1. Conclusión
Los criollos querían gobernarse, y vieron en la decadencia española la oportunidad de
realizar dicho ideal. Al mismo tiempo se vieron en la "necesidad" absoluta de tomar las
riendas del poder ante el peligro inminente de caer en manos de un nuevo
"colonizador" (Portugal o Gran Bretaña) por la incapacidad de la corona Española de
defender sus dominios en América.
Es evidente asimismo que los peninsulares no querían perder su posición privilegiada
en el virreinato, razón por la que apoyaban al virrey y su poder; asimismo surgia en los
criollos la necesidad de participar activamente de las decisiones que forjarian su propio
futuro, por lo que se ven impulsados a dicha revolución.
He de destacar que, si bien en un principio la "independencia" no fue el causal
principal de dicha revolución, el avance de los nuevos ideales hizo que la misma se
convirtiera en una necesidad inmediata, necesidad que se ve satisfecha con el
congreso de 1816.-
Causas de la Revolución de Mayo
Es posible dividir las causas de la Revolución del 25 de Mayo de 1810 en Buenos Aires,
en causas internas y externas. Entre las últimas, podemos mencionar en primer lugar el
auge de las ideas de la Ilustración que, luego de la Revolución Francesa, se propagaron
por Europa y penetraron en los círculos intelectuales de España. También en el campo
de las ideas, los conceptos de libertad de comercio que publicó Adam Smith en su
tratado La riqueza de las Naciones, dio a los patriotas argumentos para combatir el
monopolio del comercio impuesto por España con los puertos de la Península. En
cuanto a los hechos políticos y militares, la invasión de Napoleón a Europa y luego a
España, con el consiguiente cierre para Inglaterra de los puertos del continente la
obligaron a buscar otros mercados para su industria en África y América española. La
derrota de la flota española en Trafalgar, le permitió a Inglaterra dominar los mares y
limitar a España en su comercio con sus colonias. Finalmente, la invasión de los
franceses a España y la prisión de la familia real junto con al rey, Fernando VII, que
tuvo un doble efecto, por un lado el temor de que la Península cayera totalmente en
manos de Napoleón y por el otro, la falta de autoridad de la Junta Central y del
Consejo de Regencia. Por este motivo los Americanos creyeron que había llegado la
hora de luchar por su independencia. La soberanía que estaba en la cabeza del rey, al
estar prisionero, pasaría nuevamente al pueblo, que tendría derecho a proponer su
forma de gobierno.