SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 164
Descargar para leer sin conexión
1
2
3
4
5
La pantalla del televisor era muy brillante.
El ruido del juego se podía oír.
Dos avatares con bombas en sus manos estaban caminando
por doquier. Se trataba de un juego de televisión portátil retro y
sencilla, el cual Guren jugaba continuamente.
—…huh, que sueño –murmuró–, no puede haber nada más
aburrido que esto.
Habitación de Guren, 3 de la mañana. Horas nocturnas.
La persona que estaba a su lado era, como era de esperar, su
compañero de juego, quien estaba jugando, de igual forma, ese
juego inútil, simple e interesantemente delicado: Shinya Hiiragi.
Ambos estaban sentados de piernas cruzadas frente a la pan-
talla del televisor, jugando dicho jueguecito.
— Oye, espera, espera, espera. ¿Por qué tú? ¿Por qué, por qué?
Guren, ¿por qué estas progresando un poco en los videojuegos?
Ignorándolo, Guren miró la pantalla con los ojos entrecerra-
dos, controlando la consola con su mano.
— Es obvio que me hago más experto en ello luego de hacer
una y otra vez la misma cosa durante bastante tiempo.
— Es cierto, pero probablemente tuviste prácticas en secreto.
— ¿Qué es eso de practicar en secreto?
— Practicar a escondidas.
— No. Si una persona juega esto por su cuenta, esa persona
probablemente tendría una personalidad bastante sombría.
— Eh, tu palabras, ciertamente, fueron muy sombrías.
Shinya dijo alegremente, y Guren le respondió antes de lanzar
una bomba.
— Jodete.
— Uff, ¡estuvo cerca! –respondió Shinya al moverse rápida
y repentinamente. Su hombro chocó con el de Guren. Claro, in-
cluso si el jugador se movía, su avatar en el juego no lo haría. Sin
embargo, ya fuese que Shinya se encontrara en peligro dentro del
juego, él respondería con movimientos físico.
6
— Oye, duele.
— Jaja, deberías auto-explotar.
— Lo hiciste a propósito, cretino.
— No, señor, mi cuerpo responde automáticamente cuando
el juego está muy emocionante.
Es imposible. Separar las emociones del cuerpo es una parte
fundamental de los entrenamientos de hechicería. Es imposible
moverse solo por un juego. Shinya, quien era excelente en magia,
no permitiría que su cuerpo se moviera por accidente.
Guren miró la pantalla y dijo:
— Si me vuelves a golpear de nuevo, te mato…
— Ay, lo siento.
Mientras decía eso, ya se preparaba para volver a golpear a
Guren con su hombro.
Sin embargo, Guren dijo:
— JA, como si te dejara tener éxito.
Guren se movió hacia atrás para esquivar el ataque. Él con-
tinuó:
— Ay, lo siento. Mi cuerpo accidentalmente…
Al mismo tiempo, como si tratara de alejar la consola de
Shinya, él se preparaba para golpear con su codo izquierdo…
— Uwah, espera, como si te fuese a dejar lograrlo.
Shinya levantó su codo derecho y se protegió.
Era bastante doloroso estar empujándose el uno al otro con
sus codos, pero ambas partes se rehusaron a ceder.
Shinya habló mientras empujaba a Guren con su hombro.
—…ah~ Guren, eres terrible. ¿Por qué en lugar de ello no me
derrotas con habilidades de juego?
— ¿No fuiste tú quien comenzó a chocar conmigo?
— Eso no es cierto~ mi cuerpo se movió accidentalmente
cuando me emocioné.
— Mentiroso.
— Pero si es verdad.
— No existe ninguna manera de que te crea.
7
— ¡Mírame! ¡Te estoy hablando con seriedad!
Guren miró a Shinya fijamente. Era ese típico rostro que son-
reía frívolamente.
— No, no te creo en lo absoluto. Esa es la cara de un menti-
roso.
— Que ho-rrible.
— Para serte honesto, esto duele mucho, termina esto de una
buena vez. Ya me duele el codo. Emocionarse tanto por esto es
bastante estúpido.
Shinya asintió, estaba de acuerdo.
— Bueno, ciertamente esto es excesivamente aburrido.
— Si, terminaré con esto. Quitaré el codo, ¿bien?
— Hmm, bien… pero eso es lo que dijiste. El momento en
que bajes tu codo, vas a atacar de nuevo.
— ¿Acaso soy un demonio? No haré eso.
— ¿En serio? Guren, después de todo, eres bastante infantil.
— No importa. Al final, tú también puedes ganar el juego –
dijo Guren. Y Shinya estuvo de acuerdo.
— Bueno, es verdad. Ya se puso poco interesante. Termine-
mos aquí. Goshi y Mito-chan están profundamente dormidos.
Era exactamente como lo dijo. Inicialmente había cuatro ju-
gadores. Pero dos de ellos, quienes se habían cansado, ahora esta-
ban durmiendo en el sofá que tenían detrás. Después de eso, Gu-
ren y Shinya fueron los únicos que quedaron vagamente jugando.
Sin embargo, el juego de dos personas también había acaba-
do. Si seguían jugando, amanecería.
— Deja de empujar con tu codo.
— Bueno, deja de hacerlo tú primero.
Como tal, Guren comenzó a relajar su muñeca. Shinya lo imi-
tó y comenzó a disminuir la fuerza de su codo.
La batalla para determinar el ganador y el perdedor terminó
allí. Como jugaron mucho, estaban un poco cansados.
Ambos se miraron, y de inmediato.
— ¡Idiota!
— ¡Caíste en una trampa!
8
Dijeron al mismo tiempo y comenzaron a operar sus consolas
de video.
Los dos avatares lanzaron sus bombas simultáneamente. Am-
bos fueron atrapados por la explosión. Al final, todo quedó en
empate.
En eso, Goshi, quien se suponía que estaba dormido en el
sofá, habló:
— ¿…así que el equipito de mierda de dos miembros ha que-
dado en un empate?
Guren se volvió y dijo:
— ¿No viste quien acaba de hacer trampa?
— No, me acabo de levantar.
— Que fastidio, la próxima vez observa apropiadamente.
Shinya siguió:
— También puedes decir algo como: «Mami, mi amigo hizo
trampa» para culparme.
—…tsk.
Guren chaqueó su lengua antes de mirar a Shinya y confirmar
que este estaba sonriendo frívolamente.
— ¿Qué hora es? –preguntó Goshi.
— Mira el reloj –le dijo Guren.
Ya eran las 3:30 de la mañana. Goshi levantó la mirada y dijo:
— Uwah, no es tan tarde. Volveré a dormir.
— Es hora de que regresen.
— El metro ha dejado de operar.
—…tu casa está dentro de la distancia a pie, ¿no?
Guren dijo mientras se levantaba, un poco irritado.
Mirando el soporte opuesto a lugar donde Goshi estaba sen-
tado, Mito parecía bastante hermosa cuando estaba completa-
mente dormida.
Por cierto, el rey con el estilo de juego más intenso en el bom-
berman era Mito. Como ella practicaba mucho en secreto, sus
movimientos en el juego eran como los de un dios.
Guren la miró, y se alejó. Dejó la sala de estar y fue a su reca-
mara para buscar algunas sábanas.
— Uwah, que amable –dijo Goshi de forma exagerada–, me
enamoré de ti…
9
— Bah –dijo Guren mientras le lanzaba las sábanas en la
cara–. Colócasela a Mito.
— Ah, ah, y si me meto con ella en las sábanas, ¿se enojará?
— ¿Por qué no lo intentas?
— Hm~, ah~, bueno~, ¿cómo comparto la sábana con ella en
este sofá? Si me esfuerzo y la toco por accidente, eso me traería
muchos problemas…
En eso, la voz de Shinya se escuchó desde la cocina.
— Guren.
— ¿Hmm?
— Cola o jugo de naranja. ¿Cuál quieres?
— No husmees el refrigerador de otro así como así.
— Ay, si, ya, ¿cuál quieres?
— Té de cebada.
— Te dije cola o jugo de naranja.
— ¿Por qué solo esas dos opciones?
— Porque volverlas a colocar donde estaban luego de haber-
las sacado es un fastidio.
— Entonces tomaré la que vayas a tomar.
— Ah, bueno, Shinya-sama –dijo Goshi al oírlos–, me gusta-
ría el jugo de naranja…
Sin embargo, Shinya habló:
— Pero, yo quiero cola.
— ¡¿Ehhhh?!
Mito se despertó por el ruido y abrió sus ojos.
— Que molesto, si hacen ruido… ¿qué sucede? Es demasia-
do tarde y ustedes todavía hacen ruido… eh, espera, ¡¿GOSHI?!
¡¿Por qué demonios estás durmiendo junto a mí?!
Con un fuerte slap, Goshi fue golpeado y enviado a volar ha-
cia la parte posterior del sofá. Qué idiota.
— Mito-chan –le preguntó Shinya–, ¿quieres algo de beber?
— Ah, ah, ¡Shinya-sama! ¡Discúlpeme por eso! ¡Iré a servirlo!
11
10
Mito se puso nerviosa y corrió hacia la cocina. Ella le quitó a
Shinya la botella de cola y sirvió un poco en una taza.
— Ah –le preguntó Mito a Guren–, ¿quieres tomar algo, Gu-
ren?
— Si –asintió Guren, y repitió–, té de cebada.
Mito asintió con la cabeza y sonrió suavemente.
— Bueno, ya te sirvo un poco.
Mito dijo mientras sacaba la botella de té de cebada del refri-
gerador.
Goshi, quien estaba detrás del sofá, volvió a la vida.
— Ah, entonces, la naranja…
— Como Goshi lo estropeó todo, no.
— Eh…
Al oir esa voz irritada, incluso sus subordinadas, Shigure y
Sayuri salieron de sus habitaciones.
— Aunque… las ordenes de Guren-sama fueron de que no
era necesario que lo acompañaran esta noche… –dijo Shigure. Y
Sayuri continuó:
— Todos están despiertos, ¿necesitan comer algo?
Ellas parecían que se unirían a la conmoción. Incluso ofre-
cieron cena. Si tal cosa era servida, entonces nadie volvería a la
cama. Guren se sintió incomodo mientras se sentaba en el sofá.
—……….
Sin embargo, eso también era entrenamiento.
Un momento en el que no había nada que hacer. Un momen-
to para estabilizar su corazón.
Tiempo para permitir que su vida avanzara, era, en cierto
modo, efectivo para controlar al Demonio. Mucho más que esos
momentos aburridos que permitían que sus deseos se expandie-
ran.
Pero, Guren apenas si había hecho algo así antes. Por tal ra-
zón, él se sentía algo confundido con momento así.
No, todos los presentes deberían estar igual.
Todos cargaban en sus hombros sus linajes y apellidos fami-
liares desde que nacieron. Todos crecieron en un ambiente com-
petitivo con simplemente
11
entrenamientos duros y exigentes. Un espacio en el cual solo
se les permitirá sobrevivir cuando pudieran ser excelentes y des-
tacar.
Por tal razón, pasar el tiempo de esta forma no era la norma
de ninguno de ellos.
El valor. La eficiencia. Victorias y derrotas.
Aunque él era mejor en esas cosas, definitivamente no era
bueno enseriándose como un idiota en los videojuegos, moles-
tarse o desvelarse para jugar videojuegos.
No estaba muy acostumbrado a ello. Pero a pesar de no es-
tarlo…
—…no me siento tan molesto –murmuró mientras Shinya le
entregaba su bebida.
— Aquí, Guren. Toma –le entregó cola.
— ¿Té de cebada?
Shinya le respondió jovialmente.
— En otras palabras, lo que estas diciéndome es que «no debo
tomar cola»…
—...solo querías decir eso, ¿cierto?
— Jajajaja…
Guren aceptó la cola y la bebió. Bueno, la gaseosa era sabrosa
todo el tiempo. Se sentía refrescante en la garganta. Al absorber el
azúcar, se sentía como si su corazón se estabilizara más.
Si bebo esto cuando esté sediento, podría incluso sentir que
estoy vivo solo por unos cuantos sorbos.
Todos estaban divirtiéndose, jugando, bebiendo cola… si las
cosas terminaban de esa forma, entonces habría algo de valor en
ella. Él también podía sentirlo de esa forma.
Si la historia termina así, entonces este final sería bastante di-
vertido.
Solo si ese fuera el caso. Ese era el caso.
—……….
Sin embargo, el mundo…
12
— Demonio…
¿Cómo crecería un niño que fue llamado así por sus padres?
Mahiru Hiiragi le dirigió una pregunta a ese Demonio.
— Oye.
—………
— Oye, tú.
—………
— Levanta la cabeza. Déjame ver tu rostro.
Pero el joven no hizo caso. Ni siquiera respondió. Solo per-
maneció sentado en la oscuridad, con las rodillas abrazadas a su
pecho.
Sin embargo, ella no se ofendió, y siguió perseverando y ha-
ciendo preguntas.
— Oye.
—…………
— Oye, tú.
—…………
— Oye, Yuu-kun.
— Amane Yūichirō-kun, levanta tu cabeza.
Ella dijo el nombre del joven: Yūichirō.
Crecer como un niño que siempre seria amable con todos: esa
era la razón de su nombre, los datos lo indicaban.
Pero existía una gran contradicción. Cosas como ser ama-
ble con alguien o con todos era algo que no podía existir en este
mundo.
Ser amable con todos solo le causaría dolor.
Si él pudiese ser amable con todos los bastardos existentes, él
debía ser un dios o algo parecido.
Al menos, eso era imposible para los humanos.
Pero ese tipo de cosas era irrelevante.
13
Mahiru siguió pronunciando el nombre del chico.
— Yuu-kun.
—……..
— Yuu-kun, ¿puedes oírme?
—…shh –fue allí cuando, por primera vez, el joven reaccionó.
— ¿Eh? –Mahiru emitió un sonido de confusión, y Yuu le
respondió.
— Que ruidosa. No me hables.
— Vamos –sonrió ella–, esa no es una respuesta apropiada.
— ¡Maldita ruidosa! ¡Ya deja de hablarme! –replicó Yuu, eno-
jado. Pero su voz fue sombría. Era natural, pues hace poco, él es-
tuvo a punto de ser asesinado por sus padres.
Demonio.
La Garra del Demonio.
La Garra del Demonio que no podía ser eliminada.
Sus padres estuvieron a punto de matarlo mientras decían
esas palabras.
Luego de recibir algo de dinero por parte de la «Secta Hyaku-
ya», ellos entregaron a su hijo –Yuu– como material de investiga-
ción; esto reflejó algo sobre el mundo y su injusticia.
Desde principio a fin, los humanos eran tan horribles que da-
ban ganas de llorar. A pesar de decirle a sus hijos que todos tenían
que ser amables y llevarse bien todo el tiempo, algunas personas
traicionaban a su hijos sin importarles, algunos, incluso, llegaban
al siguiente nivel y se preparaban para asesinarlos.
De acuerdo a los datos, Yuu fue atacado por su padre con un
cuchillo de cocina, y su madre, mientras gritaba que ellos estarían
juntos, se prendía en fuego.
Y por eso, el corazón de Yuu quedó completamente herido
por culpa de sus padres arrogantes.
Ahora, él estaba encerrado en su diabólica prisión dentro de
un laboratorio de investigación.
Mirando a través de los barrotes al joven en el rincón oscuro,
abrazándose sus rodillas como si se estuviese protegiendo, Mahi-
ru volvió a hablar.
— Oye, Yuu-kun. Quiero recordar tu precioso rostro, así
que levanta tu cabeza, déjame verlo.
14
Oyendo eso, Yuu levantó lentamente la mirada. Vio a Mahiru.
Probablemente él solo tenía 7 años. La misma edad que su
hermana menor, Shinoa.
La edad en la cuál era precioso.
Al menos, eso era lo que Mahiru creía de Shinoa. Shinoa era
adorable.
Aunque él había experimentado ese tipo de cosas, la emoción
en sus ojos era tan clara que lo hacía llorar a uno, uno podía ver
la débil desesperación en ellos.
— ¿…quién eres? –preguntó Yuu–. ¿Quieres matarme tam-
bién?
Mahiru inclinó su cabeza. Estaba perpleja.
— ¿Por qué querría matarte?
— Porque soy un demonio –respondió Yuu de inmediato.
— ¿Demonio?
— Si.
— ¿Quién dijo eso?
— Papá, y mamá…
— ¿Entonces eres un demonio?
—……….
— Si me lo preguntas, te diría que pareces humano.
Debido a esas palabras, los ojos de Yuu temblaron. Las lágri-
mas llenaron sus ojos.
Mientras, con su mano derecha, se apretaba el pecho con do-
lor, dijo:
— P-pero… papá, y mamá dijeron…
— La opinión de los demás no importa. ¿Qué crees tú?
Yuu la miró con una expresión sorprendida.
— Yo, yo…
Su voz temblaba.
— ¿Eres un demonio?
— No lo sé.
— Si lo sabes. Porque se trata de ti.
15
— ¡Pero si no lo sé!
De repente, Yuu alzó la voz.
— ¡Papá y mamá dijeron que soy un demonio! ¡Ellos dijeron
que debía morir!
—………..
— Ya que si vivo, muchas cosas malas van a suceder - ¡dijeron
que tengo que morir! Por eso es que… por eso es que papa, que
siempre fue muy amable, de repente sacó un cuchillo…
—………..
— Mamá también me dijo que no puedo vivir. Morir es más
afortunado o algo así. Pues soy un demonio. Porque provocaré el
caos mundial, porque soy un monstruo…
—……….
— ¡Por mí, por mí, fue por mí que mamá y papá murieron…
¿papá y mamá?! Uuuuu….
Allí se detuvo. Las lágrimas comenzaron a recorrer el rostro
de Yuu. Sus emociones eran inestables.
Luego miró en dirección a Mahiru con sus ojos anegados de
lágrimas. Unos ojos que parecían pedir ayuda.
— Bueno, en el nivel más fundamental, ¿eres un monstruo?
–preguntó Mahiru.
El rostro de Yuu se distorsionó y gritó:
— ¡Que no lo sé!
Pero Mahiru ignoró lo que dijo y siguió preguntando.
— Entonces, si eres un monstruo, ¿no puedes vivir?
— Si.
— ¿Acaso los monstruos no tienen derecho de vivir?
—…este… pero, mamá y papá…
Interrumpiéndolo, Mahiru continuó:
— ¿Es que acaso los niños deben morir solo porque los pa-
dres les digan que tienen que morir? ¿Acaso esa regla existe?
Si ese fuera el caso, Mahiru ya debería haber muerto. Pues,
más de la mitad de su cuerpo había dejado de ser humana. Se
había convertido en un demonio.
16
Hablando de eso, todos querían matarla, por eso quizá existía
realmente alguna regla social de que los monstruos que no po-
dían llevarse bien con los compañeros y que no podían compren-
der la situación, debían morir.
Sin embargo, el joven que fue llamado demonio, parecía
como si estuviese dándole vuelta a las cosas en su cabeza.
—………..
Luego levantó su cabeza, y miró a Mahiru con algo de satis-
facción.
— ¿…q-qué estás tratando de decir?
— No mucho –dijo Mahiru encogiéndose de hombros–. Solo
quiero saber lo que piensas.
—…lo…lo que pienso.
— Si. Sobre lo que dijeron tus padres acerca de morir. De
que te hayan dicho que no puedes vivir. Y que eres un mons-
truo y demonio. ¿Y ahora qué? ¿Deberías morir?
—………
— ¿Acaso quieres morir?
— Yo…yo…
Su voz temblaba. Era la voz de una hermosura de 7 años de
edad.
En ese momento, una voz llegó desde detrás de ella.
— Es inútil hablarle. Pues ya le hemos manipulado los re-
cuerdos.
Mahiru se volvió, y vio que detrás de ella estaba un investiga-
dor de la «Secta Hyakuya».
La expresión de Yuu cambió. Incluso dejó de hablar. Eso mar-
có el fin de la conversación.
Al ver esa reacción, Mahiru le preguntó al investigador.
— Sobre esa reacción. ¿Acaso están abusando de él?
El investigador respondió con frialdad.
— Estamos llevando a cabo experimentos necesarios.
— ¿Y eso requiere manipularle los recuerdos?
— Como el daño psicológico es extremadamente grande, de-
bemos borrar cualquier recuerdo que pueda impedir la investiga-
ción… esta conversación que tuvo contigo también será borrada.
— ¿Ah, sí?
— Por eso, incluso si le hablar, es inútil.
— Juju, ¿es solo que no quieres que me hable? ¿Acaso no
quieres que el sujeto experimental del «Serafín del Final» sea
manipulado por mí?
17
Aunque Mahiru dijo eso, el investigador no pareció prestarle
mucha atención.
— Hiiragi Mahiru. Nosotros, la «Secta Hyakuya», no te teme-
mos. Solo somos aliados tuyos porque eso nos permite obtener
información interna del «Mikado no Oni». Solo por eso. Por tal
razón, las acciones que hagas tú sola no pondrán en peligro nues-
tra organización.
— ¿En serio?
— Si.
— Pero quizá, incluso si sus recuerdos son borrados, esta
conversación de aquí podrá quedar.
— Jaja, eso es imposible –rió el investigador. Sin embargo,
Mahiru siguió hablando.
— Si lo es. Las preguntas que hice hoy, quedarán. Pues son
preguntas de la naturaleza humana. Si te hablan de morir, ¿es
un deber que mueras? Él obtendrá la respuesta algún día. Espe-
ro que esa respuesta la obtenga frente a la persona que amo…
El investigador parecía bastante impotente. Pero nada de eso
importó. Mahiru cambió de sujeto.
— ¿Este es excelente?
— ¿Es necesario que te lo diga?
El investigador no respondió, pero Mahiru supo que sí lo era.
Su madre se quemó a sí misma. Fue un gran incendio. Saitou,
quien estuvo buscando a Yuu, había sido mostrado por televisión.
Incluso así, él no había sido eliminado.
En otras palabras, como un sujeto experimental, Amane Yūi-
chirō era excelente hasta tal nivel.
Por eso es que Mahiru había venido a verlo.
En el experimento del «Serafín del Final», probablemente él
era el mejor sujeto.
—………..
Mahiru volvió a ver al cabizbajo Yuu. Aunque estaba herido,
seguía siendo un niño inocente y puro.
— ¿…puedes dármelo?
— Jajajajaj
Rió el investigador. Pues era claro que no podía. Entonces
¿por qué dejó que Mahiru y Yuu se conocieran?
Mahiru levantó su cabeza para ver el techo. Había algunas
cuantas cámaras CCTV capturando cada momento allí.
Para ellos, eso también era un experimento. Una humana
poseída por un demonio y un excelente sujeto experimental
18
del «Serafín del Final», cuando ellos se encontraran, ¿qué tipo
de reacción tendrían?
Más que eso, ellos sintieron que si llegaba a haber algún pro-
blema en su encuentro, ellos tendrían la habilidad de solucionar-
lo.
Tenían la certeza de poder matar a Mahiru. Eso no era un
simple orgullo de su parte.
La «Secta Hyakuya» probablemente podría hacerlo. Esos bas-
tardos tenían ese tipo de fuerza.
La «Secta Hyakuya» era una organización más peligrosa que
el «Mikado no Oni», pues ellos eran insustanciales.
Una organización que solo tenía un valor fundamental; ex-
pandir y ganar fuerza infinitamente.
Una organización centrada en la persecución de fuerza, a di-
ferencia del «Mikado no Oni», que estaba centrada alrededor de
la Familia Hiiragi.
Pero era por eso, que ellos fueron capaces de unirse.
Siempre y cuando tuviesen los mismos objetivos, moral,
emociones o el orgullo ya no existiese entre ellos.
Sin embargo, si tenían los mismos objetivos, se convertirían
en oponente formidables. Pues con respecto a la ética de dejar
que el deseo haga estragos, ninguno dudaría.
Eran como liebres, corriendo con determinación y desespero
hacia la destrucción. Y quien se encontraba en el centro de los
experimentos sin ética, era Yuu.
La experimentación humana que él sufría era bastante cruel.
—………..
Mahiru vio a Yuu.
Él estaba pasando por experimentación humana terrible. Su
memoria también había sido manipulada constantemente.
Incluso al haber pasado por todo eso, él seguía intacto, eso era
porque su fuerza interna era enorme.
Esto era algo que Mahiru comprendió de su conversación an-
terior.
Ser llamado demonio por sus padres, pasar por experimenta-
ción diaria. A pesar de eso, él parecía seguir buscando una razón
para sobrevivir.
ratando de entender con quién ser amable, quien lo trataría
amablemente, y buscando su razón para estar en este mundo.
Por eso es que, quizá, el deseo de su madre, quien se quemó
hasta morir, se había hecho realidad.
19
Sin importar por cuales experimentos pasase. Sin importar
ser menospreciado.
Sin importar cuanto pierda su significado de supervivencia.
Incluso así, él se había convertido en un niño que era amable
con todos…
Pero este deseo.
—…hace que la gente realmente ser ría.
Mirando a Yuu, Mahiru sonrió tristemente.
Luego miró, en su mano, la información que ella y la «Secta
Hyakuya» poseían de forma conjunta.
En ella, estaba un reporte sobre algunos sujetos experimenta-
les excelentes además de Amane Yūichirō.
Pero ellos aún eran incapaces de completar el experimento
hasta el punto de satisfacerla.
— En fin –dijo el investigador–, ya no se acerque más a él. Si
va más allá de su dominio…
— ¿Me matarán?
— No. Será usada como un excelente material experimental
para la investigación «Kiju».
— Uy, qué miedo.
Pero el investigador rió.
— ¿No estaría acostumbrada a ello? Después de todo, des-
de el momento en que nació, usted se convirtió en sujeto de
pruebas del «Mikado no Oni».
Eso era cierto. Ella había pasado por incontables experimen-
tos.
Luego, incluso sin saberlo, se había convertido en demonio.
Un demonio que anhelaba el amor.
20
— No le será transferido aquí –respondió el investigador–. El
sujeto está en otra parte.
21
—…eh, ¿conque es así? Entonces ¿por qué me hicieron ve-
nir?
— Para mostrarle la fuerza de la «Secta Hyakuya».
—………..
En ese momento, tres segmentos de la pared del laboratorio
de investigación se abrieron.
En el espacio revelado, había tigres, leones, rinocerontes…
era como un zoológico.
Pero Mahiru lo comprendió. Esos ya no eran los animales que
conocía. Dentro de las pieles de esos animales dormía algo más.
Un tigre rugió. Luego, lo que parecía una espada insustancial
salió volando de sus ojos, nariz y boca. Pero no se acercaron. Solo
miró en dirección a ellos, emanando un aura asesina.
Mahiru miró eso con mucha atención.
—…los sujetos de prueba de los «Cuatro Jinetes del Apoca-
lipsis»… ¿ya pueden ser controlados?
— Podemos hacer que la viole en lugar de matarla –respon-
dió el investigador.
— Que manera tan vil de probarlo.
— Si es lo que requiere el experimento, lo haremos. Ese es el
tipo de organización que somos.
— Entonces ¿se supone que esto es para asustarme y hacer
que los obedezca?
— Si es que al menos siente miedo.
Eso no podía probarse. Después de todo, los únicos pensa-
mientos en su corazón eran, ¿ese monstruo se puede matar? Solo
esa curiosidad.
El demonio que dormía en su corazón, siempre estaba se-
diento de sangre.
Dejando su curiosidad de lado, Mahiru habló:
—…comprendo, esto es una amenaza. Bien, ¿ahora dime
dónde está el sujeto experimental que me van a dar?
— Por favor, pregúntele a Saitou –respondió el investigador–.
Está planificado que le sea transferido al lugar experimental al
que siempre vamos.
El lugar experimental al que siempre iban, era el Orfanato
Hyakuya.
22
— ¿…ya te vas?
Ella se volvió. Vio que Yuu había levantado la cabeza, y res-
pondió:
— Si… porque aún tengo mi lucha. Asi que haz lo mejor
por tu cuenta. Algún día, definitivamente te sacaré de aquí
—…en otras palabras, ¿me estás diciendo que siga viviendo?
Mahiru no respondió, solo sonrió:
— Adiosito, diablito-kun.
Pero Yuu se levantó, y sujetó las barras.
—…p-pero yo… el yo que es así, ¿existe valor alguno para
seguir sobreviviendo?
Él con frecuencia buscaba su razón de vivir.
En ese momento, el investigador de la «Secta Hyakuya» habló.
— Dije que esta conversación es inútil. Este recuerdo será bo-
rrado.
Su memoria seria borrada. Quizá, la conversación era real-
mente inútil.
Pero aun así, Mahiru le respondió:
— Siento que no vale la pena que nadie viva.
Yuu parecía bastante sorprendido.
— Nadie es importante. Al final, todos no son más que en-
granajes. Incluso si uno se pierde, siempre habrá otro que lo
reemplace. Por eso, ya que no hay significado o valor en la vida,
¿para qué quieres vivir?
Yuu mostró una expresión pensativa.
Por alguna razón, el investigador miró las cámaras en el te-
cho, tenía una expresión de pánico, luego dijo:
— Suficiente. Váyase.
Pero Yuu le dirigió una pregunta a Mahiru.
— Entonces, para ti… si nada tiene sentido… ¿para qué vi-
ves?
No era una pregunta difícil de responder. Pues sus deseos es-
taban causando estragos. Ellos ya no podían ser limitados por las
opiniones de otros.
Por eso, Mahiru respondió con simpleza a eso:
¿Para qué estaba viviendo? Eso era…
— Por amor. Por eso, mi historia es…
Esta historia enfrenta la destrucción, esta historia sobre el
amor…
Fue lo que dijo Mahiru.
23
— Prodigio…
¿Cómo creció una niña con una hermana que la llamaba así?
Guren Ichinose miró la helada puerta de hierro frente a él.
Esa joven chica estaba viviendo en su propio condominio lu-
joso ubicado frente a Dougenzaka, Shibuya – Tokio.
La puerta estaba sin seguro. Guren la abrió.
El pasillo que conectaba a la entrada era muy oscuro. De
acuerdo a la información que obtuvo, el apartamento debería te-
ner 2 habitaciones y una sala de estar
Un espacio 2LDK perfecto para una jovencita que vivía por
su cuenta.
Había una habitación en cada lado del pasillo. Y luego de este,
estaba la cocina y la sala de estar.
Pero allí, no se podía sentir movimiento alguno.
Guren se quitó los zapatos y caminó por el pasillo. Entró en la
sala, y como era de esperar, no estaba iluminada.
Eran las 6 de la tarde. Las cortinas estaban cerradas. Pero en
medio de la oscuridad, una jovencita estaba sentada en el sofá,
mirando con indiferencia, el espacio.
Era Shinoa Hiiragi. Una niña de unos 7 años de edad.
La hermana de Mahiru Hiiragi, quien por su cuenta, tenía
al «Mikado no Oni» y a la «Secta Hyakuya» en las palmas de sus
manos.
— ¿No hay luz…? –preguntó, y Shinoa le respondió.
— Que fastidio.
— ¿Quieres encenderlas?
— Tienes el interruptor detrás de ti.
— Las encenderé, ¿bien?
— Ah, ¿será que quieres infiltrarte sigilosamente en la habi-
tación de una preciosura como yo y hacer algo tan repugnante
mientras está oscuro? Per-ver-ti-do. Necesito decírselo a mi her-
mana.
24
Guren encendió las luces. Bajo estas, la figura de Shinoa se
podía ver.
Ella tenía una gran cantidad de cabello grisáceo y hermosos
rasgos, similares a los de Mahiru. Pero lo que la diferenciaba de
ella, era que esta pequeña no tenía emociones en su rostro.
¿Era por el hecho de que había sido comparada con su pro-
digiosa hermana desde que nació? ¿O porque creció en la Casa
Hiiragi?
— Si puedes quejarte de esto con tu hermana, entonces, hazlo
–dijo él.
— Desafortunadamente, mi hermana solo se comunica con la
gente cuando no está ocupada. Por lo que la forma más precisa de
poner las cosas es, tu, que eres el amante de mi hermana, deberías
saber el lugar en el que ella se encuentra. Guren Ichinose –respon-
dió ella. Él pensó en ello mientras miraba a Shinoa.
—……….
Mahiru se había ido por completo. Incluso si se puso a buscar
a través del portal informativo del «Mikado no Oni», no hubo
resultados.
Ella aparecía y desaparecía cuando le daba la gana.
Cada vez que aparecía, un gran número de personas moría.
Nada más el número de personas que fallecieron ante los ojos
de Guren ya eran incontables.
Entonces, ella rió. Era una risa ensordecedora.
— Demasiado lento. Muy lento, Guren. Si no aceleras tu per-
secución, esa lamentable liebre pronto diligente llegará al punto
final de la destrucción.
Sin embargo, Guren estaba destinado a ser la lenta, amable y
vacilante tortuguita.
Él ya se estaba esforzando lo suficiente en perseguir a Mahiru,
quien persistentemente corría más y más. Pero él no podía siquie-
ra acercarse lo suficiente para atraparla. Él solo podía esperar que
la liebre tomase su siesta vespertina de holgazán.
Guren miró la cocina. No había refrigerador.
Todo lo que había presente era comida enlatada y un mi-
croondas.
— ¿Desde cuándo comenzaste a no comer apropiadamente?
–preguntó él.
— Jajaja, déjate de bromas –sonrió ella–, no soy una niña que
es tentada y atraída fácilmente por la comida.
25
Ven a mi casa. Mis subordinadas cocinan delicioso, en se
rio.
— Después de eso, a cambio, ¿quieres que te venda informa-
ción sobre mi hermana, no?
—………
— Aunque soy una niña, lo entiendo. Mi hermana montó un
gran espectáculo al traicionar al «Mikado no Oni». Luego de eso,
la orden de matar al traidor…
Shinoa miró fijamente a Guren.
—…Guren Ichinose. A ti fue a quien le ordenaron hacer eso.
—…………
— Escuché que tu padre y subordinados fueron tomados
como rehenes. No tienes más elección que matar a Mahiru.
Eso no debería ser algo que se deba decir a la gente externa.
Esos que lo sabían deberían ser solamente la rama ejecutiva de la
Casa Hiiragi, y Shinya, Goshi y Mito, quieres estuvieron presente
en la declaración.
A pesar de eso:
— ¿De dónde obtuviste esa información? –preguntó Guren.
Shinoa parecía un poco melancólica antes de volver a sonreír.
— Pues, mi hermana me llamó y me lo dijo:
—……….
— Con esto, Guren pondrá un poco más de esfuerzo en cap-
turarme –ella sonaba realmente feliz cuando dijo eso. Aye, tú
fuiste atrapado completamente por ella. Que penoso.
Eso era un error. Guren fue atrapado por ella hace mucho,
mucho tiempo. ¿Cuándo sucedió eso exactamente?
El momento en que ellos se conocieron, Guren quiso ser atra-
pado por ella.
El momento en que se conocieron, Mahiru ya lo había dado
todo.
A diferencia de los Ichinose, ella, como la próxima Cabeza
de la Casa Hiiragi, tuvo muchos subordinados y una autoridad
excesiva.
Y una personalidad arrogante pero a la vez adorable.
Al principio, Guren sintió envidia de ella.
Después, todo se transformó en amor. Un encariñamiento
por algo que él no podría tener por toda la eternidad.
26
Esto era algo que nunca se podría volver realidad. Lo que
quedó en lo profundo de su corazón fue simplemente una ho-
rrenda oscuridad.
—…………
Guren miró a Shinoa.
Si los documentos de investigación dejados por Mahiru eran
ciertos, su razón principal para autodestruirse era para proteger
a su hermana.
Para protegerla de los experimentos hechos por la Casa Hi-
iragi y sus garras construidas, ella llevó a cabo la investigación
«Kiju», completamente sola.
Pero probablemente Mahiru no le dijo es a Shinoa. No era
necesario. Su hermana, por el bien de ella, puso su vida en riesgo
mientras avanzaba hacia la destrucción. No era necesario que ella
cargara a cuesta todas esas verdades inconvenientes por toda la
vida.
Quizá, Mahiru se distanció a propósito de Shinoa.
Pudo ser lo mismo cuando ella estuvo hablando por teléfono
con Kureto Hiiragi; ella lo manejó todo de forma calmada para
que no afectara la vida de Shinoa.
¿Fue para protegerla, o era por otros objetivos?
—………….
Guren estaba allí hoy porque Kureto se enteró que Mahiru
usó su celular para comunicarse con Shinoa.
— Mahiru Hiiragi parece mantenerse en contacto con su her-
mana. Vigílala.
Si ese era el caso, ¿ella estaba siendo usada?
O podría ser que ella estaba engañando a la Casa Hiiragi ha-
ciéndoles creer que ella estaba siendo usada, por eso había que
dirigir el centro de su atención en ella.
No había forma de descubrir la verdad. Él siempre había sido
lento, cayendo detrás de otros, persiguiendo continuamente su
silueta.
— Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿Espiando? ¿Para un inte-
rrogatorio? ¿Usarme de cebo?
—………..
— Ah, ya sé. Te enviaron a matarme, ¿no? Esto si es molesto.
Pareces muy fuerte. Puede que yo no sea capaz de defenderme.
Mientras hablaba, Shinoa calmadamente levantó su mano de-
recha y amablemente la sacudió.
27
Al instante, una pequeña cuchilla apareció, salió volando ha-
cia Guren.
Era un ataque muy silencioso. Debió haber pasado por ar-
duos entrenamientos.
Sin embargo, a pesar de eso.
—…hmm.
28
29
Guren estiró un brazo atrapó la cuchilla entre sus dedos ín-
dice y medio antes de rasgar con su pulgar el talismán que había
pegado en la hija.
Luego de eso, Shinoa, quien fingió que no pasaba nada, dijo
con los ojos entrecerrados, y con un tono de voz monótono.
— Uy, qué poderoso, como era de esperarse del amante de mí
hermana.
— No somos amates.
— Escuché que lo hicieron.
— Bah. Incluso se molesta en decirte esas cosas.
— Escuché que eras malísimo haciéndolo.
— ¿AHHH?
— Jaja –sonrió Shinoa–, es broma. Mi hermana te quiere mu-
cho, ¿cómo podría decir algo como eso?
Él miró a Shinoa, en su rostro se notaba la irritación.
— Maldita mocosa.
— Jajaja –volvió a reír. Había un poco de tristeza en su risa.
La risa de Mahiru era igual. Típico de hermanas.
Él frunció el ceño y dijo:
— Incluso si lo hicimos, eso no significa que seamos amantes.
— Uwah, así que los rumores eran cierto. Que irresponsable
eres.
— Cállate, maldita mocosa. Ven a mi casa para que comas
como se debe.
Guren la ignoró y sacó su celular para llamar a sus subordina-
das. Él les diría que no prepararan el curry de siempre, sino que
hicieran platillos ligeramente más esplendidos.
Sacó el número de Sayuri de la lista de contactos, y realizó la
llamada.
— ¿Es solo por tu buena voluntad, no? –dijo Shinoa–. Si no, si
interactúas conmigo ahora, tu confianza en la Casa Hiiragi caerá.
— ¡JA!, al final de cuentas, esos bastardos nunca confiaron
en mí.
— Entonces lo que vas a hacer empeorará tu situación. La
vigilancia en ti será más rígida.
— Por otro lado, esto no es solo por buena voluntad. Quiero
contactar a Mahiru.
— Asi que quieres usarme, ¿eh?
30
— Exacto. Pero prepararte un platillo es algo competente aje-
no. Necesitas alimentarte apropiadamente hoy y siempre.
— No seas estúpido, soy buenísima cocinando.
— ¿Ah?
— Mis habilidades ingeniosas manipulando el microondas…
— ¡Si, si! Lo entiendo.
En eso, la llamada cayó.
— ¡Guren-sama! –era la voz de Sayuri.
— Sayuri, ¿dónde estás?
—…ahora estoy en…
Sayuri murmuró a regañadientes, pero no reveló su ubica-
ción.
Quizá se estaban llevando a cabo los experimentos.
Hasta ahora, todos los que seguían a la Casa Ichinose se ha-
bían convertido, a la fuerza, en conejillos de indias para la experi-
mentación del «Kiju» bajo el control de «Mikado no Oni».
Guren era incapaz de hacer algo contra eso. Siendo una ba-
sura, tan pequeño y lento, él no podía proteger a sus camaradas.
Pues, si se resistían aunque fuese un poco, serian asesinados.
Guren entrecerró sus ojos:
— Estás en medio de los experimentos «Kiju», ¿cierto?
— Ah, no –respondió Sayuri–, acaban de terminar.
—...ya veo.
Él realmente quería decir cuanto lo sentía, pero se resistió. Si
lo hacía, solo haría que ellas se preocuparan más.
Ellas siempre habían confiado en él, nunca lo dejaban, nunca
renunciaban a él.
Incluso cuando ellas, debido a la incompetencia de su maes-
tro, fueron forzadas a convertirse en sujetos experimentales, con
mucho optimismo, creyeron en mí. Comparado a ellas, yo…
—………
31
¿Cómo debo pagarles esto exactamente? La Casa Hiiragi y la
Casa Ichinose tienen una enorme distancia, ¿cómo la supero?
— ¡Ah! –dijo Sayuri–. ¡Ah! ¡Oh, cierto, Guren-sama, ¿qué le
gustaría cenar esta noche?!
— Este…
— ¿Curry nuevamente, cierto?
Guren rió amargamente.
— Esta noche cenaremos unos platillos al estilo japonés.
— ¿Eh?
— Pescado y bastantes vegetales.
— ¿Eh? ¿Eh? ¿Qué sucede…?
— Hoy tendremos una invitada. Quiero que esta mocosa que
lleva una vida desordenada tenga una cena apropiada. ¿Puedo
encargártelo?
— ¿Invitada? Entiendo. ¿A qué hora necesito tener eso pre-
parado?
— Llegaré a casa a eso de las 7:30 de la noche.
Shinoa, quien estaba sentada en el sofá, dijo:
— Puedo rechazar tu oferta.
Guren la ignoró, y continuó:
— Bueno, te lo encargo.
— ¡Si, señor!
La llamada terminó. Colocó su celular nuevamente en sus
bolsillos.
— Bien, vamos a comer.
— Ya te dije que no voy. Además, no puedes ir a casa tampo-
co.
— ¿...qué pasa en realidad?
Guren miró a Shinoa, tenía un teléfono en su mano.
El dispositivo sonaba y vibraba.
— Por cierto –continuó Shinoa–, esos que están llamándome
son solo esos que hacen llamadas equivocadas, esos que están ad-
virtiendo algo, y mi hermana.
— ¿…tu amigos?
— Que pregunta más estúpida. ¿No has considerado donde
crecí?
32
La Casa Hiiragi.
Esta pequeña también cargaba el apellido de la Casa Hiira-
gi… nació con esta oscura maldición. De acuerdo a la informa-
ción dejada por Mahiru, esta pequeña tuvo los genes de un De-
monio dentro de ella.
— Contesta la llamada –dijo Guren.
— ¿Qué hay de que tú la contestes? Tampoco es que mi her-
mana sienta mucho interés en mí.
Eso era mentira.
Mahiru arriesgó su vida para salvar a Shinoa. Luego de eso,
ella fue acabada. Ella, por si sola, cargó con el peso del Demonio
en el cuerpo de Shinoa. Y por eso, ella perdió el control.
Sin embargo, no era necesario que Shinoa supiese eso. No era
necesario que ella también cargara con el peso de esa maldición.
Con eso, Guren tomó el teléfono y presionó el botón para
contestar.
— ¿Quién es?
La persona que llamó, respondió desde el otro lado de la lí-
nea.
— Estoy aquí para promover mi producto –era la voz de Ma-
hiru.
Además, parecía que Mahiru estaba siendo espiada en esa
conversación. Aun así, Mahiru continuó:
— Llamo para recomendarle una aspiradora por 400.000 ye-
nes.
— ¿Dónde estás ahora?
— ¿Vendrás y me abrazarás si te lo digo?
— Te mataré.
— Uy, qué directo.
— Ya deberías estar muerta.
— Que horrible. ¿Acaso yo no era la mujer que solías amar?
— Si ese es el caso, dime, por favor, ¿cómo puedo salvarte?
Te salvaré.
Shinoa, quien estaba sentada en el sofá, entrecerró los ojos y
lo miró.
Mahiru quedó en silencio. Todo lo que él podía escuchar era
una ligera respiración.
—…ah, esto. ¿Guren, hablas en serio, no?
33
— ¿Acaso es momento para jugar bromas? –respondió.
— No, una aspiradora de 400.000 yenes que puede aspirarlo
todo ha llegado a nuestro inventario…
— Cállate, ¿dónde estás ahora?
— Incluso si te revelo mi ubicación, no podrás venir. El telé-
fono de Shinoa está siendo espiado por la Casa Hiiragi. Si te digo
donde estoy, habrá muchos asesinos del «Mikado no Oni» diri-
giéndose a esta dirección. Más vidas se volverían a perder. Claro,
de tu lado también habrá asesinos.
Ella ya sabía que estaba siendo espiada. Quizá esta llamada
también estaba siendo interceptada por Kureto.
Como si pensara en eso, el teléfono de Guren vibró. Alguien
le había enviado un mensaje. Era Kureto.
El mensaje decía: Trata de extender la conversación tanto
como puedas.
Extendiendo la conversación, la ubicación de Mahiru, proba-
blemente, fuese determinada. Luego siguió leyendo el mensaje.
No me traiciones ahora, Guren. No olvides que si no puedes
matar a Mahiru en septiembre, tu padre morirá. No pospondre-
mos la ejecución…
La fecha estaba escrita en la parte superior de la pantalla:
28 de septiembre. Sakae Ichinose…, quedan menos de dos
días para la ejecución de papá.
— No puedes seguir así –susurró Mahiru–, muestras tus
emociones con demasiada facilidad.
— ¿De qué estás hablando?
— Estas sujetando el teléfono con tanta fuerza que los cru-
jidos se pueden oír. Estas usando mucha fuerza, eso lo sé, Gu-
ren.
—………..
— Has llegado a un punto muerto. Tu padre es un rehén.
Tus subordinados y asistentes también lo son. Aunque esta es
la situación, querer salvarlos y así… ¿no es eso demasiada co-
dicia? No tienes tal poder, ¿cómo piensas logar eso?
—……
Su teléfono volvió a vibrar. Era otro mensaje de Kureto, y este
parecía ser una especie de orden. Pero Guren lo ignoró.
—…por eso es que dije que necesitas morir.
34
— Jajaja –rió Mahiru–, pero no actuaste. Dijiste que que-
rías que muriéramos juntos antes de saltar de la cima del con-
dominio… mi corazón no fue atravesado. Aun puedo recordar
el calor de tu cuerpo abrazándome con fuerzas.
El teléfono de Guren volvió a vibrar. Nuevamente, ordenes
de Kureto.
Guren miró el celular.
Extiéndela un poco más. Ya encontramos su ubicación secre-
ta. Preparándonos para actuar…
Por un breve instante, Guren tuvo la necesidad de advertirle
a Mahiru que Kureto la iba a matar. Él no tenía idea de cuales
emociones lo hacían sentirse así. Pero fue tal como Mahiru dijo:
Probablemente yo no sea capaz de matarla…
Pero si le advierto, padre y mis subordinados morirán. ¿Qué
debo hacer? ¿Qué debería hacer?
—…………
No podía moverse, ni hablar, y mucho menos hacer nada.
— Guren –dijo Mahiru–, no necesitas ponerte nervioso. Me
gusta tu yo que es débil y avaro pero fuerte a la vez.
—………
Zumbido.
Si te atreves a traicionarnos, la gente más preciada para ti,
morirá. Responde. Di algo…
—…yo, yo…
— Jajaja –Mahiru rió alegremente–, que lindo, Guren. Eres
tan gentil y vacilante incluso bajo esas circunstancias. Tú, que
quieres ser amable con todos a tu alrededor, extenderás tu
mano hacia la oscuridad, ¿cierto? El tipo de oscuridad es un
lugar que es incluso más profunda y más oscura que la mía. Es
un lugar disfrazado de justicia, pero actualmente está lleno de
desesperanza… yo espero eso. Espero ver todo el desarrollo de
esta escena. Pero por ahora, terminaré aquí.
— Mahiru, espera.
— No estoy esperando por ti. Kureto-nii-san está aquí, tra-
jo consigo muchos subordinados. Jajaja ¡la fiesta nocturna co-
menzará de nuevo!
— ¡Mahiru!
35
Sin embargo, la llamada había terminado.
Guren estaba siendo excluido de la batalla de Guren y Mahi-
ru.
Al ser una persona inútil, no tenía ningún valor usarlo.
Luego que la llamada finalizara, se sintió como si toda la ener-
gía hubiese abandonado su cuerpo mientras miraba inexpresiva-
mente el celular.
Frente a la pantalla del teléfono –Shinoa, quien estaba senta-
da en el sofá, levantó la mirada y dijo:
— ¿Ya terminó todo?
— No hubo nada con que empezar –respondió Guren–. Estoy
siendo alejado del mosquitero.
—…alejado del mosquitero… el verano debería haber acaba-
do por ahora.
—……….
— Pero, conmigo es igual. No me toman en serio porque mi
hermana es una persona inteligente y excepcional. Ni siquiera se
la razón por la que traicionó a la Casa Hiiragi.
No, eso era un error. Mahiru se distanció a propósito de Shi-
noa. Lo hizo para protegerla.
—……….
Sin embargo, ahora que las cosas estaban de esa forma, él no
podía estar seguro si eso era cierto.
El paquete de documentos fue dejado por Mahiru. Por eso,
había una gran posibilidad que Mahiru, cambiara algo del conte-
nido solo por sus metas y objetivos.
Nada estaba claro.
Mi poder no es suficiente. Sin importar qué, ese es el mayor
problema.
Guren le entregó el teléfono a Shinoa.
El teléfono voló hacia la pequeña y aterrizó en el sofá antes
de rebotar y caer al suelo. Quizá se reventó cuando cayó al piso.
— ¿Por qué no lo atrapaste?
Escuchando eso, Shinoa se encogió de hombros.
— Esos que llaman solo pueden ser, mi hermana, anuncian-
tes, o gente que llama por equivocación. Con respecto a mi her-
mana, incluso si no tengo un celular, no tengo problemas para
comunicarme con ella… más que eso…–ella entrecerró los
36
ojos y miró a Guren–. Ichinose Guren. Además de intentar
usarte, mi hermana ya no volverá a comunicarse con alguien
como yo.
Alguien como yo –dijo calmadamente. Era mejor no apegarse
demasiado a su hermana. No, debería ser así para todos.
Eso era debido a haber nacido con la niña de un Demonio. ¿O
es que era debido a haber nacido como la hermana menor de una
cumplidora hermana mayor?
Con el fin de no salir herida, ella se distanció a propósito de
los demás.
Guren miró a Shinoa y dijo:
— ¿…quieres venir a mi casa a comer?
— Jajaja –sonrió Shinoa–, tus preocupaciones son redundan-
tes.
— ¿Qué quieres decir con poner las cosas de esa forma?
— ¿Eres ese tipo de persona que adopta cachorritos lamenta-
bles y trágicos que solo pueden comer alimentos caninos? ¿Qué
hay de tomar un vuelo que te lleve a África, donde puedes secues-
trar a un montón de chicos hambrientos y traerlos hasta aquí?
— Mocosa del demonio. Escucha a los adultos.
— Tú aquí eres un mocoso del demonio de unos quince años.
— Tengo dieciséis.
— Jajaja
Guren extendió su brazo y sujetó el de Shinoa.
— Se~cues~tra~dor~ de~ ni~ños.
Sin embargo, ella no se resistió. Su tono también fue monóto-
no. Para ella, no había muchos cambios emocionales.
— Se obediente –dijo Guren–, cállate y sígueme. Si no comes,
habrá comida de sobra.
—…que molesto –dijo aunque ya había comenzado a seguir-
lo.
— Vamos.
Ambos pasaron por los pasillos y salieron de la casa. Pasaron
por el vestíbulo y entraron al elevador, el cual tenía una capacidad
máxima de cinco personas antes de presionar el botón del primer
piso.
Dentro del elevador. El número que mostraba el piso en el
que estaban cayó del 7 al 5. Shinoa miró a Guren con los ojos
entrecerrados.
37
—…eh, Guren Ichinose.
— ¿Qué?
— ¿…me estás invitando a comer para ocultar tu debilidad de
que fuiste incapaz de salvar a mi hermana, cierto?
— Lo sé –respondió Guren.
— Aye, sabias eso. Debes ser muy, pero que muy molesto para
ti.
— Pero la comida que sabe delicioso sigue siendo mejor, ¿no?
–dijo Guren, y Shinoa levantó la vista hacia él.
— Si, eso es seguro –asintió. Luego el elevador llegó al primer
piso.
◆ ◆ ◆
En un cobertizo oscuro en el muelle, fue donde las señales del
celular de Mahiru fueron mostradas.
—…abre la puerta.
Siguiendo las órdenes de Kureto Hiiragi, los seguros de metal
fueron abiertos lentamente, acompañado por un fuerte y ensor-
decedor sonido de arañazos.
Todo el interior estaba completamente oscuro.
Era obvio.
Esta vez, él llegó con más de quinientos soldados equipados
con armas «Kiju». El cobertizo estaba siendo rodeado por com-
pleto. Más allá de eso, el nivel de poder del «Kiju» estaba sien-
do incrementado gradualmente con cada día que pasaba. Quizá,
Mahiru no sería capaz de resistir ese ataque.
Al otro lado, había una persona de pie.
Esa persona probablemente estaba tomando ventaja de la os-
curidad y buscaba una oportunidad de escapar.
—…si ella estuvo aquí, pero.
Su subordinada, Aoi Sanguu, quien estaba junto a él dijo:
— Kureto-sama, por favor, retroceda un poco. La línea delan-
tera es muy peligrosa.
— ¿Eh? Ah.
38
Kureto retrocedió dulcemente. No necesitó verse afectado
por emociones, permitiéndose deslizarse en tan aburrido peligro.
Aunque hubo batallas que no pudo ganar sin su general, si él salía
herido, sería el fin del juego.
— Escuadrones uno y dos, ataquen –dijo Aoi.
— ¡Si, madame!
Después de eso, dos escuadrones de cinco personas cada uno,
quienes usaban gafas de visión nocturna entraron en el cobertizo.
Si ciertamente Mahiru les estuviese tendiendo una embosca-
da, esos dos escuadrones habrían muerto. Pero eso fue solo en el
momento justo. Al saber que Mahiru estaba allí, debieron haberse
tomado más estrategias.
Sin embargo, la voz de alguien resonó.
— ¡No se han detectado rastros enemigos!
— Ciertamente –murmuró Kureto–, no podemos descuidar-
nos. Enciendan las luces.
Aoi asintió y levantó su cabeza para señalar a los soldados.
Con eso, los faros de un par de carros preparados detrás fueron
encendidos al mismo tiempo, iluminando todo el cobertizo de
almacenamiento.
Era un cobertizo indescriptible lleno con varios bienes.
Un oso de peluche estaba colocado en el centro del lugar. Di-
cho oso estaba sujetando dos celulares en su boca. El micrófono y
auricular estaban mantenidos juntos, fijados con cinta adhesiva.
Ese era un método para prevenir ser rastreada. Su voz estaba
siendo transmitida a algún lugar muy lejos por el celular que es-
taba siendo monitoreado.
— Tráiganme el celular…
El escuadrón que fue primero sacó el celular de la boca del
oso.
— Entrar casualmente en contacto con algo dejado por Mahi-
ru es peligroso –dijo Aoi con preocupación.
— Pero nada le sucedió a esa persona.
Mientras decía eso, él apuntó al subordinado que le entregó el
teléfono a él y le ordenó remover la cinta.
— Aquí tiene, Kureto-sama.
Después, él entregó el celular a Kureto, respetuosamente.
Ciertamente, ella usó dos celulares, transmitiendo su voz a
lugares alejados.
39
Tomó uno de los celulares para verificar su historial de llama-
da. Este había sido usado una sola vez. Es decir, hace poco.
La lista de contacto también fue verificada. No había ningún
número grabado. Él verificó el registro de mensajes solo para en-
contrar un mensaje incompleto y sin enviar.
Era algo así:
Título: Sin título.
Texto: Pude haber maldecido este teléfono. Pero no lo hice.
¿Sabes por qué, Kureto-nii-san? En mis ojos, no eres ni siquiera
un enemigo. Al momento que leas este mensaje, probablemente
ya no me encuentre en Tokio. Estoy planeando dirigirme a Kioto.
Si quieres matarme, entonces persígueme. Ah, por cierto, ¿qué
hay de tratar de perseguirme de la forma mostrada en esa famosa
película de espías? Kureto Hiiragi. Este mensaje está programado
para explotar diez segundos después de la pantalla se encienda.
Bien, 3, 2…
El mensaje terminaba allí. Kureto lanzó el celular hacia un
área donde nadie estaba presente. El teléfono aterrizó en el piso
y rodó.
—……
Pero el móvil no explotó. Kureto lo miró por un momento, y
murmuró sombríamente.
—…maldita mujer.
Un mensaje llegó en el otro celular. Solo había unas cuantas
palabras escritas.
¿Tienes miedo? ¿Estás asustado? Idiota.
Kureto no dijo nada. Verificó la identidad del remitente y la
llamó.
— Oh, Nii-san. Tanto tiempo sin saber de ti.
— ¿Estas en Kioto ahora?
— No. Aún estoy en Shibuya. Cerca de la escuela. ¿Sabes?
Está bien si me persigues.
Al fin y al cabo, era demasiado tarde. Él sabía que las cosas
progresarían de esta forma desde un principio. Esta vez, todo fue
orquestado por Mahiru. Si ese fuera el caso, ella debió haber esta-
do completamente preparada antes de actuar.
Asi era ella. Un monstruo incluso en el pasado. El sinónimo
de la palabra «genio».
A diferencia de mí, que tenazmente acumulé mis esfuerzos
diarios. Ella podría dar un paso al frente a una dimensión distin-
ta, sin esfuerzo alguno.
40
Sin embargo, esta es la razón principal por la que ella no pue-
de dirigir a los humanos. Pues es incapaz de encontrar un terreno
en común con nadie, ella no encaja para ser la cabeza de la Casa
Hiiragi.
Kureto habló con el fin de dar otro pequeño paso al frente.
Aunque era incapaz de cruzar a una dimensión distinta con un
solo paso, dio uno pequeño, un paso firme hacia adelante.
—…dime tu ubicación. Si no lo haces, mataré a Guren.
— Ja, ¿tratas de amenazarme con ese método?
— No es una amenaza. Si este método funciona en ti, lo haré
sin dudarlo.
— Es cierto. Puedes actuar.
— Si no quieres que eso suceda, entonces quédate allí, obe-
diente, y no te muevas. Si no, apuñalaré el ojo derecho de Gu-
ren…
— Jajajaja.
— Estoy hablando en serio. Si te atreves a desobedecerme.
Yo…
— JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Ella rió divertidamente. Mahiru parecía que estaba realmente
feliz; se rió como una jovencita pura, intachable.
Era inútil contra ella. Incluso si el ojo derecho de Guren era
apuñalado, a ella no le importaría. Incluso si Guren era asesinado,
tampoco le importaría.
¿O es que ella dijo eso para engañar a Kureto? La cadena ima-
ginaria de un monstruo no podía ser comprendida por los demás.
— Tu risa es ensordecedora.
— ¿En serio? Guren dice que le gusta.
— Incluso si no te importa, lo mataré.
— Jeje…
— Comenzaré un interrogatorio de tres días a partir de hoy, le
fracturaré ambos brazos y piernas, le cortaré los ojos y la lengua,
lo despellejaré. Luego lo mataré. Si no vienes a este cobertizo en
este momento, Guren Ichinose será…
—…jejeje, dices demasiadas cosas cuando estás desespera-
do, Kureto Hiiragi.
—…….
— Es cierto. Todo lo que haces siempre ha estado bien. Si lo
haces, probablemente saldré herida. Pues amo mucho a Guren.
41
— Entonces, si no quieres que pase…
Sin embargo, Mahiru lo interrumpió, dijo:
— Ah, estoy tan herida. Es tan doloroso, muy doloroso…
sin embargo, ¿qué si tomas acciones?
—…….
— Y además, Nii-san, como la hermosísima hermana me-
nor que comparte el mismo padre pero una madre distinta, te
aconsejaré con sinceridad. Si intentas usar el poder del Demo-
nio, solo por hacer las cosas que se suponen ser correctas, solo
te debilitará.
—…………
— Si sigues acumulando esos pequeños momentos, será
demasiado tarde. ¿La justicia? ¿Sentido común? Sal de esos lí-
mites. O nunca podrás ser capaz de atraparme.
— ¿Sabes cómo llama el mundo a esos bastardos que ignoran
regularmente los límites del sentido común? –respondió Kureto.
— No tengo interés en eso. Nacimos de… la familia en la
que nacimos era… un mundo en el que el poder lo era todo,
Nii-san. Ya tu sabias eso.
Sus palabras no podían ser más ciertas de lo que ya lo eran.
Sin embargo, a pesar de eso.
— Estoy a la cabeza del «Mikado no Oni». Te derrotaré den-
tro de los límites del sentido común del ser humano. Renunciaré
a todo lo que tengo, avanzaré con otros métodos y crearé un nue-
vo futuro.
— Por favor, haz lo que quieras. Bien, es hora de irme a
Kioto.
¿Qué ofrecía Kioto? Mientras pensaba en eso, él volvió a re-
nunciar. Ya no era necesario seguir conversando con Mahiru.
La próxima vez que la vea, la mataré.
La ignoró y terminó la llamada. Luego le preguntó a Aoi.
— ¿Eres capaz de detectar su ubicación?
Aoi sacudió su cabeza, y dijo:
— Aunque está en Tokio, el área cerca de Shibuya ya ha sido
investigada, pero es solo en esas áreas…
— ¿No puedes encontrarla?
— Si.
42
Desde el comienzo, Mahiru fue capaz de evitar ser rastreada.
Como tal, aquí ya no había valor cazarla. A cambio, era posible
ser burlado completamente por esa información.
—…Kioto. ¿Kioto, eh?
Kureto murmuró para sí mientras lentamente se adentraba
en sus pensamientos.
43
—……..
En el jardín del Orfanato Hyakuya, Mahiru Hiiragi miró su
celular que acababa de colgar, y sonrió ligeramente.
Luego inclinó su cabeza hacia atrás para mirar el cielo. Aun-
que estaba despejado, aquí en Shibuya, las luces de las calles eran
tan brillantes que no se podía ver ni una sola estrella.
Aquí, a finales de septiembre, no hacia ni frio ni calor, la tem-
peratura era perfecta. Era la época del año que a Mahiru le en-
cantaba.
Pero en este mundo, probablemente, los días cómodos como
este no volverían a ocurrir. Pues dentro de tres meses, el mundo
llegara a su fin.
De ser así…
—…debería aprovechar la oportunidad para comer una
paparda del pacífico.
Mahiru se hablaba a sí misma. La paparda del pacífico ac-
tualmente debería ser abundantes. Ella había escuchado que los
pescados eran más grasosos en la primera mitad de septiembre, y
adelgazarían a medida que el tiempo pasaba.
Ahh, no importa que tenga que ser a la parrilla. En cualquier
playa. El fuego rugiría. Los carbones crepitarían con la grasa. El
aroma lo inundaría todo –un hambre voraz le emocionaba la
mente.
Hambre. Deseo sexual. Ganas de vivir.
Wow, parece delicioso, comer algo así –tal como lo diría una
chica normal–, con Guren.
Definitivamente, ella estaba muy emocionada. Después de
todo, el mundo terminaría pronto.
Todo acabaría.
Hablando de eso, preguntas estúpidas que no necesitaban
considerarse, como: ¿Qué harías si el mundo terminara mañana?,
habían sido populares en la escuela a la que asistió de joven.
Todos formulaban y respondían esas preguntas muchas veces
al día.
Pero esta pregunta nunca había sido hecha a Mahiru, pues
para la noble Casa Hiiragi, nadie realizaría preguntas sin sentido.
44
Por eso, ella fue odiada por todos. Sin embargo, ella los seguía
viendo responder alegremente.
Hubo un chico que dijo que quería comer curry hasta el final.
Ella pensó: Esa podría ser realmente una buena decisión.
Hubo otra chica que dijo querer darles las gracias a sus pa-
dres.
Realmente no entiendo ese tipo de sentimiento, pues en mi
caso, nunca he sido amada por mis padres –pensó.
Luego, en cierto momento, ella también comenzó a formular-
se esa pregunta en su corazón. Aunque nadie llegaría a preguntar-
le, si alguien llegaba a hacerlo, ¿le respondería?
Si el mundo se acabase. Si el mundo acabase mañana, ¿qué
harías?
—………..
Aunque la persona que le llegase a hacer esa pregunta, nueva-
mente hoy no estaba a su lado.
A partir de ahora, ella trataría de decir las conclusiones que
ha obtenido hoy. Si el mundo acabase mañana, ¿qué haría?
— Seguiría siendo la paparda del pacífico…
Luego alguien respondió de debajo de ella.
— E-e-esa paparda del pacífico es realmente deliciosa, ¿cier-
to?
Mahiru bajó la mirada hacia la fuente de la voz. Allí de pie
estaba una pequeña sosteniendo una pelota de dodgeball. Proba-
blemente era una de las niñas que estaban al cuido del Orfanato
Hyakuya.
Aparentaba unos seis o siete años de edad. Era una niña de la
misma edad que su hermanita Shinoa. Incluso podría ser menor
que la misma.
La chica arrugó su frente y dijo:
— Pero no me gustan las entrañas, pues son demasiado amar-
gas.
Era una niña muy hermosa.
Ciertamente, las entrañas eran amargas. Esas que dejaría que
Guren se comiera. Pues ya que él siempre actuaba como un adul-
to, definitivamente se las comería.
— ¿Quién eres? –preguntó Mahiru, y la pequeña le respon-
dió:
— Me llamo Akane. ¿Qué hay de usted, onee-san?
— Me llamo Yamada Miyuki.
45
Mahiru dio un nombre falso. Akane le creyó, y habló con una
expresión bastante obediente.
— Bueno, Yamada-nee-san.
— Puedes llamarme Miyuki.
Al final, era un nombre falso.
— Bueno, Miyuki-nee-san. ¿Puedo preguntarle algo?
— Claro, ¿qué es?
— ¿Usted es amable?
Ella hizo una pregunta directa.
¿Amable? Si a ella le preguntaran, Mahiru no lo era, en lo
absoluto. Más bien, ella era del tipo de persona que era leal a sus
propios deseos.
Una mujer egoísta, que incluso en esta situación, donde el
mundo solo estaría en existencia por poco menos de tres meses,
solo pensaría emocionadamente en comer paparda del pacífico
en la playa junto a Guren.
Entonces, ¿qué tipo de persona era Yamada Miyuki?
Mahiru inclinó su cabeza y respondió:
— Hm… ¿cómo decirlo? No estoy realmente segura de si
puedo llamarme amable.
Originalmente, la persona Yamada Miyuki ni siquiera existía.
— Incluso así –dijo Akane–, dígame, ¿es amable?
Mahiru bajó su cabeza para mirar a la pequeña. Akane seguía
preguntante con una expresión seria.
— Pues usted está aquí por eso, ¿no? Para llevarse a uno de
nuestros niños, ¿cierto?
Con nuestros niños se estaba refiriendo a los chicos de este
orfanato.
La razón por la que Mahiru vino era para llevarse a un pe-
queño llamado Juni. Y así llevar a cabo experimentos. Los experi-
mentos del «Serafín del Final».
— ¿Onee-san, usted es amable? –volvió a preguntar Akane.
—……..
— ¿Sus padres son amables, onee-san?
—………..
46
— ¿Será amable con Juni?
Akane preguntó con desespero, y Mahiru le tocó amablemen-
te su linda cabeza.
— Ah…
Luego, las lágrimas de Akane se volvieron espontaneas, y co-
menzó a llorar. Probablemente porque estaba triste por separarse
del niño llamado Juni. Aunque ellos no estaban relacionados con
sangre, ella seguía tratándolo como su hermano menor.
Sin embargo, Mahiru apenas podía entender esos sentimien-
tos. Pues ella misma tenia hermana menor a la que le tenía algo
de aprecio. Ella hizo lo mejor por su hermana. Por lo que ella
podía entender eso.
Mahiru siguió acariciando la cabeza de Akane con amabili-
dad, y dijo:
— ¿Cómo te parezco?
— Muy hermosa –respondió Akane.
— Gracias.
— Y parece muy amable.
— ¿En serio?
— Si.
— Entonces ¿puedes confiarme a Juni?
En ese momento, Akane siguió hablando.
— Pero aunque parece amable, también parece triste.
— Eh.
— Parece triste –dijo Akane–. ¿Está triste, onee-san?
Eso era imposible. Esa sonrisa era algo que ella había practi-
cado muchas veces frente al espejo. Desde muy joven la practicó,
lo hizo hasta que pareciera que sonreía con naturalidad.
Pero, si una jovencita podía ver a través de esa sonrisa, en-
tonces…
—…quizá –respondió Mahiru. Luego, Akane pareció volver-
se a preocupar.
— Onee-san, ¿se encuentra bien?
Mahiru sonrió como si jugara una broma pesada.
— Últimamente, mi vida amorosa no ha ido muy bien.
47
Akane pareció muy interesada. Aunque era una niña, ya era
una mujercita. Al final de todo, ella se interesaría en cosas del
amor.
— ¿No se está llevando bien con su novio?
Ante esa pregunta, Mahiru se encogió de hombros.
— Aun no se ha vuelto mi novio.
— ¿Eso significa?
— Um~ ¿cómo decírtelo?
— ¿Qué tipo de persona es él?
— Mi amor de infancia.
— ¡Ah, un amor de infancia! ¡Entonces debería llevarse bien
con él, ¿no? Bueno, eh, ¿no se le ha confesado a usted todavía?
Mahiru sonrió y dijo:
— Cielos, ¿por qué siempre me preguntas sobre mi~? ¿No
deberíamos estar hablando de Juni?
Akane sonrió y dijo:
— Ah, está bien ahora.
— Eh, ¿por qué?
— Porque cuando usted estaba hablando de la persona que le
gusta, su expresión se volvió amable.
Aparentemente fue así. Cuando ella hablaba de Guren, su ex-
presión se tornaba amable, y era de forma natural.
En eso, ella pausó.
—…cielo, que chica tan honesta soy.
Mahiru rió para sí.
Hablando de eso, en el pasado, Shinoa también le había dicho
eso.
Ella dijo: mi hermana parece muy feliz cuando se pone a ha-
blar de cosas que tienen que ver con Ichinose Guren.
Luego recordó las veces cuando ella se situaba junto a su her-
mana en frente de una mesa de maquillaje, practicando su sonrisa
en el espejo para así parecer más linda.
48
Mahiru podía producir una sonrisa falsa inmediatamente,
pero Shinoa era incapaz de hacer eso con éxito.
— ¿Así? ¿Es así?
Pensando en la enorme sonrisa de Shinoa mientras decía eso,
el espíritu de Mahiru se encendió un poco.
A mis emociones internas no les queda mucho, pues el de-
monio las devora, pero incluso ahora estas pueden estar alegres
al pensar en Guren y Shinoa. Entonces, en el futuro, cuando tenga
que producir una sonrisa amable, solo debería pensar en él –pen-
só ella.
Sonriendo mientras pensaba en Guren, ella se dirigió a hacia
Akane.
— Hablando de eso, ¿tienes un chico que te guste?
En respuesta a eso, Akane se sonrojó.
— Eh, eh, yo…
— ¿Conque sí? ¿Quién es?
— Eh, eh, eh…
En eso, una voz llegó desde el interior del edificio del orfa-
nato.
— ¡Akane-chan!
Era una voz clara y determinada. Luego el cuerpo de Akane
tembló ligeramente.
Esa reacción fue fácil de entender. Así que así era.
Mahiru miró en dirección a esa voz. En dirección de la perso-
na en la que Akane pensaba.
Allí, estaba parado un jovencito muy guapo junto a otros ni-
ños.
Tenía un cabello dorado, muy suave. Una piel blanco pálido.
Probablemente no era completamente japonés. Ella había leí-
do eso en la data.
Su nombre era Shindo Mikaela.
Aunque él no lo sabía exactamente, él era un sujeto experi-
mental excelente. Era obvio que la «Secta Hyakuya» no dejaría ir
nunca, a un sujeto experimental tan maravilloso como él.
— ¡Mika!
Akane pronunció el nombre del chico. Su voz era más aguda
de lo usual. Este era el sonido de una chica enamorada.
49
No, todos los chicos alrededor del niño llamado Mika pare-
cían enamorados. Hablando de eso, los datos parecían decir algo
de que él era el líder del orfanato dentro de sus líneas.
Un niño pequeño estaba abrazando fuertemente el brazo de
Mika. Era Juni, quien sería transferido de las manos de los edu-
cadores Hyakuya.
Juni estaba llorando. A su lado estaba la anciana asignada de
manejar el orfanato.
Detrás de ellos, un hombre con un traje negro estaba de pie.
Había sido ubicado allí por la «Secta Hyakuya», se llamaba Saitou.
Este miró fríamente en dirección a Mahiru. Ella no respondió:
— ¡Mika-nii! No quiero irme. ¡No quiero!
Juni abrazó la rodilla de Mika, y este le acarició amablemente
la cabeza.
Luego miró en dirección a Mahiru.
Unos ojos completamente azules. Un directo, puro y podero-
so azul, tan claro que parecían que podían ver a través de lo que
fuese, sin importar qué.
Mahiru mostró la sonrisa que practico muchas veces desde
joven, y dijo:
— Juni-kun. No tienes por qué tener miedo, pues nuestra fa-
milia es muy normal, todo está bien.
Juni no se volvió a verla. En lugar de eso, Mika fue quien ha-
bló:
— ¿Tu eres?
— Mika, ella es Miyuki Yamada –dijo Saitou–. Ella va a con-
vertirse en la hermana mayor de Juni.
— ¡No quiero una hermana nueva! ¡Yo… yo quiero estar jun-
to a Mika-nii y Akane-nee!
Juni aulló, lloraba. Mika miró a Akane mientras acariciaba la
cabeza de Juni.
— ¿Cómo?
— Si, ella es muy amable –respondió Akane.
Parecía que Akane había sido enviada por Mika para verificar.
Mika-kun. Los ojos de la persona que verificaba debieron es-
tar ciegos.
— Ah, ¿sí…?
Mika entrecerró sus ojos, luego volvió a mirar a Mahiru.
— Eh, Yamada Miyuki. ¿Dónde están tus padres?
50
— Ah –respondió Mahiru–, ya que era posible que Juni sin-
tiese miedo si venían muchos adultos, fui elegida para venir
sola. Papá dijo que él probablemente se apegaría a alguien que
tuviese casi su misma edad… que fastidio, tengo 16, ya no de-
berían considerarme una niña, que confuso.
Todo lo que dijo eran mentiras, incluso fingió una sonrisa.
— Pero si no soy de confianza, si se sienten incomodos por-
que mis padres no están cerca…
— No, está bien –dijo Mika, sacudiendo su cabeza–. Lo sien-
to, hice una pregunta extraña.
Tras decir eso, él se arrodilló. Colocó sus ojos al mismo nivel
a los del sollozante Juni, sonrió cálidamente y dijo:
— Juni, esa persona parece muy amable.
— ¡No! ¡No quiero ir! –gritó él.
— Juni. Todo será muchísimo mejor que aquí.
— ¡Pero, quiero estar contigo, Mika-nii! –gritó Juni.
— Si. Yo también quiero estar contigo. Pero tendrás una nue-
va familia, y eso es mejor.
— ¡Pero todos los del orfanato son mi familia!
— Si.
— ¡Mika-nii, lo dijiste antes! ¡Dijiste que ya no estaba solo!
¡Dijiste que todos en el orfanato eran mi familia!
— Si. Lo dije antes. Siempre seremos tu familia y amigos, Juni.
— ¡Entonces!
En eso, Mika abrazó a Juni amablemente, y dijo:
— Es porque somos tu familia, que queremos apoyar esto,
que esto será lo mejor para ti –abrazó fuertemente a Juni–. Juni.
No llores. Si eres hombre, debes ser fuerte y avanzar. Todo está
bien. Pues si quieres escapar, podrás volver aquí, junto a nosotros,
en cualquier momento.
— Uuuuu –oyendo eso, aunque era solo un niño, Juni hizo lo
mejor para contener sus lágrimas–. Mika-nii.
— ¿Sí?
—…n…no quiero dejarlos.
51
— Si.
— Quiero estar junto a todos.
— Yo también.
— Pero ¿tengo que irme?
— Si.
— Si no voy, ¿te decepcionarás, Mika-nii?
Mika sacudió su cabeza y respondió amablemente.
— No me decepcionaré. ¿Cómo puedo sentirme decepciona-
do de lo que hace un miembro de mi familia? Juni, tu avanzarás,
de eso no hay duda. Pues comprendo más que nadie, que eres un
niño muy fuerte.
El cuerpo de Juni tembló. Aunque solo tenía cuatro años de
edad, él quería cumplir las palabras de Mika.
Pues quería ser elogiado.
Él se encontraba en una edad en la que comenzaría a tener el
deseo de ser reconocido.
Por el bien de ser elogiado por Mika, Juni quiso esforzarse.
Y solo el chico llamado Mika tenía ese tipo de carisma. Con
solo unas cuantas palabras, él pudo captar los pensamientos de
Juni. Él tenía una habilidad de liderazgo excepcional, algo que no
estaba registrado en sus datos experimentales.
Todos allí estaban cautivados por el carisma de Mika.
— Entonces… si me elogias… haré lo mejor, Mika-nii –dijo
Juni. Él, con su pequeño cuerpo, podría apretar el paso en el
mundo.
Acariciando la cabeza de Juni, Mika sonrió y dijo:
— Bien. Ve, Juni.
Juni se volvió. Ya no estaba llorando. Avanzó hacia Mahiru.
— Eh, eh… por favor, cuide de mi –dijo.
— Lo mismo digo –dijo Mahiru, sonriendo. Luego asintió.
Si me esfuerzo ahora, lograré la felicidad – no creo en una
cosa tan ideal. Si solamente el mundo de cumplir las promesas y
esforzarse fuera tan bueno. Sin embargo…
—……..
52
Desafortunadamente, el mundo no es así.
Si ese fuese ese tipo de mundo, el amor de su juventud ya ha-
bría tenido resultados. Ella ya estuviese inscrita en alguna escuela
secundaria, pero probablemente se saltara clases para rostizar pa-
parda del pacífico en alguna playa, junto a Guren.
Luego, ella le daría a Guren las entrañas amargas para que
las comiera. Probablemente él sonriera y dijera: cielos, siempre
eres tan impulsiva, Mahiru. Si él sonriera, incluso si sus labios
se pusieren un poco amargos por las entrañas de pescado, ella lo
soportaría y los aceptaría.
— Vamos.
Mahiru sujetó la mano de Juni. Él asintió. Luego de unos pa-
sos, se volvió, otra vez. Aunque parecía que estaba a punto de
llorar, hizo lo mejor para resistir.
Mika sonrió y asintió:
— Eres asombroso.
— ¡Si!
Juni asintió con fuerza. Luego Mika dijo:
— Eh, Miyuki-san…
Quizá porque estaba soñando despierta con Guren, Mahiru
casi olvida quien era Miyuki, y sus reacciones fueron torpes.
Ah, era el nombre falso que acababa de dar.
— Si –respondió, y Mika le dijo:
— A Juni le encanta leer manga. Le gustan las historias de
aventuras como «Momotaro».
—…………
— Aunque a él le asustan los monstruos… él es el tipo de
niño que se vuelve valiente, lo suficiente como para dormir por su
cuenta si le dices que es tan fuerte como Momotaro.
—……..
— Y es un niño que apuntará a lo mejor… un niño que to-
mará la iniciativa de cuidar a aquellos que son más jóvenes… es
un niño amable que no odia a sus padres, a pesar de que ellos
abusaron de él y lo abandonaron… por eso.
El cuerpo de Juni volvió a temblar. Su mano se sacudió en la
de Mahiru. Y volvió a llorar.
53
Mahiru miró a Mika. Y al mirarla, él continuó.
— Por eso, si puede salvar a Juni de aquí, por favor, trátalo
bien. Él es un niño inteligente que ama aprender, así que, por fa-
vor, edúcalo.
—……..
— Ya posee recuerdos dolorosos. Creo que es su turno de te-
ner el derecho de ser feliz –dijo Mika. Él realmente era una per-
sona asombrosa. Apenas tenía 8 años de edad. Sus circunstancias
también fueron desafortunadas.
En este orfanato, en este lugar donde los niños son reunidos
para ser experimentos, no había un niño que no haya sufrido.
Sin embargo, él aún estaba preocupado de sí Juni obtendría
felicidad. Sintió que él era responsable de la felicidad del niño.
Pero aun así…
—………
Sin importar cuán sorprendente era, él seguía siendo un niño.
Eso es lo que pensaba Mahiru.
Ella también consideró lo mismo cuando era niña. Ella pensó
que también tenía el derecho de la felicidad.
Sin embargo, tal derecho no existía.
Si uno quería obtener ese tipo de derecho, uno tenía que llo-
rar y aullar desesperadamente, y confiar en uno mismo para ob-
tenerlo.
Por eso es que me convertí en un demonio. Para perseguir la
fuerza. Incluso así, Momotaro aún no ha llegado a la isla del de-
monio en mi corazón para acabar con él. El príncipe en el caballo
blanco tampoco ha aparecido. ¿Dónde dejé la zapatilla de cristal
de la cenicienta?
—…no hay problema. Me asegurare de que sea feliz.
Mahiru le prometió a Mika.
Asegurado, Mika sonrió.
— Bien, Juni-kun, nos vamos.
En respuesta, Juni asintió. Salieron del orfanato.
Allí afuera, ellos caminaron un rato, y luego se detuvieron en
una van. Mahiru abrió la puerta y permitió que Juni se sentara en
el asiento trasero.
El hombre en el asiento del conductor se volvió:
54
— Oye, ¿quién eres…?
En ese momento, Mahiru agarró el cuello del hombre, y lo
mató.
Con un crujido agudo, el interior del carro resonó con el so-
nido de su cuello siendo quebrado.
Juni pareció no comprender lo que sucedía al instante.
—…wu….eh, ¿qué…?
— No temas. Todo está bien.
Mahiru dijo con una sonrisa. Luego apretó el pecho de Juni,
haciéndolo perder el conocimiento. Él ya no vería más cosas te-
rribles. Ni necesitaría tener miedo de los monstruos. No nece-
sitaría convertirse en Momotaro, tampoco esperar un príncipe.
Aunque ella no estaba segura si eso era algo de lo que estar alegre.
Mahiru aseguró el cinturón de seguridad del inconsciente
Juni. Y le acarició la cabeza.
55
56
Luego, ella cerró la puerta. Se ubicó en el asiento delantero,
cambiando al conductor muerto hacia el asiento del copiloto.
También le aseguró el cinturón.
— Grandioso.
En ese momento, Mahiru recordó que aun llevaba un unifor-
me de marinero. Si conducía, ¿sería detenida por la policía?
Mahiru se sentó en el asiento del conductor. Giró la llave para
el arranque, y comenzó a conducir. Girando el botón de volumen
del radio, una música realmente triste comenzó a sonar.
Al final, Juni ni siquiera tuvo que escuchar esa mierda llama-
da música. Mocoso afortunado.
Ella cambió la estación radial, colocando su preferida. Había
una estación que actualmente reproducía jazz, por ahora, ella es-
taba bien con eso. El carro se llenó con sonidos suaves de violín
y percusión.
— ....
El carro condujo por la Autopista Metropolitana. Se movió
entre los carriles para superar otros carros.
Luego, en el espejo retrovisor, ella notó otro carro siguién-
dola.
No era la policía.
Entonces, ¿la «Secta Hyakuya»? ¿El «Mikado no Oni»?
De cualquier forma, puedo manejarlo. Siempre y cuando el
oponente sea humano, puedo manejarlos.
Pero quizá hoy no sería lo mismo. Después de todo, ella había
interferido en cosas de este mundo que no se debían modificar.
Eso era un tabú abrumador.
Una investigación insana que podría destruir el mundo.
El nombre de esa investigación era: «El Serafín del Final».
Por el bien de no dejar que el mundo exterior se enterara de
la investigación en curso, el orfanato Hyakuya estaba lleno de en-
cantamientos pesados.
Pero ahora que ella estaba fuera, ella podría ser perseguida
por esos «Aliados de la Justicia» que querían proteger el mundo y
conservar la ley y el orden.
—…realmente vinieron.
Mirando por el espejo retrovisor, ella murmuró.
57
En el espejo, ella vio que en el tejado del carro que la perse-
guía, algo que parecía un ser humano, aunque a la vez no lo pare-
cía, estaba tambaleándose y manteniéndose de pie.
Mahiru se fijó en las comisuras de la boca de la cosa huma-
noide.
Su boca tenía colmillos. Esos eran vampiros.
Monstruos que no eran partidos para los humanos.
Ellos tomaban la sangre de los humanos como si fuera comi-
da, y había 4 de estatus elevados, solo por el bien de proteger la
paz mundial.
Si ella fuese una persona normal, ella habría renunciado a la
esperanza.
Los humanos en frente de los cazadores, solo tenían el rol de
inclinarse.
Sin embargo.
—…ya no soy humana. Sal, Asuramaru.
Con un susurro fantasmal, una katana japonesa se materiali-
zó de repente en la mano izquierda de Mahiru.
Luego liberó su cinturón de seguridad. En eso, el vampiro en
el espejo retrovisor voló hacia la van.
Había dos de ellos volando hacia ella.
Los movimientos de los vampiros fueron extremadamente
rápidos. Tanto así, que los humanos normales serían incapaces
de mantener.
Al momento en que Mahiru se volvió, los vampiros ya esta-
ban junto a su van. Levantaron el carro junto al de ella, como si
estuviesen a punto de lanzárselo.
— Woah~que exagerado. Es como una película.
Mahiru rió y sacó su katana. Cortó la van en la que estaba
sentada a la mitad, y salió volando.
58
Ya estaba completamente oscuro cuando Guren salió del ele-
vador del condominio.
Eran las 6:15 de la tarde. Hora de cenar.
En las calles que estaban siendo iluminadas por las farolas, las
siluetas de hombres asalariados y estudiantes, cuyos uniformes
estaban pobremente puestos, se podían ver.
Alejándose de las amplias calles, Guren llamó un taxi.
— Sube.
—……
Guren se aseguró que Shinoa había abordado el taxi antes
de decirle la dirección al conductor. El chofer encendió el motor
mientras los miraba por el espejo retrovisor. Era un hombre de
mediana edad, unos 40 años quizá, con un bigote en su rostro.
— Huh, aun siendo estudiantes toman un taxi y cosas así.
Ciertamente, ustedes deben ser gente importante.
—……..
Guren miró al conductor del taxi una vez más antes de des-
viar su mirada e ignorarlo.
— Sus padres deben ser ricos –continuó el conductor.
Guren no negó sus palabras. Aunque esa familia rica actual-
mente era rehén de Kureto.
— Que molesto, durante periodos como estos cuando la eco-
nomía no está muy buena… siendo mucha envidia de jóvenes
maestros como ustedes.
Que ruidoso. No estoy seguro si debería decirlo en voz alta.
— Pedirme que conduzca a una ubicación tan cercana no es
lucrativo para nosotros.
— ¡Quién sabe!
— Ah, ¿qué acabas de decir?
— Nada.
Shinoa, que estaba sentada a su lado, lanzó una mirada inte-
resada hacia ellos.
59
El taxi condujo por la entrada de la Autopista Metropolitana
y recortó en el carril más a la izquierda.
Fue un movimiento ligero, pero el conductor siguió.
— Hace solo dos años, yo estaba trabajando en una industria
manufacturera. Pero mi presentación era pésima, que me expul-
saron. Que molesto. Esa gente que piensa que son tan buenas de-
cide expulsar sin autorización.
—………
— Cielos, eso fue demasiado casual. Políticos, millonarios…
y todos esos, no tengo idea. ¿Chicos, ustedes creen ser el centro
del mundo?
Guren, escuchando esas palabras serviles, dejó su cadena de
pensamientos y no pudo evitar reír amargamente. Eso era porque
estaba pensando en las mismas cosas serviles cada día.
Él también, desde su nacimiento, estuvo en un mundo con-
trolado completamente por la Casa Hiiragi.
La mujer que a él le gustaba le fue arrebataba, su dignidad le
fue arrebatada. Ahora, incluso cuando sus padres y subordinados
eran rehenes, él no podía hacer nada.
Quedaban dos días hasta la ejecución de su padre.
Sin embargo, él ni siquiera sabía dónde estaba Mahiru.
No, ¿por qué tengo que perseguir a Mahiru? ¿Existe alguna
necesidad real para matarla? Al fin y al cabo, quien decidió eso
no fui yo.
Allí no había espacio para su propia voluntad. Pues estaba
perdido. Pues era un perro abandonado desde el momento de su
nacimiento.
Por eso, todo. Todo fue decidido por la Casa Hiiragi.
— Bueno –continuó el conductor–, mi cliente, siendo un jo-
ven maestro, probablemente no entiende las cosas que pasan en
este mundo.
—…jajaja, eso quizá no sea del todo cierto.
— Probablemente estén viviendo su vida en un aposento muy
cómodo.
— Si.
— Este es el uniforme de una institución de élite, ¿no? Algu-
nas veces, ustedes toman un taxi. Realmente son grandes indivi-
duos. Que hermoso. El éxito les fue dado desde su nacimiento.
También quiero ser así.
— Jajajaja –rió Guren.
60
Quizá esos estudiantes de élite que hayan tomado este taxi
han muerto ya. Los estudiantes de la Secundaria Shibuya, du-
rante el periodo de abril a septiembre, habían sido atacados dos
veces por la «Secta Hyakuya». Una gran porción de ellos había
sido asesinada.
Claro, Guren apenas había evitado la muerte un par de veces.
Si era posible, él no habría querido nacer en una familia como
esa.
— Lo siento mucho sobre el éxito entregado a nosotros.
— Bueno, de repente cambiaste tu actitud. No puedo decir
nada más sobre ello…
El carro se detuvo en el semáforo. Girando en esta intersec-
ción, pronto los estaría llevando al condominio de Guren.
Una madre cargando unas bolsas de comprar y observando
a su niño estaba caminando por el cruce peatonal. El conductor
estaba dando golpes leves al volante con sus dedos.
—…que molesto. Caminar de forma tan alegre. Bueno, yo
también tuve un hijo. Pero luego que me expulsaron, él se fue
con su madre.
En eso, Shinoa dijo fríamente.
— Que molesto, ustedes si hablan. Aunque no me interesan
esas cosas.
— ¿Ah?
El conductor quedó un poco conmocionado mientras se vol-
vía.
El semáforo comenzó a parpadear. La madre apresurada-
mente tiró de la mano de su niño, quien era bastante inestable
en sus pies.
Bicicletas que estaba pasando entre los vehículos en la calle,
se detuvieron en una línea al lado del taxi.
Luego de eso, al mismo tiempo…
—……….
De repente, un dong sonó, era como si algo acabase de ex-
plotar.
— ¡¿Qué sucedió?! –gritó el conductor.
Guren notó que el sonido venía desde arriba. Pues así lo
hizo Shinoa. Guren levantó la mirada, por supuesto, no pudo ver
nada.
Escuchó ese sonido agudo y chirriante que se parecía al que
uno hacia cuando algo era arañado contra el metal. No tenía ni
idea de lo que estaba pasando.
61
Aunque no tenía idea, Guren dijo:
— Oye, Shinoa.
—…aquí.
— Sal.
Guren abrió la puerta y agarró el atuendo del conductor. Este
los miró.
— ¿Eh? ¿Eh? Oigan, chicos…
Él estaba siendo ignorado. Guren, con fuerza, arrastró al con-
ductor mientras saltaba fuera del taxi.
En eso, un volquete minero cayó desde el aire.
Para ser más precisos, era un volquete minero que chocó con-
tra los muros amortiguadores de sonido de la Autopista Metro-
politana. Si ellos estuviesen dentro, habrían muerto al instante.
Después de eso, el camión comenzó a dirigirse hacia la direc-
ción del cruce peatonal. La madre y su hijo aun caminaban por
allí.
No se escucharon gritos. Las expresiones estaban enmude-
cidas. Desde su ubicación, no existía lugar donde uno pudiese
correr para prestar ayuda.
Ellos morirían. Esa madre y su hijo morirían.
Usualmente, así seria. Sin embargo.
—…préstame tu poder, «Noya».
Guren dijo antes de sacar al Demonio de la bolsa que conte-
nía su katana.
Casi de inmediato, Guren sintió que los deseos se expandían
en su cuerpo.
Lujuria. Deseo de ser reconocido.
Todo tipo de deseos comenzaron a expandirse en su cuerpo.
Después de eso, él libero esos deseos.
— Ve.
Guren dio un paso adelante. Un cuerpo tan ligero como una
pluma. Osciló su espada, y con eso, el volquete minero fue corta-
do en dos.
Shinoa, quien estaba detrás de él, dijo:
— Wow, definitivamente ya no pareces humano.
Ellos miraron en dirección en donde la madre estaba.
— ¡NOOOOOOOOOOOOOO!
Aunque ella fue salvada, ella seguía gritando. Ese grito atrajo
la atención de todos.
62
El volquete minero que cayó de la nada. Un taxi destrozado.
Un individuo sospechoso vistiendo un uniforme escolar y suje-
tando una katana.
Esos que pudieron ver toda la escena, comenzaron a gritar,
estaban en shock.
El conductor del taxi, que aterrizó sobre su trasero en el paso
peatonal, dijo:
— ¡U-u-ustedes, ¿quiénes son ustedes?!
Shinoa lo interrumpió.
— Jaja… esos tipos que son ricos y que están destinados a ser
exitosos.
— ¿Eh?
— Es mejor que escapes ahora, colega. Podrías morir aquí.
Ignorando su conversación, Guren levantó la mirada hacia la
Autopista Metropolitana.
Un par de carros más cayeron desde arriba.
Dong, dong, dong…
La multitud desordenada a los lados comenzó a escapar de
ello. El conductor también hizo lo mismo.
Shinoa, de pie al lado de Guren, dijo:
— ¿Qué sucede exactamente?
— ¿Cómo lo voy a saber? Es mejor que te alejes rápido.
— ¿No estás atravesado?
—…quiero observar la situación un poco.
— La curiosidad mató al gato…
Era cierto. Sin embargo, esta área estaba cerca de su casa.
Solo le tomaba unos minutos irse caminando. Si la batalla entre
la «Secta Hyakuya» y el «Mikado no Oni» se desarrollaba allí, él
se vería involucrado.
— Bueno –dijo Shinoa–, ¿no habrá una cena deliciosa?
— No.
— Es por eso que siempre digo que los hombres hablan, ha-
blan y no actúan.
— Eres muy ruidosa.
Su casa estaba demasiado cerca del campo de batalla, no ha-
bía forma de disfrutar una cena calmadamente.
63
— Necesito un taxi para ir a casa. ¿Tienes dinero? –Shinoa
habló mientras extendia su palma–, pues fui secuestrada de re-
pente.
— Al menos –dijo Guren, pasándole 10.000 yenes–, compra
comida para llevar o algo antes de regresar…
Mientras lo decía, otro carro llegó volando desde la Autopista
Metropolitana. Pero esta vez, fue diferente a lo de antes.
Parecía como si el carro hubiese sido lanzado por algo que
tuviese una fuerza enorme. El carro chocó contra un rascacielos
cercano a la Autopista Metropolitana y desapareció dentro.
Ese tipo de destino podría ser logrado incluso con la fuerza
del «Kiju».
— ¿…qué es eso, un monstruo?
Guren retrocedió. Escaló el rascacielos detrás de él y saltó ha-
cia la Autopista Metropolitana. En eso, Shinoa habló:
— Ichinose Guren.
Él no respondió. Pero ella continuó.
— Ten cuidado, por favor.
Guren se volvió y asintió.
— Tu también.
De inmediato, él quebró las puertas automáticas de cristal del
edificio con su espada.
Desde allí, él pudo ver la superficie de la Autopista Metropo-
litana.
La autopista completamente destrozada. Muchos carros cho-
caron con otros y estaban tendidos en el piso.
Seis siluetas, que parecían humanas, estaban de pie en un par
de carros.
Guren reconoció a una de ellas.
Cabello cenizo y largo. Una piel blanco-nieve.
Una hermosa chica que vestía un uniforme escolar: era Ma-
hiru.
Mahiru Hiiragi estaba allí.
Ella estaba protegiendo a un niño, y parecía como si estuviese
rodeada por enemigos. Una katana se encontraba en su mano de-
recha. Las maldiciones circulaban por su piel. Parecía que estaba
asustada, lo cual era raro de ver. Los enemigos eran fuertes.
64
—…así que de esto se trataba.
El enemigo estaba desarmado. Parecía que no equiparan nada
parecido a las armas «Kiju».
Un hombre llevaba una camiseta polo.
Una mujer llevaba un vestido.
Un hombre usaba un atuendo deportivo.
Un hombre vestía una camisa blanca.
— ¿Es la «Secta Hyakuya»?
El hombre que vestía la camiseta polo saltó. Era anormalmen-
te rápido. Era ese tipo de velocidad con la que Guren no podía
igualarse.
Mahiru bloqueó el ataque con su katana. Sin embargo, debido
a ese ataque, ella fue empujada hacia atrás mientras la parte supe-
rior del carro se dañó por la presión.
La mujer con el vestido saltó.
Ella tomó la muñeca de Mahiru. Esta quiso zafarse de su aga-
rre, pero fue incapaz de hacerlo. La mujer abrió su boca. Tenía
dos colmillos filosos en su boca.
— ¡¿Vampiros?!
Guren no pudo evitar gritas.
Aunque ella tenía el «Kiju», era imposible ganarles a los vam-
piros.
En otras palabras, Mahiru seria asesinada.
No había forma de salvarla. Entablar una batalla con esos
cuatro vampiros era un sinónimo de suicidio.
La curiosidad mató al gato –el problema era peor que eso.
En eso, el hombre que vestía un atuendo deportivo y el hom-
bre que usaba la camiseta manga larga comenzaron a congregarse
en dirección apuntada hacia Mahiru.
— ¡Maldición!
Guren dejó el rascacielos. Y se dirigió hacia la Autopista Me-
tropolitana.
Ese fue el momento en que sus ojos se encontraron.
Ella se percató de él.
Los cuatro vampiros expusieron sus colmillos y comenzaron
a succionar la sangre del cuello, cintura, muñeca y pierna de Ma-
hiru.
66
65
Si esos tipos iban en serio, Mahiru seria asesinada de inme-
diato.
Sin embargo, ella miró a Guren y sonrió con un poco de co-
quetería.
Abrió su boca ligeramente, y Guren pudo leer sus labios. Ella
dijo algo como: No ataques, solo observa.
La complexión de Mahiru comenzó a empeorar. Debido a la
pérdida de sangre, ella comenzó a perder vigor. Estaba a punto
de perder su vida. Guren estaba seguro de eso. Sin embargo, du-
rante toda esa escena, Mahiru dijo algo más: La reina vampiro de
Kioto…
Eso fue todo lo que Guren pudo leer de sus labios. Cuando
esas palabras aparecieron, la mujer con el vestido se levantó. Ma-
hiru fue bloqueada por su espalda y él ya no pudo ver sus labios.
Subsecuentemente, los demás vampiros también dejaron de
succionar la sangre de Mahiru.
Ella seguía hermosa como siempre, a pesar de haber perdido
mucha sangre y palidecer por la apatía.
Después de eso, ella rió. Lo hizo con alegría. Y luego miró a
Guren.
Después de ese ataque, ella perdió el conocimiento y fue le-
vantada por el cuello. Uno de los vampiros alejó a Mahiru. El otro
joven que parecía tener problemas para respirar también fue ale-
jado. Parecía que los secuestraban hacia cierto lugar.
No, yo conozco el destino.
Era Kioto. Probablemente ellos estaban siendo llevados a la
base de los vampiros.
Mahiru le permitió presenciar toda la escena. Él seguía sien-
do importante para ella.
Sin embargo, ¿estaba bien dejarla que se la llevasen de esa
forma?
Guren apretó sus manos alrededor de la empuñadura de su
«Kiju». No tenía poder para ayudarla. Comparado a Mahiru, él,
quien parecía incluso más débil, no podía ser partido para los
vampiros.
Apretó sus manos con más fuerza.
Las palabras que habían repetido una y otra vez, se materiali-
zaron en su cabeza.
¿Por qué siempre es así? Siempre es así porque no tengo po-
der.
66
El vampiro con traje blanco lo miró. Ellos usaban atuendos
para disfrazarse como humanos. Pero si uno los observaba de
cerca, uno podría darse cuenta que era una criatura completa-
mente distinta.
Los vampiros eran hermosos; sus pupilas no contenían nada.
El hombre con camiseta blanca saltó. Y aterrizó en frente de
Guren con solo un paso.
Guren se preparó para golpear de inmediato. Sin embargo,
antes de poder mover su brazo, ya el vampiro había sujetado fá-
cilmente el hombro de Guren.
— ¿Eres el compañero de esa mujer? –dijo en voz baja.
Guren miró esas pupilas que reflejaban el vacío, estimando si
él era capaz de matar a ese bastardo.
Si el «Kiju» estaba determinado para permitirle descontrolar-
se, ¿sería probable que, él pudiese perforar al vampiro al menos
una vez?
En eso, una voz sonó desde las profundidades de su corazón.
«No puedes hacer esto. Debes entregarme tu cuerpo nueva-
mente» -era Noya quien habló–. «Además, las cadenas de esta
maldición prevendrán que te descontroles. Es tiempo de traicio-
nar a la Casa Hiiragi. Libera estas cadenas. Si no lo haces, nunca
serás capaz de obtener lo que quieres»
Dijo todo eso, pero ¿liberar esas cadenas le permitiría derro-
tar a esos bastardos?
Esos monstruos que habían dominado completamente a Ma-
hiru.
El vampiro continuó:
— Nos llevaremos a esta mujer. No te atravieses.
— ¿Qué si no lo permito? –respondió Guren.
— ¿Qué puede hacer un simple humano?
Él dejó a Guren. Le dio la espalda, y se alejó.
Era una espalda indefensa. En realidad no le importaba.
Sin embargo…
—……..
Guren no trató de moverse. Si lo hacía, podría ser asesinado
al instante.
Incluso si usaba esta arma «Kiju» que había sido suprimida
por maldiciones, su poder estaba completamente alejado del de
los vampiros.
Los sonidos de helicópteros acercándose se podían oír desde
67
el cielo. Otros vampiros estaban aquí para derribarlos.
Esto era Shibuya.
Esta era la ubicación de las sedes del «Mikado no Oni», el cual
estaba operando bajo las ordenes de la Casa Hiiragi. Excluyendo
a la «Secta Hyakuya», este era un lugar donde ni siquiera las de-
más organizaciones hechiceras podían invadir.
Pero los vampiros congestionaron la Autopista Metropolitana
sin cuidado y dejaron entrar un helicóptero.
Hacen lo que les da la gana.
Alborotar la rutina de los humanos. Pero esto era, después de
todo, un problema humano.
Una escalera de mano, la cual descendió del helicóptero, fue
sujetada por el vampiro que sujetaba a Mahiru y al chico.
El helicóptero ascendió, llevándose a Mahiru.
Guren no pudo hacer nada. Ni una miserable cosa.
Los demás vampiros saltaron de la Autopista Metropolitana
y desaparecieron.
Guren miró atónito mientras se quedaba de pie en la Auto-
pista Metropolitana, en la cual, muchos carros se deslizaron y
chocaron.
¿Qué quería hacer Mahiru? ¿Estaba rogándole a Guren? Pero
eso era algo que él desconocía.
—…….
En eso, él vio algo brillante. Estaba adelante. Al lado de un
carro volcado.
Una espada tendida en las calles de la Autopista Metropoli-
tana.
Era negra, una espada que no reflejaba luz. Era gracioso cómo
tal espada estaba brillando cegadoramente.
Quizá era un arma «Kiju». Parecía como si fuese algo que
Mahiru acabase de sostener.
Probablemente cayó cuando los vampiros succionaban su
sangre.
—………..
Él miró la espada. El arma de Mahiru.
Guren conocía el nombre del Demonio en la espada. Él re-
cordó que Mahiru gritaba ese nombre cuando sujetaba la espada.
— Ven, Asuramaru.
En ese instante, un arma «Kiju» se materializó en su mano.
Parecía que una katana se aparecido desde el aire delgado mate-
68
Guren no sabía cómo usar ese tipo de «Kiju». No podía hacer
que el arma apareciera y desapareciera.
Por otro lado, Mahiru era capar de usar al Demonio de forma
hábil. Era capaz de usar esa arma completamente negra con más
dominio que Guren.
—………
En fin, «Asuramaru» era el nombre de esta espada. No, ¿po-
dría ser que este era otro «Kiju»?
La información le dijo que Mahiru debió haber nutrido dos
Demonios.
Con el fin de salvar a su hermanita Shinoa, ella se tragó el
Demonio que estaba en su cuerpecito.
Como tal, ella, quien fue torturada por dos Demonios, dejó
de ser humana.
Todo por su hermana.
Si ese fuera el caso, este podría ser el otro Demonio entre esos
dos.
Sin embargo, no importa cual fuese, la situación no cambiaba.
Mahiru dejó otro Demonio en frente de Guren.
Guren bajó su cabeza y miró la espada. Murmurando en voz
baja.
— ¿Quieres que tome esta espada otra vez?
El momento en que su voz resonó, un eco llegó desde otro
sitio.
«No, Guren. No entres en contacto con otros Demonios»
Era lo que Noya le dijo. El Demonio atado dentro de su cuer-
po se lo advirtió.
«Eres mío. No toques otros Demonios»
Guren estaba molesto de esa voz.
— ¿Por qué? ¿Existe algún tipo de competencia aun cuando
ambos son Demonios?
«En fin, desaparecerá de inmediato. No puede mantener su
cuerpo sin un propietario»
Mientras Noya decía eso, la espada del arma «Kiju» tendida
en el suelo se evaporó en humo negro y comenzó a desaparecer
lentamente.
Era cierto, parecía que solo había caído allí.
Sin embargo, la última esencia de Mahiru ya había desapa-
recido.
Luego que Asuramaru desapareciera, Noya quedó en silencio.
69
Al mismo tiempo, las sirenas policiales sonaron. La policía
había llegado. Los humanos finalmente actuaban.
El teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. Guren sacó su ce-
lular, y vio que la llamada era de Kureto.
Guren presionó el botón de contestar y se ubicó el celular cer-
ca de la oreja.
— ¿Cómo está la situación?
— Tenía una cena en casa.
— Cállate. Escuché las sirenas de policías cerca de tu casa,
¿estás en la escena?
— Si.
— Entonces ¿Mahiru está allí?
— No, no está.
— ¿Qué sucedió?
— ¿Cómo lo voy a saber? Cuando llegué, todo había termina-
do. Sin embargo, tu ya has comenzado a investigar, ¿no?
— Se rumora que un helicóptero desconocido acaba de pasar
volando por allí. Iré a buscar las CCTV y testigos.
En eso, Guren miró alrededor.
Sin embargo, la gente cerca de allí había sido asesinada.
Algunos de ellos habían sido aplastados junto a los carros.
Lo mismo pasaba con las CCTV. Todas las que había dentro
de la línea de visión estaban destruidas.
¿Todo fue hecho por los vampiros o por Mahiru?
—……..
A lo mejor fue Mahiru.
Los vampiros se habían ido sin preocuparse. A ellos no les
interesaba si los humanos eran testigos de ello.
Entonces, todo fue hecho por Mahiru. Ella manipuló toda la
situación, haciendo que Guren fuera el único testigo. Guren fue el
único que vio a los vampiros secuestrar a Mahiru.
Kureto le ordenó:
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5
Libro 5

Más contenido relacionado

Destacado

Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
dtamara123
 
данте конспект уроку
данте конспект урокуданте конспект уроку
данте конспект уроку
dtamara123
 
рувім фраєрман
рувім фраєрманрувім фраєрман
рувім фраєрман
dtamara123
 
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
dtamara123
 
Презентація"Знаки зодіаку"
Презентація"Знаки зодіаку"Презентація"Знаки зодіаку"
Презентація"Знаки зодіаку"
dtamara123
 

Destacado (17)

Internet
InternetInternet
Internet
 
Electiva iv, act1, 3 corte
Electiva iv, act1, 3 corteElectiva iv, act1, 3 corte
Electiva iv, act1, 3 corte
 
Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
Презентація до уроку " Стівенсон "Вересовий мед"
 
تاثیر یوگا بر کنترل خشم کودکان
تاثیر یوگا بر کنترل خشم کودکانتاثیر یوگا بر کنترل خشم کودکان
تاثیر یوگا بر کنترل خشم کودکان
 
данте конспект уроку
данте конспект урокуданте конспект уроку
данте конспект уроку
 
Virus
VirusVirus
Virus
 
осібник
осібникосібник
осібник
 
рувім фраєрман
рувім фраєрманрувім фраєрман
рувім фраєрман
 
Apollo power point presentation
Apollo power point presentationApollo power point presentation
Apollo power point presentation
 
Diario di elisabeth,barbara
Diario di elisabeth,barbaraDiario di elisabeth,barbara
Diario di elisabeth,barbara
 
خلاقیت در نقاشی کودک
خلاقیت در نقاشی کودکخلاقیت در نقاشی کودک
خلاقیت در نقاشی کودک
 
Movimiento de liberacion zapatista
Movimiento de liberacion zapatistaMovimiento de liberacion zapatista
Movimiento de liberacion zapatista
 
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
10 клас зарубіжна література і семестр 2 год.
 
EMPRESA GRUPO SCORPION S.A. DE C.V.
EMPRESA GRUPO SCORPION S.A. DE C.V.EMPRESA GRUPO SCORPION S.A. DE C.V.
EMPRESA GRUPO SCORPION S.A. DE C.V.
 
Презентація"Знаки зодіаку"
Презентація"Знаки зодіаку"Презентація"Знаки зодіаку"
Презентація"Знаки зодіаку"
 
Oll 1min pre-Rui LU
Oll 1min pre-Rui LUOll 1min pre-Rui LU
Oll 1min pre-Rui LU
 
How to Enjoy Work !
How to Enjoy Work !How to Enjoy Work !
How to Enjoy Work !
 

Último

PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRYPLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
karendaza9506
 
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivosGRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
CristianGmez22034
 
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
ilvrosiebp
 
Sofia Ospina Architecture and Design Portfolio
Sofia Ospina Architecture and Design PortfolioSofia Ospina Architecture and Design Portfolio
Sofia Ospina Architecture and Design Portfolio
sofiospina94
 
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docxPLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
Leo Florez
 

Último (20)

ARQUITECTURA ESCOLAR PÚBLICA COMO PATRIMONIO MODERNO EN CHILE
ARQUITECTURA ESCOLAR PÚBLICA COMO PATRIMONIO MODERNO EN CHILEARQUITECTURA ESCOLAR PÚBLICA COMO PATRIMONIO MODERNO EN CHILE
ARQUITECTURA ESCOLAR PÚBLICA COMO PATRIMONIO MODERNO EN CHILE
 
PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRYPLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
PLANTILLA UNAD JJAJJJJJWRBJHGURGERRTERTRTRY
 
414414508-Diseno-de-Coberturas-Metalicas.pptx
414414508-Diseno-de-Coberturas-Metalicas.pptx414414508-Diseno-de-Coberturas-Metalicas.pptx
414414508-Diseno-de-Coberturas-Metalicas.pptx
 
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivosGRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
GRUPO 1.pptx problemas oportunidades objetivos
 
Planificación del mes de afrovenezolanidad2024.doc
Planificación del mes de afrovenezolanidad2024.docPlanificación del mes de afrovenezolanidad2024.doc
Planificación del mes de afrovenezolanidad2024.doc
 
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
140254879-Triptico-Color-Dia-de-La-Madre.doc
 
Sofia Ospina Architecture and Design Portfolio
Sofia Ospina Architecture and Design PortfolioSofia Ospina Architecture and Design Portfolio
Sofia Ospina Architecture and Design Portfolio
 
Torre agbar analisis arquitectonico.....
Torre agbar analisis arquitectonico.....Torre agbar analisis arquitectonico.....
Torre agbar analisis arquitectonico.....
 
DIAGNÓSTICO AMBIENTAL Y URBANO. POTOCOS.
DIAGNÓSTICO AMBIENTAL Y URBANO. POTOCOS.DIAGNÓSTICO AMBIENTAL Y URBANO. POTOCOS.
DIAGNÓSTICO AMBIENTAL Y URBANO. POTOCOS.
 
CATALOGO 2024 DIA DE LA MADRE, presentación.pdf
CATALOGO 2024 DIA DE LA MADRE, presentación.pdfCATALOGO 2024 DIA DE LA MADRE, presentación.pdf
CATALOGO 2024 DIA DE LA MADRE, presentación.pdf
 
Anexo Nivel 3 Ficha Lectura pptjsbdkks
Anexo  Nivel 3 Ficha  Lectura pptjsbdkksAnexo  Nivel 3 Ficha  Lectura pptjsbdkks
Anexo Nivel 3 Ficha Lectura pptjsbdkks
 
CLASE 2 PSICOTERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL.pdf
CLASE 2 PSICOTERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL.pdfCLASE 2 PSICOTERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL.pdf
CLASE 2 PSICOTERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL.pdf
 
cabildo abierto forma de participación ciudadana
cabildo abierto forma de participación ciudadanacabildo abierto forma de participación ciudadana
cabildo abierto forma de participación ciudadana
 
GROPUIS Y WRIGHT DIPOSITIVA ARQUITECTURA DISEÑO MODERNIDAD
GROPUIS Y WRIGHT DIPOSITIVA ARQUITECTURA DISEÑO MODERNIDADGROPUIS Y WRIGHT DIPOSITIVA ARQUITECTURA DISEÑO MODERNIDAD
GROPUIS Y WRIGHT DIPOSITIVA ARQUITECTURA DISEÑO MODERNIDAD
 
Espacios únicos creados por nuestros clientes
Espacios únicos creados por nuestros clientesEspacios únicos creados por nuestros clientes
Espacios únicos creados por nuestros clientes
 
DIAGNOSTICO URBANO DE DE LA ISLA DE COCHE
DIAGNOSTICO URBANO DE DE LA ISLA DE COCHEDIAGNOSTICO URBANO DE DE LA ISLA DE COCHE
DIAGNOSTICO URBANO DE DE LA ISLA DE COCHE
 
POESÍA ERÓTICA DEL SIGLO XVIII - SERIA Y CARNAL
POESÍA ERÓTICA DEL SIGLO XVIII - SERIA Y CARNALPOESÍA ERÓTICA DEL SIGLO XVIII - SERIA Y CARNAL
POESÍA ERÓTICA DEL SIGLO XVIII - SERIA Y CARNAL
 
Triptico de los derechos humanos pe señorees jaja
Triptico de los derechos humanos pe señorees jajaTriptico de los derechos humanos pe señorees jaja
Triptico de los derechos humanos pe señorees jaja
 
INICIOS DEL MOVIMIENTO MODERNO 1900-1930.pdf
INICIOS DEL MOVIMIENTO MODERNO 1900-1930.pdfINICIOS DEL MOVIMIENTO MODERNO 1900-1930.pdf
INICIOS DEL MOVIMIENTO MODERNO 1900-1930.pdf
 
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docxPLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
PLAN DE MANTENIMIENTO DE SISTEMAS DE AGUA CHONTAYOC.docx
 

Libro 5

  • 1. 1
  • 2. 2
  • 3. 3
  • 4. 4
  • 5. 5 La pantalla del televisor era muy brillante. El ruido del juego se podía oír. Dos avatares con bombas en sus manos estaban caminando por doquier. Se trataba de un juego de televisión portátil retro y sencilla, el cual Guren jugaba continuamente. —…huh, que sueño –murmuró–, no puede haber nada más aburrido que esto. Habitación de Guren, 3 de la mañana. Horas nocturnas. La persona que estaba a su lado era, como era de esperar, su compañero de juego, quien estaba jugando, de igual forma, ese juego inútil, simple e interesantemente delicado: Shinya Hiiragi. Ambos estaban sentados de piernas cruzadas frente a la pan- talla del televisor, jugando dicho jueguecito. — Oye, espera, espera, espera. ¿Por qué tú? ¿Por qué, por qué? Guren, ¿por qué estas progresando un poco en los videojuegos? Ignorándolo, Guren miró la pantalla con los ojos entrecerra- dos, controlando la consola con su mano. — Es obvio que me hago más experto en ello luego de hacer una y otra vez la misma cosa durante bastante tiempo. — Es cierto, pero probablemente tuviste prácticas en secreto. — ¿Qué es eso de practicar en secreto? — Practicar a escondidas. — No. Si una persona juega esto por su cuenta, esa persona probablemente tendría una personalidad bastante sombría. — Eh, tu palabras, ciertamente, fueron muy sombrías. Shinya dijo alegremente, y Guren le respondió antes de lanzar una bomba. — Jodete. — Uff, ¡estuvo cerca! –respondió Shinya al moverse rápida y repentinamente. Su hombro chocó con el de Guren. Claro, in- cluso si el jugador se movía, su avatar en el juego no lo haría. Sin embargo, ya fuese que Shinya se encontrara en peligro dentro del juego, él respondería con movimientos físico.
  • 6. 6 — Oye, duele. — Jaja, deberías auto-explotar. — Lo hiciste a propósito, cretino. — No, señor, mi cuerpo responde automáticamente cuando el juego está muy emocionante. Es imposible. Separar las emociones del cuerpo es una parte fundamental de los entrenamientos de hechicería. Es imposible moverse solo por un juego. Shinya, quien era excelente en magia, no permitiría que su cuerpo se moviera por accidente. Guren miró la pantalla y dijo: — Si me vuelves a golpear de nuevo, te mato… — Ay, lo siento. Mientras decía eso, ya se preparaba para volver a golpear a Guren con su hombro. Sin embargo, Guren dijo: — JA, como si te dejara tener éxito. Guren se movió hacia atrás para esquivar el ataque. Él con- tinuó: — Ay, lo siento. Mi cuerpo accidentalmente… Al mismo tiempo, como si tratara de alejar la consola de Shinya, él se preparaba para golpear con su codo izquierdo… — Uwah, espera, como si te fuese a dejar lograrlo. Shinya levantó su codo derecho y se protegió. Era bastante doloroso estar empujándose el uno al otro con sus codos, pero ambas partes se rehusaron a ceder. Shinya habló mientras empujaba a Guren con su hombro. —…ah~ Guren, eres terrible. ¿Por qué en lugar de ello no me derrotas con habilidades de juego? — ¿No fuiste tú quien comenzó a chocar conmigo? — Eso no es cierto~ mi cuerpo se movió accidentalmente cuando me emocioné. — Mentiroso. — Pero si es verdad. — No existe ninguna manera de que te crea.
  • 7. 7 — ¡Mírame! ¡Te estoy hablando con seriedad! Guren miró a Shinya fijamente. Era ese típico rostro que son- reía frívolamente. — No, no te creo en lo absoluto. Esa es la cara de un menti- roso. — Que ho-rrible. — Para serte honesto, esto duele mucho, termina esto de una buena vez. Ya me duele el codo. Emocionarse tanto por esto es bastante estúpido. Shinya asintió, estaba de acuerdo. — Bueno, ciertamente esto es excesivamente aburrido. — Si, terminaré con esto. Quitaré el codo, ¿bien? — Hmm, bien… pero eso es lo que dijiste. El momento en que bajes tu codo, vas a atacar de nuevo. — ¿Acaso soy un demonio? No haré eso. — ¿En serio? Guren, después de todo, eres bastante infantil. — No importa. Al final, tú también puedes ganar el juego – dijo Guren. Y Shinya estuvo de acuerdo. — Bueno, es verdad. Ya se puso poco interesante. Termine- mos aquí. Goshi y Mito-chan están profundamente dormidos. Era exactamente como lo dijo. Inicialmente había cuatro ju- gadores. Pero dos de ellos, quienes se habían cansado, ahora esta- ban durmiendo en el sofá que tenían detrás. Después de eso, Gu- ren y Shinya fueron los únicos que quedaron vagamente jugando. Sin embargo, el juego de dos personas también había acaba- do. Si seguían jugando, amanecería. — Deja de empujar con tu codo. — Bueno, deja de hacerlo tú primero. Como tal, Guren comenzó a relajar su muñeca. Shinya lo imi- tó y comenzó a disminuir la fuerza de su codo. La batalla para determinar el ganador y el perdedor terminó allí. Como jugaron mucho, estaban un poco cansados. Ambos se miraron, y de inmediato. — ¡Idiota! — ¡Caíste en una trampa!
  • 8. 8 Dijeron al mismo tiempo y comenzaron a operar sus consolas de video. Los dos avatares lanzaron sus bombas simultáneamente. Am- bos fueron atrapados por la explosión. Al final, todo quedó en empate. En eso, Goshi, quien se suponía que estaba dormido en el sofá, habló: — ¿…así que el equipito de mierda de dos miembros ha que- dado en un empate? Guren se volvió y dijo: — ¿No viste quien acaba de hacer trampa? — No, me acabo de levantar. — Que fastidio, la próxima vez observa apropiadamente. Shinya siguió: — También puedes decir algo como: «Mami, mi amigo hizo trampa» para culparme. —…tsk. Guren chaqueó su lengua antes de mirar a Shinya y confirmar que este estaba sonriendo frívolamente. — ¿Qué hora es? –preguntó Goshi. — Mira el reloj –le dijo Guren. Ya eran las 3:30 de la mañana. Goshi levantó la mirada y dijo: — Uwah, no es tan tarde. Volveré a dormir. — Es hora de que regresen. — El metro ha dejado de operar. —…tu casa está dentro de la distancia a pie, ¿no? Guren dijo mientras se levantaba, un poco irritado. Mirando el soporte opuesto a lugar donde Goshi estaba sen- tado, Mito parecía bastante hermosa cuando estaba completa- mente dormida. Por cierto, el rey con el estilo de juego más intenso en el bom- berman era Mito. Como ella practicaba mucho en secreto, sus movimientos en el juego eran como los de un dios. Guren la miró, y se alejó. Dejó la sala de estar y fue a su reca- mara para buscar algunas sábanas. — Uwah, que amable –dijo Goshi de forma exagerada–, me enamoré de ti…
  • 9. 9 — Bah –dijo Guren mientras le lanzaba las sábanas en la cara–. Colócasela a Mito. — Ah, ah, y si me meto con ella en las sábanas, ¿se enojará? — ¿Por qué no lo intentas? — Hm~, ah~, bueno~, ¿cómo comparto la sábana con ella en este sofá? Si me esfuerzo y la toco por accidente, eso me traería muchos problemas… En eso, la voz de Shinya se escuchó desde la cocina. — Guren. — ¿Hmm? — Cola o jugo de naranja. ¿Cuál quieres? — No husmees el refrigerador de otro así como así. — Ay, si, ya, ¿cuál quieres? — Té de cebada. — Te dije cola o jugo de naranja. — ¿Por qué solo esas dos opciones? — Porque volverlas a colocar donde estaban luego de haber- las sacado es un fastidio. — Entonces tomaré la que vayas a tomar. — Ah, bueno, Shinya-sama –dijo Goshi al oírlos–, me gusta- ría el jugo de naranja… Sin embargo, Shinya habló: — Pero, yo quiero cola. — ¡¿Ehhhh?! Mito se despertó por el ruido y abrió sus ojos. — Que molesto, si hacen ruido… ¿qué sucede? Es demasia- do tarde y ustedes todavía hacen ruido… eh, espera, ¡¿GOSHI?! ¡¿Por qué demonios estás durmiendo junto a mí?! Con un fuerte slap, Goshi fue golpeado y enviado a volar ha- cia la parte posterior del sofá. Qué idiota. — Mito-chan –le preguntó Shinya–, ¿quieres algo de beber? — Ah, ah, ¡Shinya-sama! ¡Discúlpeme por eso! ¡Iré a servirlo! 11
  • 10. 10 Mito se puso nerviosa y corrió hacia la cocina. Ella le quitó a Shinya la botella de cola y sirvió un poco en una taza. — Ah –le preguntó Mito a Guren–, ¿quieres tomar algo, Gu- ren? — Si –asintió Guren, y repitió–, té de cebada. Mito asintió con la cabeza y sonrió suavemente. — Bueno, ya te sirvo un poco. Mito dijo mientras sacaba la botella de té de cebada del refri- gerador. Goshi, quien estaba detrás del sofá, volvió a la vida. — Ah, entonces, la naranja… — Como Goshi lo estropeó todo, no. — Eh… Al oir esa voz irritada, incluso sus subordinadas, Shigure y Sayuri salieron de sus habitaciones. — Aunque… las ordenes de Guren-sama fueron de que no era necesario que lo acompañaran esta noche… –dijo Shigure. Y Sayuri continuó: — Todos están despiertos, ¿necesitan comer algo? Ellas parecían que se unirían a la conmoción. Incluso ofre- cieron cena. Si tal cosa era servida, entonces nadie volvería a la cama. Guren se sintió incomodo mientras se sentaba en el sofá. —………. Sin embargo, eso también era entrenamiento. Un momento en el que no había nada que hacer. Un momen- to para estabilizar su corazón. Tiempo para permitir que su vida avanzara, era, en cierto modo, efectivo para controlar al Demonio. Mucho más que esos momentos aburridos que permitían que sus deseos se expandie- ran. Pero, Guren apenas si había hecho algo así antes. Por tal ra- zón, él se sentía algo confundido con momento así. No, todos los presentes deberían estar igual. Todos cargaban en sus hombros sus linajes y apellidos fami- liares desde que nacieron. Todos crecieron en un ambiente com- petitivo con simplemente
  • 11. 11 entrenamientos duros y exigentes. Un espacio en el cual solo se les permitirá sobrevivir cuando pudieran ser excelentes y des- tacar. Por tal razón, pasar el tiempo de esta forma no era la norma de ninguno de ellos. El valor. La eficiencia. Victorias y derrotas. Aunque él era mejor en esas cosas, definitivamente no era bueno enseriándose como un idiota en los videojuegos, moles- tarse o desvelarse para jugar videojuegos. No estaba muy acostumbrado a ello. Pero a pesar de no es- tarlo… —…no me siento tan molesto –murmuró mientras Shinya le entregaba su bebida. — Aquí, Guren. Toma –le entregó cola. — ¿Té de cebada? Shinya le respondió jovialmente. — En otras palabras, lo que estas diciéndome es que «no debo tomar cola»… —...solo querías decir eso, ¿cierto? — Jajajaja… Guren aceptó la cola y la bebió. Bueno, la gaseosa era sabrosa todo el tiempo. Se sentía refrescante en la garganta. Al absorber el azúcar, se sentía como si su corazón se estabilizara más. Si bebo esto cuando esté sediento, podría incluso sentir que estoy vivo solo por unos cuantos sorbos. Todos estaban divirtiéndose, jugando, bebiendo cola… si las cosas terminaban de esa forma, entonces habría algo de valor en ella. Él también podía sentirlo de esa forma. Si la historia termina así, entonces este final sería bastante di- vertido. Solo si ese fuera el caso. Ese era el caso. —………. Sin embargo, el mundo…
  • 12. 12 — Demonio… ¿Cómo crecería un niño que fue llamado así por sus padres? Mahiru Hiiragi le dirigió una pregunta a ese Demonio. — Oye. —……… — Oye, tú. —……… — Levanta la cabeza. Déjame ver tu rostro. Pero el joven no hizo caso. Ni siquiera respondió. Solo per- maneció sentado en la oscuridad, con las rodillas abrazadas a su pecho. Sin embargo, ella no se ofendió, y siguió perseverando y ha- ciendo preguntas. — Oye. —………… — Oye, tú. —………… — Oye, Yuu-kun. — Amane Yūichirō-kun, levanta tu cabeza. Ella dijo el nombre del joven: Yūichirō. Crecer como un niño que siempre seria amable con todos: esa era la razón de su nombre, los datos lo indicaban. Pero existía una gran contradicción. Cosas como ser ama- ble con alguien o con todos era algo que no podía existir en este mundo. Ser amable con todos solo le causaría dolor. Si él pudiese ser amable con todos los bastardos existentes, él debía ser un dios o algo parecido. Al menos, eso era imposible para los humanos. Pero ese tipo de cosas era irrelevante.
  • 13. 13 Mahiru siguió pronunciando el nombre del chico. — Yuu-kun. —…….. — Yuu-kun, ¿puedes oírme? —…shh –fue allí cuando, por primera vez, el joven reaccionó. — ¿Eh? –Mahiru emitió un sonido de confusión, y Yuu le respondió. — Que ruidosa. No me hables. — Vamos –sonrió ella–, esa no es una respuesta apropiada. — ¡Maldita ruidosa! ¡Ya deja de hablarme! –replicó Yuu, eno- jado. Pero su voz fue sombría. Era natural, pues hace poco, él es- tuvo a punto de ser asesinado por sus padres. Demonio. La Garra del Demonio. La Garra del Demonio que no podía ser eliminada. Sus padres estuvieron a punto de matarlo mientras decían esas palabras. Luego de recibir algo de dinero por parte de la «Secta Hyaku- ya», ellos entregaron a su hijo –Yuu– como material de investiga- ción; esto reflejó algo sobre el mundo y su injusticia. Desde principio a fin, los humanos eran tan horribles que da- ban ganas de llorar. A pesar de decirle a sus hijos que todos tenían que ser amables y llevarse bien todo el tiempo, algunas personas traicionaban a su hijos sin importarles, algunos, incluso, llegaban al siguiente nivel y se preparaban para asesinarlos. De acuerdo a los datos, Yuu fue atacado por su padre con un cuchillo de cocina, y su madre, mientras gritaba que ellos estarían juntos, se prendía en fuego. Y por eso, el corazón de Yuu quedó completamente herido por culpa de sus padres arrogantes. Ahora, él estaba encerrado en su diabólica prisión dentro de un laboratorio de investigación. Mirando a través de los barrotes al joven en el rincón oscuro, abrazándose sus rodillas como si se estuviese protegiendo, Mahi- ru volvió a hablar. — Oye, Yuu-kun. Quiero recordar tu precioso rostro, así que levanta tu cabeza, déjame verlo.
  • 14. 14 Oyendo eso, Yuu levantó lentamente la mirada. Vio a Mahiru. Probablemente él solo tenía 7 años. La misma edad que su hermana menor, Shinoa. La edad en la cuál era precioso. Al menos, eso era lo que Mahiru creía de Shinoa. Shinoa era adorable. Aunque él había experimentado ese tipo de cosas, la emoción en sus ojos era tan clara que lo hacía llorar a uno, uno podía ver la débil desesperación en ellos. — ¿…quién eres? –preguntó Yuu–. ¿Quieres matarme tam- bién? Mahiru inclinó su cabeza. Estaba perpleja. — ¿Por qué querría matarte? — Porque soy un demonio –respondió Yuu de inmediato. — ¿Demonio? — Si. — ¿Quién dijo eso? — Papá, y mamá… — ¿Entonces eres un demonio? —………. — Si me lo preguntas, te diría que pareces humano. Debido a esas palabras, los ojos de Yuu temblaron. Las lágri- mas llenaron sus ojos. Mientras, con su mano derecha, se apretaba el pecho con do- lor, dijo: — P-pero… papá, y mamá dijeron… — La opinión de los demás no importa. ¿Qué crees tú? Yuu la miró con una expresión sorprendida. — Yo, yo… Su voz temblaba. — ¿Eres un demonio? — No lo sé. — Si lo sabes. Porque se trata de ti.
  • 15. 15 — ¡Pero si no lo sé! De repente, Yuu alzó la voz. — ¡Papá y mamá dijeron que soy un demonio! ¡Ellos dijeron que debía morir! —……….. — Ya que si vivo, muchas cosas malas van a suceder - ¡dijeron que tengo que morir! Por eso es que… por eso es que papa, que siempre fue muy amable, de repente sacó un cuchillo… —……….. — Mamá también me dijo que no puedo vivir. Morir es más afortunado o algo así. Pues soy un demonio. Porque provocaré el caos mundial, porque soy un monstruo… —………. — ¡Por mí, por mí, fue por mí que mamá y papá murieron… ¿papá y mamá?! Uuuuu…. Allí se detuvo. Las lágrimas comenzaron a recorrer el rostro de Yuu. Sus emociones eran inestables. Luego miró en dirección a Mahiru con sus ojos anegados de lágrimas. Unos ojos que parecían pedir ayuda. — Bueno, en el nivel más fundamental, ¿eres un monstruo? –preguntó Mahiru. El rostro de Yuu se distorsionó y gritó: — ¡Que no lo sé! Pero Mahiru ignoró lo que dijo y siguió preguntando. — Entonces, si eres un monstruo, ¿no puedes vivir? — Si. — ¿Acaso los monstruos no tienen derecho de vivir? —…este… pero, mamá y papá… Interrumpiéndolo, Mahiru continuó: — ¿Es que acaso los niños deben morir solo porque los pa- dres les digan que tienen que morir? ¿Acaso esa regla existe? Si ese fuera el caso, Mahiru ya debería haber muerto. Pues, más de la mitad de su cuerpo había dejado de ser humana. Se había convertido en un demonio.
  • 16. 16 Hablando de eso, todos querían matarla, por eso quizá existía realmente alguna regla social de que los monstruos que no po- dían llevarse bien con los compañeros y que no podían compren- der la situación, debían morir. Sin embargo, el joven que fue llamado demonio, parecía como si estuviese dándole vuelta a las cosas en su cabeza. —……….. Luego levantó su cabeza, y miró a Mahiru con algo de satis- facción. — ¿…q-qué estás tratando de decir? — No mucho –dijo Mahiru encogiéndose de hombros–. Solo quiero saber lo que piensas. —…lo…lo que pienso. — Si. Sobre lo que dijeron tus padres acerca de morir. De que te hayan dicho que no puedes vivir. Y que eres un mons- truo y demonio. ¿Y ahora qué? ¿Deberías morir? —……… — ¿Acaso quieres morir? — Yo…yo… Su voz temblaba. Era la voz de una hermosura de 7 años de edad. En ese momento, una voz llegó desde detrás de ella. — Es inútil hablarle. Pues ya le hemos manipulado los re- cuerdos. Mahiru se volvió, y vio que detrás de ella estaba un investiga- dor de la «Secta Hyakuya». La expresión de Yuu cambió. Incluso dejó de hablar. Eso mar- có el fin de la conversación. Al ver esa reacción, Mahiru le preguntó al investigador. — Sobre esa reacción. ¿Acaso están abusando de él? El investigador respondió con frialdad. — Estamos llevando a cabo experimentos necesarios. — ¿Y eso requiere manipularle los recuerdos? — Como el daño psicológico es extremadamente grande, de- bemos borrar cualquier recuerdo que pueda impedir la investiga- ción… esta conversación que tuvo contigo también será borrada. — ¿Ah, sí? — Por eso, incluso si le hablar, es inútil. — Juju, ¿es solo que no quieres que me hable? ¿Acaso no quieres que el sujeto experimental del «Serafín del Final» sea manipulado por mí?
  • 17. 17 Aunque Mahiru dijo eso, el investigador no pareció prestarle mucha atención. — Hiiragi Mahiru. Nosotros, la «Secta Hyakuya», no te teme- mos. Solo somos aliados tuyos porque eso nos permite obtener información interna del «Mikado no Oni». Solo por eso. Por tal razón, las acciones que hagas tú sola no pondrán en peligro nues- tra organización. — ¿En serio? — Si. — Pero quizá, incluso si sus recuerdos son borrados, esta conversación de aquí podrá quedar. — Jaja, eso es imposible –rió el investigador. Sin embargo, Mahiru siguió hablando. — Si lo es. Las preguntas que hice hoy, quedarán. Pues son preguntas de la naturaleza humana. Si te hablan de morir, ¿es un deber que mueras? Él obtendrá la respuesta algún día. Espe- ro que esa respuesta la obtenga frente a la persona que amo… El investigador parecía bastante impotente. Pero nada de eso importó. Mahiru cambió de sujeto. — ¿Este es excelente? — ¿Es necesario que te lo diga? El investigador no respondió, pero Mahiru supo que sí lo era. Su madre se quemó a sí misma. Fue un gran incendio. Saitou, quien estuvo buscando a Yuu, había sido mostrado por televisión. Incluso así, él no había sido eliminado. En otras palabras, como un sujeto experimental, Amane Yūi- chirō era excelente hasta tal nivel. Por eso es que Mahiru había venido a verlo. En el experimento del «Serafín del Final», probablemente él era el mejor sujeto. —……….. Mahiru volvió a ver al cabizbajo Yuu. Aunque estaba herido, seguía siendo un niño inocente y puro. — ¿…puedes dármelo? — Jajajajaj Rió el investigador. Pues era claro que no podía. Entonces ¿por qué dejó que Mahiru y Yuu se conocieran? Mahiru levantó su cabeza para ver el techo. Había algunas cuantas cámaras CCTV capturando cada momento allí. Para ellos, eso también era un experimento. Una humana poseída por un demonio y un excelente sujeto experimental
  • 18. 18 del «Serafín del Final», cuando ellos se encontraran, ¿qué tipo de reacción tendrían? Más que eso, ellos sintieron que si llegaba a haber algún pro- blema en su encuentro, ellos tendrían la habilidad de solucionar- lo. Tenían la certeza de poder matar a Mahiru. Eso no era un simple orgullo de su parte. La «Secta Hyakuya» probablemente podría hacerlo. Esos bas- tardos tenían ese tipo de fuerza. La «Secta Hyakuya» era una organización más peligrosa que el «Mikado no Oni», pues ellos eran insustanciales. Una organización que solo tenía un valor fundamental; ex- pandir y ganar fuerza infinitamente. Una organización centrada en la persecución de fuerza, a di- ferencia del «Mikado no Oni», que estaba centrada alrededor de la Familia Hiiragi. Pero era por eso, que ellos fueron capaces de unirse. Siempre y cuando tuviesen los mismos objetivos, moral, emociones o el orgullo ya no existiese entre ellos. Sin embargo, si tenían los mismos objetivos, se convertirían en oponente formidables. Pues con respecto a la ética de dejar que el deseo haga estragos, ninguno dudaría. Eran como liebres, corriendo con determinación y desespero hacia la destrucción. Y quien se encontraba en el centro de los experimentos sin ética, era Yuu. La experimentación humana que él sufría era bastante cruel. —……….. Mahiru vio a Yuu. Él estaba pasando por experimentación humana terrible. Su memoria también había sido manipulada constantemente. Incluso al haber pasado por todo eso, él seguía intacto, eso era porque su fuerza interna era enorme. Esto era algo que Mahiru comprendió de su conversación an- terior. Ser llamado demonio por sus padres, pasar por experimenta- ción diaria. A pesar de eso, él parecía seguir buscando una razón para sobrevivir. ratando de entender con quién ser amable, quien lo trataría amablemente, y buscando su razón para estar en este mundo. Por eso es que, quizá, el deseo de su madre, quien se quemó hasta morir, se había hecho realidad.
  • 19. 19 Sin importar por cuales experimentos pasase. Sin importar ser menospreciado. Sin importar cuanto pierda su significado de supervivencia. Incluso así, él se había convertido en un niño que era amable con todos… Pero este deseo. —…hace que la gente realmente ser ría. Mirando a Yuu, Mahiru sonrió tristemente. Luego miró, en su mano, la información que ella y la «Secta Hyakuya» poseían de forma conjunta. En ella, estaba un reporte sobre algunos sujetos experimenta- les excelentes además de Amane Yūichirō. Pero ellos aún eran incapaces de completar el experimento hasta el punto de satisfacerla. — En fin –dijo el investigador–, ya no se acerque más a él. Si va más allá de su dominio… — ¿Me matarán? — No. Será usada como un excelente material experimental para la investigación «Kiju». — Uy, qué miedo. Pero el investigador rió. — ¿No estaría acostumbrada a ello? Después de todo, des- de el momento en que nació, usted se convirtió en sujeto de pruebas del «Mikado no Oni». Eso era cierto. Ella había pasado por incontables experimen- tos. Luego, incluso sin saberlo, se había convertido en demonio. Un demonio que anhelaba el amor.
  • 20. 20 — No le será transferido aquí –respondió el investigador–. El sujeto está en otra parte.
  • 21. 21 —…eh, ¿conque es así? Entonces ¿por qué me hicieron ve- nir? — Para mostrarle la fuerza de la «Secta Hyakuya». —……….. En ese momento, tres segmentos de la pared del laboratorio de investigación se abrieron. En el espacio revelado, había tigres, leones, rinocerontes… era como un zoológico. Pero Mahiru lo comprendió. Esos ya no eran los animales que conocía. Dentro de las pieles de esos animales dormía algo más. Un tigre rugió. Luego, lo que parecía una espada insustancial salió volando de sus ojos, nariz y boca. Pero no se acercaron. Solo miró en dirección a ellos, emanando un aura asesina. Mahiru miró eso con mucha atención. —…los sujetos de prueba de los «Cuatro Jinetes del Apoca- lipsis»… ¿ya pueden ser controlados? — Podemos hacer que la viole en lugar de matarla –respon- dió el investigador. — Que manera tan vil de probarlo. — Si es lo que requiere el experimento, lo haremos. Ese es el tipo de organización que somos. — Entonces ¿se supone que esto es para asustarme y hacer que los obedezca? — Si es que al menos siente miedo. Eso no podía probarse. Después de todo, los únicos pensa- mientos en su corazón eran, ¿ese monstruo se puede matar? Solo esa curiosidad. El demonio que dormía en su corazón, siempre estaba se- diento de sangre. Dejando su curiosidad de lado, Mahiru habló: —…comprendo, esto es una amenaza. Bien, ¿ahora dime dónde está el sujeto experimental que me van a dar? — Por favor, pregúntele a Saitou –respondió el investigador–. Está planificado que le sea transferido al lugar experimental al que siempre vamos. El lugar experimental al que siempre iban, era el Orfanato Hyakuya.
  • 22. 22 — ¿…ya te vas? Ella se volvió. Vio que Yuu había levantado la cabeza, y res- pondió: — Si… porque aún tengo mi lucha. Asi que haz lo mejor por tu cuenta. Algún día, definitivamente te sacaré de aquí —…en otras palabras, ¿me estás diciendo que siga viviendo? Mahiru no respondió, solo sonrió: — Adiosito, diablito-kun. Pero Yuu se levantó, y sujetó las barras. —…p-pero yo… el yo que es así, ¿existe valor alguno para seguir sobreviviendo? Él con frecuencia buscaba su razón de vivir. En ese momento, el investigador de la «Secta Hyakuya» habló. — Dije que esta conversación es inútil. Este recuerdo será bo- rrado. Su memoria seria borrada. Quizá, la conversación era real- mente inútil. Pero aun así, Mahiru le respondió: — Siento que no vale la pena que nadie viva. Yuu parecía bastante sorprendido. — Nadie es importante. Al final, todos no son más que en- granajes. Incluso si uno se pierde, siempre habrá otro que lo reemplace. Por eso, ya que no hay significado o valor en la vida, ¿para qué quieres vivir? Yuu mostró una expresión pensativa. Por alguna razón, el investigador miró las cámaras en el te- cho, tenía una expresión de pánico, luego dijo: — Suficiente. Váyase. Pero Yuu le dirigió una pregunta a Mahiru. — Entonces, para ti… si nada tiene sentido… ¿para qué vi- ves? No era una pregunta difícil de responder. Pues sus deseos es- taban causando estragos. Ellos ya no podían ser limitados por las opiniones de otros. Por eso, Mahiru respondió con simpleza a eso: ¿Para qué estaba viviendo? Eso era… — Por amor. Por eso, mi historia es… Esta historia enfrenta la destrucción, esta historia sobre el amor… Fue lo que dijo Mahiru.
  • 23. 23 — Prodigio… ¿Cómo creció una niña con una hermana que la llamaba así? Guren Ichinose miró la helada puerta de hierro frente a él. Esa joven chica estaba viviendo en su propio condominio lu- joso ubicado frente a Dougenzaka, Shibuya – Tokio. La puerta estaba sin seguro. Guren la abrió. El pasillo que conectaba a la entrada era muy oscuro. De acuerdo a la información que obtuvo, el apartamento debería te- ner 2 habitaciones y una sala de estar Un espacio 2LDK perfecto para una jovencita que vivía por su cuenta. Había una habitación en cada lado del pasillo. Y luego de este, estaba la cocina y la sala de estar. Pero allí, no se podía sentir movimiento alguno. Guren se quitó los zapatos y caminó por el pasillo. Entró en la sala, y como era de esperar, no estaba iluminada. Eran las 6 de la tarde. Las cortinas estaban cerradas. Pero en medio de la oscuridad, una jovencita estaba sentada en el sofá, mirando con indiferencia, el espacio. Era Shinoa Hiiragi. Una niña de unos 7 años de edad. La hermana de Mahiru Hiiragi, quien por su cuenta, tenía al «Mikado no Oni» y a la «Secta Hyakuya» en las palmas de sus manos. — ¿No hay luz…? –preguntó, y Shinoa le respondió. — Que fastidio. — ¿Quieres encenderlas? — Tienes el interruptor detrás de ti. — Las encenderé, ¿bien? — Ah, ¿será que quieres infiltrarte sigilosamente en la habi- tación de una preciosura como yo y hacer algo tan repugnante mientras está oscuro? Per-ver-ti-do. Necesito decírselo a mi her- mana.
  • 24. 24 Guren encendió las luces. Bajo estas, la figura de Shinoa se podía ver. Ella tenía una gran cantidad de cabello grisáceo y hermosos rasgos, similares a los de Mahiru. Pero lo que la diferenciaba de ella, era que esta pequeña no tenía emociones en su rostro. ¿Era por el hecho de que había sido comparada con su pro- digiosa hermana desde que nació? ¿O porque creció en la Casa Hiiragi? — Si puedes quejarte de esto con tu hermana, entonces, hazlo –dijo él. — Desafortunadamente, mi hermana solo se comunica con la gente cuando no está ocupada. Por lo que la forma más precisa de poner las cosas es, tu, que eres el amante de mi hermana, deberías saber el lugar en el que ella se encuentra. Guren Ichinose –respon- dió ella. Él pensó en ello mientras miraba a Shinoa. —………. Mahiru se había ido por completo. Incluso si se puso a buscar a través del portal informativo del «Mikado no Oni», no hubo resultados. Ella aparecía y desaparecía cuando le daba la gana. Cada vez que aparecía, un gran número de personas moría. Nada más el número de personas que fallecieron ante los ojos de Guren ya eran incontables. Entonces, ella rió. Era una risa ensordecedora. — Demasiado lento. Muy lento, Guren. Si no aceleras tu per- secución, esa lamentable liebre pronto diligente llegará al punto final de la destrucción. Sin embargo, Guren estaba destinado a ser la lenta, amable y vacilante tortuguita. Él ya se estaba esforzando lo suficiente en perseguir a Mahiru, quien persistentemente corría más y más. Pero él no podía siquie- ra acercarse lo suficiente para atraparla. Él solo podía esperar que la liebre tomase su siesta vespertina de holgazán. Guren miró la cocina. No había refrigerador. Todo lo que había presente era comida enlatada y un mi- croondas. — ¿Desde cuándo comenzaste a no comer apropiadamente? –preguntó él. — Jajaja, déjate de bromas –sonrió ella–, no soy una niña que es tentada y atraída fácilmente por la comida.
  • 25. 25 Ven a mi casa. Mis subordinadas cocinan delicioso, en se rio. — Después de eso, a cambio, ¿quieres que te venda informa- ción sobre mi hermana, no? —……… — Aunque soy una niña, lo entiendo. Mi hermana montó un gran espectáculo al traicionar al «Mikado no Oni». Luego de eso, la orden de matar al traidor… Shinoa miró fijamente a Guren. —…Guren Ichinose. A ti fue a quien le ordenaron hacer eso. —………… — Escuché que tu padre y subordinados fueron tomados como rehenes. No tienes más elección que matar a Mahiru. Eso no debería ser algo que se deba decir a la gente externa. Esos que lo sabían deberían ser solamente la rama ejecutiva de la Casa Hiiragi, y Shinya, Goshi y Mito, quieres estuvieron presente en la declaración. A pesar de eso: — ¿De dónde obtuviste esa información? –preguntó Guren. Shinoa parecía un poco melancólica antes de volver a sonreír. — Pues, mi hermana me llamó y me lo dijo: —………. — Con esto, Guren pondrá un poco más de esfuerzo en cap- turarme –ella sonaba realmente feliz cuando dijo eso. Aye, tú fuiste atrapado completamente por ella. Que penoso. Eso era un error. Guren fue atrapado por ella hace mucho, mucho tiempo. ¿Cuándo sucedió eso exactamente? El momento en que ellos se conocieron, Guren quiso ser atra- pado por ella. El momento en que se conocieron, Mahiru ya lo había dado todo. A diferencia de los Ichinose, ella, como la próxima Cabeza de la Casa Hiiragi, tuvo muchos subordinados y una autoridad excesiva. Y una personalidad arrogante pero a la vez adorable. Al principio, Guren sintió envidia de ella. Después, todo se transformó en amor. Un encariñamiento por algo que él no podría tener por toda la eternidad.
  • 26. 26 Esto era algo que nunca se podría volver realidad. Lo que quedó en lo profundo de su corazón fue simplemente una ho- rrenda oscuridad. —………… Guren miró a Shinoa. Si los documentos de investigación dejados por Mahiru eran ciertos, su razón principal para autodestruirse era para proteger a su hermana. Para protegerla de los experimentos hechos por la Casa Hi- iragi y sus garras construidas, ella llevó a cabo la investigación «Kiju», completamente sola. Pero probablemente Mahiru no le dijo es a Shinoa. No era necesario. Su hermana, por el bien de ella, puso su vida en riesgo mientras avanzaba hacia la destrucción. No era necesario que ella cargara a cuesta todas esas verdades inconvenientes por toda la vida. Quizá, Mahiru se distanció a propósito de Shinoa. Pudo ser lo mismo cuando ella estuvo hablando por teléfono con Kureto Hiiragi; ella lo manejó todo de forma calmada para que no afectara la vida de Shinoa. ¿Fue para protegerla, o era por otros objetivos? —…………. Guren estaba allí hoy porque Kureto se enteró que Mahiru usó su celular para comunicarse con Shinoa. — Mahiru Hiiragi parece mantenerse en contacto con su her- mana. Vigílala. Si ese era el caso, ¿ella estaba siendo usada? O podría ser que ella estaba engañando a la Casa Hiiragi ha- ciéndoles creer que ella estaba siendo usada, por eso había que dirigir el centro de su atención en ella. No había forma de descubrir la verdad. Él siempre había sido lento, cayendo detrás de otros, persiguiendo continuamente su silueta. — Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿Espiando? ¿Para un inte- rrogatorio? ¿Usarme de cebo? —……….. — Ah, ya sé. Te enviaron a matarme, ¿no? Esto si es molesto. Pareces muy fuerte. Puede que yo no sea capaz de defenderme. Mientras hablaba, Shinoa calmadamente levantó su mano de- recha y amablemente la sacudió.
  • 27. 27 Al instante, una pequeña cuchilla apareció, salió volando ha- cia Guren. Era un ataque muy silencioso. Debió haber pasado por ar- duos entrenamientos. Sin embargo, a pesar de eso. —…hmm.
  • 28. 28
  • 29. 29 Guren estiró un brazo atrapó la cuchilla entre sus dedos ín- dice y medio antes de rasgar con su pulgar el talismán que había pegado en la hija. Luego de eso, Shinoa, quien fingió que no pasaba nada, dijo con los ojos entrecerrados, y con un tono de voz monótono. — Uy, qué poderoso, como era de esperarse del amante de mí hermana. — No somos amates. — Escuché que lo hicieron. — Bah. Incluso se molesta en decirte esas cosas. — Escuché que eras malísimo haciéndolo. — ¿AHHH? — Jaja –sonrió Shinoa–, es broma. Mi hermana te quiere mu- cho, ¿cómo podría decir algo como eso? Él miró a Shinoa, en su rostro se notaba la irritación. — Maldita mocosa. — Jajaja –volvió a reír. Había un poco de tristeza en su risa. La risa de Mahiru era igual. Típico de hermanas. Él frunció el ceño y dijo: — Incluso si lo hicimos, eso no significa que seamos amantes. — Uwah, así que los rumores eran cierto. Que irresponsable eres. — Cállate, maldita mocosa. Ven a mi casa para que comas como se debe. Guren la ignoró y sacó su celular para llamar a sus subordina- das. Él les diría que no prepararan el curry de siempre, sino que hicieran platillos ligeramente más esplendidos. Sacó el número de Sayuri de la lista de contactos, y realizó la llamada. — ¿Es solo por tu buena voluntad, no? –dijo Shinoa–. Si no, si interactúas conmigo ahora, tu confianza en la Casa Hiiragi caerá. — ¡JA!, al final de cuentas, esos bastardos nunca confiaron en mí. — Entonces lo que vas a hacer empeorará tu situación. La vigilancia en ti será más rígida. — Por otro lado, esto no es solo por buena voluntad. Quiero contactar a Mahiru. — Asi que quieres usarme, ¿eh?
  • 30. 30 — Exacto. Pero prepararte un platillo es algo competente aje- no. Necesitas alimentarte apropiadamente hoy y siempre. — No seas estúpido, soy buenísima cocinando. — ¿Ah? — Mis habilidades ingeniosas manipulando el microondas… — ¡Si, si! Lo entiendo. En eso, la llamada cayó. — ¡Guren-sama! –era la voz de Sayuri. — Sayuri, ¿dónde estás? —…ahora estoy en… Sayuri murmuró a regañadientes, pero no reveló su ubica- ción. Quizá se estaban llevando a cabo los experimentos. Hasta ahora, todos los que seguían a la Casa Ichinose se ha- bían convertido, a la fuerza, en conejillos de indias para la experi- mentación del «Kiju» bajo el control de «Mikado no Oni». Guren era incapaz de hacer algo contra eso. Siendo una ba- sura, tan pequeño y lento, él no podía proteger a sus camaradas. Pues, si se resistían aunque fuese un poco, serian asesinados. Guren entrecerró sus ojos: — Estás en medio de los experimentos «Kiju», ¿cierto? — Ah, no –respondió Sayuri–, acaban de terminar. —...ya veo. Él realmente quería decir cuanto lo sentía, pero se resistió. Si lo hacía, solo haría que ellas se preocuparan más. Ellas siempre habían confiado en él, nunca lo dejaban, nunca renunciaban a él. Incluso cuando ellas, debido a la incompetencia de su maes- tro, fueron forzadas a convertirse en sujetos experimentales, con mucho optimismo, creyeron en mí. Comparado a ellas, yo… —………
  • 31. 31 ¿Cómo debo pagarles esto exactamente? La Casa Hiiragi y la Casa Ichinose tienen una enorme distancia, ¿cómo la supero? — ¡Ah! –dijo Sayuri–. ¡Ah! ¡Oh, cierto, Guren-sama, ¿qué le gustaría cenar esta noche?! — Este… — ¿Curry nuevamente, cierto? Guren rió amargamente. — Esta noche cenaremos unos platillos al estilo japonés. — ¿Eh? — Pescado y bastantes vegetales. — ¿Eh? ¿Eh? ¿Qué sucede…? — Hoy tendremos una invitada. Quiero que esta mocosa que lleva una vida desordenada tenga una cena apropiada. ¿Puedo encargártelo? — ¿Invitada? Entiendo. ¿A qué hora necesito tener eso pre- parado? — Llegaré a casa a eso de las 7:30 de la noche. Shinoa, quien estaba sentada en el sofá, dijo: — Puedo rechazar tu oferta. Guren la ignoró, y continuó: — Bueno, te lo encargo. — ¡Si, señor! La llamada terminó. Colocó su celular nuevamente en sus bolsillos. — Bien, vamos a comer. — Ya te dije que no voy. Además, no puedes ir a casa tampo- co. — ¿...qué pasa en realidad? Guren miró a Shinoa, tenía un teléfono en su mano. El dispositivo sonaba y vibraba. — Por cierto –continuó Shinoa–, esos que están llamándome son solo esos que hacen llamadas equivocadas, esos que están ad- virtiendo algo, y mi hermana. — ¿…tu amigos? — Que pregunta más estúpida. ¿No has considerado donde crecí?
  • 32. 32 La Casa Hiiragi. Esta pequeña también cargaba el apellido de la Casa Hiira- gi… nació con esta oscura maldición. De acuerdo a la informa- ción dejada por Mahiru, esta pequeña tuvo los genes de un De- monio dentro de ella. — Contesta la llamada –dijo Guren. — ¿Qué hay de que tú la contestes? Tampoco es que mi her- mana sienta mucho interés en mí. Eso era mentira. Mahiru arriesgó su vida para salvar a Shinoa. Luego de eso, ella fue acabada. Ella, por si sola, cargó con el peso del Demonio en el cuerpo de Shinoa. Y por eso, ella perdió el control. Sin embargo, no era necesario que Shinoa supiese eso. No era necesario que ella también cargara con el peso de esa maldición. Con eso, Guren tomó el teléfono y presionó el botón para contestar. — ¿Quién es? La persona que llamó, respondió desde el otro lado de la lí- nea. — Estoy aquí para promover mi producto –era la voz de Ma- hiru. Además, parecía que Mahiru estaba siendo espiada en esa conversación. Aun así, Mahiru continuó: — Llamo para recomendarle una aspiradora por 400.000 ye- nes. — ¿Dónde estás ahora? — ¿Vendrás y me abrazarás si te lo digo? — Te mataré. — Uy, qué directo. — Ya deberías estar muerta. — Que horrible. ¿Acaso yo no era la mujer que solías amar? — Si ese es el caso, dime, por favor, ¿cómo puedo salvarte? Te salvaré. Shinoa, quien estaba sentada en el sofá, entrecerró los ojos y lo miró. Mahiru quedó en silencio. Todo lo que él podía escuchar era una ligera respiración. —…ah, esto. ¿Guren, hablas en serio, no?
  • 33. 33 — ¿Acaso es momento para jugar bromas? –respondió. — No, una aspiradora de 400.000 yenes que puede aspirarlo todo ha llegado a nuestro inventario… — Cállate, ¿dónde estás ahora? — Incluso si te revelo mi ubicación, no podrás venir. El telé- fono de Shinoa está siendo espiado por la Casa Hiiragi. Si te digo donde estoy, habrá muchos asesinos del «Mikado no Oni» diri- giéndose a esta dirección. Más vidas se volverían a perder. Claro, de tu lado también habrá asesinos. Ella ya sabía que estaba siendo espiada. Quizá esta llamada también estaba siendo interceptada por Kureto. Como si pensara en eso, el teléfono de Guren vibró. Alguien le había enviado un mensaje. Era Kureto. El mensaje decía: Trata de extender la conversación tanto como puedas. Extendiendo la conversación, la ubicación de Mahiru, proba- blemente, fuese determinada. Luego siguió leyendo el mensaje. No me traiciones ahora, Guren. No olvides que si no puedes matar a Mahiru en septiembre, tu padre morirá. No pospondre- mos la ejecución… La fecha estaba escrita en la parte superior de la pantalla: 28 de septiembre. Sakae Ichinose…, quedan menos de dos días para la ejecución de papá. — No puedes seguir así –susurró Mahiru–, muestras tus emociones con demasiada facilidad. — ¿De qué estás hablando? — Estas sujetando el teléfono con tanta fuerza que los cru- jidos se pueden oír. Estas usando mucha fuerza, eso lo sé, Gu- ren. —……….. — Has llegado a un punto muerto. Tu padre es un rehén. Tus subordinados y asistentes también lo son. Aunque esta es la situación, querer salvarlos y así… ¿no es eso demasiada co- dicia? No tienes tal poder, ¿cómo piensas logar eso? —…… Su teléfono volvió a vibrar. Era otro mensaje de Kureto, y este parecía ser una especie de orden. Pero Guren lo ignoró. —…por eso es que dije que necesitas morir.
  • 34. 34 — Jajaja –rió Mahiru–, pero no actuaste. Dijiste que que- rías que muriéramos juntos antes de saltar de la cima del con- dominio… mi corazón no fue atravesado. Aun puedo recordar el calor de tu cuerpo abrazándome con fuerzas. El teléfono de Guren volvió a vibrar. Nuevamente, ordenes de Kureto. Guren miró el celular. Extiéndela un poco más. Ya encontramos su ubicación secre- ta. Preparándonos para actuar… Por un breve instante, Guren tuvo la necesidad de advertirle a Mahiru que Kureto la iba a matar. Él no tenía idea de cuales emociones lo hacían sentirse así. Pero fue tal como Mahiru dijo: Probablemente yo no sea capaz de matarla… Pero si le advierto, padre y mis subordinados morirán. ¿Qué debo hacer? ¿Qué debería hacer? —………… No podía moverse, ni hablar, y mucho menos hacer nada. — Guren –dijo Mahiru–, no necesitas ponerte nervioso. Me gusta tu yo que es débil y avaro pero fuerte a la vez. —……… Zumbido. Si te atreves a traicionarnos, la gente más preciada para ti, morirá. Responde. Di algo… —…yo, yo… — Jajaja –Mahiru rió alegremente–, que lindo, Guren. Eres tan gentil y vacilante incluso bajo esas circunstancias. Tú, que quieres ser amable con todos a tu alrededor, extenderás tu mano hacia la oscuridad, ¿cierto? El tipo de oscuridad es un lugar que es incluso más profunda y más oscura que la mía. Es un lugar disfrazado de justicia, pero actualmente está lleno de desesperanza… yo espero eso. Espero ver todo el desarrollo de esta escena. Pero por ahora, terminaré aquí. — Mahiru, espera. — No estoy esperando por ti. Kureto-nii-san está aquí, tra- jo consigo muchos subordinados. Jajaja ¡la fiesta nocturna co- menzará de nuevo! — ¡Mahiru!
  • 35. 35 Sin embargo, la llamada había terminado. Guren estaba siendo excluido de la batalla de Guren y Mahi- ru. Al ser una persona inútil, no tenía ningún valor usarlo. Luego que la llamada finalizara, se sintió como si toda la ener- gía hubiese abandonado su cuerpo mientras miraba inexpresiva- mente el celular. Frente a la pantalla del teléfono –Shinoa, quien estaba senta- da en el sofá, levantó la mirada y dijo: — ¿Ya terminó todo? — No hubo nada con que empezar –respondió Guren–. Estoy siendo alejado del mosquitero. —…alejado del mosquitero… el verano debería haber acaba- do por ahora. —………. — Pero, conmigo es igual. No me toman en serio porque mi hermana es una persona inteligente y excepcional. Ni siquiera se la razón por la que traicionó a la Casa Hiiragi. No, eso era un error. Mahiru se distanció a propósito de Shi- noa. Lo hizo para protegerla. —………. Sin embargo, ahora que las cosas estaban de esa forma, él no podía estar seguro si eso era cierto. El paquete de documentos fue dejado por Mahiru. Por eso, había una gran posibilidad que Mahiru, cambiara algo del conte- nido solo por sus metas y objetivos. Nada estaba claro. Mi poder no es suficiente. Sin importar qué, ese es el mayor problema. Guren le entregó el teléfono a Shinoa. El teléfono voló hacia la pequeña y aterrizó en el sofá antes de rebotar y caer al suelo. Quizá se reventó cuando cayó al piso. — ¿Por qué no lo atrapaste? Escuchando eso, Shinoa se encogió de hombros. — Esos que llaman solo pueden ser, mi hermana, anuncian- tes, o gente que llama por equivocación. Con respecto a mi her- mana, incluso si no tengo un celular, no tengo problemas para comunicarme con ella… más que eso…–ella entrecerró los
  • 36. 36 ojos y miró a Guren–. Ichinose Guren. Además de intentar usarte, mi hermana ya no volverá a comunicarse con alguien como yo. Alguien como yo –dijo calmadamente. Era mejor no apegarse demasiado a su hermana. No, debería ser así para todos. Eso era debido a haber nacido con la niña de un Demonio. ¿O es que era debido a haber nacido como la hermana menor de una cumplidora hermana mayor? Con el fin de no salir herida, ella se distanció a propósito de los demás. Guren miró a Shinoa y dijo: — ¿…quieres venir a mi casa a comer? — Jajaja –sonrió Shinoa–, tus preocupaciones son redundan- tes. — ¿Qué quieres decir con poner las cosas de esa forma? — ¿Eres ese tipo de persona que adopta cachorritos lamenta- bles y trágicos que solo pueden comer alimentos caninos? ¿Qué hay de tomar un vuelo que te lleve a África, donde puedes secues- trar a un montón de chicos hambrientos y traerlos hasta aquí? — Mocosa del demonio. Escucha a los adultos. — Tú aquí eres un mocoso del demonio de unos quince años. — Tengo dieciséis. — Jajaja Guren extendió su brazo y sujetó el de Shinoa. — Se~cues~tra~dor~ de~ ni~ños. Sin embargo, ella no se resistió. Su tono también fue monóto- no. Para ella, no había muchos cambios emocionales. — Se obediente –dijo Guren–, cállate y sígueme. Si no comes, habrá comida de sobra. —…que molesto –dijo aunque ya había comenzado a seguir- lo. — Vamos. Ambos pasaron por los pasillos y salieron de la casa. Pasaron por el vestíbulo y entraron al elevador, el cual tenía una capacidad máxima de cinco personas antes de presionar el botón del primer piso. Dentro del elevador. El número que mostraba el piso en el que estaban cayó del 7 al 5. Shinoa miró a Guren con los ojos entrecerrados.
  • 37. 37 —…eh, Guren Ichinose. — ¿Qué? — ¿…me estás invitando a comer para ocultar tu debilidad de que fuiste incapaz de salvar a mi hermana, cierto? — Lo sé –respondió Guren. — Aye, sabias eso. Debes ser muy, pero que muy molesto para ti. — Pero la comida que sabe delicioso sigue siendo mejor, ¿no? –dijo Guren, y Shinoa levantó la vista hacia él. — Si, eso es seguro –asintió. Luego el elevador llegó al primer piso. ◆ ◆ ◆ En un cobertizo oscuro en el muelle, fue donde las señales del celular de Mahiru fueron mostradas. —…abre la puerta. Siguiendo las órdenes de Kureto Hiiragi, los seguros de metal fueron abiertos lentamente, acompañado por un fuerte y ensor- decedor sonido de arañazos. Todo el interior estaba completamente oscuro. Era obvio. Esta vez, él llegó con más de quinientos soldados equipados con armas «Kiju». El cobertizo estaba siendo rodeado por com- pleto. Más allá de eso, el nivel de poder del «Kiju» estaba sien- do incrementado gradualmente con cada día que pasaba. Quizá, Mahiru no sería capaz de resistir ese ataque. Al otro lado, había una persona de pie. Esa persona probablemente estaba tomando ventaja de la os- curidad y buscaba una oportunidad de escapar. —…si ella estuvo aquí, pero. Su subordinada, Aoi Sanguu, quien estaba junto a él dijo: — Kureto-sama, por favor, retroceda un poco. La línea delan- tera es muy peligrosa. — ¿Eh? Ah.
  • 38. 38 Kureto retrocedió dulcemente. No necesitó verse afectado por emociones, permitiéndose deslizarse en tan aburrido peligro. Aunque hubo batallas que no pudo ganar sin su general, si él salía herido, sería el fin del juego. — Escuadrones uno y dos, ataquen –dijo Aoi. — ¡Si, madame! Después de eso, dos escuadrones de cinco personas cada uno, quienes usaban gafas de visión nocturna entraron en el cobertizo. Si ciertamente Mahiru les estuviese tendiendo una embosca- da, esos dos escuadrones habrían muerto. Pero eso fue solo en el momento justo. Al saber que Mahiru estaba allí, debieron haberse tomado más estrategias. Sin embargo, la voz de alguien resonó. — ¡No se han detectado rastros enemigos! — Ciertamente –murmuró Kureto–, no podemos descuidar- nos. Enciendan las luces. Aoi asintió y levantó su cabeza para señalar a los soldados. Con eso, los faros de un par de carros preparados detrás fueron encendidos al mismo tiempo, iluminando todo el cobertizo de almacenamiento. Era un cobertizo indescriptible lleno con varios bienes. Un oso de peluche estaba colocado en el centro del lugar. Di- cho oso estaba sujetando dos celulares en su boca. El micrófono y auricular estaban mantenidos juntos, fijados con cinta adhesiva. Ese era un método para prevenir ser rastreada. Su voz estaba siendo transmitida a algún lugar muy lejos por el celular que es- taba siendo monitoreado. — Tráiganme el celular… El escuadrón que fue primero sacó el celular de la boca del oso. — Entrar casualmente en contacto con algo dejado por Mahi- ru es peligroso –dijo Aoi con preocupación. — Pero nada le sucedió a esa persona. Mientras decía eso, él apuntó al subordinado que le entregó el teléfono a él y le ordenó remover la cinta. — Aquí tiene, Kureto-sama. Después, él entregó el celular a Kureto, respetuosamente. Ciertamente, ella usó dos celulares, transmitiendo su voz a lugares alejados.
  • 39. 39 Tomó uno de los celulares para verificar su historial de llama- da. Este había sido usado una sola vez. Es decir, hace poco. La lista de contacto también fue verificada. No había ningún número grabado. Él verificó el registro de mensajes solo para en- contrar un mensaje incompleto y sin enviar. Era algo así: Título: Sin título. Texto: Pude haber maldecido este teléfono. Pero no lo hice. ¿Sabes por qué, Kureto-nii-san? En mis ojos, no eres ni siquiera un enemigo. Al momento que leas este mensaje, probablemente ya no me encuentre en Tokio. Estoy planeando dirigirme a Kioto. Si quieres matarme, entonces persígueme. Ah, por cierto, ¿qué hay de tratar de perseguirme de la forma mostrada en esa famosa película de espías? Kureto Hiiragi. Este mensaje está programado para explotar diez segundos después de la pantalla se encienda. Bien, 3, 2… El mensaje terminaba allí. Kureto lanzó el celular hacia un área donde nadie estaba presente. El teléfono aterrizó en el piso y rodó. —…… Pero el móvil no explotó. Kureto lo miró por un momento, y murmuró sombríamente. —…maldita mujer. Un mensaje llegó en el otro celular. Solo había unas cuantas palabras escritas. ¿Tienes miedo? ¿Estás asustado? Idiota. Kureto no dijo nada. Verificó la identidad del remitente y la llamó. — Oh, Nii-san. Tanto tiempo sin saber de ti. — ¿Estas en Kioto ahora? — No. Aún estoy en Shibuya. Cerca de la escuela. ¿Sabes? Está bien si me persigues. Al fin y al cabo, era demasiado tarde. Él sabía que las cosas progresarían de esta forma desde un principio. Esta vez, todo fue orquestado por Mahiru. Si ese fuera el caso, ella debió haber esta- do completamente preparada antes de actuar. Asi era ella. Un monstruo incluso en el pasado. El sinónimo de la palabra «genio». A diferencia de mí, que tenazmente acumulé mis esfuerzos diarios. Ella podría dar un paso al frente a una dimensión distin- ta, sin esfuerzo alguno.
  • 40. 40 Sin embargo, esta es la razón principal por la que ella no pue- de dirigir a los humanos. Pues es incapaz de encontrar un terreno en común con nadie, ella no encaja para ser la cabeza de la Casa Hiiragi. Kureto habló con el fin de dar otro pequeño paso al frente. Aunque era incapaz de cruzar a una dimensión distinta con un solo paso, dio uno pequeño, un paso firme hacia adelante. —…dime tu ubicación. Si no lo haces, mataré a Guren. — Ja, ¿tratas de amenazarme con ese método? — No es una amenaza. Si este método funciona en ti, lo haré sin dudarlo. — Es cierto. Puedes actuar. — Si no quieres que eso suceda, entonces quédate allí, obe- diente, y no te muevas. Si no, apuñalaré el ojo derecho de Gu- ren… — Jajajaja. — Estoy hablando en serio. Si te atreves a desobedecerme. Yo… — JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. Ella rió divertidamente. Mahiru parecía que estaba realmente feliz; se rió como una jovencita pura, intachable. Era inútil contra ella. Incluso si el ojo derecho de Guren era apuñalado, a ella no le importaría. Incluso si Guren era asesinado, tampoco le importaría. ¿O es que ella dijo eso para engañar a Kureto? La cadena ima- ginaria de un monstruo no podía ser comprendida por los demás. — Tu risa es ensordecedora. — ¿En serio? Guren dice que le gusta. — Incluso si no te importa, lo mataré. — Jeje… — Comenzaré un interrogatorio de tres días a partir de hoy, le fracturaré ambos brazos y piernas, le cortaré los ojos y la lengua, lo despellejaré. Luego lo mataré. Si no vienes a este cobertizo en este momento, Guren Ichinose será… —…jejeje, dices demasiadas cosas cuando estás desespera- do, Kureto Hiiragi. —……. — Es cierto. Todo lo que haces siempre ha estado bien. Si lo haces, probablemente saldré herida. Pues amo mucho a Guren.
  • 41. 41 — Entonces, si no quieres que pase… Sin embargo, Mahiru lo interrumpió, dijo: — Ah, estoy tan herida. Es tan doloroso, muy doloroso… sin embargo, ¿qué si tomas acciones? —……. — Y además, Nii-san, como la hermosísima hermana me- nor que comparte el mismo padre pero una madre distinta, te aconsejaré con sinceridad. Si intentas usar el poder del Demo- nio, solo por hacer las cosas que se suponen ser correctas, solo te debilitará. —………… — Si sigues acumulando esos pequeños momentos, será demasiado tarde. ¿La justicia? ¿Sentido común? Sal de esos lí- mites. O nunca podrás ser capaz de atraparme. — ¿Sabes cómo llama el mundo a esos bastardos que ignoran regularmente los límites del sentido común? –respondió Kureto. — No tengo interés en eso. Nacimos de… la familia en la que nacimos era… un mundo en el que el poder lo era todo, Nii-san. Ya tu sabias eso. Sus palabras no podían ser más ciertas de lo que ya lo eran. Sin embargo, a pesar de eso. — Estoy a la cabeza del «Mikado no Oni». Te derrotaré den- tro de los límites del sentido común del ser humano. Renunciaré a todo lo que tengo, avanzaré con otros métodos y crearé un nue- vo futuro. — Por favor, haz lo que quieras. Bien, es hora de irme a Kioto. ¿Qué ofrecía Kioto? Mientras pensaba en eso, él volvió a re- nunciar. Ya no era necesario seguir conversando con Mahiru. La próxima vez que la vea, la mataré. La ignoró y terminó la llamada. Luego le preguntó a Aoi. — ¿Eres capaz de detectar su ubicación? Aoi sacudió su cabeza, y dijo: — Aunque está en Tokio, el área cerca de Shibuya ya ha sido investigada, pero es solo en esas áreas… — ¿No puedes encontrarla? — Si.
  • 42. 42 Desde el comienzo, Mahiru fue capaz de evitar ser rastreada. Como tal, aquí ya no había valor cazarla. A cambio, era posible ser burlado completamente por esa información. —…Kioto. ¿Kioto, eh? Kureto murmuró para sí mientras lentamente se adentraba en sus pensamientos.
  • 43. 43 —…….. En el jardín del Orfanato Hyakuya, Mahiru Hiiragi miró su celular que acababa de colgar, y sonrió ligeramente. Luego inclinó su cabeza hacia atrás para mirar el cielo. Aun- que estaba despejado, aquí en Shibuya, las luces de las calles eran tan brillantes que no se podía ver ni una sola estrella. Aquí, a finales de septiembre, no hacia ni frio ni calor, la tem- peratura era perfecta. Era la época del año que a Mahiru le en- cantaba. Pero en este mundo, probablemente, los días cómodos como este no volverían a ocurrir. Pues dentro de tres meses, el mundo llegara a su fin. De ser así… —…debería aprovechar la oportunidad para comer una paparda del pacífico. Mahiru se hablaba a sí misma. La paparda del pacífico ac- tualmente debería ser abundantes. Ella había escuchado que los pescados eran más grasosos en la primera mitad de septiembre, y adelgazarían a medida que el tiempo pasaba. Ahh, no importa que tenga que ser a la parrilla. En cualquier playa. El fuego rugiría. Los carbones crepitarían con la grasa. El aroma lo inundaría todo –un hambre voraz le emocionaba la mente. Hambre. Deseo sexual. Ganas de vivir. Wow, parece delicioso, comer algo así –tal como lo diría una chica normal–, con Guren. Definitivamente, ella estaba muy emocionada. Después de todo, el mundo terminaría pronto. Todo acabaría. Hablando de eso, preguntas estúpidas que no necesitaban considerarse, como: ¿Qué harías si el mundo terminara mañana?, habían sido populares en la escuela a la que asistió de joven. Todos formulaban y respondían esas preguntas muchas veces al día. Pero esta pregunta nunca había sido hecha a Mahiru, pues para la noble Casa Hiiragi, nadie realizaría preguntas sin sentido.
  • 44. 44 Por eso, ella fue odiada por todos. Sin embargo, ella los seguía viendo responder alegremente. Hubo un chico que dijo que quería comer curry hasta el final. Ella pensó: Esa podría ser realmente una buena decisión. Hubo otra chica que dijo querer darles las gracias a sus pa- dres. Realmente no entiendo ese tipo de sentimiento, pues en mi caso, nunca he sido amada por mis padres –pensó. Luego, en cierto momento, ella también comenzó a formular- se esa pregunta en su corazón. Aunque nadie llegaría a preguntar- le, si alguien llegaba a hacerlo, ¿le respondería? Si el mundo se acabase. Si el mundo acabase mañana, ¿qué harías? —……….. Aunque la persona que le llegase a hacer esa pregunta, nueva- mente hoy no estaba a su lado. A partir de ahora, ella trataría de decir las conclusiones que ha obtenido hoy. Si el mundo acabase mañana, ¿qué haría? — Seguiría siendo la paparda del pacífico… Luego alguien respondió de debajo de ella. — E-e-esa paparda del pacífico es realmente deliciosa, ¿cier- to? Mahiru bajó la mirada hacia la fuente de la voz. Allí de pie estaba una pequeña sosteniendo una pelota de dodgeball. Proba- blemente era una de las niñas que estaban al cuido del Orfanato Hyakuya. Aparentaba unos seis o siete años de edad. Era una niña de la misma edad que su hermanita Shinoa. Incluso podría ser menor que la misma. La chica arrugó su frente y dijo: — Pero no me gustan las entrañas, pues son demasiado amar- gas. Era una niña muy hermosa. Ciertamente, las entrañas eran amargas. Esas que dejaría que Guren se comiera. Pues ya que él siempre actuaba como un adul- to, definitivamente se las comería. — ¿Quién eres? –preguntó Mahiru, y la pequeña le respon- dió: — Me llamo Akane. ¿Qué hay de usted, onee-san? — Me llamo Yamada Miyuki.
  • 45. 45 Mahiru dio un nombre falso. Akane le creyó, y habló con una expresión bastante obediente. — Bueno, Yamada-nee-san. — Puedes llamarme Miyuki. Al final, era un nombre falso. — Bueno, Miyuki-nee-san. ¿Puedo preguntarle algo? — Claro, ¿qué es? — ¿Usted es amable? Ella hizo una pregunta directa. ¿Amable? Si a ella le preguntaran, Mahiru no lo era, en lo absoluto. Más bien, ella era del tipo de persona que era leal a sus propios deseos. Una mujer egoísta, que incluso en esta situación, donde el mundo solo estaría en existencia por poco menos de tres meses, solo pensaría emocionadamente en comer paparda del pacífico en la playa junto a Guren. Entonces, ¿qué tipo de persona era Yamada Miyuki? Mahiru inclinó su cabeza y respondió: — Hm… ¿cómo decirlo? No estoy realmente segura de si puedo llamarme amable. Originalmente, la persona Yamada Miyuki ni siquiera existía. — Incluso así –dijo Akane–, dígame, ¿es amable? Mahiru bajó su cabeza para mirar a la pequeña. Akane seguía preguntante con una expresión seria. — Pues usted está aquí por eso, ¿no? Para llevarse a uno de nuestros niños, ¿cierto? Con nuestros niños se estaba refiriendo a los chicos de este orfanato. La razón por la que Mahiru vino era para llevarse a un pe- queño llamado Juni. Y así llevar a cabo experimentos. Los experi- mentos del «Serafín del Final». — ¿Onee-san, usted es amable? –volvió a preguntar Akane. —…….. — ¿Sus padres son amables, onee-san? —………..
  • 46. 46 — ¿Será amable con Juni? Akane preguntó con desespero, y Mahiru le tocó amablemen- te su linda cabeza. — Ah… Luego, las lágrimas de Akane se volvieron espontaneas, y co- menzó a llorar. Probablemente porque estaba triste por separarse del niño llamado Juni. Aunque ellos no estaban relacionados con sangre, ella seguía tratándolo como su hermano menor. Sin embargo, Mahiru apenas podía entender esos sentimien- tos. Pues ella misma tenia hermana menor a la que le tenía algo de aprecio. Ella hizo lo mejor por su hermana. Por lo que ella podía entender eso. Mahiru siguió acariciando la cabeza de Akane con amabili- dad, y dijo: — ¿Cómo te parezco? — Muy hermosa –respondió Akane. — Gracias. — Y parece muy amable. — ¿En serio? — Si. — Entonces ¿puedes confiarme a Juni? En ese momento, Akane siguió hablando. — Pero aunque parece amable, también parece triste. — Eh. — Parece triste –dijo Akane–. ¿Está triste, onee-san? Eso era imposible. Esa sonrisa era algo que ella había practi- cado muchas veces frente al espejo. Desde muy joven la practicó, lo hizo hasta que pareciera que sonreía con naturalidad. Pero, si una jovencita podía ver a través de esa sonrisa, en- tonces… —…quizá –respondió Mahiru. Luego, Akane pareció volver- se a preocupar. — Onee-san, ¿se encuentra bien? Mahiru sonrió como si jugara una broma pesada. — Últimamente, mi vida amorosa no ha ido muy bien.
  • 47. 47 Akane pareció muy interesada. Aunque era una niña, ya era una mujercita. Al final de todo, ella se interesaría en cosas del amor. — ¿No se está llevando bien con su novio? Ante esa pregunta, Mahiru se encogió de hombros. — Aun no se ha vuelto mi novio. — ¿Eso significa? — Um~ ¿cómo decírtelo? — ¿Qué tipo de persona es él? — Mi amor de infancia. — ¡Ah, un amor de infancia! ¡Entonces debería llevarse bien con él, ¿no? Bueno, eh, ¿no se le ha confesado a usted todavía? Mahiru sonrió y dijo: — Cielos, ¿por qué siempre me preguntas sobre mi~? ¿No deberíamos estar hablando de Juni? Akane sonrió y dijo: — Ah, está bien ahora. — Eh, ¿por qué? — Porque cuando usted estaba hablando de la persona que le gusta, su expresión se volvió amable. Aparentemente fue así. Cuando ella hablaba de Guren, su ex- presión se tornaba amable, y era de forma natural. En eso, ella pausó. —…cielo, que chica tan honesta soy. Mahiru rió para sí. Hablando de eso, en el pasado, Shinoa también le había dicho eso. Ella dijo: mi hermana parece muy feliz cuando se pone a ha- blar de cosas que tienen que ver con Ichinose Guren. Luego recordó las veces cuando ella se situaba junto a su her- mana en frente de una mesa de maquillaje, practicando su sonrisa en el espejo para así parecer más linda.
  • 48. 48 Mahiru podía producir una sonrisa falsa inmediatamente, pero Shinoa era incapaz de hacer eso con éxito. — ¿Así? ¿Es así? Pensando en la enorme sonrisa de Shinoa mientras decía eso, el espíritu de Mahiru se encendió un poco. A mis emociones internas no les queda mucho, pues el de- monio las devora, pero incluso ahora estas pueden estar alegres al pensar en Guren y Shinoa. Entonces, en el futuro, cuando tenga que producir una sonrisa amable, solo debería pensar en él –pen- só ella. Sonriendo mientras pensaba en Guren, ella se dirigió a hacia Akane. — Hablando de eso, ¿tienes un chico que te guste? En respuesta a eso, Akane se sonrojó. — Eh, eh, yo… — ¿Conque sí? ¿Quién es? — Eh, eh, eh… En eso, una voz llegó desde el interior del edificio del orfa- nato. — ¡Akane-chan! Era una voz clara y determinada. Luego el cuerpo de Akane tembló ligeramente. Esa reacción fue fácil de entender. Así que así era. Mahiru miró en dirección a esa voz. En dirección de la perso- na en la que Akane pensaba. Allí, estaba parado un jovencito muy guapo junto a otros ni- ños. Tenía un cabello dorado, muy suave. Una piel blanco pálido. Probablemente no era completamente japonés. Ella había leí- do eso en la data. Su nombre era Shindo Mikaela. Aunque él no lo sabía exactamente, él era un sujeto experi- mental excelente. Era obvio que la «Secta Hyakuya» no dejaría ir nunca, a un sujeto experimental tan maravilloso como él. — ¡Mika! Akane pronunció el nombre del chico. Su voz era más aguda de lo usual. Este era el sonido de una chica enamorada.
  • 49. 49 No, todos los chicos alrededor del niño llamado Mika pare- cían enamorados. Hablando de eso, los datos parecían decir algo de que él era el líder del orfanato dentro de sus líneas. Un niño pequeño estaba abrazando fuertemente el brazo de Mika. Era Juni, quien sería transferido de las manos de los edu- cadores Hyakuya. Juni estaba llorando. A su lado estaba la anciana asignada de manejar el orfanato. Detrás de ellos, un hombre con un traje negro estaba de pie. Había sido ubicado allí por la «Secta Hyakuya», se llamaba Saitou. Este miró fríamente en dirección a Mahiru. Ella no respondió: — ¡Mika-nii! No quiero irme. ¡No quiero! Juni abrazó la rodilla de Mika, y este le acarició amablemente la cabeza. Luego miró en dirección a Mahiru. Unos ojos completamente azules. Un directo, puro y podero- so azul, tan claro que parecían que podían ver a través de lo que fuese, sin importar qué. Mahiru mostró la sonrisa que practico muchas veces desde joven, y dijo: — Juni-kun. No tienes por qué tener miedo, pues nuestra fa- milia es muy normal, todo está bien. Juni no se volvió a verla. En lugar de eso, Mika fue quien ha- bló: — ¿Tu eres? — Mika, ella es Miyuki Yamada –dijo Saitou–. Ella va a con- vertirse en la hermana mayor de Juni. — ¡No quiero una hermana nueva! ¡Yo… yo quiero estar jun- to a Mika-nii y Akane-nee! Juni aulló, lloraba. Mika miró a Akane mientras acariciaba la cabeza de Juni. — ¿Cómo? — Si, ella es muy amable –respondió Akane. Parecía que Akane había sido enviada por Mika para verificar. Mika-kun. Los ojos de la persona que verificaba debieron es- tar ciegos. — Ah, ¿sí…? Mika entrecerró sus ojos, luego volvió a mirar a Mahiru. — Eh, Yamada Miyuki. ¿Dónde están tus padres?
  • 50. 50 — Ah –respondió Mahiru–, ya que era posible que Juni sin- tiese miedo si venían muchos adultos, fui elegida para venir sola. Papá dijo que él probablemente se apegaría a alguien que tuviese casi su misma edad… que fastidio, tengo 16, ya no de- berían considerarme una niña, que confuso. Todo lo que dijo eran mentiras, incluso fingió una sonrisa. — Pero si no soy de confianza, si se sienten incomodos por- que mis padres no están cerca… — No, está bien –dijo Mika, sacudiendo su cabeza–. Lo sien- to, hice una pregunta extraña. Tras decir eso, él se arrodilló. Colocó sus ojos al mismo nivel a los del sollozante Juni, sonrió cálidamente y dijo: — Juni, esa persona parece muy amable. — ¡No! ¡No quiero ir! –gritó él. — Juni. Todo será muchísimo mejor que aquí. — ¡Pero, quiero estar contigo, Mika-nii! –gritó Juni. — Si. Yo también quiero estar contigo. Pero tendrás una nue- va familia, y eso es mejor. — ¡Pero todos los del orfanato son mi familia! — Si. — ¡Mika-nii, lo dijiste antes! ¡Dijiste que ya no estaba solo! ¡Dijiste que todos en el orfanato eran mi familia! — Si. Lo dije antes. Siempre seremos tu familia y amigos, Juni. — ¡Entonces! En eso, Mika abrazó a Juni amablemente, y dijo: — Es porque somos tu familia, que queremos apoyar esto, que esto será lo mejor para ti –abrazó fuertemente a Juni–. Juni. No llores. Si eres hombre, debes ser fuerte y avanzar. Todo está bien. Pues si quieres escapar, podrás volver aquí, junto a nosotros, en cualquier momento. — Uuuuu –oyendo eso, aunque era solo un niño, Juni hizo lo mejor para contener sus lágrimas–. Mika-nii. — ¿Sí? —…n…no quiero dejarlos.
  • 51. 51 — Si. — Quiero estar junto a todos. — Yo también. — Pero ¿tengo que irme? — Si. — Si no voy, ¿te decepcionarás, Mika-nii? Mika sacudió su cabeza y respondió amablemente. — No me decepcionaré. ¿Cómo puedo sentirme decepciona- do de lo que hace un miembro de mi familia? Juni, tu avanzarás, de eso no hay duda. Pues comprendo más que nadie, que eres un niño muy fuerte. El cuerpo de Juni tembló. Aunque solo tenía cuatro años de edad, él quería cumplir las palabras de Mika. Pues quería ser elogiado. Él se encontraba en una edad en la que comenzaría a tener el deseo de ser reconocido. Por el bien de ser elogiado por Mika, Juni quiso esforzarse. Y solo el chico llamado Mika tenía ese tipo de carisma. Con solo unas cuantas palabras, él pudo captar los pensamientos de Juni. Él tenía una habilidad de liderazgo excepcional, algo que no estaba registrado en sus datos experimentales. Todos allí estaban cautivados por el carisma de Mika. — Entonces… si me elogias… haré lo mejor, Mika-nii –dijo Juni. Él, con su pequeño cuerpo, podría apretar el paso en el mundo. Acariciando la cabeza de Juni, Mika sonrió y dijo: — Bien. Ve, Juni. Juni se volvió. Ya no estaba llorando. Avanzó hacia Mahiru. — Eh, eh… por favor, cuide de mi –dijo. — Lo mismo digo –dijo Mahiru, sonriendo. Luego asintió. Si me esfuerzo ahora, lograré la felicidad – no creo en una cosa tan ideal. Si solamente el mundo de cumplir las promesas y esforzarse fuera tan bueno. Sin embargo… —……..
  • 52. 52 Desafortunadamente, el mundo no es así. Si ese fuese ese tipo de mundo, el amor de su juventud ya ha- bría tenido resultados. Ella ya estuviese inscrita en alguna escuela secundaria, pero probablemente se saltara clases para rostizar pa- parda del pacífico en alguna playa, junto a Guren. Luego, ella le daría a Guren las entrañas amargas para que las comiera. Probablemente él sonriera y dijera: cielos, siempre eres tan impulsiva, Mahiru. Si él sonriera, incluso si sus labios se pusieren un poco amargos por las entrañas de pescado, ella lo soportaría y los aceptaría. — Vamos. Mahiru sujetó la mano de Juni. Él asintió. Luego de unos pa- sos, se volvió, otra vez. Aunque parecía que estaba a punto de llorar, hizo lo mejor para resistir. Mika sonrió y asintió: — Eres asombroso. — ¡Si! Juni asintió con fuerza. Luego Mika dijo: — Eh, Miyuki-san… Quizá porque estaba soñando despierta con Guren, Mahiru casi olvida quien era Miyuki, y sus reacciones fueron torpes. Ah, era el nombre falso que acababa de dar. — Si –respondió, y Mika le dijo: — A Juni le encanta leer manga. Le gustan las historias de aventuras como «Momotaro». —………… — Aunque a él le asustan los monstruos… él es el tipo de niño que se vuelve valiente, lo suficiente como para dormir por su cuenta si le dices que es tan fuerte como Momotaro. —…….. — Y es un niño que apuntará a lo mejor… un niño que to- mará la iniciativa de cuidar a aquellos que son más jóvenes… es un niño amable que no odia a sus padres, a pesar de que ellos abusaron de él y lo abandonaron… por eso. El cuerpo de Juni volvió a temblar. Su mano se sacudió en la de Mahiru. Y volvió a llorar.
  • 53. 53 Mahiru miró a Mika. Y al mirarla, él continuó. — Por eso, si puede salvar a Juni de aquí, por favor, trátalo bien. Él es un niño inteligente que ama aprender, así que, por fa- vor, edúcalo. —…….. — Ya posee recuerdos dolorosos. Creo que es su turno de te- ner el derecho de ser feliz –dijo Mika. Él realmente era una per- sona asombrosa. Apenas tenía 8 años de edad. Sus circunstancias también fueron desafortunadas. En este orfanato, en este lugar donde los niños son reunidos para ser experimentos, no había un niño que no haya sufrido. Sin embargo, él aún estaba preocupado de sí Juni obtendría felicidad. Sintió que él era responsable de la felicidad del niño. Pero aun así… —……… Sin importar cuán sorprendente era, él seguía siendo un niño. Eso es lo que pensaba Mahiru. Ella también consideró lo mismo cuando era niña. Ella pensó que también tenía el derecho de la felicidad. Sin embargo, tal derecho no existía. Si uno quería obtener ese tipo de derecho, uno tenía que llo- rar y aullar desesperadamente, y confiar en uno mismo para ob- tenerlo. Por eso es que me convertí en un demonio. Para perseguir la fuerza. Incluso así, Momotaro aún no ha llegado a la isla del de- monio en mi corazón para acabar con él. El príncipe en el caballo blanco tampoco ha aparecido. ¿Dónde dejé la zapatilla de cristal de la cenicienta? —…no hay problema. Me asegurare de que sea feliz. Mahiru le prometió a Mika. Asegurado, Mika sonrió. — Bien, Juni-kun, nos vamos. En respuesta, Juni asintió. Salieron del orfanato. Allí afuera, ellos caminaron un rato, y luego se detuvieron en una van. Mahiru abrió la puerta y permitió que Juni se sentara en el asiento trasero. El hombre en el asiento del conductor se volvió:
  • 54. 54 — Oye, ¿quién eres…? En ese momento, Mahiru agarró el cuello del hombre, y lo mató. Con un crujido agudo, el interior del carro resonó con el so- nido de su cuello siendo quebrado. Juni pareció no comprender lo que sucedía al instante. —…wu….eh, ¿qué…? — No temas. Todo está bien. Mahiru dijo con una sonrisa. Luego apretó el pecho de Juni, haciéndolo perder el conocimiento. Él ya no vería más cosas te- rribles. Ni necesitaría tener miedo de los monstruos. No nece- sitaría convertirse en Momotaro, tampoco esperar un príncipe. Aunque ella no estaba segura si eso era algo de lo que estar alegre. Mahiru aseguró el cinturón de seguridad del inconsciente Juni. Y le acarició la cabeza.
  • 55. 55
  • 56. 56 Luego, ella cerró la puerta. Se ubicó en el asiento delantero, cambiando al conductor muerto hacia el asiento del copiloto. También le aseguró el cinturón. — Grandioso. En ese momento, Mahiru recordó que aun llevaba un unifor- me de marinero. Si conducía, ¿sería detenida por la policía? Mahiru se sentó en el asiento del conductor. Giró la llave para el arranque, y comenzó a conducir. Girando el botón de volumen del radio, una música realmente triste comenzó a sonar. Al final, Juni ni siquiera tuvo que escuchar esa mierda llama- da música. Mocoso afortunado. Ella cambió la estación radial, colocando su preferida. Había una estación que actualmente reproducía jazz, por ahora, ella es- taba bien con eso. El carro se llenó con sonidos suaves de violín y percusión. — .... El carro condujo por la Autopista Metropolitana. Se movió entre los carriles para superar otros carros. Luego, en el espejo retrovisor, ella notó otro carro siguién- dola. No era la policía. Entonces, ¿la «Secta Hyakuya»? ¿El «Mikado no Oni»? De cualquier forma, puedo manejarlo. Siempre y cuando el oponente sea humano, puedo manejarlos. Pero quizá hoy no sería lo mismo. Después de todo, ella había interferido en cosas de este mundo que no se debían modificar. Eso era un tabú abrumador. Una investigación insana que podría destruir el mundo. El nombre de esa investigación era: «El Serafín del Final». Por el bien de no dejar que el mundo exterior se enterara de la investigación en curso, el orfanato Hyakuya estaba lleno de en- cantamientos pesados. Pero ahora que ella estaba fuera, ella podría ser perseguida por esos «Aliados de la Justicia» que querían proteger el mundo y conservar la ley y el orden. —…realmente vinieron. Mirando por el espejo retrovisor, ella murmuró.
  • 57. 57 En el espejo, ella vio que en el tejado del carro que la perse- guía, algo que parecía un ser humano, aunque a la vez no lo pare- cía, estaba tambaleándose y manteniéndose de pie. Mahiru se fijó en las comisuras de la boca de la cosa huma- noide. Su boca tenía colmillos. Esos eran vampiros. Monstruos que no eran partidos para los humanos. Ellos tomaban la sangre de los humanos como si fuera comi- da, y había 4 de estatus elevados, solo por el bien de proteger la paz mundial. Si ella fuese una persona normal, ella habría renunciado a la esperanza. Los humanos en frente de los cazadores, solo tenían el rol de inclinarse. Sin embargo. —…ya no soy humana. Sal, Asuramaru. Con un susurro fantasmal, una katana japonesa se materiali- zó de repente en la mano izquierda de Mahiru. Luego liberó su cinturón de seguridad. En eso, el vampiro en el espejo retrovisor voló hacia la van. Había dos de ellos volando hacia ella. Los movimientos de los vampiros fueron extremadamente rápidos. Tanto así, que los humanos normales serían incapaces de mantener. Al momento en que Mahiru se volvió, los vampiros ya esta- ban junto a su van. Levantaron el carro junto al de ella, como si estuviesen a punto de lanzárselo. — Woah~que exagerado. Es como una película. Mahiru rió y sacó su katana. Cortó la van en la que estaba sentada a la mitad, y salió volando.
  • 58. 58 Ya estaba completamente oscuro cuando Guren salió del ele- vador del condominio. Eran las 6:15 de la tarde. Hora de cenar. En las calles que estaban siendo iluminadas por las farolas, las siluetas de hombres asalariados y estudiantes, cuyos uniformes estaban pobremente puestos, se podían ver. Alejándose de las amplias calles, Guren llamó un taxi. — Sube. —…… Guren se aseguró que Shinoa había abordado el taxi antes de decirle la dirección al conductor. El chofer encendió el motor mientras los miraba por el espejo retrovisor. Era un hombre de mediana edad, unos 40 años quizá, con un bigote en su rostro. — Huh, aun siendo estudiantes toman un taxi y cosas así. Ciertamente, ustedes deben ser gente importante. —…….. Guren miró al conductor del taxi una vez más antes de des- viar su mirada e ignorarlo. — Sus padres deben ser ricos –continuó el conductor. Guren no negó sus palabras. Aunque esa familia rica actual- mente era rehén de Kureto. — Que molesto, durante periodos como estos cuando la eco- nomía no está muy buena… siendo mucha envidia de jóvenes maestros como ustedes. Que ruidoso. No estoy seguro si debería decirlo en voz alta. — Pedirme que conduzca a una ubicación tan cercana no es lucrativo para nosotros. — ¡Quién sabe! — Ah, ¿qué acabas de decir? — Nada. Shinoa, que estaba sentada a su lado, lanzó una mirada inte- resada hacia ellos.
  • 59. 59 El taxi condujo por la entrada de la Autopista Metropolitana y recortó en el carril más a la izquierda. Fue un movimiento ligero, pero el conductor siguió. — Hace solo dos años, yo estaba trabajando en una industria manufacturera. Pero mi presentación era pésima, que me expul- saron. Que molesto. Esa gente que piensa que son tan buenas de- cide expulsar sin autorización. —……… — Cielos, eso fue demasiado casual. Políticos, millonarios… y todos esos, no tengo idea. ¿Chicos, ustedes creen ser el centro del mundo? Guren, escuchando esas palabras serviles, dejó su cadena de pensamientos y no pudo evitar reír amargamente. Eso era porque estaba pensando en las mismas cosas serviles cada día. Él también, desde su nacimiento, estuvo en un mundo con- trolado completamente por la Casa Hiiragi. La mujer que a él le gustaba le fue arrebataba, su dignidad le fue arrebatada. Ahora, incluso cuando sus padres y subordinados eran rehenes, él no podía hacer nada. Quedaban dos días hasta la ejecución de su padre. Sin embargo, él ni siquiera sabía dónde estaba Mahiru. No, ¿por qué tengo que perseguir a Mahiru? ¿Existe alguna necesidad real para matarla? Al fin y al cabo, quien decidió eso no fui yo. Allí no había espacio para su propia voluntad. Pues estaba perdido. Pues era un perro abandonado desde el momento de su nacimiento. Por eso, todo. Todo fue decidido por la Casa Hiiragi. — Bueno –continuó el conductor–, mi cliente, siendo un jo- ven maestro, probablemente no entiende las cosas que pasan en este mundo. —…jajaja, eso quizá no sea del todo cierto. — Probablemente estén viviendo su vida en un aposento muy cómodo. — Si. — Este es el uniforme de una institución de élite, ¿no? Algu- nas veces, ustedes toman un taxi. Realmente son grandes indivi- duos. Que hermoso. El éxito les fue dado desde su nacimiento. También quiero ser así. — Jajajaja –rió Guren.
  • 60. 60 Quizá esos estudiantes de élite que hayan tomado este taxi han muerto ya. Los estudiantes de la Secundaria Shibuya, du- rante el periodo de abril a septiembre, habían sido atacados dos veces por la «Secta Hyakuya». Una gran porción de ellos había sido asesinada. Claro, Guren apenas había evitado la muerte un par de veces. Si era posible, él no habría querido nacer en una familia como esa. — Lo siento mucho sobre el éxito entregado a nosotros. — Bueno, de repente cambiaste tu actitud. No puedo decir nada más sobre ello… El carro se detuvo en el semáforo. Girando en esta intersec- ción, pronto los estaría llevando al condominio de Guren. Una madre cargando unas bolsas de comprar y observando a su niño estaba caminando por el cruce peatonal. El conductor estaba dando golpes leves al volante con sus dedos. —…que molesto. Caminar de forma tan alegre. Bueno, yo también tuve un hijo. Pero luego que me expulsaron, él se fue con su madre. En eso, Shinoa dijo fríamente. — Que molesto, ustedes si hablan. Aunque no me interesan esas cosas. — ¿Ah? El conductor quedó un poco conmocionado mientras se vol- vía. El semáforo comenzó a parpadear. La madre apresurada- mente tiró de la mano de su niño, quien era bastante inestable en sus pies. Bicicletas que estaba pasando entre los vehículos en la calle, se detuvieron en una línea al lado del taxi. Luego de eso, al mismo tiempo… —………. De repente, un dong sonó, era como si algo acabase de ex- plotar. — ¡¿Qué sucedió?! –gritó el conductor. Guren notó que el sonido venía desde arriba. Pues así lo hizo Shinoa. Guren levantó la mirada, por supuesto, no pudo ver nada. Escuchó ese sonido agudo y chirriante que se parecía al que uno hacia cuando algo era arañado contra el metal. No tenía ni idea de lo que estaba pasando.
  • 61. 61 Aunque no tenía idea, Guren dijo: — Oye, Shinoa. —…aquí. — Sal. Guren abrió la puerta y agarró el atuendo del conductor. Este los miró. — ¿Eh? ¿Eh? Oigan, chicos… Él estaba siendo ignorado. Guren, con fuerza, arrastró al con- ductor mientras saltaba fuera del taxi. En eso, un volquete minero cayó desde el aire. Para ser más precisos, era un volquete minero que chocó con- tra los muros amortiguadores de sonido de la Autopista Metro- politana. Si ellos estuviesen dentro, habrían muerto al instante. Después de eso, el camión comenzó a dirigirse hacia la direc- ción del cruce peatonal. La madre y su hijo aun caminaban por allí. No se escucharon gritos. Las expresiones estaban enmude- cidas. Desde su ubicación, no existía lugar donde uno pudiese correr para prestar ayuda. Ellos morirían. Esa madre y su hijo morirían. Usualmente, así seria. Sin embargo. —…préstame tu poder, «Noya». Guren dijo antes de sacar al Demonio de la bolsa que conte- nía su katana. Casi de inmediato, Guren sintió que los deseos se expandían en su cuerpo. Lujuria. Deseo de ser reconocido. Todo tipo de deseos comenzaron a expandirse en su cuerpo. Después de eso, él libero esos deseos. — Ve. Guren dio un paso adelante. Un cuerpo tan ligero como una pluma. Osciló su espada, y con eso, el volquete minero fue corta- do en dos. Shinoa, quien estaba detrás de él, dijo: — Wow, definitivamente ya no pareces humano. Ellos miraron en dirección en donde la madre estaba. — ¡NOOOOOOOOOOOOOO! Aunque ella fue salvada, ella seguía gritando. Ese grito atrajo la atención de todos.
  • 62. 62 El volquete minero que cayó de la nada. Un taxi destrozado. Un individuo sospechoso vistiendo un uniforme escolar y suje- tando una katana. Esos que pudieron ver toda la escena, comenzaron a gritar, estaban en shock. El conductor del taxi, que aterrizó sobre su trasero en el paso peatonal, dijo: — ¡U-u-ustedes, ¿quiénes son ustedes?! Shinoa lo interrumpió. — Jaja… esos tipos que son ricos y que están destinados a ser exitosos. — ¿Eh? — Es mejor que escapes ahora, colega. Podrías morir aquí. Ignorando su conversación, Guren levantó la mirada hacia la Autopista Metropolitana. Un par de carros más cayeron desde arriba. Dong, dong, dong… La multitud desordenada a los lados comenzó a escapar de ello. El conductor también hizo lo mismo. Shinoa, de pie al lado de Guren, dijo: — ¿Qué sucede exactamente? — ¿Cómo lo voy a saber? Es mejor que te alejes rápido. — ¿No estás atravesado? —…quiero observar la situación un poco. — La curiosidad mató al gato… Era cierto. Sin embargo, esta área estaba cerca de su casa. Solo le tomaba unos minutos irse caminando. Si la batalla entre la «Secta Hyakuya» y el «Mikado no Oni» se desarrollaba allí, él se vería involucrado. — Bueno –dijo Shinoa–, ¿no habrá una cena deliciosa? — No. — Es por eso que siempre digo que los hombres hablan, ha- blan y no actúan. — Eres muy ruidosa. Su casa estaba demasiado cerca del campo de batalla, no ha- bía forma de disfrutar una cena calmadamente.
  • 63. 63 — Necesito un taxi para ir a casa. ¿Tienes dinero? –Shinoa habló mientras extendia su palma–, pues fui secuestrada de re- pente. — Al menos –dijo Guren, pasándole 10.000 yenes–, compra comida para llevar o algo antes de regresar… Mientras lo decía, otro carro llegó volando desde la Autopista Metropolitana. Pero esta vez, fue diferente a lo de antes. Parecía como si el carro hubiese sido lanzado por algo que tuviese una fuerza enorme. El carro chocó contra un rascacielos cercano a la Autopista Metropolitana y desapareció dentro. Ese tipo de destino podría ser logrado incluso con la fuerza del «Kiju». — ¿…qué es eso, un monstruo? Guren retrocedió. Escaló el rascacielos detrás de él y saltó ha- cia la Autopista Metropolitana. En eso, Shinoa habló: — Ichinose Guren. Él no respondió. Pero ella continuó. — Ten cuidado, por favor. Guren se volvió y asintió. — Tu también. De inmediato, él quebró las puertas automáticas de cristal del edificio con su espada. Desde allí, él pudo ver la superficie de la Autopista Metropo- litana. La autopista completamente destrozada. Muchos carros cho- caron con otros y estaban tendidos en el piso. Seis siluetas, que parecían humanas, estaban de pie en un par de carros. Guren reconoció a una de ellas. Cabello cenizo y largo. Una piel blanco-nieve. Una hermosa chica que vestía un uniforme escolar: era Ma- hiru. Mahiru Hiiragi estaba allí. Ella estaba protegiendo a un niño, y parecía como si estuviese rodeada por enemigos. Una katana se encontraba en su mano de- recha. Las maldiciones circulaban por su piel. Parecía que estaba asustada, lo cual era raro de ver. Los enemigos eran fuertes.
  • 64. 64 —…así que de esto se trataba. El enemigo estaba desarmado. Parecía que no equiparan nada parecido a las armas «Kiju». Un hombre llevaba una camiseta polo. Una mujer llevaba un vestido. Un hombre usaba un atuendo deportivo. Un hombre vestía una camisa blanca. — ¿Es la «Secta Hyakuya»? El hombre que vestía la camiseta polo saltó. Era anormalmen- te rápido. Era ese tipo de velocidad con la que Guren no podía igualarse. Mahiru bloqueó el ataque con su katana. Sin embargo, debido a ese ataque, ella fue empujada hacia atrás mientras la parte supe- rior del carro se dañó por la presión. La mujer con el vestido saltó. Ella tomó la muñeca de Mahiru. Esta quiso zafarse de su aga- rre, pero fue incapaz de hacerlo. La mujer abrió su boca. Tenía dos colmillos filosos en su boca. — ¡¿Vampiros?! Guren no pudo evitar gritas. Aunque ella tenía el «Kiju», era imposible ganarles a los vam- piros. En otras palabras, Mahiru seria asesinada. No había forma de salvarla. Entablar una batalla con esos cuatro vampiros era un sinónimo de suicidio. La curiosidad mató al gato –el problema era peor que eso. En eso, el hombre que vestía un atuendo deportivo y el hom- bre que usaba la camiseta manga larga comenzaron a congregarse en dirección apuntada hacia Mahiru. — ¡Maldición! Guren dejó el rascacielos. Y se dirigió hacia la Autopista Me- tropolitana. Ese fue el momento en que sus ojos se encontraron. Ella se percató de él. Los cuatro vampiros expusieron sus colmillos y comenzaron a succionar la sangre del cuello, cintura, muñeca y pierna de Ma- hiru. 66
  • 65. 65 Si esos tipos iban en serio, Mahiru seria asesinada de inme- diato. Sin embargo, ella miró a Guren y sonrió con un poco de co- quetería. Abrió su boca ligeramente, y Guren pudo leer sus labios. Ella dijo algo como: No ataques, solo observa. La complexión de Mahiru comenzó a empeorar. Debido a la pérdida de sangre, ella comenzó a perder vigor. Estaba a punto de perder su vida. Guren estaba seguro de eso. Sin embargo, du- rante toda esa escena, Mahiru dijo algo más: La reina vampiro de Kioto… Eso fue todo lo que Guren pudo leer de sus labios. Cuando esas palabras aparecieron, la mujer con el vestido se levantó. Ma- hiru fue bloqueada por su espalda y él ya no pudo ver sus labios. Subsecuentemente, los demás vampiros también dejaron de succionar la sangre de Mahiru. Ella seguía hermosa como siempre, a pesar de haber perdido mucha sangre y palidecer por la apatía. Después de eso, ella rió. Lo hizo con alegría. Y luego miró a Guren. Después de ese ataque, ella perdió el conocimiento y fue le- vantada por el cuello. Uno de los vampiros alejó a Mahiru. El otro joven que parecía tener problemas para respirar también fue ale- jado. Parecía que los secuestraban hacia cierto lugar. No, yo conozco el destino. Era Kioto. Probablemente ellos estaban siendo llevados a la base de los vampiros. Mahiru le permitió presenciar toda la escena. Él seguía sien- do importante para ella. Sin embargo, ¿estaba bien dejarla que se la llevasen de esa forma? Guren apretó sus manos alrededor de la empuñadura de su «Kiju». No tenía poder para ayudarla. Comparado a Mahiru, él, quien parecía incluso más débil, no podía ser partido para los vampiros. Apretó sus manos con más fuerza. Las palabras que habían repetido una y otra vez, se materiali- zaron en su cabeza. ¿Por qué siempre es así? Siempre es así porque no tengo po- der.
  • 66. 66 El vampiro con traje blanco lo miró. Ellos usaban atuendos para disfrazarse como humanos. Pero si uno los observaba de cerca, uno podría darse cuenta que era una criatura completa- mente distinta. Los vampiros eran hermosos; sus pupilas no contenían nada. El hombre con camiseta blanca saltó. Y aterrizó en frente de Guren con solo un paso. Guren se preparó para golpear de inmediato. Sin embargo, antes de poder mover su brazo, ya el vampiro había sujetado fá- cilmente el hombro de Guren. — ¿Eres el compañero de esa mujer? –dijo en voz baja. Guren miró esas pupilas que reflejaban el vacío, estimando si él era capaz de matar a ese bastardo. Si el «Kiju» estaba determinado para permitirle descontrolar- se, ¿sería probable que, él pudiese perforar al vampiro al menos una vez? En eso, una voz sonó desde las profundidades de su corazón. «No puedes hacer esto. Debes entregarme tu cuerpo nueva- mente» -era Noya quien habló–. «Además, las cadenas de esta maldición prevendrán que te descontroles. Es tiempo de traicio- nar a la Casa Hiiragi. Libera estas cadenas. Si no lo haces, nunca serás capaz de obtener lo que quieres» Dijo todo eso, pero ¿liberar esas cadenas le permitiría derro- tar a esos bastardos? Esos monstruos que habían dominado completamente a Ma- hiru. El vampiro continuó: — Nos llevaremos a esta mujer. No te atravieses. — ¿Qué si no lo permito? –respondió Guren. — ¿Qué puede hacer un simple humano? Él dejó a Guren. Le dio la espalda, y se alejó. Era una espalda indefensa. En realidad no le importaba. Sin embargo… —…….. Guren no trató de moverse. Si lo hacía, podría ser asesinado al instante. Incluso si usaba esta arma «Kiju» que había sido suprimida por maldiciones, su poder estaba completamente alejado del de los vampiros. Los sonidos de helicópteros acercándose se podían oír desde
  • 67. 67 el cielo. Otros vampiros estaban aquí para derribarlos. Esto era Shibuya. Esta era la ubicación de las sedes del «Mikado no Oni», el cual estaba operando bajo las ordenes de la Casa Hiiragi. Excluyendo a la «Secta Hyakuya», este era un lugar donde ni siquiera las de- más organizaciones hechiceras podían invadir. Pero los vampiros congestionaron la Autopista Metropolitana sin cuidado y dejaron entrar un helicóptero. Hacen lo que les da la gana. Alborotar la rutina de los humanos. Pero esto era, después de todo, un problema humano. Una escalera de mano, la cual descendió del helicóptero, fue sujetada por el vampiro que sujetaba a Mahiru y al chico. El helicóptero ascendió, llevándose a Mahiru. Guren no pudo hacer nada. Ni una miserable cosa. Los demás vampiros saltaron de la Autopista Metropolitana y desaparecieron. Guren miró atónito mientras se quedaba de pie en la Auto- pista Metropolitana, en la cual, muchos carros se deslizaron y chocaron. ¿Qué quería hacer Mahiru? ¿Estaba rogándole a Guren? Pero eso era algo que él desconocía. —……. En eso, él vio algo brillante. Estaba adelante. Al lado de un carro volcado. Una espada tendida en las calles de la Autopista Metropoli- tana. Era negra, una espada que no reflejaba luz. Era gracioso cómo tal espada estaba brillando cegadoramente. Quizá era un arma «Kiju». Parecía como si fuese algo que Mahiru acabase de sostener. Probablemente cayó cuando los vampiros succionaban su sangre. —……….. Él miró la espada. El arma de Mahiru. Guren conocía el nombre del Demonio en la espada. Él re- cordó que Mahiru gritaba ese nombre cuando sujetaba la espada. — Ven, Asuramaru. En ese instante, un arma «Kiju» se materializó en su mano. Parecía que una katana se aparecido desde el aire delgado mate-
  • 68. 68 Guren no sabía cómo usar ese tipo de «Kiju». No podía hacer que el arma apareciera y desapareciera. Por otro lado, Mahiru era capar de usar al Demonio de forma hábil. Era capaz de usar esa arma completamente negra con más dominio que Guren. —……… En fin, «Asuramaru» era el nombre de esta espada. No, ¿po- dría ser que este era otro «Kiju»? La información le dijo que Mahiru debió haber nutrido dos Demonios. Con el fin de salvar a su hermanita Shinoa, ella se tragó el Demonio que estaba en su cuerpecito. Como tal, ella, quien fue torturada por dos Demonios, dejó de ser humana. Todo por su hermana. Si ese fuera el caso, este podría ser el otro Demonio entre esos dos. Sin embargo, no importa cual fuese, la situación no cambiaba. Mahiru dejó otro Demonio en frente de Guren. Guren bajó su cabeza y miró la espada. Murmurando en voz baja. — ¿Quieres que tome esta espada otra vez? El momento en que su voz resonó, un eco llegó desde otro sitio. «No, Guren. No entres en contacto con otros Demonios» Era lo que Noya le dijo. El Demonio atado dentro de su cuer- po se lo advirtió. «Eres mío. No toques otros Demonios» Guren estaba molesto de esa voz. — ¿Por qué? ¿Existe algún tipo de competencia aun cuando ambos son Demonios? «En fin, desaparecerá de inmediato. No puede mantener su cuerpo sin un propietario» Mientras Noya decía eso, la espada del arma «Kiju» tendida en el suelo se evaporó en humo negro y comenzó a desaparecer lentamente. Era cierto, parecía que solo había caído allí. Sin embargo, la última esencia de Mahiru ya había desapa- recido. Luego que Asuramaru desapareciera, Noya quedó en silencio.
  • 69. 69 Al mismo tiempo, las sirenas policiales sonaron. La policía había llegado. Los humanos finalmente actuaban. El teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. Guren sacó su ce- lular, y vio que la llamada era de Kureto. Guren presionó el botón de contestar y se ubicó el celular cer- ca de la oreja. — ¿Cómo está la situación? — Tenía una cena en casa. — Cállate. Escuché las sirenas de policías cerca de tu casa, ¿estás en la escena? — Si. — Entonces ¿Mahiru está allí? — No, no está. — ¿Qué sucedió? — ¿Cómo lo voy a saber? Cuando llegué, todo había termina- do. Sin embargo, tu ya has comenzado a investigar, ¿no? — Se rumora que un helicóptero desconocido acaba de pasar volando por allí. Iré a buscar las CCTV y testigos. En eso, Guren miró alrededor. Sin embargo, la gente cerca de allí había sido asesinada. Algunos de ellos habían sido aplastados junto a los carros. Lo mismo pasaba con las CCTV. Todas las que había dentro de la línea de visión estaban destruidas. ¿Todo fue hecho por los vampiros o por Mahiru? —…….. A lo mejor fue Mahiru. Los vampiros se habían ido sin preocuparse. A ellos no les interesaba si los humanos eran testigos de ello. Entonces, todo fue hecho por Mahiru. Ella manipuló toda la situación, haciendo que Guren fuera el único testigo. Guren fue el único que vio a los vampiros secuestrar a Mahiru. Kureto le ordenó: