Dios creó a la mujer para ser especial, dándole la capacidad de dar vida, aceptar el rechazo, continuar luchando cuando otros abandonan, amar incondicionalmente a sus hijos a pesar de heridas, soportar a un marido a pesar de defectos, y llorar cuando lo necesita. La belleza de una mujer reside en sus ojos y corazón, donde se ve el amor a través de las lágrimas.