El documento insta al hombre peruano común a no sentirse pequeño y humillarse, sino a despertar, elevarse y expresarse. Lo exhorta a levantarse, pisar su tierra y desplegar su mirada y poder como los semidioses del pasado. Finalmente, dice que los que se acercan a la muerte se reúnen hoy para dar una lección a los que empiezan la vida.

1. No te sientas pequeño, hombre común peruano, peruano de estos días, confirma tu
grandeza delante de tu huésped, delante del foráneoque llego de muy
lejos a comer tu mesa.
Que llego de muy lejos a vivir de tu espacio, y a hablarte de su origen y a
hablarte de su fuerza. Tú desciendes del puma, tu desciendes del rayo. Y
en tus músculos duerme colosal fortaleza.
No te humilles, despierta, elévate peruano.
Engríete. Ya es es hora que reviva tu ejercicio
de amasador del mundo, de continentes bravos,
forjador de imperios sobre los precipios.
Levántate peruano pisa otra vez tu tierra. Que
el horizonte vea tu figura broncínea de
semidiós. De condor. Despliega tu mirada y el
poder de las alas y tu aptitud antigua.
Vindícate en tu tierra. Porque estás en tu tierra desde
hace eternidades, y tu tierra te adora. Exprésate peruano
¡exprésate de nuevo! ¡se heroicidad, destino! ¡levántate!
¡ya es hora!
Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar la lección los que se
acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho
patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el
hombre no supo defender con el hierro.
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