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24 marzo  CONFIAR EN LOS VERDADEROS VALORES Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. (Salmo 1) Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Elche
Dios sale al encuentro… Y Jesús dijo a los fariseos :  «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente ca día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico… »
Iba   yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel rey de reyes.  Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos habían terminado. Y me acerqué aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.
La   carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu mano, diciéndome: "¿Puedes darme alguna cosa?".   ¡Ah, qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo!
Yo   estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego, saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. Pero qué sorpresa la mía cuando al volcar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro entre la miseria del montón.  ¡Qué   amargamente lloré de no haber tenido   el coraje para dárteme todo!

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  • 1. 24 marzo CONFIAR EN LOS VERDADEROS VALORES Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. (Salmo 1) Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Elche
  • 2. Dios sale al encuentro… Y Jesús dijo a los fariseos : «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente ca día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico… »
  • 3. Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos habían terminado. Y me acerqué aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.
  • 4. La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu mano, diciéndome: "¿Puedes darme alguna cosa?". ¡Ah, qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo!
  • 5. Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego, saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. Pero qué sorpresa la mía cuando al volcar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro entre la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido el coraje para dárteme todo!