Los primeros auxilios son técnicas para salvar vidas y prevenir complicaciones tras un accidente. Para ser efectivos, es importante conocer cómo actuar y las técnicas básicas como evaluar la situación, atender primero a los más graves, protegerse del peligro, avisar a emergencias y socorrer a la víctima. La reanimación cardiopulmonar combina respiración boca a boca e insuflaciones con masaje cardíaco para bombear sangre al cerebro. También es importante saber actuar ante asfixias aplicando
1. Los primeros auxilios son las técnicas destinadas a salvar la vida de una persona que ha
sufrido un accidente, a prevenir posibles complicaciones o a ayudar en el tratamiento de
las lesiones producidas.
Para que los primeros auxilios sean efectivos es conveniente conocer la forma en la que
hay que actuar y las técnicas básicas que se deben utilizar.
Hay que conservar la calma, revisar rápidamente el lugar, evaluar la situación y, en el caso
de que haya varios lesionados, atender primero al más grave.
Ante un accidente debemos activar el sistema de emergencia. Para ello hay que recordar la
palabra PAS, formada por 3 iniciales:
P de proteger, antes de actuar debemos tener la seguridad de que, tanto el accidentado
como nosotros mismos, estemos fuera de peligro –no atenderemos, por ejemplo, a un
electrocutado sin antes desconectar la corriente eléctrica causante del accidente–, para no
lesionarnos nosotros también.
A, de avisar: siempre que sea posible avisaremos a los servicios sanitarios, recordando que
el número de emergencias es el 112.
S, de socorrer, es decir, proceder a actuar sobre el accidentado.
Parada cardiorrespiratoria
La falta de sangre y oxígeno por paro cardíaco y respiratorio a las células cerebrales
ocasiona, en poco tiempo, lesiones irreversibles produciéndose la muerte en unos 10
minutos. Por lo que ésta es una situación de máxima urgencia. En una situación como esta
comenzaremos reconociendo los signos vitales conciencia, respiración y pulso, siempre
por este orden.
Para saber si un accidentado está consciente, le preguntaremos qué le ha pasado. Si no
contesta, le agitaremos levemente.
Si no observamos ningún tipo de reacción significa que está inconsciente. A continuación,
comprobaremos si respira, colocando el dedo bajo su nariz para sentir si está exhalando el
aire. En el caso que respire, le colocaremos en “posición lateral de seguridad”, tumbado de
lado con su pierna doblada por la rodilla y una mano debajo de la mejilla. Si no respira, le
colocaremos boca arriba con el cuello extendido para evitar que la lengua caiga hacia atrás
y obstruya las vías aéreas. Si continúa sin respirar, hay que extraer posibles cuerpos
extraños de la boca –dientes, chicles, etcétera– y pinzar la nariz. Tras ello, comenzaremos
la respiración artificial boca a boca para lo cual colocaremos nuestros labios alrededor de
la boca de la víctima sellándola totalmente con la nuestra y realizaremos dos insuflaciones,
una cada cinco segundos. Si se trata de un niño, hay que soplar a la vez en la nariz y la
boca.
Inmediatamente hay que comprobar el funcionamiento cardíaco mediante la toma del
pulso carotídeo, esto es a un lado del cuello. En el caso de que exista pulso, seguiremos
efectuando la respiración artificial. Si no lo hay, deberemos iniciar el masaje cardíaco
externo localizando el tercio inferior del esternón donde colocaremos el talón de nuestra
mano. La otra mano se apoyará de la misma forma sobre la anterior entrelazando los
dedos. Con los brazos estirados perpendiculares al esternón, ejerceremos compresión
directa sobre el tórax, consiguiendo que se hunda unos tres o cuatro centímetros y a un
ritmo de compresión/relajación 1/1.
2. Esta técnica descrita se denomina Reanimación Cardiopulmonar y se efectúa con el
siguiente ritmo: dos insuflaciones (boca-boca) y 15 compresiones (masaje cardíaco). En el
caso de que existan dos socorristas, se realizará una insuflación (boca-boca) y cinco
compresiones (masaje cardíaco). En el caso de un niño, se utilizará una mano y, en un
lactante, sólo se utilizarán dos dedos. En ambos casos, se aplicará menos presión,
alternando cinco compresiones con una insuflación.
Asfixia
Otra emergencia importante es la asfixia o atragantamiento. Ante ella hay que actuar con
rapidez. En el mundo laboral pueden presentarse, ya que la reacción del organismo ante
un accidente inminente consiste en una inspiración profunda seguida de una contracción
muscular que, en caso de tener algo en la boca –chicle, alimentos, etcétera–, favorece la
aspiración hacia las vías respiratorias.
Si la obstrucción no es completa, hay que dejar a la víctima toser y, con la palma de la
mano, darle cuatro golpes rápidos y fuertes en medio de la espalda. Si la obstrucción es
completa, hay que realizar la llamada Maniobra de Heimlich. Para realizar esta maniobra
hay que abrazar al accidentado por detrás y por debajo de los brazos, colocar el puño
cerrado cuatro dedos por encima de su ombligo (justo en el centro) y la otra mano sobre el
puño, reclinarlo hacia adelante y efectuar una presión abdominal hacia adentro y hacia
arriba, a fin de presionar (de seis a ocho veces) el diafragma. De este modo se produce la
tos artificial.
Hay que seguir con esta maniobra hasta conseguir la tos espontánea o hasta la pérdida de
conocimiento. En este caso, se coloca al accidentado tumbado sobre una superficie dura
con la cabeza ladeada y se alterna la maniobra de Heimlich con la respiración artificial
(boca-boca).
En el caso de encontrarnos solos en el momento del atragantamiento, hay que inclinarse
con fuerza sobre el respaldo de una butaca o silla para intentar imitar la maniobra
anterior.
En próximas semanas veremos la forma de actuar ante heridas, hemorragias o
quemaduras.