Hay momentos en que aspectos básicos de una política y convivencia democrática parecen deshilacharse tan lentamente, que el fenómeno pasa desapercibido. Son ocasiones en las que la atención sobre un tema no siempre permite reconocer las repercusiones en otras dimensiones de nuestra vida en común.
COMUNICADO CNE-CAMPAÑA Y PROPAGANDA ELECTORAL 20240423.pdf
Los tres momentos críticos de Ecuador en Lima
1. Los tres momentos críticos de Ecuador en Lima
Publicado el Sábado, 20 Diciembre 2014 por OCMAL
Escrito por Eduardo Gudynas
Hay momentos en que aspectos básicos de una política y convivencia
democrática parecen deshilacharse tan lentamente, que el fenómeno
pasa desapercibido. Son ocasiones en las que la atención sobre un
tema no siempre permite reconocer las repercusiones en otras
dimensiones de nuestra vida en común.
Algo de eso ocurrió en los últimos días alrededor de la cumbre de
cambio climático en Lima. Ustedes me dirán que ese encuentro de los
gobiernos por un lado, y de la sociedad civil por otro, era una
cuestión de políticas ambientales, ecologistas o indígenas. Yo le
responderé que eso es cierto, pero que allí también se jugaron aristas
muy importantes sobre la convivencialidad democrática. Fue en este
segundo aspecto, y no por su desempeño ambiental, por el cual se
miró con atención al gobierno de Ecuador. Para justificar esta
puntualización déjeme contarle tres de hechos que se discutieron en
la capital peruana en los últimos días.
El autobús de la discordia
El primer asunto se refiere a la atención internacional que suscitaron
las medidas del gobierno de Rafael Correa de controlar y hostigar un
viejo autobús que llevaba un pequeño número de militantes hacia la
cumbre del cambio climático en Perú. La odisea de ese bus captó
mucho más atención internacional que cualquier plan ecuatoriano
para enfrentar sus emisiones de gases invernadero. La prensa
comenzó a seguir la travesía de un autobús pintarrajeado, algo
destartalado y lento, reportando cada detención como si fuera una
historia de aventuras. No abordaré aquí las reales razones de todos
esos controles, pero más allá de ellas, para la audiencia internacional,
y en especial aquellos que estaban en Lima, esos hechos fueron
interpretados como intentos para evitar que un puñado de
ambientalistas ecuatorianos pudiera estar presente en Lima.
Como contracara de esa situación me parece apropiado dar a conocer
otra manera de relacionarse con la sociedad civil desde otro gobierno,
aunque también progresista. En la delegación de Uruguay a esa
2. cumbre de cambio climático, el Ministerio del Ambiente de la
administración de “Pepe” Mujica le concedió un lugar a un
representante de las ONG ambientalistas. No sólo no se impidió que
viajaran sus militantes por sus propios medios, sino que uno de ellos
integró la delegación oficial, con todos sus gastos pagos. Su nombre
no fue indicado por el gobierno sino que lo eligieron las propias ONG,
y la nominación recayó en un conocido militante de los temas de
cambio climático, aunque sus posiciones no son necesariamente las
que defiende el Estado.
Ese tipo de medidas muestra una democracia madura, y el Ministerio
del Ambiente de Uruguay debe ser felicitado por ello. Llevaron a un
ambientalista crítico, y nada pasó: el ministro del Ambiente no cayó,
no hubo debacle política ni se perjudicó la imagen pública del país.
“Pepe” Mujica es también pro-minero, pero sabe que recibir las
críticas ambientales por sus posiciones es parte del juego
democrático.
Pongo este ejemplo para dejar en claro que hay otras maneras de
lidiar con la sociedad civil cuando se va a una cumbre gubernamental
sobre temas ambientales. Y esos otros modos expresan, a su vez,
concepciones básicas sobre la democracia. Durante años hemos visto
a delegaciones de gobiernos, especialmente del norte, que llegan a
las cumbres incluyendo empresarios en sus delegaciones, y a veces
también sindicalistas. Y eso está muy bien, porque a esos eventos
internacionales de importancia asisten los “países” y no solamente
“presidentes” o “ministerios”. Por lo tanto, si es el país el que debe
discutir, conocer y expresar sus voces, sus delegaciones deben ser
plurales.
Los indígenas criticones
Un segundo caso ocurrió con el espacio concedido a las
organizaciones indígenas en el marco de la cumbre del cambio
climático. Hacia el final de las discusiones en Lima, la noticia de la
cancelación del permiso de uso de la sede de la Conaie de Ecuador
cayó como una bomba entre muchos participantes del evento. Las
reacciones variaron entre la sorpresa y hasta el estupor. Una vez
más, un hecho que nada tenía que ver con el cambio climático centró
la atención internacional.
Como contracara déjeme contarle que el gobierno de Perú, como
parte de la organización de la cumbre climático, permitió organizar un
“pabellón indígena”. Allí se reunieron organizaciones indígenas de
todo el planeta, lo que a nadie puede sorprender porque están entre
los primeros afectados por el cambio climático. Tampoco puede
sorprender que las voces dominantes fueran de duras críticas a los
gobiernos, y en especial al de Ollanta Humala. Es que en los últimos
meses, el gobierno peruano se ha embarcado en reformas de la
3. normativa ambiental para flexibilizarla y hacerla más permisiva a las
inversiones mineras o petroleras. Pero más allá de eso, el Ministerio
del Ambiente de Perú innovó en dar ese espacio institucionalizado
específico para los pueblos indígenas, y en alentar que fuera
permanente para las futuras cumbres gubernamentales en cambio
climático.
Si yo le contara las cosas que escuché contra la administración de
Humala en ese pabellón, usted se asombraría. Pero nunca llegó un
funcionario del gobierno a exigir que se desalojara el pabellón por
tanta crítica. Ese es el juego democrático, y hasta Ollanta Humala lo
entiende, aunque está lejos del progresismo.
Pongo este ejemplo para insistir en que hay otros modos de conceder
espacios a la sociedad civil, y que no sólo se debe tolerar, sino que el
Estado no sólo debe respetarlos, sino que también debe darles sus
propios espacios de expresión, sin condiciones previas. Saber tolerar
esa pluralidad es una parte indispensable de la convivencialidad
dentro de una sociedad.
Los parlamentarios alemanes
El tercer caso donde volvió a asomar Ecuador en la cumbre de cambio
climático fue el confuso episodio de ¿entorpecer? ¿impedir? una visita
de parlamentarios alemanes. Cuando esa noticia se discutía allí en
Lima se disparaba la sorpresa entre muchos de las delegaciones de
los países del cono sur sudamericano (Argentina, Brasil, Chile,
Paraguay y Uruguay). ¿Por qué?
Porque de una manera u otra, esa imagen de impedir el encuentro
de parlamentarios con organizaciones ciudadanas, y en especial
aquellas que son tildadas de opositoras, era un lenguaje propio de los
gobiernos militares de la década de 1970. En aquellos años, en el
cono sur, los partidos de izquierda y las organizaciones de la sociedad
civil siempre se querían reunir con parlamentarios extranjeros, ya
que era una de las vías que tenían para dar a conocer los problemas
del autoritarismo interno. Y en aquel tiempo, siempre eran los
gobiernos militares los que trataban de evitar eso, aunque casi nunca
lo lograban con efectividad.
Esa historia hace que rechine cualquier medida que impida ese tipo
de reuniones. Muchos militantes de izquierda que hoy están en los
gobiernos progresistas, eran los jóvenes que en aquel tiempo se
encontraban con aquellos parlamentarios. Además, aceptar reuniones
entre grupos nacionales y otros extranjeros siempre fue parte del
sentido de solidaridad internacional, algo además muy cultivado por
la izquierda latinoamericana.
4. Este muy esquemático recuerdo histórico explica que en la
actualidad, el progresismo del cono sur tolera que cualquier
parlamentario se reúna con cualquiera. No sólo no tienen nada que
esconder, sino que no pueden romper con sus duras experiencias
pasadas. Y es así que aceptan, por ejemplo, que los
ultraconservadores del Partido Popular de España, se paseen por
nuestros países. Y una vez más, no pasa nada, ninguno de esos
gobiernos tiembla por esos encuentros, y por lo general pasan
desapercibidas.
Este tercer ejemplo también pone sobre el tapete otros
entendimientos sobre la democracia y la convivencialidad. Permitir
esos encuentros no es síntoma de debilidad, sino de fortaleza. Pero
es además necesario para potenciar nuestras democracias internas, y
sirve a la convivencialidad dentro de la sociedad.
De regreso a la democracia
Estas tres historias mínimas no son solamente unos pantallazos sobre
desavenencias en cuestiones ambientales. Mi punto es que ellas
expresan algo que a veces pasa desapercibido, y es que también se
juegan las concepciones sobre la democracia, y los sentidos de
convivir dentro de sociedades plurales. La discusión abierta sobre
cuestiones ambientales es también, un aporte a la radicalización de la
democracia. Cuando eso se impide, no solamente se acallan las voces
que defienden la calidad de la vida y del ambiente, sino que también
se encogen los espacios democráticos.