2. En cuanto metes tu yo... ¡se desencadenan los problemas!
«Dios me concedió el don de desidentificarme de mí misma y de poder ver
las cosas desde fuera» ─ dijo Santa Teresa.
Quien tenga esta capacidad, posee un gran don, pues la raíz de todos los
problemas y el mayor obstáculo que se interpone entre la persona que
quiere superarse y el objetivo que pretende alcanzar, es el yo.
3. Desidentificarse significa no vernos afectados por lo que
está ocurriendo, vivir las cosas como si le sucedieran a otro;
pues, en cuanto metemos nuestro yo en cualquier
interacción personal, en cualquier situación, tenemos que
prepararnos para sufrir.
4. Desidentificarse significa no vernos afectados por lo que
está ocurriendo, vivir las cosas como si le sucedieran a otro;
pues, en cuanto metemos nuestro yo en cualquier
interacción personal, en cualquier situación, tenemos que
prepararnos para sufrir.
5. Vivir desidentificados es vivir sin apegos,
deconectados del ego, que es el que genera
egoísmo, deseo y celos. Por su causa, llegan a
nuestra vida todos los conflictos.
6. Otra de las cosas que nos causa conflictos es creer que
estamos en posesión de la verdad. Cada religión cree
tener el monopolio la verdad, ser la única, la exclusiva.
Lo que sucede es que les causa temor reconocer que
hay algo de verdad en cada una y en todas ellas.
7. Si viviéramos desidentificados de nuestras creencias, no nos
preocuparíamos por lo que tengan de acertado o por las
grandes fallas que contengan.
Las creencias pueden cambiar. Lo esencial es que descubramos
lo que hay dentro de nosotros, pues eso es lo que nos impulsa a
buscarla verdad; porque, en última estancia, la verdad es de
todos.
8. Necesitamos despertar. Y despertar significa que
tenemos que darnos cuenta de que no somos lo que
creemos ser. Esto es: necesitamos desidentificarnos.
Y, ¿cómo se consigue esto?
Pues reflexionando sobre quién es el responsable de
nuestras tribulaciones, ¿la forma en que estamos
programados o todo lo que es exterior a nosotros?
9. Cuando uno se aflige, lo primero que se nos ocurre hacer
es cambiar lo que hay en nuestro entorno para que se
ajuste a nuestra programación, pues creemos que eso
solucionará nuestros problemas.
Y como los conflictos siguen atosigándonos, la frustración
viene a sumarse a nuestra aflicción y el problema no sólo
no se resuelve, sino que se agranda.
10. Si el problema viene de la manera como
programamos nuestra vida, las cosas no van a
mejorar si sólo cambiamos el exterior o
esperamos que cambien los demás.
Lo que tenemos que hacer es desprogramarnos.
Configurar nuestra vida de acuerdo con otros
criterios o, por lo menos, tratar de detectar con
claridad de dónde vienen los problemas.
11. Si cambiamos nosotros y nos abrimos a la realidad, veremos
cómo todo cambia a nuestro alrededor; pues es nuestra mente
la que estaba equivocada.
Al cambiar la mente y aceptar la realidad como es, cambia
nuestra manera de ver las cosas y nuestra forma de vivir y
empezamos a llamar a cada objeto y a cada situación por su
nombre.
12. Hay una frase que da mucha luz sobre este tema: «No tienes que alfombrar
toda la Tierra para que tu pie no se lastime; basta con que uses un buen
calzado».
Cuando te deshagas de tus alucinaciones, te darás cuenta de que la felicidad
siempre estuvo en ti. Fue cuando se metieron los miedos, los deseos, los
mecanismos de defensa, cuando la felicidad se fue ahogando.
Darnos cuenta de esto es dar un gran paso.
13. Cuando las exigencias y los problemas saturan
nuestra vida, no se puede amar, ni se puede
encontrar, no digo la felicidad, ni tan siquiera un
poco de tranquilidad.
Se la pasa uno defendiéndose de lo que creemos
que nos está atacando.
En ese estado, lo que creemos que es amor es sólo
egoísmo, afecto a nuestro ego, interés propio.
14. Nos sentimos tan mal y nos acosan tantos
miedos, que sólo nos mirarnos a nosotros
mismos, nos vigilamos con recelo porque, en
verdad, tampoco nos amamos.
15. Si nos la pasamos poniéndonos condiciones a nosotros mismos, ¿cómo no
vamos a ponérselas a los demás?
Amor es generosidad, altruismo.
Lo que creemos que es amor es sólo un egoísmo refinado. Un sentimiento
que utilizamos para darnos placer o para evitar sensaciones desagradables y
sensaciones de culpabilidad o para esconder en él nuestro miedo al rechazo.
16. Como no queremos sufrir, entonces comerciamos con lo
que llamamos amor.
El día que seamos capaces de ver las cosas como son y de
llamar a los objetos y a los fenómenos por su propio
nombre, ese día comenzaremos a ver con cierta claridad.
17. No es que las acciones sean malas o sean buenas, todo
depende de la madurez y de la cordura del que las
realiza y del criterio de quien las observa.