2. Érase una vez un autobús apestoso.
No quiero decir con esto que al autobús le oliesen las ruedas a sudor, ni los
asientos a queso, ni las rendijas de las puertas a basura…
No; esas cosas le olían como al resto de los autobuses de la ciudad, ni más
ni menos.
3. Pero, a pesar de todo, era un autobús apestoso. Y lo era porque de su tubo de
escape salía una oscura nube de humo que apestaba las calles.
Los habitantes de la ciudad huían al verlo. Se tapaban la nariz con los dedos y
se colocaban mascarillas en la cara.
4. El autobús apestoso no tenía la culpa de lo que le estaba
pasando. Una pieza de su motor se había estropeado y por eso
soltaba tanto humo.
Pero al jefe de los autobuses, que se llamaba don Blas Bus, no
le preocupaba.
-¿Qué importa que eche un poco más de humo?-decía Don Blas
Bus-. Mientras siga andando, no lo mandaré al taller.
5. Y el autobús, cuando veía cómo protestaba la gente, se ponía muy triste, tan
triste que un día comenzó a llorar.
Los autobuses lloran de una forma muy rara, y por eso nadie se da cuenta.
Lo hacen en silencio y sin lágrimas. A veces hipan y dan un saltito, pero los
viajeros siempre piensan que el saltito se debe a un bache de la calle.
6. Sólo algunos magos y magas saben si un autobús está llorando.
Por eso, cuando la maga Colasa y su ayudante Agustín se cruzaron con el
autobús apestoso, frenaron en seco su moto.
-¿Qué te ocurre?- le preguntó la maga Colasa.
7. -Mira hacia atrás y tú misma lo descubrirás- respondió el autobús
apestoso-. Don Blas Bus no quiere mandarme al taller y no tengo más
remedio que soltar esa nube apestosa.
8. -¡Esto lo arreglo yo enseguida!- exclamó la maga Colasa.
Colocó la moto justo detrás del autobús y le dijo a su ayudante Agustín
que sacara uno de los globos que llevaba en el bosillo.
Agustín sacó el globo y la maga Colasa lo tocó con su varita mágica:
- ¡Ya está! ¡Desde ahora se ha convertido en un globo mágico!
9. Luego, Agustín ajustó el globo al tubo de escape del autobús apestoso.
Y el globo comenzó a hincharse, y a hincharse, y a hincharse…
Como era mágico, no explotaba.
Cuando se volvió tan grande como una persona, le hicieron un nudo para que
no se escapara la nube apestosa que había dentro.
10. Entonces se fueron con el globo a casa del jefe de los autobuses, don Blas
Bus, que esa noche daba una gran fiesta.
-Te traemos un regalo de parte del autobús apestoso- le dijo la maga Colasa.
-¡Un globo gigante!- exclamó Don Blas Bus muy contento.
-Y tiene una sorpresa dentro- añadió Agustín.
11. -En la fiesta que doy esta noche lo pincharemos con un alfiler y descubriremos
la sorpresa. ¡Será muy divertido!
-¡Buena idea, don Blas Bus!
La maga Colasa y su ayudante Agustín se marcharon en la moto y Don Blas
Bus, muy feliz, guardó el globo gigante en su casa.
12. Por la noche, todo el barrio del jefe de los autobuses pudo oirlo.
¡¡¡BOUM!!!, hizo el globo al explotar, justo cuando todos los invitados de
don Blas Bus se disponían a cenar.
A la carrera, tapándose la nariz con los dedos, abandonaron la casa del
jefe de autobuses.
13. Don Blas Bus se quedó solo en su salón. Estaba tan negro que parecía
un deshollinador.
¿Alguien sabe lo que pasó al día siguiente con el autobús apestoso?
¿Qué os apostáis a que Don Blas Bus lo mandó corriendo al taller?