Este poema de Cecília Meirelles describe la delicada interconexión entre elementos aparentemente insignificantes en el universo. Describe un planeta que se mantiene en equilibrio en el misterio del infinito, en cuyo jardín hay un cantero con una violeta sobre la cual descansa durante todo el día la ala de una mariposa, conectando así lo más pequeño con lo más grande entre el planeta y el infinito.