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1. Actividad n° 2
El acontecimiento narrado a continuación ocurrió en un establecimiento educativo de nivel
secundario confesional.
Llegaba yo a mis primeras mesas de exámenes de previas y de terminalidad de estudios de la
asignatura Historia Argentina. Unos días antes me habían facilitado el listado de estudiantes a
rendir, cuando me llamo la atención el apellido de una de ellas, de nombre Benita, el cual
evidenciaba origen chino (uno por cultura general aprende a distinguir lisa y llanamente apellidos
coreanos, japoneses y chinos).
Lo más llamativo durante esos días eran los comentarios que su preceptora hacia sobre ella en los
momentos en que conversábamos para quedar de acuerdo en el temario que la niña debía rendir:
-Ella la ayuda a la tía en el trabajo, ya pareciera que no le conviene estudiar porque debe ser que no
rinde en ninguno de los dos lados- decía entre risas.
Benita había tenido inconvenientes en rendir historia, o al menos lo que nosotros comprendemos
como “historia occidental” dado que ella llevaba viviendo 3 años en la provincia de Catamarca y
claramente su formación primaria, sobre todo en ese campo de conocimiento, había sido
totalmente distinta (no así en matemáticas, donde destacaba). La insistencia en que yo “debía”
aprobarla por parte de todos los preceptores y directivos en los días previos al examen, porque se
tenía que mudar a Santa Fe para trabajar en el negocio familiar, comunicaba de forma tácita la
mirada que todo este tiempo habían tenido sobre ella, o al menos es lo que creo que ocurría: que
Benita estaba destinada y dedicada al trabajo y no a una formación secundaria.
Es la situación a la que la mayoría de las vistas locales apuntan sobre los migrantes: que solo vienen
a buscar trabajo y a ocupar los puestos laborales a los catamarqueños (puestos en los que no
quieren trabajar literalmente). Entonces se crea una “marcación” similar a los testimonios que
habíamos analizado en los registros de la actividad anterior.
El día del examen la espere 3 horas. Tuvo problemas con el colectivo, y al llegar los secretarios le
dijeron que los exámenes habían finalizado. Sin embargo, pudo presentar su permiso de examen y
expuso nuestra historia como cualquier alumno de nuestro ámbito lo hubiese hecho, con sus
aciertos y errores. Sin embargo, lo llamativo fue el comentario que expreso la vicedirectora al
finalizar el examen (ella formó parte del tribunal debido a que los integrantes de la mesa ya se
habían retirado):

2. -Muy bien Benita. Ella profe es muy responsable siempre. Incluso tiene habilidades como la de
hablar chino- expresó.
No había pensado nuevamente esa escena hasta que me choque con este trayecto de migraciones
y la mirada sobre el “otro o la otra”, como lo raro o lo no habitual tiende a transformarse en un
“fenómeno”, en algo que no es normal y que nos llama la atención, cuando no debería ser así.
Finalmente predicamos algo sobre los migrantes, pero nuestros rasgos muchas veces peyorativos o
tal vez de defensa de lo “nuestro” nos hace ver al otro como un distinto.
Era obvio que ella hablaba perfecto su idioma, incluso el español se le dificultaba pronunciar. Sin
embargo, una aclaración redundante no era necesaria.
Finalmente, Benita aprobó con 7. No volví a saber más de ella.