2. Hace un infinito de tiempo, la Luna,
vagaba sola por el espacio y nadie le
hacía compañía.
Las estrellas que tenía a su alrededor
solo la acompañaban un cierto tiempo
hasta que éstas dejaban de brillar. Sus
parientes y mejores amigos se
encontraban a años luz, ella se sentía
abandonada.
3. Su amigo más cercano era el
Sol, este, cada vez que podía,
encarnaba una plática con ella
que a lo mucho duraba unos
cientos de años, pero no era
suficiente para hacer sentir a
la Luna feliz, pues a veces la
soledad suele ser eterna.
Divagando en el espacio, la
Luna encontró un planeta
diferente a los demás, era
extraño y especial, conocido
como ‘‘Tierra’’.
4. La Tierra se encontraba sola, no tenía a
nadie al igual que la luna; esto lo podría
aprovechar, así ambos podría ser amigos.
Solo esperaba que la Tierra no fuera
como el mujeriego de Saturno, que tenía
muchas lunas a su alrededor y entre
todas le dieron anillos para hacerlo lucir
mejor.
Observando a su alrededor miró a sus
vecinos, uno era Marte, un planeta muy
malo que siempre se encontraba rojo de
ira sin motivo alguno. Y al otro lado
estaba Venus y Mercurio, dos planetas
muy chismosos, siempre pegados al Sol
5. La luna se acercó lo más que pudo a la
Tierra para observar mejor su
apariencia, a simple vista era
sencillamente hermosa, algo que jamás
había visto desde que miro como una
gigante roja se convirtió en un evento
único que llamo ‘‘supernova’’.
Mientras la Luna más miraba a la Tierra
más quedaba hipnotizada con su
apariencia.
Cuando por fin tomó el valor de hablarle
se dio cuenta que la Tierra era bipolar,
no por tener dos polos opuestos, sino
porque a veces era cálida, a veces era
fría. Se comportaba amable, aunque en
ciertas ocasiones tenía un humor de mil
huracanes.
6. Mientras la Luna y la Tierra hablaban, el
tiempo pasaba como si nada. La Luna le
tomó mucho aprecio a la Tierra y acabó
sintiéndose atraída por ella.
La Tierra parecía estar loca, nunca
paraba de dar vueltas, esto la hacía feliz;
la Luna cegada por su amistad comenzó a
seguirla. Ambos hablaban demasiado,
incluso la Tierra le habló a Luna de algo
dentro de ella llamado agua, era extraño
pero asombroso, pero no podía dárselo
tan fácil, la Luna dijo que quizás podía
tomarlo, entonces con su fuerza comenzó
poco a poco a atraer el agua, pero era
inútil, aun así, jamás dejo de intentar.
7. Bajo intriga, el planeta Tierra comenzó a
hacer preguntas al azar a la Luna, esta le
contó que tenía un lado oscuro el cual
detestaba pues era frio y lleno de dolor,
pero claro, su amigo el Sol siempre estaba
ahí para sacar el mejor brillo de ella. A la
Tierra se le hacía tan bello el brillo de Luna
pero simplemente no sentía lo mismo que la
Luna sentía por ella.
La Luna se terminó dando cuenta de que
quien realmente necesitaba un amigo era la
Tierra y llegó para ayudarla, el tiempo
jamás volvió a ser largo; eran felices, la
Luna le hizo una promesa a la Tierra, le dijo
que jamás la abandonaría y se quedaría con
ella eternamente. Más allá de la oscuridad,
más allá de la eternidad.