Dime que eres más que
eso, ¿no es así? Déjame intentar una respuesta:
     Cuando el libro del Génesis utiliza el símbolo
de la desnudez de los seres que habitaban el jardín
en Edén, quiere significar que eran seres transpa-
rentes; que teniendo cuerpos, por cierto bellísimos,
éstos no eran obstáculo para que se manifestara su
bien y verdad espiritual.
     De lo anterior no debe inferirse que la belleza
sea lo corporal, y el binomio de bien-verdad sea lo
espiritual. Para comprender con mayor claridad este
símbolo, sigamos revisando el Génesis.
     Ellos eran felices en comunión con Dios. Todo
lo podían hacer, salvo comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal. Cuando por fin lo hicieron —y
nos estamos saltando toda una serie de enseñanzas
intermedias—, se percataron de su desnudez. Pero
no fueron capaces de ver la belleza de sus cuerpos,
sino que su desnudez los avergonzó. Tan es así que,

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 56
en vez de seguir transparentándose, desnudos, opta-
ron por cubrirse.
    ¿Qué significa esto?
     Quiere decir que renunciaron a los parámetros
de su Creador, a Su Verdad y Sus Valores. Eli-
gieron sus propios parámetros, sus propios juicios
sobre lo bueno y lo malo. Y, conscientes de su des-
obediencia, de su apartamiento de Dios, atrofiada
su voluntad y capacidad de discernir, vieron el mal
donde no lo había: en sus cuerpos desnudos; y no
vieron el mal donde sí lo había: en el Tentador y
Progenitor de la mentira, y en el fin y el objeto de su
seducción.
     Sabemos que, en el lenguaje del Evangelio,
cuerpo y carne no significan lo mismo. Pero hay
quienes siguen confundiendo los términos. Carne (el
conjunto de Cuerpo y Alma) y Espíritu son crea-
ciones sagradas de Dios. La carnalidad, en cambio,
es una perversión del hombre que actúa al margen o
en contra de Dios, tentado por el Maligno. Cuando
el Génesis narra que Adán y Eva comieron del
árbol de la ciencia del bien y del mal, quiere decir
que perdieron su transparencia de seres espirituales
y se volvieron carnales, lo cual abarca su actitud y
conducta integrales, y no sólo sus aspectos físicos.
    ¿Y todo esto cómo se relaciona con la estética de
la belleza?
    Para poder saber dónde está presente el bien y
la verdad, no basta la ciencia ni el juicio de la ra-

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 57
zón pura o la razón práctica. Es necesaria la vo-
luntad y la capacidad de discernimiento. El hombre
carnal tiene atrofiadas esas capacidades. El don del
hombre espiritual, que perdieron nuestros antepasa-
dos del jardín en Edén, Jesús lo rescata para noso-
tros. Al despojarnos de nuestro hombre viejo y
revestirnos del nuevo, según lo explican Jesús y los
apóstoles, gracias a la fe y al Espíritu que nos asis-
te, llegamos a ser capaces de discernir.
     La Metafílmica entonces ¿se basa en una esté-
tica en la que sólo pueden participar los hombres y
mujeres pneumáticos o espirituales?
     La plena participación sólo es posible lograrla
a este nivel. No obstante, se trata de una estética
dirigida a que todos puedan irse integrando; no está
reservada a una élite de iniciados, y mucho menos es
una práctica esotérica, gnóstica u ocultista… Todos
estamos invitados a aprender y gozar del esplendor
de su Verdad, Bien y Belleza..
     Por cierto, Brigitte, respecto al ejemplo de tu
supuesto film bello, le faltó una parte a mi respues-
ta. Evidentemente, por lo que describes de ese su-
puesto filme, no se trata de uno bello, aunque digas
que transparenta todo lo bueno y verdadero dicho
por el "padrecito". El problema de tu ejemplo, es
que ese supuesto filme, con todos sus desatinos y
calamidades, no posee la cualidad de la transparen-
cia. En vez de transparentar, lo que hace es opacar
o, cuando menos, filtrar lo bueno y verdadero que


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 58
expresa el conductor. Por lo tanto, creo que mi defi-
nición sigue siendo correcta. Te la repito:
           La belleza es el valor o
       cualidad esencial de los se-
       res y las cosas capaces de
       transparentar —sensible y/o
       inteligiblemente— el bien y
       la verdad que hay en ellos.
    El filme de tu ejemplo no tiene la cualidad
esencial de hacerlo capaz de transparentar el bien y
la verdad. Por el contrario, sus defectos lo hacen
capaz de distorsionar, opacar o distraer… ¿De
acuerdo?
     Jesucristo, siendo la Belleza mayúscula, solía
no dar testimonio de Sí mismo. Por ello, y en virtud
de lo antes dicho, podríamos afirmar que, así como
la belleza no tiene la misión de dar testimonio de sí
misma, sino de transparentar el bien y la verdad de
su ser, asimismo los profetas de la metafílmica no
tienen por misión dar testimonio de su propia luz,
sino de la Luz que transparentan.
     En nuestra estética, los temas de la Luz y la
Transparencia están íntimamente relacionados.
Aquel que obra mal no puede transparentar bien y
verdad en sus obras y, por tanto, éstas no pueden
ser bellas. Veamos lo que Jesús revela:
           “Y el juicio está en que vino la
       luz al mundo, y los hombres amaron
       más las tinieblas que la luz, porque

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 59
sus obras eran malas. Pues todo el
       que obra el mal aborrece la luz y no
       va a la luz, para que no sean censu-
       radas sus obras. Pero el que obra la
       verdad, va a la luz, para que quede
       de manifiesto que sus obras están
       hechas según Dios.” Jn (3, 19-21).
     En esta interpretación nuestra del prólogo de
San Juan: “Y la Belleza se hizo carne”... (es decir,
que asumió la naturaleza humana), encontramos la
clave para comprender el asunto de la forma.
     Desde un punto de vista antiguo, debido a la
confusión lamentable que había entre el cuerpo y el
alma, la forma podía equivaler al cuerpo y, el fon-
do, al alma. En consecuencia, lo que percibía el
hombre de modo sensible, resultaba inferior que lo
que captaba de modo inteligible. Esa fue, por ejem-
plo, la herencia que el platonismo y el neoplatonis-
mo introdujeron al pensamiento cristiano, pues la
belleza ideal desplazaba en importancia y significa-
ción a la belleza real y concreta. Y esto, hasta la
fecha sigue causando graves confusiones.
     En la Metafílmica, no encontramos la belleza
sensible inferior a la inteligible. Ambas son valores
sagrados, porque nos religan con la suma Belleza.
El ser humano es carne (la suma de cuerpo y alma)
y espíritu. Y no sólo resucitará lo espiritual, sino
también la carne, el cuerpo glorioso. La Palabra



      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 60
nos dice que veremos a Dios, no sólo nos será inteli-
gible. Y nos deslumbrará su Luz y Transparencia.
           "Bienaventurados los limpios de
       corazón, porque ellos verán a Dios."
       Mt 5, 8
    Entonces, ¿cuál es la Belleza que se ve, si nues-
tra definición dice que la belleza es una cualidad
transparente? Entendamos que sólo Dios es esa
Belleza que se ve, porque transparenta al sumo
Bien y a la suma Verdad.
     Y si la belleza se transparenta, ¿qué sentido
tiene reinvindicar la belleza sensible? Hagamos
mayor claridad. La belleza en sí, con minúscula,
no se ve, porque es un valor, una cualidad que
permite al ser (o a la cosa) transparentar el bien y
la verdad que hay en él. He ahí que resulta vital
reinvindicar la belleza sensible, porque viendo al ser
bello, podemos gozar del bien y la verdad. Pero la
Belleza, con mayúscula, que se ve, sólo es Dios,
porque únicamente en Él, el Valor coincide con el
Ser.
            “Jesús les habló otra vez dicien-
        do: Yo soy la luz del mundo; el que
        me siga no caminará en la oscuri-
        dad, sino que tendrá la luz de la vi-
        da.” Jn 8, 12.
     Parafraseando la cita anterior, con amor y res-
peto, podríamos decir que:


      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 61
Jesús es la Belleza del mundo;
      quien viva y crea en Él, no camina-
      rá en el horror del mal y la mentira,
      sino que encontrará la Belleza de la
      Vida eterna.
   Y es así que ¡la Belleza salva!
    Me alegrará darte la bienvenida la próxima
semana.
   Te quiere: Oteka

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
su viaje… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 62
Cortometraje de la cópula onírica
de Brigitte ( 9 )



L       os verdes ojos de Brigitte, bajo las
        tiernas sabanitas de sus párpados, se
        agitan en el momento húmedo y
climáctico de su ascensión onírica. Sueña
que la Metafílmica es como un tálamo de
piel, de pelos blancos, largos y sedosos, que
envuelve su efímera desnudez, alivia su or-
fandad y la dispone al inevitable y humani-
zante encuentro con su amado. Por fin, ha
reconocido que se ha enamorado, hasta la
locura, de su maestro. Ya no puede, no
quiere evitarlo, aunque él sea, todavía, un
hombre casado. En la lejana selva chiapa-
neca, ella ha estado consciente de que, de
día, podría pecar; pero, ahora, en la
inconciencia de su estado nocturno, supone
que si ahí consuma el acto amoroso, ningún
confesor debería catalogarlo como una
mortal fornicación…
    Y es que no puede expresarle más su
amor de otra manera, lo quiere manifestar
ya no sólo con el lenguaje de su alma, sino
con el de su cuerpo que también es parte de
ella y que, de seguir negándolo y mortifi-
cándolo, estaría prolongando una ofrenda
inútil y errónea que la haría pecar aún más,


     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 63
como quien elige el camino del suicidio… y
porque además sabe que su maestro, hace
años que no vive ni intima con su esposa, y
por ello Brigitte cree que, al regresar, no
habría culpa alguna en hacerle sensible, y
no sólo inteligible, su amor tan femenina-
mente humano.

Corte a:
    Pero mientras Brigitte se sueña en los
cielos de su genuina y plena humanización
como mujer, el televisor portátil de antena
satelital que por descuido ha quedado en-
cendido, en lo recóndito de la selva repite el
insoportable martilleo de esa serie de co-
merciales de condones que hostilizan con
su inclemente repetición del concepto
“womanizer”. 4



4
  El concepto “womanizer”, de condones “M”,
pretende trasladar el término “humanizador” al
género femenino, porque su traducción es seme-
jante a “feminizador” o “mujerizador”. Esta
campaña (2009-2010), esgrime una estúpida de-
fensa a ultranza del género representado por un
tipo de “mujer” moderna, cosmética e hipersen-
sual, reducida sólo a responder a los íntimos es-
tímulos      metrosexuales     que       aseguran
proporcionar esos condones “cosquilludos”.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 64
Corte a:
     Los verdes, brillantes y rasgados ojos de
Brigitte, a cientos de kilómetros de distan-
cia, en una espléndida fotografía, son el
punto de partida desde donde la cámara se
abre para descubrir al maestro de Metafílmi-
ca, sentado frente a su escritorio en el cubí-
culo del liceo al que dedica parte de su
tiempo para impartir su cátedra y sus talle-
res, y que en este momento, aun cuando es
un cineasta con múltiples ocupaciones, está
absorto en esa foto que revela la belleza
encarnada en su discípula. Sabe que pronto
regresará de su viaje a Chiapas. Y él no
puede seguir engañándose, pues está cons-
ciente de lo que siente por Brigitte. Su be-
lleza, que Alguien tuvo que haber
encarnado en ella, le dice que no puede ne-
garse más a intimar… a comulgar con ella.

Corte a:
    Brigitte continúa soñándose sobre el
blanco tálamo. Está ansiosa de ofrendar su
virginidad a ese hombre que le ha abierto
los ojos a la luz y al calor que ahora expe-
rimenta en su persona entera. No com-
prende, ni puede aceptar, sintiendo lo que
siente, y pensando lo que piensa, que al-
guien pudiera juzgar su anhelado acto, una


     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 65
vez consumado, aun en sueños, como algo
sucio y pecaminoso. ¡No, no puede creerlo
y mucho menos aceptarlo! Para ella, realizar
su sueño sería alcanzar el éxtasis, donde la
infinita comprensión de Dios compartiría
con ella este sentido tan humano de felici-
dad extrema.
   — ¿Podría existir un cielo mejor? —se
cuestiona Brigitte—, ¿valorará Jesús resuci-
tado, en el contexto de hoy, de igual modo
que san Pablo, hace dos mil años, esos “pe-
cados” de la carne… sobre todo cuando lo
que mueve es el amor?

Corte a:
    El maestro de Metafílmica, en el salón de
proyecciones, muestra su antiguo cortome-
traje “Alegorías de la ciega y el sordomudo” 5 a
sus alumnos.




5
  “Alegorías de la Ciega y el Sordomudo”, filme
en 16 mm., blanco y negro, 29 mins., dirigido y
cofotografiado por Javier OTK; coguión y coedi-
ción de él mismo y de Sergio Román Armendá-
riz. Nominado al Ariel de 1978 que concede la
Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cine-
matográficas, en la categoría de cortometrajes de
ficción.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 66
Antes les ha pedido que lean el post-
guión 6 que él mismo ha escrito, treinta y
tres años después de haber filmado la pelí-
cula.
    — Cosa curiosa, ¿no? —les comenta—,
pues lo que se acostumbra en el mundo del
cine es lo contrario: que se hagan las pelícu-
las con base en las novelas y sus guiones, y
no al revés, los guiones sobre la base de sus
películas.

Corte a:
   Una parte de la secuencia de aquella
obra metafílmica del maestro, penetra en el
presente cortometraje de Brigitte:
           La Ciega lleva la flauta a su
      boca y comienza a tocar una melodía
      algo misteriosa y triste, parecida a la
      que la fuente de agua le tocaba como
      un preludio del provocativo tema de
      su trauma.
           El Sordomudo la mira, sin po-
      derla escuchar, y la interrumpe qui-
      tándole, con suavidad y con respeto,
      la flauta de la boca. Ella acepta esta

6
  El postguión de esta película, en su versión
electrónica, puede descargarse en el sitio
www.oteka.com.mx/javierotk

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 67
acción y se mantiene a la expectati-
va. Él coloca la flauta sobre el piso,
a un lado del tálamo, y se acerca de
nuevo a ella. La toma de los brazos,
con delicadeza, por atrás, y la lleva a
recostarse a su lado. Ella le responde
con una pequeña caricia en el ante-
brazo. Él sigue sujetándola y ahora
le toma la mano y se la lleva a su
boca, para besársela. Enseguida le
besa la mejilla y procura hacer lo
mismo en la boca. Ella se deja be-
sar, mas no en su boca, sino que se
recoge sobre sí misma, tendida sobre
el tálamo. Pero no se le ve cómoda
con sus negativas; y, sin embargo, el
Sordomudo la respeta, no la fuerza,
le da su tiempo, mientras mira el
fuego, como esperando que éste le co-
munique su don y encienda a su pa-
reja.
     Ella voltea hacia él y le pone la
mano en la mejilla, como pidiéndole
un beso. Él se acerca y se lo da en
la boca. Se acarician suavemente;
ella le tienta el cabello y el rostro; él,
la cintura, y sube la mano hacia su
seno, acariciándoselo con ternura,
por encima del vestido. Pero ella está
inquieta, no puede seguir; le retira

Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 68
con dulzura el rostro, y como mirán-
      dolo en son de paz, le dice con fran-
      queza.
           — No, no puedo…
           Entonces, ella se recuesta de es-
      paldas a él, como si sintiera la nece-
      sidad de encontrar el ancestral
      refugio, recogiéndose en una posición
      fetal, y repitiendo, con voz cada vez
      más baja:
           — No puedo… no puedo.

Corte a:
    Brigitte, recostada sobre el tálamo de
piel, en su propio sueño, se sobresalta al
recordar la escena de “Alegorías…”, y no
está dispuesta a que le suceda lo mismo que
a la Ciega. Brigitte, aunque también ciega al
comenzar sus estudios en el liceo, ya no lo
es, al menos ella lo cree así, pues ahora ve
algo de luz y quiere que su maestro, como
el Sordomudo de aquel cortometraje, con
sus “lindas” manos de escultor, no sólo le
modele el alma, sino que la acaricie en todo
su cuerpo; pero sin que vuelva a manifes-
tarse el fatal complejo de aquel Pigmalión
que modeló a su mitológica Galatea, encar-
nando en ella solamente su sueño ideal, pla-
tónico, de belleza. Lo que Brigitte exige, es

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 69
realismo… Y tras el orgasmo onírico, y me-
tafílmico, la chica de los ojos glaucos, aun
en sueños sobre el tálamo de piel, vuelve a
cuestionarse:
    — A los ojos del juez implacable, 7 o de
mi confesor, ¿será éste un “mal sueño” del
que deba arrepentirme por haber entregado
en él mi virginidad?

Corte a:
    El maestro de Metafílmica ha acudido a
la estación para recibir a Brigitte. Hoy llega
de Chiapas y está convencido de que ella, al
igual que él y sus mutuos amigos conspira-
dores, no sólo han soñado y fantaseado con
realizar películas y con que se respeten los
Acuerdos de San Andrés…

Disolvencia a:
    La cámara de la Metafílmica continuará
filmando los verdes, rasgados y brillantes
ojos de Brigitte, y toda la belleza corporal
que jamás podrá opacar su cuestionada vir-
ginidad… cuando la conspiración la cargue
con otro rollo.

7
  El juez implacable es, para Oteka, el espectador
activo, el cinéfilo. (Véase la columna de Meta-
fílmica en el no. “3” de Conspiratio).

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 70
Cortometraje del éxtasis de los
comulgantes ( 10 )



B       rigitte, por fin, ha regresado de su
        viaje a Chiapas. Por más que lo in-
        tentaron, ella, sus amigas y amigos
no encontraron un terreno en el cual cons-
truir una casita para vivir en comunidad. En
el país ya todas las tierras han sido reparti-
das y a los nuevos pobres que no las pue-
den comprar, ni rentar, ni las quieren
invadir, sólo les queda peregrinar, sin cartu-
jas ni monasterios, por los caminos comu-
nes… aunque nadie les dé limosna por
dejar escritas las huellas de su sacrificio…


Voz en off:
   A lo que recordaba Juan Pablo II, de
que sobre toda propiedad privada grava una
hipoteca social, podríamos añadir: ¡cuánto
más gravará sobre la vía pública!…


Corte a:
    Brigitte, lejos de desanimarse, ha encon-
trado un nuevo sentido a su vida. Su fe se
ha fortalecido, ya no la asalta aquel senti-
miento de orfandad, y ha encontrado ale-

     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 71
gría, libre de cargas, vive cada instante de su
vida como si fuera el único que le queda…
amando, siempre amando. No sabe si algún
día reunirá los fondos para hacer su pelícu-
la. Lo que sí espera es conservar su beca
para seguir aprendiendo.
Corte a:
    El maestro de Metafílmica, sumergido en
el oleaje de la mirada de su amada discípula,
vuelve a musitarle que la belleza es el va-
lor o cualidad esencial de los seres y las
cosas capaces de transparentar —
sensible y/o inteligiblemente— el bien
y la verdad que hay en ellos.
Brigitte:
    — ¿Esto quiere decir —le murmura la
chica ojiverde— que la belleza es un valor o
cualidad objetiva del ser o la cosa, y no de-
pende en lo absoluto de la subjetividad de
quien la percibe o deja de percibirla?

El maestro de Metafílmica:
    — Buenísima pregunta, querida Brigit-
te, en un mundo tan relativista, porque en
efecto hay quienes dirigiendo sus ojos y sus
oídos hacia la belleza, no la ven ni la escu-
chan. Esto se debe a que la subjetividad de
esos perceptores, por múltiples razones, se
los impide.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 72
Brigitte:
   — ¡Ah!, ya voy comprendiendo. ¿¡Esto
podría llegar a derrumbar el mito de que
“en gustos se rompen géneros”!?

El maestro:
    — Quizá algún día sí, Brigitte. La belle-
za, como valor o cualidad objetiva de los
seres y las cosas que la poseen, llegará a ser
reconocida por todos, aunque algunos,
ejercitando su libertad, opten por rechazar-
la.

Brigitte:
    — Entonces, cuando cierta gente no
reconoce ni gusta de la belleza que existe en
ciertos seres y cosas, no significa, obvia-
mente, que la belleza no exista ahí, en for-
ma objetiva, sino que las funciones
receptivas de su alma y sus sentidos están
incapacitados, ya sea por cuestiones educa-
tivas, ideológicas o ¿podría ser por falta de
fe… o por la acción obnubiladora del de-
monio?




      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 73
El maestro:
   — Desde luego, ¿pero podrías cabalgar
más despacio? ¿Por qué te apresuras con
semejantes saltos cuánticos?

Brigitte:
    — Perdona, es que estoy imaginando el
momento en que el velo del templo se rasga
y la Belleza se muestra tal como es… pero
es tan intensa su Luz que nos enceguece…
nuestros ojos, tan humanos como son aho-
ra, aún no logran verla tal cual es… ¿Cómo
será el rostro de Dios?... Cuando lleguemos
a vérselo, si es que llegamos, ¿cada quien
percibirá el mismo rostro?… ¿O acaso ve-
remos caras tan distintas como muestra la
incontable iconografía del Padre y del Hijo
que imaginan, pintan y filman los artistas?

El maestro:
   — Sigues saltando, rebotando como
onda y partícula de luz.

Brigitte:
    — Es que no puedo coger, como tú, la
filosofía con la huevez de la lógica… estoy
más hecha para intuir, escanear y formarme
imágenes inmediatas, aunque demasiado
pixeladas…

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 74
El maestro:
    — Exacto, Brigitte, esa es una forma
muy actual de definir las precipitaciones,
agitaciones y vaivenes de tu digitalidad.

Brigitte:
    — Creo que la Belleza, aunque objetiva,
se nos revela aún en forma incompleta, cu-
bierta por un velo de misterio… ¡Eso sí, un
misterio que es, objetiva y subjetivamente,
extasiante!

El maestro:
    — Como tus ojos, Brigitte, como tus
ojos… que son, a la vez, cámaras y proyec-
tores de belleza.

Corte a:
    — El oleaje de la mirada de Brigitte, re-
cuperándose de su reciente cresta, va disol-
viéndose en la tranquila superficie de un
lago transparente… Oteka, entonces, puede
mirar hacia el fondo de sus ojos y recordar
el momento en que Luminita y Rayo 8 ,
atendiendo las indicaciones de la Voz inte-
8
 Luminita y Rayo son los niños protagonistas de
“El Mensaje de la Estrella”, primer largometraje
en multimedia que se produce a nivel mundial,
dirigido por Oteka.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 75
rior que ambos escuchan, levantan una
enorme roca y la avientan hacia el centro
del lago. Conforme la roca se sumerge, van
apareciendo, en la superficie, ondas en
forma de círculos concéntricos, desde el
centro hasta la orilla del lago… Y esa Voz,
de timbre masculino y profundo, de un pa-
dre lleno de ternura, les dice que Él es co-
mo esa roca firme que está en lo profundo,
y que las ondas que emana les quieren decir
que los ama…

Brigitte (interrumpiendo a Oteka en sus
ensueños, le exhibe toda su desnudez):
    — ¿Y tú, Oteka, me amas?

Oteka:
    — ¡Cómo no voy a amarte, Luminita…
Beauty 9 … Brigitte!... Siempre he tenido
sed de ti. ¿¡Qué sería de mí, si no amara la
belleza!?

Brigitte (colocándose cuerpo a cuerpo, lo
reta):
   — Pero a mí, a mí en lo personal, ¿me
amas, Oteka?

9
 Beauty es la joven protagonista del guión fílmi-
co de Oteka y de Sergio Román, titulado “La
belleza es gratis”.

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 76
Oteka:
     — ¿A ti… mujer de carne y hueso… a
ti, Eva, a quien di el nombre de Brigitte?

Brigitte:
    — Sí, a mí, a este ser que según tú es
bello porque, despojado de toda vestidura,
en su natural desnudez, es capaz de traspa-
rentar el bien y la verdad… ¿me amas a mí,
Oteka?... ¿o sólo soy para ti un símbolo, o
la arcilla que modelas como un Pigmalión...
o acaso el producto artesanal del barro o
una de tus costillas… o como si le creyeses
al tentador que no somos artífices, sino
creadores, y que seremos como dioses?

Oteka:
     — ¡Oh no, Eva, no caigas en su juego,
no me entregues tu belleza como un ins-
trumento del demonio!… ¡Por Dios, Brigit-
te, te amo, con todo mi corazón, por todo
lo que eres y representas!… Y es necesario
que sepas que, antes de llamarte Brigitte, ya
te conocía y te amaba…

Brigitte:
    — ¿Quieres decir que siempre me has
amado por lo que soy y no por lo que qui-
sieras que fuera?

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 77
Oteka:
    — Tú bien sabes que, si no te amara
por ambas razones, amada mía, ¿cómo po-
dría justificar el que haya sido tu maestro?

Brigitte:
   — Calla ya, maestro mío, déjame que
perfume tu cuerpo con la valiosa esencia
que he rociado sobre mis dorados y rizados
cabellos… ¡y sigue haciéndome el amor!
Házmelo por siempre, no pares jamás.

Oteka:
   — Espero que así sea, mientras sigamos
peregrinando por la fugacidad de nuestros
caminos comunes, aprendiendo a cantar los
nuevos cantares y, sobre todo, a comulgar,
amada belleza mía…

Corte a:
    El blanco tálamo de los comulgantes va
siendo inflamado por tal resplandor que, si
los excitados y extasiados cinéfilos no dejan
de mirar la pantalla, corren el peligro de
enceguecer…

Voz en off:
    Así concluye la secuencia de cortome-
trajes o capítulos del decálogo de Brigitte…

      Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 78
La cámara de la Metafílmica podría continuar
filmando, si Oteka reencuentra la luz de un
nuevo amanecer, y si la conspiración carga
su cámara con otro rollo.




     Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 79
Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 80
Índice

( 1 ) Cortometraje de una joven llamada                7
Brigitte

( 2 ) Cortometraje de un misterio que se              13
proyecta luminoso

( 3 )  Cortometraje del Cruzado jugando               21
ajedrez con la Muerte

( 4 ) Cortometraje desde el interior de una           29
lágrima de Dios

( 5 ) Cortometraje al interior de las tres            35
Personas de un solo Dios

( 6 ) Cortometraje de la Belleza que salva            43

( 7 ) Cortometraje de la “Belleza es gratis”          49

( 8 ) Cortometraje de la “Belleza es gratis”          55
– parte II

( 9 ) Cortometraje de la cópula onírica de            63
Brigitte

( 10 ) Cortometraje del éxtasis de los co-            71
mulgantes




        Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 81
Colofón
                  de
               imprenta.




Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 82

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BRIGITTE Y LA METAFÍLMICA - el Decálogo - Javier OTK

  • 1.
  • 2. Brigitte y la Metafílmica (obra literaria primigenia) Núm. Reg. INDAUTOR: 03-2003-062013253500-01 México, D. F., 4 de julio, 2003 © Francisco Javier Ortiz Tirado Kelly (Oteka) Brigitte, el Cine y la Belleza (obra literaria derivada) Núm. Reg. INDAUTOR: 03-2010-043013381200-01 México, D. F., 20 de mayo, 2010 © Francisco Javier Ortiz Tirado Kelly (Oteka) Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra —por cualquier medio— sin el permiso previo y por escrito del autor. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 2
  • 3. Oteka Javier Ortiz Tirado Kelly Decálogo de capítulos o cortometrajes publicado por la revista CONSPIRATIO, en sus primeros diez números, en la columna titulada Metafílmica de Oteka. Es una obra derivada del ensayo de novela “Brigitte y la Metafílmica”, del mismo autor, y que es el manifiesto de su estética cinematográfica. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 3
  • 4. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 4
  • 5. A Manzana y Almendra Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 5
  • 6. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 6
  • 7. Cortometraje de una joven llama- da Brigitte ( 1 ) B rigitte, símbolo femenino de belleza, ¡cuánto he soñado tus ojos verdes y rasgados! Voz en off: Brigitte proviene de "bright", y tan bri- llante es su origen como su manifestación espléndida de belleza. Platónico amor, ideal que surgió de lo real, de una experiencia semejante al opacamiento que en los mitos imponían los antiguos dioses a los mortales, en este caso, un atrevido niño, que llegaría a convertirse en maestro de Metafílmica. Corte a: Brigitte, la santa patrona de Irlanda, siente la necesidad de implorar a Dios: — ¡Quítame la belleza!… Corte a: Al descender de las nubes de sus evoca- ciones, Oteka, el maestro de Metafílmica, con tierno aplomo sostiene de los hombros Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 7
  • 8. a Eva, su joven discípula, admirando sus bellísimos ojos verdes y rasgados. Oteka: — Desde hoy te llamarás Brigitte, por- que mientras el mundo siga reteniéndote debido a tu inescondible belleza, no podrás entregarle a Dios lo que de ti quiere. No te preocupes, porque al final de cuentas el Creador devolvió a santa Brigitte su belle- za… eso sí, una vez que la transformó a su antojo. Corte a: Eva, la bella estudiante de Metafílmica, por ahora ajena al mundo interior de su maestro, no comprende, en ese atrevimien- to, los alcances del acto de cambiarle de nombre, y mucho menos sospecha la clase de experiencias que habrá de vivir en ese liceo mexicano de arte. Brigitte (reclama a su maestro): — Si lo único que yo quiero es algo muy simple, que me ayudes a descubrir qué película quiero hacer. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 8
  • 9. Oteka: — Veo que estás ansiosa de encontrar la luz. Ésta siempre aparece al final, cuando la persona sedienta de ella está perdida en la oscuridad. Así que partiremos desde tus tinieblas… Te espero aquí, a las doce de la noche, en punto. Voz en off: Cuántos pensamientos se agolpan en la mente de Brigitte: ¿Por qué su maestro la ha citado a media noche? ¿Qué intenciones tendrá? ¿Podrá confiar en él?... En su dor- mitorio se conecta a Internet y busca in- formación relacionada con Brigitte. Halla dos cosas que la maravillan: La imagen de un hermoso vitral que no puede dejar de admirar, en donde la santa sostiene una lar- ga y luminosa antorcha que simboliza su propio nombre: la luz, la brillantez ("bright"), la belleza. La segunda maravilla que descubre, es un párrafo que confirma la anécdota que le ha anticipado su maestro: Nacida en el año 453 D.C., Brigitte fue conocida por su belleza. Cuando alcanzó la edad apropiada, su padre pensó que era hora de que Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 9
  • 10. se casara, pero Brigitte no estaba contenta con la idea. Ella se había entregado a Dios, y no quería dar su amor a ningún otro. Entonces rezó a Dios pidiéndole que le quitara su be- lleza, y Él así lo hizo. Cuando el contrariado padre de Brigitte vio que su belleza se había ido, la dejó hacerse monja, como era su deseo. Santa Brigitte fue la primera religio- sa mujer en Irlanda. Con otras jóve- nes fundó un convento. Cuando finalmente pudo consagrarse entera- mente a Dios, un nuevo milagro ocu- rrió, y su belleza le fue devuelta. La nueva Brigitte (enojada): — ¡Pero si yo no quiero ser monja! ¡En qué rayos estará pensando ese mocho! Corte a: Una vez que se tranquiliza, su vista es atrapada de nuevo por la bellísima imagen de la santa. La contempla por varios minu- tos, sumergida en una profunda comunica- ción entre silencios que la atrae, que no la deja escapar… hasta que vuelve a reaccio- nar con rebeldía. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 10
  • 11. Brigitte: — ¡Ni tampoco santa! Pero, ¡en qué malditos rayos estará pensando ese idiota! La santidad en definitiva no es para mí. Yo soy una chava, la neta, super alivianada. Corte a: Brigitte descarga su enojo sobre los bo- tones de la computadora, pero el monitor no quiere apagarse. Como una misteriosa señal sigue proyectando la colorida imagen de la joven santa irlandesa. Vuelve a recetar un golpe sobre el botón del monitor, pero parece que éste no tiene la voluntad de apa- garse. Brigitte (grita): — ¡Demonios, o te apagas o…! (Jala del cable y la imagen sólo baja de intensi- dad)…. ¿Será necesario invocar a los mis- mísimos demonios para que me obedezca ese maldito aparato?… El que sí es un de- monio es ese profesor que me quiere in- quietar con sus anacrónicas propuestas de misticismo metafílmico. Yo no sé qué esta- ba pensando cuando se le ocurrió ese nom- brecito… Y para acabarla de fregar, tengo que aprobar su curso… ¿Y qué tal si me hago la enferma?... No, tarde o temprano Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 11
  • 12. tendría que aliviarme y cumplir sus capri- chitos… Tengo que ir… a media noche… ¡qué flojera!… ¿Qué querrá?… ¿De qué tinieblas me quiere sacar?… ¿No tendrá la intención de recetarme el catecismo?… No, creo que no es su estilo. En honor a la ver- dad, tengo que reconocer que es nada abu- rrido, sobre todo si lo comparamos con la sarta de natas y tecnócratas que hoy abun- dan… La neta, me tiene super intrigada el hombre… ¿Por qué a media noche?… Ya no resisto más la curiosidad. ¿Qué trata de enseñarme? Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 12
  • 13. Cortometraje de un misterio que se proyecta luminoso ( 2 ) L a cámara observa que casi todas las luces están apagadas en el liceo. El reloj del pasillo marca las doce en punto. No se escucha ruido alguno. Brigit- te llega al fondo del pasillo. Sobre la puerta del cubículo de su maestro cuelga un grue- so cuadro de madera con un letrero piro- grafiado en latín que reza: "Veni, Creator Spiritus". Brigitte toca tres veces, pero na- die contesta. Abre entonces la puerta. El cubículo está vacío, sólo una vela ilumina otro letrero escrito sobre papel: Sal de tu oscuridad bergmaniana, y busca el eje de luz que comenzará a clarificar el misterio de tu próximo filme. Brigitte (piensa): — ¿Se referirá el maestro al salón de proyecciones? Corte a: Cuando Brigitte llega al salón, el eje lu- minoso del proyector invade la pantalla. Una raya blanca se va pintando, de izquier- Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 13
  • 14. da a derecha, sobre la negra superficie. Eso es todo. La bellísima joven observa con atención esa imagen tan simple. Ninguna otra cosa sucede. A lo largo de varios minu- tos, sólo una raya blanca va fluyendo al centro de la pantalla negra, de izquierda a derecha. Oteka (el maestro de metafílmica, transmite su voz impostada y profunda, a través de las bocinas del auditorio): — Hipnotizante, ¿verdad? Brigitte (gritando): — ¿Eres tú? ¿Dónde estás? — ¡Acaso te importa eso!: ¿Dónde es- tás?… ¿De dónde vienes?… ¿A dónde vas?… ¿Quién eres?… Sigo esperando tu respuesta, Brigitte. — ¿Cuál respuesta? Aquí estoy. No he faltado a la cita. ¿No es eso lo que querías? — Has cumplido, sí, y ¿no te parece hipnotizante lo que ves? Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 14
  • 15. — Sí, pero no le encuentro el chiste, tanto tiempo sólo para ver una insignifican- te raya blanca que avanza en línea recta. — Fíjate bien. Corte a: Por más que lo intenta, Brigitte no logra encontrar interesante lo que ve reflejarse sobre la pantalla. Oteka: — ¡Es una imagen cautivadora!… Cada segundo se proyectan veinticuatro cuadros fijos que, gracias a la retención que de ellos va haciendo tu retina, obtienes la sensación de un movimiento continuo. ¿No es mara- villoso? Brigitte: — Sí… por supuesto… ¡es maravilloso! Oteka: — Es el movimiento… es el tiempo… es… ¡es la imagen de la vida visible que flu- ye desde lo invisible! Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 15
  • 16. Corte a: Los ojos rasgados de Brigitte se abren al máximo, como si esas palabras se los hubiesen agrandado. No puede dejar de admirar la simplicidad y belleza de esa sín- tesis visual perfecta que impacta su mente y su corazón. Oteka: — ¡Esa imagen es, nada menos, la eter- nidad que penetra en tu tiempo! Corte a: La frase retumba, como si proviniese de trompetas apocalípticas, en el ser entero de la avispada discípula. Aunque de momento no comprende los alcances científicos, filo- sóficos y teológicos del contenido de esas palabras, su forma la excita. De pronto, la luz se hace en la sala y el proyector es apa- gado. Brigitte está sentada en una butaca en medio del pequeño salón. Oteka sale de la cabina de proyección, camina por el pasillo hacia el frente, jala un rotafolios que coloca al centro y comienza a dibujar una raya horizontal que divide en tres partes. Sobre la primera parte escribe la palabra "pasado", al centro: "presente" y, por último, sobre la sección derecha escribe "futuro". Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 16
  • 17. Oteka: — Una visión lógica, pero anacrónica. Así habrían imaginado el tiempo mis abue- litos. (Brigitte ríe y sigue escuchando a su maestro). ¿Por qué darle el mismo espacio al presente? La humanidad habrá dado un gran paso el día en que aprenda a percibir el tiempo no como si fuera espacio, y el espa- cio no como si fuera tiempo. ¿Te has pues- to a pensar cuánto dura el presente? ¿Puedes, como en esta raya, representarlo gráficamente del mismo tamaño que el pa- sado y el futuro? ¿Existe en realidad ese tiempo llamado presente? Corte a: Brigitte aún no encuentra una respuesta que le parezca confiable, por eso guarda silencio. Oteka: Mira Brigitte, sólo la belleza nos permi- te apreciar todo eso que es el presente… ¿Y tú crees que importa de dónde procede la Belleza?, porque por ejemplo a Charles Baudelaire, en "Las flores del mal", parecía no importarle: Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 17
  • 18. ¿Qué importa que procedas del cielo o del infierno, Belleza, mons- truo enorme, ingenuo y espantoso, si tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la puerta de un Infinito que amo y no conocí nunca? De Dios o de Satán, ¿qué importa?, Ángel, Sirena, ¿qué importa, si por ti —hada con las pupilas de terciopelo, ritmo, fulgor, mi única reina—, el mundo es me- nos feo y el tiempo menos largo? Pero para nosotros, en la Metafílmica, nos resulta fundamental la cuestión de dónde procede la Belleza. Ahí se finca toda nuestra estética. Escucha este fragmento del prólogo del Evangelio según San Juan: "Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testi- monio de la luz, para que todos cre- yeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz". La posición que asume el cineasta de la Metafílmica se fundamenta en la función profética asumida por Juan el Bautista. Pues no es él la luz, sino que da testimonio de la Luz… La Metafílmica propugna por un cine Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 18
  • 19. de autor, pero del Autor de los autores, en dónde estos últimos son fieles instrumentos fílmicos de la Palabra que está sobre toda palabra. Disolvencia a: La imagen meditabunda de los bellísi- mos ojos verdes de Brigitte, abiertos al máximo, se congela. Voz en off: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 19
  • 20. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 20
  • 21. Cortometraje del Cruzado jugando ajedrez con la Muerte ( 3 ) E l maestro de Metafílmica proyecta a Brigitte “El Séptimo Sello”, película bergmaniana fundamental, que ini- cia en el misterio apocalíptico de un con- trastado cielo, cuyas nubes en vano intentan esconder la magnificencia del sol, porque su presencia se anuncia con “trompetas” de sonoridad carminoburanesca, profetizando que pronto dará a luz. Y al intimidar al pre- sagio de la tormenta, una Paloma aparece dominando las alturas con su pacífico vue- lo. Voz en off: — “Y cuando el Cordero abrió el Séptimo Se- llo, en el cielo se hizo un silencio que duró el espacio de media hora”. Corte a: Bajo el silencio del cielo y frente a un mar en tregua junto a los peñascos, un ca- ballero que regresa a su antigua Suecia des- pués las Cruzadas, va de camino a casa, a enfrentarse no sólo con la temible peste, sino con aquel mítico encapuchado que se le presenta como la Muerte. El cruzado, Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 21
  • 22. para ganar tiempo a su vida, los reta (a la Muerte o al Diablo, según la invocación), a una partida de ajedrez. El maestro de Metafílmica explica a Brigitte: — Ese desafío que el personaje plantea a la Muerte, es también la audaz estrategia que, como realizador, Ingmar Bergman uti- liza para robar al Juez Implacable (el espec- tador), el precioso tiempo que requiere para dar a luz —como el sol tras las nubes— su película… sin afectarle que la Muerte ter- mine venciendo al cruzado; pues, al fin de cuentas, como director y maestro ajedrecis- ta, al avanzar sobre el cuadrante del tablero y proyectar el último cuadro de su película, habrá logrado el triunfo en la partida narra- tiva que él considera la definitiva. Corte a: Entre jugada y jugada, el cruzado se confiesa ante quien supone es un cura tras el claustro. El maestro de Metafílmica: —Aquí, Bergman se apodera de la aten- ción en virtud del diálogo fundamental que dramatiza el cuestionamiento de su meta- fílmica. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 22
  • 23. Antonius Block (el cruzado): — Quiero confesarme con la mayor honestidad, pero mi corazón está vacío… Corte a: Los ojos verdes y rasgados de Brigitte, en la oscuridad de la sala, brillan. El cura en la oscuridad bergmaniana: — A pesar de eso, no quiere morir… Antonius Block: — Sí, quiero hacerlo. El cura en realidad es la Muerte quien confiesa a Block, sin que éste lo advierta. — ¿Y qué espera? — Quiero conocimiento. (Block se arrodilla de espaldas a su confesor)… No fe, ni conjeturas, sino conocimiento. Quie- ro que Dios alargue su mano, descubra su rostro y me hable. — Pero permanece en silencio. — Lo llamo en la oscuridad. Pero es como si no hubiera nadie. — Tal vez no haya nadie. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 23
  • 24. — Entonces la vida es un absurdo horror. Ningún hombre puede vivir enfren- tando la Muerte, sabiendo que todo es na- da. — Casi nadie piensa en la Muerte ni en la nada. — Pero un día uno está en la orilla de la vida y enfrenta la oscuridad… Debemos hacer un ídolo de nuestro miedo… y lla- marlo Dios… — Por eso juegas ajedrez con el Diablo. — Es un táctico difícil y hábil, pero hasta ahora no he rendido una sola pieza. — ¿Cómo puedes engañar al Diablo en tu juego? — Juego una combinación de “obispo” y “caballero” que aún no ha descubierto. Expondré su flanco en la siguiente jugada. El Diablo se vuelve y le muestra su ros- tro. — Voy a recordar eso. Block se pone de pie, mostrándole su enojo. — Eres un traidor. Me engañaste. Pero nos volveremos a ver. Y descubriré un ca- mino. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 24
  • 25. — Nos veremos en la posada… El Diablo se retira y Block se autocon- templa, inflándose de soberbia. — Esta es mi mano. Puedo moverla. Mi sangre brota de ella. El sol aún está alto en el cielo. Y yo, yo Antonius Block, juego ajedrez con el Diablo. Brigitte a su maestro: — La cámara de Bergman sintetiza to- do el diálogo de Block con el Diablo, en una imagen a la vez simple y muy compleja. El maestro de Metafílmica: — En efecto, pero pone en duda la efi- cacia del desafío que el cruzado plantea. ¿Qué puede ganarle Antonius al artífice del engaño y progenitor de la mentira? Brigitte: — ¡Poco!, porque al final, logre lo que logre el cruzado, el encapuchado se lo lleva- rá —en su danza bufonesca— hacia su des- tino mortal. El maestro de Metafílmica: — Quien sí está interesado en que su eficacia trascienda, es Bergman. Porque Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 25
  • 26. más allá de hacer que su personaje entre- tenga al mañoso encapuchado, él mismo lo logra con el Juez Implacable (el especta- dor). Acaso prefiere, en vez de aclararle el sentido de la Vida, estremecerlo con la gra- vedad de sus representaciones simbólicas y enmarañarlo en las redes del vacío, las du- das y la oscuridad, como esas nubes que no abren el espacio suficiente para parir al sol… Aunque, para ser justos, la luz del sol sí alcanza a filtrar algunos brillos en las “vi- siones” que el sencillo juglar comunica a su joven, bella y algo escéptica esposa… Lo que es imprescindible reconocerle a Berg- man, es que mediante su técnica metafílmi- ca… Brigitte: —… me recuerda a la que usa Shereza- da para ganarle tiempo de vida al sultán. El maestro de Metafílmica: — Sí, con su artilugio, Bergman alcanza a demostrar la relatividad del tiempo y de la duración de la vida, cuando logra parir los noventa y dos minutos pantalla que dura la versión de su Séptimo Sello, en ese apoca- líptico silencio que dura el espacio de media hora. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 26
  • 27. Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje hacia el interior de los verdes ojos de Brigitte… cuando la conspiración la car- gue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 27
  • 28. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 28
  • 29. Cortometraje desde el interior de una lágrima de Dios ( 4 ) E l maestro de Metafílmica proyecta a Brigitte otra película que comienza en las alturas. Nubes oscurecidas por el azul profundo de una luz que refleja la luna llena, son envueltas por un fondo musical que conecta con el misterio. La cámara desciende, atraviesa las nubes y liga con otra visión de las alturas, en el Huerto de los Olivos, cuando en la noche oscura el sudor y el temblor extremos se apoderan de la naturaleza humana de Jesús que suplica: “Padre, si es posible aparta de mí esta co- pa… pero hágase tu voluntad… no la mía”. Corte a: Hacia el final de la película, una gota desciende desde las alturas, presintiendo que presenciará el momento más terrible de la historia. El maestro de Metafílmica: — Es el instante en que, para algunos, todo parece llegar a su fin; pero, para otros, el punto donde la Vida está por iniciar. Es el punto crucial que se vive en el incon- mensurable dolor que experimenta el Hijo Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 29
  • 30. al exclamar a su Padre: “¿Por qué… por qué me has abandonado?” Corte a: La cámara sigue a la gota durante su caí- da, profetizando que será aplastante, como sangre cayendo sobre la tierra árida de un monte a punto de ser testigo de la más cruel matanza. Sangre inocente de la Vícti- ma también ha comenzado a derramarse sobre el árido testigo, como tantos otros en el mundo que continúan impávidos ante el inagotable gemido del Hijo en abandono. El maestro de Metafílmica: — Es la escena que más artistas han pintado. Desde abajo, como Tintoretto; desde arriba, como Dalí, y desde el plano astral que dominan los ángeles, como Ger- mán Novoa. 1 Es el instante plasmado que siempre parece que está por venir, pues aún con la consumación de su sacrificio, y con 1 Germán Novoa Palacios, pintor mexicano que creen extranjero en México, y mexicano en el extranjero, nacido al comenzar el siglo XX, creador de la escuela ideológica de pintura clási- ca moderna. Su pintura titulada “La Crucifixión” forma parte de su serie “La Historia del Hom- bre”. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 30
  • 31. la fe en Su resurrección, la humanidad cre- yente no logra mitigar su creciente pena. Corte a: Brigitte imagina que la cámara penetra el corazón humano para revelarle que su mayor debilidad es su ventrículo penitente. Brigitte: — ¿Cómo no penar, si las imágenes de los artistas siguen insistiendo en desgarrar al corazón, eternizando la aflicción? Corte a: La cámara vuelve a su caída libre. Allá abajo, las tres cruces. La del centro, con el Hijo cuyo grito sigue increpando a la eter- nidad: “¿Por queeé?” Brigitte: — Es terrible lo que nos hacen los ar- tistas… que nos sigan haciendo padecer así. Corte a: La cámara, por fin, ve caer la gota sobre la tierra árida del monte. Brigitte y su maes- tro pueden ver, en el clímax de su caída, su reventar al pie de la Cruz. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 31
  • 32. El maestro de Metafílmica: — En este caso, querida Brigitte, el ar- tista ha querido ofrecernos una visión dis- tinta, complementaria a la del Hijo que se duele por el abandono de su Padre. La au- dacia de Mel Gibson, realizador de La Pa- sión de Cristo, sin duda un arte de la Metafílmica, lo ha dispuesto a seguir la caída de la gota desde el Cielo hasta la Tierra. Pe- ro la imagen resulta aún más estremecedora cuando se nos revela que no es una simple gota la que está cayendo, sino una lágrima, ¡sí, una lágrima que derrama el Padre! Corte a: Por fin, una lágrima brota de los tiernos ojos verdes de Brigitte. El maestro a Brigitte: — La cámara de Gibson enfatiza el momento cuando Jesús agonizante, cubier- to por innumerables marcas de sangre, en una lucha entre la divina comprensión del acontecimiento y la pena de un hijito ator- mentado por el dolor, voltea hacia lo alto para preguntar a su Padre: “Dios mío… Dios mío… por qué me has abandonado?” Ante el abrumador silencio del Padre, Jesús –exhausto- inclina su cabeza y alcanza a ver Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 32
  • 33. a su Madre acompañada por Juan. Ve tam- bién a los soldados que con miedo reveren- cial aguardan el fin. El Hijo exclama: “Todo está cumplido”. Mira a su madre y, después de aspirar todo el aire que puede, logra re- cuperar fuerza para volver de nuevo su ca- beza hacia lo alto. Sin asumir la perspectiva única de Dios (porque Gibson le guarda profundo respeto); pero sí desde un punto de vista cercano al Padre, vemos el rostro del Hijo que, más que maquillado, ha sido dibujado sobre la propia piel del actor, en una perfecta síntesis de las infinitas conno- taciones que expresa en ese momento cuando se ofrece: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, al exhalar su último aliento, la visión del Padre desde las alturas, se humedece, se nubla y hace brotar la lágrima más plenamente comunicadora de la historia de la Metafílmica. Alguna vez imaginé esa escena desde un punto de vista subjetivo. No sé por qué, en vez de mirar la escena tal como está filma- da, creí verla todo el tiempo como si Gib- son hubiese dejado su cámara dentro de aquella lágrima del Padre, mostrándonos desde el interior, Su dolor extendido a lo largo de esa infinita caída, aproximándonos -por un lado- al rasgo más amoroso del Padre y -por otro- al colosal temor que Su lágrima reventando provoca en aquellos Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 33
  • 34. que atentaron y, aún hoy, siguen contra- conspirando en contra de su amado Hijo. Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 34
  • 35. Cortometraje al interior de las tres Personas de un solo Dios ( 5 ) L a cámara, ahora, va a sumergirse al fondo de un océano de contenidos reales, simbólicos, icónicos y con- ceptuales. El maestro de Metafílmica: — Mi querida Brigitte, para aproximar- nos a una leve comprensión de la semejan- za que los seres humanos tenemos con el Dios trinitario y eterno, debemos aprender a nadar en aguas profundas, donde las imá- genes sólo son posibles para la Metafílmica. Corte a: La cámara inicia su apasionante viaje de autoinmersión contemplativa y reflexiva. El maestro de Metafílmica: — No se trata de un típico psicoanálisis freudiano, sino de una terapia de renaci- miento y potenciación espiritual. Corte a: La cámara descubre que la teoría del análisis transaccional, propugnada por Eric Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 35
  • 36. Berne, hace una analogía con la teoría de Freud, relativa al Ego, al Super Ego y al Ello. Estas tres entidades o estadios de nuestra psique, son visualizadas y simboli- zadas en este cortometraje, desde la pers- pectiva de Berne, en las figuras interiores de un Padre, un Adulto y un Niño. Brigitte: — ¿Es gracias a esta teoría que a cada rato escuchamos decir que todos llevamos a un niño dentro de nosotros mismos? El maestro de Metafílmica: — Así es, en importante medida. Corte a: La cámara continúa con la fase digital de su viaje, en el que podemos percatarnos de que nuestra semejanza con Dios es nuestra dimensión trinitaria. El maestro de Metafílmica: — Como Él que es un solo Dios, noso- tros somos un solo ser; y también como Él, estamos integrados por tres “personas” in- teriores o entidades distintas: la del PA- DRE; la del ADULTO (como la persona de Jesús que, siendo verdadero Dios y ver- Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 36
  • 37. dadero Hombre, ha conducido su naturale- za humana a su mayor plenitud); y la del NIÑO (como la persona del Espíritu San- to, lleno de alegría, dinamismo, creativi- dad...). Corte a: Una voz nos aconseja que si aceptamos mirarnos así y, en forma simultánea, con- templamos las tres Personas del único Dios, podremos bucear dentro del flujo de abundantes torrentes de agua viva que cir- culan en el interior de la Comunión divina... El maestro de Metafílmica: — Este momento es suficiente para contemplar sin límite de tiempo, en pro- funda oración, el mayor acontecimiento que pueda jamás existir: la VIDA COMU- NITARIA DE DIOS. Corte a: La cámara nos hace evidente que hemos sido concebidos a Su imagen y semejanza, cuando nos visualiza como una comunidad entre nuestro Padre, nuestro Adulto y nues- tro Niño interiores... Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 37
  • 38. Brigitte: — Pero como estamos dañados inter- namente, debido a que nos hemos alejado de Dios, nuestras tres “personas” interiores no se relacionan sanamente. Padecemos una especie de esquizofrenia. Corte a: La cámara ilustra el comentario de Bri- gitte, al descubrir cómo nuestro Padre opri- me a nuestro Niño, éste se vuelve malcriado y agresivo contra nuestro Padre, éste lo regaña, el Adulto trata de imponer normas, reglas y leyes de toda índole a fin de crear un marco legal y político para la convivencia pacífica... El maestro de Metafílmica: — ¡Cuánto nos falta para restablecer in- tra-relaciones sanas!... así como las de nues- tro Amado Modelo Trino, quien no se basa en legalismos impuestos, sino en la única ley que religa... ¿Sabes, Brigitte, cuál es esta Ley? Brigitte: — Obvio, ¡el Amor! Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 38
  • 39. El maestro de Metafílmica: — Ni tan obvio; pero me alegran tus avances. Déjame que la cámara de nuestro cortometraje te sorprenda. Imagina que te muestra el momento en que tu Padre inte- rior se dispone a ofrecer a tu Adulto, en un sacrificio que ambos voluntariamente acep- tan, y que consiste en entregarte como re- hén a cambio de que unos terroristas perdonen la vida a otra persona secuestra- da, a quien no conoces, y a sabiendas de que ese intercambio implicará necesaria- mente tu sacrificio de muerte... Brigitte: — ¡¿Cuánto necesitaríamos amar a nuestro próximo para dar nuestra propia vida para salvarle la suya?! El maestro de Metafílmica: — Sí, ese es el ángulo que “rompe” la relativamente “fácil” y “placentera” vida intra-trinitaria. Brigitte: — Y otro ángulo que la rompe, es que yo tenga que imaginar a mis personas inte- riores de género masculino y no femenino, como yo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 39
  • 40. El maestro de Metafílmica: — ¡Ahí tienes otro ángulo a analizar!… Pero es todo un rollo que quizá podríamos filmar en otro corto. Corte a: La cámara casi enceguece al espectador cuando muestra la incandescente Luz que emana del pecho del Padre al rasgarse a Sí mismo, como el velo de un Templo que ansía mostrar todo lo que hay dentro de Sí… Y, desgarrándose interiormente, abrir- se a que participemos de su Amor infinito, formando con Él una Comunidad eterna y maravillosa. El maestro de Metafílmica: — A cambio de todo eso que Dios hace, nosotros podemos corresponderle: creyendo y viviendo en Él, desgarrándonos en nuestras tres entidades o “personas” in- teriores, para trascender a la plenitud de la vida humana que sólo se logra en una co- munidad de hermanos y hermanas que vi- vimos amándonos, y creyendo-viviendo según nos invita Jesús a formar con Él, con nuestro Padre y con el Espíritu Santo, la comunidad del DIOS-CON-NOSOTROS, Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 40
  • 41. que ya ha comenzado en la historia de este nuestro cielo. Brigitte: — Sí, querido Oteka, un cielo tan al- to… y tan bajo y profundo como nuestro propio océano. Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 41
  • 42. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 42
  • 43. Cortometraje de la Belleza que sal- va (6) B rigitte tardará un tiempo en regresar al liceo. Las primeras enseñanzas de su maestro de Metafílmica le calaron hondo. Él se enteró de su partida por la primera de las cartas que ella le envió. Pero, ¿por qué y adónde fue? Voz en off: Lo que le sucedió a Brigitte, es que no supo cómo manejar su enamoramiento y lo único que se le ocurrió fue poner distancia entre ella y su maestro casado. No quería cometer alguna imprudencia que la hiciera arrepentirse para siempre. Por el amor que en verdad le tenía, debía guardar sus senti- mientos sólo para ella y tratar de olvidar… o por lo menos reenfocarlos a fin de poder rescatarse y recuperar la relación con su maestro que tanto valoraba. Corte a: Brigitte conoce a una mujer excepcio- nal, Rosa, indígena chiapaneca que ofrece unas pláticas sobre la terrible situación por Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 43
  • 44. la que pasan sus paisanos, y que a nivel mundial ha sido difundida por Marcos, el ya legendario subcomandante encapuchado del Ejército Zapatista de Liberación Nacio- nal. La forma de ser de Rosa, así como su enfoque del problema indígena, hace que Brigitte se entusiasme con su labor. Así que la sigue a Chiapas, junto con otras dos chi- cas norteamericanas, una llamada Charity y otra Beauty, quien por cierto también estu- dia artes. Casi todo un año colabora con ellas en varias comunidades indígenas. Eso la cam- bia… Pero lo que en verdad la transforma, es el encuentro personal que, por medio de Rosa, Brigitte tiene con nuestro Señor Jesu- cristo. Las cartas que van describiendo este proceso de conversión son hermosísimas. Por ahora, la que tiene cautivado a Oteka, especialmente, es una carta en la que Brigit- te resume y comenta los primeros apuntes que él le proporcionó. Corte a: La cámara contempla los verdes ojos de Brigitte en el momento de concebir y escri- bir esta carta a su maestro. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 44
  • 45. Voz en off de Brigitte: — En síntesis, mi querido Oteka, me parece que tu Metafílmica parte de estas premisas: 1.- La vida y la materia tienen su origen en el pasado, y constituyen un continuo en evolución que sólo puede existir físicamente en el presente. 2.- A la luz de la semiótica experimental del tiempo, el presente no tiene la duración física nece- saria para poder existir. 2 Sin embargo, el presente no sólo se nos abre a nuestras dimensiones espiri- tual, imaginaria y existencial, sino que nos prueba de infinitos modos científicos su presencia en noso- tros que lo experimentamos sensiblemente en nues- tra materia. 3.- Lo pasado persiste en las memorias de la humanidad y la cultura; pero la vida y la materia no pueden existir -físicamente- en el pasado. 4.- Lo futuro -sin existir físicamente-, en cierta forma y medida ya está presente en la humanidad- de-Dios-que-espera-viviendo; pero no toca a ella vivir la plenitud de lo futuro en el presente. Pero… hay que poner en crisis estas premisas: Si la vida y la materia sólo pueden existir físi- camente en el presente, pero el presente no tiene en 2 Esto lo demuestra el autor en su ensayo titulado “La Sexta Dimensión”, publicado en la revista Istmo, no. 207. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 45
  • 46. apariencia la duración física necesaria para poder existir, tal como lo muestra tu cortometraje de la raya blanca que se va pintando sobre la negra su- perficie, no por ello debemos caer prisioneros en la cárcel de un pensamiento paradójico o nihilista, en donde nos deprimiría el no tener respuesta a la pre- gunta: ¿cómo puede existir el todo en la nada?; sino que -si en verdad somos hijos de la Luz- nos hace felices aceptar la alternativa científica de que el mi- lagro existe. Y en este caso, el milagro de la mate- ria en el espacio, que muestra el esplendor de la vida humana, se ha producido a lo largo de la his- toria, se produce a cada instante en la Chispa Vi- tal, en el umbral del tiempo sin tiempo, en la Sexta Dimensión de la que tanto me has hablado. Corte a: La cámara, ahora, revela el alma em- briagada del maestro de Metafílmica, cuyos ojos castaños parecen fundirse con los ver- des de Brigitte, quien tan lejos y tan cerca continúa escribiendo. Voz en off de Brigitte: — Estas podrían ser algunas conclusiones: Durante nuestra pascua en la Tierra, quienes pertenecemos a la humanidad-de-Dios-que-espera- viviendo, transitamos en la Sexta Dimensión, don- Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 46
  • 47. de sólo se puede vivir despierto, converso, alerta y amando… ¡amando y luchando por la justicia!… sin tener nuestra esperanza puesta en un futuro incierto, que no nos toca conocer, ni nuestra memo- ria anclada en la nostalgia de un pasado ideal; sino experimentando a cada instante el milagro del pre- sente, viajando dentro del túnel de la Sexta Dimen- sión que nos liga con la eternidad, gozando la comunión que ya podemos vivir desde ahora con nuestro Dios y nuestros hermanos, y confiando -en lo que nos asegura san Juan-, que ¡no moriremos jamás! ¿Qué opinas Oteka, te parece que ahora sí es- toy comprendiendo un poquito más? Te quiere y ansía verte de nuevo en el liceo: Tu Brigitte. Corte a: Oteka sólo alcanza a emitir un suspiro. Corte a: Brigitte camina rumbo a la oficina de correos, mientras termina de revisar su posdata. Voz en off de Brigitte: — Olvidaba agradecerte que me hayas enviado la "Carta a los Artistas", de S.S. Juan Pablo II. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 47
  • 48. La frase que ahí retoma el Papa del gran Dos- toievsky: "La Belleza salvará al mundo", me ha hecho reflexionar mucho. Por estos rumbos, todo es belleza: las selvas, las cascadas y ríos, los cielos tan azules… pero, sobre todo, los indígenas… su bon- dad, su nobleza, su sabiduría, su hospitalidad, su humildad… Por otro lado, es insoportable que no se haga justicia… Cuando iba a comentarles a unos amigos indígenas esa frase de Dostoievsky, me asombró lo que me dijo uno de ellos, Juan Diego: "En medio de tantas injusticias, y con todo y que nos van echando de nuestras tierras, la Belleza que salva, jamás nos la podrán quitar… es gratis". 3 Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. 3 Este tema lo desarrolla Oteka en el guión para su película “La Belleza es Gratis”, escrito en colaboración con Sergio Román Armendáriz. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 48
  • 49. Cortometraje de la “Belleza es gra- tis” (7) E l maestro de Metafílmica respondió a la carta de Brigitte: Querida mía: Tu posdata sugiere el título y el tema de esa pe- lícula que tanto has buscado realizar: "La Belleza es gratis". Pero el tema no se desarrollaría en base a cualquier concepción de la belleza, sino en la Be- lleza que salva. Dios, el Logos, el Verbo, la Palabra, es la Be- lleza que siempre ha existido, que encarnó en Jesús el Cristo, murió y resucitó para salvarnos. Él es la Belleza que salva, fundamento de la estética meta- fílmica. Corte a: Los verdes ojos de Brigitte se abren al máximo para dejarnos ver lo que está pen- sando. Le encanta que Jesús sea “Él” y, al mismo tiempo, sea “La”… La Belleza que salva… Después de todo —reflexiona— el tema de los géneros parece que se nos sigue impo- niendo mediáticamente como un conflicto artifi- cial… como una trampa del eterno machismo y que Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 49
  • 50. hoy exacerba, para invertir el beneficio, el feminis- mo ramplón… el racionalismo fundamentalista… Corte a: Las olas embravecidas de ese océano que son los ojos verdes de Brigitte, vuelven a su estado de serenidad. Puede así concen- trarse de nuevo en la lectura de la carta de su maestro: Para dimensionar la magnitud de La Belleza que salva, se me ha ocurrido un ejercicio: el de susti- tuir, en el prólogo del Evangelio según San Juan, la noción de "Verbo" o de "Logos", por el de "Be- lleza": “En el principio existía (la Palabra) la Belleza y la (Pala- bra) Belleza estaba con Dios, y la (Palabra) Belleza era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuan- to existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hom- bres, y la luz brilla en las tinie- blas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 50
  • 51. dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La (Palabra) Belleza era la luz verdadera que ilumina a to- do hombre que viene a este mun- do. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nom- bre; el cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que na- ció de Dios. Y la (Palabra) Belleza se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contem- plado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad”. ¿Te das cuenta, Brigitte, de las implicaciones que tiene el hecho de aplicar la palabra Belleza en vez de la palabra Verbo, Logos o Palabra? Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 51
  • 52. Corte a: Las olas vuelven a elevar sus crestas en el verde de los ojos de Brigitte. Se advierte su triunfo de concentración cuando, sin dejar de leer, en el verde se apacigua su océano interior. Voz en off de Oteka: Lo que busco, Brigitte, es reenfocar lo que, en perjuicio de San Juan y del Evangelio, ha hecho la asociación del logos con el gnosticismo y el raciona- lismo, al grado de haber penetrado y adulterado varias de las posturas teológicas hasta nuestros dí- as. Y, por otro lado, dar énfasis a la Belleza que, como la Palabra creadora, se asocia a la Verdad en una gama muy amplia de signos, lógicos e ilógi- cos, inteligibles y sensibles, visuales, auditivos, tácti- les, olfativos y degustativos… Dios se comunica de modos infinitos, pero el concepto del logos, que San Juan tomó prestado de los griegos, a pesar de que lo vació de sus connotaciones paganas y lo dotó de la semántica sagrada del Verbo, no obstante, sigue asociándose a la gnosis, al racionalismo y a las mentalidades doctas que no suelen alcanzar lo que ven y sienten los sencillos y pobres de espíritu. Por- que, cuando se manifiesta la Belleza, es captada por el espíritu en forma más cercana a su realidad, como una sinfonía que armoniza todas las facetas del Bien y la Verdad. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 52
  • 53. Todavía hay muchos que piensan que el cris- tianismo es una estructura de conocimientos filosófi- cos y teológicos que requiere de gran preparación y cultura para poderlos procesar con la computadora mental. A los sencillos, la Verdad de Dios se les manifiesta en el asombro por la Belleza… la Be- lleza que es gratis. Bien-Verdad-Belleza son inseparables. No puede haber un bien que no sea verdadero y bello, como una verdad que no sea buena y bella, o una belleza que no sea buena y verdadera. No puede haber una mentira bella… aunque sí existen mu- chos intentos por darle a la mentira una apariencia de belleza. Esos artífices de la mentira, que abun- dan en el mundillo de la mercadotecnia, por más que se afanan, sólo son capaces de crear máscaras, envoltorios, contenedores cuya naturaleza no corres- ponde a sus contenidos. En cambio, cuando uno explora el interior de las cosas bellas, como por ejemplo tus verdes ojos, mi querida Brigitte, uno descubre que su interior concuerda con su exterior: en ellos hay bondad, verdad y belleza. La belleza, entonces, no es un puro contenedor, o una simple forma que se cuelga o envuelve a un contenido. La belleza no es un adjetivo que, al añadirlo a un sujeto u objeto, lo califica; o algo así como un cosmético que se sobrepone a un cutis mal- tratado... Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 53
  • 54. La belleza es el valor o cualidad esencial de los se- res y las cosas capaces de transparentar —sensible y/o inteligiblemente— el bien y la verdad que hay en ellos. De este modo, lo que resplandece no es la belle- za en sí, sino que, gracias a ésta, el que resplandece es el ser (o la cosa), dotado de bien, verdad y belle- za. El cine de la metafílmica será bello, por tanto, si es capaz de transparentar el bien y la verdad que hay en él. El anti-cine será el que esté inspirado en la maldad y la mentira y, consecuentemente, jamás podrá ser bello, aunque lo aparente. La Belleza no deja de soplar… y los artistas podemos alimentamos de ese Soplo maravilloso... ¡que es gratis! Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 54
  • 55. Cortometraje de la “Belleza es gra- tis” – parte II ( 8 ) A ntes de regresar a la ciudad de México, Brigitte, ejercitando su ca- pacidad crítica, desde Chiapas, res- pondió a esta carta. Queridísimo Oteka: Permíteme hacer una crítica a tu planteamiento estético. Supongamos un film bello. Según tu estéti- ca, es bello porque transparenta el bien y la verdad que hay en él… Resulta que el supuesto film es aburrido, lento, sin creatividad en sus visualizacio- nes, pues todo el tiempo se dirige a la cámara un "padrecito" de sotana, con voz gangosa, que no para de hablar. Eso sí, no hay duda, todo lo que dice es bueno y verdadero. Pero ni siquiera el cama- rógrafo ha sabido afocarlo y la iluminación es exce- siva, el rostro del sacerdote se ve pálido y descolorido, y hasta sus lentes reflejan todas las lámparas que cuelgan de la tramoya. ¿Podemos, en tal caso, hablar de un film bello? Yo más bien pienso que ese concepto tuyo de belleza, que es como un cristal transparente cuya única función es dejar ver, a través de él, al bien y a la verdad, es un concepto insuficiente. Propongo que Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 55
  • 56. ese cristal transparente sea, mejor, una especie de filtro -o cualidad- que además de transparentar al bien y a la verdad, los presente en una forma bella. Siendo así, lo que tendríamos que respondernos es: ¿Qué es una forma bella? Te quiere, tu Brigitte. Mi querida Brigitte: ¿Te gustaría que te respondiera que tú, Brigit- te, eres una forma bella? Dime que eres más que eso, ¿no es así? Déjame intentar una respuesta: Cuando el libro del Génesis utiliza el símbolo de la desnudez de los seres que habitaban el jardín en Edén, quiere significar que eran seres transpa- rentes; que teniendo cuerpos, por cierto bellísimos, éstos no eran obstáculo para que se manifestara su bien y verdad espiritual. De lo anterior no debe inferirse que la belleza sea lo corporal, y el binomio de bien-verdad sea lo espiritual. Para comprender con mayor claridad este símbolo, sigamos revisando el Génesis. Ellos eran felices en comunión con Dios. Todo lo podían hacer, salvo comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Cuando por fin lo hicieron —y nos estamos saltando toda una serie de enseñanzas intermedias—, se percataron de su desnudez. Pero no fueron capaces de ver la belleza de sus cuerpos, sino que su desnudez los avergonzó. Tan es así que, Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 56
  • 57. en vez de seguir transparentándose, desnudos, opta- ron por cubrirse. ¿Qué significa esto? Quiere decir que renunciaron a los parámetros de su Creador, a Su Verdad y Sus Valores. Eli- gieron sus propios parámetros, sus propios juicios sobre lo bueno y lo malo. Y, conscientes de su des- obediencia, de su apartamiento de Dios, atrofiada su voluntad y capacidad de discernir, vieron el mal donde no lo había: en sus cuerpos desnudos; y no vieron el mal donde sí lo había: en el Tentador y Progenitor de la mentira, y en el fin y el objeto de su seducción. Sabemos que, en el lenguaje del Evangelio, cuerpo y carne no significan lo mismo. Pero hay quienes siguen confundiendo los términos. Carne (el conjunto de Cuerpo y Alma) y Espíritu son crea- ciones sagradas de Dios. La carnalidad, en cambio, es una perversión del hombre que actúa al margen o en contra de Dios, tentado por el Maligno. Cuando el Génesis narra que Adán y Eva comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal, quiere decir que perdieron su transparencia de seres espirituales y se volvieron carnales, lo cual abarca su actitud y conducta integrales, y no sólo sus aspectos físicos. ¿Y todo esto cómo se relaciona con la estética de la belleza? Para poder saber dónde está presente el bien y la verdad, no basta la ciencia ni el juicio de la ra- Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 57
  • 58. zón pura o la razón práctica. Es necesaria la vo- luntad y la capacidad de discernimiento. El hombre carnal tiene atrofiadas esas capacidades. El don del hombre espiritual, que perdieron nuestros antepasa- dos del jardín en Edén, Jesús lo rescata para noso- tros. Al despojarnos de nuestro hombre viejo y revestirnos del nuevo, según lo explican Jesús y los apóstoles, gracias a la fe y al Espíritu que nos asis- te, llegamos a ser capaces de discernir. La Metafílmica entonces ¿se basa en una esté- tica en la que sólo pueden participar los hombres y mujeres pneumáticos o espirituales? La plena participación sólo es posible lograrla a este nivel. No obstante, se trata de una estética dirigida a que todos puedan irse integrando; no está reservada a una élite de iniciados, y mucho menos es una práctica esotérica, gnóstica u ocultista… Todos estamos invitados a aprender y gozar del esplendor de su Verdad, Bien y Belleza.. Por cierto, Brigitte, respecto al ejemplo de tu supuesto film bello, le faltó una parte a mi respues- ta. Evidentemente, por lo que describes de ese su- puesto filme, no se trata de uno bello, aunque digas que transparenta todo lo bueno y verdadero dicho por el "padrecito". El problema de tu ejemplo, es que ese supuesto filme, con todos sus desatinos y calamidades, no posee la cualidad de la transparen- cia. En vez de transparentar, lo que hace es opacar o, cuando menos, filtrar lo bueno y verdadero que Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 58
  • 59. expresa el conductor. Por lo tanto, creo que mi defi- nición sigue siendo correcta. Te la repito: La belleza es el valor o cualidad esencial de los se- res y las cosas capaces de transparentar —sensible y/o inteligiblemente— el bien y la verdad que hay en ellos. El filme de tu ejemplo no tiene la cualidad esencial de hacerlo capaz de transparentar el bien y la verdad. Por el contrario, sus defectos lo hacen capaz de distorsionar, opacar o distraer… ¿De acuerdo? Jesucristo, siendo la Belleza mayúscula, solía no dar testimonio de Sí mismo. Por ello, y en virtud de lo antes dicho, podríamos afirmar que, así como la belleza no tiene la misión de dar testimonio de sí misma, sino de transparentar el bien y la verdad de su ser, asimismo los profetas de la metafílmica no tienen por misión dar testimonio de su propia luz, sino de la Luz que transparentan. En nuestra estética, los temas de la Luz y la Transparencia están íntimamente relacionados. Aquel que obra mal no puede transparentar bien y verdad en sus obras y, por tanto, éstas no pueden ser bellas. Veamos lo que Jesús revela: “Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 59
  • 60. sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censu- radas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.” Jn (3, 19-21). En esta interpretación nuestra del prólogo de San Juan: “Y la Belleza se hizo carne”... (es decir, que asumió la naturaleza humana), encontramos la clave para comprender el asunto de la forma. Desde un punto de vista antiguo, debido a la confusión lamentable que había entre el cuerpo y el alma, la forma podía equivaler al cuerpo y, el fon- do, al alma. En consecuencia, lo que percibía el hombre de modo sensible, resultaba inferior que lo que captaba de modo inteligible. Esa fue, por ejem- plo, la herencia que el platonismo y el neoplatonis- mo introdujeron al pensamiento cristiano, pues la belleza ideal desplazaba en importancia y significa- ción a la belleza real y concreta. Y esto, hasta la fecha sigue causando graves confusiones. En la Metafílmica, no encontramos la belleza sensible inferior a la inteligible. Ambas son valores sagrados, porque nos religan con la suma Belleza. El ser humano es carne (la suma de cuerpo y alma) y espíritu. Y no sólo resucitará lo espiritual, sino también la carne, el cuerpo glorioso. La Palabra Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 60
  • 61. nos dice que veremos a Dios, no sólo nos será inteli- gible. Y nos deslumbrará su Luz y Transparencia. "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios." Mt 5, 8 Entonces, ¿cuál es la Belleza que se ve, si nues- tra definición dice que la belleza es una cualidad transparente? Entendamos que sólo Dios es esa Belleza que se ve, porque transparenta al sumo Bien y a la suma Verdad. Y si la belleza se transparenta, ¿qué sentido tiene reinvindicar la belleza sensible? Hagamos mayor claridad. La belleza en sí, con minúscula, no se ve, porque es un valor, una cualidad que permite al ser (o a la cosa) transparentar el bien y la verdad que hay en él. He ahí que resulta vital reinvindicar la belleza sensible, porque viendo al ser bello, podemos gozar del bien y la verdad. Pero la Belleza, con mayúscula, que se ve, sólo es Dios, porque únicamente en Él, el Valor coincide con el Ser. “Jesús les habló otra vez dicien- do: Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuri- dad, sino que tendrá la luz de la vi- da.” Jn 8, 12. Parafraseando la cita anterior, con amor y res- peto, podríamos decir que: Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 61
  • 62. Jesús es la Belleza del mundo; quien viva y crea en Él, no camina- rá en el horror del mal y la mentira, sino que encontrará la Belleza de la Vida eterna. Y es así que ¡la Belleza salva! Me alegrará darte la bienvenida la próxima semana. Te quiere: Oteka Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 62
  • 63. Cortometraje de la cópula onírica de Brigitte ( 9 ) L os verdes ojos de Brigitte, bajo las tiernas sabanitas de sus párpados, se agitan en el momento húmedo y climáctico de su ascensión onírica. Sueña que la Metafílmica es como un tálamo de piel, de pelos blancos, largos y sedosos, que envuelve su efímera desnudez, alivia su or- fandad y la dispone al inevitable y humani- zante encuentro con su amado. Por fin, ha reconocido que se ha enamorado, hasta la locura, de su maestro. Ya no puede, no quiere evitarlo, aunque él sea, todavía, un hombre casado. En la lejana selva chiapa- neca, ella ha estado consciente de que, de día, podría pecar; pero, ahora, en la inconciencia de su estado nocturno, supone que si ahí consuma el acto amoroso, ningún confesor debería catalogarlo como una mortal fornicación… Y es que no puede expresarle más su amor de otra manera, lo quiere manifestar ya no sólo con el lenguaje de su alma, sino con el de su cuerpo que también es parte de ella y que, de seguir negándolo y mortifi- cándolo, estaría prolongando una ofrenda inútil y errónea que la haría pecar aún más, Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 63
  • 64. como quien elige el camino del suicidio… y porque además sabe que su maestro, hace años que no vive ni intima con su esposa, y por ello Brigitte cree que, al regresar, no habría culpa alguna en hacerle sensible, y no sólo inteligible, su amor tan femenina- mente humano. Corte a: Pero mientras Brigitte se sueña en los cielos de su genuina y plena humanización como mujer, el televisor portátil de antena satelital que por descuido ha quedado en- cendido, en lo recóndito de la selva repite el insoportable martilleo de esa serie de co- merciales de condones que hostilizan con su inclemente repetición del concepto “womanizer”. 4 4 El concepto “womanizer”, de condones “M”, pretende trasladar el término “humanizador” al género femenino, porque su traducción es seme- jante a “feminizador” o “mujerizador”. Esta campaña (2009-2010), esgrime una estúpida de- fensa a ultranza del género representado por un tipo de “mujer” moderna, cosmética e hipersen- sual, reducida sólo a responder a los íntimos es- tímulos metrosexuales que aseguran proporcionar esos condones “cosquilludos”. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 64
  • 65. Corte a: Los verdes, brillantes y rasgados ojos de Brigitte, a cientos de kilómetros de distan- cia, en una espléndida fotografía, son el punto de partida desde donde la cámara se abre para descubrir al maestro de Metafílmi- ca, sentado frente a su escritorio en el cubí- culo del liceo al que dedica parte de su tiempo para impartir su cátedra y sus talle- res, y que en este momento, aun cuando es un cineasta con múltiples ocupaciones, está absorto en esa foto que revela la belleza encarnada en su discípula. Sabe que pronto regresará de su viaje a Chiapas. Y él no puede seguir engañándose, pues está cons- ciente de lo que siente por Brigitte. Su be- lleza, que Alguien tuvo que haber encarnado en ella, le dice que no puede ne- garse más a intimar… a comulgar con ella. Corte a: Brigitte continúa soñándose sobre el blanco tálamo. Está ansiosa de ofrendar su virginidad a ese hombre que le ha abierto los ojos a la luz y al calor que ahora expe- rimenta en su persona entera. No com- prende, ni puede aceptar, sintiendo lo que siente, y pensando lo que piensa, que al- guien pudiera juzgar su anhelado acto, una Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 65
  • 66. vez consumado, aun en sueños, como algo sucio y pecaminoso. ¡No, no puede creerlo y mucho menos aceptarlo! Para ella, realizar su sueño sería alcanzar el éxtasis, donde la infinita comprensión de Dios compartiría con ella este sentido tan humano de felici- dad extrema. — ¿Podría existir un cielo mejor? —se cuestiona Brigitte—, ¿valorará Jesús resuci- tado, en el contexto de hoy, de igual modo que san Pablo, hace dos mil años, esos “pe- cados” de la carne… sobre todo cuando lo que mueve es el amor? Corte a: El maestro de Metafílmica, en el salón de proyecciones, muestra su antiguo cortome- traje “Alegorías de la ciega y el sordomudo” 5 a sus alumnos. 5 “Alegorías de la Ciega y el Sordomudo”, filme en 16 mm., blanco y negro, 29 mins., dirigido y cofotografiado por Javier OTK; coguión y coedi- ción de él mismo y de Sergio Román Armendá- riz. Nominado al Ariel de 1978 que concede la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cine- matográficas, en la categoría de cortometrajes de ficción. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 66
  • 67. Antes les ha pedido que lean el post- guión 6 que él mismo ha escrito, treinta y tres años después de haber filmado la pelí- cula. — Cosa curiosa, ¿no? —les comenta—, pues lo que se acostumbra en el mundo del cine es lo contrario: que se hagan las pelícu- las con base en las novelas y sus guiones, y no al revés, los guiones sobre la base de sus películas. Corte a: Una parte de la secuencia de aquella obra metafílmica del maestro, penetra en el presente cortometraje de Brigitte: La Ciega lleva la flauta a su boca y comienza a tocar una melodía algo misteriosa y triste, parecida a la que la fuente de agua le tocaba como un preludio del provocativo tema de su trauma. El Sordomudo la mira, sin po- derla escuchar, y la interrumpe qui- tándole, con suavidad y con respeto, la flauta de la boca. Ella acepta esta 6 El postguión de esta película, en su versión electrónica, puede descargarse en el sitio www.oteka.com.mx/javierotk Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 67
  • 68. acción y se mantiene a la expectati- va. Él coloca la flauta sobre el piso, a un lado del tálamo, y se acerca de nuevo a ella. La toma de los brazos, con delicadeza, por atrás, y la lleva a recostarse a su lado. Ella le responde con una pequeña caricia en el ante- brazo. Él sigue sujetándola y ahora le toma la mano y se la lleva a su boca, para besársela. Enseguida le besa la mejilla y procura hacer lo mismo en la boca. Ella se deja be- sar, mas no en su boca, sino que se recoge sobre sí misma, tendida sobre el tálamo. Pero no se le ve cómoda con sus negativas; y, sin embargo, el Sordomudo la respeta, no la fuerza, le da su tiempo, mientras mira el fuego, como esperando que éste le co- munique su don y encienda a su pa- reja. Ella voltea hacia él y le pone la mano en la mejilla, como pidiéndole un beso. Él se acerca y se lo da en la boca. Se acarician suavemente; ella le tienta el cabello y el rostro; él, la cintura, y sube la mano hacia su seno, acariciándoselo con ternura, por encima del vestido. Pero ella está inquieta, no puede seguir; le retira Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 68
  • 69. con dulzura el rostro, y como mirán- dolo en son de paz, le dice con fran- queza. — No, no puedo… Entonces, ella se recuesta de es- paldas a él, como si sintiera la nece- sidad de encontrar el ancestral refugio, recogiéndose en una posición fetal, y repitiendo, con voz cada vez más baja: — No puedo… no puedo. Corte a: Brigitte, recostada sobre el tálamo de piel, en su propio sueño, se sobresalta al recordar la escena de “Alegorías…”, y no está dispuesta a que le suceda lo mismo que a la Ciega. Brigitte, aunque también ciega al comenzar sus estudios en el liceo, ya no lo es, al menos ella lo cree así, pues ahora ve algo de luz y quiere que su maestro, como el Sordomudo de aquel cortometraje, con sus “lindas” manos de escultor, no sólo le modele el alma, sino que la acaricie en todo su cuerpo; pero sin que vuelva a manifes- tarse el fatal complejo de aquel Pigmalión que modeló a su mitológica Galatea, encar- nando en ella solamente su sueño ideal, pla- tónico, de belleza. Lo que Brigitte exige, es Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 69
  • 70. realismo… Y tras el orgasmo onírico, y me- tafílmico, la chica de los ojos glaucos, aun en sueños sobre el tálamo de piel, vuelve a cuestionarse: — A los ojos del juez implacable, 7 o de mi confesor, ¿será éste un “mal sueño” del que deba arrepentirme por haber entregado en él mi virginidad? Corte a: El maestro de Metafílmica ha acudido a la estación para recibir a Brigitte. Hoy llega de Chiapas y está convencido de que ella, al igual que él y sus mutuos amigos conspira- dores, no sólo han soñado y fantaseado con realizar películas y con que se respeten los Acuerdos de San Andrés… Disolvencia a: La cámara de la Metafílmica continuará filmando los verdes, rasgados y brillantes ojos de Brigitte, y toda la belleza corporal que jamás podrá opacar su cuestionada vir- ginidad… cuando la conspiración la cargue con otro rollo. 7 El juez implacable es, para Oteka, el espectador activo, el cinéfilo. (Véase la columna de Meta- fílmica en el no. “3” de Conspiratio). Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 70
  • 71. Cortometraje del éxtasis de los comulgantes ( 10 ) B rigitte, por fin, ha regresado de su viaje a Chiapas. Por más que lo in- tentaron, ella, sus amigas y amigos no encontraron un terreno en el cual cons- truir una casita para vivir en comunidad. En el país ya todas las tierras han sido reparti- das y a los nuevos pobres que no las pue- den comprar, ni rentar, ni las quieren invadir, sólo les queda peregrinar, sin cartu- jas ni monasterios, por los caminos comu- nes… aunque nadie les dé limosna por dejar escritas las huellas de su sacrificio… Voz en off: A lo que recordaba Juan Pablo II, de que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social, podríamos añadir: ¡cuánto más gravará sobre la vía pública!… Corte a: Brigitte, lejos de desanimarse, ha encon- trado un nuevo sentido a su vida. Su fe se ha fortalecido, ya no la asalta aquel senti- miento de orfandad, y ha encontrado ale- Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 71
  • 72. gría, libre de cargas, vive cada instante de su vida como si fuera el único que le queda… amando, siempre amando. No sabe si algún día reunirá los fondos para hacer su pelícu- la. Lo que sí espera es conservar su beca para seguir aprendiendo. Corte a: El maestro de Metafílmica, sumergido en el oleaje de la mirada de su amada discípula, vuelve a musitarle que la belleza es el va- lor o cualidad esencial de los seres y las cosas capaces de transparentar — sensible y/o inteligiblemente— el bien y la verdad que hay en ellos. Brigitte: — ¿Esto quiere decir —le murmura la chica ojiverde— que la belleza es un valor o cualidad objetiva del ser o la cosa, y no de- pende en lo absoluto de la subjetividad de quien la percibe o deja de percibirla? El maestro de Metafílmica: — Buenísima pregunta, querida Brigit- te, en un mundo tan relativista, porque en efecto hay quienes dirigiendo sus ojos y sus oídos hacia la belleza, no la ven ni la escu- chan. Esto se debe a que la subjetividad de esos perceptores, por múltiples razones, se los impide. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 72
  • 73. Brigitte: — ¡Ah!, ya voy comprendiendo. ¿¡Esto podría llegar a derrumbar el mito de que “en gustos se rompen géneros”!? El maestro: — Quizá algún día sí, Brigitte. La belle- za, como valor o cualidad objetiva de los seres y las cosas que la poseen, llegará a ser reconocida por todos, aunque algunos, ejercitando su libertad, opten por rechazar- la. Brigitte: — Entonces, cuando cierta gente no reconoce ni gusta de la belleza que existe en ciertos seres y cosas, no significa, obvia- mente, que la belleza no exista ahí, en for- ma objetiva, sino que las funciones receptivas de su alma y sus sentidos están incapacitados, ya sea por cuestiones educa- tivas, ideológicas o ¿podría ser por falta de fe… o por la acción obnubiladora del de- monio? Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 73
  • 74. El maestro: — Desde luego, ¿pero podrías cabalgar más despacio? ¿Por qué te apresuras con semejantes saltos cuánticos? Brigitte: — Perdona, es que estoy imaginando el momento en que el velo del templo se rasga y la Belleza se muestra tal como es… pero es tan intensa su Luz que nos enceguece… nuestros ojos, tan humanos como son aho- ra, aún no logran verla tal cual es… ¿Cómo será el rostro de Dios?... Cuando lleguemos a vérselo, si es que llegamos, ¿cada quien percibirá el mismo rostro?… ¿O acaso ve- remos caras tan distintas como muestra la incontable iconografía del Padre y del Hijo que imaginan, pintan y filman los artistas? El maestro: — Sigues saltando, rebotando como onda y partícula de luz. Brigitte: — Es que no puedo coger, como tú, la filosofía con la huevez de la lógica… estoy más hecha para intuir, escanear y formarme imágenes inmediatas, aunque demasiado pixeladas… Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 74
  • 75. El maestro: — Exacto, Brigitte, esa es una forma muy actual de definir las precipitaciones, agitaciones y vaivenes de tu digitalidad. Brigitte: — Creo que la Belleza, aunque objetiva, se nos revela aún en forma incompleta, cu- bierta por un velo de misterio… ¡Eso sí, un misterio que es, objetiva y subjetivamente, extasiante! El maestro: — Como tus ojos, Brigitte, como tus ojos… que son, a la vez, cámaras y proyec- tores de belleza. Corte a: — El oleaje de la mirada de Brigitte, re- cuperándose de su reciente cresta, va disol- viéndose en la tranquila superficie de un lago transparente… Oteka, entonces, puede mirar hacia el fondo de sus ojos y recordar el momento en que Luminita y Rayo 8 , atendiendo las indicaciones de la Voz inte- 8 Luminita y Rayo son los niños protagonistas de “El Mensaje de la Estrella”, primer largometraje en multimedia que se produce a nivel mundial, dirigido por Oteka. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 75
  • 76. rior que ambos escuchan, levantan una enorme roca y la avientan hacia el centro del lago. Conforme la roca se sumerge, van apareciendo, en la superficie, ondas en forma de círculos concéntricos, desde el centro hasta la orilla del lago… Y esa Voz, de timbre masculino y profundo, de un pa- dre lleno de ternura, les dice que Él es co- mo esa roca firme que está en lo profundo, y que las ondas que emana les quieren decir que los ama… Brigitte (interrumpiendo a Oteka en sus ensueños, le exhibe toda su desnudez): — ¿Y tú, Oteka, me amas? Oteka: — ¡Cómo no voy a amarte, Luminita… Beauty 9 … Brigitte!... Siempre he tenido sed de ti. ¿¡Qué sería de mí, si no amara la belleza!? Brigitte (colocándose cuerpo a cuerpo, lo reta): — Pero a mí, a mí en lo personal, ¿me amas, Oteka? 9 Beauty es la joven protagonista del guión fílmi- co de Oteka y de Sergio Román, titulado “La belleza es gratis”. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 76
  • 77. Oteka: — ¿A ti… mujer de carne y hueso… a ti, Eva, a quien di el nombre de Brigitte? Brigitte: — Sí, a mí, a este ser que según tú es bello porque, despojado de toda vestidura, en su natural desnudez, es capaz de traspa- rentar el bien y la verdad… ¿me amas a mí, Oteka?... ¿o sólo soy para ti un símbolo, o la arcilla que modelas como un Pigmalión... o acaso el producto artesanal del barro o una de tus costillas… o como si le creyeses al tentador que no somos artífices, sino creadores, y que seremos como dioses? Oteka: — ¡Oh no, Eva, no caigas en su juego, no me entregues tu belleza como un ins- trumento del demonio!… ¡Por Dios, Brigit- te, te amo, con todo mi corazón, por todo lo que eres y representas!… Y es necesario que sepas que, antes de llamarte Brigitte, ya te conocía y te amaba… Brigitte: — ¿Quieres decir que siempre me has amado por lo que soy y no por lo que qui- sieras que fuera? Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 77
  • 78. Oteka: — Tú bien sabes que, si no te amara por ambas razones, amada mía, ¿cómo po- dría justificar el que haya sido tu maestro? Brigitte: — Calla ya, maestro mío, déjame que perfume tu cuerpo con la valiosa esencia que he rociado sobre mis dorados y rizados cabellos… ¡y sigue haciéndome el amor! Házmelo por siempre, no pares jamás. Oteka: — Espero que así sea, mientras sigamos peregrinando por la fugacidad de nuestros caminos comunes, aprendiendo a cantar los nuevos cantares y, sobre todo, a comulgar, amada belleza mía… Corte a: El blanco tálamo de los comulgantes va siendo inflamado por tal resplandor que, si los excitados y extasiados cinéfilos no dejan de mirar la pantalla, corren el peligro de enceguecer… Voz en off: Así concluye la secuencia de cortome- trajes o capítulos del decálogo de Brigitte… Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 78
  • 79. La cámara de la Metafílmica podría continuar filmando, si Oteka reencuentra la luz de un nuevo amanecer, y si la conspiración carga su cámara con otro rollo. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 79
  • 80. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 80
  • 81. Índice ( 1 ) Cortometraje de una joven llamada 7 Brigitte ( 2 ) Cortometraje de un misterio que se 13 proyecta luminoso ( 3 ) Cortometraje del Cruzado jugando 21 ajedrez con la Muerte ( 4 ) Cortometraje desde el interior de una 29 lágrima de Dios ( 5 ) Cortometraje al interior de las tres 35 Personas de un solo Dios ( 6 ) Cortometraje de la Belleza que salva 43 ( 7 ) Cortometraje de la “Belleza es gratis” 49 ( 8 ) Cortometraje de la “Belleza es gratis” 55 – parte II ( 9 ) Cortometraje de la cópula onírica de 63 Brigitte ( 10 ) Cortometraje del éxtasis de los co- 71 mulgantes Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 81
  • 82. Colofón de imprenta. Brigitte y la Metafílmica: el Decálogo - 82