1. GENTE EMPRENDEDORA
1. WALT DISNEY
Walter Elias Disney nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, Illinois.
Y tuvo que vivir si infancia en medio de problemas económicos y bajo la
severidad de su padre, carpintero de profesión, que intentó mejorar su
economía, incursionando en toda clase de negocios, sin lograrlo.
En 1906, Elias Disney decidió empezar una nueva vida en una granja
cerca del pequeño pueblo de Missouri, donde descubrió la naturaleza y
los animales. Allí descubrió su interés por el dibujo.
Su primer empleo fue como repartidor de periódicos. Lo cual influyó en su rendimiento en la
escuela, donde nunca fue un alumno brillante. En aquellos años de adolescente descubrió el
cine, algo que le apasionó inmediatamente.
Su sueño era convertirse en un artista del Kansas City Star, el diario que repartía en su infancia,
pero encontró trabajo como aprendiz en una agencia de publicidad, la Pesmen-Rubin
Commercial Art Studio, allí conoció a Ubbe Iwerks, cuando se quedaron sin trabajo montaron
su propia compañía, la Iwerks-Disney Commercial Artists; pero la empresa duró solo un mes,
ya que Walt prefirió aceptar un empleo seguro. (Barros et al, 2000, pp. 210-211)
Disney, que todavía no había cumplido 21 años de edad, convenció a Iwerks para que volvieran
a probar suerte como empresarios con una compañía a la que llamaron Laugh-O-Gram Films.
En 1923, después de que aquella empresa quebrara, Disney viajó a Hollywood. Donde quería
ser director, pero ningún estudio le aceptó, entonces decidió volver a montar su propia
empresa con su hermano Roy como socio. El 16 de octubre de 1923, la Disney Brothers Studio
firmó su primer contrato importante, pero sin solucionar aún sus dificultades financieras.
En 1924, Ubbe Iwerks se unió a ellos y Walt pudo dejar de trabajar como animador para
dedicarse al área para la que siempre estuvo más capacitado: la creación de personajes y
argumentos y la dirección. (Barros et al, 2000, pp. 220-221)
En 1926, y después de haber tenido que cambiar de local porque la compañía crecía, los dos
hermanos cambiaron el nombre de su empresa a Walt Disney Studio.
Sin embargo no fue hasta 1928 cuando Walt Disney comenzó a tener un gran éxito con la
creación del personaje Mickey Mouse, un simpático ratón actualmente conocido por millones
de niños y adultos.
Durante la década de los 30′s aparecieron los personajes íconos de Disney como Pluto, Goofy y
el pato Donald.
Las cosas crecían cada vez y los negocios se empezaron a volver más importantes, sus
caracteres únicos y su habilidad para volver las animaciones realidad atrajo millones de
seguidores a teatros y cines.
Walt Disney recibió en 1932 un Premio de la Academia por sus esfuerzos en la animación,
gracias a sus nuevos fans que demandan más dibujos animados interpretados por Mickey
Mouse, Disney continua triunfando 48 años después de su muerte (1966), dejando un legado
llamado Walt Disney Co, que hoy en día está avaluada en 39 millones, y genera ingresos del
orden de 42 millones. (Barros et al, 2000, pp. 238-240)
“No duermas para descansar, duerme para soñar. Porque los sueños están para cumplirse.”
Walt Disney
2. 2. HENRY FORD
Luego de terminar sus estudios primarios, sus padres creyeron que lo
mejor para él era trabajar en su granja en lugar de ir a la escuela. Desde
pequeño demostró su gusto por la mecánica y pasaba gran parte de su
tiempo en un taller improvisado en la granja donde vivía.
A los 17 años decidió salir de su casa, porque su padre quería que él se
encargue de las finanzas de la granja, pero eso no estaba en sus planes, así
que entró como aprendiz mecánico a una fábrica y en menos de un año
aprendió todo lo necesario y creyó que la mecánica ya no tenía secretos
para él. Renunció a su empleo de mecánico especializado en la fábrica Westinghouse y regresó
al taller de la granja de sus padres.
Su espíritu emprendedor y apasionado se estaba desperdiciando en aquel taller, así que la
oportunidad de unirse como ingeniero mecánico en una de las compañías de Thomas Alba
Edison le llegó en el momento exacto, y salió de la granja a la que nunca volvería. (Poissant et
al, 2005, pp. 22-30)
Alquiló una casa, y montó un taller que ocupaba casi todo el espacio y en el que pasaba hasta
altas horas de la noche, luego de cumplir sus obligaciones en la compañía, trabajando en un
motor de nafta.
En 1892, de 29 años, Henry Ford vió materializados sus esfuerzos en su primer automóvil a
nafta. Con el prototipo, paseo por las calles de Detroit ante la mirada atónita de la gente.
Recorrió más de 1.600 kilómetros y sometió al vehículo a todo tipo de pruebas.
“Mi intención no era en absoluto establecerme como constructor sobre una base tan mediocre.
Yo soñaba con la gran producción; pero para eso me hacía falta una máquina superior a esa, la
primera. Si uno se apura no consigue nada bueno.”
Ford seguía sus labores para la compañía de Edison cuando le ofrecieron un cargo directivo
muy importante en la empresa, con una generosa remuneración y acceso a los más altos
niveles ejecutivos. Pero con una condición, él tendría que renunciar a todos sus proyectos y
dedicarse por entero a los planes de la compañía. Como era de esperarse, no aceptó el cargo,
porque eso significaba abandonar para siempre sus sueños, cosa que no estaba dispuesto a
hacer. En ese momento decidió que nunca más aceptaría un cargo subalterno. (Poissant et al,
2005, pp. 30-35)
Desde ese momento, el mundo estaba muy cerca de presenciar lo que Henry Ford soñaba en
aquellos años, la producción en masa de automóviles como nunca antes se había he cho.
Buscó mejorar el nivel de vida de sus trabajadores y reducir su rotación. La eficiencia suponía
contratar y mantener a los mejores trabajadores. Demostró que un buen pago permitía a sus
trabajadores comprar los mismos coches que producían, lo cual era bueno para la economía.
Ford denominó a este incremento en los salarios como una forma de compartir el beneficio.
“Un trabajo que a uno le interesa jamás es duro y yo no dudo nunca de su éxito”
Henry Ford
3. ROBERTO MALDONADO, COLINEAL
3. Roberto Maldonado de Colineal en Cuenca, a los 25 años (1976) fue despedido de su puesto
de trabajo y comprendió que debía empezar un negocio solo y al siguiente día de ser
despedido decidió empezar abriendo una oficina de contabilidad, con ayuda de su familia.
Al ver que su padre tenía problemas con su fábrica de muebles, que no podía pagar a sus
obreros porque sus clientes no le pagaban a tiempo; decidió con un amigo invertir en una
tienda para muebles. Le propuso a su padre que en lugar de fabricar muebles para otras
personas, los fabrique para él. Empezaron con 3 juegos de dormitorio y 3 de sala, éstos últimos
fueron idea de Roberto, ya que su padre no los fabricaba antes. A los pocos días de empezar,
vendieron todo.
Como principal problema, encontraron que era muy difícil en esos tiempos pedir dinero a los
bancos, así que tuvieron que pedir a los fabricantes de la materia prima que les den la
oportunidad de pagarles después de vender los muebles.
Su principal competencia era Arte Práctico, que era líder en latinoamérica, y cuando ésta
desapareció, se dieron cuenta que las otras pequeñas fábricas de muebles, vendían muebles
sin diseño ni buenos acabados, en ello encontraron un nicho de mercado.
Colineal se enfoca en sus procesos de secado, de preservación contra polillas, tapizado,
tallado, este último detalle es muy apreciado entre sus clientes internacionales debido a que
es un trabajo artesanal de artistas ecuatorianos. (Ayala, 2005, p. 20)
Roberto cree que un emprendedor es aquel que a pesar de las dificultades existentes en el
entorno, logra cumplir sus objetivos; y personalmente mira el hecho de ser despedido es en
retrospectiva, una nueva oportunidad para emprender.
BIBLIOGRAFÍA
Barros, P. y Barros, S. (2000). Walt “El Maestro”. La Historia del Cine, Volumen 10, 200-240.
Recuperado de
http://www.librosmaravillosos.com/historiacine/pdf/La%20Historia%20del%20Cine%20-
%20Revista%20Sucesos%20N%2010.pdf (Mayo, 2014)
Ayala S. (2005). Personajes: Roberto Maldonado. Revista Líderes, Volumen 12. Recuperado de
http://www.revistalideres.ec/personajes/negocios-emprendiminento-colineal-cuenca-exito_
0_1124287562.html (Mayo, 2014)
Poissant, A. y Godefroy, C. (2005). Mi primer millón. Buenos Aires, Argentina: Editorial
Atlántida S.A.