1. i opinión
La calle es nuestra
La calle para ti, José María, es tan sólo espacio que nando la calle del ruido alarmante de las sirenas nos
separa. Cada uno en su casa, y dios en la de todos. vas a asustar. Te piensas que provocando con la vio-
Para nosotros, José María, la calle es el espacio que lencia gratuita de los agentes de tu ley y de tu orden
Estás equivocado. Y lo
nos une, que nos convierte de muchos unos en un nos vas a asustar. Te piensas que provocando carre-
peor es que pareces
nosotros. Y eso no te gusta, José María. ras, que lanzando botes de humo y balas de goma nos
vas a asustar. ignorar que las porras
La calle para ti, José María, es tan sólo lugar de paso,
de casa al trabajo y del trabajo a casa, como gentes Estás equivocado. Y lo peor es que pareces ignorar con que golpean las
de ley y orden. Para nosotros, José María, la calle es que las porras con que golpean las hemos pagado no- hemos pagado nosotros.
lugar en el que estar, en el que ejercer juntos nuestros sotros. Las pelotas de goma que disparan, las hemos Las pelotas de goma que
derechos. Y eso no te gusta, José María. pagado nosotros. Los uniformes que mancillan con la disparan, las hemos
La calle para ti, José María, es lugar para ser usado violencia gratuita que ejercen, los hemos pagado no-
pagado nosotros. Los
tan sólo con permiso, si el tiempo no lo impide y la sotros. Los coches, las sirenas, los silbatos, los he-
uniformes que mancillan
autoridad competente lo permite. Para nosotros, José mos pagado nosotros. Los sueldos con que compran
con la violencia gratuita
María, la calle es libre, como libre es nuestro pensa- su comida, los hemos pagado nosotros. Los cuarteles
que ejercen, ios hemos
miento. Y eso no te gusta, José María. y comisarías de que salen a modo de jaurías, los he-
La calle para ti, José María, es tan sólo ese lugar del mos pagado nosotros.
pagado nosotros. Los
que barrer la pequeña delincuencia, para dejar el paso Estás equivocado porque has vuelto lo que es nuestro en coches, las sirenas, los
libre y expedito a los especuladores de Gescartera. contra nuestra. Y eso lo terminarás pagando. silbatos, los hemos pa-
Para nosotros, José María, la calle es el lugar donde Hasta Pinochet, aunque no quisieras juzgarle, terminó gado nosotros. Los suel-
ejercer la protesta. Y eso no te gusta, José María. perdiendo. ¿Te acuerdas de aquella canción que decía dos con que compran su
Eres la última excrescencia de ese Fraga borracho de Yo volveré a pisarlas calles nuevamente? Con el tiempo,
comida, los hemos paga-
soberbia que alardeaba de que la calle era suya. ¿Lo todos los perseguidos por tu amigo han podido pisar de
do nosotros. Los cuarte-
recuerdas José María? El Patrón, el Hombre de nuevo Santiago libremente. Él vive un remedo de libertad,
les y comisarías de que
Perbes, aquel al que el Estado le cabía en la cabeza, condenado a reclusión moral perpetua.
salen a modo de jaurías,
tu padre ideológico, en el colmo de la imbecilidad, sien- La calle es libre, aunque no te guste, José María. Has-
do ministro del Dictador, se creía que la calle iba a ser los hemos pagado noso-
ta cuando un grupo de exaltados se excede, la calle
suya para siempre, es libre, y la disculpa de la ley y el orden no pueden tros.
Y tú has caído en el mismo error. Te piensas que lle- torcer ese destino. •
íssmsm
(c) Del documento, los autores. Digitalizacin realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.