3. Debemos estar agradecidos por las generosas
bendiciones que Dios nos da. Pero ¿debe ser la
recepción de estas bendiciones nuestra
motivación para adorarle?
Por otro lado, conocer la forma en que la codicia
actúa en nosotros nos ayudará en nuestra lucha
contra el engaño de las riquezas y el consumismo.
El evangelio de la
prosperidad.
Los tres pasos de la
codicia:
1. Lo veo.
2. Lo quiero.
3. Lo tengo.
Controlar la codicia.
4. “En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su
extrema pobreza abundaron en rica generosidad. Soy testigo de que
dieron espontáneamente tanto como podían, y aún más de lo que podían,
rogándonos con insistencia que les concediéramos el privilegio de tomar
parte en esta ayuda para los santos” (2ª de Corintios 8:2-4 NVI)
El “evangelio de la prosperidad” enseña: «Sigue a
Dios, y él te hará rico en bienes mundanales».
Esta motivación contrasta profundamente con la
actitud de los hermanos corintios, o la de la viuda
pobre (Marcos 12:41-44).
Aunque es cierto que Dios
nos puede colmar de
bendiciones materiales, no lo
hará por lo que nosotros le
demos a él.
Dios ama al dador alegre, no
al que espera recibir algo a
cambio (2ª de Corintios 9:7).
5. “Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el
pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado,
da a luz la muerte” (Santiago 1:15 NVI)
Los pasos de la
codicia hasta el
pecado manifiesto
son tres:
La codicia en sí se convierte en pecado en el
segundo paso. Por tanto, nuestra primera defensa es
desviar la vista de aquello que podríamos codiciar.
Ante este proceso, ¿cómo podemos separar las
necesidades de los deseos, las carencias de las
preferencias, o lo básico de lo lujoso y accesorio?
6. “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que
no se ven; pues las cosas que se ven son temporales,
pero las que no se ven son eternas” (2ª de Corintios 4:18)
Aunque las riquezas no son malas, aun así, poseen el poder de engañarnos y
exigir de nosotros una atención desmesurada.
Por esta razón, se nos invita a mantener nuestros ojos fijos, no en lo material,
sino en Jesús (Hebreos 12:2)
La codicia comenzó en la mujer de Potifar cuando “puso sus ojos en José”
(Génesis 39:7).
Fijar nuestros ojos en lo material conlleva
el peligro de desearlo más que lo
espiritual. Es la semilla de la codicia.
En la parábola del sembrador, Jesús
explicó que los sembrados entre espinos
fueron ahogados por “las preocupaciones
de esta vida y el engaño de las riquezas”
(Mateo 13:22 NVI).
Los pobres se preocupan porque no
tienen suficiente, los ricos se preocupan
sobre qué más podrían necesitar.
7. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que
era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar
la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también
a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6)
El propósito del materialismo es
crear una necesidad, y ofrecer un
modo de satisfacerla.
Después de todo, en Edén funcionó
bien. Igualmente, Acab, después de
ver la viña de su vecino, la deseó y
pataleó como un bebé hasta
obtenerla (1ª de Reyes 21).
¿Cómo luchar contra el
materialismo cuando, a través de
nuestro egoísmo, nos incita a la
codicia?
Debemos llenar el vacío que el
materialismo pretende ocupar con
realidades espirituales (Mateo
12:43-45).
8. “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas
Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo:
¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le
asignaron treinta piezas de plata” (Mateo 26:14-15)
Cuando la codicia se ha instalado en el corazón, la
persona busca incesantemente la manera de obtener
aquello que quiere.
Ésta fue la perdición para Eva, Acab o Judas. Es la raíz de
las guerras entre naciones y pueblos, y la ruina de
familias y de personas.
Por ello, es importante reconocer cuándo
hemos caído en los brazos de la codicia. Aún
estamos a tiempo de arrepentirnos de nuestro
pecado, y de evitar los desastrosos resultados
de pasar a la acción.
Recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Filipenses 4:13)
9. CONTROLAR LA CODICIA
“Por eso debéis esforzaros por añadir a vuestra fe la buena conducta; a la
buena conducta, el conocimiento; al conocimiento, el dominio propio; al dominio
propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción” (2ª de Pedro 1:5-6 DHHe)
La práctica del estudio de la Biblia, la oración y el servicio cristiano forman barreras
contra nuestras tendencias naturales hacia la codicia.
Otras formas de luchar contra la codicia son el contentamiento y la generosidad.
Pedro nos invita a ejercer dominio
propio. Nuestros pensamientos,
pasiones y energías deben rendirse
completamente al control divino.
La victoria sobre el pecado es siempre obra de
Dios en nosotros. Por ello, para reemplazar la
codicia con el contentamiento, debemos tomar
decisiones que permitan a Dios ejercer un control
total sobre nuestra vida.
10. ¿Cuáles son los tres pasos en el proceso de
la codicia?
¿Qué actitudes ante la vida pueden
fomentar el espíritu manso y suave que
naturalmente promueve el contentamiento?
¿Cómo podemos experimentar el control
del Espíritu Santo sobre nuestras
necesidades y deseos?
¿Qué prácticas cotidianas fundamentales
deben incorporarse en nuestro estilo de
vida, para implementar con éxito un plan
para un estilo de vida piadoso?
Toma tiempo para meditar
en las siguientes preguntas:
Desarrolla planes para un estilo de vida centrado en el
contentamiento y la gratitud por la generosa provisión de Dios.
11. Te invito a bajar y estudiar
cada una de las 13
lecciones que tratan sobre
el tema:
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Slideshare.net/chucho1943autor: Sergio Fustero