Un santo estaba preocupado porque la gente no le rezaba, así que pidió consejo a Dios. Dios le recomendó repartir tarjetas de presentación por todo el mundo diciendo que podía hacer milagros, pero advirtió no dárselas a homosexuales ni mujeres fáciles. El santo siguió el consejo y ahora es el más devoto y milagroso en el mundo.