1. Una experiencia en México
Estábamos en el recreo después del examen de Matemáticas. Nacho, mi amigo,
estaba jugando al fútbol pero se cayó y se hizo daño. No quiso seguir jugando, pues la
rodilla le estaba sangrando un poco. Fui a hablar con él para ver qué tal estaba, nos
distrajimos y empezamos a hablar de Guillermo, un antiguo compañero del cole que
también se hiciera daño jugando en el recreo. La verdad, no teníamos muchos recuerdos
de él.
Al día siguiente, estábamos en clase de Lengua y la profesora nos enseñó la
disposición de una carta. Nacho y yo decidimos escribirle una carta a Guillermo para
saber más de él, pero sólo sabíamos que se fue a México, allí él era una persona muy
conocida, pues tenía unas cualidades impresionantes para cantar.
Mientras hacíamos la carta Nacho dijo:
- Y cuando hagamos la carta, ¿a qué dirección la enviamos?
- Pues no sé cómo vamos a hacer.
- ¡Tengo una idea! Mi padre vende barcos y el otro día compró uno. Es muy grande,
tiene dormitorios y está muy bien equipado. En principio, iba a ser para que mis padres
navegaran ellos solos, pero ahora mi madre tiene mucho trabajo y no puede viajar.
- ¿Y tú crees que nos dejará utilizarlo sólo para ir a México?
- Pues no lo sé, pero mi padre siempre quiso ver un musical y tengo entendido que
Guillermo va a hacer uno en Ciudad de México, la capital. A lo mejor lo puedo
convencer.
- ¡Me parece estupendo!
- Al cabo de tres días de pensarlo muy bien, Nacho le preguntó a sus padres si podían
llevarles a México. La primera reacción de sus padres fue de asombro, pero cuando
Nacho les contó todo, sus padres aceptaron.
Nacho llega muy contento al colegio y me dice que sus padres nos llevarían, pero
cuando llegarán las Navidades. Yo me alegré mucho, sólo quedaba una semana para esa
fecha.
Dos semanas más tarde, pusimos rumbo a México, mis padres también vinieron
con nosotros.
Durante el viaje nos lo pasamos muy bien, a la noche siempre contábamos chistes
y nos reíamos mucho. Era muy divertido estar allí todos juntos.
Cuando llegamos a México, lo primero que vimos fueron un montón de pósters
de Guillermo cantando. Los pósters estaban por todos lados.
Cogimos un taxi a Ciudad de México. Allí vimos el musical, y al acabar la obra
nos acercamos a hablar con Guillermo. Él se puso muy contento porque fuimos a verlo.
Guillermo nos reconoció enseguida.
Nos quedamos en Ciudad de México una semana y después regresamos a casa.
¡Fue una experiencia inolvidable!
Inés Méndez Fernández
1º ESO
2. EL ENCUENTO
Hola Aarón, hace mucho que no nos vemos. Sé que vives en Barcelona. Yo voy a ir
allí por un viaje de negocios. ¿Te gustaría que nos viéramos? Quedamos en el
Asfalt Café el 10 de Agosto de 2026 a las ocho y media de la tarde.
Un saludo, tu viejo amigo:
Jesús
Era verano y él llegaba tarde como siempre. El Asfalt Café era una cafetería muy
de moda. Entró por la puerta, vestido de traje igual que yo y me dijo:
-
Hola, Jesús. ¿Qué haces? ¿Qué es de tu vida?
-
Hola, Aarón. Yo por aquí.
-
Venga, cuéntame más.
-
Bueno, estudié Derecho y Administración de Empresas, y ahora acabo de
fundar “Enormacorp”; una empresa de ordenadores.
-
¡Vaya, tú eres el dueño de “Enormacop”!
-
Sí, pero cuéntame tú.
-
Bueno, como ya sabes juego de delantero en el Manchester United.
-
¡Guau, impresionante!, ¿Te acuerdas cuando de pequeños soñábamos con
ir a Londres los dos juntos?
-
Sí. Oh, oh conozco esa mirada.
-
¿Te apetece venir?
-
Es que… estoy muy atareado.
-
Venga.
-
Vale.
Entonces, nos fuimos los dos a Londres de un día para otro. Aunque el viaje en
avión fue muy largo, nos hospedamos en un hotel de cinco estrellas que era una
pasada. Entramos y como en los viejos tiempos: patatas y videojuegos. Jugamos
3. hasta las diez y después nos fuimos a cenar un rico filete. Más tarde, nos fuimos a
la cama.
Al día siguiente, fuimos al Big Beng y a los museos. Aunque lo que más me gustó
fue ir a ver las tres películas de cine. Nos lo pasamos de miedo. Al llegar al hotel,
jugamos con una consola nueva que compramos, fue genial.
Este era el último día en Londres, y nos lo pasamos muy bien. Repetimos todo lo
que hicimos el día anterior y más. Por desgracia, el viaje había acabado. Teníamos
que coger vuelos distintos. Antes de irnos nos dijimos: “En otros 15 años nos
volveremos a ver”.
Fin
Jesús González Fernández
1º ESO
06/11/2013
UN MISTERIO CON MI AMIGA
Marta una antigua compañera de clase se fue a estudiar a un internado. Todos los
días me contaba lo interesante que era, me decía que ya tenía bastantes amigos,
que los profesores eran muy buenos y que su habitación le gustaba mucho.
Pero después de muchos días, casi un año no me volvió a escribir, las pocas veces
que yo le escribía a ella no me contestaba ¿y qué iba a hacer yo? ya no podía hacer
nada más, su teléfono no era el mismo y sus padres casi nunca estaban en casa. Un
día dejó un mensaje en el cual ponía "feliz cumpleaños".
Cuando le dejé un mensaje el ordenador de ella no le funcionaba, lo sé porque ella
había contestado al último mensaje que le había dejado.
Solo faltaban unos días para fin de curso y por lo que sé los niños de los
internados salen más pronto, así que iba a poder verla; antes de saber eso le había
dejado un mensaje que decía que quería quedar con ella.
Cuando llegó del internado se quedó con su abuela, y muchas veces ni hablábamos
porque parecía que le daba igual mis mensajes aunque un día me sorprendió
mucho su visita.
Ella y yo fuimos a dar un largo paseo por un camino cerca del río, me contó porque
no había podido contestar a mis mensajes y yo le dije que la echaba mucho de
menos.
Cuando íbamos de regreso vimos a un hombre entre unos árboles (parecía un
espantapájaros),ella no quiso decir nada aunque cuando nos íbamos acercando
vimos que era un hombre de carne y hueso .
Nuestra sorpresa no solo fue esa, sino que llevaba un saco repleto de monedas de
oro.
¿Cómo era posible que un hombre que aparentemente tiene la ropa mal cosida, el
pelo sin peinar y sucio pueda llevar tanto oro encima?
El hombre, al igual que nosotras, él nos observaba sigilosamente.
Cuando estábamos a unos centímetros del hombre, dijo en voz alta.
No soy nadie sino te tengo, no vivo si no muero después ¿Qué me queda ahora, una
4. lágrima para decirte lo mucho que te quiero? Pues que sea poco porque quiero
regalarte todo, lo que no sé es cuando he de seguir tus pasos amor mío, ni cuando
he de seguir soñando contigo.
El hombre parecía haber perdido a su amada ¿Qué hacía con tanto oro y más aún
en un saco?.
Marta me dijo que tenía algo de miedo, yo le dije que no pasaba nada, que iba a
hacer para saber que le sucedía a ase hombre. Me acerqué un poco y dije:
-¿Le sucede algo, señor?
Él dijo: ¿Quién eres pequeña curiosa?
-Perdone, le dejare a solas para que pueda meditar las cosas que tanto le hacen
llorar.
-Dijo con voz entristecida.
-Hoy me ha dejado mi amada una mujer muy honrada y generosa.
-Lo siento mucho.
Marta me hacía señas por detrás y yo la verdad es que poco caso le hacía dije
entrometiéndome demasiado.
-Veo que no le falta de nada.
-¿Por qué lo dice? Esto es un saco de oro que no llena mi corazón.
Marta se acercó a mí y dijo:
-Tenemos que irnos, se hace tarde y deben de estar muy preocupados.
Yo seguía intrigada, pero sabía que debía de hacer caso así que la miré y le
susurré al oído que esperara un momento.
-Señor, si puedo ayudarle en algo dígamelo será un placer para mí.
Dijo él:
-No, gracias muchacha.
Me despedí con un gran vozarrón pero fue porque cada vez más Marta seguía
incordiando.
La verdad la tarde no salió tan mal, estuve con mi mejor amiga y encontré un buen
misterio.
Al día siguiente, llamé a Marta para que saliéramos, yo quería ver si estaba allí
todavía ese hombre.
Pasadas las horas nos encontramos en mi casa las dos.
Fuimos por el mismo camino por el que habíamos visto a aquel hombre.
Así era, el hombre seguía allí.
Diciendo en voz alta:
-¿Para qué tanto oro si no te tengo a ti, para que tanto amor si no estás tú aquí?
La verdad el hombre parecía muy triste pero… ¿Era solo por la pérdida de amor?
¿O por algo más?
-De nuevo me acerqué y le pregunte el porqué de sus poemas y llantos.
Respondió: He perdido a mi amor ya te lo he dicho pero...también a mi alma.
-¿Y todo ese oro?
-Ya te lo he dicho también, a mi alma.
La verdad no sé aún con exactitud lo que quería decir con eso, pero algún día lo
sabremos...
Michelle Salazar Ospina
1º ESO