En el marco del contexto de crisis socioambiental en Sudamérica por la política económica extractivista asumida por los gobiernos, se analizan las acciones y contradicciones de actores sociales, políticos y eclesiales en Bolivia, en el segundo semestre de 2015, señalando algunos desafíos para las iglesias y la sociedad civil.
Crisis socioambiental, desafíos para las iglesias. Reveladoras coyunturas entre Laudato Sii y Tiquipaya II
1. Crisis socioambiental y los
desafíos para las Iglesias
Reveladoras coyunturas entre Laudato Si’
y Cumbre Tiquipaya II
Miguel Ángel Miranda Hernández*
Introducción
T
res acontecimientos ocurrieron de manera convergente en la re-
gión sudamericana los últimos meses, los que involucran desafíos
para las Iglesias y la sociedad civil organizada: la publicación de
la reciente encíclica papal sobre el medio ambiente; la visita del Papa a
tres países sudamericanos, entre ellos Bolivia, y la realización de la Cum-
bre por el Cambio Climático Tiquipaya II en este país. Los tres aconte-
cimientos tuvieron como marco contextual más profundo una creciente
conflictividad social y ambiental en Sudamérica, visible sobre todo en la
confrontación entre, por un lado, empresas extractivas (mineras e hidro-
carburíferas), recurrentemente aliadas a gobiernos nacionales, y, por otro
lado, comunidades y organizaciones de la sociedad civil, dentro de las que
se destacan sobre todo comunidades campesinas e indígenas, además de
grupos y organizaciones ambientalistas.
Analizar estos hechos a partir de la comprensión de las causas y
el complejo entramado de factores que conforman esta conflictividad
* Filósofo y teólogo laico.
2. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
34
social y ambiental es requisito indispensable para entender los alcances
reales de los tres acontecimientos señalados, desvelando los elementos
ideológicos que los encubren o distorsionan y de ahí recién plantearse
desafíos reales para las Iglesias y organizaciones ciudadanas en su misión
compartida de construir una sociedad más justa y fraterna.
El modelo extractivista: importante factor del
contexto boliviano/sudamericano
Un factor estructural y por ello mismo importante para compren-
der la conflictividad socioambiental señalada es la vigencia de unas prác-
ticas económicas que, por su recurrencia y extensión, vienen a constituir
el núcleo de la estrategia de desarrollo y la política económica que pro-
mueven los gobiernos de la región: el extractivismo. Ningún gobierno
sudamericano, ni los alineados con la continuidad explícita de políticas
neoliberales (Colombia, Chile, Perú, Paraguay) ni los que ostentan la
pretensión de cambios tendentes al socialismo (Ecuador, Bolivia, Ve-
nezuela, Argentina, Uruguay) toma distancia o cuestiona de manera
explícita las prácticas económicas extractivistas. Ni aun el desnivel en
los procesos de industrialización ni el referido a la calidad de su institu-
cionalidad democrática marca una considerable diferencia a la hora de
abrazar esta política económica dominante.
Antes de avanzar, es necesario explicitar una conceptualización
de extractivismo. Éste se define como un tipo de extracción de recursos
naturales, en gran volumen e intensidad, orientada esencialmente a la
exportación como materias primas sin procesar o con un procesamiento
mínimo (cf. Gudynas, 2015, p. 13).
Es un término cuyo uso tiene relativamente larga data. Asocia-
do al sustantivo “industria”, desde el siglo pasado varios economistas y
agencias internacionales de financiamiento hablan de “industrias extrac-
tivas”. Sin embargo, este uso es engañoso, pues la actividad extractiva es,
en rigor, una actividad no industrial o con un proceso muy elemental de
transformación. Salvo en la fase de instalación de plantas, genera pocos
empleos y su proceso consiste básicamente en la extracción y el trans-
porte del producto.
3. Miguel Ángel Miranda Hernández
35
Actualmente, varios gobiernos prefieren este uso engañoso del
término para tratar de justificar su adhesión a esta actividad que hace
permanecer a los países del sur en una crónica situación de dependencia
respecto a los países del norte.
Otro factor que otorga enorme importancia al extractivismo en
nuestros contextos tiene que ver con su carácter histórico. Nuestras eco-
nomías han tenido históricamente un sello extractivista, pues éste nos
remite a los orígenes coloniales de la economía y la conformación de
nuestras sociedades y Estados. El extractivismo está presente en nues-
tras economías desde la Colonia, es decir, representa la base de nuestra
incorporación en la economía global, desde los procesos germinales del
capitalismo hasta ahora.
Algunos expertos identifican cuatro etapas o generaciones de
extractivismo, que corresponden a marcadas diferencias en el uso de
la tecnología, la mano de obra, los volúmenes de materias primas y
energía extraídos. Pese a la diferenciación tecnológica e histórica, se
puede ver una línea de continuidad entre el extractivismo colonial
potosino, que utilizaba grandes cantidades de mano de obra (extrac-
tivismo de primera generación); el extractivismo que utilizaba los
trenes a vapor para el transporte de minerales extraídos en socavo-
nes, cuya fuerza principal seguía siendo la fuerza humana con algu-
na tecnología mecánica añadida, o el extractivismo actual, de cuarta
generación, que utiliza tecnología electrónica y computarizada, con
escasa mano de obra, para pulverizar cerros enteros, o exploración
con sísmica 3D.
Una característica de los extractivismos de cuarta generación es
que incrementan a un nivel de paroxismo el uso de energía para gene-
rar energía y, por supuesto, dinero, sin tener en cuenta los altos niveles
de destrucción ambiental y social.
El extractivismo representa, pues, la manera desventajosa en que
nuestros pueblos entraron en la economía mundial. Es el núcleo que
configura la prevalente primarización de nuestras economías. El si-
guiente cuadro muestra los niveles de dependencia de las economías
sudamericanas de la exportación de materias primas, factor identifi-
cado desde hace décadas como estructural en nuestra situación de de-
pendencia y subordinación.
4. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
36
Exportaciones de bienes primarios
sobre exportaciones totales
País
Productos
primarios /
Exportaciones
totales
Primer producto de exportación
Tipo de producto
% / Total
exportación
Venezuela 95,5 Petróleo y derivados 96,9
Bolivia 95,1 Gas natural 51,1
Ecuador 91,2 Petróleo y derivados 56,6
Paraguay 91,2 Soya y derivados 26,3
Perú 88,5 Cobre y derivados 22,6
Chile 86,2 Cobre y derivados 53,0
Colombia 83,5 Petróleo y derivados 51,9
Uruguay 76,2 Soya y derivados 16,0
Argentina 68,8 Soya y derivados 22,4
Brasil 65,3 Hierro y derivados 12,8
México 27,3 Petróleo y derivados 12,7
Tabla 1: Exportaciones de bienes primarios sobre exporta-
ciones totales de 11 países latinoamericanos. Fuen-
te: tomado de Gudynas (2015), sobre los datos de
CEPAL 2012.
Por ello el extractivismo es un factor clave para comprender lo que
estamos viviendo hoy en el escenario sudamericano, más allá de las apa-
rentes diferencias ideológicas de los gobiernos y mucho más allá de los
desgastados discursos que justifican una permanencia en la primarización
de nuestras economías. El extractivismo configura un modelo económi-
co que trae consigo grandes cambios vinculados a procesos de migración
y movilidad social, concentraciones o despoblamientos demográficos,
estratificación social, incremento de la desigualdad social, concentración
de riqueza y segmentación social. Al generar focos de concentración de
rápida riqueza, provoca impactos directos que se traducen en prácticas
de desaforado consumo suntuario, incoherentes con la precariedad de
la vida en las comunidades; asimismo, se ha demostrado que allí donde
surgen los núcleos de actividad extractiva también aparecen circuitos y
5. Miguel Ángel Miranda Hernández
37
redes de trata y tráfico de personas. De igual manera, existen impactos
en el deterioro de regulaciones sociales y comunitarias y el incremento
de violencia social.
Por ello mismo, por ser un modelo económico con fuertes impac-
tos sociales y ambientales, tiene la necesidad de construir recurrentemente
una ideología para legitimarse o mostrarse presentable a las masas. Hace
años, y ahora de manera recurrente, se lo vincula con el “desarrollo”. Así
se pretende justificar el paroxismo de la megaminería, que destruye fuen-
tes de agua y contamina ríos y lagunas, con el “desarrollo” que “todos
necesitamos”. Una carretera que destruirá el bosque y desestructurará
pueblos indígenas se justifica con el fetiche del “desarrollo”, sin previo
balance efectivo de costos y beneficios que incluya los pasivos ambientales
y el deterioro y desestructuración social.
En la fase actual del extractivismo –ciclo coincidente con la alta
demanda de materias primas que representó hasta hace poco la boyante
economía china y el capitalismo global ultratecnologizado– se ha veni-
do denunciando su complicidad con las limitaciones, vulneraciones y
deterioro de derechos básicos de sociedades democráticas. La irracio-
nalidad de los impactos ambientales y sociales del extractivismo lo vin-
cula cada vez más con políticas no solo antidemocráticas, sino también
represivas y con recurrentes vínculos con estructuras de corrupción y
violencia institucionalizada.
En Bolivia, todos los períodos históricos de la economía nacional
han persistido en el sostenimiento de la actividad extractiva. Reciente-
mente, la implementación del modelo neoliberal mantuvo la orientación
de la política económica hacia el extractivismo, pero en unas condiciones
desfavorables de la economía mundial y en una situación interna de crisis
muy aguda, que condujo a la emergencia de un nuevo ciclo de emancipa-
ción social al inicio de la década de los años 2000.
El ascenso de Evo Morales en 2006 coincide con un periodo de
altos precios y demanda de materias primas. La bonanza económica y
los éxitos inmediatos de la gestión del MAS se basan en este contexto.
No se percibe, a lo largo de los 10 años que el MAS ha estado en el
poder, una voluntad definida de enfocar la política económica hacia
otro modelo y con una atenuación de las prácticas extractivistas. Peor
aún, éstas se agudizan, llegando a rebasar límites nunca franqueados ni
6. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
38
en tiempos de dictaduras ni en tiempos de los gobiernos neoliberales,
como el incremento del área hidrocarburífera a casi un tercio del terri-
torio nacional y la afectación de 22 áreas protegidas, muchas de ellas
también territorios indígenas.1
Dos acontecimientos sincrónicos, una misma
carencia
La visita del papa Francisco a Sudamérica y la II Conferencia Mun-
dial de Pueblos contra el Cambio Climático acontecen en aquel marco
contextual de elevación de los conflictos sociales y ambientales generados
por las políticas extractivistas sudamericanas. Asimismo, el texto de la en-
cíclica Laudato Si’ (LS) se refiere directamente a la problemática reflejada
tanto en la conflictiva situación socioambiental, como la temática abor-
dada en la Cumbre. Es importante destacar este contexto para no caer en
una lectura idealista o etérea del texto de la encíclica, así como para no
interpretar los acontecimientos de la visita de Bergoglio y de Tiquipaya
II de manera ingenua o superficial.
Basta recurrir a medios informativos convencionales y no conven-
cionales (redes sociales, información de medios alternativos, pronuncia-
mientos de organizaciones independientes, campesinas, indígenas y ciu-
dadanas en general) frente a conflictos socioambientales en la región para
darnos cuenta de que la situación tiene una conflictividad muy profunda.
Y, como apunta la intelectual argentina Maristella Svampa, estos conflic-
tos si bien están localizados en determinados núcleos de extractivismo,
adquieren relevancia mayor por sus impactos…
…el neoextractivismo abrió otra fase de criminalización y violación
de derechos humanos. En los últimos años, numerosos conflictos
socioambientales y territoriales salieron del encapsulamiento local
1 Una gran cantidad de datos e información actualizados sobre la economía boliviana
primarizada se puede encontrar en los siguientes sitios: Zevallos y Urbina (2015);
Gandarillas y Campanini (2015); López Camacho (2015); Carvajal (2015); CE-
DIB (2015a, 2015b). También recomendamos, de manera muy particular, la lec-
tura de estudios y datos muy completos en los números recientes de la revista
Petropress, producida y editada por el Centro de Documentación e Información
Bolivia, CEDIB (2015c).
7. Miguel Ángel Miranda Hernández
39
y adquirieron visibilidad nacional: ejemplos de ello son el conflicto
del Tipnis (Bolivia), la construcción de la megarrepresa de Belo
Monte (Brasil), la pueblada de Famatina y las resistencias contra la
megaminería (Argentina) y la suspensión final de la propuesta de
moratoria del Yasuni (Ecuador) (Svampa, 2015, p. 35).
Peor aún, en estos últimos años se han agudizado las amenazas de
los gobiernos a organizaciones y centros de investigación ambientalistas,
centros de defensa de derechos humanos y de derechos de los pueblos
indígenas. En el caso de Bolivia, es precisamente este contexto de abierta
amenaza del Gobierno a centros de investigación críticos, organizacio-
nes indígenas, instituciones defensoras de derechos humanos y medios
de comunicación independientes el que antecede a la convocatoria de la
Cumbre Tiquipaya II.
El extractivismo y sus impactos socioambientales vienen acompa-
ñados de una mengua de la democracia, un incremento de la represión
a pueblos indígenas y comunidades que resisten, un debilitamiento de
las libertades y derechos más básicos, como la libre expresión, la libre
asociación y derecho a la protesta.
Tiquipaya II y la visita del Papa al parecer se organizan y aconte-
cen desde la lógica del poder, a partir de agendas oficialistas que viven
de espaldas a esta realidad conflictiva (o incluso son utilizados como
mecanismos distractores) y en la que las libertades y derechos básicos
están amenazados.
La visita del Papa
La noticia fue dada por el propio Jefe de Estado boliviano, como
un gran acontecimiento/logro de su gestión, es decir, con una clara pre-
tensión de fortalecer su legitimidad ante la opinión pública externa e
interna. No sabemos mucho de las motivaciones y procesos internos de
la política vaticana para coordinar con el gobierno boliviano esta visita.
Lo que sí apareció de manera clara es, salvo pequeñas discrepancias,
la honda convergencia de criterios y de prácticas en la organización.
El protocolo y la programación de la visita papal evadieron cualquier
contacto con organizaciones indígenas o de la sociedad civil víctimas de
la represión estatal.
8. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
40
Los pueblos indígenas del TIPNIS no fueron atendidos en su de-
seo de entrevistarse con Bergoglio. Y ello supone de manera clara que
la Iglesia boliviana resignó su papel crítico en este asunto, porque bien
se sabe que desde hace muchos años, en el TIPNIS, la Iglesia boliviana,
a través de congregaciones religiosas, parroquias y Pastoral Social-Cári-
tas, ha tenido un rol muy importante de acompañamiento, formación
y fortalecimiento de una organización indígena autónoma y crítica, lo
que le valió en ocasiones conflictos con el poder de turno, con gobiernos
neoliberales antes y con el gobierno del MAS hace poco.
El último evento, en mayo de 2013, fue el informe que elevó la
Pastoral Social Cáritas, junto con otras instituciones, sobre la “consulta”
efectuada por el gobierno en el TIPNIS (cf. Iglesia Católica, APDHB y
FIDH, 2013; ver también los informes de Somos Sur, 2013). Por tanto,
no se comprende cómo en la visita del Papa, esta trayectoria de acom-
pañamiento y coordinación con las organizaciones independientes del
TIPNIS no tuvo continuidad y más bien se la ocultó, esquivando un
contacto del Papa con estas asociaciones. ¿Prevaleció la razón del poder
y la diplomacia? ¿Miedo calculador y pragmático? ¿Cómo entender estas
contradicciones desde la perspectiva y valores del Evangelio?
Cumbre Tiquipaya II
Su convocatoria –al igual que en otros casos similares– se dio
como respuesta del gobierno a situaciones críticas. En este caso se tra-
taba de la incómoda situación en la que se vio el gobierno ante la ola
de críticas que se elevó ya en mayo pasado contra el Decreto Supremo
2366, que abre 11 de las 22 áreas protegidas bolivianas a exploración
hidrocarburífera por las empresas petroleras, y determina acelerar el
proceso de consulta previa –en 45 días– para las actividades extractivas.
Esta medida de claro signo extractivista se alinea con otras medidas más
que amplían la frontera agrícola, flexibilizan los controles de “función
económica social” para medianas y grandes propiedades, legalizan am-
plias hectáreas de deforestación irregular, promueven la expansión mi-
nera, con incipientes controles ambientales y legales. Todas estas medi-
das contradicen diametralmente el discurso gubernamental de defensa
de la Madre Tierra.
9. Miguel Ángel Miranda Hernández
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La Cumbre de Tiquipaya se organizó y se diseñó desde la lógica
del poder, con mucho montaje y parafernalia propagandística, con asis-
tencias pagadas de dirigentes de sindicatos y movimientos sociales afi-
nes al gobierno, con la presencia auspiciada de renombrados personajes
internacionales, sin afrontar los temas cruciales de debate. La asistencia
fue notablemente menor en comparación con la Cumbre de 2010 (entre
5.000 y 7.000 frente a 35.000). Se destacaron importantes voces inde-
pendientes (el ex premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel, el Defensor del
Pueblo) que, desde dentro de la Cumbre, denunciaron las incoheren-
cias. En esta misma línea de denuncia profética se posicionó la Mesa 18,
que recogió testimonios, análisis y propuestas desde sectores y pueblos
indígenas afectados por el extractivismo en Bolivia.
Respecto a las conclusiones de la Cumbre, pese a que sobresalen
algunos aportes importantes para París COP212
, los análisis críticos e
independientes señalan que éstos pierden peso por la falta de coherencia
entre el decir y el hacer (cf. Rojas Medrano, 2015). Se destaca el silencio
frente a los combustibles fósiles (responsables del 60% de las emisiones
de gases de efecto invernadero) y frente a la deforestación que contri-
buye con 17% de las emisiones a escala mundial, pero que en Bolivia
representa el factor predominante de sus emisiones (66%).
El asunto de no ser “guardabosques del capitalismo” como acu-
sación recurrente del gobierno boliviano contra las organizaciones am-
bientalistas, se introdujo en la Cumbre en el mismo tono de mecanismo
de defensa para acallar críticas por la deforestación y la afectación de
áreas protegidas, sin abrir un debate serio que contraponga argumentos.
Este hecho constituye una muestra de los sesgos del poder en las discu-
siones de la Cumbre.
En suma, los análisis más agudos apuntan a denunciar la su-
perficialidad de las discusiones y conclusiones, por un afán de justi-
ficar las contradicciones entre la asunción de un modelo extractivista
de desarrollo y un discurso de defensa de la Madre Tierra, cada vez
menos creíble.
2 Como la deuda climática, la importancia de reconocer los derechos de la Madre
Tierra a escala mundial, la necesidad de un Tribunal Internacional de Justicia
Climática, el rechazo a los mercados de carbono y la necesidad de superar el
sistema capitalista.
10. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
42
La declaración de Tiquipaya II se ha aligerado de sustancia para
justificar la contradicción entre desarrollismo, extractivismo y justicia
climática. En fin, unas conclusiones, como se diría, un tanto “descafei-
nadas” (…). Su mensaje central no es la transición, sino la defensa del
derecho al desarrollo y la postura de que “no somos guardabosques del
imperio”. No se ha buscado un discernimiento de lo vinculada que está
nuestra matriz productiva, económica y social con las bases estructurales
de la crisis climática, y que eso hace vulnerables a nuestras economías
basadas en la producción de energía fósil, de la cual emerge la redistri-
bución social (cf. Peredo B., 2015).
Laudato Si’: avances en la letra, déficits en
la acción y el posicionamiento coherente
Indudablemente, mirada en el contexto mundial amplio y en la
tradición de los textos oficiales del Vaticano, la encíclica Laudato Si’ (LS)
representa un aire fresco, una palabra clara y fraterna, al mismo tiempo
que valiente y directa. Es de destacar el hecho de abordar con lengua-
je accesible unos temas de alta relevancia en los debates actuales en el
planeta: medio ambiente, cambio climático, agua, biodiversidad, deuda
externa, el trabajo, bienes comunes, sostenibilidad, modelos de desarro-
llo, economicismos, tecnocracia, diálogo, participación, transparencia,
educación ecológica, conversión, nuevo estilo de vida…
Este hecho pone a las Iglesias en diálogo con el mundo. Y un diá-
logo esperanzador, a la vez realista: “El desafío urgente de proteger nues-
tra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana
en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que
las cosas pueden cambiar” (LS 2015, n. 13).
Uno de los aportes de LS más destacados en los análisis y co-
mentarios es su enfoque de integralidad. Bajo el concepto “ecología
integral”, LS hace una mirada integral de la problemática: ambiental,
social, económica, política, espiritual… Asimismo, recupera y se sitúa
en la línea histórica eclesial de defensa de las personas pobres, de la
lucha por la justicia.
Sin embargo, toda esta riqueza textual se diluye cuando preva-
lece la lógica de preservación de las pesadas estructuras institucionales
11. Miguel Ángel Miranda Hernández
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de la Iglesia antes que el contenido mismo del texto. Si no fuera por
la figura carismática de Francisco, el documento perdería credibilidad
aún más y, con ello, la posibilidad de diálogo con los sectores que están
en estas luchas.
Como ya dijimos, esta contradicción se verificó claramente du-
rante la visita de Bergoglio a Bolivia. El montaje de la visita le hizo
aparecer más como jefe de Estado que como profeta, él mismo atrapa-
do en sus propias contradicciones. No escuchó ni visitó a los indígenas
del TIPNIS ni a los indígenas humillados de la CONAMAQ orgánica.
El gobierno construyó y utilizó el espectáculo para fortalecerse exter-
na e internamente. Y la Iglesia Católica boliviana (en paralelo con el
Estado del Vaticano) al parecer también buscaba un rédito de carácter
político, dada su alicaída situación en el escenario político boliviano
en los últimos 10 años.
Un hecho que muestra el cinismo del gobierno boliviano y tam-
bién la frivolidad del hecho de la llegada de Francisco al país, coordinada
entre dos poderes, fue la represión a los indígenas de Takovo Mora un
mes después de esta visita. Los intereses puestos desde dos bloques de
poder (el poder eclesial y el del gobierno del MAS), armonizados en
torno a esta visita, distorsionaron o acallaron cualquier impacto real de
la LS en la coyuntura boliviana.
Peor aún cuando, unas semanas después, el Nuncio participó de
manera acrítica en Tiquipaya II, haciendo prevalecer una vez más la lógi-
ca e intereses del poder, con sus posturas prevalentemente diplomáticas,
antes que la coherencia con los valores del Evangelio. El Nuncio se sumó
a los personajes figurines que decoraban el espectáculo mediático de la
Cumbre para reforzar la intención de legitimación de las políticas del
gobierno del MAS.
Desafíos para las Iglesias
En este marco de análisis, apuntamos algunas ideas y sugeren-
cias de acción, que no tienen pretensión de exclusividad. Las plan-
teamos como propuestas de debate para una acción eclesial mejor
meditada.
12. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
44
Deconstruir jerarquías
La nueva conciencia ecológica que reclaman LS y el clamor de
multitudes y la Tierra, requiere como actitud fundamental una posición
humana horizontal con todas las criaturas y el cosmos. Más allá de una
metáfora poética, este requerimiento es una exigencia con toda lógica.
Ver, sentir, relacionarse, pensar, tratar a la naturaleza y el cosmos como
hermana/o, con una conciencia plena de la interdependencia estructural
de las especies, representa un imperativo ya insoslayable para preservar
la vida. Ello implica un desafío que reclama demoler muchas estructuras
eclesiales, pues este principio de fraternidad –ya no solo social sino cós-
mica– implica deconstruir toda forma de jerarquías: estructurales, insti-
tucionales, teológicas, relacionales… Las jerarquías –en cuanto principio
que diviniza el poder o asocia el poder con una entidad sobrenatural de-
legada a unas personas o grupos en la tierra– son la base de poderes auto-
centrados en sí mismos, la base de sistemas económicos depredadores, la
base de relaciones de poder y no de fraternidad.
Y el antropocentrismo tiene también resabios de esa jerarquía
estructural que entroniza falsamente a los seres humanos por encima
de las demás criaturas o especies vivientes. Trasladándonos a ejemplos
cercanos, si en Tiquipaya II la crítica a la incoherencia gubernamental
se produce por el sesgo de intereses del poder establecido que dirigió
la Cumbre, en la Iglesia deberíamos preguntarnos por los sesgos del
poder (clerical, patriarcal, jerárquico…) que diluyen el profetismo de
nuestra acción y palabra.
Coherencia entre predicación y acción
Usualmente, las utopías, los grandes principios e ideales sue-
len emplearse por agentes de los poderes constituidos como un juego
lingüístico para encubrir, disfrazar, ganar legitimidad… sin una vo-
luntad real de encaminar las decisiones y acciones conforme a ellos.
Las Iglesias, deudoras de discursos que incluyen altas dosis de estos
ideales, están desafiadas a la coherencia entre discurso y acción, entre
predicación y toma de decisiones. Y no como un voluntarismo mar-
cial, sino como expresión de una espiritualidad real. Esta coherencia es
13. Miguel Ángel Miranda Hernández
45
insoslayable. Lo muestra también el ejemplo que describimos de LS y
la visita del Papa a Bolivia: se puede producir textos valientes y profé-
ticos, producto quizá de un carisma personal y de la apertura inusual
que el personaje carismático provoca para convocar mentes lúcidas en
el asesoramiento para la producción del texto. Pero cuando éste quiere
anunciarse y practicarse para hacer operativo su rol de provocación a
la acción, ésta aparece diluida, incluso distorsionada porque el medio
de operativización (las estructuras eclesiales jerárquicas, prisioneras de
estructuras y relaciones de poder) carece de una estructura coherente
entre la palabra y la acción.
Salir de sí mismas
Dijimos que una de las virtudes de LS es su lenguaje que transpa-
renta una actitud de solidaridad y cercanía con el mundo. El sectarismo
es uno de los vicios más recurrentes en las Iglesias, cuando las teologías
dominantes reproducen la pretensión de ser “casta de elegidos”. En el
caso de la Iglesia Católica y las Iglesias históricas en general, la tentación
se traduce en ser sectas gigantes. El gran aparato de su poder institucio-
nal es la herramienta principal para conformarse como sectas gigantes
ante la sociedad, centradas en sí mismas, velando más por la reproduc-
ción de sus propios privilegios que por el anuncio real del Evangelio.
La crisis climática reclama rebasar estas tendencias estructurales en las
Iglesias. Al ser una crisis absoluta, que abarca a todos, todas y todo, tiene
el esperanzador efecto de igualarnos. Sería ridículo sostener ese instinto
sectario en un contexto de crisis total.
Empujar más allá de sus límites el proceso
de apertura desde el Vaticano
La apertura que vive hoy el gobierno vaticano señala un contexto
importante, pero muy limitado. Está sustentada en gran medida en el
carisma personal de Bergoglio, que deslumbra y aparenta una gran efi-
cacia, dadas las características del modelo de gobierno monárquico ab-
solutista en la Iglesia Católica: si el monarca es carismático, tiene fuerte
impacto en el conjunto de su grey. Pero esto también es su debilidad. Es
14. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
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solo apariencia de eficacia si no hay una fuerza social desde abajo. Tiene
los pies de barro porque aún es cautiva de sus viejas estructuras de poder
(Estado vaticano, Curia, centralismo, jerarquías y parafernalia simbólica
y ritual con que se reproduce).
Es crucial su batalla con grupos ultraconservadores y deberíamos
ser conscientes de que solo con un empuje más allá de los propios límites
reformistas del gobierno vaticano podrá contenerse esta amenaza. Más
aún, la condición de avance de esta renovación es que esa batalla debe ir
más allá de la confrontación con grupos ultraconservadores. Es necesa-
rio empujar más y desde abajo, desde todas las fuerzas vivas personales e
institucionales, dentro y fuera de las Iglesias, que sacan de sí energías de
emancipación, humanidad, solidaridad y generosidad. Por ejemplo, LS
muestra un Papa abierto en varios temas relacionados con el medio am-
biente, pero el mismo actor principal de esta apertura –Bergoglio– tiene
unos insostenibles prejuicios –que los comparte con todos los sectores
ultraconservadores– respecto a las temáticas de género, la agenda de los
feminismos, la emancipación de las mujeres, la dignidad y derechos de
ellas. Lo mismo respecto de las complejas problemáticas relacionadas con
las diversidades sexuales. El nivel máximo de apertura y generosidad de
Bergoglio con estos actores llega a una teología de la misericordia, prisio-
nera aún de sus propias celdas paternalistas. El altruismo y benevolencia
de Bergoglio no alcanzan para reconocer la complejidad y la novedad que
traen –como auténticos signos de los tiempos– las luchas feministas, la
demanda de reconocimiento de las diversidades sexuales sobre la base de
las nuevas visiones de la sexualidad, nuevas visiones y comprensión de la
humanidad, nueva comprensión de la relación humana.
Desafíos pastorales concretos
Las Iglesias latinoamericanas necesitan retomar su corta tradi-
ción de inserción profunda en las realidades y problemáticas munda-
nas de nuestros contextos sociales, en los núcleos estratégicos de esas
realidades, como son los recursos naturales, el extractivismo. En el
posconcilio inmediato, varios sectores de las Iglesias manifestaron la
calidad de su compromiso a través de su amplio y sólido conocimiento
de estas problemáticas. La compleja problemática del medio ambiente
15. Miguel Ángel Miranda Hernández
47
–vinculada a otras problemáticas similares como la postergación y no
reconocimiento de los derechos de las mujeres– desafía a las Iglesias a
volver a empaparse de realidad, estar en la problemática concreta, ser
un referente solvente de esas realidades (como lo fueron, por ejemplo,
en temas de minería, los equipos de la Pastoral Minera boliviana en las
décadas de 1970 y 1980).
Entre estas problemáticas cruciales relacionadas con el extracti-
vismo, señalamos además los sectores específicos de éste: minería, hi-
drocarburos, monocultivos, agronegocio, derechos humanos, comu-
nidades y sectores afectados. El contexto desafía a sintonizar con las
resistencias y luchas de sectores y comunidades afectados. Sintonizar
no solo cordial y moralmente, sino también con una base de conteni-
do, con aportes específicos de datos empíricos, sistematizaciones, docu-
mentación, diseño de estrategias… Para ello es necesario interiorizarse
en esas problemáticas, profundizar, leer, entrar en los debates, escuchar
a quienes ya desarrollan reflexiones y análisis. Estar en la discusión de
alternativas que se están generando, como en las corrientes de intelec-
tuales jóvenes posextractivistas.
Y para ello las Iglesias cuentan no solo con una breve tradición
de décadas recientes, sino también con experiencias pastorales actuales
en torno a las resistencias contra la megaminería, la defensa de comu-
nidades afectadas por agroquímicos, defensa de pueblos indígenas, etc.
Esto se ve en Perú, Colombia, Brasil y también –aunque incipiente-
mente– en Bolivia.
Urge que la Iglesia boliviana recupere actitudes valientes de otras
épocas. Hoy, el gobierno reprime a indígenas, desacredita al Defensor del
Pueblo, miente y denigra a instituciones serias de investigación social, des-
califica a prestigiosos periodistas, asalta organizaciones emblemáticas como
la Asamblea de Derechos Humanos… y las Iglesias callan o cuanto más
tienen tímidas declaraciones. ¿Qué temor les impide decir lo que piensan?
¿Pequeños privilegios y amistades con el gobierno?
Extraña el escaso apoyo firme y decidido de las Iglesias al rol
profético que viene cumpliendo el Defensor del Pueblo. Extraña su
silencio o su tibieza frente a los atropellos contra los indígenas del TIP-
NIS y Takovo Mora. Contrasta este silencio con su pseudo-profetismo
de hace pocos años, cuando alineados con los sectores terratenientes
16. Crisis socioambiental y los desafíos para las Iglesias
48
combatían al gobierno del MAS y a los sectores que empujaban una
reforma agraria real. Sin embargo, ahora hacen buena amistad con el
gobierno, que entró en una etapa de degeneración de sus postulados
socializantes. Extraña, en fin, que no hubieran tenido una posición
más proactiva en la preparación de la visita del Papa para generar acer-
camientos más claros de éste con la conflictiva realidad del país y con
los sectores que resisten al extractivismo, y hayan influido –cuando
más– solo en una trivialización de la memoria subversiva de emblemá-
ticos personajes de la Iglesia y la sociedad boliviana, críticos del poder
y patrimonio de nuestro pueblo, como fue Luis Espinal. Pero nunca es
tarde para cambiar. Claro que sí.
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