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a sotavento de I». Palm»—, sino qué Sim
           Borondón no se dejó ver.
              Desde la misma isla safó en 1S6 S^er-
                                                I 1O
           nasado VUlalobos; va dg piloto Gaspar Pé-
           rez de tAoosta, y como mislonfiro, el fran-
           ciscano STsssf Lorenzo Pinedo, QUlen, como
           Martin Araña años atrás, sutíüa en con-
           vertir somibras.                                                                        *   "T *   4 1

              ütfientras ^ n IBonsaiitón Jhaoe sU: ronda
           misteriosa a la& islas Canarias, navetranteA
           y misioneros se Tiagalan, resípectivameinite,
           con sueños de tierras nuevas sr de almas         " « " • y ••.«•.,
                                                                                   4i.
           por salvar. Pero la gBOgraíía estó, lya con-
           tagiada de misterio y una extraña pasito                                                ^.% : .
           hierve en la sanirre úz los que navegan por
           Aiqusllas latitudes. Cuando Hernán Peres                            ; '^^r- ,*í%i^
                                                                    -14 • * f l |


           de Ckrado, primer regente die la Beal Au-
           diencia de Canarias, ordena ateir una in-
           (ormacián sobre San Borondón, es QUe las
           cosas no iban de broma. Sra el año li'TO,
           un año, dicen, en que más veces iússo m            , % > ; , , •,,'"^'5
           aipariclón la i&li>ta fluotuant!. Pasan de
           cien los testigos ifidediginos. Be fija el lu-
           gar exacto de la aparicidn: al Noroeste de
           El Hierro y a sotavento de Ija Palma. Y,
           ipor si fuera poco, añádase el testimonio de
           loa que pusieron el pie en Son iBorondón.
              Pedro Vello, piloto portugués, de Setú-
           bal, hace la ruta del Brasil. Cuenta que
           en cierta ocasito, encontrándose a la al-
           tura de Canarias, emipujado por vientos y                                                       til V i
           virazones, tuvo que torcer el rumíbo par»
           buscar refugio. iE3n el intento topa nada      CosU occidental de l« Ista de La Palma. En el Angul» tupeplop Izquierdo, l«$ última»
           míenos que con San Borondón. üncontrá casas d«t caseHo de San Bopond^n, frente Rodríguezha hecho su aparición la lallta fan-
                                                                                               tasma. (Fotos M.
                                                                                                                   al cual
                                                                                                                              Quintero.)
           buen fondead^x) en una ensenada del Sur,
           frente a la desembocadura de uno dte los yos perfiles tan bien conoce—están cam^                                        Frente a La Gomera,
           liachiuelos «rus, >más tarde, fijairia en «1 blados. Después de mucho pensar, descu-                                con todo claror,
           plano Torrfani. Con dos de sus marineros bre que aquella silueta neblinosa que se                                   el patróft contaba
           desembarca Vello im una playa y descu- kivania frente a las otias siluetas conoci-                                  cosas que inventó.
           bre las huellas de un ¡hombre. Bxploran das, no es otra que la de San Borondón.                                     Pero aqueílA isla
           la isla cada uno por su lado. Cercana la Bajan a tierra y la encuentran despobla-                                   jamás la enoontrft,
           noche, se levantó m viento huracanado da. Los coge la noche y. ¡temerosos, vuel-                                   lil viola én su vida
          que sobresaltó al pUoto. JMmó a mn ma- ven a bordo. Pué buena precaución, por-                                       ni a eU4 arribó.
           rineros y su voz se perdió en Ü isla de- qu3 de la boca de uno de los barrancos
                                               a
           sierta y sUEnciosa. Sopla más fuerte el de la Islita "sopló un torbellino de viento
           huracán. Vello teme por la nave y vuelve tan horroroso, que les fué preciso picar                           Sea lo que fusre, lo cierto es que en 1721
           a ella en la c^lupa. IBa San Borondón los cables".                                                        Mur y Aguirre aportó los medios para una
           quedaron para siempre k» dos marineros                                                                    nueva expedición, que sería la última, y
           de Setúlbal.                                     Con toda esta exattada preparación es encarga ál piloto Oaspar Domlr^uez dv
                                                          c<ano se comprende la empresa de don llevar IA nave hasta San Borondón. Van
              Otro personaje con otra historia es el Juan de Mur y Aguirre, capitán general como misiona-os el dominico fray Pére»
          canario Marcos Verde. También éste esitu- de las islas Canarias, «1 último descubridor Conde y el franciscano f r ^ Francisco d«l
          vo en la isla fantasma, y en tal sentido de sombras que creyó en San Borondto^ Cristo. La expedición rebasó el meridiano
           depone ante Pérez de Orado. Ssite caimrio "Quijote de ultramar", le llamó el volte- de la Hierro sin que la isUta se dejara
           hace la ruta de iBetiberia, y de regreso de riano Viera y CSaviJo, que formó en las ver. ',
           "la Costa"—lasí llaman los marineros ca- ifilas de Peijóo, para descrédito y vejamen                        tAsi se cierra el ciclo her<^co de la "!E!n-
           narios a la orilla así sálbara—«ncuentra de la "Non Trubada". No es aj>ína a ellos cublerta", pero no cesan por ello las apa-
           que el orden y colocación de las islas—cu- la ii^piración del romancillo que dice:                       riciones. Hace unos dias, a los cinco años
                                                                                                                    de su última aparición, la Islita ha surgid©
                                                                                                                    a sotavento de La Palma, como antas.
                                                                                                                    como siempre. El último dibujo de la si-
                                                                                                                     lueta de San Borondón fué trazado en el
                                                                                                                    siglo XVa. Y, lo que son los iiem>pos: tres
                                                                                                                    siglos después. San Borondón ha sido fo-
                                                                                                                    t<^rraflado. Al atardecer, quebrado de lu-
                                                                                                                     ces el poniente, en ooltólón el fiel alisto
                                                                                                                    con vientos que, ya cálidos, ya fríos, me-
                                                                                                                    jor es no saber de dónde vienen, frente
                                                                                                                    ó un pueblecito del occidente de la Pal-
                                                                                                                    ma, San Borondón ha surgido oon una
                                                                                                                    silueta muy semejante a la que se traáó
                                                                                                                    ea el siglo XVXI. Y ha surgido—ítal es la
                                                                                                                    tidelldad—ifrente a un caserío que lleva
                                                                                                                    el nombre de San Borondón, entre Tasa-
                                                                                                                     corte y les Llanos de Aridane. La geografía
                                                                                                                    no inventa y la toponimia es miemorla
                                                                                                                    vigilante. Los habitantes de San Boron-
                                                                                                                    dón, desde las ventanas tocadas duúetmea-
                                                                                                                    te por la luz del atardecer, han podido
                                                                                                                    contemplar cómo la islita errante dejaba
                                                                                                                    que el erspúsculo se disolviese en el mar
                                                                                  TENERIFE:                         para sumirse «lia de nuevo en el misterio.
                                                                                                                    El afortunado fort^rafo, verdadero testi-
                                                                                                                    go de excepción, ha dejado fiel constan-
                           iVALVERDÉ-                                                                               cia del hecho. Uno m&s que ha creído, has-
                                                                                                                    ta última (hora, en la realidad de esa tie-
                                      rA^=:T^LÍ^A=N^:T:^I^C!                                                        rra fluctuante.
                                                                                                                       Ahora piensa uno en aquellos dos ma-
                 HIERRO:                                                              • o 510-20=30-40;::50 K;      rineros de Setúbal que se fueron ccaí la
                                                                                                                    isla de San Borondón, como se fué San
                                                                                                                    Brandano, todos con la misma ansiedad
           Cas cruce» Indican los distintos puntos «nque ha hecho su aparición la i«iita. Su «on- por hallar el Paraíso.
ABC                    tocho «papMa dibujado en el punto donde ha «ido vlau reolentement».
      (Madrid) - 10/08/1958, Página 7                                                                                                    Luis omao cosooY
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  • 1. a sotavento de I». Palm»—, sino qué Sim Borondón no se dejó ver. Desde la misma isla safó en 1S6 S^er- I 1O nasado VUlalobos; va dg piloto Gaspar Pé- rez de tAoosta, y como mislonfiro, el fran- ciscano STsssf Lorenzo Pinedo, QUlen, como Martin Araña años atrás, sutíüa en con- vertir somibras. * "T * 4 1 ütfientras ^ n IBonsaiitón Jhaoe sU: ronda misteriosa a la& islas Canarias, navetranteA y misioneros se Tiagalan, resípectivameinite, con sueños de tierras nuevas sr de almas " « " • y ••.«•., 4i. por salvar. Pero la gBOgraíía estó, lya con- tagiada de misterio y una extraña pasito ^.% : . hierve en la sanirre úz los que navegan por Aiqusllas latitudes. Cuando Hernán Peres ; '^^r- ,*í%i^ -14 • * f l | de Ckrado, primer regente die la Beal Au- diencia de Canarias, ordena ateir una in- (ormacián sobre San Borondón, es QUe las cosas no iban de broma. Sra el año li'TO, un año, dicen, en que más veces iússo m , % > ; , , •,,'"^'5 aipariclón la i&li>ta fluotuant!. Pasan de cien los testigos ifidediginos. Be fija el lu- gar exacto de la aparicidn: al Noroeste de El Hierro y a sotavento de Ija Palma. Y, ipor si fuera poco, añádase el testimonio de loa que pusieron el pie en Son iBorondón. Pedro Vello, piloto portugués, de Setú- bal, hace la ruta del Brasil. Cuenta que en cierta ocasito, encontrándose a la al- tura de Canarias, emipujado por vientos y til V i virazones, tuvo que torcer el rumíbo par» buscar refugio. iE3n el intento topa nada CosU occidental de l« Ista de La Palma. En el Angul» tupeplop Izquierdo, l«$ última» míenos que con San Borondón. üncontrá casas d«t caseHo de San Bopond^n, frente Rodríguezha hecho su aparición la lallta fan- tasma. (Fotos M. al cual Quintero.) buen fondead^x) en una ensenada del Sur, frente a la desembocadura de uno dte los yos perfiles tan bien conoce—están cam^ Frente a La Gomera, liachiuelos «rus, >más tarde, fijairia en «1 blados. Después de mucho pensar, descu- con todo claror, plano Torrfani. Con dos de sus marineros bre que aquella silueta neblinosa que se el patróft contaba desembarca Vello im una playa y descu- kivania frente a las otias siluetas conoci- cosas que inventó. bre las huellas de un ¡hombre. Bxploran das, no es otra que la de San Borondón. Pero aqueílA isla la isla cada uno por su lado. Cercana la Bajan a tierra y la encuentran despobla- jamás la enoontrft, noche, se levantó m viento huracanado da. Los coge la noche y. ¡temerosos, vuel- lil viola én su vida que sobresaltó al pUoto. JMmó a mn ma- ven a bordo. Pué buena precaución, por- ni a eU4 arribó. rineros y su voz se perdió en Ü isla de- qu3 de la boca de uno de los barrancos a sierta y sUEnciosa. Sopla más fuerte el de la Islita "sopló un torbellino de viento huracán. Vello teme por la nave y vuelve tan horroroso, que les fué preciso picar Sea lo que fusre, lo cierto es que en 1721 a ella en la c^lupa. IBa San Borondón los cables". Mur y Aguirre aportó los medios para una quedaron para siempre k» dos marineros nueva expedición, que sería la última, y de Setúlbal. Con toda esta exattada preparación es encarga ál piloto Oaspar Domlr^uez dv c<ano se comprende la empresa de don llevar IA nave hasta San Borondón. Van Otro personaje con otra historia es el Juan de Mur y Aguirre, capitán general como misiona-os el dominico fray Pére» canario Marcos Verde. También éste esitu- de las islas Canarias, «1 último descubridor Conde y el franciscano f r ^ Francisco d«l vo en la isla fantasma, y en tal sentido de sombras que creyó en San Borondto^ Cristo. La expedición rebasó el meridiano depone ante Pérez de Orado. Ssite caimrio "Quijote de ultramar", le llamó el volte- de la Hierro sin que la isUta se dejara hace la ruta de iBetiberia, y de regreso de riano Viera y CSaviJo, que formó en las ver. ', "la Costa"—lasí llaman los marineros ca- ifilas de Peijóo, para descrédito y vejamen tAsi se cierra el ciclo her<^co de la "!E!n- narios a la orilla así sálbara—«ncuentra de la "Non Trubada". No es aj>ína a ellos cublerta", pero no cesan por ello las apa- que el orden y colocación de las islas—cu- la ii^piración del romancillo que dice: riciones. Hace unos dias, a los cinco años de su última aparición, la Islita ha surgid© a sotavento de La Palma, como antas. como siempre. El último dibujo de la si- lueta de San Borondón fué trazado en el siglo XVa. Y, lo que son los iiem>pos: tres siglos después. San Borondón ha sido fo- t<^rraflado. Al atardecer, quebrado de lu- ces el poniente, en ooltólón el fiel alisto con vientos que, ya cálidos, ya fríos, me- jor es no saber de dónde vienen, frente ó un pueblecito del occidente de la Pal- ma, San Borondón ha surgido oon una silueta muy semejante a la que se traáó ea el siglo XVXI. Y ha surgido—ítal es la tidelldad—ifrente a un caserío que lleva el nombre de San Borondón, entre Tasa- corte y les Llanos de Aridane. La geografía no inventa y la toponimia es miemorla vigilante. Los habitantes de San Boron- dón, desde las ventanas tocadas duúetmea- te por la luz del atardecer, han podido contemplar cómo la islita errante dejaba que el erspúsculo se disolviese en el mar TENERIFE: para sumirse «lia de nuevo en el misterio. El afortunado fort^rafo, verdadero testi- go de excepción, ha dejado fiel constan- iVALVERDÉ- cia del hecho. Uno m&s que ha creído, has- ta última (hora, en la realidad de esa tie- rA^=:T^LÍ^A=N^:T:^I^C! rra fluctuante. Ahora piensa uno en aquellos dos ma- HIERRO: • o 510-20=30-40;::50 K; rineros de Setúbal que se fueron ccaí la isla de San Borondón, como se fué San Brandano, todos con la misma ansiedad Cas cruce» Indican los distintos puntos «nque ha hecho su aparición la i«iita. Su «on- por hallar el Paraíso. ABC tocho «papMa dibujado en el punto donde ha «ido vlau reolentement». (Madrid) - 10/08/1958, Página 7 Luis omao cosooY Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.