Este poema habla sobre Juan Pablo Duarte y su fe en Dios y en la patria dominicana. Creyó en Dios, quien le dio consuelo y fortaleza para soportar el sufrimiento. Cuando no tenía pan ni vino, su pensamiento se enfocó en levantar a la patria. Modeló en su alma una visión de patria y libertad, de tal manera que cuando murió, Dios le ofreció un horizonte de laureles y palmas.