Daniel, un anciano de 80 años, recuerda su juventud en Galicia y la belleza de la naturaleza a través de fotos de álbumes mientras sufre fiebre y dolores. Lee en el periódico sobre desastres ambientales como la escasez de agua en Europa, la contaminación de los océanos y la destrucción de ecosistemas. Atrapado en sus recuerdos del pasado y afectado por su enfermedad, Daniel se pregunta por qué la humanidad no evitó a tiempo la degradación ambiental.
1. Sin nombre
Era un día caluroso del agosto de 2012, Dani disfrutaba de la playa con sus
amigos como cualquier otra tarde, nada le gustaba más que un partido de fútbol en la
arena o un chapuzón a lo bestia desde la roca más alta; por ello le encanta vivir en Noia
con el mar a un paso.
Daniel se despierta con lágrimas en los ojos, los recuerdos de su juventud no han
hecho más que agravar el dolor de cabeza que tiene desde hace días. La verdad es que
está bastante preocupado, porque al dolor de cabeza se le suma dolor muscular, fiebre
elevada, náuseas….De todas formas es hora de levantarse.
Mira en el espejo el reflejo de su rostro marcado por el dolor de los últimos
ochenta años, un sarpullido le asoma por encima del cuello del pijama. Una repentina
náusea le obliga a correr, todo lo rápido que le permiten sus piernas, al baño de su
habitación; vomita desde su altura porque los dolores articulares le impiden agacharse,
se lava la cara para deshacerse del sudor que la fiebre le provoca; abre la ventana para
que el viento fresco le despeje la cabeza, y la vista de la árida costa extremeña le
recuerda que el aire fresco es solo un deseo, la polución del aire le provoca incluso tos
seca dificultad para respirar. Cierra la ventana; esa visión solo le ha hecho recordar su
sueño, y los maravillosos paisajes de su Galicia natal, ahora inexistente.
Va al minúsculo salón de su pequeño apartamento; abre el periódico solo para
mantenerse al tanto de lo que ocurre en una sociedad a la que desprecia.
“Se agotan las reservas de agua potable en Centro-Europa”
“El Annapurna sumergido por completo”
“El último casquete polar ya no tiene fauna a la que dejar sin hogar”
“Los residuos nucleares acumulados en el océano continúan provocando
mutaciones en todas las especies acuáticas”
“El Amazonas reducido a un parque de recreo”
Incapaz de seguir leyendo Daniel deja el periódico sobre la mesa y coge en el
aparador de la tele un viejo álbum de fotos para tratar de animarse.
La primera imagen es de una excursión del colegio a las fragas del Eume, la
vegetación que se ve es asombrosa aún vista en papel, nunca se había dado cuenta pero
uno de sus amigos está tirando una botella de cristal a los pies de un árbol.
La siguiente foto es de la central térmica en la que comenzó a trabajar tras
terminar sus estudios de ingeniería industrial. Sus inmensas chimeneas le impresionaron
desde el primer momento.
Su padre y él cazando linces en Sierra Morena, ambos con una sonrisa en la
cara; parecen felices.
La antigua playa de las Catedrales convertida en almacén de residuos
radioactivos.
El parque natural de Cíes siendo inaugurado coto de pesca. Recuerda lo mucho
que le alegró poder, por fin pescar en esas maravillosas aguas.
Estos recuerdos hoy no consiguen animarle, así que Daniel cierra el álbum, e
incapaz de encender la tele y enfrentarse de nuevo a la realidad, se sienta en el sofá, solo
ante sus pensamientos.
Le viene a la cabeza el momento en que los coches eléctricos estaban en auge, y
por fortuna o desgracia se encuentra un nuevo yacimiento de petróleo mayor que
ninguno hasta el momento. Tras ello la compra de su primer todoterreno.
2. El día de las manifestaciones a favor de energías renovables, y la central térmica
inaugurada a la semana siguiente en la que él comenzaría a trabajar años más tarde.
El día en que vio en las noticias que su pueblo natal había quedado sumergido
por el océano Atlántico.
Daniel ya no sabe que hacer; la fiebre le sigue subiendo, tiene los ojos cerrados a
causa del dolor agudo que sufre en las cuencas, las náuseas aun no remitieron y ya es
incapaz de moverse. A pesar de esto no es el dengue el que lo está consumiendo. Los
recuerdos de la antigua Tierra, combinados con las noticias presentes, son más
poderosos que una enfermedad tan común en la actual Europa.
Ya no es capaz de aceptar el mundo en el que vive y en un último suspiro, le
viene a los labios “¿Por qué no lo paramos a tiempo?”. Una lágrima solitaria recorre su
mejilla.