La reciente consulta sobre minería en Piedras, ha despertado mucho interés, y por momentos una intenso polémica. Entiendo oportuno compartir algunas informaciones sobre la suerte de consultas similares en América Latina, y algunas reflexiones sobre sus potencialidades, pero también los riesgos que encierran. Entre ellas, comparto aquí cinco reflexiones.
"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Consultas locales sobre minería: 5 aportes
1. Consultas locales sobre minería: 5 aportes
Por: Eduardo Gudynas
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La reciente consulta sobre minería en Piedras, ha despertado mucho
interés, y por momentos una intenso polémica. Entiendo oportuno
compartir algunas informaciones sobre la suerte de consultas
similares en América Latina, y algunas reflexiones sobre sus
potencialidades, pero también los riesgos que encierran. Entre ellas,
comparto aquí cinco reflexiones.
En primer lugar, las consultas locales sobre minería no son hechos
comunes. Hay casos muy emblemáticos, y que han tenido gran
repercusión en sus países. Se destacan las consultas en
Tambogrande (Perú) y Esquel (Argentina). La consulta en
Tambogrande ocurrió en 2002, en un marco más dramático, desde
una empresa prepotente al asesinato de uno de los líderes
ciudadanos. Aunque más del 90% rechazó el proyecto minero, se
intentó avanzar en el emprendimiento (más informaciones aquí…). Se
desplegaron entonces campañas en defensa de la zona, alguna de
ellas revestidas por mucha originalidad. La experiencia argentina fue
hace diez años atrás, y desembocó en un rechazo casi unánime de la
explotación de oro (más información aquí…).
Esta rareza de las consultas locales es un primer aspecto a tener en
cuenta, ya que deja en evidencia la pobreza en la diversidad de
mecanismos democráticos. Por lo tanto, es necesario proteger y
alentar esas formas de democracia local, independientemente de sus
resultados (a favor o en contra de la minería). Es una forma de
construir democracia y participación.
En segundo lugar, en casi todas esas consultas los resultados fueron
rechazos abrumadores a la minería. Aquellas primeras expresiones,
como las de Esquel o Tambogrande, dejaron en claro que las
poblaciones locales se opondrían casi siempre a la megaminería. Por
lo tanto los gobiernos han limitado ese instrumento, a veces por
medios directos (como impedir que existan normas que las requieran)
o por medios indirectos (trabando su organización o reconocimiento).
2. Justamente por esta razón, las consultas locales son raras. En
general los gobiernos refuerzan la centralidad de la toma de
decisiones en el extractivismo y no aceptan condicionalidades locales.
Uruguay está ofreciendo un ejemplo dramático de esa mezcla de
miedo y rechazo gubernamental a las consultas locales ante la
minería. En efecto, ante la insistencia del gobierno de José “Pepe”
Mujica en promover la megaminería de hierro a cielo abierto, en
algunos departamentos se lanzaron recolecciones de firma para
llamar a plebiscitos. En uno de esos departamentos se lograron mas
de 13 mil firmas, más que suficiente para llamar a una consulta. Pero
el gobierno central entorpece esto una y otra vez, y está buscando
los medios para impedir esa consulta.
Esto expresa una contradicción fundamental por varios motivos.
Contradice la larga tradición de Uruguay en consultas nacionales,
muchas sobre temas urticantes (por ejemplo, un referéndum impidió
la privatización de empresas públicas en tiempos de ortodoxia
neoliberal). También choca con un presidente, Mujica, y un gobierno,
que se definen como de izquierda, y que se dicen apoyados en los
sectores populares. Y por si fuera poco, muchas de las críticas
provienen del propio grupo político de Mujica, el Movimiento de
Participación Popular, dejando en claro que cada vez tiene menos de
“popular” y “participativo”. El argumento básico de ese movimiento, y
del gobierno, es muy similar a uno empleado en Colombia: la minería
sólo puede ser decisión del gobierno central; los grupos locales tienen
intereses “locales” y no pueden entorpecer las necesidades
“nacionales”. Este caso deja en claro que las presiones económicas
obsesionadas con los extractivismos son tan pero tan intensas, que
están dispuestos a sacrificar mecanismos participativos, tanto en
Colombia como en otro países, y más allá de ideologías políticas.
En tercer lugar, es común observar que cuando se llega a la etapa
de consultas locales, es cuando la gente entiende que ya no quedan,
o quedan muy pocas, vías institucionales para dialogar con el
gobierno central o incidir ante él. Esto hace que el llamado a la
consulta también sea un síntoma de cierta pobreza democrática,
“oídos sordos” de gobiernos y sistemas políticos. El reclamo por las
consultas indica que están fallando las mediaciones desde lo local a lo
nacional. Anular las consultas o desatenderlas, tan solo agrava esa
desconexión. Pero el problema persiste, y estallará de otra manera, a
veces bajo conflictos ciudadanos intentos.
En cuarto lugar, hay que aceptar que en las consultas locales no se
pueden predecir los resultados. Hoy se festeja el resultado en
Piedras, pero mañana podemos tener una consulta donde la mayoría
apoya la minería. Algunas de estas cosas se asoman en Bolivia con la
minería “cooperativizada”, que está en muchas manos, y por ello
tiene respaldo popular. Incluso se puede llegar a extremos como en
3. España, donde hay municipios que han aceptado ser basureros de
residuos nucleares a cambio de jugosas cifras (ver por
ejemplo aquí…). La cuestión en esos casos es que seguramente a
muchos municipios vecinos, decisiones de ese tipo no les deben
gustar.
Un quinto punto es la continuación del anterior: las consultas locales
funcionan de mucho mejor manera si están articuladas con
evaluaciones y planificaciones regionales (grupos de municipio,
departamentos, provincias, etc.). Esto es necesario para impedir
oposiciones entre ellos, o la transferencia de efectos negativos que se
derramen en los municipios vecinos. Por lo tanto, las consultas
locales no pueden entenderse como instrumentos aislados. Esta es
una gran ausencia en casi todos los países sudamericanos.
Es así que la consulta en Piedras debe ser bienvenida, y más allá de
su resultado, sobre todo por el ejercicio democrático. Pero ese es un
músculo que se debe ejercer no sólo en otras localidades, sino
también en otras escalas.
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Unos brevísimos apuntes sobre los tres primeros puntos fueron
adelantados en un debate en La Silla Vacía (aquí…).
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Publicado el 8 de agosto 2013. Este es un espacio participativo;
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