2. ●
Jugar en el Celtic Park supone para los futbolistas del equipo visitante la misma
sensación que puede sentir un ciudadano corriente cuando se tumba en la silla del
dentista. Hay un momento de incertidumbre difícil de descifrar. Aunque en el fondo
se confía en el profesional, que normalmente impone su buen oficio, el paciente se
siente inicialmente muy vulnerable. Enfrentarse al equipo de los católicos de
Glasgow a orillas del Clyde difícilmente es para mal, muy al contrario, pues el
contencioso reúne la liturgia propia de los mejores partidos, remite a la historia del
fútbol, al ambiente más envidiable de los campos británicos. Ocurre que
últimamente nunca fue del gusto del Barcelona jugar contra el Celtic.