El diálogo entre dos camaradas muestra al primero dispuesto a donar propiedades como casas y autos de lujo si los tuviera, e incluso la mitad de un millón de dólares, a la revolución. Sin embargo, cuando se le pregunta si donaría una de sus dos gallinas, responde que no porque efectivamente las posee. Esto ilustra que es fácil prometer donar lo ajeno pero no lo propio, y cuestiona la viabilidad del socialismo propuesto.