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Anaya Aldrete Karla Beatriz
Resumen de el libro “La tregua”
La Tregua nos plantea la historia de Martín Santomé a través de su diario, un hombre de 49 años,
viudo y cuya principal preocupación era que haría después de su jubilación. Un hombre que
después de 49 años de vida, esta (la vida), le había quitado el amor, dejándole a su cargo 3 hijos
(que ahora ya son unos adultos), una vida vacía y sin nada que amar, pero, la vida no siempre es
igual y esta le presenta a Laura Avellaneda, una muchacha de 23 años, de frente ancha y boca
grande, rasgos que a él le parecían buenos.
Al señor Santomé le faltaba solo un año para jubilarse y aun no decidía que haría en sus
tiempos de ocio, que en un año serian muy largos. Avellaneda, era simplemente trabajadora,
comprendía lo que se le pedía y además de todo mostraba respeto hacia el. Un día Avellaneda
estaba decaída y la razón de esto era que había tenido un pleito con el novio, y de pronto
Santomé se dio cuenta que no estaba “reseco”, así poco a poco comenzó a idear un plan acerca
de cómo acercarse a Avellaneda, que cabe recalcar tenía 23 años, así que para que todo fuera
“casual” este investigo su itinerario y así la espero por algunas semanas, hasta que un día
coincidieron, sin embargo ella tenía otro compromiso y decidió postergar el café. Santomé
continuo yendo al café , hasta que un buen día, ella volvió a el café y platico con él, este mismo
día el le dijo la verdad a Avellaneda, diciéndole que creía estar enamorado de ella, Avellaneda
simplemente escucho y le dijo “ya lo sabía, por eso vine a tomar café”. Ella acepto que Santomé
le gustaba, sin embargo aun no estaban muy aclarados los sentimientos, así llevaron un juego de
actuar normales en la oficina e ir a tomar café después de esta o al cine de vez en cuando,
decidieron conocerse, por lo tanto no tenían nada seguro, tenían “algo” pero, ¿Qué era ese algo?,
2. ella parecía cómoda con el “algo”, así que no había ningún problema. Isabel (su primera esposa)
llegaba muchas veces a su cabeza, comparándola con Avellaneda, con el amor que sentía por
ella, que en el caso de Isabel era más físico, y con Avellaneda era más acerca de estar con ella, lo
que Avellaneda le hacía sentir cuando estaba con ella.
Santomé se preguntaba quién era Dios, en realidad era TODO?, el no buscaba un Dios que lo
fuera todo sino simplemente un Dios a quien podía recurrir cuando se preguntaba que pasaría, un
Dios con quien hablar cuando sintiera que ya no había salida, uno que le hiciera creer que era
importante aunque solo fuera un ser insignificante en el mundo, pero, ¿en realidad ese es Dios?.
Santomé decidió rentar un apartamento para que estuvieran él y Avellaneda, no que vivieran en
él, sino simplemente para hacer más formal el “algo” que tenían. Pasaron noches juntos, ella
volvía porque a pesar que su madre supiera lo que tenían, el padre aun no estaba enterado.
Él sabía que Avellaneda al ser tan joven querría casarse, después de todo le quedaba una
vida por delante, pero él no quería eso, no quería atarla a un viejo, el quería que ella fuera libre,
que disfrutara de la juventud que tenia, sin embargo, ¿de verdad era la felicidad de ella lo que el
buscaba o simplemente no quería involucrarse demasiado en algo, que quizás duraría poco?
Después de comentarlo con un compañero de la oficina este descubrió que lo que él creía hacia
por el bien de Avellaneda, era en realidad un miedo propio así que decidió pedirle matrimonio,
sin embargo está falto al trabajo, el no podía ir a su casa a preguntar si ella se encontraba bien,
solo se informaba por los rumores que ocurrían en la oficina, “una gripa, nada de cuidado”, y un
día sonó el teléfono de el señor Santomé y una voz de hombre le dijo: ¿el señor Santomé? Mire,
está hablando con un tío de Laura. Una mala noticia, señor. Verdaderamente una mala noticia.
Laura falleció esta mañana”(Benedetti, 1960, p.158) como alguien podía decir falleció?, esa no
es la palabra correcta, una palabra tan fría, tan falta de tristeza, como es posible que solamente
3. falleciera, Laura no había fallecido, ella había muerto. En ese momento recurrió a el Dios que el
quería, y sintió que en verdad el lo apoyaba, sin embargo el sentía que Dios le había planeado un
futuro obscuro triste, en el cual el le había dado una tregua, un descanso con Avellaneda y el por
miedo a lo que sucedía o quizás por inseguridad de que su edad, o su apariencia no fueran
suficientes para conquistar a Laura. Sin embargo ella ya no estaba ahí, su jubilación estaba cerca
y ahora no tendría con quien compartir sus tiempos de ocio, se sentía apagado, triste y sin ganas
de nada, su diario lo dejo de escribir el 28 de Febrero, el último día que fue a trabajar.
Creo que muy pocas veces nos ponemos a pensar que hacer después de jubilarnos y
menos aún imaginamos como es enamorarse a los 49 años. No sé si Santomé en realidad estaba
enamorado de Avellaneda o simplemente le estaba agradecido, un agradecimiento que fácilmente
podría confundirse con amor, después de todo ella le devolvió la vida, las ganas de vivirla. ¿En
verdad el amor cambia con la edad?, quizás el sexo pasa a un segundo plano y olvidas el cuerpo,
porque en ese tiempo lo que quieres es entender que aprendiste de tu vida, que hiciste algo bueno
y que al final esa persona que amabas te cambio, y ¿Cómo no lo haría una muchacha de 23 años?
Una mujer que tiene otra imagen de la vida, una mujer con sueños que compartirá con su pareja,
en este libro nos presenta una historia donde ejemplifica que debemos aprovechar lo que tenemos
porque la vida te da una oportunidad, y si tu Dios es todo, te dará dos, pero ¿Que pasará si no te
da tres? Es una ejemplificación de que el destino hace buenas y malas jugadas, no debes dejar
que este te cambie, pero todo esto disfrazado como una historia de amor con trágico final.
Bibliografía:
Benedetti, M. (1960). La tregua. Planeta: Uruguay.