Pese a que aquel espacio fue mancillado por unos políticos ingenuos o perversos y el sueño acabó en una guerra fratricida, la república siempre será como ese primer amor que pudo ser y no fue. Para viajar hacia esa república, isla desierta o balneario de alta montaña, hay que sobrevolar una nube apestosa, pero una vez allí podrás respirar un poco de aire puro este domingo de primavera
1. Hoy es un domingo de abril. Concédete una fiesta
republicana. Te mereces un poco de aire limpio.
Como si la política fuera tabaco y uno se fumara
tres paquetes diarios, llega un momento en que
hay que dejar la política aparte y someterse a una
cura de desintoxicación si no quiere uno morir
envenenado. Ese último cigarrillo, que no
consigues quitarte de la boca, es el que te mata.
La república siempre será como
ese primer amor que pudo ser y no fue
2. Así sucede con el telediario o la tertulia que no puedes
apagar. Bajo la nube tóxica de la corrupción los líderes
agitan su incapacidad congénita de llegar a un acuerdo,
una incompetencia en el oficio enmascarada con una
catarata de palabras inanes como el coro de ranas que
ameniza una charca infecta. Esta murga diaria te obliga
a imaginar un balneario de alta montaña o una isla
desierta donde podrías regenerar tus pulmones
carbonizados. Puesto que estamos en mitad de abril y
las hormigas ya han abierto oficialmente los
hormigueros en honor a la primavera y pronto
florecerán las acacias, podría uno adjudicarse el premio
de un domingo republicano como salvación.
3. Un desayuno despacioso, la música de Bach que
se diluya en el aroma del café y de las tostadas,
la visita a una exposición de pintura por la
mañana, unas cervezas con amigos en una
terraza soleada, un almuerzo vegetariano, una
película por la tarde, la lectura de un libro, un
disco de jazz, una copa al anochecer, un sueño
apacible. Sin abandonar el sillón puedes viajar a
ese espacio mental que se llama república.
4. Pese a que aquel espacio fue mancillado por
unos políticos ingenuos o perversos y el
sueño acabó en una guerra fratricida, la
república siempre será como ese primer
amor que pudo ser y no fue. Para viajar hacia
esa república, isla desierta o balneario de
alta montaña, hay que sobrevolar una nube
apestosa, pero una vez allí podrás respirar
un poco de aire puro este domingo de
primavera.