1. Javier Jurado
Ingeniero de Telecomunicación
y estudiante de Filosofía
n su revisión europea de la
noción de Sociedad de la
Información, allá por 2002,
el Informe de GRETEL sobre “La
Europa del Conocimiento”1 reali-
zaba una interesante considera-
ción de lo que se ha venido enten-
diendo por “conocimiento”.
Indicaba ya desde un comienzo
que el conocimiento es una apti-
tud para obtener una idea de las
cosas y de la naturaleza, y que es
preciso establecer una metodolo-
gía – “camino” hacia la “verdad” –
para garantizar que sea “cierta”
dicha idea. La historia de este con-
cepto resultaba relevante, espe-
cialmente tras las nuevas concep-
ciones de la Ciencia que en el
siglo XX (Popper, Khun, Feyera-
bend, Lakatos, etc.) han modifica-
do la perspectiva desde la que se
aborda el conocimiento, y por
tanto su posible definición.
La razón por la que un informe
que se dispone a hablar de la
Sociedad de la Información
comience haciendo este tipo de
análisis etimológico ahondando
con cierta profundidad en cuestio-
nes filosóficas se debe, entre otras
cosas, a un intento por definir las
características de lo que hoy cons-
tituye el auténtico valor de la eco-
nomía emergente. Y de ahí surge
el debate, actual y necesario,
entre llamar a esta la Sociedad de
la Información o la del Conoci-
miento. El tipo de semejanza y
diferencia, relación al fin y al
cabo, entre información y conoci-
miento resulta crucial en un inten-
to por conceptualizar correcta-
mente la sociedad en la que
vivimos, y puede formar parte de
la demanda de los tiempos que
nos corresponde atender. En este
sentido, hace ya un año reconocía
en las páginas de esta misma
revista que me resultan un poco
cojas las definiciones de la socie-
dad actual como la del Conoci-
miento2. Pero repasemos algo más
la aportación del informe y esbo-
E
FILOSOFA INGENIERO
Información vs. Conocimiento
La Sociedad de la Información o la Sociedad del Conocimiento. Afinar los conceptos, herramientas de tra-
bajo, nos permite avanzar en la comprensión de la realidad a la que nos enfrentamos y responder a lo que
se nos demanda a esta altura de los tiempos.
“Surge el debate, actual y necesario, entre llamar a esta
la Sociedad de la Información o la del Conocimiento”
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2. cemos la dialéctica planteada y el
debate al respecto.
GRETEL considera en este senti-
do que es posible acercarse a la
verdad por “aproximaciones suce-
sivas” cambiantes e influidas por la
información como parte “quizá la
más inicial y grosera, pero también
la más imprescindible” del conoci-
miento. De esta forma, el informe
recuerda aquella afirmación de
Wittgenstein en su obra principal3
acerca de que el conocimiento es
información más reglas (C=I+R).
Para concluir con su planteamiento
inicial, el citado informe recurre a
la analogía entre renta y riqueza,
aduciendo que la información es
un flujo entre actores – renta –
mientras que el conocimiento es un
“estado más elaborado y finalista” –
que constituiría la riqueza. La infor-
mación nutre así al conocimiento.
La producción de la renta, o de
la información, parecieron no
decirle mucho a Machlup4 cuando
prefirió orientar su estudio en la
producción de conocimiento,
como auténtica riqueza y gozne
sobre el que se articulaba la socie-
dad que veía emerger. Muchos
años después, la distinción entre
conocimiento e información que
haría el Banco Mundial5 permitiría
concentrar la importancia del
conocimiento como auténtica
“luz” de la economía, y reconocer
sin embargo que además de los
conocimientos técnicos, los cono-
cimientos prácticos sobre atributos
constituyen para los países en
desarrollo auténticos “problemas
de información”. Sobre estos pro-
blemas se focalizaría de forma
prioritaria el estudio global de la
UNESCO, antes que sobre los del
conocimiento. Sin embargo, la
economía clásica ya había fragua-
do una trayectoria en el estudio del
conocimiento como auténtico
centro de la “naturaleza del
poder”6, aunque en relación per-
manente y hasta cierto punto difu-
sa con la información.
Factores económicos
La teoría económica actual,
recuerda el informe, precisamente
analiza las limitaciones de la
racionalidad (bounded rationality
–racionalidad acotada– en H.
Simon, Hargreaves, Ariel Rubins-
tein, etc.) debidas a limitaciones
de información. El conocimiento
queda así reflejado como “infor-
mación combinada con experien-
cia, contexto y reflexión”, y su
definición se distingue en sucesi-
vos y cada vez más amplios estu-
dios de la competencia, el talento,
la tecnología o la innovación, y
cuyas formas se explican en fun-
ción del tipo de codificación de la
información bruta.
Es indudable que el conoci-
miento estanco es, precisamente,
el auténtico motor de la riqueza,
porque sólo él es capaz de conte-
ner la verdad última de las cosas y
permitir intervenir sobre ellas con
“conocimiento de causa” para que
funcionen de la mejor manera
posible, obteniendo valores y sal-
tos cualitativos en la historia
humana. Pero el conocimiento
como estado, que sólo es estanco
porque se encarna, porque “vive”
en las personas, perece con su
continente, y resulta carente de
sentido y de futuro si no se traduce
en información, expresión exterior
e intercambiable, que sufre inevi-
tablemente las inclemencias exter-
nas de estar sujeta a una represen-
tación, una interpretación, un
entendimiento, etc.
El conocimiento se traduce así
en información para ser intercam-
biada. Y de eso abunda nuestra
cotidianeidad, como ya advertía
Lyotard: “Es razonable pensar que
la multiplicación de las máquinas
de información afecta y afectará a
la circulación de los conocimien-
tos […] En esta transformación
general, la naturaleza del saber no
queda intacta. No puede pasar por
los nuevos canales, y convertirse
en operativa, a no ser que el cono-
cimiento pueda ser traducido en
cantidades de información7”.
La proliferación de la tecnolo-
gía, respaldada por la presencia
anterior de personas dedicadas
cada vez en mayor número a la
gestión de conocimiento como
demanda constituida e impulsora
de los nuevos desarrollos tecnoló-
gicos, permite así que circulen vas-
tas cantidades de información, en
el intento de transmitir y compartir
el conocimiento.
A estos efectos, la comparación
entre renta y riqueza puede haber-
se quedado algo pobre, puesto que
la renta no requiere de capacida-
des adicionales que la transformen
en riqueza, sino de un juego de
reglas de estabilidad que la acu-
mulen. La información, sin embar-
go, requiere de un tratamiento ini-
cial del conocimiento para poder
ser digna –pero siempre medio-
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TENDENCIAS. Información vs. Conocimiento
“La Sociedad de la Información es un concepto más
conforme con la realidad, dentro de su intangibilidad
natural”
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TENDENCIAS. Información vs. Conocimiento
cre– representante del mismo; y
posteriormente requiere de otro
tratamiento para poder ser “desti-
lada” y volverse así capaz de nutrir
efectivamente conocimientos úti-
les y reales – de ello opinaba cuan-
do en su día requería aquello de
“desbrozar” en la SI.
Sociedad del
conocimiento
La llamada Sociedad del Conoci-
miento reconoce que éste es el
auténtico núcleo de su capacidad
para crear desarrollo, prosperidad y
riqueza; sin embargo obvia la limi-
tada forma en que efectivamente se
manifiesta y con la que parece ser
más consecuente una Sociedad de
la Información que, como concep-
to, refleja el explosivo y masivo
intercambio de información bruta
por todas sus infraestructuras TIC,
tan abultada y acumulada que
puede llegar a ser asfixiante, y vol-
verse una auténtica plaga. Ya lo
expresaba Vannevar Bush8: “logros
verdaderamente significativos se
pierden entre el maremagnum de lo
carente de interés”.
Esta parece ser la auténtica
manifestación de la sociedad en la
que nos desarrollamos y en cuyo
contexto es donde es preciso trillar
dicha información para obtener
conocimiento. Lamo de Espinosa
reconoce en parte esto, aunque
sostiene y matiza la aproximación
que veníamos recogiendo advir-
tiendo el papel que el abarata-
miento de la información juega
con respecto al conocimiento: “A
medida que la información vale
menos y su acceso se democratiza
el valor del conocimiento crece.
Por ello las nuestras son, y de
modo creciente, sociedades del
conocimiento y no tanto de la
información. La sociedad indus-
trial pudo avanzar a lomos de
fuentes de energía baratas (desde
la máquina de vapor al motor de
combustión), pero justamente por
eso no la llamamos “sociedades de
energía”, sino sociedades de aque-
llo que la energía hizo posible: la
industria, la fábrica. El abarata-
miento de la información lo que
abre es la posibilidad de una
nueva fábrica, las knowledge fac-
tories (cómo llamó a las Universi-
dades Clark Kerr), las fábricas del
conocimiento, disponible para
quien pueda usar de esa nueva
energía que es la información”. 9
Nuestra perspectiva sin embar-
go considera a la Sociedad del
Conocimiento como un concepto
válido como intuición desiderati-
va, horizonte al que tender, reco-
nocimiento implícito del núcleo
motor. Sin embargo, la Sociedad
de la Información es un concepto
más conforme con la realidad,
dentro de su intangibilidad natu-
ral, más “palpable”. Reorientando
el ejemplo de Lamo de Espinosa,
la Sociedad Industrial se caracteri-
zaba por la aparición de las indus-
trias, el surgimiento de productos
fabricados, la creación de nuevos
colectivos sociales dedicados a su
operación y trabajo, etc. y sin
embargo, eran producto de una
aplicación sistemática de la revo-
lución científica ulterior. La revo-
lución científica y su aplicación
técnica subyacían a tanto desarro-
llo industrial. En nuestro caso, el
conocimiento –del mismo cariz
que el que provocó la revolución
científica– subyace a la dinámica
social actual, pero es la informa-
ción la que se manifiesta abultada-
mente y da razón de su denomina-
ción bajo nuestra perspectiva.
El debate, en cualquier caso, sigue
tan interesante como abierto.
Notas
1 Informe GRETEL 2002. La Europa del Conoci-
miento.
2 Desbrozar en la Sociedad de la Información. BIT,
nº 160, 12/2006. (http://www.coit.es/publicacio-
nes/bit/bit160/8-9.pdf).
3 Ludwig Wittgenstein. Tractatus Logico-philoso-
phicus. Barnes & Noble Publishing. 2003.
4 Machlup F. The production and distribution of
knowledge in the United States. Princeton, NJ:
Princeton University Press, 1962.
5 Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo
mundial 1998/99. El conocimiento al servicio
del desarrollo. Ediciones Mundi-Prensa. 1998.
6 Barnes, B. The nature of power, Cambridge:
Polity Press. 1988.
7 Jean-François Lyotard. La condición
postmoderna. Informe sobre el saber. Editions
de Minuit. Ediciones Cátedra S.A. 1987
8 Vannevar Bush, As We May Think, The Athlantic
Montly, 1945.
9 Emilio Lamo de Espinosa. La Sociedad del Cono-
cimiento. El Orden Del Cambio. VII Congreso
Español de Sociología. 2001 (http://168.243.1.4/
facultad/chn/c1170/lamo1.htm)