2. Eran las 4:00 pm del 13 de
junio de 1994 cuando en mi
hogar ya tenían todo
preparado para conocerme.
Mi padre había pedido
permiso en su trabajo por
una semana para poder
presenciar mi nacimiento,
como ya tenían a mi
hermano Cristofer de un año
y cinco meses, deseaban
con muchas ansias tener
una niña. Fue a las 7:30 pm
cuando en una de las salas
de la Clínica Médica “Dr.
Manuel Tejero” se escuchó
un llanto fuerte, era yo
dándole un saludo a la vida.
3. Pero, aún no tenían un nombre para mí, mi madre
quería llamarme Ivone, pero ese nombre no le
gustaba a papá, así que se dio la tarea de buscar un
nombre para mí, hasta que se le ocurrió uno, Anel,
un nombre compuesto, pues las primeras dos letras
“An” se debe al nombre de mi abuelita paterna “Ana”,
y “el” por el nombre de mi mamá “Elvia”; a mi madre
le gustó mucho, así decidieron llamarme Anel.
Desde pequeña mi nana me llevaba a la escuela
Normal donde trabajaba mamá, para que me diera
pecho. Creo que la asistencia a la escuela a
temprana edad provocó mi gusto por estar ahí.
4. Por cierto, no puedo
omitir la presentación
de mi familia:
Mi padre, el sr. Honorio
Marín Guillermo.
Mi madre, la sra. Elvia
Vergara Álvarez.
Mi hermano, Cristofer
Iván Marín Vergara.
Mi nana, Irene Zamudio
Alejo.
Ellos son las personas
que más amo.
5. Fui una niña muy sana
desde mi nacimiento
hasta los ocho meses,
a esta edad sufrí
desnutrición de tercer
grado, mis defensas
bajaron notablemente
y empecé a
enfermarme
constantemente; eran
noches enteras que mi
mamá pasaba a mi
lado, cuidándome y
pendiente que
estuviera respirando.
6. Durante mis primeros
años, eran frecuentes
las visitas al doctor,
las inyecciones, los
jarabes, las
nebulizaciones; no
podía tener peluches
ni mascotas porque
me causaban
alergias. Después de
tantos tratamientos
logré recuperar el
peso adecuado para
una niña de mi edad.
7. Fue entonces cuando mis padres empezaron a asistir
a la iglesia Adventista del Séptimo Día, a mamá no le
agradaba mucho asistir al templo, pues para ella el
sábado era el día destinado para limpiar la casa.
Pero yo los sábados por las mañanas me levantaba
para despertar a mamá, porque deseaba tanto ir a mi
“escuelita”, disfrutaba mucho los sábados en el
departamento de infantes, me emocionaba cuando
ese día llegaba. Ahora entiendo, que sin duda, Dios
me utilizó para que mis padres aceptaran a Cristo en
sus vidas.
8. Cuando ingresé a la Primaria
era una niña muy tímida,
cada vez que tenía que
participar frente a todo el
grupo, los nervios me
invadían y lloraba. Pero con
la ayuda de mi profesor y mis
padres que siempre
demostraron paciencia, poco
a poco fui venciendo ese
miedo. Pues en los
siguientes años me
caractericé por ser una niña
participativa y que daba a
conocer sus ideas.
9. Durante esta etapa viví muchas experiencias,
algunas no muy agradables y otras que de solo
recordarlas provocan una sonrisa. Recuerdo una
anécdota que sucedió en segundo grado, la maestra
tuvo que ir a la dirección y nos dejó haciendo una
actividad, cuando la terminamos no quise perder el
tiempo y me puse a jugar con mi mejor amiga,
Laura, a encestar papelitos en el bote de basura.
Apostamos que quien perdiera iba a pagar el
desayuno, así que nos preparamos con suficientes
bolitas de papel para tener más probabilidades de
ganar. Pero cuando se me acabaron las bolitas de
papel, busqué otros recursos con los cuales ganar,
así que tomé el chicle que estaba masticando, lo
hice bolita y lo aventé.
10. Solo se escuchó ¡Nooooo!... y las carcajadas de mi
amiga, el chicle no había llegado al bote de la
basura, sino al cabello de mi compañera Yuritzi; ella
al sentir que algo la golpeó, rápidamente comenzó a
sacudir su cabello y se lo embarró más. Laura y yo
nos paramos de nuestros asientos y fuimos junto a
ella, Yuri estaba muy nerviosa, así que Laura en el
afán de tranquilizarla le dijo que ella sabía cómo
solucionarlo; abrió su mochila y sacó unas tijeras, y
con una gran sonrisa nos dijo: -Tranquilícense, mi
prima me enseñó a cortar cabello; y sin pensarlo dos
veces, cortó el cabello de Yuri, ella al ver que su
cabello caía y caía se soltó a llorar.
11. Así que tuve que empezar
a decirle que le había
quedado padrísimo su
nuevo corte, pero en
realidad yo no daba ni un
peso por ese look. Cuando
llegó la maestra y vio el
alboroto en el salón, nos
pidió una explicación, Laura
y yo tuvimos que asumir las
consecuencias de nuestro
juego, tuvimos que pedir
disculpas a Yuritzi y nos
comprometimos a que por
la tarde la acompañaríamos
a la estética para que
mejoraran el corte.
12. Al entrar a la secundaria me costó un poco más
adaptarme, porque implicaba levantarme más
temprano, un maestro por cada clase, otros
compañeros, y otra escuela. Pero entonces
comprendí que cambiar de escuela no era tan malo,
pues era una oportunidad para hacer nuevas
amistades y vivir nuevas experiencias. En esta
etapa me enfrenté a pruebas en cuanto a mis
creencias religiosas, pues la escuela era pública, y
muchas de las actividades culturales, deportivas o
recreativas las realizaban los viernes por la noche o
sábados.
13. Fueron experiencias en que decir ¡No! implicaba dar
una serie de explicaciones acerca de mis creencias,
y eso en muchas ocasiones me incomodaba; pero
después de unos meses mis compañeros y
maestros ya no preguntaban si asistiría a esos
eventos, pues ya conocían mi respuesta.
En segundo grado me invitaron a formar parte de la
escolta oficial porque tenía un buen promedio, y
acepté. De la secundaria logré graduar con honores.
14. 29 de agosto de 2012
Me parece muy interesante tu vida, tus anécdotas y
experiencias hacen más atractiva tu autobiografía.
Felicidades por tu redacción, tienes mucha fluidez
en expresar tus ideas.
Continúa así…
Atte:
Dary Sánchez Galván
15. En el año 2009
ingresé al Centro de
Bachillerato
Tecnológico
Agropecuario N° 82,
fue un año lleno de
actividades y donde
conocí nuevas
amistades. En esta
etapa sucedió algo
extraordinario, debía
de comenzar a pensar
en la carrera que
elegiría.
16. Desde pequeña mi sueño
fue ser doctora, pero mi
padre siempre me decía
que me veía perfil de
maestra, y tenía razón,
pues desde hacía 4 años
había estado en el
Departamento de Infantes y
disfrutaba lo que hacía.
Mi madre al notarme
preocupada, me
recomendó que pidiera la
dirección de Dios y así lo
hice.
17. Una noche, antes de dormir me arrodillé y le pedí a
Dios que me mostrara una señal para que pudiera
tomar una decisión; Dios no tardó en contestarme
pues esa noche tuve un sueño donde yo me
encontraba en un aula dando clases a niños. Al día
siguiente le dije a mis padres: ¡Ya decidí lo que
estudiaré!, les conté lo que había pasado y ellos
me apoyaron.
Pero ocurrió algo que no me agradó, pues cuando
me preguntaban qué carrera estudiaría, y yo
respondía que para educadora, recibí comentarios
como: Pensé que aspirabas para algo mejor, Te
conformas con eso, Debes escoger una mejor
carrera.
18. Pero fueron todos esos comentarios que me
motivaron a no desistir en mi decisión, y me propuse
que les demostraría que ser maestro implica más
que llenar el pizarrón de letras y operaciones. Y que
quienes ven a esta profesión como algo
insignificante, se equivocan, pues el maestro es
quien ayuda en la formación de todos aquellos
niños que serán el futuro de este mundo.
La influencia de mis padres me ayudó a no
tambalear en mi decisión, pues la entrega y
dedicación que ellos reflejan en su trabajo me
mantienen firme.
19. Los últimos dos años de
preparatoria decidí
estudiarlos en Linda
Vista. Cuando mis padres
me dejaron en el
internado me arrepentí
de haber tomado esa
decisión, pero al pasar el
tiempo esta idea cambió;
y hoy considero esa
experiencia como la
mejor que he tenido en
mi vida.
20. Todo era diferente a lo
que estaba acostumbrada,
aprendí a administrar
mejor el tiempo, pues
estudiaba y trabajaba; los
maestros tenían un trato
que me agradaba mucho,
en especial mi profesor
Azariel Cruz, a quien
recuerdo con mucho
cariño; conocí nuevas
personas de diferentes
partes de la República
Mexicana.
21. Por cierto, esta
institución me dio
una hermana, Betzy,
con quien tengo una
hermosa relación de
amistad, incluso ya
se comprometió a ser
la dama de honor en
mi boda y yo en la
suya.
22. Antes de graduar de
la preparatoria debía
decidir dónde
estudiar, pues tenía
dos opciones, la
primera era la Escuela
Normal Urbana de
Balancán, donde
trabajan mis padres, y
la segunda era la
Universidad de
Montemorelos.
23. Varios de mis compañeros de grupo me
recomendaban que escogiera la UM, pero yo
quería regresar a mi casa, quería estar con mis
padres y pensaba en el gasto que implicaba
estudiar en Montemorelos.
En mayo tomé la decisión de estudiar en la
Normal de Balancán, saqué ficha y un mes
después presenté el examen de admisión.
24. Pero durante las vacaciones mis padres y mi
hermano hablaron conmigo y lograron hacerme
cambiar de opinión. Aunque ocupé un buen lugar
en los resultados del examen de admisión;
comencé a informarme de la Lic. en Educación
Preescolar en la Universidad de Montemorelos.
Envié mis papeles y le di gracias a Dios porque sin
duda alguna Él es el que me ha dado sabiduría para
tomar decisiones tan importantes en mi vida,
como fue la elección de mi carrera y dónde la
estudiaría.
25. Hoy me siento satisfecha
con lo que he logrado.
Y cada vez que la
nostalgia me invade,
recuerdo las palabras de
mi madre: “Si las cosas
fueran fáciles cualquiera
las haría. Cuando tus
esfuerzos tengas
resultados, te sentirás
satisfecha y orgullosa de
ti misma”.