1. Hackeando el lenguaje (¿o hackeando el poder?)
Ponencia presentada en el
X Seminario Patrimonio Cultural. El poder del lenguaje y los lenguajes del poder
Santiago de Chile, 16 de octubre de 2008
Enzo Abbagliati Boïls
Coordinador Nacional, Programa BiblioRedes
Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos
La sociedad actual, siguiendo la reflexión realizada por el sociólogo Manuel Castells, tiene su
origen en la convergencia de tres procesos históricos ocurridos en la segunda mitad del siglo
XX1. En primer lugar, la crisis de la sociedad industrial, tanto en sus versiones capitalistas como
estatista. En segundo lugar, el surgimiento a fines de la década de 1960 y principios de la
siguiente, de una nueva ola de movimientos sociales de gran intensidad, muchos de ellos con
un marcado espíritu libertario. Y, en tercer lugar, la profunda y radical revolución ocurrida en
el ámbito de las tecnologías de información y comunicación.
Del cruce de estos tres procesos surge un tipo de sociedad, en la que vivimos hoy, que tiene
una nueva estructura social, la Sociedad Red, y un nuevo paradigma, el informacionalismo.
Por Sociedad Red, Castells entiende una “cuya estructura social está construida en torno a
redes de información a partir de la tecnología de información microelectrónica estructurada
en Internet. Pero Internet en ese sentido no es simplemente una tecnología; es el medio de
comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a
lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el
corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de
nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace
Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la
sociedad red, que es la sociedad en que vivimos”2.
1
La obra principal de Manuel Castells, en la que aborda en extenso su análisis de la sociedad actual es la
trilogía La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura, publicada entre 1996 y 1998. Una
versión resumida puede ser consultada en “Informationalism, networks, and the network society: a
theoretical blueprint”, en Manuel Castells (Ed.), The Network Society. A Cross-cultural perspective,
Edward Elgar, Cheltenham, UK, 2004, pp. 3-45. Si bien la interpretación de Castells no ha estado exenta
de críticas, en muchos casos estableciendo que el modelo de sociedad que el plantea no existe como tal,
sino que nos encontramos en transición hacia ella, es uno de las miradas más integradoras de la
sociedad actual, y en tal sentido entrega una visión de conjunto muy completa.
2
Manuel Castells, “Lección inaugural del Programa de Doctorado sobre la sociedad de la información y
el conocimiento”, Universitat Oberta de Catalunya, 2001, en
http://tecnologiaedu.us.es/bibliovir/pdf/106.pdf (consultado el 14 de octubre de 2008).
2. Castells es enfático en criticar el concepto ampliamente divulgado de Sociedad de la
Información, ya que según su visión la información ha estado siempre presente en el
desarrollo de las sociedades y no es un elemento exclusivo de la sociedad contemporánea. Lo
que caracteriza a nuestra época sería, en cambio, la constitución del acceso y uso de la
información en el motor fundamental de nuestras sociedades y economías. A modo de
contraposición ejemplificadora, indica que durante la hegemonía de la sociedad industrial la
producción de bienes fue el eje central, girando el resto de la producción económica en torno
a él.
En esta Sociedad Red y que tiene en el informacionalismo su principal paradigma en cómo se
construyen y reproducen los poderes, resulta interesante acercarse a cuáles son sus
arquetipos más relevantes, entendiendo por arquetipo ese modelo de comportamiento
humano que reúne un conjunto de características que lo hacen único y lo diferencian de otros
modelos. Y quizá el más original e indisolublemente unido a nuestra época, en la que cada vez
es mayor el grado de uso de aplicaciones tecnológicas en las más distintas esferas de nuestro
quehacer, el hacker parece constituirse como el arquetipo de la Sociedad Red.
Todas las sociedades, todas las épocas históricas, han tenido sus arquetipos predominantes.
Conviven varios simultáneamente, pero siempre hay unos que terminan por destacar por
sobre otros. Así, al mirar la historia de Occidente, de la Antigüedad grecorromana heredamos
el arquetipo del sabio, ese ideal de comportamiento humano que busca alcanzar el
conocimiento absoluto. Por su parte, con el cristianismo se proyecta hasta la actualidad el
ideal del santo, figura que por sobre todo busca hacer el bien, para generar en este mundo la
mayor justicia posible y replicar el reino de Dios entre los mortales. Mientras tanto, los pueblos
bárbaros, que traspasan en forma gradual las fronteras del imperio romano, nos legaron el
ideal del guerrero, como representación del empuje, valentía y bravura de personas que
podían dar su vida por encontrar mejores territorios para su gente.
Más cercanos en el tiempo son otros arquetipos, como el del empresario, modelo propio del
capitalismo y que tiene antecedentes en los mercaderes de la antigüedad, muy en especial los
de la Edad Media. O el del explorador, quizá derivado del guerrero, y que tiene algunas de sus
mejores expresiones en los navegantes portugueses y españoles que abrieron las rutas hacia la
expansión europea desde el siglo XV. O el arquetipo del científico, con Newton y Einstein como
ejemplos, sin duda una modernización del modelo del sabio.
Llegados a este punto, conviene precisar un punto. Que estos arquetipos hayan existido y
existan, no quiere decir que el común de las personas los encarnen, pero sí que al ser modelos
ideales, referentes de comportamiento, hay una tendencia a identificarse con ellos. No somos
sabios, no somos santos, no somos guerreros, pero todos aspiramos a saber, actuar buscando
el bien y manifestar nuestra valentía en situaciones adversas.
Con el arquetipo del hacker ocurre lo mismo. No somos hackers, pero reconocemos en él, en
muchos casos de forma inconsciente, ciertas características que anhelamos como propias.
Pero, ¿qué es un hacker?
3. La simple mención de la palabra suele traernos a la mente la imagen de un pirata informático,
versión moderna de aquellos que surcaban los océanos robando y matando. Esta asociación
revela una de las aristas más sutiles del tema que nos convoca en este seminario: como el
poder puede usar el lenguaje en beneficio de sus propios discursos, perpetuando imágenes
sobre el bien y el mal, sobre lo correcto y lo incorrecto.
Pero que el hacker tienda hoy a ser visto como una figura peligrosa (que vulnera bases de
datos, que realiza ataques en ciberespacio, que usurpa identidades digitales), es sólo una
expresión del conflicto entre la sociedad industrial (que tiene en la propiedad privada y su
correlato en el ámbito del conocimiento, la propiedad intelectual, algunas de sus expresiones
más arraigadas) y la sociedad red (en la que la construcción colectiva y compartida del
conocimiento emerge con fuerza). El hacker, en alto grado, encarna para la sociedad industrial
y sus estructuras de poder, todas las amenazas de la nueva sociedad, que altera órdenes
tradicionales y trae sus propias lógicas y estructuras de poder.
Más allá de estereotipos, una aproximación muy completa al arquetipo del hacker y su
comportamiento la encontramos en las investigaciones de Pekka Himanen3. Este filósofo
finlandés define al hacker como “una persona que programa entusiastamente y que cree que
compartir información es un potente y positivo bien”.
La definición asume el origen del hacker como alguien que surge en el ámbito de las
tecnologías de información y comunicación, y más específicamente al interior de una
comunidad tecnológica muy particular, en la que frente al uso que de la tecnología realizan los
grandes poderes tradicionales (Estado, empresa, academia, etc.), personas buscan usar la
tecnología para constituir contrapoderes. Sin embargo, características y comportamientos
propios de la actitud hacker pueden hallarse en personas que no programan entusiastamente
y cuyos ámbitos de acción no necesariamente están centrados en la tecnología, si bien ocupen
esta para su quehacer. En este sentido la ética hacker es rastreable en un número cada vez
mayor de campos del hacer y pensar de la Humanidad.
Himanen realiza un interesante contraste entre la ética hacker, propia de la sociedad
informacional, y a la ética protestante, que -siguiendo el análisis de Max Weber- caracteriza a
la sociedad industrial4. La comparación la realiza en cómo estas dos éticas articulan respuestas
en tres ámbitos: el trabajo, el tiempo y el dinero.
a) Respecto al trabajo, en la ética protestante éste se entiende como un deber, una
obligación que debe ser aceptada y cumplida, ya que es el trabajo la fuente de la
3
Ver Pekka Himanen, La ética hacker y el espíritu de la era de la información, en
http://www.scribd.com/doc/3906402/etica-hacker (consultado el 14 de octubre de 2009). Ver también
Pekka Himanen, “The hacker ethic as the cultura of the information age”, en Manuel Castells (Ed.), The
Network Society. A Cross-cultural perspective, Edward Elgar, Cheltenham, UK, 2004, pp. 420-431
4
Himanen se hace cargo de una de las críticas principales de la teoría de Weber, en el sentido que la
ética del capitalismo es posible encontrarla fuera del ámbito protestante. En tal sentido, en su
comparación, desprende de toda connotación religiosa a la “ética protestante de la sociedad industrial”.
4. salvación. Por su parte, en la ética hacker, el trabajo no es tanto un deber como un
espacio para innovación en red: a través del trabajo logro llegar al fin último, generar
cambios a través de la colaboración.
b) En torno al tiempo, la ética propia de la sociedad industrial se resume en la máxima “el
tiempo es oro”, principio que da sustento a algunas de las más importantes
innovaciones de esa sociedad, como la intensiva aplicación de tecnologías a los
procesos productivos y el rediseño de los procesos para maximizar su rendimiento (por
ejemplo, la producción en línea implementada por Henry Ford en la industria
automotriz). Mientras, la ética hacker apunta que los ritmos de creatividad (y
productividad) son muy personales. La relación con el tiempo y como lo usamos, como
distribuimos nuestro quehacer a lo largo de él, es una dimensión íntima de cada
persona. La frontera entre ocio y negocio se desdibuja, y el horario de oficina ya no
funciona como expresión de cuando se produce y cuando se descansa.
c) Por último, en la ética protestante, la ganancia es un fin en sí mismo, y cuando esto
genera una tensión con el trabajo, el conflicto se resuelve a favor del trabajo como un
deber. El empresario es éticamente alguien más correcto que el rentista. En la ética
hacker, la ganancia es también un fin en sí mismo, pero en este caso la tensión se
produce con la innovación como principio, primando finalmente ésta por encima del
lucro. El hacker es alguien que no puede entender la ganancia si no hay innovación
como condición base. El hacker no es un empresario, es un explorador.
A estas alturas, se preguntarán que tiene que todo lo anterior con el tema que nos convoca,
por lo que cabe hacerse la pregunta: ¿cómo influye la ética hacker en nosotros y nuestros
usos y abusos del lenguaje?
Antes de responderla, o intentar responderla, tres advertencias: i) estamos entrando en el
mundo de los nativos digitales5, concepto de reciente creación pero ya altamente manoseado,
pero que sea lo que sea es un mundo bastante desconocido para quienes no somos nativos; ii)
es un mundo emergente, que está recién aflorando, cuyas claves básicas no existían hace diez,
quince años atrás, por lo que es un mundo donde no abundan las certezas construidas a golpe
de centurias de evolución; y iii) es un mundo con una muy intensa compulsión por el cambio
permanente: la inmediatez prima, la reacción pronta se premia, las prácticas culturales entran
en conflicto y se redefinen.
Lo que sigue es, quizá, la parte delirante de esta ponencia, en la que presentaré cuatro
actitudes en las que es posible identificar evidencias de la ética hacker.
Una primera manifestación es la exploración de las posibilidades que para la comunicación
brindan los nuevos soportes y herramientas tecnológicas. O como diría un nativo digital,
5
El concepto de nativo digital fue acuñado el año 2001 por el investigador y experto en educación Marc
Prensky. Ver http://www.marcprensky.com/writing/Prensky%20-%20Digital%20Natives,%20Digital
%20Immigrants%20-%20Part1.pdf (consultado el 14 de octubre de 2008)
5. “S bcn sto d star conctado. Pa mi q la gent no cxa q s de lujo. yo = stoy poco rato en sto xq ay
lokos q c friqan y puedn star oras. Yo xteo toos los días x lo - 10 mntos. S bcn xq asi c si tengo
krrte o si ai q acer algo pal cole”6.
Transcrito,
“Es bacán esto de estar conectado. Para mí que la gente no cacha que es de lujo. Yo igual estoy
poco rato en esto porque hay locos que se frican y pueden estar horas. Yo posteo todos los días
por lo menos diez minutos. Es bacán porque así sé si tengo carrete o si hay que hacer algo para
el colegio”.
Transcrito y traducido,
“Es fantástico esto de estar conectado. Para mí que la gente no entiende que es una gran
oportunidad. De todas maneras, yo estoy poco rato conectado, porque hay personas que se
vuelven locas y pueden estar horas. Yo escribo todos los días por lo menos diez minutos. Es
fantástico porque así sé si tengo una reunión con mis amigos o si hay algo que hacer para el
colegio”.
Lo que para los más puristas es un claro ejercicio de mutilación de la lengua, para quien
escribió ese mensaje es apenas un ejercicio cotidiano de adaptar la lengua a las capacidades de
los nuevos soportes. La economía de letras, el uso intensivo de modismos, busca dar sentido y
maximizar la capacidad expresiva de cada uno de los caracteres a usar en una ventana de chat,
en el envío de un SMS o en el uso de plataformas de microblogging como Twitter. Aunque
cueste aceptarlo para los que venimos del mundo predigital, hay innovación en este ejercicio,
gracias a lo cual (y pese a la batalla campal con las reglas de ortografía) quienes se han
apropiado de los nuevos soportes (teléfonos móviles, computadores, la Web, etc.) han
expandido de manera exponencial su capacidad de comunicarse, con las personas de su
entorno cercano pero, sobre todo, con personas distantes y que –posiblemente- sólo se
comunican con ellas por estos medios. Comparten, y en el camino, construyen identidad. Nada
nuevo dirán ustedes, pero la novedad está en la radicalidad e intensidad del proceso.
Una segunda manifestación es la creación de espacios para nuevas intersecciones entre las
lenguas. Un mundo hiperconectado es un mundo donde la metáfora de Babel se hace más real
que nunca. Entramos en contacto en forma diaria con personas de otras culturas, que tienen
otras lenguas. En este escenario, la mezcla y fusión de lenguas es parte del comportamiento
natural. Las fronteras lingüísticas se hacen más permeables, la intensidad de la penetración se
hace mayor. Y las pretensiones hegemonizantes de ciertas culturas chocan con la capacidad de
hacer de la red espacio de fortalecimiento de lenguas y dialectos minoritarios, o la
popularización de jergas y argots antes confinados a lugares marginales en el escenario
cultural.
6
Testimonio rescatado en Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Desarrollo Humano en
Chile. Las nuevas tecnologías: ¿un salto al futuro?, PNUD, Santiago, 2006, p. 28.
6. El habitante del mundo digital puede convertirse en un actor relevante en la resolución del
conflicto entre la utopía cultural del multilingüismo (que muchos hablen muchas lenguas) y la
utopía comercial del multilingüismo (que todos hablemos unas pocas lenguas). En palabras del
español David de Ugarte, “hoy, cuando la voluntad de hacer redes se impone sobre la de trazar
fronteras, el espíritu de la red nos lleva a entender la lengua del otro sin renunciar a
expresarnos en la propia”7.
Una tercera manifestación es hacer de la red un espacio ciudadano para descifrar los
lenguajes (e intenciones) del poder.
Un ejemplo, citado por filósofo David Weinberger en su último libro8. El 15 de mayo de 2006,
el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, dirigió un mensaje a sus compatriotas sobre
la inmigración ilegal. Siguiendo los consejos de sus asesores (“Keep it simple!”, “¡Dígalo
simple!”), el discurso televisado abordó el problema y propuso la solución en 2.537 palabras.
Un día después, más de 2.400 reflexiones en un número idéntico de blogs habían revelado la
complejidad de un problema que la autoridad quería hacer pasar por algo simple. ¡Casi una
reflexión por palabra!
Este ejercicio de panopticismo ciudadano9 es una clara expresión de cómo la tecnología facilita
el control del poder por parte de la ciudadanía, pudiendo incluso a través de la sabiduría de los
grupos10 realizar ejercicios propios del análisis del discurso, disciplina antes exclusiva del
mundo académico o de muy reducidos segmentos de la población. Es la ética hacker aplicada
al control de lo que dicen y como lo dicen de las autoridades y personas que tienen influencia
en nuestras vidas, lo que no significa que ese control asegure la eliminación de prácticas y
modos de hacer política propios de la vieja guardia. Pero sí implica que la trazabilidad que el
rastro digital deja de las personas públicas, de lo público en general, promueva una mayor
transparencia. Y de ello, el lenguaje no se escapa. Más bien, suele ser la primera trinchera
asaltada por el mundo digital, exigiendo coherencia y consistencia a quienes gobiernan
nuestras sociedades.
En buena medida, este ejercicio de control está facilitado por las características más
diferenciadoras del escrito electrónico, que con claridad resume Daniel Cassany:
“En conjunto, la estructura hiper e intertextual convierte al escrito electrónico en un objeto
comunicativo más abierto (porque admite actualizaciones continuadas), versátil (permite
diversidad de itinerarios de lectura), interconectado (relacionado con el resto de la red) y
significativo (multiplica sus posibilidades interpretativas)”11.
7
En http://www.deugarte.com/lenguas-redes-y-diferencias (consultado el 14 de mayo de 2008,
documento hoy inaccesible dado que el blog de David de Ugarte sufrió, en forma posterior a esa fecha,
el borrado de todo su historial).
8
David Weinberger, Everything is Miscellaneous, Times Books, New York, 2007, p. 209
9
Concepto acuñado por el chileno Luis Ramírez. Ver http://luisramirez.cl/blog/?tag=panopticismo-
ciudadano (consultado el 15 de octubre de 2008)
10
James Surowiecki, The Wisdom of the Crowds, Doubleday, New York, 2004.
11
Daniel Cassany, Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea, Anagrama, Barcelona, 2006, p. 194.
7. Por último, una cuarta manifestación en la que es posible rastrear elementos de la ética
hacker es cómo en la actualidad se construyen y recrean significados en comunidad a través
de la red.
Donde está siendo más evidente este proceso es en el ámbito de las enciclopedias. Wikipedia,
más allá de los juicios de valor que podamos tener sobre la calidad de sus entradas, no cabe
dudar que ha cambiado de manera radical cómo se construye hoy el conocimiento, por lo
menos esa parte del conocimiento que es consultada diariamente por la inmensa mayoría de
la personas.
Frente a un modelo de diseño y desarrollo de una enciclopedia como el de la Britannica (con
más de 200 años de tradición y decantación, con un cuerpo de expertos en los distintos
ámbitos del saber de la Humanidad, que deciden que porción del conocimiento debe integrar
la Enciclopedia, y dentro de ésta qué importancia relativa tiene cada temática), surge el
modelo de Wikipedia (colaborativo, no necesariamente democrático, donde miles de
voluntarios, muchos de ellos aficionados, deciden que entradas debe tener la enciclopedia y
las construyen de manera conjunta). Querer desestimar o minusvalorar lo profundamente
radical de este cambio, es no querer asumir que una estructura de poder (en este caso surgida
en el XVIII, durante la Ilustración francesa, y replicada ad infinitum) está entrando en crisis.
Dirán ustedes que ello está ocurriendo en el ámbito del conocimiento enciclopédico, pero
nada impide afirmar que en el corto plazo nos encontremos con transformación similar en el
terreno de lo que ha sido y es el corazón de, entre otras instituciones, la Real Academia
Española de la Lengua. ¿Es ello bueno o malo para la lengua? ¿Será un paso más en la
barbarización de nuestra habla? A estas alturas, y teniendo ya los primeros ejercicios
comparativos a la mano12, sólo cabría manifestarse de manera prudente respecto al destino
final de estas transformaciones, evitando análisis basados en prejuicios.
___________________________________________
Estas son apenas cuatro manifestaciones de cómo la ética hacker está presente en el quehacer
de un grupo cada vez mayor de personas en la sociedad actual: a través de la deconstrucción
del lenguaje para adaptarlo a las capacidades de comunicaciones de dispositivos tecnológicos
que nos permitan avanzar hacia la ubicuidad y la instantaneidad; a través de un contacto más
intenso y cotidiano con otras lenguas, desarrollando nuestras posibilidades de aprender y
aprehender otras lenguas y culturas; entregándonos más herramientas, empoderándonos –
para usar un neologismo- para enfrentar, de mejor manera, los lenguajes del poder; y
facilitando la construcción colectiva de significados, motor quizá de una mayor apropiación y
pertinencia del lenguaje como vehículo de transmisión de visiones de mundo.
12
Un estudio de la revista Nature, elaborado el año 2005, identificó que el grado de exactitud de las
entradas de Wikipedia y la Enciclopedia Britannica eran prácticamente idénticos. Ver el estudio en
http://www.nature.com/nature/journal/v438/n7070/full/438900a.html (es un artículo de pago). En
castellano, la noticia publicada por el diario Clarín de Buenos Aires en
http://www.clarin.com/diario/2006/01/11/um/m-01122520.htm (consultado el 14 de octubre de 2008).
8. Un escenario lleno de incertidumbres, para el que conviene adoptar una actitud de explorador,
ya que como pensara Paul Baran13, estamos en un mundo de redes distribuidas, donde no
existen nodos concentradores, no hay filtros, y todo tiene, potencialmente, la posibilidad de
conectarse con cualquier lugar de la red. Sólo es necesario eso, estar conectado, para definir,
para decidir, para cambiar, para opinar, para influir. Un mundo lleno de responsabilidades, por
cierto, pero un mundo donde ya no todos los caminos conducen a Roma (ni a la Academia).
[Licenciamiento: Esta ponencia está entregada al Dominio Público]
13
Paul Baran, científico norteamericano de origen polaco, uno de los investigadores que impulsó la
teoría de la transmisión de paquetes en las redes de comunicaciones. Ver
http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Baran (consultado el 15 de octubre de 2008)