3. EL SALMISTA
Es un oficio litúrgico al servicio de la
palabra de Dios en la Asamblea.
El del salmista es uno de los ministerios
más nobles, dignos y a la vez difíciles, que
se le pueden encomendar a un laico.
El salmista habría sido un personaje
entrañable en los primeros siglos.
4. Es un ministerio que en la liturgia de la
palabra se encarga de decir el salmo
responsorial.
Cuando decimos decir el salmo nos
referimos a la ejecución cantada del
mismo.
Si es recitada lo hace cualquier lector sin
ser salmista.
El Ministerio de cantar como salmista es
uno de los más importantes que pueden
realizar los laicos en la celebración.
5. El Ministerio del salmista está hecho de
técnica musical y de fe.
Sabe música y realiza su ministerio
pensando en ayudar a la comunidad:
“para cumplir bien con este oficio de
proclamar el salmo, es preciso que el
salmista posea el arte de salmodiar y
tenga dotes para emitir bien y pronunciar
con claridad“ (IGMR 67; Cf. OLM 56).
6. Se apreciaba su arte musical, hecho de
técnica y de fe.
Cantila las estrofas del Salmo para que la
comunidad pueda oírlo meditando
serenamente y contestar con su estribillo
antífona cantada.
El papa San Dámaso habla del "placidum
modulamen" del salmista en sus misas,
una modulación plácida que infunde
serenidad y ayuda a profundizar en los
sentimientos del Salmo para que vayan
penetrando estos sentimientos en los
espíritus de los fieles.
7. Ahora se trata de recuperar este
ministerio, tan propio de los laicos con
dotes musicales.
Superando las exageraciones de siglos
pasados, en que había la tentación de
resaltar más el lucimiento de la técnica
musical, un salmista es aquella persona,
consciente de que pertenece a la
comunidad cristiana, que se siente de
alguna manera preparada y llamada a
ayudar a sus hermanos a entrar en la
dinámica amable de la salmodia, como
respuesta a la lectura.
8. El salmista es guía y maestro de oración
poética y cantada.
Con su voz modulada intenta dar vida al
salmo, y por tanto expresa y comunica los
sentimientos de alegría o de dolor, o de
penitencia o júbilo, de admiración o
lamento, que el texto y que la música
seguramente contribuye a expresar.
Su finalidad es que la Palabra de Dios no
solo “suene” en medio de la comunidad,
sino que “resuene” en todos los corazones.
9. “Salmista es aquella persona que pertenece
a la comunidad cristiana y que se siente
llamada y preparada a ayudar a sus
hermanos a entrar en la dinámica amable
de la salmodia”
El salmista, siguiendo las modificaciones
de la cantilación, o bien recitando
poéticamente las estrofas, es algo más que
un lector. Sus palabras son poesía y canto,
que comunican, a la vez que expresan, la
riqueza de matices que puede comportar
un salmo.
10. Pero a la vez canta desde dentro,
"escuchando" él mismo lo que ha dicho la
lectura y ahora el salmo, saboreando la
melodía, alegrándose, meditando,
suplicando, aclamando o pidiendo perdón
según el salmo que está cantando para sí o
para los demás.
Realiza su ministerio desde el ambón,
porque el salmo es también palabra de Dios.
Y en principio lo hace un ministro distinto
del que ha proclamado la primera lectura.
11. Un buen salmista canta desde dentro. Él es
el primero que ha escuchado la voz y ha
entendido el salmo.
El salmista -joven o adulto, hombre o mujer,
religioso o seglar- pone al servicio de la
comunidad su voz y su arte musical.
Es el primero que se alegra con el salmo, el
que se entristece, medita, se compromete,
suplica humildemente o aclama gozoso, y
así, con su voz, suave y decidida a la vez,
invita al pueblo a que responda a la Palabra
con los sentimientos del salmo.
13. EL SALMO RESPONSORIAL EN OGMR
“Después de la primera lectura, sigue el
salmo responsorial, que es parte
integrante de la liturgia de la palabra y
goza de una gran importancia litúrgica y
pastoral, ya que favorece la meditación de
la palabra de Dios”
El salmo responsorial será el
correspondiente a cada lectura y
normalmente se tomará del Leccionario.
(OGMR 61).
14. Es conveniente que el salmo responsorial
sea cantado, al menos en lo que se refiere a
la respuesta del pueblo.
El salmista, o el cantor del salmo, profiere
los versículos del salmo en el ambón o en
otro lugar adecuado, mientras que toda la
asamblea permanece sentada y escucha, y
más aún participa con la respuesta, a no
ser que el salmo sea proferido de modo
directo, es decir sin respuesta.
(OGMR 61).
EL SALMO RESPONSORIAL EN OGMR
15. Para facilitar la respuesta salmódica del
pueblo, se han seleccionado algunos textos
de respuestas y de salmos según los diversos
tiempos del año o las diversas categorías de
Santos, que pueden emplearse en lugar del
texto correspondiente a la lectura, siempre
que el salmo sea cantado.
(OGMR 61).
EL SALMO RESPONSORIAL EN OGMR
16. Si el salmo no puede ser cantado, se lo ha
de recitar del modo más adecuado para
favorecer la meditación de la Palabra de
Dios.
En lugar del salmo asignado en el
Leccionario puede cantarse también el
responsorio Gradual del Gradual Romano
o el salmo responsorial o el aleluyático del
Gradual Simple, según se indica en esos
libros.
EL SALMO RESPONSORIAL EN OGMR
17. PRENOTANDA DEL LECCIONARIO
DE LA MISA
ORDO LECTIONUM MISSAE
EL SALMO RESPONSORIAL EN LA
ORDENACIÓN DE LAS LECTURAS DE
LA MISA (OLM)
18. El salmo responsorial, llamado también
gradual, dado que es "una parte integrante
de la liturgia de la palabra”, tiene gran
importancia litúrgica y pastoral.
Por eso hay que instruir constantemente a
los fieles sobre el modo de escuchar la
palabra de Dios que nos habla en los salmos,
y sobre el modo de convertir estos salmos en
oración de la Iglesia.
(Cf. OLM 19)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
19. Esto "se realizará más fácilmente si se
promueve con diligencia entre el clero un
conocimiento más profundo de los salmos,
según el sentido con que se cantan en la
sagrada liturgia, y si se hace partícipes de
ello a todos los fieles con una catequesis
oportuna“.
También pueden ayudar unas breves
moniciones en las que se indique el porqué
de aquel salmo determinado y de la
respuesta, y su relación con las lecturas.
(Cf. OLM 19)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
20. El salmo responsorial ordinariamente ha de
cantarse.
Hay dos formas de cantar el salmo después
de la primera lectura:
La forma responsorial
La forma directa
(Cf. OLM 20)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
21. La forma responsorial
Que se ha de preferir en cuanto sea
posible.
El salmista o el cantor del salmo canta
las estrofas del salmo, y toda la
asamblea participa cantando la
respuesta.
(Cf. OLM 20)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
22. La forma directa
El salmo se canta sin que la asamblea
intercale la respuesta, y lo cantan, o bien
el salmista o cantor del salmo él solo, y la
asamblea escucha, o bien el salmista y los
fieles juntos.
(Cf. OLM 20)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
23. El canto del salmo o de la sola respuesta
contribuye mucho a comprender el sentido
espiritual del salmo y a meditarlo
profundamente.
En cada cultura debe utilizarse todo
aquello que pueda favorecer el canto de la
asamblea, y en especial las facultades
previstas en la Ordenación de las lecturas
de la misa referentes a las respuestas para
cada tiempo litúrgico. (OLM 20)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
24. El salmo que sigue a la lectura, si no se
canta, ha de recitarse en la forma más
adecuada para la meditación de la palabra
de Dios.
El salmo responsorial se canta o se recita
por un salmista o por un cantor desde el
ambón.
(OLM 21)
b. EL SALMO RESPONSORIAL
25. Oficio del salmista en OLM
Corresponde al salmista o cantor del
salmo cantar, en forma responsorial o
directa, el salmo u otro cántico bíblico, el
gradual y el Aleluya u otro canto
interleccional.
El mismo puede iniciar el Aleluya y el
versículo, si parece conveniente .
(OLM 56)
Oficio del salmista en OLM
26. Para ejercer esta función de salmista es
muy conveniente que en cada comunidad
eclesial haya laicos dotados del arte de
salmodiar y de una buena pronunciación y
dicción.
Lo que se ha dicho anteriormente sobre la
formación de los lectores también se
aplica a los salmistas.
(OLM 56)
Oficio del salmista en OLM
27. ¿Hemos recuperado el salmo responsorial?
Uno de los elementos que hemos
recuperado en la actual reforma litúrgica es
la forma de realizar el salmo responsorial
después de la primera lectura.
Después de siglos en que había quedado
sustituido por el gradual o el tracto, que
requerían cantores muy especializados y se
realizaban sin la participación de la
comunidad.
28. Había sido uno de los cambios más
antiguos de la celebración cristiana,
heredado probablemente ya en la sinagoga
judía.
El origen del Salmo responsorial y del
oficio de salmista se remonta hasta la
sinagoga y sus celebraciones litúrgicas.
¿Hemos recuperado el salmo responsorial?
29. Aunque no tenemos muchos datos históricos
de cómo se introdujo y como se cantaba en
los primeros siglos, si sabemos que en el
siglo IV era muy apreciado como elemento
integrante de la celebración de la Palabra.
Textos de san Agustín, san Ambrosio, san
Juan Crisóstomo y León Magno nos
muestran la importancia litúrgica que se
concedía al salmo, hasta el punto de que a
veces las homilías de estos Santos Padres se
inspiraban precisamente en las ideas del
salmo que había proclamado el salmista.
30. En los siglos posteriores se fue dando más
importancia a la música que al texto del
salmo.
Se fue complicando su realización
musical, reservándolo a especialistas o a
grupos corales capaces de interpretar el
gregoriano más elaborado de los
“graduales” o “tractos”, perdiéndose así la
intervención del pueblo cristiano.
31. En la actual reforma poco a poco se ha ido
clarificando el papel de este salmo en el
conjunto de las celebraciones de la Palabra.
La evolución se ha visto, entre otras cosas,
en el mismo nombre.
Al principio no era raro que los libros
litúrgicos hablaran del “canto
interleccional”, nombre que apuntaba más
bien a “un canto entre lecturas”, o sea, un
salmo (no cualquier canto) y responsorial
(ejercitado de un modo responsorial entre
el salmista y el pueblo).
32. No se puede decir que hayamos asimilado
en la práctica de nuestras comunidades
toda la eficacia de este salmo.
Lo realizamos a veces prosaicamente,
cuando es un poema.
Sin música, cuando su mejor fuerza
pedagógica está en el canto.
Sin gran motivación o convicción, cuando es
un elemento muy válido para dar a la
Palabra un clima de profundización,
permitiendo que su mensaje penetre en los
espíritus.
33. El abandono en que durante siglos ha
estado este salmo no puede remediarse si
no se supera la inercia y no se logra una
motivación convincente, que ayude a
vencer las dificultades, también
musicales, que una comunidad puede
encontrar en este salmo si lo quiere
realizar bien.
34. “A nivel eclesial se puede decir que se está
comprendiendo cada vez mejor la
importancia litúrgica y pastoral del
salmo”(OLM 19)
A nivel eclesial se puede decir que se está
comprendiendo cada vez mejor, al menos
en teoría, la “importancia litúrgica y
pastoral” de este salmo (OLM 19).
35. Con todo, un indicio de la relativamente
poca importancia que se le da en el
conjunto de la pastoral eucarística es que
el Catecismo, en el n. 1154, nombra
fugazmente los “salmos de meditación”
dentro de una enumeración de elementos
de la misa.
Pero luego, al hablar del “desarrollo de la
celebración eucarística” (CCE 1348-1355)
ni siquiera nombra el salmo responsorial
al describir la liturgia de la Palabra.
36. La aparición entre nosotros del Libro del
Salmista, junto con la campaña desde
diversas instancias a favor de la buena
ejecución de este salmo, y la satisfacción
que tiene los que ya lo hacen, conseguirán
que cada vez sean más los que no se
conformen con la mera recitación prosaica
del salmo responsorial, y que se vaya
recuperando este ministerio entrañable,
antiquísimo, del salmista.
37. Un salmo para interiorizar la Palabra
“El fin del Salmo es prolongar el mensaje de
la primera lectura”
Cada momento musical tiene su propia
identidad dentro de la celebración.
La finalidad del salmo responsorial es
prolongar, interiorizándolo, el mensaje de la
primera lectura.
El salmo, que es también Palabra de Dios,
nos ayuda hacer eco de la lectura.
Así el mismo Dios nos guía en nuestra
respuesta.
38. No es un canto nuestro, moderno, como
puede ser el de entrada o el de comunión.
Es voz de Dios, una página bíblica, con la
lectura, pero esta vez poética y lírica.
Por eso el lugar más coherente de su
realización es el ambón reservado a la
Palabra de Dios, cosa que no sucede con
los otros cantos de la Misa.
Un salmo para interiorizar la Palabra
39. “El fin del Salmo es prolongar el mensaje de
la primera lectura”
El salmo hace eco al mensaje contenido en
la lectura.
Si ésta nos invita a la alegría, el ambón
prolonga esa misma actitud.
O nos mueve a sentimientos de penitencia,
alabanza, súplica, reflexión sobre la vida…
40. Se llama también “salmo de meditación” y
muchas veces tiene el tono de una reflexión
contemplativa, serena, de lo que se nos ha
comunicado en la lectura, creando el clima
para “rumiar” y asimilar su sentido y
haciendo que su mensaje cale en nuestros
espíritus.
Pero no siempre prevalece este tono
meditativo.
41. Cuando el género de la lectura provoca un
salmo de aclamación, o de lamento, o de
súplica intensa, el salmo nos lleva son su
dinámica a obedecer a esa invitación y poner
en práctica con nuestra voz y nuestra
sintonía interior esas actitudes de
aclamación o súplica.
Lo que sí es siempre una personalización de
los sentimientos que se nos han proclamado
en la lectura.
42. Así el salmo se convierte en un momento
importante de la celebración de la Palabra.
“El Salmo nos ayuda a entrar en el diálogo
entre Dios que habla y la comunidad que
escucha y responde”
En principio habría que decir siempre el
salmo que ofrece el Leccionario, porque ha
sido seleccionado para responder muy de
cerca al espíritu de la lectura.
43. De eso se trata: que la comunidad y cada
uno de sus miembros diga “si” desde su
interior a Dios, a la salvación que ofrece, al
proyecto de vida que presenta, a la Alianza
que quiere pactar con su pueblo.
Pero hay que tener en cuenta que este
salmo no suele estar entero: se han
seleccionado aquellos versículos o estrofas
que mejor eco hacen a la idea central de la
lectura
44. Habrá que ir con cuidado, cuando ya se
sabe el salmo con una determinada
melodía, en cantar aquellas estrofas
concretas que el Leccionario ofrece.
Hay salmos largos con variedad de
sentimientos: no todas sus estrofas
cumplirían en un determinado día este
servicio de prolongación del mensaje de la
lectura.
45. El salmo responsorial no se canta o recita
por sí mismo, como haciendo un ejercicio
de salmodia o una introducción gradual
al conocimiento de los salmos, sino en
función de la finalidad que en este
momento tiene: ayudar a personalizar la
primera lectura.
47. ¿Cuáles son las cualidades del salmista?
A) Al igual que los otros lectores, el salmista
realizará mejor su servicio comunitario si
tiene una buena formación bíblica, para saber
los varios géneros de los salmos y la riqueza de
sus sentimientos, porque eso condiciona, por
una parte, al compositor para el sentido
musical de sus textos, y al cantor para la
inflexión de su voz.
48. Un salmista debe unir técnica musical y
gusto por la salmodia. Necesita ir
profundizando en el sentido de los
salmos, ir asimilando sus contenidos,
antes de convertirlos en sonido de su
voz. Se puede decir que es un proceso
espiritual el que hay en la base de un
buen salmista, a partir de sus
conocimientos y aprecio de los salmos.
¿Cuáles son las cualidades del salmista?
49. ¿Cuáles son las cualidades del salmista?
B) Asimismo, se supone en un salmista una
adecuada formación litúrgica, para situar
exactamente su intervención en el
conjunto de la celebración de la Palabra y
en el tiempo litúrgico.
Un salmista no es solo una persona que sabe
cantar, sino que se sitúa dentro de una
comunidad celebrante y sabe qué función
ejerce con el canto de este salmo.
50. ¿Cuáles son las cualidades del salmista?
También necesitará, evidentemente, una
formación técnica. Si todos los
ministerios que se hacen a favor de la
comunidad son en algún modo idénticos,
este lo es de modo especial:
“para cumplir bien con este oficio de
proclamar el salmo, es preciso que el
salmista posea el arte de salmodiar y
tenga dotes de buena dicción y clara
pronunciación” (OGMR 102).
51. “para ejercer esta función de salmista es
muy conveniente que en cada comunidad
eclesial haya unos laicos dotados del arte
de salmodiar y de facilidad en la
pronunciación y en la dicción” (OLM 56).
Naturalmente, el canto de este salmo no se
puede improvisar: debe prepararlo
cuidadosamente antes.
¿Cuáles son las cualidades del salmista?
52. ¿Cuáles son las cualidades del salmista?
No solo ha de tener en la emisión de la voz,
sino un estilo particular de recitación y
canto de los textos poéticos de la
salmodia, que requiere seguridad de
fraseo, modulación ajustada a las
cadencias y acentos, y comunicatividad de
expresión.
“Un Salmo se proclama o se canta
líricamente. Requiere, entre otras cosas,
una actitud interior de fe y de amor”
53. Un salmo no se “lee”, sino que se “proclama” o
se canta líricamente.
Depende en gran parte del arte de salmodiar o
cantilar que tenga el salmista el que pueda
transmitir a la comunidad la serenidad y la
fuerza que su texto comporta.
Su canto no puede ser frío, sino que debe nacer
de una actitud interior de fe y de amor por lo
que hace, asumiendo de alguna manera las
actitudes que sugieren los salmos y
contribuyendo con sus cualidades musicales a
que sus hermanos vayan celebrando mejor la
Palabra de Dios.
54. Debe “creer lo que canta”.
El salmista no actúa para propio
lucimiento, sino para que la comunidad,
escuchando las estrofas a las que luego
intercala el estribillo, vaya profundizando
en el mensaje de Dios.
Ojalá haya cursos, o incluso centros de
estudio, para formar a los salmistas a
nivel de diócesis o regionales.
56. En el momento en que se dibuja con claridad
la figura del salmista, los Santos Padres le
recuerdan que se debe a la asamblea santa y
a los misterios que ésta celebra.
San Agustín recomienda: «Cantad en el
secreto de vuestros corazones y considerad
el peligro que representa vuestro talento
material... Que, a través de vuestra voz, se
escuche el eco de la palabra divina.»
ESPIRITUALIDAD DEL SALMISTA
57. El salmista era portador de una carga
preciosa, el mensaje del Verbo.
Ésta es la imagen que da del salmista una
inscripción griega del siglo III, en Bitinia, al
hacer el elogio de un joven difunto:
«Formaba a todos los fieles en el canto de los
salmos sagrados.»
58. La siguiente invitación de Casiano es también
válida para los que hoy han de ejercer este
servicio litúrgico: «Penetrando en el sentido
íntimo de los salmos, en adelante ya no los
cantan como compuestos por el profeta, sino
como una plegaria personal, con profunda
compunción del corazón, de la que, el mismo
que ora, cree ser el autor; piensa, al menos,
que están dirigidos a su misma persona, y
percibe que su sentido no solamente se
realizó en el profeta, sino que todos los días
se está cumpliendo en sí mismo.»
59. El salmista debía afrontar su misión con una
conciencia de servicio a la comunidad y de
coherencia en su vida.
Así se lo mandaban los Statuta Ecclesiae
antiqua: «Mira que lo que cantas con
palabras lo creas de corazón, y lo que crees de
corazón lo cumplas con las obras.»
62. Los documentos de la reforma litúrgica del
Vaticano II han resaltado la importancia
del ministerio del salmista y han señalado
claramente su función, distinta de la del
lector:
«Al salmista corresponde proclamar el
salmo u otro canto bíblico interleccional.
Para cumplir bien con este oficio, es
preciso que el salmista posea el arte de
salmodiar y tenga dotes para emitir bien y
pronunciar con claridad.»
EJERCICIO DE LA FUNCIÓN DEL
SALMISTA
63. EJERCICIO DE LA FUNCIÓN DEL
SALMISTA
«Antes de la celebración, el salmista sepa
claramente qué textos le corresponden, y
nada se deje a la improvisación», consejo
que se da también al diácono, a los lectores,
al cantor, al comentarista y al coro.
64. El salmista comprobará, a lo largo del
ejercicio de su ministerio, que la
palabra poética del salmo penetra con
mucha más fuerza cuando se proclama
salmodiando. El dominio sobre sí
mismo y la seguridad personal ante la
asamblea crecen a medida que se ejerce
esta importante función.
EJERCICIO DE LA FUNCIÓN DEL
SALMISTA
65. El salmista no es el cantor-solista que,
formando parte de la coral, cumple un
papel singular en una parte concreta de un
canto.
La voz privilegiada del solista, que es
llamado para embellecer una celebración,
convierte sin embargo a estos cantores en
protagonistas que, apoyándose en su
técnica y debatiéndose entre la sofisticación
y el espectáculo, rebasan fácilmente los
límites a que debieran someterse.
66. El salmista es, ante todo, un servidor de la
asamblea, un creyente que ha sido tocado por
la palabra de Dios, como el lector, antes de
proclamarla.
No se apoya en su técnica, que no es mucha,
sino en el esplendor poético de la plegaria de
los justos, que le ha llegado al alma.
No es protagonista espectacular, sino
animador y pedagogo, consciente de su
capacidad y de sus límites.
Su misión es sencilla y sublime, pero
sumamente delicada.
68. Se hace necesaria la formación básica y
permanente del salmista.
La conciencia del servicio que presta a la
comunidad cristiana, a la que ayuda a
penetrar en la palabra de Dios, le ayudará
en su esfuerzo continuado por conocer los
salmos que ha de proclamar y empaparse
de la espiritualidad de los orantes
bíblicos.
La formación del salmista comprende
varias facetas:
69. a) Formación bíblica o conocimiento del
Salterio, de los géneros literarios de los
salmos y de las situaciones humanas y
religiosas que dieron origen a tan bellas
plegarias.
Este conocimiento debe completarse con
una iniciación en el sentido espiritual y
pleno de los salmos, siguiendo tanto la
norma de la liturgia como de los Santos
Padres, que vieron en ellos la voz de Cristo
y de la Iglesia.
70. b) Formación litúrgica o estudio de la
función y de la estructura de la liturgia de la
palabra.
Como el lector, el salmista debe conocer la
composición del Leccionario de la misa, de
acuerdo con los diferentes tiempos litúrgicos
y el Santoral.
La información de los criterios de selección
del salmo responsorial, en cada caso, le
ayudará muchísimo a comprender su
presencia en la celebración y la
interpretación litúrgica, tanto del texto del
salmo como de la respuesta de la asamblea.
71. C) Formación técnica de tipo musical y de tipo
ceremonial.
Varias veces se ha aludido ya a la preparación
musical del salmista: ésta ha de ser la
indispensable para que éste desempeñe
eficazmente su cometido en la celebración.
Pero sin olvidar algo que es peculiar y propio
del salmo responsorial, que es su carácter
poético y musical especial ante la asamblea.
72. La preparación musical ha de completarse
con unas técnicas de proclamación que
faciliten un canto pausado, expresivo, bien
entonado; para que las palabras lleguen a la
asamblea y encuentren eco en ella.
La formación de tipo ceremonial ha de
orientarse al conocimiento de las formas de
la celebración y a la actitud corporal
73. El mismo Libro del salmista constituye el
material de trabajo imprescindible para llevar
a cabo una buena formación de los salmistas.
La experiencia de los equipos litúrgicos
parroquiales que, con periodicidad fija y
constancia admirable preparan a los lectores,
salmistas y cantores de su comunidad, se verá
estimulada con la publicación de este libro.
es muy conveniente que, a nivel diocesano o
de zona pastoral, se dé vida a un centro de
formación de salmistas
74. Una música que respeta y resalta la letra
“En el Salmo responsorial la letra tiene más
importancia que la música. El canto se
esconde tras la letra”
En el salmo responsorial la letra tiene más
importancia que la música.
Su línea musical no es la de una canción. Es,
más bien, una cantilación salmódica, una
melodía sencilla, que sirve como de soporte a
las palabras.
75. Así como en otros cantos es la música la que
prevalece, aquí se podría decir que el canto
se esconde tras la letra.
Es el texto el que se comunica a la asamblea,
hecho más expresivo por una sencilla
“melodía musical” y una proclamación
especialmente clara.
La salmodia tiene sus dificultades.
76. Aparte de que muchos grupos, sobre todo
de jóvenes, están acostumbrados más bien
al canto rítmico, la salmodia cantilada
supone un cantor bastante especializado,
que tiene que preparar su intervención
bastante más que un lector o un
comentador.
Esta cantilación tiene, por otra parte,
ventajas para un cantor con un mínimo de
dicción y creatividad.
77. Como canta solo y en una modalidad
bastante libre, no tendría que mostrarse
nervioso en el caso de que dude en alguna
cadencia o acento.
Sin mostrar titubeos, debería saber seguir
adelante, haciendo sobre la marcha las
adaptaciones necesarias.
78. Modos de realizar el salmo responsorial
“El Salmo se llama responsorial porque la
comunidad responde a las estrofas proclamadas por
el salmista”
Ante todo, el salmista debería ser una persona
distinta de la que ha proclamado la lectura.
Se trata de otro elemento dentro del conjunto de la
celebración de la Palabra.
El salmo está pensado para que tenga una
alternancia entre el salmista que recita o canta
estrofas y la comunidad que escucha y después de
cada estrofa responde cantando.
79. El salmo se llama “responsorial”, no tanto
porque con él se responde a la Palabra
proclamada, sino porque se hace de tal
forma que la comunidad va respondiendo a
las estrofas dichas por el salmista.
La asamblea tiene dos modos de participar
en el salmo: por una parte escucha
serenamente las estrofas del salmista, y por
otra responde con una antífona, que suele
condensar lo mejor del salmo y el
sentimiento que se quiere subrayar de él.
80. “Normalmente, el salmo responsorial debe ser
cantado.
Hay dos modos de cantar este salmo: el modo
responsorial y el modo directo. En el modo
responsorial, que, en lo posible, ha de ser el
preferido, el salmista o cantor del salmo canta
los versículos del salmo y toda la asamblea
participa por medio de la respuesta.
En el modo directo, el salmo se canta sin que
la asamblea intercale la respuesta, y lo cantan,
o bien el salmista o cantor del salmo él solo, o
bien todos a la vez” (OLM 20)