Fundamentos a la hora de abrir un coworking | CoworkingSpain Conference 2017
Coworking Híbrido ¿El futuro del coworking público?
1. COWORKING HÍBRIDO: ¿EL
FUTURO DEL COWORKING
PÚBLICO?
Hace unos días Vanessa Sans me pidió que le diese mi punto de vista sobre un
documento que estaba preparando para una formación política que se había
interesado en el coworking y sus problemas. Lo que os dejo aquí es una versión
extendida de mi aportación al documento.
Una de las polémicas que planea constantemente sobre el sector es la existencia de
espacios públicos de coworking. Iniciativas que son vistas por un elevado porcentaje
de gestores como competencia desleal por parte de las administraciones.
¿Cual debe ser la función de un coworking público? Esa es la pregunta clave.
Siempre he creído que el sector público debe resultar una alternativa para los
ciudadanos que necesitan un servicio que el sector privado no puede proporcionar.
Si pensamos a quienes no podemos llegar creo, a riesgo de equivocarme, que lo
primero que nos viene a todos a la cabeza son aquellos freelance o startups que
inician su actividad, pagan un peaje muy alto: no suelen poder permitirse trabajar
desde un coworking. Un coworking público sin embargo, con unas tarifas muy por
debajo de mercado les puede ofrecer el servicio, pero al hacerlo las administraciones
están haciendo dumping (1) contra sus propios ciudadanos.
COLABORACIÓN ENTRE COWORKING PÚBLICO Y PRIVADO
Propongo que asumamos el reto de convertir el coworking público en un aliado de la
iniciativa privada.
En la pasada Coworking Europe Conference comenté cómo creo que debería
modificarse el funcionamiento de los espacios de coworking públicos tal y cómo hoy
los concibe la administración, pero lo dejaré por escrito aquí por si alguien lo lee y
decide aplicarlo (y si necesita ayuda ya sabe cómo encontrarme). Un coworking
público debería ser un espacio donde un profesional permanezca un máximo de un
año al precio público fijado para ese servicio. Una vez finalizado ese periodo deberá
abandonar el espacio y no podrá volver hacer uso de ese o cualquier otro espacio
público de similares características durante 4 años. Llegado este momento se le
entrega al coworker una lista de espacios privados donde puede continuar su proyecto
(así como los links a los principales directorios existentes donde localizar el resto de
espacios). En esta lista estarían aquellos espacios que hubieran suscrito un convenio
standard que proporcionaría a los coworkers que provengan del espacio público un
precio reducido durante 6 meses adicionales. No me crucifiquéis aun; recordar, es
como el último portátil de Apple: si no os gusta no lo compréis. El descuento es el
mismo para todos, nadie obliga a nadie, y las reglas del juego son iguales para todos.
Si te parece buena idea, quieres participar en el proyecto, y tener la posibilidad de
ganar nuevos miembros, hazlo. Con este sistema todos ganan: el sector público
puede ejercer su tan cacareada función de dar soporte directo a los emprendedores, y
no sólo eso, sino que a coste cero extendería su influencia seis meses. Las iniciativas
privadas reciben un flujo extra de coworkers y seis meses después de su
incorporación se convierten en coworkers standard. Los coworkers obtienen un
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2. servicio a precio público durante doce meses más un servicio privado con un precio
de transición durante seis meses más. Cómo os decía: todos ganan, nadie fija precios
o nada parecido, hay transparencia,… todos felices.
Pero me voy a mojar un poco que sé que os gusta. Hacer lo que hace Barcelona
Activa (por poner un ejemplo) no me parece ético. ¿Porqué? Porque ofrecen algo
etiquetado como coworking de manera opaca: el precio del servicio no aparece en la
web, los requerimientos son vagos, hay una tremenda falta de información. Iniciativas
de estas características provocan suspicacias de todo un sector y además hace que
algunos nos preguntemos en qué medida es coworking real.
Pensando en todo esto se me ocurrió una alternativa, una manera diferente de
abordar la creación de un coworking público. ¿Y si no hiciera falta crearlo porque ya
existe? ¿Y si en lugar de dedicar edificios vacíos a duplicar lo que ya existe estos se
destinaran a otros servicios que no están adecuadamente cubiertos? Por otro lado si
la administración cree que todas las necesidades de los ciudadanos están ya
atendidas siempre pueden alquilar los espacios vacíos a empresas privadas e ingresar
dinero en las arcas públicas.
COWORKING HÍBRIDO
Seguro que ya imagináis cual es la estrategia que visualizo, pero dejadme que lo
escriba: Creemos un coworking público en los espacios privados existentes.
Coworking Híbrido: Un sistema de coworking público basado en una red distribuida
mediante la cual el talento se extendería por todo el territorio, en lugar de
concentrarse artificialmente en centros que los aíslan del exterior, beneficiando al
mismo tiempo al resto de la sociedad y a negocios locales.
El funcionamiento sería muy simple. Los coworkers recibirían una beca destinada a
cubrir la cuota o una parte de la misma del espacio de coworking que elijan
libremente según sus preferencias y que participe en el programa. Cada usuario
podría disfrutar de esa ayuda durante un periodo y cuantía concretos. Iguales para
todos. El proceso estaría supervisado por la administración. En este sentido se me
ocurren no sólo sistemas de control old school sino que, lo ideal sería combinarlos
otros propios del siglo XXI como beacons para garantizar que se está empleando con
respeto el dinero de los contribuyentes (a veces conviene enfatizar este hecho por el
uso que se hace de él). En caso que un receptor de la ayuda (coworker) incumpliera
los requisitos mínimos la perdería, del mismo modo que lo haría un espacio si
incumpliera el convenio. Yo iría más lejos y sugeriría un contrato que garantizara un
umbral de calidad suficiente para proporcionar COWORKING en mayusculas a los
coworkers. También solicitaría a los espacios participantes que colaboraran con la
iniciativa realizando un descuento cuando el coworker deje de recibir la ayuda para
ofrecerle una transición más suave. Sería un esfuerzo pero, al fin y al cabo, habrías
recibido dinero público durante 12 meses.
Creo que este sistema evita duplicidades, ahorra costes, ayuda a los coworkers y a los
espacios privados a la vez que potencia la competencia para ofrecer el mejor servicio
posible. Seamos sinceros, no he realizado un estudio de costes en profundidad pero
me atrevería (casi) a asegurar que es mucho más barato que el actual sistema.
Además resulta evidente que tiene una ventaja difícil de batir: es 100% flexible y
permitiría a la administración ajustar la cuantía a las posibilidades económicas de
cada ejercicio.
Sigo creyendo que el sector público debe llegar donde las iniciativas privadas no
pueden. Creo que eso es posible y cómo me comentó Nerea Guinea de CO&ART
Donostia cuando le pasé este artículo para que le echara un vistazo no soy el único
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3. que lo cree. Mientras terminaba el artículo me he llevado una grata sorpresa, ya que
parece que lo que propongo no es tan descabellado como podíamos pensar, pero ya
sea tal como lo he planteado, o con otro sistema mejor, el reto es hacerlo realidad, y
hacerlo sin perjudicar a nadie.
(1) Los puristas me dirán que este concepto sólo se aplica a suministradores extranjeros. Para
mi el concepto es más amplio y se puede aplicar a cualquiera que por su origen o naturaleza
juegue con unas reglas distintas a las iniciativas existentes en un sector.
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